Cornudo sin carácter.8

Mi novia cada vez se estaba echando más y más a perder, se estaba volviendo cada día más puta y degenerada. Parece una novela por entregas, de esas que cada capítulo es más fuerte que el anterior. Si, para que los lectores no pierdan interés. Esto hay que buscarle un final. La novela no puede ser eterna.

CORNUDO SIN CARÁCTER. 8

EL PROFE Y EL FINAL.

Ganaron el concurso de baile. Arrasaron con todos los premios y modalidades:   sola, baile en pareja, en grupo... Descontando lo de las clases y repartiendo el premio, todavía quedaba un dineral, me dijo ella. Cogió el cheque y los sobres y me lo enseñó. No estaba mal, la verdad.

Todos a celebrarlo, gritaban. Supongo que al bar de siempre. Yo cogí el dinero y me fui a casa. Me pareció prudente guardarlo. Ella me esperaría con todos en el bar.

No tardé ni una hora en volver. Cuando llegué la puerta estaba cerrada. El portero me dijo que era una fiesta privada… Me costó un esfuerzo titánico convencerle de que me dejara entrar. No se creía que mi novia estuviera dentro. Es más, no podía ser. En cierto modo era lógico. “El profe” no paraba de lucirla. Y por qué no decirlo, de follársela, en privado y en público. Como para creerse que era la novia de otro tío, y si lo era, menudo cornudo.

El caso es que conseguí entrar. A lo mejor me dejó entrar por lástima o por morbo: ver qué pasaría cuando viera a mi novia con “el profe”.

Estaban todos como motos. Se habían bebido medio bar. Todos estaban bailando… bebiendo… Las tías medio desnudas. Unas cuantas en los sillones follando.

Aluciné en colores cuando la vi. Él estaba medio subido en la barra del bar, sentado con los pies colgando. Su rabo tieso como un palo y ella agachada lamiéndolo, chupándoselo. Pero lo hacía de forma distinta. Sólo le lamía los cojones. No se la metía entera en la boca. No eran las penetraciones tan profundas de la academia de baile, solo besaba, lamía y chupaba su capullo.

Y le veo sacar un tubito. Echó una rayita en su polla. Todo a lo largo. Luego otra. Ella las esnifó, haciendo el típico ruido por la nariz.

-. No la apures “guarrita” que luego ya sabes…

Sin que nadie dijera nada, se subió también al mostrador. Se colocó a su lado sonriendo y separó las piernas. Ya no llevaba bragas. Se abrió ella sola el coñito con las manos.

En ese momento uno de los que les rodeaban enfocó una cámara. La escena que apareció por la pantalla gigante del bar fue brutal.

La agarró las tetas por encima de la ropa y se las apretó. Unos buenos meneos. Luego fue soltando los botones. Ella ni se movía. Seguía sonriendo y abriéndose los labios del coñito esperando lo que él quisiera hacerla.

La empujó hacia atrás. Ella se dejó tumbar. Sacudió el tubito encima del coño, procurando que los polvitos cayeran directamente en el agujero.

Agarró sus piernas y tiró atrayendo su cuerpo hacia él. Delante de todos se la colocó. Las piernas la colgaban. Dejó que su polla descansara unos instantes sobre su coño. Luego puso el capullo a la entrada. Entraba solo.

Chulo y prepotente se puso a beber cerveza directamente de la botella. Y cuando menos se la esperaba, se la metió. De un golpe, a lo bestia. Haciéndola chillar, demostrando lo hombretón que era.

Volví a oír sus chillidos, sus gemidos… los gritos de placer. Pero ahora también lo oían todos en el bar. Todos veían como la follaba, como la metía ese enorme pollón. Y lo peor no eran los comentarios de la gente, sino las caras que ponía. La estaba gustando. Se retorcía de placer.

Colocó sus piernas con los muslos descansando sobre su pecho y sujetándolas con las manos, empujaba de pie. Movía las caderas lentamente o deprisa. Según quisiera hacerla gemir. Podía hacerlo de forma muy suave o a lo bestia… Metérsela poco a poco o embestirla profundamente.

Todo su cuerpo temblaba cuando entraba en ella. Y cuando lo hacía con fuerza, resbalaba sobre la barra del bar. Adelante y atrás… Los brazos de ella en cruz, tratando de agarrarse mientras la empujaba. Y sus tetas meneándose como flanes locos.

Y ella cada vez gime más alto. Sé que se va a correr. Tiembla. Se convulsiona. Con una mano se acaricia las tetas, con la otra el clítoris… Ha perdido el control sobre su cuerpo. El orgasmo es bestial. Grita. Se retuerce. Sacudidas de placer la recorren.  Cada pollazo que la da es como una descarga eléctrica.

Se le acerca uno. No sé qué le dice. Solo que se retira de ella.

-. Toma no se te enfríe el coño.

Y la da una botella. La veo introducírsela a toda prisa. A dos manos, como si fuera un enrome consolador comienza el mete saca. Incansable, dale que te pego… gimiendo… Hasta que le veo como la para en seco y la levanta. La lleva agarrada de la mano hacia una habitación. Va medio desnuda, con las tetas al aire.

Me acerqué a la puerta. Me echaron o me fui. No me acuerdo bien. Me da igual. Sé que fui otra vez a la otra barra y pedí un chisme. Daba lo mismo lo que pusieran. Quería beber. Y pedí otro. Y otro. Y otro.

Al fin el “profe” salió de la habitación. Pero las voces seguían. Pasó por donde yo estaba y se burló de mi… “esa hembra es mucha mujer para ti”….

Miraba medio borracho el corro de amigotes. Las risas de todos mientras les cuenta, que la españolita se lo traga todo, que su coño admite cualquier cosa, que es una “cogedora” bestial, que la mama de maravilla… Y lo mejor de todo, que siempre tiene ganas. Y otro que sale de la habitación… Y lo confirma.

Me dejaron asomarme. Allí estaba desnuda. A cuatro patas sobre un colchón tirado en el suelo. Un tipo se la estaba follando como a una perra…

El profe estaba sentado frente a una mesa bebiendo y repartiendo rayitas. Unos billetes en el tablero. No sé si pagaban por la droga o por follársela. O a lo mejor por las dos cosas o en el precio iba incluido o… Miré hacia un lado: había dos más preparados… Otro medio borracho aprovechaba la postura para metérsela en la boca.

Casi de madrugada dijeron que ya iban a cerrar. La puerta de la habitación volvió a abrirse. Estaba ella tumbada de bruces. Los brazos inertes a los lados. Sudada. El pelo pegado. La boca abierta, los ojos casi cerrados. Diría que casi inconsciente y un tipo follándosela.

-.”Espera que termino y te la dejo”, dijo medio tartamudeando por la borrachera que llevaba.

La había visto follar muchas veces pero ese día por primera vez en mi vida me dio asco. No pude más. Allí la dejé.

Me fui dando tumbos.

Al día siguiente en casa hubo bronca…

-. Estabas tan borracha y drogada que hasta yo te follé por el culo (mentí)…. Lo que salió no fue mierda, fue la leche de todos los tíos que te la metieron… Puta… Te tratan peor que a una guarra y tú te dejas… te van a pegar una enfermedad.

Su reacción me sorprendió. Me dijo que era libre de hacer lo que quisiera, que la fiesta que había tenido era porque la había dado la gana, que era el premio por haber ganado el concurso de los bailes… era la recompensa por tanto sacrificio y esfuerzo… A ti lo que te pasa es que estás celoso. Y me tiró a la cara un fajo de billetes. Me dijo que si al volver a casa yo no estaba lo entendería. Y que no la parecería mal. Qué forma tan elegante de cortar, de mandarme a la mierda.

Esa noche desapareció. Ni recado ni aviso. Se fue. Simplemente. Me puse a revolver por todos los lados.

No sabía bien qué hacer. Llamé a Mayte. Un poco a regañadientes me dijo que algunas noches, solían ir a la academia. Se entraba por el patio. No hacía falta llamar. Me dijo el truco para abrir la cerradura. Si había fiesta privada lo dejaban así y se podía entrar. Dudé. Lo pensé. Me dije una y mil veces que no. Pero al final fui.

De nuevo vi una escena muy similar a la del bar. Ella estaba completamente desnuda en una habitación, con el profe de baile metiéndola su tremendo pollón, en la postura de la vaca, con el meneo de sus tetazas… Él era como el maestro de ceremonias. Era el encargado de abrir la veda. Primero se la cepillaba él. Y “hacia los honores”. Luego que se la follara el que quisiera.

Su cara, sus ojos vueltos… y la cola… si, la cola para follársela. Me encendí. Perdí el control. Intenté hacer algo. Monté un escándalo, bueno intenté montar un escándalo.

Me acordé de mi amiga, de Mayte… -.”Ni se te ocurra… sus amigos te matan”… pero ya era tarde. Mi novia ni volvió la cara. Siguió a lo suyo mientras me agarraban.

Ahora me espera una buena paliza, pensé. Pero no. Fue peor.

Comenzó una jornada interminable de humillaciones, de vejaciones tremendas… Me obligaron a ver atado como se follaban a mi novia hasta casi reventarla. Tuve que ver cómo la drogaban. Como la fotografiaban o filmaban las barbaridades que la hacían con los móviles.

Y cuando pensé que ya había acabado, una tremenda patada en los testículos. Sin aire… sin respiración… Creí morir, creí que me les había reventado… Ahora me matan. Pero no, aquello solo había comenzado. No me tenía de pie. Me llevaron arrastrando a los W.C.

Me dieron un laxante. Tuve que bebérmelo. En cinco minutos hizo su efecto. Casi todo me lo hice encima. Ni me dio tiempo a sentarme. No me dejaron. Me desnudaron burlándose de mí. Otra vez el laxante. Otra vez me lo hice.

Luego me metieron la cabeza en aquella taza, llena de mierda descompuesta. Me restregaron la cara. Me retorcían los testículos hasta hacerme chillar y abría la boca. Empujaban y mi propia mierda me entraba en la boca… Me hicieron vomitar allí encima varias veces. Riéndose. Ridiculizándome. Humillándome.

Cuando ya no me quedaba nada en el estómago me llevaron a una habitación. Eran unos vestuarios. Me ducharon con agua helada. Me tumbaron encima de un banco y me ataron otra vez.

Una máquina de rasurar cabezas. Me afeitaron los genitales. Luego me espatarraron. Me hicieron abrir las piernas hasta que no dieron más de sí. Vi encender aquello. Una especie de soplete. Lo acercaron lentamente. Y me chamuscaron. Aquello dolía horrores… Siguieron por las piernas. Todo el cuerpo. Olía a “pollo quemado”.

-. No podrás follar en una temporada… bueno a esa puta seguro que no te la follas… va bien servida a casa… Y se reían sin parar…

-. Mira les tiene rojitos… y me daban como una bofetada en los testículos. El dolor era terrible.

Cuando se cansaron me dieron la vuelta. Me tumbaron boca abajo.

Uno lo intentó. Tensé las nalgas.

Ahora verás. Con un cinto de cuero empezó a azotarme. Solo en los glúteos. Chillaba y chillaba. Así hasta que de tanto golpe me quedé sin fuerzas en las nalgas.

Me sodomizaron, me forzaron tres o cuatro tíos a cual más animal. El dolor de nuevo. Aquello era insoportable… Querían hundirme. No solo querían romperme el culo, querían romperme psicológicamente hablando.

Cuando terminaron esas bestias me echaron alcohol en el ano. Escocía. Ardía más bien.

Y vino lo peor de todo. Me hicieron beber con un embudo en la boca. Se meaban y echaban alcohol… Mitad y mitad. Hasta que terminé casi en coma etílico. Me rasuraron la cabeza. Cinta aislante en las cejas y a tirones me arrancaron los pelos de las cejas. Una peluca. Unas bragas. A lo mejor eran las  de mi novia. Su sujetador rellenado… Una minifalda. Una blusa. Tacones. Me maquillaron.

Hijos de puta lo tenían previsto… o vete tú a saber si lo hacían tan a menudo que ya sabían todos los pasos.

Me llevaron a un parque… no podía ni ponerme en pie de la borrachera o de los polvos que les vi echar en el embudo…

Apenas vi como llegaban unos tíos. Un grupo de cabezas rapadas, los niñatos que van de neonazis con las chupas de cuero pero de marca pija.

-. Travesti, cabrón… De nuevo se burlaban de mi…

-. Un puto, es un puto chapero... Dijo uno. Y vino la primera bofetada: ¡maricón!.

Luego ya fue todo seguido. No podía ni moverme. Patadas… puñetazos… más bofetadas humillantes… Y me bajaron las bragas…. Las carcajadas al verme todo “depiladito”.

Patadón con las botas de militar en la boca del estómago. Y al suelo, a cuatro patas, vomitando.

Y empezaron. Me la metieron en la boca. Creo que todos. Algunas pollas apestaban. Y me violaron no sé la de veces. Hasta que alguno de aquellos hijos de puta volvió a darme un patadón con las botas de militar, pero ya no fue en el estómago. Fue en los huevos. Doblado de dolor sin aire y otra patada en la cara. Perdí el sentido.

Desperté en el hospital. La policía fue cruel, durísima.

-. Por venir a putear. Te lo has buscado tu… y encima vas allí borracho…

Los médicos tampoco fueron muy amables. Tenía el ano con puntos de sutura. Golpes y magulladuras por todo el cuerpo. Los dos ojos morados. Los labios rotos por cuarenta sitios de la patada en la boca. Los dientes de milagro. Y los testículos… Muy doloridos y… según los médicos, esos si los conservaba de milagro... Pero lo más doloroso fue que me habían quemado la polla con cigarrillos. Tenía hasta quemaduras de segundo grado. Iba a estar una temporadita sin sexo. Se habían asegurado de ello.

Lógicamente no se creyeron la historia. Las fotos que me hicieron para la ficha policial fueron terribles. Maquillado. Con la peluca y sin ella. Parecía un travesti de verdad…

Estuve tres semanas. Salí como pude y me fui. No pasé por el piso de mi novia. Ella tampoco vino ni al hospital. A lo mejor ni lo sabía.

Si me viera así… Me muero de vergüenza, de auténtica vergüenza.

¿Y a donde voy a ir?.

Cogí el tren… Y un taxi me llevó directo a casa de Javier.

Marta me abrió la puerta. Casi la da un infarto. ¿te ha pillado un coche? Me eché a llorar…

-. Pasa.

El viejo también alucinó… se lo conté todo, todo… hasta el último detalle. Lloraba… no podía parar. El viejo me dio un copazo.

-. Vete a dormir, ya hablaremos mañana. Y por supuesto te quedas aquí hasta que te recuperes. Ya pensaremos algo….

Cuando desperté estaban allí, viendo la tele medio desnudos. Javier en bata como siempre y Marta con su enorme barriga abrazada a él y agarrando su pollón, acariciándoselo distraídamente…

-. Llevas dormido horas… estarías muy cansado…

-. Come algo…

Volví a recontar todo. Marta se me acercó. Solo tenía puesto el sujetador. Con el embarazo sus tetas habían crecido y decía que la dolían por el peso. La barriga exagerada. Medio desnuda me acarició.

-. ¿De verdad te han dado por el culo?

Si, respondí avergonzado. Me hizo levantar y me bajó todo. El vello había comenzado a salir. Separó mis nalgas. Tuve que volver a explicarles la historia del brasileño y la noche en la que me sodomizaron por primera vez… Y luego como me lo hicieron ellos. Y los neonazis…

No sé en qué momento vi esa mirada en Marta. La conocía y sabía lo que significaba. Bajé la vista. Su polla estaba ya dura. Nunca había dado por el culo a un tío… Marta lo dispuso ¿quieres probarlo? No me preguntó a mí. Como con el jefe del brasileño. Yo no contaba. Javier puso cara de circunstancias. A lo mejor con lo del embarazo llevaba tiempo sin descargar. Y Marta me colocó. Tampoco tuvo que esforzarse. Yo no tenía voluntad ya.

Fue a buscar la vaselina. Mientras mi boca albergó su polla. La misma polla que se había follado tantas veces a mi novia. La que había dejado preñada a Marta. El viejo me lo hizo. Sí, también me follo por el culo… Chillé aunque no me dolió tanto. Es más, en un breve instante, hasta me gustó. Un pinchazo, un instante de placer, lo justo, pero me gustó.

Más o menos a la semana de estar con Javier y con Marta, mi novia se dignó a llamarme. Sabía por Marta que estaba allí con ellos. Y Marta la había contado lo que me habían hecho los neonazis. No dijo nada de lo de sus amigos bailarines. La explicó que yo no me había “fugado” abandonándola. Me había ido sin decir adiós, cierto, pero era por un motivo muy concreto.

No sé qué pasaría después. Solo que dos semanas después nos llamaron desde el hospital.

Marta no fue. Javier y yo nos plantamos volando.

La cara. Hinchada como si la hubieran dado mil bofetadas. Sus agujeritos reventados… Los pechos repletos de moratones. Con señales de arañazos, mordiscos... El resto del cuerpo lleno de golpes. Según la policía la habían estado utilizando en un piso durante varios días seguidos. Ni te cuento. Pero no estaba por eso, sino por un coma etílico mezclado con un consumo de sustancias… Un vecino llamó cuando la encontró en ese estado en el portal de la casa. Desnuda. Sin sentido. Casi en coma. Vamos, medio muerta.

Fuimos a su casa.

Y se me ocurrió. Él había estado allí… Sus huellas estarían por todos los sitios… Tanta TV tenía que servir de algo… Un par de llamadas por teléfono. Lo preparamos todo. Rompí algunas cosas. Lo desordené todo. Cogimos varios objetos de valor. Luego vino la denuncia en la policía.

Mayte se lo contó cuando fue a verla al hospital. Le habían detenido. Era el principal sospechoso del robo en su casa. Sus huellas. Estaban por todas partes. La misma droga que él vendía estaba en la mesilla… Se conoce que mientras robaban, les entraron ganas… Muchas de las cosas que faltaban estaban en la oficina de la academia de baile. En la oficina donde se la follaban, donde la prostituían en las fiestas privadas. Allí encontraron hasta las pocas joyas que tenía mi novia… Y un duplicado de sus llaves en el cajón. En el llavero que ella le había dado. Eran las suyas. No cabía ninguna duda.

Cuando ella salió del hospital y vio todo. Se echó a llorar… me miró.

Me miró y supo inmediatamente que yo lo había hecho… yo lo había preparado todo. Lógicamente lo negué. Yo solo no hubiera podido… cómo entrar en la academia… y otros pequeños detalles. Creo que la convencí. Sobre todo porque yo no podía saber muchos detalles. Lo que mi novia no sabía es que Mayte y Javier me habían ayudado… Y que yo había pagado sus servicios. Y no con dinero precisamente. No, con Javier no… pero con Mayte…

Mayte ya sabía mi punto débil. Sabía perfectamente que me ponía como loco cuando la veía follar con otros. Ella tenía las cintas de la academia. De la oficina, de los vestuarios, de la sala de baile… Y claro, escogió las que quiso. Naturalmente, para lo que ella buscaba eran perfectas: en todas ellas, se veía como era mi novia, lo que pasaba de mí y en lo que se había convertido. Incluso se veía como se drogaba, hasta como rogaba por los polvitos blancos, y sobre todo, como se “alquilaba” u obedecía cuando otros lo hacían por ella. Sí, si por ejemplo la decían “te doy esto si te cepillas a”… Y mi novia se tiraba a quien hiciera falta claro.

Pero las que verdad causaban su efecto eran las que salía ella con su profesor. Naturalmente que había muchas en las que se follaban a mi novia, pero Mayte prefería las otras, y se recreaba enseñándome como le enjabonaba en la ducha, como le acicalaba, como se la chupaba y le obedecía en todo lo que él dijera… como le sonreía… incluso cuando se dejaba mear encima…  Y me las enseñaba una y otra vez. Así me ponía más y más caliente y yo tenía sexo más “duradero” con ella…

Ya no se conformaba con que la lamiera el sexo, iba más allá, tenía que sacarla brillo a su coño con mi lengua, y más de un día su ano… O a los dos al tiempo. Javier de vez en cuando veía un poco de película, luego cuando ella me lo ordenaba y yo tenía que lamerla el culo, se reía de mí y se marchaba de la habitación.

Me llamaba enfermo, decía que ya no solo disfrutaba de mis cuernos, sino que me recreaba en mi propia humillación. Desde la paliza y lo que me hicieron los cabezas rapadas había cambiado. Disfrutaba haciéndome daño, siendo cruel conmigo mismo. Por eso me “ponían” tanto las escenas de celos de mi novia con otras chicas por estar con el profesor de baile. Sí. No quería verlo pero mi a mi novia le gustaba más de la cuenta ese tipejo. Y eso a mí me quemaba.

Mayte no decía ni que si ni que no, pero creo que le daba la razón a Javier. Me llegó a contar que mi novia llegó incluso a participar en peleas de chicas desnudas. Las organizaban ellos, los chicos, y ellos eran el premio. Fácil de entender, el “novio” se jugaba a su chica.  Apostaban desde dinero hasta sexo. Todo. O nada, simplemente el privilegio de estar juntos. Si la chica ganaba, el premio era él y pasaban la noche juntos. Si perdía, tenía que pagar o dejarse follar por quien la ganadora o su “novio” escogieran. Mi novia quería evitar a toda costa él que pudiera estar con otra, que pudiera tocar a otra. Quería ser suya. Sobre todo, que él no tuviera ojos para nadie más. Y cuando perdía, pagaba, pero no con dinero, de eso ya se encargaba “su profe”, y hacía o que fuera necesario.

Cuando salían estas escenas, yo no podía apartar la vista de la pantalla. Se me ponía tiesa nada más ver cómo el profe se la follaba, como la doblegaba con solo una mirada, como ella se entregaba haciendo todo lo que él quería. Por fuerte o sucio que fuera… desde lamerle el culo, hasta dejarse mear en público.

Una tarde Mayte me preguntó si quería saber cómo la habían hecho todo aquello. Si, por qué acabó en el Hospital. Me lo advirtió. A lo mejor no te gusta, es demasiado fuerte. Me da igual. Hasta se lo exigí.

Buscó entre los CD’s. Toma, ponlo, me dijo. En la carátula ponía la fecha, muy reciente, y un título: “JHONNY EL PONY”.

Jhonny era un tipejo pequeño, bajo, bastante tripudo, con la típica súper barriga cervecera. Unas piernas arqueadas, torcidas y los brazos muy pequeños. Tal vez tuviera algún defecto de crecimiento o alguna malformación. Para colmo, era medio calvo, de los de nada por arriba pero con pelo en los laterales, de esos que llevan esa ridícula melena que se ponen con coleta. Tenía unos dientes espantosos. Todos separados, y “echado para adelante”, con unos paletos, los dos incisivos centrales, súper grandes Su cara era espantosa, parecía un caballo. Con marcas de la viruela y muchas arrugas. , Jhonny era un traficante, bueno un trapicheador. Y un putero. Le gustaban las mujeres.

En el video se les vio hablar entre ellos. Apretón de manos y Jhonny el Poni le dio un paquetito. El contenido era obvio. “El profe la llamó”. Se la entregó directamente. Te quedas un ratito con mi amigo. Sé buena.

Mi novia se quedó estupefacta, inmóvil. En un pis pas, dos tíos la sujetaron y Jhonny empezó a arrancarla la ropa. Menudo contraste de miradas. Jhonny con su cara de salido mirando babeante sus tetas, relamiéndose de gusto, la de mi novia sorprendida.

Cuando se bajó los pantalones y se desnudó lo vio. Literalmente le llegaba más debajo de las rodillas. La polla era enorme, y con ese cuerpo tan deforme parecía gigantesca.

Mi novia dijo que no, que no quería. Bofetón.

Inmediatamente la sujetaron y la subieron encima de una camilla de masajes entre cuatro tíos, la inmovilizaron. Dos a los brazos, dos a las piernas.

El Jhonny saboreaba cada centímetro de piel que tocaba, mientras se veía crecer aún más su descomunal aparato… La sobaba el coño… las tetas… lamia a lengüetazos los pezones…

Y se colocó… ¿sabes por qué me llaman el Pony? Porque soy pequeñito… ¡¡¡pero la tengo como un caballo!!! Ja, ja, ja,…

Fue brutal ver cómo la penetró. Su grito. La cara de sádico de Jhonny. Sabía perfectamente que su miembro la haría daño, que la estaba desgarrando el coñito. Se veía que le daba igual.

Impactaba ver esos terribles empujones, impresionaba ver como hacían bailar todo su cuerpo, pero sobre todo sus gritos, sus chillidos de dolor. Su cara, sus gestos, sus suplicas…

Y el profe mientras en un sillón, morreándose y metiendo mano a otra, una chavala alta, mulata. Preciosa.

Hasta que ya no hizo falta sujetarla. Rendida se dejaba follar. Y Jhonny el Pony se detuvo. Un seco empujón. Un solo chillido más. La boca del Pony abierta de par en par. Una especie de gruñido. Alzó las manos y las dejó caer con fuerza sobre sus pechos. Sonó plassss… como un azote en las nalgas. Apretó con ganas. La clavó los dedos. Mi novia volvió a gritar de dolor. Se estaba corriendo. Quieto. Sin moverse, con pequeños espasmos.

Cuando se retiró aplastó su bajo vientre. Un chorrito de semen rezumó de su sexo. Una gotita colgaba de su manguera… Y un burlón “toma, ya tienes la puta llena” dirigida al profe… Naturalmente, todos rieron su gracia.

La cinta ”se detuvo” durante un par de segundos. Un corte en negro. Cuando se reanudó la película, Jhonny estaba otra vez “empalmado”. Lógicamente había pasado algo de tiempo. No sé cuánto. Pero allí estaba otra vez. En posición, sudoroso y con cara de haberse puesto hasta las cejas. Su cuerpo, su barrigona, parecía aún más grotescos. Su polla más amenazante.

Mi novia seguía tumbada. En un brazo se veían unas gotitas rojas y la marca de una goma. Estaba como adormilada. Los pechos estaban rojos y llenos de marcas.

Y vino lo peor… Un gesto, y obedientes, entre dos tíos la dan la vuelta. Tumbada de bruces.

Un par de azotes en las nalgas. Comprobando el género. Un escupitajillo en la palma de las manos Y se las frota. Como el que va a empezar a poner ladrillos.: -. Vamos a abrirla el culo… para toda la vida…

Otra vez las risas de todos…

Aquel pedazo de bestia empujó su polla hasta que consiguió metérsela entera. Y de nuevo el dolor en el rostro… Los espasmos… Aunque ya no gritaba. Estaba como adormilada. Eran como pequeños chilliditos.

Y el Pony como antes, pasando de ella, y moviéndose tanto o más rápido, empujando con fuerza, sujetándola por las caderas y metiéndola todo ese pollón, como él decía, “metiéndola la polla hasta que la salga por la boca”.

Al poco tiempo se vio salir algo de sangre en el tronco de su polla. Cada vez que se retiraba salía algo manchada. Empezó a sangrar un poco más.

Uno de los que la sujetaban lo dijo: tío no te pases que la estas reventando el ojete… joder tío, no seas tan bestia, mira que está sangrando…

Y Jhonny el Pony se miró la polla. -. “de puta madre, así resbala mejor” y siguió dale que te pego.

Afortunadamente para ella, esta vez no duró mucho. Un fuerte empujón y volvió a quedarse quieto mientras se corría… La cara de alivio cuando se retiró de ella. Estaba destrozada. Tenía unos hilillos de sangre en las nalgas y entre las piernas. Sudorosa. Todo el maquillaje de los ojos corridos por los lloros.

La levantaron y la llevaron a las duchas. Cuando Mayte cambió el Cd y puso el de las duchas apareció allí la nueva novia del profe, una mulatona guapísima. Al lado de mi novia, casi la sacaba una cabeza de altura. Y sin más, sonó un tremendo ¡zas!. De la primera bofetada casi la tira al suelo. Medio atontada la empujó contra la pared. Otra bofetada. Y otra y otra… La golpeaba a placer, sin que mi novia pudiera defenderse, con los brazos caídos, la cara cada vez más hinchada por los bofetones, sangrando por la nariz y con los labios rotos. Parecía un boxeador casi al borde del K. O. La sujetaba por el pelo y otra vez, bofetón al canto. Mi novia acabó en el suelo.

La levantaron los dos tíos. Sujetadla, ordenó la mulata. La miró con odio. Con celos. Otra bofetada. Ni respondió. Estaba completamente fuera de combate. Se puso más furiosa. Quería hacerla daño, que sufriera. Agarró uno de sus pezones. Se lo retorció entre los dedos y lo estiró con fuerza, levantando el pecho. Mi novia gritó de dolor. Sonrió. Una mujer sabe dónde y cómo causar dolor a otra mujer.

Un mechero. Encendió una vela mirándola fijamente. Acercó la llama y comenzó a quemarla los pechos. Pasaba la llama por debajo de los senos, la detenía de vez en cuando un poco en los pezones. Mi novia temblaba de dolor. Se retorcía. Chillaba como loca… Hasta se meo encima… Estaba a punto de perder el sentido.

-. Basta ya. Una voz tajante y seca. Era “el profe”, La vas a marcar las tetas y luego no gusta.

Paró. La hizo abrir la boca y la escupió dentro.

Un gesto despectivo del “profe” hacia los que la sujetaban. Uno de ellos la inyectó algo. La mulata la dio otro par de golpes en las tetas, y cerró el puño para volver a golpearla en la cara.

El profe la detuvo. -. ¡¡¡¡Joder que pares ya, que me estropeas a la puta!!!!

De mala gana, la mulata se dio la vuelta. Sin siquiera mirarla dijo: “follárosla hasta que la reventéis”. Barra libre gritó, uno de los tíos.

Durante más de dos horas mi novia fue penetrada por 4, 5 o 6 tíos sin parar. Por delante y por detrás. De vez en cuando, la metían un chute y espabilaba un poco. Y otra vez a empezar…

La escena final es la esperada. Voces. Movida. Gente de un lado a otro. Una voz que grita “joder os habéis pasado”… “¡¿pero qué mierda la habéis metido?!…¡llevárosla de aquí ahora mismo!. Etc., etc… Vamos, lo esperado. Una puerta abierta y dos tíos nerviosos que la sacan arrastras… Destrozada. Inconsciente… Ni la vistieron. Ni siquiera la envolvieron en una toalla. Es de suponer que luego la dejaron tirada en el portal.

Efectivamente Mayte tenía razón. Era demasiado fuerte. Pero lo fuerte no solo fue eso. Lo fuerte fue que me había corrido varias veces y seguía “cascándomela” como un mono, sobre todo con las escenas más fuertes, más sádicas, cuando la quemaban los pechos o la golpeaban. No podía evitarlo. Mayte me miraba con una cara rara. No sé cómo definirla. ¿Inexpresiva? ¿incrédula?.

Ese mismo día tuvimos que volver a comisaría. Mientras mi novia reconocía sus objetos, Javier y yo la esperamos en una sala. Mayte aprovechó para dejar olvidados unos CD’S en la mesa del inspector. Entre otros el de Jhonny el Pony.

Nada más llegar a casa se acostó. Sola. No quería ver a nadie.

Javier y yo nos fuimos a tomar una copa. Me decía que esto era increíble.

-. Parece una novela por entregas, de esas que cada capítulo es más fuerte que el anterior. Si, para que los lectores no pierdan interés. Esto hay que buscarle un final. La novela no puede ser eterna.

No entendí muy bien lo que me estaba diciendo. Me dijo que mi novia cada vez se estaba echando más y más a perder, se estaba volviendo cada día más puta y degenerada. Se lo negué claro. Mi novia era así. Solo hacia lo que la apetecía en cada momento. Es cierto que a lo mejor algún capricho se la había ido un poco de las manos, pero estaba convencido de que pronto se arreglaría todo. Solo es uno más de sus caprichos.

Bebió la copa y dijo “vámonos a casa”.

Estuvimos hablando por el camino. Al llegar a casa nos pusimos otra copa y nos sentamos en el salón.

Javier me culpó de todo. La había permitido demasiado. Tenía que haber puesto freno. Aluciné. Si él precisamente había empezado… -. “Mira chico, me dijo, una cosa es que seas “liberal”, abierto a las relaciones sexuales. Me parece estupendo. Yo también lo soy, y otra muy distinta es que seas un cornudo y encima sin carácter. Que hagan contigo lo que quieran. Que no tengas ni criterio ni voluntad ni”…

La puerta se abrió y mi novia salió de su habitación. Completamente desnuda. Ida del todo. Diciendo incoherencias. Gimoteando sin sentido. Medio llorando. Moviéndose como si bailara. La verdad es que daba pena verla.

La volvimos a acostar.

Nos quedamos en el salón tomando una cerveza.

-. “Necesita tiempo”… le dije como disculpando su actitud.

Javier movió la cabeza de lado a lado. Directo y contundente. Sin rodeos.

-. “Además de cornudo estás ciego. Te la pegan por todos los lados. Mayte no te está ayudando porque sí. Te está utilizando para que denuncies y des tú la cara con la Policía. Mayte se quiere quedar con todo el negocio. ¿No ves que te lo ha preparado todo?. Ha seleccionado las cintas… Los polvitos que trajo… Te ha dicho cuando, como y donde pillarles… Eso por un lado. Por el otro, tu novia, esa chica está loca por ese tío. Y tú te empeñas en no verlo. Quieras o no quieras está colgada por él. Aquí no ha habido ni engaños, ni secuestros ni gaitas. Lo que ha hecho, lo ha hecho porque ha querido, que nadie la ha obligado. El tío se lo pedía y ella lo hacía. O a lo mejor ni se lo pedía y ella lo hacía por agradarle, por ganársele. Vete tú a saber… Y si no me crees, ya lo verás. En el primer “vis a vis” que le den, la tienes en la cárcel chupándole el rabo de rodillas”.

Bebió un trago de cerveza.

-. “Te voy a dar un solo consejo. Solo uno. Haz las maletas y llévatela de aquí. Si llora como si canta… Y si te dice que no, vete tu solo o acabarás mal. Sí peor de lo que ya estás. Busca ayuda. Pero para los dos. Piénsatelo y decide. Ah, y otra cosa. Marta da a luz en menos de un mes. No quiero veros. Nunca más. Ni a ti, ni a esa putita caprichosa. ¿De acuerdo?.

Si me pinchan no me sacan una sola gota de sangre. Boquiabierto. Paralizado. Con la cerveza a medio camino entre beber y dejarla en la mesa. Con cara de gilipollas. Recordé las películas… No pude sujetar mis lágrimas.

Le oí salir de su habitación. El pequeño maletín de viaje.

-. ¿Necesitas dinero? Sin esperar la respuesta dejó unos billetes en la mesa.

Un apretón de manos. Fuerte. Cariñoso. Pero sobre todo sincero.

-. Suerte chaval.

Me entraron ganas de llorar. Fui a la habitación. Allí estaba ella. Dormida. Estuve horas mirando. Sin hacer nada. El panorama que tenía no era nada prometedor. Mi novia medio drogadicta. O jonki total. Ya veríamos. Destrozada física y psíquicamente…Eso por no hablar de mi.

Y eso es todo… Ya sabe Usted por qué estoy aquí.

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