Coronas, conductora de autobús.
Una bonita chica bisexual se liga a Coronas, la conductora del autobús búho, después de una noche de marcha
Una bonita chica bisexual se liga a Coronas, la conductora del autobús búho, después de una noche de marcha.
Subí al bus en una de las paradas del centro después de dejar a la última de mis amigas más borracha de lo que parecía en un taxi para que la llevara a su casa. Era un trayecto que solía hacer las madrugadas del sábado al domingo después de tomar unas copas con las amigas. Eso sí no encontraba un alma caritativa que me acercara, a mi casa, a la suya o a un hotel donde tener algo de buen sexo.
No solía emborracharme hasta extremos inapropiados. En realidad no me gusta mucho el alcohol, soy más de bailar, con música y si la o las personas me gustan en posición horizontal. Puede que algo de exhibicionismo también, mis atuendos para esas noches solían dejar poco a la imaginación.
Ese sábado todas habían ido cayendo y yo estaba caliente. Veía que me tendría que conformar con un dedo a solas en mi cama viendo un video bisex en el móvil y después de sacarme la poca ropa que llevaba puesta en esa noche calurosa.
Hacía mucho mucho calor, lógico para el primer fin de semana de agosto. Mi vestido apenas llegaba a cubrir el comienzo de mis muslos y a poco que me agachara destaparía una buena porción de mis duras y respingonas nalgas. Aún más, considerando que lo único que llevaba bajo ese escaso trozo de tela era un tanga tan pequeño que tenía que sacarmelo de entre los labios de la vulva de vez en cuando. Evidentemente mis pechos no muy grandes, pero cónicos y bien duros bailaban libres de cualquier sujetador dentro de un escote más bien generoso y la espalda desnuda casi hasta las nalgas.
El enorme vehículo se detuvo justo enfrente de mí. Desde mi posición en la acera, sobre mis tacones, pude ver en cuanto se abrieron las puertas un bonito par de piernas saliendo de un short bastante reducido. Al subirme al bus pude apreciar más detalles, un polo ajustado que contenía un buen par de tetas al menos dos tallas más grandes que las mías y que además también iban sin sujetador. Sus pezones se marcaban justo bajo el logo de la compañía municipal de trasportes. Las manos con las uñas cortas pero bien cuidadas y pintadas de rojo vivo sujetaban el gigantesco volante. También pude apreciar que sus bonitos ojos azules recorrían mi anatomía, toda la piel que había expuesta ante ella. La conductora tendría unos diez años más que mis diez y nueve pero desde luego era muy apetecible.
Su melena rubia era curiosamente parecida a la mía y el gesto que hacía moviendo la bonita cabeza para apartarla de su frente era un tic que yo también usaba. Tenía unos preciosos ojos azules. Al pararme a su lado para pasar la tarjeta por el lector empiné un poco el culo mientras miraba de reojo para comprobar si ella aprovechaba esa oportunidad. Es evidente que lo hizo o yo no estaría contando todo esto. Su mirada se deslizó por mi grupa con lo que me impresionaría que fuera deseo. Por fin al girarme para echarle un vistazo al resto del vehículo descubrí con agrado que yo era la única pasajera.
Aproveché la circunstancia para sentarme en el sitio más cercano a su lado, no detrás. En primera fila. Así ella podía echarle un vistazo a mis muslos en cada semáforo en rojo. Y cualquiera que subiera al vehículo podría espiar entre mis piernas y echarle un fugaz vistazo a mi tanga. Esta claro que se lo facilité todo lo que pude, subí la falda antes de sentarme y apoyé el culo desnudo en la banqueta del asiento. La suerte parecía acompañarme, en la siguiente parada solo subió una parejita muy acaramelada, el chico no conseguía apartar las manos de lo que desde luego era una magnífica anatomía tan poco cubierta como la mía.
No pude dejar de apreciar que según subían al vehículo ambos espiaron lo que había bajo mi vestido.
Se veía a la legua que se deseaban, antes de seguir adelante, más bien hacía atrás (del bus), ella lo acorraló contra el respaldo de mi asiento para hacerle una exploración bucofaringea de las que dan envidia. Sus muslos desnudos en una cortísima minifalda rozaron mi hombro lo que desde luego fue un momento muy agradable. De ahí directamente se fueron a los últimos asientos a continuar con un conocimiento más profundo de sus bellas personas. Pero la anécdota me sirvió a mí para romper el hielo con la interesante conductora.
-¡Vaya! Eso sí que es cariño.
- No sé si cariño, pero deseo y calentura hay de sobra ahí atrás.
Me respondió ella con una amplia sonrisa descubriendo sus blancos dientes. Viendo que se tomaba mi charla con naturalidad seguí pegando la hebra.
Seguro que tú también tienes quien te dé caña, digo cariño. Una chica tan guapa tendrá quien la espere en casa. Y estos horarios no te vendrán muy bien.
No tengo a nadie, vivo sola y me gusta. Así puedo llevar a queen quiera allí.
Me dijo con una media sonrisa.
-¿Y tú? Tan sexi y provocativa, seguro que los tienes que espantar a manotazos. No sé como vuelves a casa sola.
Hoy no encontré a nadie con quien pasar un rato... A nadie que me gustara tanto como tú.
Estás bromeando. No te puedo gustar... por lo menos como se gustan esos dos.
-¿Y por qué no? Eres muy guapa y estás muy buena.
Pero soy mucho más mayor que tú. Y eres un bombón, podrías tener a quien quisieras.
Me gustaría tenerte a tí. ¿Por qué crees que llevo todo el viaje enseñándote las piernas? Seguro que ya me has visto el tanga un par de veces.
Paró en un semáforo. Aproveché el momento para girarme hacia ella y separar del todo los muslos. La diminuta prenda que apenas tapaba mi coñito quedó ante sus ojos. Y ella apenas aceleraba para poder mirarme detenidamente, al detalle. Viendo que ella no se asustaba, más bien al contrario, decidí subir las apuestas. Con deliberación y dos dedos aparté la escasa tela y en un gesto lascivo me acaricié los húmedos labios. Luego me llevé esos dedos a la boca y los lamí.
No perdió ni un segundo del gesto y se humedeció los carnosos y sensuales labios de su boca con la lengua. Su nerviosismo o más bien calentura lo delataban sus muslos que parecían frotarse entre ellos cada vez que no necesitaba apretar los dos pedales. Pensaba que la tenía en el bote pero ella estaba trabajando lo que no lo ponía fácil.
-¿Te falta mucho para terminar?
- Bastante, una ronda más. Pero antes de dar esa vuelta aparco media hora en una rotonda oscura para ajustar los horarios. ¿me acompañarías hasta allí?. Hoy no me apetece gastar ese rato mirando el móvil.
Le eché un vistazo a la parejita antes de contestar. Ella sentada en sus rodillas con las piernas abiertas le daba la espalda y parecía moverse despacio pero lasciva. Él la sujetaba de la cadera, con la reducida minifalda casi recogida en la estrecha cintura y estaba segura que tenía la polla clavada hasta el cuello del útero. Tengo que admitir que si no tuviera intención de ligarme a la rubia me hubiera encantado intentarlo con ellos dos. Volví mi atención a la bella conductora y contesté.
- Por supuesto que iré. Ahora no te dejaría sola. Aunque puede que estos dos quieran unirse. Si él no se corre antes claro.
Nuestras sonrisas se volvieron lascivas al mismo tiempo. Efectivamente en la última parada ella guardaba el tanga en el bolso y se arreglaba la minifalda, mientras él se subía la bragueta. Por fin se bajaron por la puerta del medio del vehículo dejándonos solas. Aunque ella aprovechando que la miraba y suponiendo que intentaba ligar con la conductora me dirigió una deslumbrante sonrisa.
Yo aproveché para girarme en el asiento, apoyé la espalda en la ventanilla y estiré una pierna sobre las dos banquetas mientras el otro pie lo apoyaba en el suelo. Mi falda casi recogida en la cintura. El corto trayecto hasta el lugar donde debía aparcar se me hizo interminable. Paró lo más lejos posible de las luces de la calle, apagó el motor, las luces y el aire acondicionado del bus con lo que de inmediato la temperatura dentro del bus subió. Una gota de sudor bajaba entre mis pechos.
Me levanté y me acerqué despacio a ella contoneando la cadera.
- Soy Coronas por cierto.
Me dijo con una bella sonrisa, girándose hacia mí para mirarme. Y cuando llegué a su lado puso su mano de suaves finos y largos dedos en el lateral de mi muslo. Apenas rozando mi piel con las yemas. Un escalofrío subió por mi columna hasta la nuca. Su mano subía despacio por mi piel hasta colarse bajo mi falda acariciando mi nalga desnuda por el tanga.
Cogí su mano y la llevé hacia los asientos de atrás, donde unos minutos antes la otra pareja había estado disfrutando. Me seguía como una corderita lasciva.
Aún olía a semen en ese rincón. Me dio la tentación de probarlo aunque lo dejé donde estaba y me giré hacia Coronas para levantar su polo. Puse las manos en su cintura y tiré sacando la prenda del short. Con mis dedos directamente sobre su piel fui subiendo la tela. Podía acariciar su piel suave hasta la parte baja de sus pechos poderosos que a pesar de su masa se sostenían firmes sin ninguna ayuda.
Empecé a mordisquear su oreja y besar y lamer su cuello mientras terminaba de sacarle la prenda. Sus manos tampoco paraban quietas, se habían apoderado de mis nalgas amasándolas con fuerza. Empezaba a buscar el ano apartando la tirilla del tanga y haciéndome jadear en su oído cuando alcanzó mi ano con un dedo. Mantuve sus muñecas sujetas con su camiseta mientras me inclinaba a comer de sus maternales pechos. Lamía sus suaves y depiladas axilas y chupaba sus pezones como había hecho con los de mi madre años antes.
Aprovechando que me había inclinado para dedicarme a sus tetas ella tiró de mi vestido dejándome solo con el tanga. Me miraba con expresión lasciva devorando mi cuerpo con sus lindos ojos azules.
- termina de desnudarme, por favor.
Me hizo caso y meneando la portentosa cadera se bajó el short. Su tanga era aún más pequeño que el mío, lo único que tapaba era justo los labios de la vulva y los cordones eran finísimos. Esta vez yo se lo quité no sin aprovechar la oportunidad de pasar dos dedos por su encharcada vulva. Llevarlos a mis labios para tener un primer contacto con su sabor.
Coronas me hizo el mismo favor a mí. Mi tanga de encaje bajó por mis muslos que acariciaba con las yemas de la dedos con mucha suavidad. Ella también acarició los labios de mi coñito que se abrieron de inmediato a su suave toque. Dejando el clítoris a su alcance. Empezó a acariciarlo, suave tierna arrancando gemidos de lo garganta y consiguiendo en segundos mi primer orgasmo.
Aunque no me dejó hacer mucho ruido, para entonces ya tenía su lengua avanzando hacia mi garganta. Claro que yo participaba gustosa, la mía se cruzaba con la suya dejando que saboreara mi saliva. Yo no había dejado de amasar sus tetas que me tenían hipnotizada. Sin soltarlas me fui tumbando en los asientos tirando de ella sobre mí. Dejé el pie derecho en el suelo y ella clavó dos dedos en mi coño follándome con ellos. Estaba inclinada sobre mí sin dejar de besarme. Yo también alcanzaba su xoxito con mis dedos que entraron solos en su encharcada vagina.
Deseaba probar su sabor directamente de la fuente. Así que con un ligero empuje captó la indirecta y fue girando. Tenía tanta pericia lamiendo mis pezones al menos como yo. Cuando noté su lengua en mis tetas además de sus dedos follándome volví a correrme como loca. Siguió lamiendo mi vientre, clavando la lengua en mi ombligo bajando más hacia mi pelado coñito.
Los asientos eran duros e Incómodos pero eso no nos importaba en absoluto y era mi espalda la que los iba aguantar. Deseaba su peso encima de mí cuerpo y acariciar con mis manos su voluptuosa anatomía mientras notaba su lengua dándome placer.
Ella se subió encima de mí, pasando su muslo por encima de mí cabeza. Noté su lengua en mi clítoris all mismo tiempo que yo buscaba el suyo entre sus labios. Ella también estaba muy caliente y no tardó mucho en llenarme la boca con sus jugos. No me perdí ni una gota. Pero quería más y sujetando su cintura, delgada para lo voluptuosa que era, no dejé que se escapara.
Seguíamos dándonos lengua y orgasmos la una a la otra durante un buen rato pero el tiempo se nos echaba encima. Coronas tenía que continuar su ruta. Tuvimos que levantarnos y vestirnos. Ella me ayudó con mi vestido pasándolo por mi cabeza y hombros y dejándolo bien colocado por mi cuerpo. Fui yo la que subí el pequeñísimo tanga por sus muslazos y también el short. Y el polo sin desaprovechar la oportunidad de mamar de sus tetas unos segundos más.
- ¿Te apetece seguir después? Podemos dormir juntas en mi cama.
No me gusta desperdiciar oportunidades así que hice toda la ruta con ella. Y en su coche me llevó a su casa tras dejar el bus en su aparcamiento. Lo primero que hicimos fue darnos una ducha juntas para quitarnos el sudor de la noche. No pudimos evitar lamernos enteras bajo el agua, caímos rendidas en su cama y dormimos hasta el mediodía del domingo. Comimos desnudas y acariciándonos y solo después de otro maravilloso sesenta y nueve volví a mi casa.