Cornudo y apaleado
Otro relato de ballbusting. Dedicado a Max. Como siempre, me encanta leer vuestros comentarios y críticas.
Mi amiga Maria siempre había tenido mala suerte en el amor. Nunca había encontrado al hombre correcto, pero desde hacía unos meses parecía que sí: Juan, un hombre sencillo de la que María se enamoró perdidamente.
Al principio María era muy feliz, y aunque me confesó que ese hombre no la satisfacía plenamente en la cama ella era feliz con él. Según me contó María, Juan era más bien poco dotado y además de tener pocos centímetros, apenas sabía usarla bien. Pero como decía, mi amiga aguantó y de la veía enamorada de ese hombre, calvo y gordito.
Pero hace poco, cuando ella y yo coincidimos para tomarnos un café juntas y hablar, me comentó lo frustrada y triste que estaba. Lo que parecía ser al fin el amor de su vida, resultó ser un hombre cruel, que la maltrataba física y psicológicamente. Juan solo quería a María para que se ocupase de la casa y de cocinarle. En cuanto al sexo, ya ni la miraba y María lo había pillado varias veces con putas, que incluso traía a casa sin ningún reparo. Evidentemente, por el físico y las “medidas” de Juan, era difícil que encontrara a ninguna otra mujer, aunque María siempre había estado dispuesta a satisfacerle en todo, incluso a disimular que disfrutaba haciendo el amor con él.
Ella había decidido finalmente dejarlo porque se sentía ya muy humillada. Juan apenas le dedicaba ningún comentario cariñoso, mucho menos satisfacerla en la cama. Únicamente traía putas a casa a las que pagaba generosamente mientras mi amiga tenía que hacer frente con su escaso sueldo a todos los gastos de la casa.
En ese momento no pude más que confesarle que Juan también había mostrado internes en mí. Le comenté como se me había insinuado, pero yo siempre lo había rechazado por respeto a mi amiga y también porque definitivamente no era mi tipo. Aunque sus insinuaciones cada día iban a más.
Al final convencí a mi mujer para que no lo dejara sin más. Ese cerdo merecía una lección que no olvidaría fácilmente. Yo por esa época estaba sin pareja así que decidimos entre las 2 montar una fiesta en casa de Juan y María. Yo le aseguré que sería una fiesta que no olvidaría nadie.
Cuando mi amiga María le propuso a Juan invitarme una noche a su casa, él aceptó encantado. Me presenté en su casa con uno de mis vestidos más atrevidos, que apenas me ponía más que en alguna noche muy especial: un vestido negro de tirantes muy escotado y abierto por la espalda, que me llegaba un palmo por encima de la rodilla y debajo apenas unas braguitas de encaje negras y para rematar unos zapatos abiertos de tacón. Cuando me vio Juan, me desnudó inmediatamente con la mirada. Yo sonreía y guiñé el ojo a mi amiga.
Cenamos y luego estuvimos un rato conversando y dejando que Juan se excitara conmigo. Sus insinuaciones iban subiendo de tono, aun estando María delante. Evidentemente ella y yo ya lo habíamos hablado antes, con lo que la situación nos divertía a las 2. Al principio pensé en emborrachar a Juan, pero luego pensé que era mejor que se diera cuenta de todo, con lo que le limitamos la bebida. Como yo esta vez le seguía el juego a sus insinuaciones, él fue aprovechándose y empezó a sobarme con descaro, primero el muslo, luego la cintura y luego ya las tetas. Yo le dejaba e incluso hacía ver que me gustaba.
Al final le propuse a Juan que si se desnudaba me tendría a mi y a su amiga. Él aceptó y cuando se quitó la ropa pude comprobar que mi amiga no me había engañado. Empalmado como estaba, no le debía medir más de 10 centímetros a lo sumo.
Aunque yo las había visto de todos los tamaños debo reconocer que aquel pene era de lejos el más pequeño que yo había visto Su barriga era mayor que su polla. A pesar de todo, me hice la sorprendida y lo acaricié, notando como el se excitaba más y más. Luego saqué unas esposas que había comprado en un sex shop y le até las manos detrás de la espalda, diciéndole que quería que nos viera sin tocarse.
Luego mi amiga y yo nos desnudamos juntas, dándole un pequeño striptease al hombre, que no se creía lo que estaba pasando. A pesar de que las 2 estábamos en nuestros cuarenta años, y aunque mi amiga no tenía mal cuerpo, él solo me miraba a mi e ignoró por completo a su pareja. Aunque no soy muy buena en esto de los striptease le intenté dar un buen espectáculo sabiendo que con las manos atadas no podía hacer nada más que mirar.
Juan ya estaba deseando que jugásemos con él las 2, cuando sonó el timbre, tal como yo había previsto. En ese momento entraros 2 hombres musculados que yo había ya contratado antes. Eran 2 strippers de una agencia de despedidas de soltera. Los 2 hombres quedaron sorprendidos al vernos a nosotras ya desnudas y a un hombre picha corta esposado, aunque no dijeron nada. El que si quedó muy sorprendido y preguntó fue Juan, que no sabía lo que estaba pasando.
Entonces fuimos nosotras las que nos sentamos a disfrutar del striptease de esos 2 hombretones. La verdad es que a parte de estar buenos, sabían bailar y quitarse la ropa. Mi amiga estaba alucinada y excitada mientras yo disfruté también mirando esos cuerpos.
Juan se quejaba mucho, así que decidimos ponerle un trozo de ropa en la boca para no oírlo más y poder disfrutar del espectáculo. Como yo había contratado el “todo-inlcuido”, cuando los 2 musculados hombres acabaron su show, nos dedicamos a acariciarlos y disfrutar de sus cuerpos. Las 2 pollas de esos hombres parecían enormes al lado de la minúscula de Juan. Mi amiga y yo no pudimos evitar acariciarlas y luego lamerlas y chuparlas de rodillas las 2 ante la mirada atónita de Juan. Cuando Juan vió a María chuparla de rodillas a aquel hombre, se levantó de inmediato e intentó darla una patada. Por suerte pude detenerlo y sujetarlo, mientras lo dejaba mirar como María disfrutaba mamando una polla de 20 centímetros. El otro hombre viendo que yo lo había dejado desatendido, puso su miembro al lado de su compañero con lo que María empezó a lamer y chupar las 2 pollas a la vez.
Yo me coloqué detrás de Juan, dejando que viera como ella disfrutaba por primera vez en mucho tiempo. Cuando intentó soltarse de mí, aproveché para darle desde atrás una buena parada en sus huevos. El impacto debió ser certero, aunque mi pie casi no lo notó, porqué vi a Juan caer de rodillas y casi de lado si no llega a ser porque lo sujeté yo.
Mi amiga ya había decidido disfrutar más de los 2 hombres y ya estaba a 4 patas mamándosela a uno y dejándose empotrar desde atrás por el otro, ajena totalmente a lo que ocurría entre Juan y yo. Juan seguía de rodillas, yo detrás de él y obligándole a mirar como su mujer disfrutaba con 2 machos. Me puse a su lado y observé que su patética polla seguía dura, a pesar de mi patada y de ver como se follaban a su mujer. Decidí darle una segunda patada, esta vez desde un costado hasta notar como sus huevos se aplastaban contra la barriga de Juan. Juan intentó gritar de dolor, pero al estar amordazado su lamento apenas se oía al lado de los gemidos de placer de María.
Luego decidí levantarlo y usar mis manos para estrujar sus patéticos huevos y notar su diminuta polla entre mis dedos. No sé exactamente que era lo que mantenía excitado a Juan, si mis patadas y mis apretones de huevos o ver a su mujer gozar con 2 machos.
María por otro lado seguí disfrutando con sus 2 hombres, ajena a todo y haciendo todas las posturas inimaginables. Jamás había visto a mi amiga tan desatad y disfrutando tanto. Yo, por mi parte, seguía disfrutando a mi manera, estrujando con todas mis fuerzas los huevos de Juan, mientras le susurraba:
“Mira como por fin disfruta María, por fin está gozando de 2 enormes rabos, no como el tuyo, que es diminuto y asqueroso. “
Él intentaba decir algo, pero yo seguía con mi discurso:
“tu ridícula polla solo sirve para mear, no es capaz de dar placer a ninguna mujer” y mis dedos retorcían sus huevos mientras parecía que su polla se ponía aun más dura pero no más grande.
“Mira a 2 machos dando placer a una hembra”
Ël se intentaba apartar de mi, pero yo no lo soltaba.
“Observa y aprende de 2 machos de verdad, escoria” y hacía girar su bolsa escrotal hasta que casi se desmayó de dolor.
Finalmente oí gemir a mi amiga de un orgasmo que debió ser increíble por lo fuerte que se oyó. Aproveché ese momento para golpear a Juan en sus huevos con toda la fuerza de mi rodilla, dejando que cayera al suelo desmayado y sin sentido, pero aun con la polla dura.
Luego mi amiga y yo recompensamos a los 2 machos musculados con una buena mamada a cada uno, hasta que se corrieron en nuestras bocas. Luego les pagué lo que les debía más una buena propina y finalmente desaté las manos de Juan. Mi amiga aprovechó para hacer las maletas y desaparecer de la vida de Juan para siempre.