Cornudo (29). Fuego en el cuerpo.

Novena y penúltima parte del tercer libro de la saga Cornudo

30

Estaban tumbados en la cama desnudos, acababan de echar el segundo polvo de la tarde. Judith se limpió con la mano los restos de la corrida de Víctor que le cruzaban desde el ombligo hasta las tetas y luego se fue chupando los dedos uno a uno.

―Ummmm, delicioso ―le dijo ella.

―Me encanta que pasemos la tarde del sábado juntos, cuando te cases no sé si podremos hacer estas cosas...

―Cuando me case espero seguir igual, ¿nos seguiremos viendo, no?

―Por supuesto, por mí no hay ningún problema, casi hasta me va a dar más morbo...

―¡Qué cabronazo eres!

―Lo sé, pero eso es lo que más te gusta de mí, no?, que sea un cabronazo, tenemos que pensar algo para el día de tu boda, apenas faltan tres meses para Junio y no hemos hablado nada...

―¿Y qué quieres que hablemos del día de mi boda?

―Pues exactamente no lo sé, me encanta que me hayas invitado, ese día quiero follarte con el traje puesto, o que me la chupes, tienes que buscar un hueco para mí...quiero ser el primero que te folle después de que te cases, quiero meterte la polla antes de que lo haga tu marido, ¿no te da morbo eso?

―Joder Víctor, deja de decirme esas cosas, uffffff, me pones muy cachonda, pero ese día no vamos a hacer nada ―dijo Judith abriendo las piernas y acariciándose el coño.

―¿Ya te estás tocando guarra?, acabo de follarte y ya tienes ganas otra vez...¿entonces lo quieres hacer?

―Nooooo, ¿cómo vamos a hacer eso el día de boda?, tienes que comportarte, ese día no va a pasar nada entre nosotros, tenlo por seguro.

―No voy a poder aguantarme, me encanta que me hayas invitado, hay que ser muy cerda para invitar al tío con el que le estás poniendo los cuernos a tu chico...

―Deja de decir eso.

―¿Por qué, te pone cachonda?, qué quieres que te haga ese día.

―Que no vamos a hacer nada Víctor, ¡no insistas!

―Ya verás como algo se nos ocurre, vas a estar muy cachonda solo de pensar en que estoy allí, no me digas que no te da morbo que te folle ese día.

―Joder Víctor.

―Mmmmmmm, eso es, acaríciate el coño, vamos, ¿van a ir más compañeros del hospital?

―Sí.

―Ellos saben lo nuestro, ya sabes que se rumorea por los pasillos desde hace unos cuantos meses, tu marido va a quedar como un cornudo...

―Cállate ya, todavía tenemos tres horas, quiero chupártela y que me la metas por el culo...

―Tienes mucho vicio, Judith...

―Lo sé ―dijo la enfermera pelirroja poniéndose a cuatro patas y empezando a darle lametazos en la polla.

―Joder, ufffff, hoy vas a volver a casa con una buena corrida dentro de tu culo...

De repente sonó el teléfono que el médico tenía en la mesilla, Víctor lo miró, dio al botón rojo de colgar y volvió a dejarlo, era Coral, la chica que había conocido en Menorca en verano unos meses atrás, “qué pesada, qué querrá esta”, pensó mientras Judith se esforzaba en que se le pusiera dura metiéndose los huevos en la boca.

Coral, llamada perdida...(3)

Era la tercera vez que Coral le llamaba durante el día, tenía que ser algo importante, apenas se conocían, solo de un fin de semana, aunque es verdad que quedaron en que iban a seguir en contacto y al final no lo habían hecho, pero le parecía raro la insistencia de ella. “Seguramente es que viene de viaje a Madrid y querrá verme”, pensó Víctor.

Esa tarde Víctor terminó complaciendo a la enfermera y se la folló por el culo como ella le había pedido, luego Judith se pegó una ducha y volvió a casa con su futuro marido. Cuando Víctor se quedó a solas cogió el móvil, tenía un WhatsApp de la chica de Menorca.

Coral 19:34

Hola, soy Coral, no sé si recuerdas quien soy, espero que sí, oye llámame cuando puedas, es importante.

Y ese era el misterioso mensaje que le dejó, así que Víctor en cuanto lo leyó la llamó por teléfono.

―Hola Víctor, por fin te localizo, te he estado llamando...

―Hola Coral, he visto tus llamadas y el mensaje, perdona por no haberte contestado, no he podido,¿estás bien, pasa algo?, cómo me has puesto que es importante...

―Sí, estoy bien, te he llamado porque bueno, hay una cosa que te quería decir...

―Dime...

―Verás, cuando estuvimos juntos en verano, pues, a ver cómo te digo esto...bueno, ¡qué estoy embarazada de ocho meses y tú eres el padre!

―¡¡¡¿Cómo dices?!!!

―Pues eso, no te había querido decir nada, había pensado no hacerlo, pero lo he estado dando vueltas y creo que deberías saberlo, en unas semanas vas a ser el padre de una niña...

―Pero tomabas la píldora me dijiste...no sé, ¿estás segura que es mío?

―Claro que es tuyo, en esos meses no estuve con nadie más, pero vamos si quieres hacerte las pruebas no tengo ningún problema en ello...yo no quería esto, pero son cosas que pasan...

―Joder Coral, es que no sé qué decirte...me he quedado blanco...no sé...

―Tranquilo, no quiero nada de ti, ni te voy a pedir dinero ni nada, ni quiero que estemos juntos, ya soy mayorcita para cuidarme sola, pero quiero darte la opción de que puedas elegir, o te hagas cargo de la niña, o de que la veas, te guste o no eres su padre.

―¡Madre mía!, que fuerte suena eso, voy a ser padre...y bueno ¿tú estás bien, la niña está bien?, ¿por qué no me lo has dicho antes?

―No iba a decirte nada, pero tampoco lo veía justo, al menos quiero que lo sepas y ahora ya puedes hacer lo que quieras...también me gustaría que te hicieras las pruebas de paternidad, para que no tengas dudas de que eres el padre, yo no tengo dudas, pero no quiero que tú las tengas...

―Vale, ya hablaremos de eso, no te preocupes, perdona Coral, pero me he quedado muy descolocado, te puedes imaginar, esto me va a cambiar la vida...es una sorpresa enorme.

―¿Una sorpresa buena o mala?

―No sé, estoy muy descolocado, deja que lo piense unos días, puede que me gusta la idea de ser padre de una niña...pero tengo que asumirlo todavía...

―Bueno Víctor, te tengo que dejar, vamos hablando.

―Sí, vale, ¿te importa si te llamo mañana que ya lo habré asimilado un poco más y hablamos un rato?

―De acuerdo.

―Pues en eso quedamos, hasta mañana Coral.

―Hasta mañana.

Víctor se quedó pálido, le temblaban las manos y se levantó rápidamente a servirse una copa. Todavía no podía creerse la noticia que le acababan de dar. Iba a ser padre.

Recordaba perfectamente a Coral, aquella morena con el pelo corto con la que había pasado un fin de semana en Julio, era una chica muy agradable y ahora debía lucir una buena barriga, con una pequeña dentro que iba a ser su hija.

Le gustaba mucho la noticia, de repente se sintió eufórico, estaba muy contento y eso que no pensaba ser padre, sin embargo nunca se sintió tan solo como aquella tarde. No tenía ningún buen amigo con el que compartir la noticia, todos se habían ido apartando de él y apenas le quedaban sus padres y algún familiar. Así que de momento no avisó a nadie y disfrutó la copa recordando ese fin de semana que había pasado en verano junto con Coral, era una chica que tenía unos diez años menos que él, guapa, inteligente, profesora de instituto. Quizás era algo forzada la idea, pero ahora que iban a ser padres se le cruzaron muchas cosas por la cabeza.

De momento solo sabía que quería estar presente cuando naciera su hija. Cogió el móvil y se puso a buscar los vuelos de avión que había disponibles para Menorca dentro de quince días.

Andrés y Paloma dejaron a las niñas en casa de los padres de él y fueron a una nueva sesión de terapia de pareja a la que llevaban meses asistiendo. Entonces mientras iban en el coche Andrés volvió a sacar el tema, no pudo aguantarse más, tenía que decirle a su mujer lo que tenía en mente.

―Ya estamos terminando la terapia, estoy muy contento de cómo nos está yendo ―dijo Andrés.

―Sí, yo también, es evidente que hemos mejorado mucho estas últimas semanas.

―Sí, además en todos los aspectos, sobre todo en el tema sexual, y sobre todo desde el día en que salimos...bueno, ya sabes.

―Andrés no empieces otra vez...

―¿Pero por qué no?, ¿tan malo fue?, lo pasamos fenomenal y luego tuvimos sexo en el hotel como no habíamos tenido nunca.

―Lo que pasó fue muy raro Andrés, ya lo sabes, quisiste que me vistiera igual que la noche en la que pasó lo de Víctor, fue...

―¿Fue qué?, no me digas que no disfrutaste, no solo fue lo que pasó en el hotel, también en el bar, me encantó cómo te miraban esos jovencitos, cómo te deseaban, y eso hacía que yo tuviera todavía más ganas de estar contigo...dejaste que te tocara en el bar, me rozaste con las tetas...

―Ya sé lo que hicimos, pero se acabó...

―Quiero que volvamos a hacerlo de nuevo, ¿qué problema hay?, estuvo muy bien...

―Si quieres lo hablamos luego con Elena, a ver qué opina.

―Esto es una cosa nuestra, no quiero que hablemos de ello durante la terapia.

―Andrés, ahora estamos muy bien, no quiero que entremos en ese juego que no sabemos hacia donde nos va a llevar.

―Vamos a hacerlo una vez más, solo una, tampoco te estoy pidiendo que lo hagamos todas las semanas...venga Paloma, ¿qué te cuesta?

―Podemos ir a cenar cuando quieras, podemos salir luego a tomar una copa, incluso ir a un hotel si es lo que quieres, pero lo de la ropa no...no vamos a volver a hacer eso.

―¿Por qué?, yo creo que el tema de que te vistieras igual que en Barcelona fue lo que hizo que esa noche fuera tan morbosa, reconoce que estabas muy excitada y yo también.

―No quiero estropear meses de terapia por esto, es muy arriesgado Andrés.

―No es arriesgado, es un juego nuestro, un juego picante, sexual, así salimos un poco de la monotonía.

―Esto deberíamos hablarlo con Elena, creo que deberíamos hacerlo antes de dar un paso en falso.

―Está bien, ¿y qué nos va a decir la psicóloga?, que lo hagamos, que no lo hagamos, es una cosa nuestra, no tenemos por qué contarle todas nuestras intimidades.

―Mira Andrés, llevamos meses con esto, con la terapia, ahora estamos fenomenal otra vez, creo sinceramente que estamos arreglando muy bien lo nuestro, pero si hacemos eso sería como dar un paso atrás, no podemos estar recordando constantemente lo que pasó esa noche...

―Yo no quiero recordarlo, solo quiero que te vistas igual.

―¿Pero por qué quieres hacer eso?, ¿te excita eso o qué?, te excita que me vista igual que la noche en que cometí el mayor error de mi vida, no ves que si me haces que me vista otra vez así es como que me estás recordando constantemente que me equivoqué, es muy duro para mí que me pidas eso...

―Perdona Paloma, no quiero que lo veas así...

―Pues así es como me siento...

―Me excita mucho verte así vestida, no sé por qué, me gusta que otros te deseen, fantaseo con eso, incluso a veces me imagino lo que pasó entre tú y Víctor y por eso es lo de la ropa, lo siento...no quería decírtelo...

―¿Quieres decir que te imaginas lo que pasó entre Víctor y yo?, pero en qué sentido, ¿te excita pensar eso o qué?...me estoy quedando alucinada contigo Andrés...

―No sé si me excita o qué, me da morbo...

―Te da morbo lo que pasó con Víctor, ¿pero tú te escuchas hablar?, ahora sí que creo que deberíamos tratarlo con Elena, no es muy normal esto que me estás contado...

―Ya estamos con Elena, si lo llego a saber no te digo nada...olvídalo, da igual.

―Ahora no quiero olvidarlo, creo que esto es importante para ti y deberíamos tratarlo en la terapia.

―Da igual, haz lo que quieras...

Entraron en la sesión de terapia y Andrés estuvo bastante callado toda la hora, finalmente Paloma no quiso sacar el tema con la psicóloga viendo que su marido estaba molesto, pero mientras volvían en el coche a buscar a las niñas retomaron la discusión.

―Parece que estás enfadado, no entiendo el motivo...

―Ya lo sabes Paloma.

―Ahora tenemos que arreglar este tema, no podemos dejarlo así...a ver, ¿qué quieres hacer?

―Ya te lo he dicho antes, sería volver a repetir lo que hicimos la otra vez, solo una vez más...

―Mira, lo voy a hacer, pero esta vez sí que va a ser la última, luego no quiero que vuelvas a hablar de ello o si no sí que me voy a enfadar, pero de verdad, ¿de acuerdo?

―¿En serio Paloma?, pero yo quiero que lo hagas bien, que lo disfrutemos, no que estés enfadada y lo hagas para que me calle...

―Lo voy a hacer bien, tranquilo, pero luego se acabó, ni una vez más...

―Gracias Paloma...ya verás cómo lo pasamos igual que la otra vez...solo nos queda ver qué fin de semana lo hacemos.

31

El jueves después de comer llamé a Claudia, se había ido de viaje de trabajo a Madrid con Basilio, por la mañana habían tenido reunión con miembros de la Consejería de Educación de otras CCAA. Estas reuniones eran bastante frecuentes, hacían una o dos al mes y algunas veces hasta pasaban la noche en un hotel en Madrid, como era el caso.

―¿Qué tal ha ido la reunión por la mañana?

―Pues bien, como siempre, ahora estamos en la sobremesa, ya sabes que se suelen alargar bastante, luego tenemos cena también...¿las niñas han comido bien?

―Sí, las he hecho unas hamburguesas y fenomenal, ahora están en su habitación haciendo los deberes.

―Vale, perfecto, luego cuando vaya al hotel te llamo, espero descansar un rato antes de ir la cena...

―Muy bien, venga, pásalo bien...

Cuando colgué a Claudia encendí el ordenador portátil y entré al chat para ver si Toni estaba conectado. Le mandé un mensaje y dejé el chat abierto por si me contestaba. Mientras las niñas terminaban de hacer los deberes me quedé un rato solo en el salón, recordando cómo había transcurrido la semana.

Llevaba unos días con una excitación importante, concretamente desde el sábado cuando Claudia había regresado de la cena en casa de Mariola. Vino por la mañana, sobre las diez, había pasado la noche con Mariola y luego se había quedado a dormir con ella.

Cuando volvió a casa me contó un poco lo que habían hecho, pero no tenía ganas de sexo, me parecía lo más normal del mundo, después de haberse corrido cuatro veces con us amiga, según me contó.

Al día siguiente me relató con todo detalle el encuentro con Mariola, en cuanto se acostaron las niñas me contó lo que habían hecho y me puso cachondísimo. Luego se colocó uno de los arnés y me folló de pie en nuestra habitación frente al espejo. Mientras me enculaba, me agarró la polla, que completamente erecta, golpeaba contra la cómoda a cada embestida y me pegó varias sacudidas hasta que me hizo correr.

Durante el resto de la semana no me pude sacar de la cabeza el encuentro de mi mujer con su amiga. Según Claudia lo había pasado tan bien, que estaba segura de que iban a volver a repetir, aunque tampoco quería que sus encuentros fueron muy frecuentes, pues para ella era más importante tener a Mariola como amiga que como amante.

No me lo podía creer, Claudia me estaba poniendo los cuernos con su mejor amiga. Además por lo que me contaba mi mujer Mariola estaba a empezando a fantasear con nosotros y quería ocupar de alguna manera el espacio que había dejado Víctor. Ya le había propuesto a Claudia que yo las acompañara alguna vez cuando salían de fiesta e incluso le había dicho que no la importaría follar con mi mujer delante de mí.

Claudia de momento no quería que hiciéramos esas cosas, pero yo solo con fantasearlo me ponía a mil. Me ponía mucho imaginarme a Claudia follando con otra mujer, sobre todo con la pija de Mariola, que a parte de que estaba muy buena me estaba empezando a provocar un morbo parecido al de mi cuñada Marina.

Por la tarde volvió a llamarme Claudia, ya estaba en el hotel y se había ido a descansar un poco, antes de pegarse una ducha y cambiarse de ropa para la cena. Yo acosté a las niñas y un rato más tarde me llegó una notificación de Toni24.

- Hombre David, ¿qué te cuentas?

Él sabía que estaba solo, pues me había conectado desde una cuenta privada que no conocía mi mujer.

- Pues nada aquí estoy, que hoy se ha ido Claudia a Madrid con su jefe.

- Y te has quedado solo.

- Sí.

- ¿Cómo va la semana?, a ver si la semana que viene nos podemos conectar, que tengo muchas ganas de hacerme una buena paja con tu mujer...

- Sí, mándanos un mensaje a la otra cuenta y quedamos un día.

- Hecho.¿Qué tal el otro día Claudia con su amiga?, que no sé nada.

- Pues parece ser que se lo pasaron muy bien, debieron estar toda la noche follando, me dijo Claudia que se había corrido cuatro veces con Mariola, se hicieron de todo.

- Mmmmmmmm joder, que bueno cornudo, ¿te gusta que Claudia folle con otra mujer?

- Sí, me da mucho morbo.

- Eso está muy bien, a mí también me pone mucho imaginármelo, me gustaría verlo.

- Propónselo a Claudia, su amiga sabe que nos conectamos contigo y es una morbosa de cuidado, seguro que no tendría problemas en follar con Claudia delante de la cam para que las veas.

- Joder, ¿no me digas?, o sea que sabe que os conectáis conmigo por la cam.

- Sí, Claudia se lo ha contado.

- Mmmmmmmmm, interesante, pues me encantaría hacerlo, hacerme una buena paja delante de Claudia y su amiga.

- Sí, sería muy morboso, cada vez me pone más Mariola.

- Ufff, Claudia está desatada, echa mucho de menos la polla de Víctor y como no tiene a otro hombre se lo monta con su amiga, es peligroso eso.

- Sí, ¿por qué?

- No sé, es su mejor amiga, vais a tener que saberlo llevar muy bien, no es como con Víctor que le veíais de vez en cuando y controlando vosotros los tiempos, Mariola es su mejor amiga, cabe la posibilidad de que entre ellas terminen bastante mal, no sé si lo habías pensado.

- Pues no, están empezando ahora y se las ve muy bien juntas, el otro día estuvimos en un centro comercial con ella y nuestras hijas y están igual que siempre.

- Sí, eso es ahora al principio, luego si empiezan a follar a menudo...será raro también entre ellas, yo te digo que creo que eso no va a acabar muy bien, al final tendrán que decidir, o seguir siendo amigas o follar juntas...

- No lo había pensado.

- Me encanta que Claudia esté tan desatada, yo lo que quiero es que un día quedéis conmigo, ¿tú crees que Claudia aceptará que nos veamos?

- No lo sé, ahora te diría que no, pero no lo descarto, yo por si acaso le sigo hablando de ti de vez en cuando, fantaseamos con tu polla, en cómo te la follarías y Claudia se excita mucho, lo que tiene miedo es que si quedamos en persona te perdamos como amante virtual, a Claudia le gusta mucho exhibirse así por la cam y si quedamos contigo y te conocemos ya no sería lo mismo y luego tendríamos que estar buscando a otro para conectarnos y Claudia no quiere eso...

- Entiendo, ¿y viendo así a tu mujer no te preocupa que con tanto viaje un día acabe follando con alguno?, por ejemplo con su jefe o algún político de esos con los que se ve...

- No, no me preocupa, si lo hace no voy a decir nada, pero no creo que folle con Basilio, no es un tío muy agraciado...jajajaja, si le conocieras lo entenderías, además prefiere ganar las elecciones que follarse a Claudia, es de estos que solo piensa en el trabajo y en la política y en ascender a base de contactos, de lamer traseros...ya sabes...

- Sí, me imagino.

Mientras seguíamos hablando le mandé una foto de Mariola y Claudia en biquini.

- Mmmmmmm, joderrrrr, que buenas están...

- Hoy me apetece hacerme una paja con Mariola, ¿te gustaría?

- Por mí, perfecto.

Luego le mandé otra foto de las que me mandaba Claudia cuando salían de fiesta juntas.

- Vaya dos zorras, estas cuando salen tienen mucho peligro, y tú en casita como un pobre cornudo mientras Claudia está zorreando con la puta de su amiga.

- Joder, sí.

- Ya te estás pajeando cornudo?

- Sí.

- Yo también, se me ha puesto muy dura en cuanto he visto a Claudia y a Mariola.

- ¿Te parece que está buena su amiga?

- Me parece que está buenísima, es una pija como tu mujer, me encanta como lleva esa media melena...tiene buenas curvas, menos tetas que Claudia...

- Sigue, hazme una descripción de ella.

- Tiene un cuerpazo, unas tetas pequeñas pero bien puestas, y el culo es distinto al de Claudia, más grande, algo más ancho, pero tiene un pedazo de trasero, el de tu mujer es redondito, pequeño, me gusta mucho, el de Mariola es más grande, se nota que se lo ha currado en el gimnasio...me follaría a las dos por el culo.

- ¿Qué te gustaría hacerle a Mariola?, lo que más te gustaría...

- Me gusta mucho su culo, lo que más quizás follármela a cuatro patas, sodomizarla, aunque también me gustaría una buena mamada mientras me mira con esa cara de pijita...

- Mmmmmmmmm, no me falta mucho para correrme...

- A mí tampoco cornudo...

- Tiene que ser un espectáculo ver como se enrolla con Claudia, las dos desnudas...en la cama, ¡joder qué pasada!

- Me ha dicho Claudia que han hecho de todo, se han comido enteras, la boca, las tetas, el coño, hasta el culo se han lamido...

- ¡Ufff qué zorras!

- Voy a correrme.

- Yo también, ¿te imaginas que un día las veo follar por la cam?, me encantaría que estuvieras conmigo, yo viéndolas follar y tú a mi lado haciéndome una paja mientras tu mujer te pone los cuernos con su mejor amiga.

- Joder Toni.

- Diossss, me encanta.

- Te pondrías tan caliente que hasta me comerías la polla por la cam delante de ellas, te verían como me la chupas..

- Me voy a correr...

- Yo también...

- Diossssssss

Terminé corriéndome sobre mi cuerpo mientras miraba la foto de Mariola con Claudia y leía lo que me escribía Toni24.

- Joder qué bueno, vaya lefada que me he pegado con Claudia y su amiga.

- Yo también.

- Esto lo tenemos que repetir cornudo.

- Hecho, cuando quieras...

Entró en la habitación y se pegó una ducha de agua fría, luego tranquilamente se puso ropa cómoda y llamó a su mujer para hablar con ella. Intentaba no pensar en Claudia, pero le era muy difícil no hacerlo. Basilio estaba contento, eufórico, en un par de meses eran las elecciones municipales y las perspectivas eran muy buenas en la intención de voto, además el rumor de que el Consejero de Educación no iba a continuar se había extendido como la pólvora por la Consejería.

Había llegado su momento.

Desde que estaba con Claudia le iba todo perfecto, no podía haber elegido una mejor candidata para el puesto, era muy lista, trabajadora y había entendido perfectamente su papel en lo que a relaciones públicas se trataba. Quería tenerla a su lado durante mucho tiempo, sin embargo era muy guapa, quizás demasiado, y estaba empezando a pensar cosas que no debería, pero no podía evitarlo. Le excitaba mucho como vestía, esas faldas tan cortas, las camisas con un botón abierto, los leggings, las botas altas, los zapatos de tacón, los jerseys de colores. Todo le quedaba perfecto. A parte del cuerpazo que tenía.

Intentaba disimular lo que podía, pero cada que vez que rozaba su cuerpo mínimamente, un pequeño toque en su hombro, en su espalda en un gesto cortés para que pasara delante cuando cruzaban una puerta, notaba una excitación que cada vez iba a más. Incluso últimamente cada vez que estaba con ella terminaba empalmado. La última vez había sido en el viaje en AVE esa misma mañana, todo el camino oliendo su perfume y fijándose en el cruce de piernas de Claudia le había provocado una erección bajo los pantalones.

Antes de salir a cenar se pegó otra ducha de agua fría y después y se cambió el traje, la camisa y la corbata.

Claudia se estaba acabando de preparar, no tenía muchas ganas de salir aquella noche, solo esperaba que la cena no se alargara mucho. Tampoco se había vestido muy elegante, un vaquero ajustado, zapatos de tacón y una camiseta blanca de manga corta metida por dentro del pantalón, junto con una americana.

Estaba harta de esas cenas, prefería estar en casa con su marido y las niñas, por la mañana habían tenido reunión, luego comida y ahora otra vez a cenar con los mismos amigos de Basilio. Después de  cinco meses con ellos ya les conocía perfectamente, hablaba con uno sobre sus hijos, con otro sobre sus aficiones, con otro de las series que veían, sabía perfectamente que tema tratar con cada uno, siempre ante la atenta mirada de Basilio, que asentía con una sonrisilla de satisfacción.

Bajó al hall del hotel donde había quedado con Basilio.

―Buenas noches, estás muy guapa Claudia ―le dijo a modo de saludo antes de ponerle la mano sobre la espalda para acompañarla fuera del hotel.

Un taxi les llevó hasta el restaurante donde llegaron los primeros. Era otra de las cosas que le encantaba a su jefe, llegar el primero para ir recibiendo a los invitados. Cuando estuvieron todos pasaron a cenar. El evento se alargó más de lo esperado, les solían reservar un sitio en el restaurante apartado del resto de comensales y cuando terminaban siempre se tomaban unas copas, que hacía que la reunión se volviera más distendida.

Aquella noche Basilio estaba más contento y hablador de lo normal, les prohibió a todos que se fueran para casa.

―De eso nada, esta noche nos vamos a tomar otra copa, que invito yo, vienen unas semanas duras de mucho trabajo y va a pasar un tiempo hasta que volvamos a vernos.

Cuando salieron del restaurante fueron a la discoteca donde solían ir, les reservaban una zona VIP donde no les molestaba nadie. Tenía cuatro sofás y una mesa en el medio y una chica venía de vez en cuando para tomarles nota de lo que iban a tomar. A los políticos les encantaba sentarse con Claudia, que solía estar muy bien acompañada, se habían distribuido dos, dos y tres, dejando un sofá libre. Claudia estaba sentada en medio de dos políticos mientras Basilio hablaba con otro, prácticamente sin prestar atención a lo que le estaba contado.

Ya solo tenía ojos para Claudia, a pesar de haberse pegado una ducha fría ya se le había pasado el efecto y bajo la americana notó que el sudor le empapaba las asila, pero se mantenía firme sin quitarse la parte de arriba, no así sus colegas que estaban todos en camisa y con el nudo de la corbata desabrochado.

Claudia también se había quitado la chaqueta y estaba tan solo con el vaquero y una camiseta blanca. Basilio no podía dejar de mirar el cruce de piernas y como hablaba con sus colegas, lo hacía indistintamente con los dos que tenía a los lados, que no le daban tregua y reclamaban su atención constantemente.

Basilio se seguía fijando en Claudia, en lo bien que le quedaban esos pantalones, en sus zapatos de tacón, en los gestos que hacía, cómo se pasaba el pelo por detrás de la oreja, no estaba en absoluto intimidada en aquel ambiente de hombres, más bien al contrario, se manejaba perfectamente y aparentaba tener todo controlado, mientras de vez en cuando le daba un trago a la copa. Luego se levantó y en vez de dejar la copa en la mesa que tenía en frente se la dio en la mano al político que tenía a su derecha para que se la sujetara.

Bordeó la mesita y salió andando por un pasillo, antes le echó una mirada a Basilio y se le escapó una pequeña sonrisa. Aquel pequeño gesto hizo que a Basilio se le pusiera la polla endiabladamente dura.

Claudia le había sonreído.

Luego hizo lo mismo que el resto de acompañantes, se volvió para mirar el culazo de Claudia, que lucía pequeño, redondo y duro bajo esos pantalones vaqueros tan ajustados mientras caminaba en dirección a los baños.

Claudia no tardó en regresar del baño y al pasar por el sofá donde había estado sentada le cogió su copa de la mano al político que se la seguía sosteniendo y se dirigió donde estaba Basilio con otro acompañante.

―¿Me dejas?, quiero hablar con Basilio...

―Sí, por supuesto ―dijo éste dejando su sitio a Claudia.

Todos observaban la escena detenidamente, pero eso a Claudia le daba igual, cruzó las piernas y se pegó lo máximo que pudo a Basilio, que puso una mano sobre el muslo de Claudia y le dio un par de golpecitos, para luego retirar la mano.

―Vienen un par de meses muy duros, mucho trabajo con las municipales, pero luego tendremos nuestra recompensa cuando ganemos ―le dijo Basilio.

―Eso espero.

―Ya verás cómo sí, ahora te quiero al 120%, como hasta ahora, me has demostrado que no me he equivocado contigo.

―Gracias Basilio, eso intento.

―Hacemos un equipo muy fuerte tú y yo, de momento hemos conseguido todo lo que nos hemos propuesto, me consta que nos van a tener muy en cuenta cuando ganemos las elecciones.

―No lo sé, a mí esas cosas no me interesan, de verdad.

―Lo sé, tú tranquila, espero tenerte muchos años a mi lado, aunque no crea que pueda retenerte mucho tiempo...si aprendes bien de mí, vas a llegar muy lejos, acuérdate de estas palabras.

―Me vas a poner roja, tanto halago.

―Es lo que te mereces, pero no podemos bajar la guardia, ahora tenemos semanas con muchas reuniones, muchos viajes, mitines, hay que estudiar un par de buenas propuestas para el programa electoral...

―Entiendo, bueno Basilio, creo que es un poco tarde, había pensado que ya me iba a ir, a estos les veo muy animados, no tienen pinta de querer irse todavía al hotel.

―Sí, tienes razón, creo que yo también me voy a ir contigo, si no te importa.

―Claro que no.

Se pusieron de pie y Claudia cogió la americana que tenía perfectamente doblada en uno de los sillones, para empezar a ponérsela.

―Nosotros ya nos vamos ―anunció Basilio.

―¿Ya?, pero si es muy pronto...

―Ya hasta después de las elecciones no volvemos a vernos, mucha suerte a todos y trabajad duro, pasadlo bien, podéis pedir lo que queráis, esto va a mi cuenta.

El resto de acompañantes se pusieron de pie y uno a uno fueron despidiendo a Claudia dándola dos besos y estrechando la mano a Basilio. Cuando terminaron Basilio le pasó el brazo por la espalda a Claudia y con la otra mano le señaló el camino de la salida.

―Por favor.

Salieron andando de la discoteca sin que en ningún momento Basilio retirara la mano que tenía sobre la espalda de Claudia. Cogieron un taxi que les llevó hasta el hotel y al volver a entrar hizo lo mismo. Este gesto de educación era muy característico de Basilio, pero lo hacía durante unos segundos, normalmente hasta que cruzaban la puerta, sin embargo lo mantuvo durante el pasillo del hotel hasta que llegaron a los ascensores.

Claudia no le dijo nada, pero no le parecía muy normal que Basilio fuera con el brazo constantemente rodeando su cintura, parecía que iban agarrados como si fueran pareja. Basilio estaba muy raro y ella estaba incómoda con la situación. Lo que Claudia no se imaginaba es que él llevaba una importante erección bajo los pantalones y que le palpitaba la polla a cada paso que daban sintiendo el movimiento de su cadera.

Mientras esperaban el ascensor tampoco se separó de ella y cuando abrió la puerta le señaló con la otra mano.

―Por favor.

Pasaron dentro y Basilio marcó el número de planta en la que estaban, mientras subía el ascensor Basilio seguía agarrado a su cintura, como si fuera lo más normal del mundo y cuando llegaron a su planta echaron a andar por el pasillo hasta la puerta de la habitación.

Claudia no le había querido decir nada, le parecía muy violento decirle a Basilio que le quitara la mano de encima, pero aquella situación le parecía absurda y rara, que Basilio fuera así llevándola agarrada por la espalda, sin embargo ella tenía una sensación extraña, una mezcla intermedia entre cuando tenía los encuentros con Víctor y las reuniones con el viejo director.

Sentir la mano de Basilio rodeando su cintura le habían provocado una sensación morbosa y estaba en el mismo punto que cuando estuvo sentada en su cama, donde incluso estaba dispuesta a besarse con él. Llegaron a la puerta de su habitación.

―Bueno, pues esta es la mía...

―Que pases buena noche ―dijo Basilio acercándose a ella para darle dos besos fuertes en sus mejillas.

―Igual, hasta mañana...

Se quedaron mirando un par de segundos, la situación era incómoda y Claudia pensó que Basilio iba a intentar besarla, aunque no estaban los suficientemente cerca para poder hacerlo. Basilio fue a decir algo, pero finalmente no lo hizo y se dio media vuelta para echar a andar hacia su habitación, que estaba cinco metros más adelante, pero cuando solo había dado dos pasos se giró.

―¡Claudia!

―¿Sí? ―dijo ella que había puesto ya un pie dentro de la habitación.

―Ehhhh...¿te apetece una copa?

―¿Ahora?

―Sí, no hace falta que salgamos, podemos tomarla en mi habitación.

―Buffff, es un poco tarde, gracias de todas formas, puede que otro día...

―Sí, si claro, es un poco tarde...disculpa.

―No, no pasa nada, muchas gracias.

―Buenas noches Claudia.

―Buenas noches.

Basilio entró dentro de la habitación, menuda vergüenza acababa de pasar, le había costado mucho decidirse a invitar a Claudia, solo lo había hecho porque ella parecía que estaba dispuesta, pero luego le había rechazado. Y él no estaba acostumbrado a que le rechazaran.

“Mierda, qué he hecho”

Se quitó la americana tirándola encima de la cama, dejó las gafas encima de la mesilla y se quedó de pie a la puerta del baño mientras se desabrochaba la corbata. Miró la ducha, tenía que pegarse otra ducha de agua fría, se sentía fatal, no entendía qué es lo que le pasaba con aquella mujer. Se estaba empezando a obsesionar con Claudia.

No era ni medio normal la erección tan dolorosa que lucía bajo los pantalones. No recordaba un calentón así desde su época adolescente. Bajó la mano para acariciarse por encima del pantalón.

“No, no, no, no puedo hacer eso”.

Solo tenía dos opciones. O se hacía una paja o se pegaba una ducha de agua fría. La tercera del día.

Sobre las 4 de la mañana recibí una llamada de Claudia, me desperté sobresaltado escuchando como vibraba el móvil en la mesilla, la primera reacción fue asustarme un poco, no era muy normal que mi mujer me llamara a esas horas de la madrugada.

―¿Qué pasa Claudia?, estás bien, es muy tarde...

―No, no pasa nada, solo quería llamarte...

―¡Ah joder, vaya susto!...

―No, no pasa nada, tranquilo, acabo de llegar a la habitación...

―Ah vale...uffff, todavía tengo el corazón acelerado.

―No quería asustarte, perdona, es que me ha pasado una cosa, y bueno por eso quería llamarte...

―¿Una cosa?, ¿qué te ha pasado Claudia?

―Es Basilio.

―¿Basilio, qué pasa con él?

―Pues no lo sé muy bien lo que ha pasado, supongo que se me acaba de insinuar.

―Joder, ¿en serio?, ¿se te ha insinuado Basilio?

―Sí, la verdad es que ha estado muy raro toda la noche, lleva una temporada que ha cambiado, yo creo que cada vez suena más el rumor de que va a ser el próximo Consejero de Educación de la Comunidad y está distinto, por lo menos conmigo.

―¿Por qué?, ¿te ha dicho algo?

―Ahora sí, hemos salido de cenar y hemos estado donde solemos ir siempre, a tomar una copa, luego hemos estado hablando y bueno, hasta ahí normal.

El tono de voz que estaba utilizando Claudia era el típico de cuando me contaba algo que me quería excitar, se lo noté enseguida, y mi polla reaccionó sin querer. Con la mano que no sujetaba el teléfono la metí bajo las sábanas y me saqué la polla. Mientras escuchaba hablar a mi mujer comencé a masturbarme.

―Sigue...

―Luego nos hemos ido juntos de la discoteca, ya era un poco tarde y le he dicho que me quería venir al hotel a descansar, y ha venido conmigo, entonces me ha pasado la mano por detrás de la espalda, bueno, esto lo hace muchas veces, solo que esta vez...

―Esta vez que...

―Que esta vez ha dejado ahí la mano, el gesto ese lo hace cuando vamos a pasar una puerta o algo así, para dejarme pasar primero, pero hoy ha dejado allí la mano, hemos salido andando por la discoteca y él seguía con su mano agarrando mi cintura, me ha resultado extraño.

―¿Y te ha pasado la mano por la espalda y no le decías nada?

―No, era un poco extraño, pero bueno, no le he dicho nada, no sabía qué decirle, luego hemos cogido un taxi y nos hemos venido al hotel, entonces por el pasillo del hotel, lo ha vuelto hacer, solo que notaba que era distinto...

―¿Distinto, por qué?

―Pues porque le notaba que no me agarraba igual, esta vez era como que llevaba una connotación mas sexual, no sé muy bien explicarlo, pero no era solo que me agarrara, es que luego hemos subido en el ascensor y me seguía agarrando igual, no me soltaba, ¡joder, era un poco incómodo!

―¡Qué cabrón!, le tenías que haber dicho algo...

―Sí, pero tampoco quería separarme así de él, me parecería algo brusco, pero cuando hemos salido del ascensor ha seguido igual,con su mano en mi cintura, parecía mi marido y me ha acompañado  hasta la habitación.

―Bufffff...

Cuando escuché estas palabras me dieron mucho morbo y entonces aceleré el ritmo con el que me estaba masturbando, Claudia no notó lo que estaba haciendo y me siguió contando lo que le acababa de pasar.

―Y luego al llegar a la habitación...bueno...

―¿Qué ha pasado?, vamos Claudia...

―Que me ha invitado a tomar una copa en su habitación...

―¡¡¿Cómo??!!

―Lo que has oído, me ha sorprendido, por la manera en que me lo ha dicho, bueno ya sabes...

―¿Y te sorprende?

―Claro, hasta hoy siempre había sido muy respetuoso conmigo, al menos en ese aspecto...

―Eso no quiere decir que no quisiera follarte, pues claro que quiere hacerlo, solo ha estado esperando el momento para poner las cartas boca arriba.

―Pues hoy ha llegado ese día.

―Mucho ha esperado, ¿y tú qué le has dicho?

―Pues qué le voy a decir, que no, claro, he intentado ser amable, le he dicho que quizás otro día,  ha pasado ahora mismo, hace cinco minutos y en cuanto he entrado en la habitación te he llamado.

―¡Joder Claudia!

―¿Qué te parece lo que me ha dicho?

―Pues ya lo sabes, ese tío nunca me ha gustado, no me parece muy de fiar, le veo muy raro, un tío bastante falso...

―Ya, ya lo sé...me lo has dicho.

―Me sorprende que se haya arriesgado a pedírtelo, no sé, eso me parece muy raro, por lo que me dices es de los que toman pocos riesgos y no le gusta que le digan que no, si te lo ha pedido ha sido por algo.

―No sé qué insinúas David.

―Pues que si te lo ha pedido es porque quizás te ha visto...no sé cómo decirlo, te ha visto receptiva...

―¿Receptiva?, no le he dicho o he hecho nada para que él pensara eso...

―Entonces no sé qué decir Claudia, de todas formas me alegro que le hayas dicho que no...

―¿Y si le hubiera dicho que sí, te hubiera molestado?

Esa pregunta sí que no me la esperaba, entonces lo entendí todo, el por qué me había llamado Claudia a esas horas de madrugada. No quería hablar conmigo o contarme que su jefe Basilio le había pasado el brazo por la espalda para acompañarla a la habitación, eso no era.

Claudia había llamado para tantearme, es más, quizás me había llamado para decirme que estaba dispuesta a ir a la habitación de Basilio y quería ver mi reacción.

Tuve que soltarme la polla en ese momento o hubiera explotado. No podía creérmelo, la situación me parecía surrealista, a las cuatro de la mañana me estaba meneando la polla mientras mi mujer me contaba como su jefe se le había insinuado. De repente me imaginé que Claudia iba a su habitación y terminaba follando con Basilio.

Me imaginé la polla de aquel cerdo entrando y saliendo del coño de mi mujer.

Tuve que incorporarme en la cama, la cosa se estaba empezando a poner seria.

―No me hubiera molestado ya lo sabes, ¿qué pasa, quieres ir a su habitación?

―No lo sé...no te voy a engañar, por un lado no me ha gustado que se haya cogido esa confianza de agarrarme por la espalda, pero por el otro...

―Sigue...

―Por el otro lado sí que me ha gustado, se le veía tan confiado en sí mismo, era como que estaba seguro que me podía agarrar así y yo no le iba a decir nada, no sé explicarlo muy bien, pero me ha dado un poco de morbo...

―Joder Claudia, ¿te pone ese tío?

―Nooooo, claro que no, noooo por favor...

―Pero irías a su habitación a follar con él...

―Dicho así suena un poco fuerte...

―¿Y cómo quieres que te lo diga?, me acabas de llamar a las cuatro de la mañana porque te apetece ir a la habitación de tu jefe a tomar una copa, porque ¿te apetece, verdad?, para eso me has llamado...

―¿Y quieres que vaya?

―Joder Claudia, ese tío no me cae nada bien....pero...

―Pero...

―Pero ya sabes que esto me supera...

―¿La tienes dura?

―Buffff, Claudia, ¡me palpita!

―Joder, ¡¡no me acordaba lo puto cornudo que eres!!

―Claudia...

―¿Quieres que vaya a su habitación o no?, quiero que me lo digas...

―¿Irías si te lo digo?

―Sí.

―Mmmmmmmmmmmm...si vas ya sabes que no va a ser solo para tomar una copa.

―Solo voy a tomar una copa, quiero ver qué hay detrás de esa invitación.

―¿Y tú cómo estás?, ¿te apetece follar con él?, dime la verdad.

―No me lo planteo, no sé lo que va a pasar dentro de su habitación, con otro sabría que si voy es para...eso, pero Basilio, es que no tengo ni idea de por dónde me va a salir, lo mismo voy, me tomo la copa y no pasa nada, Basilio es así...

―O sea que lo te gusta es la incertidumbre del que pasará...

―Sí, más o menos...

―Pero también cabe la posibilidad de que termines con la polla de tu jefe metida en la boca...

―¡David!

―¿Qué?, es la verdad...

―Ummm, qué cabrón, no me digas esas cosas...

―¿Te pone imaginar que ese tío te mete la polla en la boca?, a lo mejor es lo que te apetece.

Irremediablemente Claudia recordó lo que había sucedido con Don Pedro, como le había mamado la verga en su despacho, recordó la picha del viejo cubierta de su saliva y como se había corrido en su boca. Luego imaginó que se lo hacía a Basilio, tiró de los botones del pantalón hacia fuera para desabrochárselos y ahora fue ella la que metió la mano por dentro del elástico de sus braguitas.

―Creo que es mejor que no vaya...

―Quieres hacerlo Claudia y ahora yo también quiero que lo hagas...

―Pero si me decías que ese tío te caía muy mal...¿y quieres que vaya a su habitación?

―Vamos Claudia, hazlo, como te demores mucho más vas a llegar tarde, seguro que ya se está pajeando pensando en ti.

―Joder David...mmmmmmmm...

―¿Vas a hacerlo, verdad?, dime que vas a hacerlo ―pregunté emocionado.

―¿Voy ahora?, ¡¡me parece una locura!!

―Que sí, ¡¡venga Claudia hazlo!!, espera...antes hazte una foto en el espejo del hotel y mándamela, quiero ver cómo vas vestida y me gustaría pedirte otra cosa.

―¿El qué?

―No sé si te atreverás a hacerlo, verás...cuando vayas a su habitación, no cuelgues el teléfono, me gustaría escuchar lo que habláis.

―¡¡Joder David!!, ¿de verdad quieres que haga eso?, es demasiado...

―Venga Claudia, hazlo por mí, ni te imaginas como estoy ya, venga date prisa, hazte la foto en el espejo y mándamela y luego vete a la habitación de Basilio...

―Espera...

Unos segundos más tarde recibí la foto de mi mujer frente al espejo, llevaba una camiseta blanca de manga corta metida por dentro del pantalón vaquero, que tenía tres botones desabrochados. La muy zorra se había estado tocando mientras hablábamos y me lo había querido mandar para que lo viera.

―Está bien, pues entonces voy a hacerlo, voy para allá, ¡¡¡uffff qué nervios tengo!!!, no sé qué tal se escuchará, voy a meterme el móvil en el bolso trasero del pantalón con el micrófono hacia arriba, venga David, un beso.

No me dio tiempo ni a contestar, lo siguiente que escuché fue como se cerraba la puerta de su habitación y como unos segundos más tarde tocaba con los nudillos en la puerta de la habitación de su jefe. Luego escuché a mi mujer perfectamente.

―Hola, que al final me he decidido y si sigue en pie la oferta, nos tomamos esa copa.

No le apeteció nada pegarse la tercera ducha de agua fría en el día. Cogió el neceser, se lavó los dientes, después se sentó en la cama y sacó el pijama para ponerse el pantalón y una camiseta interior blanca de manga larga. Luego se acarició la polla y cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás.

“No, no lo hagas”

Masturbarse era pecado, estaba muy mal, sin embargo en cuanto se hizo la primera caricia por encima del pantalón no se pudo aguantar más, se sacó la polla y se la agarró con firmeza. ¡Hacía tantos años que no se hacía una buena paja!. No podía pensar bien, estaba muy caliente y sabía que había metido la pata invitando a Claudia a tomar una copa en su habitación, pero no se había podido resistir, llevaba una temporada que solo podía pensar en ella, había estado toda la noche mirando sus piernas, sus gestos, su culo prieto en esos vaqueros, como se le marcaban sus duros pechos a través de la camiseta y ella había dejado que la cogiera de la cintura hasta acompañarla a su habitación.

Se había vuelto loco notando el vaivén de sus caderas a cada paso que daban, se le había puesto dura solo con eso, a cada paso le palpitaba la polla. Cuando llegó a la puerta de su habitación estaba convencido de que Claudia iba a aceptar su invitación, sin embargo ésta le había rechazado sutilmente, dejando abierta la posibilidad para otra ocasión.

No quería terminar rápido, estaba disfrutando mucho de aquella paja pensando en Claudia cuando de repente tocaron en su puerta. Se guardo la polla dentro del pantalón y salió a abrir asomando la cabeza.

No podía creérselo cuando vio a Claudia allí plantada, dispuesta a entrar en su habitación a las cuatro de la mañana.

Ni tan siquiera pensó en lo ridículo que estaba en pantalón de pijama y la camiseta interior blanca de manga larga metida por dentro. Le daba todo igual, incluso era más que evidente la erección que lucía bajo el pantalón.

―Hola, que al final me he decidido y si sigue en pie la oferta nos tomamos esa copa.

―Ehh, claro, pero pasa, pasa...no te esperaba, siento recibirte así...estoy en pijama...

Cuando miró hacia abajo se dio cuenta de que se le notaba mucho que estaba empalmado, Claudia también se fijó en el detalle, aunque intentó disimular y se dirigió hasta la mini nevera de la habitación de Basilio. Al igual que en su habitación había dos copas grandes y las cogió con la mano.

―¿Qué te apetece tomar? ―dijo Claudia agachándose para ver qué es lo que había en el mini bar.

Basilio se sentó en la cama sin decir nada, solo observando el culo de ella y sus piernas cuando se puso de cuclillas.

―Tenemos un poco de todo...ron, Whisky...

―Lo que tomes tú, me parece bien...

―Este ron no tiene mala pinta, es...¿te parece bien?, ¿con Coca cola?

―No, a mí solo con dos hielos...

En la nevera había un pequeño recipiente ya con los hielos preparados y unas pinzas.

―Lo tienen todo pensado, no les falta detalle ―dijo Claudia de espaldas echando dos hielos en una de las copas.

En cuanto escuchó el ruido de los hielos tocar el cristal, Basilio se puso de pie y se acercó a Claudia que estaba de espaldas a él, estaba excitado y decidido y apenas podía pensar con claridad. Claudia se sorprendió cuando se le encontró de repente detrás de ella y se le aceleró el pulso al sentir a Basilio pegado a su culo, éste pasó la mano hacia delante para rozar la de Claudia mientras le iba sirviendo el ron.

―¿Qué haces Basilio? ―dijo Claudia en bajito.

No se esperaba que fuera tan directo, Claudia siguió a lo suyo, como si nada, cogió otros dos hielos y los puso en la otra copa, pero Basilio estaba concentrado en su cuerpo, había puesto una mano en su cintura y con la otra le acariciaba la mano que tenía libre. Tuvo que soltarle la cintura para apartarle el pelo y poner los labios tímidamente en el cuello de Claudia.

―Esto ya casi está, ¿qué estás haciendo Basilio? ―repitió Claudia terminando de preparar las copas.

Los besos en el cuello cada vez eran más intensos y ruidosos, Basilio pasó la mano hacia delante y le tocó las tetas por encima de la camiseta, Claudia gimió en bajito y cerró los ojos, se quedó con el botellín de Coca Cola en la mano sin poderlo echar en la copa. Basilio se pegó más a ella y ahora con las dos manos le sobó las tetas más fuerte, apretándoselas hacia arriba.

Llevaba dos minutos en su habitación y Claudia ya había perdido el control de su cuerpo.

No tardó en meter la mano bajo la camiseta para tocar la piel de Claudia, que se erizó al contacto de los dedos de su jefe. Basilio apoyó la cabeza en la parte alta de la espalda de Claudia y estuvo disfrutando unos segundos del maravilloso tacto de las tetas de ella. Eran una pasada, había tocado muchos pechos, la mayoría de putas de lujo, pero muy pocas tenían el tacto natural de las tetas de Claudia.

Luego bajó la mano y le acarició el culo, entonces Claudia intentó que se estuviera quieto.

―¡Noo, para, para, esto no está bien! ―dijo intentando apartarle la mano.

Pero Basilio retiró la mano de Claudia y volvió a poner sus dedos sobre los glúteos de Claudia, que gimió levemente al sentir como le sobaban el culo. Con rudeza bajó la mano y se la puso en la entrepierna, en un gesto soez y obsceno acarició el coño de Claudia por encima del pantalón.

―¡¡Noooo, ahhhhhhhh, noooooo!!

Ella se giró bruscamente deteniendo aquello, se quedaron frente a frente mirándose, con la respiración acelerada, entonces Basilio la cogió por el cuello y tiró hacia él hasta que se encontraron. Sacó la lengua en un beso sucio y guarro y Claudia le correspondió morreándose con él, se sorprendió de lo bien que besaba Basilio, aunque era un poco brusco movía perfectamente los labios y la lengua al compás de ella y le dio mucho morbo que fuera tan bestia mientras le comía la boca.

Basilio echó las manos hacia atrás para tocar su trasero y se encontró con el móvil de Claudia, se lo sacó del bolsillo y lo puso sobre la mesa para volver a tocar su culo por encima del pantalón. Claudia hizo lo mismo que él y aunque no estaba muy acostumbrada a hacer eso, intentó también besarle lo más guarro que sabía, sacando la lengua e incluso metiéndole un poco de saliva en la boca a Basilio.

Ese morreo la puso demasiado cachonda, y cuando Basilio empezó a desabrochar su pantalón no le puso ninguna resistencia, le dejó que fuera poco a poco bajándoselo junto con las braguitas y mientras lo hacía Basilio no desaprovechó la oportunidad de acariciar sus piernas y se quedó mirando el depilado coño de Claudia. Cuando volvió a incorporarse se quedó de pie frente a Claudia, ella estaba desnuda de cintura para abajo, apoyada en la mesita, ofreciéndose a él con la respiración agitada.

Basilio se le quedó mirando unos segundos pensando que es lo que iba a hacer con ella. Claudia estaba dispuesta, desnuda, cachonda y era muy obediente.

No le dejó pensar mucho, pues la propia Claudia fue la que se lanzó contra él volviendo a buscar su boca, quería volver a repetir ese beso obsceno que la había puesto tan cachonda, mientras se comían los morros Basilio le cogió por el culo apretando sus glúteos con ganas y Claudia fuera de sí tiró del  pijama hacia abajo para agarrarle la polla a su jefe. Apenas pudo pegarle un par de sacudidas, porque Basilio le retiró la mano.

―¡¡No me toques!!

Entonces él volvió a besarla y a manosear su culo desnudo, Claudia ya no podía más, se giró andando hacia atrás, hasta que sintió la cama rozando sus piernas. Basilio la empujó haciendo que cayera boca arriba en la cama y Claudia abrió las piernas cuando vio que él se iba a poner encima. Le hizo un poco de gracia ver a Basilio con el pantalón de pijama bajado, la erección que lucía y aquella camiseta interior blanca de manga larga que era anti erótica, y se le escapó una sonrisa fugaz a la vez que gemía.

Sin embargo tenía que reconocer que Basilio lo estaba haciendo muy bien, se había puesto muy cachonda por la manera en que él la tocaba y sobre todo por como la había besado. No se imaginaba que aquel politicucho le iba a llevar a ese nivel de calentura.

Basilio estaba furioso y se puso encima de ella con cara de mala hostia. Claudia le recibió con las piernas abiertas y sintió la polla de Basilio pegada a su cuerpo, le quiso decir que se pusiera un condón, pero él estaba tan decidido y seguro de lo que hacía que no le dio ni tiempo, tanteó con los dedos la entrada de su coño y de una sola embestida se la metió hasta dentro.

Claudia gimió en alto, se acordó en ese momento que su marido estaba al otro lado de la línea de teléfono, y se abrazó a Basilio que comenzó a follársela con golpes secos y rápidos. A cada embestida los huevos de su jefe chocaban contra su coño, lo hacía con fuerza y luego se detenía, es como que quería hacer sonar sus cuerpos cada vez que se la clavaba hasta el final.

No cambió el ritmo ni la fuerza durante cinco minutos, Claudia abierta de piernas le dejó que se la follara así, entonces las embestidas de Basilio se volvieron más violentas si cabe.

―¡¡No te rías joder, no te rías puta!! ―empezó a decir de repente.

Claudia se quedó descolocada, pues aunque era verdad que cuando se puso sobre ella se le había escapado una pequeña sonrisa ahora no se estaba riendo, más bien al contrario, estaba disfrutando del extraño polvo que le estaba echando Basilio y cada vez gemía más alto.

―¡No te rías, no te rías, putaaaaa ahhhhhhh!

Y con una última embestida seca golpeó con sus huevos contra el cuerpo de Claudia y comenzó a correrse dentro de ella sin moverse, solo gimoteando en su cuello.

―Ahhhhhhhhgggggg, ahhhhhhhgggg,¡¡no te rías, no te rías puta!!...

Claudia sintió como Basilio estaba descargando dentro de ella, dejándola su corrida caliente en el interior, sin tan siquiera haberla preguntado si podía hacerlo. Cuando terminó de correrse, Basilio se incorporó rápido y se giró avergonzado, se puso de pie sin mirar a Claudia, que seguía desnuda en la cama y echó a andar en dirección al baño mientras se subía el pijama.

―¡¡Vístete y largo de aquí!! ―le dijo en un tono autoritario que sorprendió a Claudia.

No entendía qué es lo que acababa de pasar, todo estaba yendo muy bien y de repente Basilio se había ofuscado follándosela como un salvaje hasta correrse dentro de ella. Claudia estaba desnuda, abierta de piernas, con la corrida caliente de Basilio dentro de ella y con un calentón que no le había hecho más que aumentar.

No sabía por qué estaba tan cachonda. No lograba entenderlo.

Se puso el pantalón y cogió el móvil que estaba sobre la mesa al lado de las copas que estaba preparando, agarró un vaso en el que había Ron solo con un par de hielos y le pegó un buen trago antes de salir de la habitación, miró el móvil y vio que su marido seguía al otro lado de la línea.

...

―¿David, estás ahí? ―le dijo mientras caminaba por el pasillo del hotel hasta su habitación.

―Ehhhh sí Claudia, ¿qué es lo que ha pasado?

―Pues no lo sé muy bien.

―He escuchado todo, como follábais...se te oía gemir Claudia, ha sido...ufffffff.

―¿Nos has escuchado?

―Sí, me he corrido encima.

―Joder.

―¿Y tú cómo estás?

―No sé, estoy temblando, estoy muy excitada, necesito correrme...

―Joder Claudia, ¿qué le has hecho a ese tío?, me ha parecido escuchar que te decía “vístete y lárgate de aquí”, no me ha gustado cómo te ha hablado...

―Me ha follado en su cama y se ha corrido dentro de mí, joder...estoy llena de su semen, mmmmmmmmm...

―¿Claudia se te ha corrido dentro?, ¿te ha follado sin preservativo?...

―Ya te he dicho que sí, he dejado que me follara sin nada, ahora estoy, mmmmmmmmmm...

―Joder Claudia, ¿qué estas haciendo?

―¿Tú qué crees puto cornudo?, me acabo de tumbar en la cama, voy a meterme los dedos hasta que me corra, tenías que estar tú aquí comiéndomelo...

―Diossss, ¿se te ha corrido dentro?

―¿Qué pasa, no me crees?, ¿quieres verlo?

―Joder, ¡¡¡¡Sí, síííí, quiero verlo...

Entonces Claudia cogió el móvil y me hizo una video llamada por el WhatsApp, cuando contesté estaba enfocando directamente a su coño del que emanaba un liquido blanco y viscoso mientras Claudia no dejaba de acariciarse. La llamada apenas duró unos segundos, suficientes para que se me volviera a poner dura después de haberme corrido unos minutos antes, escuchando a mi mujer follar con su jefe.

―¿Claudia, estás ahí?

Pero mi mujer ya no me contestó, al otro lado de la línea no había nadie, volví a llamarla pero no me cogió el teléfono, supongo que en ese momento Claudia estaba ya masturbándose y llegando al orgasmo, mientras se acariciaba el coño salvajemente con la corrida de Basilio escurriendo en las sábanas de su cama.

32

El fin de semana se le hizo muy duro a Basilio, no hacía más que darle vueltas a lo que había pasado con Claudia. Finalmente no se había podido resistir y se la había terminado follando en su cama. Era mejor de lo que se había imaginado, Claudia tenía un cuerpazo desnudo, se movía de maravilla mientras se la follaba, besaba muy bien e incluso le gustaba hasta como gemía.

No había durado mucho, pero lo suficiente para ver el potencial que tenía Claudia, podía haber hecho muchas más cosas con ella, dejar que le meneara la polla, hacer que se la chupara, follársela desde atrás, y quién sabe, lo mismo hasta se dejaba dar por el culo o que le derramara su corrida en la boca o en la cara.

Pero Basilio estaba hundido, avergonzado de lo que había hecho, imaginando lo que pensaría Claudia de él, ahora que había comprobado lo inútil que era en la cama.

Volvió a salir el complejo que tenía en el plano sexual.

Todo empezó desde pequeñito, cuando vivía en el pueblo, se había criado con una formación religiosa, de hecho fue el monagillo hasta que cumplió los trece años, pero a esa edad empezó a tener curiosidad por su cuerpo y comenzó a masturbarse, un año más tarde su madre le pilló mientras se la meneaba encima de su cama. Le cayó una buena bronca, su madre le gritaba como una loca mientras le metía en el baño para que se pegara una ducha de agua fría. Le tuvo casi un año haciendo que se duchara a diario, incluso en invierno.

Le costó mucho volver a hacerse una paja.

No le fue mucho mejor cuando llegó a los diecisiete años y comenzó a salir con sus amigos, para su primera vez terminaron yendo a una casa de putas que había en el pueblo de al lado, eran conocidas en los alrededores, la Paqui y la Juana, don señoras de 47 y 50 años que hacían los servicios de compañía.

Basilio se estrenó con la Juana, luego los chicos se quedaban con ellas en la casa y hacían bromas de lo que habían hecho mientras ellas les invitaban a un refresco. Enseguida Basilio fue el centro de las burlas, tanto de sus amigos como de las putas, le llamaban el chiquitín, “no pasa nada porque la tengas pequeña, porque follas muy bien”, le decía la Juana delante de sus amigos. Luego cuando se acostaban ella se reía viendo el ímpetu y las ganas que le ponía Basilio, “muy bien, venga sigue”, le decía la Juana entre risas hasta que Basilio terminaba corriéndose con mucho esfuerzo.

La Paqui también siguió los pasos de su compañera burlándose de Basilio, cuando iban los chicos a visitarlas les decía, “hoy dejarme a mí al chiquitín que tengo el coño reventado de tanto follar y me va a venir bien una polla pequeña”. Luego le humillaba mientras follaban, riéndose de él y cuando se corría le decía “¿Ya has terminado, ni me he enterado?”, y era peor cuando se juntaban las putas y los amigos en el comedor del piso y se burlaban todos de él.

Al final tuvo que dejar de ir de putas con los amigos y cuando cumplió los dieciocho se marchó del pueblo para empezar a estudiar en la universidad. Allí empezó a tener contactos con las juventudes de un partido político y poco a poco se fue metiendo en ese mundo donde se desenvolvía muy bien debido a su facilidad de lenguaje y el don de gentes que tenía, con el paso del tiempo fue ganando en seguridad y se hizo un hueco muy temprano en la política.

Dos años más tarde conoció a su futura mujer, una chica muy simpática también estudiante universitaria, con la que empezó a salir, cuando mantenían relaciones a Basilio le volvieron a salir todos los traumas que llevaba dentro, se había creado él mismo un complejo que se iba sobredimensionando con el paso del tiempo.

Toda la seguridad que mostraba en su vida cotidiana la perdía en la intimidad con su novia, pensaba que no la hacía disfrutar, y se la follaba duro para correrse lo más rápido posible. Incluso le parecía que ella se reía de él mientras mantenían relaciones, era una respuesta irracional de su cerebro que poco a poco le fue absorbiendo.

Le costaba mucho dejar que ella tocara su cuerpo, se avergonzaba pensando que tenía una polla pequeña y las relaciones entre ellos prácticamente se limitaban a un misionero hasta que terminaban. Como no quería ver la cara de su novia después la obligaba a darse la vuelta y empezó a follársela boca abajo mientras le decía “No te rías, no te rías joder”.

Se casaron muy jóvenes y tuvieron tres hijos, Basilio fue ganando poder en el partido y empezó a ser infiel a su mujer, primero eran reuniones con otros políticos que a veces terminaban con putas de alto standing, luego se acostaba con compañeras del partido, sobre todo con empleadas suyas, pero esto no hizo que ganara confianza en el plano sexual, él seguía pensando que era un auténtico desastre en la cama. A las putas se las follaba con ganas, normalmente boca abajo, para no ver sus caras y como se reían de él, o eso es lo que pensaba, otros días las obligaba a que le chuparan la polla hasta que se corría en sus bocas sujetándolas fuerte por el pelo mientras las decía “trágatelo todo, puta de mierda”.

No había podido superar el complejo que tenía, se había acostado con muchas mujeres, la mayoría putas y también a las tres últimas chicas que habían trabajado con él, cuatro contando con Claudia. Con todas había terminado muy mal, una vez que follaba con ellas, perdía la confianza que tenía en sí mismo y ya no las veía de la misma manera, internamente pensaba que ellas le iban a perder el respeto cuando comprobaran que en la cama era un desastre y que tenía la polla pequeña.

Ahora había vuelto a cometer el mismo error con Claudia, con el agravante que ahora venía la campaña de las elecciones municipales y tenían una agenda muy apretada, casi dos meses de viajes, mitines y actos institucionales.

Esa había sido la historia de Basilio, que desde la adolescencia había crecido entre duchas de agua fría, pensando que tenía la polla pequeña, que las chicas se burlaban de él y que sexualmente era un completo desastre. Ese complejo le había ido devorando internamente y nunca lo había podido superar.

Sin embargo Claudia era distinta, no era como las otras empleadas que había tenido, o las putas de lujo, era una mujer con mayúsculas, guapa, con mucha clase, pija, con dinero, que no estaba interesada en trepar políticamente. Por lo general solía estar muy arrepentido cuando se acostaba con alguna de las chicas que trabajaban con él, sin embargo esta vez tenía una sensación distinta.

Claudia le excitaba de verdad, y a pesar de estar avergonzado de habérsela follado, tenía unas ganas locas de volver a estar con ella.

Eso no le había pasado con ninguna otra mujer.

El martes por la tarde había quedado con Mariola para jugar un partido de padel, antes de entrar en el club escuchó como alguien la llamaba a lo lejos.

―¡Claudia, Claudia!

La voz le era conocida, se giró y se encontró con Lucas, que venía rápidamente hacia ella. Se quedó bastante sorprendida, no esperaba encontrarse así con el chico, desde la noche en que le hizo la paja en el portal de Mariola se habían cruzado un par de veces por el club de pádel, pero apenas se habían saludado con un “hola”, sin embargo esta vez Lucas parecía que quería hablar con ella, era como si la estuviera esperando en la entrada, seguramente Mariola le hubiera dicho que habían quedado para jugar.

―Hola, ¿qué quieres?, tengo un poco de prisa ―le dijo Claudia.

―Perdona, no la quería molestar, me gustaría hablar con usted, a ver si podemos quedar un día...

―Mira Lucas, tú y yo no tenemos nada de lo que hablar...

―No se enfade, yo creo que estaría bien quedar un día y bueno...ya sabe, lo que pasó entre nosotros...

―No vuelvas a hablarme, ni a mandarme ningún mensaje ―le dijo Claudia al chico antes de dejarle plantado en la entrada.

Entró con el corazón acelerado, no le gustaban ese tipo de escenitas y menos con un antiguo alumno, cualquier podría verles a la entrada del club del padel, así que era mejor cortarle cuanto antes. Es verdad que Lucas había sido muy respetuoso con ella, además estaba llevando el asunto con bastante discreción, porque ni tan siquiera Mariola sabía lo que había pasado entre ellos y aunque es verdad que le había mandado un par de mensajes por WhatsApp, tampoco había sido muy pesado en el tema y como vio que Claudia no le había contestado, no había vuelto a mandarla nada.

Cuando llegó a la pista ya estaba calentando Mariola, iban a juntar juntas contra otras dos chicas. Al final del partido se quedaron un rato estirando y Claudia le preguntó a su amiga si se quedaba a tomar algo.

―Tengo un poco de prisa, he quedado con Lucas, pero venga, nos tomamos una Coca-Cola rápida.

Se pusieron un poco apartadas en la cafetería del club de padel, entonces Claudia le contó a su amiga la aventura que había tenido la semana pasada con Basilio.

―¡No me jodas que te has tirado al jefe!, ¡¡qué hija de puta!!, jajaja, ¡¡lo sabía!!

―Shhhhhh, calla, habla bajito...

―¿Y eso?, ¿cómo fue?

―Pues no sé, supongo que surgió, terminé en su habitación...uffff, fue todo muy extraño.

―¿Y qué tal?, ¿estuvo bien?, cuenta, cuenta...

―No lo sé, ya te digo que fue todo muy extraño, lo hizo así en plan a saco, y cuando terminó me dijo “vístete y largo de aquí”

―¿Te dijo eso en serio?, hostia, vaya personaje...

―Es como si me hubiera usado solo para follar.

―Me dice a mí eso y le mando a tomar por el culo...

―Sí, fue muy extraño, se había portado de manera educada, pero luego...

―Una vez que se había corrido, le entraron los remordimientos, como a todos...joder qué bueno, así que te has follado al jefe?, jajaja, no me lo esperaba, bueno sí me lo esperaba, no por él, me lo esperaba más por ti, la verdad es que te veo...

―¿Me ves cómo?

―Pues no sé cómo decirlo, te veo desatada, joder Claudia parece que estás caliente todo el día, que me parece muy bien, ehhhh, yo estoy igual que tú, es todo, los gestos que haces, la expresión de tu cara, hasta como juegas al padel más agresiva, y me encanta que estés así, creo que no tienes límites, no le dices que no a nada, además por la cara que has puesto, seguro que vas a repetir con él, ¿verdad?

―No lo sé...

―Ya te digo yo que sí, y ¿qué tal se lo tomó David?

―Bien, de hecho fue él el que me animó que lo hiciera, le llamé de madrugada porque Basilio me había invitado a su habitación a tomar una copa y yo le había dicho que no, supongo que le llamé para consultarle que le parecería si iba a la habitación de Basilio a tomar esa copa...

―Y te dijo que fueras.

―Sí.

―Vaya cornudo, mmmmmmmm, ¡me encanta la historia!

―Y encima ahora empezamos la campaña electoral y vamos a estar un par de meses todo el día juntos, que si de viajes, de comidas, de reuniones, mitines...

―Buffff, te va a dejar bien follada, ¿y ahora qué tal con él, cómo se comporta contigo?

―Pues no le he vuelto a ver, bueno ese viaje volvimos en el AVE, pero apenas nos hablamos y luego no ha ido a trabajar ni el viernes, ni el lunes, ni hoy tampoco, pero creo que mañana ya viene a la oficina, me esperan unas semanas que...creo que tengo ocupados todos los fines de semana, excepto el que viene...

―Pues vámonos a Madrid...

―¿A Madrid?

―Sí, a Madrid, nos vamos este sábado y así desconectas un poco.

―¿Este sábado?, es muy precipitado.

―Sí, te va a venir bien para coger fuerzas, luego ya te puedes centrar en el trabajo...¿no te gustaría una noche para nosotras?

―Había pensado quedarme con las niñas...luego no sé qué fin de semana voy a poder tener libre.

―Pues pasa el sábado con ellas y a media tarde nos vamos a Madrid, incluso se lo puedes decir a tu marido, que se venga con nosotras...

―¿A David?

―Sí, claro...ya lo habíamos hablado, tú y yo vamos a seguir viéndonos y supongo que a él le gustaría alguna vez estar presente mientras follamos, no?

―Shhhhh calla, pero no sé, así el sábado, es muy precipitado, tendría que preguntárselo...

―Pues pregúntaselo, lo pasaríamos muy bien, nos vamos a cenar los tres y luego vamos a tomar algo, sería muy morboso, que nos vea en una discoteca zorrear con otros, o entre nosotras, ¿te imaginas?, terminaríamos en una habitación juntas y el cornudo mirando, o podríamos ligarnos a dos tíos y llevarles al hotel a follar, hay muchas posibilidades...

―Joder...

―¿Te gusta la idea?

―Sí, bueno no sé, ya te digo que lo veo un poco precipitado hacerlo para este sábado, no le he dicho nada a David.

―Pues díselo...

―Es que no sé si quiero que nos vea juntas, a lo mejor todavía es un poco pronto...

―Nos puede ver tontear un poco, ver cómo nos tocamos o nos besamos y luego si quieres nos ligamos a un par de tíos y nos les llevamos al hotel, lo que más...

―No sé Mariola...déjame que lo piense...

―Díselo esta noche a David y luego me comentas, tengo que dejarte Claudia, he quedado con Lucas y no tengo mucho tiempo...

―Sí, le he visto antes a la entrada...¿te vas a ver con él ahora?

―Sí, me voy a pegar una ducha rápida, a veces quedamos aquí en el club, luego vamos con el coche al polígono industrial que está aquí al lado, hay unas naves cerca que a estas horas están vacías y allí echamos un polvo en mi coche...encima ahora después de esto que me has contado, ufffff estoy con un calentón...

―Venga anda, espera que voy contigo para la ducha...

―Vamos.

Mariola se duchó en apenas unos minutos y dejó a Claudia en el vestuario.

―Luego me dices lo que sea para ir el sábado a Madrid, venga nos vemos...convence a tu marido y luego me llamas, eh...

―Pásalo bien...

Claudia se quedó secándose el pelo tranquilamente y pensando en el plan que le había propuesto su amiga, la idea le parecía una auténtica locura, es verdad que cada vez tenía más en mente que en un futuro David pudiera estar presente mientras ella y Mariola follaban, pero todavía le parecía un poco precipitado, sin embargo el otro plan que había propuesto ella de ligarse a un par de tíos y llevarlos al hotel le daba mucho morbo.

Mariola había acertado de pleno, llevaba una temporada excitada, fuera de sí, tenía un fuego encendido dentro del cuerpo que no lograba calmar con nada. Se había enrollado con un alumno y le había hecho una paja, se lo había montado con su mejor amiga y por último también se había acostado con el jefe.

Esto último era lo más reciente, le recordó mucho a cuando follaba con Don Pedro, aunque era distinto, pero igual de morboso, además sin saber muy bien por qué, aquella frase de “Vístete y largo de aquí” se la había quedado a fuego en la cabeza. Era como si Basilio la hubiera usado para descargar y luego pasara de ella, como si fuera una puta.

Y eso todavía le ponía más fuera de sí.

Mientras se vestía estaba excitada, no hacía más que darle vueltas a la idea de ir a Madrid el sábado con Mariola, también el encuentro con Lucas le había trastocado un poco, le fue inevitable recordar la noche que se comieron la boca en el portal de Claudia y cómo terminó pajeando a su alumno hasta que se corrió en su cara. Ahora estaría follando en el coche con su mejor amiga, en un polígono oscuro y apartado, como dos adolescentes, tuvo envidia de Mariola, pero ella no podía hacer eso y menos ahora que estaba empezando una carrera política, si eso salía a la luz estaba más que acabada. Sin embargo no podía olvidarse de Lucas, se había masturbado muchas veces pensando en él, en lo que habían hecho.

Cuando cogió el coche para volver a casa, antes se dio una vuelta por el polígono y fue hasta el sitio que le había dicho Mariola, efectivamente allí estaba su coche aparcado, pasó despacio a su lado y vio que tenía los cristales un poco empañados, pero no pudo ver nada más, sin embargo solo con imaginar que dentro del coche estaban follando Mariola y Lucas hizo que todavía se pusiera más cachonda.

Al llegar a casa le iba a proponer a su marido lo del viaje a Madrid con su amiga, seguía teniendo dudas al respecto, pero tenía el coño tan mojado y palpitante que estaba a dispuesta a asumir cualquier cosa que sucediera esa noche.

NOTA: Gratis hasta el domingo mi relato EL MIRÓN DEL CINE. Disponible en Amazón.