Cornudo, puta y travesti
Pusiste un anuncio en una web de contactos: "Busco un Ama para dejar en sus manos a mi marido, cornudo sumiso, mientras yo disfruto un fin de semana con mi amante". Me lo diste a leer y me preguntaste qué me parecía.
No supe qué decirte. calle, pero estaba excitado. Muy excitado, pero no quería que tú lo supieras.
¿Te gusta?
Sí, mi amor.
¿Das tu visto bueno?
- Claro.
De todas formas sabes que no necesito tu permiso para hacerte cornudo, ¿verdad?
Lo sé, amor mío.
Te lo dejé muy claro en nuestra noche de bodas.
Lo sé.
Fuiste cornudo la primera noche de nuestro matrimonio y lo sigues siendo. Te soy fiel y cumplo lo que te prometí.
Lo sé, amor mío.
¿Cuánto tiempos llevas sin correrte, mi querido cornudo?
Tres meses, mi amor.
Pues esta vez te dejaré que te corras, si te portas bien y el Ama que te cogerá a su cargo me dice que has sido bueno. Un buen cornudo.
Gracias, amor mío.
Ahora ve y publica el anuncio.
Y eso hice. Lo publiqué aunque las respuestas sólo las leíste tú. Porque tuviste varias respuestas de varias amas, pero tú rechazaste la mayoría y elegiste una con la que luego hablaste por teléfono. Era de nuestra propia ciudad. Y quedaste con ella para dejarme a su cargo.
- Te va a gustar, cornudo, porque esta es diferente a los demás.
No me imaginaba por qué era diferente, pero te seguí cuando subimos a su piso en el ascensor y llamaste a la puerta. Apareció una chica muy mona y exótica, porque creo que era mulata. Eso supuse.
¿Este es el cornudo sumiso? -te preguntó ella.
Sí, este es. Quiero que les des caña mientras yo le pongo los cuernos. No tengas piedad, sé cruel. Quiero hacerle sentirse cornudo y apaleado. Además de humillado. Cuando te llame ponlo delante de la webcam y haz lo que yo te diga. Y ahora págame lo acordado.
¿Pagar?, me pregunté. No me lo podía imaginar. Por qué tenía que pagar aquella chica por quedarme con ella. Pero tú parece que leíste mi pensamiento, como siempre.
Me paga por lo que vas a averiguar dentro de poco, cuando te arrodilles delante de ella y se baje las bragas.
Lo que tú digas.
-Y además eso servirá para concienciarte de que eres también mi puta, mi sumiso cornudo y que puedo prostituirte cuando me venga en gana. Con este dinero me voy a comprar una lencería preciosa que luciré con mi amante. Para excitarlo más, me folle mejor y te haga más cornudo. ¿Te parece bien?
Sí, mucho.
¿Te hago feliz?
Sí, amor mío. No lo puedo explicar, pero cuanto más cornudo me haces más te amo.
Yo sí me lo explico y lo sé, pero no te lo digo.
Y te fuiste con el dinero que te dio, unos 100 euros creo que fueron.
- Que te diviertas, cornudo, que yo también lo haré con mi amante.
Y me divertí, claro. Y mucho, porque aquella Ama en realidad tenía polla. Una pedazo de polla que estuve todo el fin de semana chupando, lamiendo y chupando, mientras tú me hacías cornudo con tu amante. Lo sé porque en varias ocasiones el travestí puso la webcam y pude ver como follabas con tu amante, como subías y bajabas por su polla en la que te clavabas con fervor, mientras gemías, suspirabas y gritabas "cornudo, que eres un cornudo". Hasta que tú te corrías y entonces le decías al travestí que como había sido un buen cornudo, me permitía que me corriera. Pero eso sí, siempre con el culo azotado.
- Dale el placer -le dijiste al travesti/Ama. Permite que se corra mientras me ve follar con otro y tú le azotas el culo.
Así que el travestí me colocó de piedelante de la pantalla del ordenador con las manos en alto y me azotó el culo mientras miraba como tú, mi mujer, me ponías los cuernos. Me sentía cornudo y apaleado. Y muy humillado.
- Tienes la polla dura, cornudo -me dijo el travestí. Se nota que te gusta la humillación de que te azoten mientras te hacen cornudo. Pues correrte si quieres.
Y me corrí como un animal. Llevaba tres mese de castidad forzada pues nunca había follado contigo y sólo me permitías correrme cuando follabas con otros, mediante pinzas en mis pezones u otras argucias tuyas para que el placer fuera siempre acompañado del dolor y humillación.
Me corrí, ya digo, viendo como mi mujer follaba con otro mientras era azotado en el culo por el travestí y oía a mi señora decirme "cornudo, que eres un cornudo". Porque lo era, desde luego, pues mientras te veía a ti follar con tu amante, el travestí me azotaba el culo y cuando veía que tenía la polla dura, me obligaba a chuparle a él la suya.
- Además de buen cornudo, la chupas muy bien -me decía él/ella.
Pero yo callaba y seguía chupando la polla mientras miraba de reojo la pantalla del ordenador y te veía follar con tu amante.
- Tienes la polla dura, cornudo. Se nota que te gusta ser cornudo, humillado y además chupar pollas. Estoy segura de que te mueres por chuparle la polla del macho que se folla a tu mujer para darle las gracias por hacerte cornudo. Pero como él no está, chupa la mía e imagínatelo.
Y cerré los ojos y me lo imaginé, mientras me masturbaba, me corría otra vez y llenaba el suelo de leche.