Cornudo (31). Fantasías prohibidas.

Primera parte del cuarto libro de la saga Cornudo.

1

Un poco antes de la hora de la comida, llegamos a casa de los padres de Claudia, salieron a recibirnos las dos peques y los hijos de Pablo y Marina. Pasamos al jardín y al fondo estaba sentada en una mesa Carlota, junto a mi suegro. Ya estaban todos.

Teníamos comida familiar y sinceramente aquella mañana de domingo no me apetecía nada. El viaje de vuelta había sido duro, demasiado quizás. Yo iba conduciendo y Claudia estaba a mi lado en el asiento del copiloto. En la parte de atrás, medio recostada, en vaqueros y con unas gafas de sol nos acompañaba Mariola, que apenas abrió la boca en todo el viaje.

Quizás la noche no había terminado como ella se esperaba, el ambiente en el coche era un poco tenso, y eso que mi mujer no sabía lo que había pasado entre su amiga y yo. La situación se nos fue de las manos y yo me enfadé con Mariola cuando me provocó por enésima vez al acostarnos en su cama. Escuchando los gemidos de Claudia estaba tan caliente, que cuando Mariola se abrió de piernas para masturbarse y me rozó con la rodilla no me lo pensé dos veces. Me puse sobre ella dispuesto a follármela, pero ella me lo impidió, burlándose de mí.

Eso fue el detonante para que saliera de la habitación, dejando a la amiga de mi mujer en braguitas, sola y excitada en su cama.

Sin embargo, ahora iba en el asiento de atrás y aquella mañana me gustó la actitud de Mariola, no tenía nada que ver con la noche anterior en la que estaba muy provocadora y llevando la iniciativa por completo. Era como que entendía su rol dentro del juego que teníamos Claudia y yo, y una vez que había cumplido su papel se quería mantener al margen. Me pareció bien que no siguiera tensando la cuerda cuando ya había pasado todo.

Cuando llegamos a su casa, bajamos del coche y nos dimos dos besos para despedirnos de ella.

―Lo he pasado genial, chicos, y a ti esta semana te llamo para jugar un partido ―le dijo a mi mujer.

A mediodía, estaba cansado, con ganas de irme a casa, los niños correteaban a nuestro alrededor y cuando nos sentamos en la mesa yo tenía la cabeza en otra parte. Todavía podía escuchar los gemidos de Claudia mientras un desconocido se la estuvo follando durante casi cuatro horas. Me fijé en ella, llevaba unas gafas de sol y tenía cara de agotada, era normal, pues apenas había dormido, pero lo disimulaba muy bien, hablando con su familia con toda la naturalidad del mundo. Cualquiera diría que la noche anterior se había acostado con un chico diez años más joven que ella y se había corrido por lo menos cinco veces.

Casi ni me había fijado en que Marina estaba a mi lado, con su hija pequeña sentada en las rodillas.

―Tienes mala cara, David...

―Sí, bueno, anoche estuvimos cenando en Madrid con una amiga de Claudia y luego salimos a tomar algo... se nos hizo un poco tarde.

―Por lo menos lo pasaríais bien.

―Sí, estuvo genial.

De repente, se hizo el silencio y se me quedaron todos mirando. Creo que me puse rojo como un tomate.

―Ehhh... sí, le decía a Marina que anoche estuvimos de fiesta en Madrid y se nos hizo un poco tarde, ¿verdad. Claudia?

―Sí, hoy nos vamos a ir pronto a casa, en cuanto comamos y tomemos el café nos retiramos, me esperan unas semanas muy duras de trabajo con esto de las elecciones, quién me manda meterme en estos líos, con lo bien que estaba en el instituto a punto de cogerme mis dos mesecitos de vacaciones ―dijo Claudia.

Cuando se levantó la hija de Marina me fijé que mi cuñada llevaba un look muy casual, con una mini falda vaquera, camisa blanca marcando sujetador negro por debajo y unas sandalias con un poco de cuña. Miré hacia abajo y apenas pude disimular al ver sus muslazos.

―Es una pena que os vayáis a ir tan pronto, había pensado que hoy me podías hacer alguna foto en el jardín, para el Instagram, hace tiempo que no subo una buena foto ―me dijo.

―Seguro que después de comer encontramos un ratillo, ya sabes cómo se alargan los cafés de “Los Álvarez”.

―Estupendo, este jardín tiene muchas posibilidades ―dijo Marina quitándose las gafas de sol para echarme una miradita extraña.

Todo se movía a mucha velocidad, los niños no se paraban quietos, mis suegros y Pablo estaban de muy buen humor, hasta Carlota tenía una sonrisa de oreja a oreja, llevaba un vestido azul largo veraniego de tirantes, con el que lucía un escote tremendo. Sus tetas cada vez me parecían más grandes, tan blancas, tan llenas de venas. Eran hipnóticas para mí.

Como decía, todo se movía deprisa, los únicos que estábamos apagados éramos Claudia y yo. Aunque era lo más normal del mundo, después de la noche que habíamos pasado.

Terminamos de comer la típica paella de mi suegra Pilar, que por cierto estaba deliciosa y mientras preparaba el café, Marina y yo nos levantamos para ir al jardín a ver jugar a los niños.

―¿Te parece bien si ahora hacemos alguna foto? ―me preguntó.

―Me parece estupendo.

Estábamos en el lateral de la casa y fuimos andando hasta llegar a la parte de atrás, había unas plantas muy bonitas y aprovechamos un par de sillones de mimbre de jardín.

―Siéntate ahí, yo creo que puede quedar muy bien, a esta hora de la tarde la iluminación es muy buena.

Marina se sentó con las gafas de sol y cruzó las piernas. Me parecía a mí o se había desabrochado un botón de la camisa, pues ahora se le podía ver el sujetador y un poco de sus pechos, mostrando un escote muy sensual, pero recatado a la vez.

―¿Así estoy bien?

―Perfecta.

Yo me iba moviendo a su alrededor a la vez que iba tirando las fotos, Marina cambiaba la pose, descruzaba las piernas, se sentaba de manera distinta, incluso se quitó las gafas de sol mordiéndolas, así en plan interesante, y de repente miró directamente a la cámara del móvil, con la patilla de las gafas dentro de su boca, su gesto era serio y erótico, luego cerró los ojos poniendo su cara en dirección al sol y estiró un brazo a la vez que con el otro se agarraba el cuello de la camisa, como queriendo abrirla un poco más. Aquella serie de fotos me pusieron muy caliente.

En apenas cinco minutos le hice un buen reportaje. Al terminar nos sentamos juntos y empezamos a mirar mi móvil, intentando seleccionar las que habían quedado mejor. Como había muchas fotos aprovechables, pasé unas cuantas por varios filtros y se las mandé todas por correo.

―¡Han quedado genial, David! Vaya fotógrafo estás hecho... ahora que voy a empezar a salir en la tele nacional, estaría bien si un día quedamos y me haces un reportaje de fotos, llevaría varios vestuarios y me iría cambiando, ¿qué te parece la idea?

―Pues por mí, sin problema, el día que me digas quedamos...

―Jo, ¡qué guay! Vale, pues voy a preparar varios modelitos y en unas semanas te digo algo.

―Muy bien, anda vamos a volver con el resto, que ya estarán sirviendo el café...

―Sí, a ver si nos anuncian ya las novedades ―dijo Marina poniéndose de pie.

―¿Las novedades?

―Sí, parece ser que hay algún anuncio nuevo en la familia.

―Pues no tenía ni idea, soy el último en enterarme de todo.

―Luego te lo contará Claudia...

―Ya me estás dejando con la intriga, ¿de qué se trata?

―Carlota... ―dijo Marina levantando sus dos cejas.

―¿Carlota? ¿Qué pasa con Carlota?

―¿Tú qué crees?

―¿Embarazada no?, ¿no?... no me digas que...

―¡Sí!

―Jajaja, ¡qué bueno! Pues a ver si dice algo...

Me sorprendió la confidencia de Marina, pues no me imaginaba que Carlota se hubiera echado novio. Cuando nos sentamos a la mesa con “Los Álvarez” no salió el tema, ya lo habían comentado antes, mientras estábamos ausentes.

En cuanto nos montamos en el coche para volver a casa fue lo primero que me dijo Claudia.

―¿Sabes que mi hermana tiene pareja?

―¿Ah, sí?, no sabía nada... ¿y desde cuándo?

―Pues según me ha dicho, lleva dos meses saliendo con un chico, debe ser bastante más joven que ella, es un abogado que además trabaja para el grupo...

―¿Cuántos años tiene el chico?

―Pues debe tener 32.

―Es mucha diferencia, le lleva unos quince años a tu hermana... ¿y cuándo le va a presentar en sociedad?

―Pues no lo sé, de momento dice que se están conociendo y tal, pero la verdad es que la veo muy ilusionada, me alegro mucho por ella.

―Y yo, a ver si le cambia un poco el carácter, que menuda temporadita lleva...

Al llegar a casa acostamos a las niñas y Claudia se tumbó en la cama.

―Pufffff, estoy cansadísima, no voy ni a cenar, me voy a pegar una ducha y a la cama.

Yo me tumbé a su lado.

―¿Estás bien?

―Sí, ¿y tú?

―Creo que sí, no sé... estoy un poco raro...

―¿Raro? ¿Y eso?

―No sé, es por lo de ayer, por muchas cosas... por todo en general...

―¿Por lo de ayer? ¿Estás enfadado o algo te ha sentado mal?

―No, enfadado no, estoy raro, no lo hemos hablado todavía...

―Hoy no, David, no me apetece...

―No, no es eso, no quiero que me cuentes nada, es solo hablar un poco de esto... ya sabes, de lo que estamos haciendo, de lo que está pasando...

―No te entiendo, David.

―Es que no sé, te veo ahí tan tranquila.

―¿Y cómo quieres que esté?

―Le estoy dando muchas vueltas a la cabeza, es que llevamos una temporada que... en Navidad pasó lo de tu alumno, ahora te estás enrollando con tu mejor amiga, te has acostado con el jefe y anoche lo de este chico que no conocíamos de nada, tú no eres así...

Claudia se levantó y se quedó recostada, apoyando la espalda en el cabecero de la cama. Su cara era seria, como de no entender nada.

―¿Y ahora a qué viene esto? ¿Es lo que querías, no? No entiendo cual es el problema.

―Sí, es lo que quería, pero es que parece que todo va muy rápido, y anoche, aunque lo disfruté, no me gustó la sensación que tuve en algunos momentos, me sentí... ehhhh, no sé qué palabra utilizar, me sentí desplazado, sí, eso es, me sentí como desplazado, no porque no me dijeras que te ibas al hotel a follar con ese tío, era como si esto no fuera un juego entre tú y yo, me sentí fuera de lugar, al margen, porque no habías contado conmigo.

―Pues no me gusta que te sintieras así, pero todo pasó demasiado deprisa, y sí, puede que tengas razón, quizás no manejamos los tiempos nosotros y dejamos a Mariola que lo hiciera... habrá que ir ajustando esos pequeños detalles, anda ven aquí ―dijo dando una palmada con la mano en la cama―. ¿Pero estás bien, no? ¿Quieres seguir con esto?

―Sí, claro, hay que cambiar algunas cosas, sabes que me excita la humillación en cierto sentido, pero no me gusta sentirme como un pelele en vuestras manos y anoche me sentí así en muchos momentos...

―Lo siento, David, pensé que te iba a gustar.

―Pues claro que lo pasé bien, solo que yo también quiero participar, y por participar no me refiero a estar delante, pero no quiero que me dejéis al margen... como ayer.

―Vale... ¿pero te gustó?

―Sí, Claudia, fue, ufffff... escucharte follar con ese tío, joder, estuviste casi cuatro horas... ¿disfrutaste mucho?

―¿Tú qué crees, cornudito? ―dijo sobándome la polla por encima del pantalón―. ¿Y tú?

―Yo también, por cierto, tengo que contarte algo, no sé si te va a gustar, pero tengo que hacerlo.

―Dime.

―Anoche mientras estabas con el chico ese, bueno... ya sabes que terminé en la habitación de Mariola, te estábamos escuchando gemir, nos pusimos calientes, yo todavía no me había corrido y una cosa llevó a la otra.

―¡¡¿Te acostaste con Mariola?!! ―preguntó Claudia en un tono que no supe interpretar si era de enfado o de sorpresa.

―¡No, no!, no nos acostamos, solo que bueno... ella me dijo que si estaba excitado y yo le dije que sí, y al final me pidió que me masturbara delante de ella...

―¿Y lo hiciste?

―Imagina la situación, la tensión que llevaba acumulada de toda la noche, tú estabas en la habitación de al lado follando como una loca, se escuchaba todo y Mariola no hacía más que provocarme... al final no pude resistirme más, me senté en su cama y me la saqué, solo quería hacerme una paja mientras te escuchaba follar, me daba igual que ella estuviera delante, casi hasta me daba un poco de morbo...

―¿Y qué pasó?

―Ella no dejaba de provocarme y decía cosas, me llamó cornudo, y cuando me estaba masturbando se puso detrás de mí, me rodeó con las piernas y... bueno, me terminó agarrando la polla...

―¿Mariola te agarró la polla? ¡¡Será zorra!! Habíamos quedado que ella y tú no ibais a hacer nada...

―¿Lo habías hablado con ella?

―Era una posibilidad que se podía dar y yo no quería que pasara nada entre vosotros, se lo había advertido, me supongo que en un futuro nos querrás ver juntas y si estamos muy excitados los tres podríais querer hacer cosas entre vosotros también, de momento no quiero que Mariola y tú tengáis relaciones... aunque, por lo que se ve, parece que ya es tarde para decirte esto, ¿entonces, qué pasó?

―Pues eso, que me agarró la polla y me masturbó... hasta que me corrí... no duré mucho ―dije bajando la cabeza avergonzado.

―¡Qué cabrona! Ya hablaré con ella, ¿te gustó la paja que te hizo?

―No te enfades...

―Te he preguntado que si te gustó...

―Sí, bueno, estuvo bien, pero no te enfades, por favor...

―No me enfado, tranquilo, ¿y pasó algo más entre vosotros?

―No, no, solo eso, de verdad, luego se metió en la ducha ella sola...

―Está bien... hablando de ducha, creo que me voy a pegar una y me acuesto ya...

―¿Puedo entrar contigo?

―Mejor que no, te veo muy empalmado y si te metes en la ducha te vas a querer correr, me gusta tenerte así...

―¡¡Me encantaría verte follar con Mariola!! ―le solté a mi mujer de repente.

―¿Ah sí?

―Sí, quiero estar delante la próxima vez que os acostéis juntas...

―Es un poco pronto todavía, pero si es lo que quieres, hablaré con ella, no creo que ponga ningún problema... ¿te gusta Mariola?

―¿Físicamente?, ¿o en qué sentido lo preguntas?

―Físicamente ya sé que es muy atractiva, es muy guapa y tiene un cuerpazo, me refería más a si te gusta como es ella, su carácter...

―Tampoco la conozco mucho, tiene mucho carácter y parece que es muy morbosa, sexualmente hablando... no sé, creo que hemos encontrado una buena sustituta para Víctor.

―Puede ser.

―Ayer en el bar, antes de que os fuerais al hotel con los chicos, se acercó a mí y me dijo unas cosas que... ufffff, me dejó temblando...

―¿Te excitó?

―Mucho, por un lado, me gustó, aunque como te he dicho antes, tuvo demasiado protagonismo, quizás demasiado, nosotros apenas decidimos nada, me hubiera gustado que hubieras venido tú a hablar conmigo, ver cómo estabas de caliente, eso me hubiera vuelto loco.

―Lo tendré en cuenta para otra vez... si vuelve a pasar...

―Claro que va a pasar, ¿y a ti te gusta Mariola?, ¿te da morbo? ―le pregunté a Claudia.

―Sí, es muy directa cuando habla... además, tiene muuuucha imaginación, es muy fantasiosa, creo que no nos vamos a aburrir con ella.

―Mmmmmm, no me digas eso, solo de pensarlo estoy ya...

Claudia me agarró la polla por encima del pantalón y le pegó un par de sacudidas.

―Nos va a llevar al límite... ¿lo sabes, verdad?

―Joder, Claudia... no me digas eso, me volvería loco verte con ella, tiene un físico espectacular... en el hotel pude verla medio desnuda, ufffff...

―Te gusta, ¿eh?

―Mucho, os imagino juntas, desnudas, quiero veros hacer de todo, ¿está buena?, tú que la has visto desnuda...

―Sí, está muy buena...

―¿Qué es lo que más te gusta de su cuerpo?

―Su culo, me encanta su culo... ―dijo Claudia inmediatamente.

―Lo has dicho sin dudar... tiene un culazo imponente, seguro que se lo has acariciado muchas veces, quiero ver cómo se lo besas, cómo pasas tu lengua por sus glúteos, ¿puedo preguntarte si se lo has comido alguna vez?

―¿Eso te pone?

―Estoy cachondo solo de pensarlo...

―Ella sabe que su culo es mi debilidad, ayer en el hotel, mientras nos vestíamos se puso a cuatro patas y me lo ofreció para que lo lamiera.

―¿Y lo hiciste?, joder, ¡yo estaba en la habitación de al lado!

―Te voy a dejar con la duda, jajaja, creo que será mejor que me duche ―dijo levantándose de la cama―. Te estás poniendo demasiado cachondo.

Poco a poco fue desnudándose delante de mí, se quitó la ropa y la dejó tirada en el suelo. Pude ver su pequeño cuerpo y ella me echó una ojeada antes de cerrar la puerta del baño. En cuanto escuché el agua de la ducha correr me saqué la polla y me pegué un par de sacudidas. La conversación con Claudia me había dejado al límite.

No tardó mucho en salir mi mujer del baño, llevaba una toalla enrollada en el pelo y otra tapando su cuerpo. Apoyó un pie en la cama y comenzó a echarse crema hidratante por las piernas.

―Buffff, estoy muy cansada, me voy a echar a dormir ya ―dijo desenrollando la toalla que envolvía su cuerpo.

Siguió echándose la crema por los muslos, por el culo, por el estómago, por sus tetas.

―Hazte una paja si quieres mientras me miras, no me importa...

―Te ha dejado destrozada ese tío...

―¡Era una bestia físicamente, no se cansaba nunca!

―¿Cuántas veces te corriste?

―No lo sé, cinco, seis, siete... muchas... bueno anda, voy a vestirme, ¿te quieres correr o no?

―Me gustaría hacer algo contigo.

―Esta noche no, estoy muy cansada ―dijo poniéndose las braguitas y luego el pijama. Se secó el pelo con la toalla y se tumbó en la cama a mi lado―. Voy a leer un poquito antes de dormirme.

―Como quieras, yo todavía no me voy a acostar, es un poco pronto, voy a bajar un rato al salón.

No me hubiera importado hacerme una paja y correrme viendo el cuerpo de mi mujer, pero tenía otros planes para esa noche. Estaba deseando pasar las fotos de Marina al ordenador y echarle una ojeada, además quería conectarme y chatear un rato con Toni. Necesitaba desahogarme con él.

Apenas eran las nueve de la noche y estuve un rato pasando las fotos del reportaje que le había hecho a mi cuñada, casualmente me llegó un WhastApp de ella.

Marina 21:07

He subido unas fotos al Insta de las que me has hecho esta tarde, están genial. Tenemos pendiente lo del reportaje de fotos, eh...

Muchas gracias.

Con impaciencia abrí su Instagram y efectivamente había subido cuatro fotos, muy parecidas entre sí, de la sesión que le había hecho por la tarde. Me dio mucho morbo saber que era yo el fotógrafo de esas instantáneas.

David 21:08

Me alegro que te hayan gustado, aunque la modelo también hace mucho, jajajaja. Cuando quieras hacemos ese reportaje.

Marina 21:08

No tardando te diré algo, en serio. Buenas noches, David.

David 21:09

Perfecto. Buenas noches.

Me encantó ese intercambio de frases con mi cuñada, ya lo que me faltaba para terminar el día después de la conversación que acababa de tener con Claudia. Abrí el chat con mi cuenta privada y de momento no estaba conectado Toni, era un poco pronto. Estuve pasando las fotos de Marina al ordenador y las metí en la carpeta privada que tenia de mis cuñadas, fue una pena no haber podido hacer ninguna de Carlota, porque ese vestido veraniego le hacía unas tetazas de impresión.

Esperé lo suficiente para asegurarme que Claudia estaba dormida y luego me puse a analizar con detenimiento las fotos que había hecho por la tarde. Había una especialmente morbosa en la que Marina estaba mordiendo las patillas de sus gafas de sol y en la que sacaba ligeramente la lengua, además se había desabrochado un botón de la camisa y se le veía parte del sujetador. Amplié la foto fijándome en su cara, Marina miraba a lo lejos y me encantaba el detalle de la lengua.

Demasiadas emociones, el día habido sido muy largo y no habían pasado ni 24 horas todavía desde que Claudia había follado con un desconocido y su amiga Mariola me había meneado la polla hasta hacer que me corriera. Con los gemidos de mi mujer todavía retumbando en mi cabeza, fui poco a poco viendo en el ordenador fotos de mis dos cuñadas y no pude evitar sacarme la polla para meneármela un rato.

Luego pasé las fotos de la noche anterior cuando salimos de fiesta los tres, no había hecho muchas, pero tenía alguna de Mariola y de mi mujer abrazadas posando en actitud provocativa. También tenía una carpeta especial para ese tipo de fotos.

No tardó mucho en conectarse Toni, en cuanto vi la luz verde de su chat, supe que iba a correrme con él.

―Hola, David, no te esperaba...

―Buenas noches, Toni.

―¿Qué tal anoche en Madrid con la amiguita de tu mujer?

―Ni te imaginas, ¿tienes ganas de paja?, tengo muchas cositas hoy para ti...

―Por supuesto... cuando quieras empezamos, cornudo.

Lo primero que hice fue enviarle una foto de la noche anterior de Claudia y Mariola. Estaban agarradas en una pose erótica y Mariola tenía bien sujeta a mi mujer por la cintura.

―Mmmmm, empiezas fuerte... me voy a ir sacando la polla...

2

Llegó Claudia a su despacho, a pesar de que había dormido diez horas todavía le duraba el cansancio del fin de semana. Enseguida se puso a trabajar, le esperaban un par de meses duros de campaña electoral, no es que tuviera muchas cosas que hacer esa mañana, pero tenía un par de correos pendientes e ir preparando viajes y cerrando algunas citas para las elecciones municipales. Se dio cuenta que en el despacho de Basilio había luz, era de las pocas veces que su jefe había llegado antes que ella. No le quiso dar importancia y siguió a lo suyo.

Una hora más tarde ya había terminado, se recostó en la silla y cerró los ojos, entonces le fue inevitable acordarse de Jan, el chico que se la había follado en el hotel la noche del sábado. El muy cabrón no podía estar más bueno, con esos brazos fuertes, los abdominales bien marcados y el cuerpo depilado, además tenía una polla preciosa, grande y dura. Se relamió los labios solo de pensar en ella.

Habían estado cuatro horas follando sin parar, físicamente era una bestia, quizás demasiado mecánico, apenas se habían besado y tampoco es que él le hubiera hecho muchas caricias, pero a Claudia no le importó demasiado, estaba tan excitada que su cuerpo estaba preparado para recibirle cuando quiso penetrarla. Jan no quería juegos previos, solo meterla y destrozar el dulce coño de Claudia.

A mitad de sesión, cuando llevaban dos horas, se estuvieron besando un poco y Jan le lamió el coño a Claudia dos o tres minutos, luego ella le devolvió el favor y le chupó la polla, que no tardó en volver a ponerse dura. El chico se empalmaba súper rápido, apartó a Claudia, se calzó el condón y se la folló otra vez. Claudia hubiera querido chupársela más tiempo, jugar con su polla, mirarle a los ojos mientras se la comía.

Comportarse como una zorra.

Pero Jan solo quería follar y follar hasta que se corría dentro de ella. Embestirla fuerte y duro y hacer rebotar sus depilados huevos contra el coño de Claudia, sin piedad. Ella se agarró a sus musculados brazos y echó las piernas hacia atrás para recibir, todavía más profundo, la polla del chico, y cuando estaba a punto de correrse por tercera vez, le puso las manos en el culo para que él empujara contra su cuerpo con más fuerza y entonces Jan soltó un gemido bien alto antes de correrse otra vez dentro de ella.

Le sorprendió mucho a Claudia que Jan, en ningún momento, le pidiera correrse sobre ella. Era algo que deseaba, sentir el caliente y espeso semen del chico en su cuerpo, en su coño, en sus tetas, por su cara, en la boca. Pero él no se lo pidió en toda la noche. Siempre se corría dentro del condón.

Después de ese tercer polvo, se quedaron un rato hablando, es cuando Claudia le confesó que estaba casada y que no solo había salido de fiesta con Mariola, sino que su marido también estaba en el bar en el que se habían conocido e incluso le dijo que se habían cruzado con él cuando salían. Jan se quedó muy sorprendido de la confidencia que le había hecho Claudia.

―¿Y dónde está ahora tu marido?

―Pues no lo sé, supongo que estará en el pasillo o esperando fuera o en el hall del hotel...

―Bueno, yo ahí no me voy a meter, eso es una cosa vuestra... ¿qué tal estás? ―le preguntó Jan.

―Bien, ¿por qué?

―No lo sé, me apetece follarte una vez más ―dijo palmeteando el culo de Claudia.

―Por mí no hay problema ―le contestó acariciando su pene, que estaba flácido por primera vez en toda la noche.

Jan se levantó de la cama con agilidad, tenía su musculado cuerpo completamente sudado y sacó algo del bolsillo del pantalón que tenía tirado sobre una silla. Claudia estaba jadeando y temblaba de placer. Y eso que ya habían pasado más de diez minutos desde que habían terminado de follar.

Todavía le palpitaba el coño.

Jan se metió en el baño con una pequeña bolsita, que contenía una especie de polvo blanco. Claudia se imaginó lo que era, pero enseguida salió de dudas.

―¿Quieres una raya de coca? ―preguntó Jan desde el baño.

―No, no tomo esas cosas...

―¿Nunca lo has probado?

―Pues sinceramente, no.

―No sabes lo que te pierdes, es una pasada follar puesto de coca ―dijo el chico preparando una linea de polvo sobre el mueble del baño.

Claudia se levantó de la cama y se puso detrás de él. Se miraron a través del espejo.

―¿Quieres probar?

―No, tú tranquilo, haz lo que quieras... no me importa.

En ese momento, a Claudia todo le parecía muy sucio y lascivo, en ese baño de la habitación del hotel, desnudos, con un chico más joven que ella y que acababa de conocer. Le impresionaba el cuerpo de Jan, tenía un culo prieto, duro y depilado, llevaba los dos brazos tatuados por completo y un dragón de colores por todo el costado. Además, estaba empapado de sudor, lo que le hacía todavía más deseable. Cuando se inclinó a esnifar la cocaína Claudia le acarició con fuerza el trasero, clavándo las uñas y luego le besó la espalda. Se agachó detrás de él pasando los labios por todo su cuerpo. Estaba salado. Y al llegar a su culo le dio un sonoro beso antes de morder con lujuria uno de sus glúteos.

Pasó la mano hacia delante y le agarró la polla que ya empezaba a ponerse dura de nuevo, pero antes volvió a morder su culo, dejando la marca de sus dientes y Jan la sujetó por el pelo para aplastarle la cara contra su trasero. Claudia apartó sus glúteos a duras penas y se encontró el ano sudado de Jan. Tenía el sabor de la sal por toda su boca y no se lo pensó dos veces antes de meter la cara en su prieto culo y sacar la lengua para lamerlo. Apenas fueron unos pocos segundos, los suficientes para poner a Claudia fuera de sí. Cuando Jan se giró ya estaba empalmado y ella se encontró con su polla delante de la cara.

Desnuda y en cuclillas se puso a hacerle una mamada en el baño, era lo que había estado deseando toda la noche. Jan estaba eufórico con la raya de coca que se acababa de meter y cogió a Claudia por el pelo antes de poner las dos manos en su cabeza, luego pegó un golpe de cadera y le metió la polla hasta la garganta. Claudia tosió y su boca se llenó de saliva, pero Jan volvió a embestirla y ya no se detuvo.

La estaba follando por la boca.

Claudia tenía las manos libres, apenas utilizaba una para agarrarse a los muslos de Jan y no perder el equilibrio y bajó la otra hasta su coño para empezar a acariciarse. A cada embestida, la polla de Jan le llegaba hasta la garganta, tuvo que parar un par de veces para poder respirar y escupir toda la saliva que se le acumulaba en la boca. Se la escurría por la barbilla hasta llegar a sus tetas y después caía al suelo. Ella lo recogía con la mano y lo llevaba hasta su entrepierna para masturbarse con sus propias babas.

Jan estaba fuera de sí. Levantó el pequeño cuerpo de Claudia y la llevó cogida por el pelo hasta la cama, luego la empujó con fuerza haciendo que cayera boca abajo. Se puso detrás de ella agarrándola por las caderas.

Se la iba a follar a cuatro patas.

Ese fue el último polvo de la noche, Claudia todavía se acordó de su marido y cuando se dio cuenta de que Jan estaba a punto de correrse tuvo fuerza para girarse y decirle.

―¡Córrete encima de mí!

El chico estuvo otro minuto follándosela duro y a punto de terminar apartó a Claudia, para que quedara tumbada boca arriba, deprisa se quitó el preservativo y meneándosela frenéticamente preguntó a Claudia dónde la quería.

―¡¡En las tetas, córrete encima de mis tetas, en mi cuerpo!!

Fue una pena que la corrida de Jan no fuera muy abundante, era su cuarto orgasmo de la noche y estaba ya seco, pero al menos regó el pequeño cuerpo de Claudia con un par de lefazos.

Luego se tumbó a su lado y besó a Claudia en la boca.

―¡Uffff qué bueno, lo he pasado de puta madre!

―Sí, yo también, ha estado muy bien... ¿ahora te importaría dejarme sola?, quiero darle este regalo a mi marido ―dijo Claudia tocando el semen que bañaba su cuerpo.

―¿Vas a llamar a tu marido ahora?

―Sí...

―Me quería pegar una ducha, pero da igual...

―Dúchate, pero por favor, hazlo rápido, esto no creo que aguante mucho tiempo ―dijo Claudia tocando el semen con la yema de los dedos.

―No tardo nada...

Dicho y hecho, en apenas tres minutos Jan ya estaba fuera de la ducha. Como un salvaje moderno se puso los vaqueros sin ropa interior. Le gustaba llevar la polla libre bajo los pantalones. Aquella escena de ver como se vestía el chico le impactó a Claudia. Antes de irse, se tumbó en la cama y le pegó un morreo metiendo la lengua en la boca de ella.

―¡Si vuelves por Madrid llámame, tienes mi número!

―Posiblemente lo haga...

―Eso espero y ahora pásalo bien con tu marido... ciao.

Salió rápido de la habitación, mientras se abrochaba la camisa. Después, Claudia llamó a David. Quería hacerle un buen regalo a su cornudo.

Claudia seguía recostada en la silla de su despacho. Recordando la noche del sábado y sin darse cuenta, se estaba frotando el coño por encima del pantalón y los pezones se le habían puesto duros. Casi no tuvo tiempo a reaccionar cuando tocaron en la puerta.

―Toc toc, ¿se puede? ―dijo Basilio asomando la cabeza.

―Sí, sí, pasa...

Basilio entró en su despacho y se sentó al otro lado de la mesa. Al menos se comportó con normalidad, pues desde que se habían acostado su jefe estaba muy raro y aquella mañana parecía estar de muy buen humor. Estuvieron planificando la semana, por suerte para Claudia, todavía tenían pocos actos electorales, el miércoles y el jueves dos comidas con los alcaldes de dos pueblos cercanos a la ciudad, aunque al menos no tenían que hacer noche allí. Irían y regresarían el mismo día.

―Bueno, pues te dejo que sigas trabajando... lo único que hay que ver es cómo vamos a ir, si quieres llevamos el coche o cogemos un taxi...

―Mejor cogemos un taxi, tengo yo uno de confianza...

―Perfecto, entonces lo dejo en tus manos.

Al quedarse a solas Claudia pensó en Jan y le fue inevitable compararle con su jefe. ¿Cómo podía haberse acostado con ese tío? No es que fuera feo, pero Basilio era un cincuentón bajito, calvo, con gafas, cuerpo rellenito, todo lo contrario que Jan, 29 años, alto, cuerpo fibroso y atlético, tatuado, cara cuadrada, ojos azules.

Llevaba toda la mañana cachonda, pensando en lo que había hecho el sábado por la noche. Luego se dio cuenta de que apenas había hablado con Mariola, no sabía nada de ella, pues en el viaje de vuelta su amiga casi no abrió la boca. Le entraron unas ganas locas de llamar a Mariola para quedar con ella e ir a su casa “a tomar un café”, pero no quería parecer demasiado desesperada. De momento tendría que conformarse con jugar un pádel. Cogió el móvil y marcó el número de su amiga.

―Hola, ¿qué tal estás?, ¿cómo has empezado la semana? ―preguntó Claudia.

―Bien, ¡y tú?, todavía estoy reventada del sábado, tía...

―De eso quería hablarte, a ver si quedamos y nos contamos un poco, además necesito quemar un poco de calorías, ¿te apetece mañana un partido de pádel y hablamos?

―Perfecto, Claudia, déjame que llame al club y organizo el partido... ahora te voy a dejar que tengo aquí gente esperando para hablar con la directora del banco, los lunes son... pufffff...

―Vale, pues luego me dices.

―Ok, ciao.

Solo con escuchar la voz de pija de Mariola ya se ponía caliente. Era eso o es que llevaba cachonda toda la mañana. O las dos cosas. Salió de su despacho para ir a la cafetería, necesitaba desconectar un poco. Antes se pasó por el baño para hacer un pis, cuando se limpió se dio cuenta que estaba muy sensible. Todavía tenía el coño irritado de la sesión de sexo que había tenido 30 horas antes.

Sin subirse el pantalón, se puso de pie y apoyó la cara en la pared sacando el culo hacia fuera. Metió la mano entre las piernas recordando la depilada polla de Jan, tenía un sabor delicioso. Y estaba dura. Muy dura. Fantaseó que la tenía entre las piernas y que se la iba metiendo poco a poco, así comenzó a masturbarse, estaba tan excitada que no iba a tardar mucho en correrse, pero cuando estaba a punto de llegar al orgasmo se le vino a la cabeza su jefe, estaba detrás de ella y se desabrochaba el pantalón. Ahora era él el que ponía su pene entre las piernas de Claudia y el que se la follaba empotrando su culo.

Tuvo que morderse el puño cuando llegó al clímax.

Luego salió del baño como si nada. Se refrescó la cara frente al espejo y trató de calmarse respirando suavemente. Necesitaba tomarse un café y volver a centrarse. Lo malo es que parte de su trabajo era organizar las reuniones y los viajes que iba a hacer en las siguientes semanas con Basilio.

E iba a tener que pasar muchas noches en hoteles junto a él. Así le iba a ser muy difícil poder relajarse.

3

Judith estaba tumbada, desnuda, boca abajo y con la pierna derecha ligeramente flexionada. De su voluptuoso culo escurría, hacia las sábanas, el caliente y viscoso semen de Víctor, además tenía los dos glúteos colorados de los azotes que había recibido.

Víctor, también desnudo, estaba sentado en la mesa de su escritorio.

―Tenía algo a medias cuando has llegado ―le dijo a la pelirroja.

Terminó de hacer la reserva en el hotel de Fermín y Marisa donde siempre se hospedaba cuando iba a Menorca. En un par de semanas nacía su hija y quería pasar una temporada allí, pero no sabía cuánto tiempo.

―Todavía no me creo que vayas a ser padre, ¡vaya sorpresa!

―Yo tampoco me lo creo.

―Es una pena que te vayas a ir ahora, estamos tan bien juntos.

Se giró en la silla y se quedó mirando a la enfermera que no había cambiado la posición.

―¿Estamos bien, juntos?, pero si te vas a casar en menos de dos meses... no sé yo si quieres casarte realmente... últimamente vienes demasiado a verme.

―Ya te dije que queremos ser padres cuanto antes, así que voy a empezar a dejar de tomar la píldora, luego no vamos a poder vernos con mucha frecuencia.

―Por eso no hay problema ―dijo Víctor subiéndose a la cama y pegando un pequeño azote en el glúteo de Judith―. No me importa follarte solo por el culo... ya lo sabes...

―Mmmmmm, lo sé, pero seguro que algún día me pongo tan cachonda mientras me follas que te pido que te corras dentro... y prefiero evitar esa tentación...

―Lo haría si me lo pidieras, ¿eso te gustaría?...

―Me da morbo pensar esas cosas... ya sabes cómo me pones, me gusta follar contigo, pero quiero mucho a mi novio, no podría hacerle eso, si me dejaras embarazada no me lo perdonaría nunca, me encanta que me hagas de todo, pero después de la boda vamos a tener que vernos un poco menos, no quiero sustos...

―Ya me imagino... y cambiando de tema, ¿ya has pensado lo que te dije de la boda?, me encantaría que nos viéramos ese día y que pudiéramos hacer algo... supongo que estaré aquí ese día, no sé cuánto tiempo voy a estar en Menorca, de momento voy a coger una excedencia de tres meses en el hospital cuando se me acabe el permiso de paternidad, de todas formas, aunque siga por Menorca creo que vendré a la boda, esto de que vaya a ser padre ha cambiado mucho mis planes.

―Me encantaría que vinieras, pero ya te dije que ese día no, Víctor, ese día tienes que comportarte, no quiero arriesgarme a que alguien pueda pillarnos, además es el día de mi boda.

―Algo rápido, una paja, una mamada, quiero correrme viéndote con el vestido de novia puesto...

―¡No insistas, Víctor, no va a pasar nada!

―Suenas muy poco convincente mientras mi semen sale de tu culo ―dijo Víctor apartando sus nalgas con una mano.

―¡Eres un cabrón!, ¡menudo padre vas a estar tú hecho!, por cierto, no me has hablado nada de la madre... cuéntame algo de ella... solo por curiosidad.

―¿Y qué quieres que te cuente?, se llama Coral, es natural de allí de Menorca, creo que tiene unos 35 años, morena pelo corto, es guapa, profesora de instituto en la isla, no sé qué más decirte, estaba un día tomando una copa tranquilamente y la conocí así, a ella y a una amiga. Pasamos dos noches juntos.

―Pues anda, vaya puntería, ¿por qué la dejaste embarazada?, ¿no tomasteis precauciones?

―Una vez no, pero pensé que tomaba la píldora...

―¿Tienes alguna foto de ella?

―Pues creo que no... no sé ni su apellido.

―¡Qué pena!, me gustaría ver cómo es físicamente, lo mismo hasta hacíais buena pareja, ahora que vais a ser padres, ¿no has pensado que podrías tener una relación con ella?

―No, sinceramente no creo que funcionara, es muy buena chica y tal, pero ya sabes cómo soy, me llevaré bien con ella por la niña, además es muy maja y creo que nos vamos a entender sin problemas.

Justo en ese momento sonó el móvil de Judith que estaba sobre la mesilla.

―Joder, mi madre, voy a contestar que si no luego se pone muy pesada...

―Adelante ―dijo Víctor.

Cogió el móvil y echó a andar rápido hacia el baño para sentarse en el bidet.

―¡Que sí, mamá!, no se me ha olvidado... mañana te acompaño a hacerte la prueba del vestido, vaaaaale, luego te llamo y quedamos a una hora... que estoy ocupada... venga ciao.

Volvió desnuda a la habitación y se tumbó al lado de Víctor.

―Era mi madre, bueno ya lo has escuchado, que mañana se iba a probar el vestido que va a llevar a la boda... y voy a ir con ella...

―Tengo alguna foto de Coral aquí en el móvil del verano pasado, por si quieres verla, es de una excursión que hicimos a una calita...

―A ver, mmmmmm, es muy mona... parece muy guapa, y ahí juntos en la foto hacéis muy buena pareja.

Le fue enseñando fotos del día que estuvieron en la calita, luego salió una en la que estaba Coral con su amiga Luz, un selfie de los tres, otra de Víctor con Luz, y varias más de Víctor y Coral.

―¿Y esa pelirroja del bañador rojo?

―Es una amiga de Coral...

―¿También te la follaste?, jajaja...

―Jajaja no, aunque no fue por falta de ganas... sabes que me gustáis mucho las pelirrojas, además estaba casada, fuimos a una cala los tres solos, estuvieron todo el día en topless... así que imagínate...

―Vamos, que te pusieron cachondo las dos amiguitas...

―Mucho.

―Y por la noche te follaste a Coral.

―Sí, esa noche la dejé embarazada.

―¿Te acuerdas cómo te la follaste?, me daría morbo saberlo ―dijo Judith agarrándole la polla a Víctor y comenzando a meneársela.

―Más o menos sí...

―Pues empieza, cuéntamelo, soy todo oídos ―dijo la pelirroja pajeando más rápido la polla de Víctor que ya estaba completamente dura.

4

El martes después de comer, Claudia había quedado con su amiga Mariola para jugar un partido de pádel y me supuse que querrían hablar de lo que había pasado el fin de semana. Desde que habían empezado a verse solo hacía que imaginarme a mi mujer con su mejor amiga, era una fantasía que me volvía loco. Ver a Claudia follando con Mariola.

Mientras Claudia se preparaba subí a la habitación, se había puesto un conjuntito muy mono para el partido de pádel con su mejor amiga.

―Estás muy guapa, ¿así que has quedado con Mariola?, ¿le vas a comentar algo de lo que hablamos el otro día?

―Sí, hemos quedado para jugar, luego nos tomaremos algo, yo si quieres se lo comento, pero este fin de semana no va a ser, a ella le toca quedarse con Alba y yo quiero estar tranquila en casa con las niñas...

―Vale, no pasa nada...

―¿Tienes muchas ganas de verme con ella, eh?

―Ufff, ni te imaginas...

―Primero tengo que hablar con Mariola, pero el sábado nos lo cogemos para nosotros solos, si quieres envía un mensaje a Toni a ver si quiere quedar, ¿te parece bien?

―Me parece muy bien.

―Bueno, me voy, que al final llego tarde.

―Luego hablamos...

En cuanto salió de casa me conecté al chat y le mandé un mensaje a Toni a ver si podía quedar el sábado por la noche para tener una sesión de cibersexo. Ya llevábamos tiempo conectándonos con él, Claudia se desinhibía por completo delante de la cam y ahora teníamos mucha confianza con Toni al que habíamos contado todos nuestros encuentros liberales. Me seguía dando mucho morbo la idea de tener una cita con él, pero Claudia era muy reacia.

No creo que fuéramos a conocer nunca a alguien que tuviera una polla como la de Toni, una verga grande y proporcionada de 24 centímetros. Me daba morbo fantasear en el tremendo contraste que sería ver esa polla en el pequeño cuerpo de mi mujer. Tendría que ser tremendo.

No tardó en contestar Toni, por desgracia me dijo que el sábado había quedado para cenar con su novia Marta y unos amigos. Así que esa noche me tocaba estar a solas con Claudia. Seguro que a mi mujercita se le ocurrían varias ideas de lo qué hacer para no aburrirnos.

Habían terminado su partido contra otras dos chicas del club, luego se sentaron en la cafetería, intentando ponerse lo más apartadas posibles del resto de la gente. Mariola estaba más callada de lo normal. Algo le inquietaba después de la noche del sábado.

―¿Qué te pasa, Mariola?, ¿estás bien?

―Sí, ¿por qué lo dices?

―No lo sé, hoy estás rara, aunque ya me imagino...

―¿Te ha contado algo David?

―Sí, me lo ha contado todo... te voy a dar yo a ti ―dijo Claudia medio en bromas.

―Lo siento, tía, ya sé que habíamos hablado que tu marido y yo no podíamos hacer nada... pero la situación era, uffff, muy morbosa...

―Ya hablaremos de eso, ¿qué te pareció lo que pasó en Madrid?

―Joder, Claudia, ¿qué quieres que te diga? ¡Fue la hostia!, no me imaginé que me iba a gustar tanto, ¡¡no había tenido una experiencia así en la vida!!, me encantó todo...

―Sí, quizás nos pasamos un poco... David estaba preocupado el domingo...

―¿Por qué?

―No sé, estaba muy raro, parecía que le había dado un ataque de cuernos o algo parecido, no le sentó nada bien que le diéramos de lado cuando nos fuimos con los dos chicos.

―Yo pensé que eso era lo que le gustaba.

―Sí, le gusta eso, incluso le pone mucho la humillación y tal, pero quiere ser partícipe de lo que hagamos y el sábado dice que le dejamos al margen.

―Sí, puede ser, pero a veces es difícil compaginar las dos cosas, la humillación con hacerle partícipe de las decisiones, ¿qué quería?, ¿qué le presentásemos a los chicos que nos iban a follar?

―No, no es eso, pero a lo mejor sí que podríamos haber hablado con él y decirle que nos íbamos a ir al hotel con ellos, él lo habría aceptado, pero hubiera sido como que contábamos con él... bueno para otra vez será...

―Va a haber más veces, ¿verdad?, lo que hicimos en Madrid fue la leche, nunca había tenido una experiencia así, jamás pensé que tú ibas a hacer lo que hiciste, ¡¡cómo disfrutaste, zorra!!, ¿cuántas horas estuviste follando con ese tío?

―No lo sé, por lo menos cuatro, era una bestia... todavía estoy reventada, hoy no me podía ni mover en el partido, por cierto, ¿tu chico qué tal?

―El mío muy bien también, lo malo es que estaba casado y se fue deprisa, pero echamos dos polvazos buenos... cuando terminamos salí al pasillo y allí estaba tu marido, con la oreja pegada a la puerta de tu habitación, escuchando como te follaban...

Claudia se puso roja de vergüenza y le pegó un trago a su Coca Cola Zero Zero.

―Me dio pena y le dije que entrara conmigo, luego una cosa llevó a la otra y...

―Y le terminaste haciendo una paja ―dijo Claudia en bajito, acercándose a Mariola.

―Sí, tía, lo siento, era todo muy morboso, imagínate la situación, estábamos en la habitación y tú estabas gimiendo como una loca, David no se había corrido y le dije que se podía masturbar si quería, que no me importaba que lo hiciera, se sentó en la cama y...

―Llevaba una semana sin correrse el pobre, le tenía castigado...

―Así estaba el hombre, me dio pena, me puse detrás de él y... le acabé yo el trabajo, tampoco me tuve que esforzar mucho... ―dijo Mariola con una sonrisa maliciosa.

Y de nuevo Claudia volvió a ponerse colorada cuando se amiga le comentó el pequeño problema de eyaculación precoz de su marido.

―Pero no pasó nada más entre nosotros, eh...

―Menos mal, te parecerá poco hacerle una paja a mi marido.

―¡Joder, Claudia!, no te va a sentar mal eso ahora, ¿no?, tú estabas follando y bueno, fue como dar una pequeña recompensa a David, creo que se lo merecía.

―Luego le di yo otra recompensa...

―¿Otra? ¿Y eso?

―Cuando terminó Jan le llamé para que viniera a mi habitación y dejé que me follara...

―¿Delante de Jan?

―No, ya se había ido, pero antes le pedí que terminara encima de mí, ya sabes...

―¡Qué zorra! Y cuando llegó David a la habitación te encontró con la corrida del guaperas en tu cara...

―¡No, en la cara, no!, en el cuerpo, ¡no soy tan zorra!

―Sí, ya, jajajaja.

―Jajajaja.

―¿Y qué te dijo David cuando te vio así?

―Pues imagínate, se volvió loco, no te voy a contar más detalles...

―¿Te limpió el semen?

Se tapó la cara con las manos cuando volvió a ponerse roja por enésima vez.

―¡No me jodas!, dime que no te lo hizo con la boca ―exclamó Mariola.

Casi se atraganta mientras le daba otro trago a su Coca Cola.

―¡Qué hija de puta! ¡Dejaste a tu marido que te limpiara con la boca la corrida de otro! ¡Eres más puta de lo que pensaba!, mmmmmm, me encanta, ¡¡estás desatada!! ...dios, Claudia, me vuelves loca, tenemos que repetirlo cuanto antes... ¿y qué tal con el guaperas?, ¿follaba bien?

―Sí, follaba muy bien... aunque no era mucho de mi estilo.

―¿De tu estilo?, ¿de qué estás hablando?

―Pues de como lo hacía, a lo mejor era demasiado mecánico, no le gustaban mucho los previos y tal, nos besamos poco... se corría siempre dentro del condón, excepto la última vez, claro...

―Solo te quería para follar, ¡ufff, qué cabrón!

―Sí.

―Y tú eres mucho más morbosa que todo eso, te gusta morrearte con él, que te meta los dedos por el coño, que te lo coma...

―¡Vale ya, Mariola!

―Te gusta chuparle la polla, y ese tipo de cosas, ¿verdad?, ¿se la comerías, no?, ¡¡estaba muy bueno!!

―¡Mariola!

―¿Se la chupaste o no?

―Sí, pesada, claro que lo hice...

―Mmmmm, esa es mi niña, dime que tenía buena polla, ese tío tenía que tener buena polla seguro, con lo guapo que era y lo bueno que estaba...

―Muy buena e iba todo depiladito, llevaba unos tatuajes por todo el cuerpo...

―Joder, ¡vaya cara tienes ahora!, ¡¡te pones cachonda solo de pensarlo!!

―Anda, calla calla...

―A mí me pasa igual... llevo cachonda desde el sábado, tengo muchas ganas de volver a follar contigo, de repetir de lo de Madrid, de hacer otra locura...

―No creo que tardemos en repetir, David me ha dicho que quiere verme contigo... y cuanto antes mejor.

―¿David te ha dicho que quiere vernos follar juntas?

―Sí.

―Mmmmmmmmmm, ¡pues entonces tendremos que hacerlo!, este sábado tengo a Alba, pero si queréis para el próximo fin de semana, sin problema, podéis venir a cenar a mi casa y luego... lo que surja...

―Bueno, tranquila.

―¡No te imaginas las ganas que tengo de follar contigo, Claudia!, te juro que ahora mismo te lo comería...

―¡Mariola!

―Vamos, no me digas que no te gustaría...

Miró hacia los lados y luego se pasó el pelo por detrás de la oreja agachando la cabeza. Claudia siempre hacía ese gesto cuando se ruborizaba y Mariola la conocía muy bien.

―¡Lo sabía!, vamos al vestuario...

―No, tía, ¡aquí no!

―¿Quieres que follemos fuera en el coche?

―No, Mariola, esto es muy importante, tenemos que ser discretas, ¡joder, que pueden pillarnos!...

―¡Me da igual, ahora estoy muy cachonda!, vamos a ducharnos anda...

Cuando entraron a los vestuarios había otras dos chicas que se estaban cambiando. Mariola y Claudia sin decirse nada se fueron desnudando y se quedaron mirando sus cuerpos. Mariola se mordió los labios y sin que las dos acompañantes que tenían se dieran cuenta acarició con disimulo el culo a Claudia. Las dos chicas estaban terminando de vestirse y mientras ellas se envolvieron el cuerpo con una toalla para pasar a las zonas de las duchas.

Claudia colgó la toalla en la puerta de su ducha y abrió el grifo comprobando que el agua estaba caliente. Ni tan siquiera se imaginó que Mariola la iba a empujar para pasar juntas las dos y luego su amiga cerró la puerta.

―¡¡¿Pero, qué coño haces?!! ¡¡Aquí no!!

Se metieron bajo el agua y Mariola le apartó el pelo de la cara a Claudia antes comerle la boca. Con suavidad le acarició el culo con las dos manos pegando su cuerpo contra el suyo.

―¡Aquí no! ―dijo Claudia gimiendo y sacando la lengua para acariciar los labios de su amiga.

Sintió el dedo de Mariola rozando su coño y entonces Claudia reaccionó apartándola y abriendo rápido la puerta de la ducha para echarla fuera.

―¡Oye, déjame el champú que se me ha olvidado! ―dijo Mariola disimulando por si había alguien que las pudiera haber visto.

Luego se metió en su ducha privada. Le temblaban las manos y los pezones se le habían puesto muy duros. “Joder, estoy perdiendo la cabeza con esta zorra” se dijo Mariola para sí misma.

Las dos prácticamente hicieron lo mismo dentro de la ducha, aprovecharon para masturbarse un poco, aunque ninguna llegó a correrse, por lo que cuando salieron del agua todavía estaban más excitadas. Tapándose el cuerpo con la toalla fueron hasta el vestuario y se dieron cuenta de que no había nadie.

―Estamos solas ―dijo Mariola quitándose la toalla que cubría su cuerpo y mostrándose ante Claudia.

―Para, Mariola, ¡por Dios!

―¿No te gusto o qué? ―le dijo dándose la vuelta para mostrarle a su amiga su fantástico trasero y darse ella misma un pequeño azote en la nalga―. Sé que esto es lo que más te pone.

―Ufff, para, para, que puede entrar alguien...

―No hay nadie, venga, te da tiempo a agacharte y hacerme lo mismo que el otro día en el hotel...

Mariola se puso contra la pared del vestuario sacando el culo hacia fuera y se abrió los cachetes con una mano.

―Aquí lo tienes, vamos...

―Para, tía, joder, te lo digo en serio.

―No hay nadie y lo estás deseando, ¡vamos, hazlo!

Se lo pensó un par de segundos y miró a los lados para comprobar que efectivamente estaban solas. Dejó la toalla en el banco y completamente desnuda se agachó para pasar la lengua por todo el culo de Mariola. Luego se incorporó mientras se relamía los labios.

Su amiga se dio la vuelta, satisfecha. Se había vuelto a salir con la suya.

―Estás más caliente de lo que pensaba, lo vamos a pasar muy bien tú y yo delante de tu maridito, le vamos a dar una sesión que no va a olvidar en la vida.

―Para ya, me visto y me voy a ir que mañana tengo un día muy largo, tengo viajecito con Basilio, hemos quedado para comer en unas bodegas con el alcalde del pueblo.

―¿Ah sí? ¿Vas a follar con él mañana?

―Noooooooo...

―Ya, seguro, una vez que ese tío te la ha metido te va a querer follar más veces...

―Lo que pasó pasó, pero no creo que se repita... además, ahora tenemos que estar centrados en el trabajo, vamos a tener muchos viajes y comidas de estas...

―Sí, sí, ya me contarás... pero tú sabes tan bien como yo que ese cerdo te volverá a follar...

―Ay, déjalo, Mariola, no quiero hablar de eso...

―Pues yo sí, me has dejado cachondísima... esta noche en cuanto se duerma Alba me voy a hacer un dedazo pensando en que follamos delante de tu marido, acuérdate que tenemos pendiente utilizar el juguete que me compré...

―Me voy a ir ya ―dijo Claudia vistiéndose apresuradamente―. La semana que viene jugamos otro partido.

―Vale y ya quedamos para lo de la cena en mi casa con David, ¿no?

―Bueno, ya iremos viendo...

―Ya iremos viendo no, eso tenemos que cerrarlo ya...

―Hablamos, venga me voy.

Antes de que saliera del vestuario Mariola se puso delante de ella sobando el culo de Claudia, embutido en unas mallas deportivas, y le dio un pequeño muerdo en la boca que su amiga le correspondió.

―Me estoy encoñando mucho contigo...

―Veeeeenga, que tengo que irme...

―Pásalo bien mañana con tu jefe, zorra, jajajaja, ya me contarás...

A las 21:15 de la noche regresó Claudia de su partido, ya tenía a las niñas acostadas y las estaba leyendo un cuento antes de dormir. Claudia se quedó un rato con nosotros y luego nos bajamos al salón.

―Vamos a cenar algo rápido que no me quiero acostar tarde, ya sabes que mañana tengo el primer viaje con Basilio, empezamos la precampaña...

―¿Estás bien?, por cómo lo has dicho parece que no te apetece mucho...

―Es un poco coñazo esto, yo prefiero trabajar más en los despachos, estas comidas y reuniones con los alcaldes de turno no me gustan... y ahora vamos a tener muchas con la campaña electoral y alguna vez hasta me tocará dormir fuera...

―Con Basilio...

―Sí...

―Y después de lo que pasó la última vez con él... dime la verdad, Claudia, ¿tú crees que eso se va a repetir? ¿Vas a volver a follar con él?

―Ahora tengo muchas cosas en la cabeza, me vais a volver loca entre Mariola y tú... dejadme un poco tranquila... que sois muy pesados...

―¿Mariola? ¿Qué te ha dicho?

―Pues lo mismo que tú, y por cierto, ya le he comentado lo que hablamos el domingo, ya sabes, lo de vernos juntas y ella está encantada, quiere que vayamos a cenar el siguiente sábado a su casa...

―¿En serio?, mmmmmm, ¡madre mía, Claudia! ¡¡Qué bueno!!, solo de pensarlo... así que también hablas con ella de lo de Basilio...

―Sí, hablamos de todo, ya le comenté también que sé lo que te hizo en el hotel... así que tendremos que tratar eso y poner unas normas cuando quedemos con ella, sinceramente no me apetece mucho que hagas nada con Mariola, pero bueno... llegado el momento ya lo hablaremos...

―Lo que tú quieras, Claudia... ahhh por cierto, el sábado no puede quedar Toni, me ha dicho que había quedado con su novia.

―No pasa nada, mejor, tú y yo solos, hace mucho que no tenemos una noche para nosotros solos, ya se nos ocurrirá algo...

―Mmmmm, me da a mí que tú ya tienes algo en mente...

Después de cenar Claudia se acostó rápido, su marido se quedó un rato más en el salón viendo la tele. Se acordó de lo que había pasado en el vestuario con Mariola. Todavía estaba excitada y notaba un calor intenso en el coño. Acurrucada de lado se metió la mano entre las piernas para frotarse por encima de su fino pijama. Gimió en bajito, estaba muy sensible. Solo podía pensar en el culazo de su mejor amiga.

Se volvía loca con ese culo.

Meter la cabeza entre sus dos glúteos y sacar la lengua para comerle el ano le daba un morbo indescriptible. Se imaginó haciéndolo delante de su marido mientras éste se masturbaba mirándolas. Juntó las piernas con fuerza y tuvo un micro orgasmo, pero no llegó a correrse del todo. No quería hacerlo.

Quería estar cachonda para el día siguiente en su viaje con Basilio. No sabía qué era lo que le pasaba con su jefe, no entendía la atracción sexual que tenía hacia él. Podía follarse a quien quisiera, podía estar con tíos como Jan o Víctor, y sin embargo fantaseaba con Basilio, o con hombres más viejos como Don Pedro, el antiguo director del instituto.

Incluso tenía otro tipo de fantasías, tan fuerte y lascivas que ni si quiera se las había contado a su marido. Claudia no le podía contar que su mayor perversión era que un viejo desconocido la metiera mano delante de él. Era una antigua fantasía contra la que siempre había luchado internamente, pero ahora estaba desatada...

Y cada vez tenía menos control sobre su cuerpo cuando se excitaba.