Coronas y la ladyboy
Coronas trabaja en una lencería, un joven cliente no es lo que parece y ella siempre amable y cariñosa decide ayudar al chico a sacar su verdadera personalidad. Convertirlo en la jovencita que debería haber sido desde un principio. A las dos les encanta la lencería sexi y provocativa.
Oculta detrás de una estantería acariciaba con sensualidad las sedas y encajes de la lencería expuesta al público. Ella se sentía tan lasciva como la lencería que estaba mirando, tan excitada, tan caliente como una hembra en celo. Pero esa no era su realidad sólo su deseo, entre sus piernas su polla negaba la feminidad de su mente.
Pero todo eso no le impedía disfrutar del tacto de esas prendas. En ese momento de intimidad con sus deseos. La chica que atendía estaba con otra clienta pero observaba de reojo al jovencito andrógino pensando que iba a robar algo. Y era guapo el condenado, con el pelo largo negro, lacio, una linda carita delgada, un tipo fibroso casi delicado, con esas ropas demasiado grandes que no le hacían justicia a su cuerpo follable.
Cuando largó a la última clienta se dirigió al muchacho que seguía medio escondido manoseando las prendas mas finas y provocativas. Ella se llevó un buen susto cuando aquella voluptuosa rubia de larga melena lisa y ojos azules la descubrió. Agachó la cabeza avergonzada de haber sido descubierta así. Pero cuando le dijo:
- ¿Es que pretendes robarme?
Ella solo pudo negar moviendo la cabeza con vehemencia, asustada. Su melena negra se movía como las crines de una bonita yegua árabe.
-¿Entonces que haces con mi mercancía?
Preguntó la dependienta. Acorralada no pudo mas que admitir la verdad. Tímida y dulce le dijo agachando la cabeza:
- Solo miro, admiro la lencería que me gustaría ponerme. Son cosas preciosas, muy sensuales. Tengo dinero, puedo comprarlo.
Había entrado a comprarse algo pero no lograba decidirse entre prendas tan bonitas. Incluso tenía el dinero.
Eso había conseguido despertar la curiosidad de la rubia. Le preguntó:
-¿Que te gustaría?.
Ella se había fijado en un body de encaje trasparente con el escote hasta el ombligo y terminado en tanga, en color violeta. No tiene mal gusto la nena pensaba la voluptuosa rubia. Aún dudando pero empezando a excitarse cogió el de color rojo de la talla del cuerpo que tenia delante pensando en que no le quedaría nada mal. Puede que algo escaso en el pecho pero sensacional en ese culito duro. Mirándolo a los ojos con más de media sonrisa en los labios le preguntó.
-¿Quieres probártelo? Dime para quien ibas a lucirlo.
- No me atrevo a ponérmelo para nadie. No tengo novio ni nada parecido.
Tuvo que confesar que únicamente para ella misma y su espejo. Qué sentir el roce de esas prendas era el único placer que iba a sacar de ellas. Lo que parecía un auténtico desperdicio, tanto para la lencería como para el bonito cuerpo que se la iba a probar.
-vamos a hacer una cosa. ¿Por qué no vuelves a la hora de cerrar? Así solas y juntas vemos lo que podemos hacer por ti.
Normalmente no habría propuesto algo así, normalmente no. Pero de forma extraordinaria, ya había surgido alguna ocasión en la que tontear con una clienta hacia llevado a pasar un buen rato juntas. En la timidez, dulzura y belleza del muchacho se veían nuevos placeres posibles. Si volvía trataría con la situación y si no, se olvidaría de todo.
Nerviosa, la jovencita volvió a entrar en la tienda cinco minutos antes de cerrar. La dependienta ya había preparado algunas cosas para su nueva clienta especial. Incluido el body que le gustaba a ella. La recibió con un tierno abrazo y las llaves de la tienda para cerrar la puerta tras ella.
Así no nos molestará nadie. Aún no sé como te llamas.
Alex pero llámame Alexia por favor.
Yo soy Coronas, como comprenderás es un apodo pero a mí me gusta. Vamos a ponernos cómodas. Te he elegido algunas prendas. Ve desnudándote aquí no puede vernos nadie.
Una vez a solas y como para darle confianza la rubia se abrió la blusa lo suficiente como para enseñar el negro sujetador de encaje casi trasparente. Claro que en ella con su talla cien era algo portentoso.
Con esas muestras de confianza la joven se relajó y empezó a desnudarse enseñando su blanca piel y su cuerpo delgado, su cuello fino elegante sobre los hombros níveos. Al bajarse los vaqueros demasiado anchos las nalgas duras y respingonas los retuvieron un segundo para luego caer al suelo y enseñar unas bonitas piernas finamente torneadas y bien depiladas, a las que unas medias sentarían de maravilla.
Lo único que le quedaba puesto eran unas pequeñas braguitas de una marca blanca de una gran superficie. Apenas podían contener la excitación del pene de Alexia. Al final con la cabeza gacha también se las saco descubriendo una polla pequeña y depilada. La rubia ya se había sacado la blusa luciendo el sujetador negro de encaje casi trasparente, que apenas podía contener la abundancia de sus senos y por el que se veían los pezones con claridad. Para darle confianza le dio un abrazo aplastando esa impresionante delantera en el pecho lampiño.
Le tendió la sensual prenda en la que se habían fijado con anterioridad. La ayudo a subirla por los suaves muslos, rozándolos con cierto descaro, se la subió hasta los hombros y dejó que la morenita se colocara como pudo la polla y los huevos. Alexia se giró ante el espejo admirando su propio culito duro, y como la prenda moldeaba su figura haciéndola más femenina.
Pero faltaban algunos detalles, unas medias suaves con ligas de silicona, unos altos zapatos de tacón, un cepillado a su lacio cabello para darle un toque mas femenino, un toque de maquillaje. En ese ambiente sensual fue la dependienta quien la ayudó con todo ello.
La jovencita de sentía tan femenina como bella y en ese momento desfilando por la tienda admirada por otra mujer. Tan sexual espectáculo había excitado a la rubia que dejó caer al suelo la falda de tubo y solo sacando un pie y luego el otro de la prenda. Coronas se lucia así en su sensual conjunto negro, muy pequeño y trasparente ante su nueva amiga y alumna.
La jovencita miraba a la dependienta con envidia admirando su cuerpo voluptuoso y su lencería. Y vio como la rubia llevaba la mano a su pubis mirándola a los ojos. Apartaba el tanga a un lado y se acariciaba despacio sin penetrarse solo humedeciendo el clítoris y los labios con sus propios jugos.
La jovencita correspondiendo a la confianza volvió a desnudarse del todo para probarse un conjunto con liguero que le sentaba fenomenal usando las mismas medias. El sujetador de copa más pequeña que había en la tienda no necesitaba ni prótesis para que le quedara bien. El tanguita era tan leve que apenas lo notaba. Todo lo sentía sin tocar su polla que apuntaba dura al techo. Se miraba al espejo desde todos los ángulos sintiéndose toda una mujer por primera vez en su vida. Sin esconderse y delante de alguien que parecía comprenderla.
Luego un corsé negro con un tanga tan leve y suave que parecía que no llevaba nada y la excitaba solo ponérselo. Desde luego no podía ocultar su erección que salía por un lado de la prenda, pero eso solo era una muestra de lo a gusto que Alexia se sentía en ese momento.
Motivada por la jovencita que ya había perdido la vergüenza con la que había entrado en la tienda, la dependienta se probó lo mismo pero en violeta se pusieron juntas ante el espejo, para contemplar su belleza. Una voluptuosa, de cadera amplia y grandes senos y la otra delgada con su alto respingón y aunque más plana, plana del todo, muy sensual.
La morenita no podía apartar los ojos de su nueva amiga y ver cómo se libraba de las dos reducidas prendas que le quedaban de una forma tan sensual la excitaba un tanto. Para ponerse un corsé y un tanguita como los que ella tenía puestos. La tetas de Coronas rebosaban por encima de las cosas del corsé. El tanga tan trasparente dejaba ver los labios de la vulva de la voluptuosa mujer.
Con confianza se cogieron dé la cintura para posar ante la enorme luna de cristal. Rozaban sus muslos sin cortarse y los enormes pechos de la rubia se frotaban con los costados de la jovencita. Esta estaba mucho más excitada de lo que quería admitir.
Siendo tan tímida nunca se había atrevido a ligar con nadie. Como ejercicio intelectual y estando segura de que le gustaría llegar a ser lo más mujer que pudiera siempre había supuesto que le gustarían los hombres. Coronas estaba volviendo del revés sus esquemas.
Por supuesto la dependienta no estaba dispuesta a dejar marchar ese bomboncito sin catarlo. Sus caricias se hacían más insinuantes, más íntimas. Se puso a su espalda clavando en ella sus melones que el corsé ya abierto no contenía. La besó en el cuello y el hombro apartando su melena.
Eres preciosa vas a conseguir a cualquier persona que te propongas. Nadie podría resistir tus encantos.
¿Ni siquiera tú?
Le dijo sonriendo.
-A mí me tienes hechizada desde que te vi con el primer tanga.
Los besos se fueron haciendo más húmedos, más intensos. Alexia los aceptaba de buen grado. Caliente empezaba a darse cuenta de que la rubia podría enseñarle un montón de cosas y hacerla disfrutar mucho. Pronto sintió una mano acariciando sus huevos y un escalofrío de placer recorrió su columna. Eso hizo que se moviera echándose hacia atrás y su culo quedó pegado al pubis de Coronas.
Echo la cabeza atrás apoyándola en el hombro de la rubia. Así su cuello quedó a disposición de esta que lo aprovechó de inmediato lamiendo la piel suave. Sintió la mano cogiendo su pene y moviéndolo despacio y suave. La paja que le estaba haciendo iba a llevarla al orgasmo en pocos momentos.
- Si me haces eso me correré enseguida.
Coronas le hablaba al oído, suave, lamiendo la oreja de la morenita.
Sería una lástima que se perdiera. ¿Me dejas que te la chupe?
Me has abierto todo una constelación de experiencias y sensaciones. Va a ser mi mundo y te lo agradezco pero además quiero que lo hagas. Deseo disfrutar contigo.
Coronas le quitó el corsé pero le dejo el tanga. Las dos con la misma ropa. La arrastró hasta la moqueta para que fuera más cómodo para las dos. Y se subió sobre ella en un sesenta y nueve. Coronas tenía experiencia, sabía como hacerla disfrutar. Empezó lamiendo sus testículos sin dejar de acariciar la polla con una mano. La otra la puso en su prieto culo, amasando su dura carne y separando las nalgas.
Iba a demostrarle a esa nena que podría disfrutar con cualquier persona siendo ella queen quisiera ser. Pronto un dedo estaba investigando el ano. Ensalivado hacia círculos para empezar a dilatarla. Pronto dejó los huevos y de dedicó al tronco con su lengua juguetona. Lamiendo y chupando el glande.
Alexia al principio no supo qué hacer con el xoxito que tenía justo encima de su boca. Pero no en vano había visto mucho porno como para estar quieta mucho rato. Curiosa al ser la primera vulva que tenía a su disposición empezó a explorarla suave con los dedos mirando desde muy cerca cada detalle. Cada pliegue de los labios y el jugoso clítoris.
Unos segundos más tarde era su lengua la que empezaba a investigar. Coronas se dio cuenta de que su protegida empezaba a espabilar. Separó más los muslos y dejó que ella fuera a su aire. Si conseguía que se corriera estaría bien pero se conformaría con lograr que Alexia se soltara.
Así que fue una grata sorpresa lo que la jovencita le empezaba a hacer sentir. Notó su lengua entrando todo lo que podía en su vulva penetrándola. Luego jugando con el clítoris acariciándolo. Corona es de orgasmo fácil y no tardó mucho en dejar sus jugos en la lengua de Alexia.
Tampoco tardó nada ya en recibir en la suya la lefa de la chica. En vez de tragarla como hubiera hecho otras veces se giró y se la ofreció a la joven travesti mezclada con su saliva. Dejándola caer de su lengua a la boquita abierta.
No quería presionarla mucho más, esa tarde. Así que ni planteó que la follara aunque estaba deseando cabalgar esa polla teniendo a la chica vestida con la lencería más fina de la tienda. Tras correrse ambas decidieron que tenían que seguir conociéndose mejor pero que ese no era ni el momento ni el lugar.
Alexia se llevó toda la rosa que se había probado pero solo pagó la mitad. El resto fue un regalo de Coronas. Siguieron en contacto y aunque la joven seguía comprando su ropa allí, donde follaban era en el piso de la rubia.
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