Cornudo sin esperarlo

La historia de como mi mujer me hizo cornudo sin esperarlo

CORNUDO SIN ESPERARLO

Esta es la historia de cómo, sin haberlo planeado, mi esposa me convirtió en un cornudo.

Todo ocurrió durante las últimas vacaciones de verano, en el hotel de lujo donde mi esposa Natalia y yo fuimos a pasar una semana de relax.

Nosotros somos una pareja de 50 años que llevaba una vida normal hasta ese momento, trabajo, hijos y sexo limitado a los fines de semana, aunque había fines de semana que pasaban sin haber tenido sexo. Desde que nos casamos, siempre había sido yo quien se encargaba de imaginar formas de evitar la monotonía, pero desde hacía unos años dejé de hacerlo, en parte desmotivado por la pasividad o falta de imaginación de Natalia.

Recuerdo que, en una ocasión, hace muchos años, le propuse tener sexo con otros hombres en mi presencia, pero siempre se negó en redondo.

Como comenté unas líneas más arriba, somos una pareja de 50 años, ella es rubia, de estatura media, tirando a baja, y a riesgo de pecar de falta de modestia, con un cuerpo bastante deseable a pesar de los años, y no solo lo digo yo, son bastantes los hombres que se fijan en ella cuando paseamos por la calle. Es verdad que su trabajo le cuesta mantener ese cuerpo, ya que no se salta ni un día de entreno en el gimnasio.

Bueno, después de esta breve introducción, pasaré a relatar cómo es que Natalia, mi esposa, me convirtió en cornudo.

Pues bien, como decía todo ocurrió durante nuestras vacaciones de verano, habíamos decidido ir a relajarnos a un hotel de lujo al lado de la playa. Al hacer la reserva había posibilidad de elegir entre varios tipos de habitaciones o unas villas privadas. Optamos por reservar una villa que constaba de la residencia, una pequeña piscina, terraza  y jardín, lo único que compartíamos con el resto de huéspedes era el comedor para las comidas y el bar de la piscina en caso que quisiéramos algo que no estaba en el extenso bar de la villa.

El primer día en el hotel discurrió como solía ser habitual para nosotros. Nos instalamos en la habitación, dimos una vuelta por el hotel para conocer las instalaciones y luego a la piscina. Como la piscina común estaba bastante vacía de huéspedes, decidimos quedarnos allí escuchando la música ambiente y aprovechamos para tomar unas copas.

Por la noche, después de cenar, volvimos a la villa y tuvimos sexo después de un par de semanas de sequía.

A la mañana siguiente, estábamos tomando el sol en nuestra piscina privada y Natalia dijo que iba a ir al bar de la piscina a pedirse un mojito, ya que en el bar de la villa solo había ginebra, whisky, ron, y varios tipos de vino.

Pasados unos 15 minutos apareció con un mojito en cada mano diciendo que había pedido dos para no tener que ir a cada momento al bar a pedir otro, aunque tengo que decirte que el socorrista está para comérselo, creo que me voy a tomar rápido los mojitos para ir a pedir más y volver a recrearme la vista. Sin darle importancia, no soy un hombre celoso, me interesé por qué me describiera como era. Ella me dijo que si iba hasta la piscina común, podía verlo yo mismo, a lo que le conteste que los hombre no nos movemos para ir a ver a otro hombre, por muy guapo que sea. Ambos nos reímos.

Bueno, te cuento, dijo ella.  El muchacho tiene el pelo rubio, tipo surfero, no muy largo y con bastantes rizos. Pero eso no me llamó la atención, sino lo tonificado que está y lo marcado que tiene los abdominales, cosa que ya sabes que es mi debilidad. Pues me parece bien, ya tienes algo con lo que alegrarte la vista, le dije.

Pasaron los días sin nada destacable que contar, salvo las idas y venidas de Natalia al bar de la piscina, para, come decía ella darle alegría a sus ojos. El ultimo día de nuestra estancia en el hotel, por la tarde, Natalia fue a buscar sus mojitos, en esta ocasión la acompañé.

Cuando enfilamos hacia el bar, ella llamó mi atención para que me fijara en el socorrista. Lo hice, y he de reconocer que el muchacho no estaba nada mal. Entendía que mi esposa diera tantos viajes al bar, de hecho, si fuera una socorrista de buen ver, yo hubiera hecho lo mismo.

Nos sentamos en una de las mesitas del bar, y pedimos unas copas. Natalia, de vez en cuando lanzaba alguna mirada furtiva al socorrista.  Al poco, vino otro socorrista a relevarlo. Mira, parece que te vas a quedar sin tu vista preferida de este hotel, están relevando a tu socorrista, le dije. Vaya, que pena, contestó.

El muchacho se dirigió al bar y pidió una botella de agua, cuando se iba se acercó a nuestra mesa y nos saludó.

-          Buenas tardes, ustedes están en una de las villas ¿verdad?, preguntó dirigiéndose a Natalia.

-          Si, le contesté

-          Lo supuse porque nunca les había visto en la piscina, bueno, a ella si, dijo señalándola. La he visto en sus paseos al bar a por sus mojitos.

-          Si, es que le gustan muchos los mojitos, y en la villa no hay, dije encogiéndome de hombros.

-          Yo soy más de ginebra, comentó el.

-          Igual que yo, le dije.

-          Lo que ocurre es que soy muy exquisito con la ginebra y con el sueldo de socorrista, rara vez puedo permitirme comprar una buena botella, no digamos ya, pedir una copa en un bar.

-          Pues en la villa tenemos una muy buena, Brookmans, le dije.

-          Una de mis preferidas, respondió.

-          Bueno, si quieres, después de la cena pásate por la villa y te invito, paga el hotel, comenté riendo.

-          Genial, acepto la invitación, ¿sobre qué hora sería? , preguntó para continuar diciendo que tenía que ir a casa a sacar a su perro y sobre las diez de la noche ya estaría libre.

-          A esa hora está bien, le respondí-

-          Bueno, pues hasta la noche, dijo despidiéndose.

-          Por cierto, me llamo Marcos, dijo

-          Es verdad, que descuido el no habernos presentado. Ella es Natalia, y yo soy Fran.

-          Ok pues luego nos vemos pareja.

Una vez desapareció de nuestra vista, Natalia me preguntó cómo es que se me había ocurrido invitarlo a la villa. Le contesté que total era la última noche y no había porque dejarle al hotel la botella prácticamente llena. Ok, dijo ella.

Además, así puedes alegrarte la vista y para ti sola, le comenté irónicamente. Pues, si, dijo ella. Por cierto que, además de guapo, me ha resultado un chico agradable. Y hablando de chico, ¿que edad crees que pueda tener?, le pregunté.  Tiene 25 años, me contestó, a lo que me interesé por cómo era que lo sabía, entonces me contó que una de las tardes mientras esperaba que le sirvieran los mojitos, el encargado le preguntó la fecha de  nacimiento, entonces hice cálculos.

Se nos habían hecho casi las 8 de la tarde en el bar, entonces le dije a Natalia que quizás deberíamos irnos y vestirnos para la cena. Ella asintió.

Nos fuimos a la villa, ella se duchó primero mientras yo imprimía las tarjetas de embarque para la vuelta a la siguiente mañana. Cuando se fue a vestir, aproveché para ducharme yo.

Estaba secándome cuando ella entró en el baño a buscar sus cosas de maquillaje. Se había puesto un traje de tiros amarillo muy ajustado y corto, que combinaba muy bien con su bronceado, y unas sandalias blancas con mucho tacón. Le pregunté si no iba demasiado “poco vestida” para ir a cenar. ¿Qué pasa, no me queda bien?, preguntó. Ese no es el problema, te queda demasiado bien, le contesté. Pues entonces, no me cambio, dijo.

Cuando entramos al salón comedor, no fueron pocos los hombres que clavaron su mirada en ella, y alguna que otra mujer también. Fuimos al buffet a por nuestros platos y nos sentamos en la mesa, pedimos vino y brindamos por nosotros. No sé si te has fijado, pero estas siendo la sensación de la noche entre los hombres con ese vestido. Ella se encogió de hombros y dijo, pues siéntete orgulloso de la mujer que tienes.

Terminamos de cenar, faltaba poco más de 20 minutos  para que, si era puntual, Marcos viniera a nuestra villa, así que nos fuimos del comedor en dirección a la villa. Comprobé que hubiera hielo, quedaba poco, por lo que me acerque a la máquina de hielo a por más.

Metí el hielo en la hielera, preparé la botella de ginebra y unos vasos. Le pregunté a Natalia que iba a tomar ella, puesto que el bar de la piscina estaba cerrado, no había posibilidad de mojitos. Ella se lo pensó un momento,  creo que ron y coca-cola, dijo decididamente.

Sonó el timbre de la villa, por lo que supuse que sería Marcos. Fui a abrir la puerta, efectivamente, era Marcos. Lo invité a entrar y grité a Natalia, que estaba dentro de la casa, que había llegado nuestro invitado.

Ella apareció sonriente, Marco la miró de arriba abajo, cuando ella llegó junto a él, se dieron un beso en la mejilla y él le dijo que estaba muy guapa, que el amarillo le quedaba genial. Ella agradeció el cumplido.

-          Bueno, ¿te sirvo un gin tonic?

-          Si, por favor, gracias.

-          Y para Natalia, un ron con coca-cola.

Serví las bebidas y nos sentamos a charlar sobre nuestras vidas, hobbies y todas esas cosas banales que se hablan con invitados desconocidos. Acabada la primera ronda, me excusé para ir al baño y pedí a Natalia que sirviera la segunda ronda mientras.

Cuando volvía del baño, pasé por el dormitorio a comprobar mi móvil por si había alguna llamada perdida de nuestros hijos. A través de la ventana observé que Natalia y Marcos estaban de pie uno frente al otro. El que hablaba era Marcos mientras Natalia miraba al horizonte.

Fui a su encuentro ensimismado revisando el móvil. Fue en ese momento, cuando sucedió todo. Al llegar a la terraza pregunté de qué hablaban.

-          Pues verás, empezó Marcos, le estaba comentado a tu mujer lo buena que esta y que esta noche me la iba a follar hasta dejarla sin aliento.

Casi se me cae el móvil de las manos.

-          Creo que no he escuchado bien, dije esperando que se tratara de una broma.

Natalia se encaminó hacia mí, Marcos la siguió y la frenó tomándola por la cintura.

-          Has escuchado perfectamente, ¿crees que no me he dado cuenta de sus miradas cada vez que iba al bar de la piscina?, ¿Por qué crees que se ha vestido así? Se ha vestido así para follar, corrijo, para que yo me la folle.

-          Creo que has bebido demasiado, dije yo.

-          Vamos, observa, mira lo duros que se la han puesto los pezones bajo el vestido solo con nuestra conversación, dijo llevando desde atrás sus manos a los pechos de ella para que fijara mi atención.

Acto seguido comenzó a acariciárselos por encima del vestido y ella lanzó, lo que a mí me pareció, que era un leve gemido.

-          ¿oyes como gime?, se le han puesto duros como piedras, dijo él.

Me encaminé hacia ellos diciendo que ya era suficiente. Al llegar, Natalia interpuso su mano apartándome. Déjalo, me ordenó.

Marcos siguió acariciándole los pechos.

-          Asúmelo Fran, tu mujercita va a ser mía esta noche y ella lo está deseando. Tus solo podrás mirar.

Apartó su cabello y comenzó a besarle el cuello sin dejar de prestar atención a sus pechos.

Ella levantó su mano y hundió sus dedos en los rizos de Marcos mientras gemía sin tapujos.

-          Diría que le está gustando, tu ¿qué opinas? , dijo mirándome y sonriendo.

Luego le dio la vuelta, la tomó con sus manos por las nalgas pegándola a él y comenzó a besarla mientras masajeaba su trasero. Ella se abrazó a Marcos mientras este le comía la boca profundamente.  Dejó de besarla por un momento y la observó. Ella seguía con los ojos cerrados esperando que la volviera a besar. Marcos sonrió, llevó sus manos hasta el cuello de ella y volvió a besarla apasionadamente. Ella jugueteaba con el cabello de Marcos totalmente entregada, el volvió a llevar las manos a las nalgas de mi esposa y levantándola del suelo se encaminó a la casa diciendo que sería mejor entrar, no era cuestión que el resto de los huéspedes oyeran los gritos de Natalia cuando empezara a penetrarla.

Una vez en el salón, la depositó en el suelo y deslizó los tirantes del vestido cayendo este al suelo. Tomo sus pechos con sus manos y bajó su cabeza comenzando a chuparlos y mordisquear los pezones. Ella le acariciaba el cabello y no paraba de gemir. Luego fue subiendo con su lengua, le dio un chupetón en el cuello que la hizo estremecer.

Mirándola fijamente le pregunto si quería ver lo que tenía bajo el pantalón para ella. Natalia asintió con la cabeza. Marcos se apartó y comenzó a desabrochar sus pantalones, los dejó caer y apareció un tremendo pene y eso que todavía no estaba del todo erecto. Aquello debía medirle por lo menos 20 centímetros y era casi tan grueso como las muñecas de Natalia.

¿Te gusta? Le preguntó blandiéndolo en su mano. Ella no dijo nada, se limitó a acercarse a él, lo tomó con su mano y comenzó a masturbarlo lentamente mientras sus labios se lanzaron en busca de los de Marcos.

El no la dejó llegar hasta sus labios tirando de su cabello hacia atrás. Le ordenó que se la chupara. Ella bajó lentamente besando su torso hasta quedar de rodillas frente a su imponente miembro. Lo tomó con sus dos manos levantándolo para comenzar a lamerle los testículos perfectamente depilados. Luego soltó el pene, este golpeó en la cara de Natalia, ella puso sus manos en el  duro trasero de Marcos y se dedico a lamer su miembro sin dejar un centímetro.

Marcos volvió a tomar su miembro con una mano, con la otra la tomó por el cabello ordenándole que abriera la boca. Ella obedeció y el dirigió su glande para que lo chupara.

Natalia no pudo abarcar más que el glande y unos pocos centímetros de su pene, pero se aplicó con gusto a la tarea de saborearlo con su boca.

-          Qué bien lo haces, me lo estas poniendo duro como un palo.  ¿A ti también te lo hace así?, dijo dirigiéndose a mí. yo me limité a mirar la escena, aunque la respuesta era no.

-          No te mereces la mujer que tienes, va a ser todo un gustazo follármela, volvió a decir.

Marcos la tomó del cabello y tiró de ella para que se pusiera de pié. La levantó del suelo y la sentó en la mesa del comedor, tomándola por el cuello comenzó a besarla mientras llevaba su mano derecha a la entrepierna de ella. Comenzó a acariciarle el sexo y me hizo saber que estaba muy húmeda, pero que aun así, se lo iba a comer. La obligó a tumbarse de espaldas sobre la mesa y se agachó hasta hundir su cabeza entre las piernas de ella.

Yo no veía con exactitud lo que le estaba haciendo, pero fuera lo que fuera le estaba dando mucho placer, no paraba de gemir y se auto acariciaba los pechos.

Diría que estaba a punto de tener un orgasmo, cuando Marcos se retiró de su entrepierna para ponerse de pie frente a ella. Tomo su miembro en su mano y comenzó a acariciarle el sexo con él. Natalia separó sus piernas esperando ser penetrada. El estuvo unos minutos frotando su miembro contra ella.

-          ¿quieres que te folle?, le preguntó

-          Si, susurró ella.

-          Dile a tu maridito que me lo pida el, ordenó el muy hijo de perra.

-          Dile que me folle suplicó ella volteando la cabeza para mirarme.

No tardé ni un segundo en obedecer su súplica, fue entonces cuando me di cuenta que realmente deseaba ver como Marcos se follaba a mi mujer.

Marcos enfiló su glande hacia la entrada de Natalia y presiono contra ella. Por la expresión en la cara de ella, supuse que le estaba costando aceptar semejante pene dentro de ella, era de esperar con sus dimensiones.

Marcos siguió presionando hasta que su glande consiguió entrar, continuó despacio hasta introducirla prácticamente toda y haciendo que de la boca de Natalia se escapara y leve quejido. Entonces el llevó sus manos a acariciarle los pechos mientras permanecía inmóvil dentro de ella. Poco a poco Natalia relajó la expresión de su cara y comenzó a gemir tímidamente.

Marcos no quiso esperar más y empezó a moverse dentro de ella lenta y pacientemente. Fue pasados unos minutos, cuando ella comenzó a gemir audiblemente, que Marcos aumentó el ritmo, que sin ser intenso, si era suficiente para que ella comenzara a jadear.

-          ¿te gusta?, le preguntó.

-          Si, acertó a responder ella entre jadeos.

-          Cuéntaselo a tu marido, le ordenó

-          Natalia me buscó con la mirada. Me folla muy rico mi amor, me gusta sentir su polla dentro de mí.

Marcos aumento el ritmo golpeado fuertemente su pelvis contra ella. Natalia empezó a gritar y no de dolor precisamente.

-          ¿Te gusta como hago disfrutar a la putita de tu mujer? , preguntó mirándome fijamente.

-          Ven, acércate y mira de cerca como su sexo traga goloso mi polla.

Me acerqué realmente deseoso de ver como la penetraba sin contemplaciones.

-          Fíjate, dijo, tiene toda la mesa encharcada, lo está pasando genial conmigo.

-          Tu preciosa mujer es toda una putita cuando tiene una buena polla dentro, ¿verdad Natalia?

-          Si, sí, soy una puta, acertó a decir mientras continuaba gritando de placer.

No podía creer lo que Marcos y su envidiable dotación le estaba haciendo a mi mujer, no solo cuando menos lo esperaba había accedido a entregarse a otro hombre, sino que estaba tan fuera de sí por el placer que no dudó en afirmar que era una puta.

Marcos puso sus manos bajo la espalda de Natalia dejándola sentada en la mesa, ella le rodeó el cuello con sus brazos y se dispuso a besarlo, pero él se lo impidió.

-          Tenía entendido que las putas no besan, le dijo el muy canalla.

-          Esta puta si besa cuando la follan bien, respondió ella.

-          ¿ah sí? , ¿te estoy follando bien?, pregunto con sorna.

-          De maravilla, me vuelves loca, le respondió.

No salía de mi asombro, Natalia había entrado completamente en el rol que marcaba Marcos.

-          Pues verás ahora, dijo el desafiante.

La tomó por las nalgas levantándola de la mesa, la apoyó contra la pared y continuó fallándola de pie, y esta vez con más rudeza. A veces era más fuerte el golpeteo entre sus cuerpos que los gritos de placer de ella.

-          ¿te gusta verdad?, pregunto Marcos.

-          Si, fóllame, fóllame fuerte, le animaba ella.

Marcos me buscó con la mirada.

-          Lo que te decía, desde el principio estaba deseando que la follara, esta es la demostración.

-          Si, desde el primer día que lo vi deseé que me hiciera suya. Confirmó ella mirándome a los ojos.

En ese momento me di cuenta cuánta razón tenía Marcos cuando dijo que se había arreglado aquella noche para que el la follara y de cuan ciego había estado yo. Escucharla gritar que se estaba corriendo me sacó de aquella reflexión que me tenia absorto. La miré, observé cómo se aferraba a Marcos mientras un intenso orgasmo se apoderaba de ella.

El dejó de moverse, pero mantuvo su cuerpo pegado a ella presionando contra su sexo causándole un par de pequeños orgasmos más. Se mantuvieron así hasta que ella recuperó el aliento, entonces sacó su miembro mientras volvía a ponerle los pies en el suelo.

Ella le preguntó si quería correrse en su boca, el dijo que sí, pero no todavía. Le confirmó que quería seguir penetrándola, ella le expresó sus dudas diciendo que había tenido un orgasmo muy intenso y no creía que pudiera tener otro.

Entonces  él le dijo que tuviera confianza que el sabría hacer que volviera a tener un orgasmo, uno que le haría temblar las piernas. Natalia aceptó el reto. El la tomo de la mano y la trajo hasta el sofá donde yo estaba sentado tratando de asimilar lo que estaba ocurriendo.

Entonces le dijo que apoyara las manos en el respaldo del sillón que estaba frente a mí, mientras él se colocó tras ella. Natalia entendió que la iba a penetrar desde atrás y separó sus piernas ofreciéndose nuevamente a Marcos.

El la penetró con mucho tacto, y comenzó a penetrarla muy despacio,  recorriendo desde la entrada de su sexo hasta lo más profundo de ella. Natalia, al principio estuvo expectante, con los ojos bien abiertos, poco a poco se fue relajando y cerró los ojos concentrándose en sus sensaciones.

Marcos le preguntó si así estaba bien, ella asintió con la cabeza. El continuó con el mismo ritmo pacientemente acariciándole los pechos desde atrás. Tan pronto Natalia comenzó a gemir de nuevo, en la agarró por las caderas y aumento ligeramente el ritmo haciendo que sus pechos se balancearan de un lado al otro, ella lo animó a que continuara.

-          Si, fóllame, le solicitó con mirada de deseo.

-          Marcos volvió a dársela toda aumentando el ritmo ostensiblemente. De nuevo la estaba haciendo gritar de placer, ella no paraba de repetir que la follara y el no aflojaba ni un ápice.  Le suplicó que no parara, estaba a punto de correrse de nuevo. Tal y como le había prometido unos minutos antes, las piernas de Natalia empezaron a temblar entre gritos de que se estaba corriendo. Marcos continuó penetrándola hasta que ella le suplicó que parara.

Sacó su miembro de ella, Natalia se dio la vuelta y se abrazó a él diciendo que había un orgasmo increíble. Él le dijo que ahora si era el momento de que el se corriera, ella hizo que se sentara en el sillón, se arrodilló frente a él y comenzó a chupársela al tiempo que lo masturbaba.

Marcos alabó lo bien que se lo estaba haciendo advirtiéndola que se iba a correr de un momento a otro. Natalia aumento el ritmo de la masturbación mientras se centraba en chupar solo el glande. El empezó a retorcerse en el sillón diciendo que se iba a correr, Natalia no dejo de chupar ni un momento acogiendo todo su semen en la boca que, para mi sorpresa, una mas esa noche, tragó hasta la última gota.

Ambos coincidieron en que había sido una muy grata experiencia, Marcos se vistió y se despidió de ella con un profundo beso y de mí dándome las gracias por permitirle tener a mi mujer.

Una vez que Marcos abandonó la villa, Isabel se acercó a donde yo estaba y me preguntó si me había gustado verla follar con Marcos. Admití que si me había gustado. Entonces sacó mi pene de mi pantalón y comenzó a masturbarme mientras me relataba las sensaciones que había sentido mientras Marcos la penetraba y que era increíblemente placentero ser poseída por una buena polla.  Sus palabras hicieron que me corriera en seguida, ella me besó y nos fuimos a la cama.

A la mañana siguiente nos dispusimos a dejar el hotel, no sin que Isabel pasara antes por la piscina a despedirse de Marcos.

Nunca más hemos vuelto a hablar de lo que ocurrió esa noche, pero es una imagen con la que suelo excitarme cada vez que la recuerdo, y estoy seguro que en el futuro habrá  nuevas oportunidades para que mi mujer me vuelva a hacer cornudo.

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