Cornudo
La primera vez resultó mucho mejor de lo que esperaba... . Después de la incertidumbre respecto a lo que sentía; algunas dudas y mucho esfuerzo, al fin logró lo que perseguía desde hacía años; que se follaran a su esposa para sentirse un perfecto cornudo.
Mauro llegó a la hora prevista; nos sentamos en el sofá, serví unas copas y hablamos sobre lo que me gusta ver en los ojos de Lucía cuando la follo después de que lo haya hecho otro; ella se sonrojo pero en su mirada se veía que estaba ansiosa; era la tercera vez que nos ayudaba y para esta ocasión había preparado muy bien el escenario.
A Lucía le compre un juego de lencería negra que apenas tapaba sus gracias y un kimono de seda que me gustó mucho y que además daba un sensual golpe de efecto al abrirlo; con el cabello suelto y sin apenas maquillaje estaba preciosa.
Como un maestro de ceremonias, al terminar mi copa me dispuse a dar comienzo a la fiesta; tomé a Lucía de las manos y colocándola frente a su amante abrí el kimono para que pudiera contemplar ese cuerpo que volvería a ser suyo por unas horas; esos poco kilos de más son parte de su encanto; tetas grandes sin ser exageradas, piernas bien torneadas, un pandero que pide ser roto y ese coñito que me vuelve loco.
Mauro no esperó más y se puso en marcha inmediatamente tomándola de la mano y siguiéndola a nuestro dormitorio; yo ocupé mi lugar en un rincón y con otra copa en la mano me dispuse a gozar del más bello de los espectáculos, consciente que cuando él diera su fiesta por terminada se retiraría en silencio y yo follaría con ella; notando en su boca el sabor de otros besos, y en la polla la leche del macho que la acababa de poseer haciéndola gritar de gusto.
Ese Mauro fue un hallazgo y no me perdí ningún detalle; como gozaba la perra y como me puse al verla disfrutar de ese modo; no quise que fuera como la última vez y por eso no me toque en todo el rato aunque estaba excitadísimo; quería reservar toda mi leche para juntarla con la del que la estaba follando.
Mauro es un caballero y cuando quedó satisfecho se apartó de la cama después de besarla por última vez y despidiéndose de mí marcho al baño con la ropa; ya no lo veríamos hasta la próxima vez y seria yo quien lo llamara como acordamos el día que nos conocimos.
Ocupe su lugar y al notar su leche empapar mi polla no pude contener la emoción; esa noche fue especial y cuando de madrugada y como broche final hicimos un sesenta y nueve para saborear la mezcla de fluidos que bañaban nuestros sexos, supe que habíamos tomado el verdadero camino a la felicidad; nos duchamos porque estábamos hechos unos zorros y después como siempre después de una de estas fiestas nos acostamos en camas separadas para poder descansar.
Tendido en la cama rememore como comenzó todo esto.
Hacía poco que salíamos y una tarde de cine levante su suéter para tocarle las tetas y ella cerró los ojos como hacia siempre y es que según dice así se concentra; junto a ella había una chica y el que estaba con ella no dejaba de mirarnos, entonces levante la teta poniendo la mano debajo para que la viera en su totalidad y él llevó la mano de su chica a su bragueta, que la sacó la polla para pajearlo mientras él miraba como le chupaba el pezón a Lucía; ese día pensé que me gustaría ver como ese u otro le metía mano.
Poco antes de que terminara la película y con un dolor de huevos impresionante, porque aún no me la pelaba le recompuse un poco la ropa y ella terminó de arreglarse; cuando nos íbamos y estábamos pasando por delante de la otra pareja le dije.
— El sábado próximo también vendremos a este cine, no sé cuál será la película pero se está muy tranquilo.
Al otro sábado ponían una película de miedo y muy oscura; aún estaban poniendo las letras cuando aquella pareja se sentó a nuestro lado; las chica juntas y nosotros mirándonos cuando les pasmos el brazo por encima del hombro para comenzar a sobarlas; después de jugar con sus tetas y de que el tipo se pusiera a mil mirando como las chafaba y después las chupaba, me saque la polla para que Lucía me pajeara, pero se puso tonta y no quiso; entonces le subí la falda y comencé a acariciarle el chumino por encima de las bragas.
Asustada miró a la pareja de al lado pero el chico enterró su cara en los pechos de su acompañante a tiempo para que no lo descubriera; aparté lo suficiente la braga para meterle dos dedos en la vagina y con ellos la fui follando hasta que me cogió la muñeca para marcar el ritmo que le gustaba, hasta que muy mojada comenzó a temblarle el labio y aguantó mi mano fuertemente contra su coño; el chico de al lado alucinaba y yo estaba más burro que nunca.
Cuando retiré la mano ella se bajó la falda y cubriéndome la bragueta con su rebeca me sacó la polla y estuvo pajeándome hasta que me corrí salpicando el respaldo del asiento de delante; sonreí al mirón y poco después salimos para el otro lado para no mancharnos. No regresamos a ese cine en mucho tiempo y es que me resultaba difícil admitir lo que sentía al saber que otro la miraba y deseaba.
Cuando íbamos en metro o autobús, siempre procuraba colocarme de modo que algún baboso la pudiera tocar o incluso magrear sabiendo que ella aguantaría por prudencia para evitar un escándalo, aunque yo salía del transporte empalmado al ver la cara de vicio que se les ponía a los afortunados.
Siendo novios, lo más relevante fue en la comunión de una prima, mi tío es un guarro y tiene la mala costumbre de sobar a todas las mujeres que se le acercan para lo que sea y cuando la saludó la abrazó agarrándola del culo como si la fuera a follar ahí, en medio de la fiesta y a la vista de todos; me puse cachondo al verlo y pensé que quizás Lucía se enfadaría aunque para mi sorpresa le dio por reír y cuando nos quedamos solos y se lo comenté respondió de forma alegre.
< Ya se nota que tu tío está muy contento y algo achispado, pero no te apures, no pasa nada.
Esa tarde fuimos a casa de una amiga suya que nos prestaba una habitación y estuvimos follando hasta que me dolió la polla.
Después de eso tuve la certeza; me encantaba ver como la miraban, tocaban y porque no decirlo, fantasee con que se la follara otro delante de mí, porque vi su expresión mientras mi tío la sobaba y no era de fastidio, más bien de satisfacción y entonces me convencí que Lucía es una puta que aún no lo sabe.
Unos meses después nos casamos y fuimos de viaje de bodas a Mallorca, la isla es encantadora pero nos faltó algo o al menos a mí; quizás fue la ilusión o la novedad de poder follar a todas horas, pero el caso es que a pesar de desearlo no conseguí vivir ninguna situación de esas que me encantan viendo a otros hombres mirándola con deseo o incluso rozándola o tocándola.
Al regresar a casa puse en marcha un plan; ella es muy formal y recatada, desde que me hizo aquella paja en el cine jamás volvió a hacerme nada en lugares públicos y eso debía cambiar.
Entre semana no solíamos salir porque ambos trabajábamos y además, era más divertido al terminar de cenar ponernos cachondos y disfrutar con lo que más nos gusta; los primeros días me limitaba a follarla con toda la energía de que era capaz, pero ya sabemos que las mujeres pueden gozar mucho más que los hombres y decidí dejarla totalmente satisfecha; cada vez que jugábamos empezaba por acariciarla, comenzaba por la espalda, los hombros, el cuello y al llegar a los pechos ya estaba más que cachonda; los sorbía uno detrás del otro mientas le acariciaba la vulva hasta que comenzaba a jadear, entonces atacaba su botoncito hasta que gemía y se retorcía; las primeras veces que intenté que fuera ella quien siguiera jugando con él se resistía, pero un día paré de golpe y le ordené.
— ¡Tócate coño! Quiero que te toques porque necesito esa mano para otra cosa
Un poco desconcertada y torpemente comenzó a hacerlo y yo metí tres de mis dedos en su coño y a pesar de que muchos opinaban que eso del punto “G” es un mito puedo asegurar que no lo es, no al menos en Lucía, que cuando logre identificarlo como cuentan en internet y lo masajee un poco comenzó a retorcerse como una víbora y a martirizarse el clítoris como si quisiera arrancárselo.
Ver como sacudía la cabeza a los lados y oírla jadear fue señal inequívoca de que ese era el camino; al rato y cuando me pidió que parase lo hice unos minutos, y poco después fue cuando la folle, por primera vez conseguí hacerla llegar a un verdadero y espectacular orgasmo mientras le llenaba el coño de leche.
A partir de ese día la cosa fueron mucho mejor y es que me encanta ponerla cachonda, muy cachonda antes de follarla y para eso, mientras la masturbaba le contaba relatos que leía en páginas guarras como si fueran cosas que les pasaban a amigos míos o compañeros.
Historias de como les ponían cuernos y cosas semejante y eso la ponía a mil; también le gustaba que le dijera guarradas, como llamarle puta cuando estábamos follando, pero me seguía faltando algo; al siguiente verano que ya llevábamos un año de casados fuimos a una playa cercana y al intentar que se desnudara para lucir el cuerpo y tomar el sol como hacían otras, me dijo que le daba vergüenza por si encontrábamos algún conocido.
Ese lunes, después de ponerla a mil y hacerla disfrutar como nunca, primero masturbándola, después comiéndole el conejo y después de follar hasta dejarla totalmente satisfecha, aun tuve el capricho de meterle la verga en el culo y correrme en él aunque al ser pocas las ocasiones en que entraba por ahí fue más rápido de lo que habría querido, pero para ella fue más que suficiente y mientras nos dábamos una ducha antes de acostarnos a dormir me preguntó si tenía algún capricho y acercándome mucho le susurré.
— Me gustaría que fueras a que te arreglaran los pelillos del coño.
Me miró con sus preciosos ojos y asintió; pasaron los días y por fin el viernes al llegar a casa la encontré más alegre que de costumbre y sin darme tiempo más que a besarla me dijo.
< Ya fui a la esteticien, pero prométeme que esta noche no intentaras mirar como me lo ha dejado.
Me costó mucho no asomarme pero esa noche no hizo falta masturbarla para ponerla cachonda; se dedicó a follarme como nunca y cuando pensé que se había terminado, tiró de mi mano para que le hiciera esas perrerías que tanto le gustan aunque recalcando que ¡No mirara! Cumplí mi promesa aunque faltó poco para romperla.
Al sábado siguiente nos levantamos temprano y la lleve a una playa que está a unos ciento veinte kilómetros de casa; se pasó todo el camino preguntándome dónde íbamos y al llegar a una cala que conocí por internet donde se practica el nudismo integral le dije.
— Ya hemos llegado, sácatelo todo y muéstrame como te dejaron el coñito ayer en la esteticien.
Miró a los lados y al no ver a nadie cerca se despojó primero del vestidito y después el sujetador del bikini; se dio la vuelta para sacare la braga y al ver su redondo culo me dieron ganas de follárselo ahí mismo pero me contuve y cuando se dio la vuelta me encantó la forma en que mostraba orgullosa el coño; habían dejado unas delgadas tiras a los lados y un pequeño bigotillo encima; estaba preciosa a pesar de que en ocasiones dice que le sobran algunos kilos.
Esa fue la primera vez que follamos en el agua; la lastima fue, que cuando otra pareja que no andaba muy lejos se acercó un poco ella exigió que saliera a por el bikini; estuve tentado de hacerle una faena y que tuviera que salir desnuda pero me arriesgaba a que diera varios pasos atrás.
Fuimos muchas más veces a esa playa y casi al final del verano ya no le importaba charlar con otras chicas también desnudas; no era lo que añoraba pero nos íbamos acercando; siempre que pasaba algún tío cerca con el ciruelo colgando le preguntaba si a ese se lo follaría y alguna veces asentía con una risita en los labios, aunque cuanto trataba de continuar con el tema me pedía que se lo recordara más tarde y al hacerlo en casa mientras la masturbaba se ponía muy perra.
Nuestras veladas románticas eran cada vez más animadas y ese otoño un día en que la estaba masturbando sin contarle nada me preguntó si no conocía alguna buena historia que la ayudara a ponerse “golfa” Le hablé de como una mujer descubrió su capacidad para tragarse la polla por completo y comenzó a reírse de tal modo que deje lo que estaba haciendo convencido que esa noche seria perdida; cuando terminó de reír me soltó hipando aún.
< ¿Eso lo cuentas como algo extraño? No lo es tanto. ¿A ti te gustaría que te lo hiciera? Nunca me has dicho que eso te gusta. ¡Pero no pongas esa cara! ¿No quieres que sea tu puta? Pues lo seré.
Desde ese día las cosas fueron aún mejor; ella es muy golosa y me hace unas mamadas de escándalo.
Llegó el verano y decidimos ir de vacaciones a Tenerife; los dos primeros días nos dedicamos a conocer algunos de los lugares que nos habían recomendado amigos y conocidos que ya habían estado; el segundo, pensando que podía necesitarlo, en una licorería compre dos botellas de cava catalán y al llegar a nuestra habitación las puse en la nevera para que estuvieran fresquitas.
El tercer día fuimos a la playa “Las Gaviotas” una bonita cala donde se practica nudismo; nos la recomendaron en el hotel y pasamos una mañana extraordinaria, por primera vez Lucía se mostró desnuda sin importarle quien anduviera cerca y es que estar lejos de casa le dio confianza, viendo cómo se comportó pensé que debía arriesgarme; esa tarde salimos a pasear después de comer y en una boutique vi un vestido para ella que me encantó, cuando le dije que quería ver como le quedaba me dijo que estaba loco, pero insistí; se trataba de un vestido rojo, con el corpiño ceñido, generoso escote que descendía entre los pechos hasta el ombligo, espalda descubierta hasta la cintura y falda amplia con mucho vuelo de un rojo tornasolado que cambiaba de tono al andar, aunque insistió en que era demasiado y no quería que se lo comprara.
Le quedaba perfecto y mientras se cambiaba lo pague y dije que lo enviaran esa tarde a nuestra habitación del hotel insistiendo que se trataba de una sorpresa y pidiendo que incluyeran un tanga a juego, así que cuando salió del cambiador, la dependienta lo tomó de sus manos y compungida comentó que era una lástima que no nos lo lleváramos, porque parecía echo a medida para ella.
Llegamos al hotel, faltaban más de dos horas para cenar y me puse meloso; pronto estaba desnuda en medio de la cama y yo poniéndola cachonda; comenté las vergas que calzaban algunos de los tipos que vimos en la playa y cuando ya estaba tan caliente que en otras ocasiones comenzábamos a follar porque se subía por las paredes, destapé una botella de cava y serví dos copas; a ella se le sube enseguida pero solo se pone contenta sin llegar a sentirse mal, eso sí, eufórica y desvergonzada; la pasada nochebuena, en casa de mis padres me sacó la polla mientras cenábamos y eso que solo fueron dos copas; por fortuna nadie se dio cuenta y pasó a ser una anécdota más de las muchas que podría contar.
Le serví una segunda copa y seguí poniéndola cardiaca pero no dejé que se desahogara; al rato tocaron a la puerta y me entregaron el vestido; sin hacer caso a sus protestas exigí que se lo pusiera y al verla girar lentamente admirándose en el espejo supe que esa era la noche; le ofrecí el tanga que había en la caja y se lo puso encantada.
Sin cenar y después de tomarse una tercera copa de cava marchamos a una sala de fiestas donde predominan la baladas y demás música para bailar “agarrados”; en contra de lo que al principio supuse había gente de todas las edades aunque predominaban los de cuarenta, nos sentamos en una mesa y pedí una botella de cava; serví dos copas y después de tomar unos sorbos salimos a la pista; Lucía estaba guapísima y como siempre encantadora; se dejó ir sin importarle nada más que la música; por el gran escote trasero fui acariciando su espalda y arrimándole mi nabo que en ese momento podía haber atravesado la tela a no ser porque lo tenía aplastado contra su cuerpo.
Sin levantar la cabeza murmuró con voz suplicante.
< Vámonos al hotel ¡Quiero follar!
Sin darle importancia aunque restregándome con ella para ponerla aún más cachonda respondí.
— Follaras, pero de momento vamos a seguir bailando.
Bailamos algunas piezas; un tipo de cuarenta y pocos, en varias ocasiones y con parejas diferentes se había colocado a nuestro lado sin dejar de observar como la magreaba y lo salida que estaba; Lucía movía su pelvis al ritmo como si folláramos la tomé por la cintura y regresamos a nuestra mesa.
Nos sentamos en silencio a mirar como bailaban; poco después, aquel hombre se acercó a nosotros y muy educadamente en un perfecto castellano con marcado acento alemán preguntó si podía invitar a mi pareja a bailar; la miré y sonrió alagada, acto seguido le dije al hombre que no había problema y que como veía ella aceptaba gustosa; la tomo de la mano y marcharon a la pista donde la abrazó y comenzaron a bailar; me serví otra copa dispuesto a disfrutar del espectáculo que me quisieran brindar y que comenzó poco después; la atrajo hacia sí y ella, después de arrimarse a su cuerpo como poco antes al mío, apoyó la cabeza en su pecho cerrando los ojos totalmente entregada, lo último que vi antes de que desaparecieran por las puertas del fondo que dan al jardín, fue como él le alzaba el rostro para besarla sin que ella intentara apartarse.
Mucho rato después aparecieron sonrientes ambos aunque Lucía permaneció con la mirada baja y parecía avergonzada, cuando el hombre se retiró ella suplicó.
< ¿Podemos ir al hotel? Necesito contarte algo pero quiero que sea allí.
La hice caminar delante de mí, para poder ver como la miraban todos y sus miradas de deseo me llenaron de satisfacción; crucé una mirada con el tipo que se la llevó y supe que la había follado y además muy bien por como respondió a mi seña; al llegar a la calle la abrace por la cintura y así en silencio llegamos al hotel, en el ascensor levanté su vestido y comencé a acariciarla; no llevaba el tanga y estaba mojada y pegajosa; llegamos a la habitación y continué jugando con ella que estaba fuera de sí; aparté los tirantes de los hombros para que el vestido resbalara entre nuestros cuerpo hasta el suelo y nos tumbamos en la cama para seguir con el juego, pero Lucía sujetó mi mano para que parase y comenzó a hablar.
< Esta tarde me has estado calentando como a una perra; me has dado de beber más de lo que suelo; en el baile me has puesto a mil y te he pedido regresar porque no aguantaba más y quería follar y luego me entregas a ese alemán sabiendo que follaríamos porque yo estaba desesperada. ¿Qué esperabas?
Llevé mi mano otra vez a su sexo y respondí.
— ¡Que ahora me lo contaras todo! Quiero saber si me he equivocado al elegir al tipo que te follaría o he acertado proporcionándote una experiencia inolvidable.
< Lo que has hecho ha sido cargarte nuestro matrimonio. ¿Cómo crees que me siento? Ahora, cada vez que te mire veré al hombre que me entregó a otro para satisfacer su fantasía.
— ¡Escúchame! Vamos a continuar con lo que planee hasta mañana por la mañana y después decide que hacer o cómo comportarte, y si resulta que nada de lo que suceda o hablemos te hace cambiar de opinión, haremos como si esto no hubiera ocurrido jamás y te juro que no sacaré el tema mientras viva.
Piensa en los millones de personas que son infieles y regresan al lecho con sus parejas como si nada sucediera y continúan con su vida normal; en la cantidad de prostitutas que ganan el pan para alimentar a la familia sin que el esposo sienta celos porque saben que ella solo tiene “un amor”; los artistas tanto “normales” como porno que después de tener sexo ante un grupo más o menos nutrido de técnicos regresan a sus casas para amar a sus parejas. ¿Acaso no podemos vivir nuestro amor de un modo diferente? Ayudados por otros que hagan mejor nuestra relación ¡Vamos cuéntame cómo pasó!
< Soy una puta y tu un cabrón. ¿Para lograr esto eran las historias que me contabas mientras me ponías cachonda? Pues lo has conseguido y si quieres saber cómo has sido te lo contaré, pero ¡No pares!
< En cuanto hemos comenzado a bailar me ha pegado a él y al notar su enorme verga me he resignado; nos besamos a las puertas del jardín y hemos salido; la noche es muy calurosa y yo deseaba, necesitaba una polla y Hans estaba atento y dispuesto; me ha apalancado contra una columna y ha empezado como tú a tocarme el chisme y hacerme sufrir; se ha agachado y me ha bajado el tanga porque le molestaba para comerme el papo y cuando ya no he podido soportar más he hecho que se levantara para que me follara; me ha sentado en una mesa separando mucho la piernas y de una estocada me ha metido la polla hasta el fondo; me he abrazado a su cuello para que se quedara quieto un poco pero el canalla me ha estado dando hasta que me he corrido; ha bajado los tirantes y al comerme las tetas parecía que las quisiera arrancar; fíjate las marcas que me ha dejado, pero estaba en la gloria; ha tirado de mi hasta dejarme tendida sobre la mesa y ha vuelto a darme hasta que me ha hecho llegar otra vez y el muy canalla no aflojaba; no sé si había tomado algo pero cuando me retorcía a causa de los espasmos ha tirado de mi abrazándome; he rodeado su cuerpo con mis piernas como cuando follamos en el agua y así me ha estado dando hasta que al fin se ha corrido; entonces y después de que a los dos nos ha aflojado un poco la calentura nos hemos limpiado un poco con unos clínex y el tanga que por cierto se ha guardado y hemos regresado antes de que salieras a buscarnos.
Ciertamente esa era la noche y había resultado incluso mejor de lo que esperaba; había hecho varias pausas en su relato porque había estado calentándola más de lo que ya estaba; tanto que cuando le dije.
— ¡Vamos a follar! Quiero que me hagas mucho más feliz de lo que ya me has hecho esta noche.
Me sorprendió gratamente como en tantas ocasiones antes y sobre todo después de esa noche; Lucía es una fiera, pero jamás la había visto tan lanzada; comenzó a hacerme una mamada para ponerme a tono aunque no era necesario y cuando le pareció se ensartó y estuvo cabalgándome moviendo sus caderas en todas direcciones como si pretendiera arrancarme la polla; de vez en cuando se abalanzaba sobre mi pecho y me besaba como si no nos fuéramos a ver más y de tanto en tanto llevaba mis manos a sus pechos, y apretándolas con las suyas hacia que los chafara exageradamente; logro alcanzar varios orgasmos antes de permitirme llegar y cuando lo hicimos al unísono sus gemidos eran casi un lamento, al fin se tendió a mi lado abrazada como si temiera caer y al poco susurró.
< ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo voy a mirarte a la cara después de lo que he hecho? ¿Nos separaremos? ¡No quiero dejarte! ¡¡¡Te quiero!!!
— No pasará nada de eso, vamos a vivir momentos inolvidables y a ser muy felices ahora que has descubierto lo que otros pueden hacer por ambos y hemos iniciado esta bella andadura.
< ¡Se sincero! ¿A partir de ahora quieres que nos intercambiemos con otras parejas?
< La sola idea de imaginarte con otra me pone enferma y supongo que esa era desde el principio tu intención; supongo que todo eso lo has preparado para poder tener una amante y yo no quiero tener un amante, te quiero a ti y esa es la única verdad; no quiero a otro y si hoy he pecado ha sido porque tú lo has planeado todo, desde el vestido hasta lo de emborracharme y ponerme cachonda como una perra para otro, pero ya ves que te lo he contado todo en lugar de quedar con Hans para vernos otra vez.
— No se trata de eso cielo; no quiero ni puedo acostarme con otra ni que ninguno de los dos tengamos amantes, solo será sexo con gente generosa que nos ayudará a disfrutar; quiero es ver la cara de felicidad que pones cuando te follan y al hacerlo otros podré captarla en su totalidad y esa es mi única y enorme recompensa
< ¿Así esto se repetirá? ¿Realmente te gusta saber que otro me folla? No es como esas historias que me contabas; esto es realidad aunque te aseguro que me ha gustado.
— Esto se repetirá las veces que queramos, pero la próxima vez me gustaría estar presente mientras otro te folla, aunque después de que se vaya yo te daré la mayor de las satisfacciones, y si alguna vez surge la ocasión de follar con alguien que te apetece y no estoy cerca sé que me lo contaras con detalle como hoy con Hans, que por cierto lo hizo muy bien contigo, para los dos.
Parecía que esas palabras la habían convencido y tras un largo silencio preguntó.
< ¿Buscaras a los hombre para mí? Yo no sería capaz de proponerle algo así a un desconocido, porque imagino que serán desconocidos, si me traes a un amigo o conocido me moriré de vergüenza y seguro que será un fracaso total.
No te apures, yo me encargaré por el momento de buscar y seleccionar a los folladores, aunque siempre serás quien dé su visto bueno, aunque esta vez tuve que fiarme de mi instinto que no falló; pero ahora vamos a dormir que el día ha sido muy largo.
Se retorció para llegarme a la polla y se acurrucó con ella en la boca lamiéndola lentamente hasta que me puse burro y entonces estuvo trabajando hasta lograr su premio; poco después oí su acompasada respiración y por la mañana, aquellos primeros besos sabían a semen.
Después de una ducha rápida bajamos a desayunar y encargue en recepción que lavaran el vestido para tenerlo listo esa noche; estábamos cansados y decidimos quedarnos en la piscina, pero al rato le dije que tenía que hacer un encargo y la deje dormitando en una tumbona a la sombra de un enorme parasol de paja.
Fui a la boutique y pregunté si podían venderme algunos tangas como el que compre el día anterior y la dependienta respondió que solo podía ofrecerme tres; son, al igual que los modelos que venden de diseño y fabricación propia, aunque me aseguró casi de broma, que si realmente estaba interesado podían enviarme los que necesitara donde quisiera. Encargue una docena para que entregaran en nuestra casa y otra media que me aseguraron que entregarían en el hotel dos días después; pague el encargo a la dependienta que no pareció sorprendida y regresé al hotel.
Me quedé un rato en un bar cercano, observando a unos y otros hasta que localice a dos tipos que estaban solos en mesas separadas y por como tenían diseminados diversos objetos sobre ella imaginé que no esperaban a nadie; me acerque a uno de ellos y esperé hasta que bajó la tapa del ordenador.
— ¡Disculpe! ¿Me permite unas palabras?
El tipo me miró algo desconcertado pero me indicó una silla frente a él.
— Lo he visto solo y he imaginado que está aquí por trabajo y me preguntaba si dispone de tiempo libre; puede que le resulte chocante la pregunta pero es fundamental para continuar hablando.
.- Pues la verdad es que no mucho; me quedan que hacer dos reuniones esta tarde y he de coger un vuelo a Madrid esta noche.
— En ese caso le pido disculpas por mi interrupción.
.- De todos modos, si me cuenta de que se trata podría alterar esos planes; me ha parecido ver una mueca de fastidio y puede que también yo necesite ser flexible de vez en cuando; si no llego esta noche puedo hacerlo mañana y por eso no se acabará el mundo.
Eso último lo dijo con aparente sinceridad y supuse que no perdía nada por contarle mi plan.
— Seré muy directo y de ese modo ninguno de los dos perderá el tiempo; anoche y por primera vez logré que otro hombre se follara a mi esposa; fue en una sala de fiestas y solo vi como se la llevaba al jardín y la devolvía un tiempo después pero tengo pruebas de lo que sucedió y ella me contó cómo.
— Lo que necesitamos, es a alguien que acceda a acostarse con ella en mi presencia aunque yo no participaré en absoluto, solo mirare sin sacar fotografías ni nada semejante; nos alojamos en el hotel Levante y si lo desea puede comprobar nuestras identidades antes de acceder o rechazar la idea.
El tipo me miró divertido antes de tenderme su mano y decir.
.- Soy Raúl y estaré encantado de ser tu invitado; pienso que podemos tutearnos y cuando pueda ser me gustaría conocer a tu esposa.
— ¿Podrás comer con nosotros? Seguro que cuando la conozcas no te arrepentirás; es una criatura fascinante y pone su alma en todo cuento hace.
.- Podemos vernos para comer aunque después he de marchar y estaré ocupado hasta las ocho de la noche, después seré todo vuestro y seguiré el guion que acordemos; asumo, que la última palabra será de ella y te aseguro que si me rechaza no lo tomaré como una ofensa; que me hayas elegido es un gran honor.
Nos despedimos hasta unas horas después y regresé al hotel; encontré a Lucía donde la había dejado y la hice reaccionar besándole la columna; como otras veces y para hacerme rabiar en plan de broma exclamó.
< ¡¡¡Que dulces son tus besos Serafín!!!
Le di una zurra y se dio la vuelta, seguro que no pude ocultar la ilusión que me hacía verla con otro al día siguiente de mi estreno como cornudo y le trasmití mi felicidad contándole mis gestiones y comunicándole, que comeríamos con el tipo que aceptó follarla esta noche en mi presencia si ella le daba el visto bueno.
< Seguro que será una elección perfecta, solo espero estar a la altura al no estar borracha, porque hoy quiero estar totalmente consciente y espero que no te duela verme en brazos de otro; no es lo mismo que te lo cuente a que lo veas.
Pasamos un par de horas en la piscina y subimos a la habitación a cambiarnos, aproveche para ponerla cachonda como siempre que tenía oportunidad y llegamos al comedor poco antes de la hora acordada, llegó Raúl, incuso antes de presentarlos y por la forma de mirarse supe que había química; durante la comida hablamos sin escatimar detalles de cómo sería el encuentro que tendría lugar en nuestra habitación y después de los postres marcho a sus reuniones, pero antes se besaron en los labios como un adelanto de lo que sería esa noche. Subimos a la habitación y consciente que Lucía estaba cachonda la puse aún más y logre hacerla llegar en varias ocasiones antes de que me premiara con una de las mejores cabalgadas que recuerdo; después nos quedamos dormidos hasta poco antes de las ocho en que después de una ducha comenzó a prepararse.
Un vestido claro, el cabello recogido para lucir su hermoso cuello y uno de los tangas de diseño era parte de su indumentaria que completaba con unos zapatos de cuña que forzaba la posición para remarcar su espléndido culo; un culo que deseaba le rompiera Raúl esa noche mientras ella me miraba directamente a los ojos.
Estaba moviendo la botella de cava en el cubo de hielo cuando sonaron dos golpes en la puerta, abrí y apareció Raúl exultante con un ramo de rosas que entregó a Lucía y acto seguido preguntó.
.- ¿Te importa que la abrace o la bese?
— No tienes que preguntarme nada, haz lo que consideres oportuno y que sea ella quien decida; recuerda que eres nuestro invitado y también a que has venido. ¿Te apetece una copa de cava?
Mientras destapaba la botella y servía las copas, Lucía puso las rosas en un jarrón del que sacó las flores de plástico y lo colocó sobre un aparador; Raúl la atrapó por detrás amasando sus tetas y oí como murmuraba.
.- ¿Me dejaras gozar de todo tu cuerpo?
< Podrás hacer conmigo lo que se te ocurra con una salvedad; no emplees palabras cariñosas aunque puedes llamarme perra, puta, zorra o cualquier otra lindeza, porque eso me pone cachonda.
Les acerque las copas y brindamos “por nosotros” y después de apurar las copas comenzó la fiesta, bajé las luces y Lucía nos hizo un estriptis, en realidad se lo hizo a Raúl que la admiraba extasiado, aunque reaccionó de inmediato cuando comenzó a acariciarle el paquete y desabotonarle la camisa; pronto estaban ambos lanzados, el conservó solo una cadena y ella vestía uno de esos tangas que se convirtieron en una especie de talismán; la forma en que me ignoraron fue la mejor señal de que se sentían a gusto y solo en momentos puntuales Lucía me miraba a los ojos esperando mi aprobación que recibía en forma de asentimiento.
Hacía semanas que no le hacía sexo anal y para fortuna de todos Raúl resultó ser un maestro también en esas lides, arrancándole además de un tremendo orgasmo una serie de jadeos y suspiros como hacía tiempo no oía; tal y como acordamos a mediodía y cumpliendo rigurosamente lo planeado, cuando Lucía le dio las gracias, Raúl se levantó de la cama tomando el tanga que aspiró profundamente; se despidió con un beso y se retiró al baño donde después de asearse se vistió para marchar; lo acompañé a la puerta y con una sonrisa me entregó una tarjeta mientras decía.
.- Ha sido un verdadero placer; viajo por toda España y si en algún momento os apetece que nos veamos de nuevo podemos continuar en contacto y cuando viaje cerca de vuestra ciudad o acordemos un lugar para vernos estaré encantado de ser vuestro invitado.
Nos estrechamos la mano y esperé en la puerta hasta verle desaparecer en el ascensor.
Al entrar en la habitación Lucía me esperaba ansiosa porque la acariciara, besara y follara; cosa que hice hasta la madrugada y cuando apenas teníamos fuerzas para nada más nos dormimos; era tal el cansancio que nos despertó la chica de la limpieza cerca de mediodía.
Regresamos a casa doce días después sin ninguno de los nueve tangas que compré, plenamente satisfechos; yo convertido en el mayor de los cornudos, aunque a diferencia de otros disfrutaba de un sexo extraordinario con mi mujer; también ella regresó cambiada y siendo la más puta de cuantas he oído hablar o incluso leído en esos relatos que ya no necesito leer porque en casa tengo una realidad que supera con creces cualquier ficción; sin duda, los momentos más relevantes de esa vacaciones fueron el polvo con el que Hans abrió la caja de pandora y la visita de un árabe, Habib, que la estuvo follando por todos los agujeros desde media tarde hasta avanzada la madrugada, y que nos dejó porque tenía que tomar un avión para regresar a su país.
Ahora tenemos “ayudantes” que vamos alternando, porque Lucía no quiere que ninguno imagine lo que no es, solo se trata de sexo. ¡Buen sexo! El mejor sexo pero nada más.
En casi un año y llevo una agenda con los datos de los “machos” a los que hemos invitado y hasta el momento, han sido quince hombres diferentes; nueve han repetido una vez, cuatro dos veces y Mauro con es su tercera. Lo que hace un total de veintinueve encuentros; todos satisfactorios hasta el momento; la experiencia aconseja seleccionarlos entorno a los cuarenta; tres eran jóvenes y la verdad es que no compensa un mayor vigor a costa de la calidad humana necesaria para el trato con ella y el poco respeto hacia mí.
Poco antes de navidad fuimos a Madrid a una boda y quedamos con Raúl; ni que decir tiene que fue fantástico y ahora vamos a intentar que sean unos pocos y selectos; destaca Mauro por su forma de ser y comportarse; cualquiera pensaría que es profesional aunque acordamos no recurrir jamás a uno, convencidos que Lucía tiene suficiente atractivo para que un hombre se sienta afortunado de estar con ella.
Este verano regresamos a Tenerife y espero que Hans también lo haga. ¡Quiero agradecerle personalmente lo que hizo por nosotros! Y estoy convencido que Lucía también.
©PobreCain
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