Cornudo (28). Fuego en el cuerpo.

Octava parte del tercer libro de la saga Cornudo

26

Faltaban veinte minutos para el fin de año, estábamos toda la familia Álvarez en casa de los padres de Claudia preparando las doce uvas, Marina se encontraba sentada al lado de mi suegro, como siempre elegante con un vaquero azul muy ajustado por encima del tobillo, unos preciosos zapatos de tacón y camisa blanca. Durante la cena nos había anunciado, que cada vez era más probable que pudiera dar el salto a un canal privado de ámbito nacional, las negociaciones estaban muy avanzadas.

Los niños correteaban por toda la casa y me acerqué a la cocina para ver que estaban haciendo Claudia y su hermana. Se encontraban junto a mi suegra, tenían su pequeño ritual para comerse las doce uvas, siempre buscaban las más pequeñas, tenían que quitarle la piel y el tito y luego las ponían alineadas en una servilleta, colocadas desde la más grande a la más pequeña, las tres hacían lo mismo.

―Venga chicas que ya queda poquito...¿queréis que os ayude?

Claudia simpática se giró para darme un beso, estaba de bastante buen humor, hasta Carlota parecía estar contenta.

―Anda vete a vigilar a los niños que estarán haciendo algo, llevan un rato muy callados ―me dijo mi mujer.

Me volví al salón, Pablo estaba jugando con los chicos y Marina hablando con mi suegro, entonces me senté en un sofá solo, con mis uvas en un pequeño cuenco y me puse a repasar, o mejor dicho saborear lo que me había deparado el año. Que no era poco.

Por un lado estaba Marina, sin quererlo me había convertido en su fotógrafo oficial de Instagram, eso me decía ella en plan broma, pero a lo tonto tenía un buen archivo de fotos de ella con las que deleitarme y luego estaba lo de aquella noche de verano en la casa rural, cuando pude ver sus formidables tetas. Me las mostró sin ruborizarse hasta que consiguió que me empalmara y ella se dio cuenta, claro que se dio cuenta de que había conseguido su objetivo, luego me dejó allí solo para que pudiera masturbarme a gusto. El recuerdo de sus tetas, la forma y color de sus pezones se me había quedado grabado en la cabeza para siempre.

En cuanto a Carlota, había sido un año difícil para ella con la separación de Gonzalo y sinceramente eso me daba igual, pero lo que sí me preocupaba es lo que había pasado en la jornada de empresarios de Salamanca entre ella y yo, donde sin esperarlo en absoluto se me echó encima y se me insinuó. Me metió la mano por dentro del pantalón agarrándome la polla y yo le sobé las tetas y el culazo. Luego en su habitación la vi en ropa interior y ella volvió a intentarlo conmigo, pero yo la rechacé otra vez. Aquella noche si hubiera querido me la hubiera follado.

Y por último mi mujer Claudia, menudo añito llevaba, se había soltado la melena, ya lo creo que sí, tuvimos varios encuentros con Víctor, que se la estuvo follando unas cuantas veces, incluso quedaron a solas también. Fue una pena que termináramos mal con él y perder a nuestro corneador, ahora no iba a ser fácil encontrar a alguien como él, aunque últimamente Claudia ya parecía haberle olvidado y se estaba empezando a ver con otra gente. Me sorprendió mucho lo que pasó unas semanas atrás en una noche de fiesta con su amiga, donde terminó pajeando a uno de sus alumnos y enrollándose con él, en el portal de su amiga. Y no solo eso, también me contó que había tenido una aventura lésbica con Mariola y una noche se enrollaron y acabaron desnudas en la cama de su amiga, frotándose furiosas el coño de una contra la otra. Lo que empezó siendo una aventura se estaba convirtiendo en una serie de encuentros cada vez más regulares.

De todo lo que estaba pasando aquello era lo que me tenía más sorprendido, nunca pensé que a Claudia le pudiera gustar otra mujer y mucho menos tener sexo con ella. Podía decirse que me estaba poniendo los cuernos con ella, habíamos pasado de Víctor a Mariola. Menuda diferencia. Ahora su mejor amiga era mi corneadora.

Y por último estaba lo de su jefe Basilio, todavía no había pasado nada con él y de momento Claudia no quería incluirle en nuestras fantasías, pero yo sabía que desde el viaje de trabajo donde le propuso a mi mujer tomarse una copa con un cliente, algo había cambiado entre ellos. Además era una situación que me daba mucho morbo, solían viajar juntos cada dos semanas y pasaban la noche en un hotel de Madrid generalmente, siempre estaban de comidas y cenas y alguna vez hasta se quedaban de fiesta hasta altas horas de la madrugada. Seguía habiendo algo en Basilio que no me gustaba, me parecía bastante falso, pero la idea de que mi mujer se dejara follar por él me volvía loco.

Así que en apenas un año se habían follado a mi mujer Víctor, Mariola y se había enrollado con Lucas, a parte de que seguíamos con los juegos eróticos por cam con Toni24. Yo seguía intentando convencer a Claudia para quedar con él físicamente, era el mejor candidato después de Víctor, le conocíamos perfectamente desde hacía tiempo, teníamos confianza plena, sabíamos de su discreción, conectábamos perfectamente en los juegos de tipo cornudo, además de su imponente polla que hacía que Claudia se corriera cada vez que la veía. Me derretía pensando en el pequeño cuerpecito de mi mujer empalada por semejante verga, Eso tenía que ser sublime.

No estaba nada mal. Mis cuernos crecían y crecían y yo cada vez era más feliz. Interrumpiendo mis pensamientos entraron Claudia, Carlota y Pilar.

―Déjame un poco, quedan dos minutos ―dijo mi mujer sentándose a mi lado.

Llegaron las doce de la noche, nos comimos las uvas y después de los típicos besos y abrazos entre toda la familia estuvimos tomando una copa de champán. Cuando las niñas estaban muy cansadas nos despedimos de toda la familia. Por el camino a casa Claudia iba en el coche leyendo los WhatsApp de Feliz año y contestando uno a uno, entonces se me quedó mirando. De repente se quedó pálida.

―¿Qué te pasa?

―Nada, luego te lo cuento en casa.

―Pero dímelo ahora, no me vas a dejar con la intriga...

―Me ha escrito un WhatsApp Lucas.

―¿Ese es el chico con el que...?, vamos tu alumno, el que se está viendo con Mariola...

―Sí, ese...

―¿Y qué pone en el mensaje?

Cuando paramos en un semáforo Claudia me pasó su móvil para que lo leyera yo.

Lucas 00:34

Feliz año Claudia, espero que este año sea al menos tan bueno como el anterior y podamos volver a vernos. Le dije que conseguiría su número. Un beso.

―¿Y cómo ha conseguido tu número de teléfono?

―No lo sé, supongo que se lo habrá cogido a Mariola de su agenda, no creo que se lo haya dado...¿qué opinas?, no me gusta nada todo esto...

―No le contestes.

―No lo iba a hacer.

―Bloquéale el número y ya está, así no te volverá a molestar.

―Sí, eso haré.

Por el camino a casa Claudia se mostraba muy preocupada por este asunto. Un antiguo alumno de 18 años con el que había mantenido relaciones le había mandado un WhatsApp, podría ser una situación muy delicada para ella. Si trascendiera esa relación políticamente estaría acabada, iba a tener dificultades para poder seguir dando clases a otros chicos en un futuro, a parte de la vergüenza  y en la situación que quedaría, si su familia se enterara. Al menos parecía que el chico no había contado nada de momento, ni tan siquiera a Mariola. Y eso era muy buena señal.

Llegamos a casa y acostamos a las niñas, luego cuando estábamos en la habitación a solas le dije a Claudia que podríamos celebrar el año nuevo.

―¿Qué te apetece? ―preguntó ella.

―Ya lo sabes...

―Desnúdate y ponte de pie junto a la cómoda ―me ordenó.

Yo hice lo que me pidió y luego estuve viendo como Claudia con toda la tranquilidad del mundo se fue desnudando. Sacó uno de los conjuntitos que tenía y se lo fue poniendo poco a poco, sin prisa, el sujetador, las medias, las braguitas, la liga y el liguero. Cuando terminó sacó un arnés y lo dejó sobre la cama antes de meterse en el baño.

Esa espera hizo que me excitara más, yo seguía de pie, con las piernas ligeramente abiertas y ofreciéndole el culo a mi mujer. Me miré en el espejo sumiso, con la polla dura deseando que mi mujer viniera a follarme cuando quisiera.

Al poco Claudia salió del baño, se sentó en la cama y pasó los pies entre las correas del arnés para colocárselo. Luego lo fue subiéndolo hacia arriba hasta que estuvo preparada, cogió un poco de lubricante y lo echó por la punta del enorme juguete, moviendo la mano por él, como si se estuviera masturbando. No me acostumbraba a ver a Claudia así vestida.

Todavía faltaba el último detalle, sacó unos zapatos con mucho tacón y se los puso despacio, yo miré hacia atrás deseando que viniera ya a darme mi merecido.

―Tranquilo cornudo, no me queda mucho, ¿estás deseando que te folle, verdad? ―dijo Claudia poniéndose de pie y viniendo hacia mí mientras se sujetaba la polla de plástico con la mano.

27

Quedamos en un centro comercial para pasar la tarde del sábado juntos, Mariola venía con su hija Alba y Claudia y yo íbamos con las nuestras. A pesar de la diferencia de edad las niñas habían congeniado muy bien y a Alba le gustaba mucho el papel de protectora con nuestras peques. Yo tampoco es que me llevara mal con Mariola, no nos conocíamos mucho, apenas habíamos coincidido unas pocas veces, se podía decir que teníamos una relación correcta, sin más, tampoco tenía confianza con ella como si fuera una amiga de toda la vida.

Sin embargo, ahora la veía de distinta manera por dos motivos, el principal es que se estaba acostando con mi mujer Claudia, eso lo cambiaba todo, se me hacía extraño estar allí con ella, mientras nuestras hijas jugaban juntas, sabiendo que Claudia estaba follando con ella. Ahora, tenía el sentimiento de cornudo cuando estábamos con Mariola, pero de manera distinta a lo vivido con Víctor, quizás al ser una mujer no la veía como una competencia hacia mí, pero por lo que Claudia me había contado ya habían intimado unas cuantas veces, incluso habían terminado desnudas en la cama de Mariola. Eso era ya más serio que un tonteo entre amigas o los morreos que se pegaban en los baños de las discotecas cuando estaban borrachas.

El otro motivo por el que me encontraba extraño en presencia de Mariola, es que ella conocía nuestra vida sexual. Claudia le había contado absolutamente todo lo que hacíamos en pareja, lo de Toni24 y la cam, los encuentros con Víctor, nuestras intimidades, como Claudia usaba los consoladores conmigo y los juegos que solíamos hacer.

No sé si eran imaginaciones mías o no, pero ahora Mariola me miraba y me trataba distinto a unos meses atrás. Mi mujer y ella se metieron en varias tiendas a probarse ropa, zapatos y un bolso, mientras yo me quedé fuera vigilando a las niñas. Estaba claro que mi mujer se llevaba genial con Mariola y cada vez había más complicidad entre ellas, Claudia nunca había tenido una amiga así, a la que pudiera contarle cualquier confidencia por muy íntima que fuera.

―Te quedan divinos esos pantalones, joder menudo culo te hacen ―dijo Mariola sobando el trasero de Claudia dentro de los probadores.

―No sé qué tienes que decir, a ti tampoco te quedan nada mal.

―La verdad es que no ―dijo Mariola dándose la vuelta para verse el culo en el espejo―. Estamos buenísimas, jajaja.

―Jajaja.

―¿Entonces se ha tomado bien tu marido lo nuestro?

―Shhhhhhhhhh baja la voz, que aquí se escucha todo.

―Que si se lo ha tomado bien David ―dijo Mariola hablando más bajito.

―Sí, yo creo que sí, no te diría que está encantado, pero casi, le ha sorprendido mucho que me haya acostado contigo.

―A mí también, nunca pensé que iba a hacerlo con otra mujer y reconozco que me ha encantado, lo mismo que a ti, tenemos que repetirlo cuanto antes...y en cuanto a David no debería sorprenderte, ya sabes cómo es, le vuelve loco que le pongas los cuernos, creo que le da igual con quien lo hagas, jajajaja.

―Sí, eso es cierto, ya le he contado todo lo que hemos hecho, con detalle...

―Mmmmmmmm, me encanta, seguro que luego habéis terminado follando a lo loco pensando en mí, me pone mucho que os calentéis hablando de eso...¿sabes que llevo unos días fantaseando con esto?

―¿Ah sí?...y en qué piensas exactamente...

―En muchas situaciones, me vuelven loca estos juegos que os traéis entre manos tu marido y tú y me encantaría participar también, follar tú y yo y que tu marido nos mire, o salir de fiesta y que él venga con nosotras y nos vea cómo ligamos, cosas así...ese tipo de fantasías, no me digas que no sería morboso?

―Nunca lo había pensado, no sé si David querría participar en eso, ni tan siquiera sé si yo lo haría, no sé, me gusta como estamos ahora, tenemos nuestro espacio, si metemos a David, se podría liar la cosa, incluso nuestra relación de amigas.

―Tú piénsalo tranquilamente, es solo una posibilidad, por tu marido no te preocupes, seguro que le encanta, has tenido mucha suerte con él.

―Sí, la verdad es que no me quejo.

―Es un padrazo, se le ve muy buena persona, te deja follar con quien quieras y además...es bastante guapete, hay que reconocerlo.

―¡¡Oyes, que es mi marido!!, voy a empezar a pensar que te gusta, jajaja.

―Jajajajajaja, no tranquila, yo voy servida con mis jovencitos, pero vamos si alguna vez queréis probar a la inversa yo estoy disponible, ¿no has pensado nunca dejarle follar con otras?

―Pues no, no quiero que se acueste con otras...

―Tú sí, pero él no, ¡qué bonito!

―Eso es lo que él quería, así que...

―Jajajajajaja, ¡¡qué cabrona eres!!

Mientras se estaban volviendo a cambiar los pantalones se quedaron en braguitas, Mariola empujó a su amiga contra el cristal del probador y se puso delante de ella, pasó las manos hacía atrás agarrándola por el culo e intentó besarla.

―Aquí no tía, que estás las niñas fuera con David.

―Buffffffffffff, me da igual, me pones mucho, mmmm este culito...y pensar que todavía tú y yo no hemos follado en condiciones, con las ganas que tenemos.

―Venga quita, jajajajaja, que siempre me haces lo mismo.

―Me voy a ir cachonda para casa...

―Para ya Mariola ―dijo Claudia volviéndose a poner sus vaqueros.

―Claro, tú como tienes a tu marido esta noche...

―Le pienso contar todo esto, eh?, le voy a decir que me has atacado en los probadores...

―Ummmmmmmmmmm, eso espero, coméntale también lo de que nos vea follar juntas, a ver qué le parece...

―Anda calla calla y vamos a pagar...

―Pasa tú primero ―dijo Mariola dando un pequeño azote en el trasero de Claudia.

...

Para terminar la tarde terminamos merendando en una hamburguesería como le habíamos prometido a las niñas, entonces es cuando Mariola tensó un poco más la cuerda conmigo y empezó a tantearme. Las niñas estaban sentadas en un lado de la mesa y los tres mayores estábamos juntos.

―Bueno Claudia, ¿y entonces cuándo dices que vamos a volver a salir de fiesta?, además tenemos pendiente otra escapadita por Madrid.

―Uffffffff, no sé, a ver si puedo buscar un hueco, ahora tengo mucho lío...dentro de poco empezamos con la campaña electoral de las municipales...

―Venga no me pongas excusas, si los fines de semana no trabajas, podemos salir cualquier sábado, mira para el siguiente Alba se queda con su padre.

―¿Para el siguiente ya?, bueno tranquila, no corras, lo dejamos para más adelante, este mes ya tengo lo del fin de semana en el Parador con el Secretario General del partido y lo de ir a Madrid, estoy un poco cansada, ya viajo mucho a Madrid por trabajo, preferiría quedarme por aquí, después de que pase el fin de semana en el Parador quedamos tú y yo, pero más de tranqui, si quieres una cena en tu casa o algo así...

―Vale, pues dejamos pendiente una salida tú y yo y ya voy hablando con mi amiga que más adelante nos prepare algún plan en Madrid, podemos ir a ver una obra de teatro y salir luego a cenar con ella, anda maja que estás todo el día con el trabajo, voy a empezar a pensar que tienes un lío con el jefe, jajajaja.

―¡Mariola!

―Solo era una broma...ya sé que no tienes un lío con el tal Basilio, y por David no te preocupes, ya sabes que no le importa que salgas un poco y te despejes del trabajo ―dijo Mariola dedicándome una medio sonrisa.

―Ehhhhhhh, sí claro, puedes salir cuando te apetezca...ya lo sabes Claudia.

―Además tenemos que estrenar la ropita que hemos comprado, esos vaqueros te quedaban espectaculares y el legging de cuero te hacían un culazo, aunque tampoco me extraña, toda la ropa te queda bien.

―Ni que a ti te quedara mal ―le contestó mi mujer en una conversación que empezaba a derivar en un claro tonteo delante de mis narices.

―Entonces quedamos en eso, después de que pases el fin de semana ese de trabajo en el Parador quedamos para cenar un sábado tú y yo en mi casa...no hay problema por las niñas, David se puede quedar con ellas, no?

―Por supuesto ―dije yo.

―Tengo muchas ganas de cenar contigo...mmmmmmm...

―Vale ya Mariola ―le cortó Claudia.

La amiga de mi mujer me miró con cara de zorra, yo sabía lo que significaba esa cena a solas en su casa, no era más que una excusa para estar solas y pasar la noche follando con mi mujer y yo estaba allí delante escuchando como Mariola quedaba con Claudia.

―Vale, pues entonces quedamos en eso, y tú David no te preocupes, ya sabes que dejas a tu mujer en buenas manos...soy muy buena en la cocina, puedes estar tranquilo, que Claudia va a cenar muy bien...

Las frases que decía aquella zorra venían siempre con un doble sentido y con una carga de humillación implícita que me encantaban, además ella se daba cuenta que me gustaba ese juego y una vez que había empezado no se iba a detener.

―David, algún día te tienes que venir a Madrid con nosotras, seguro que lo pasamos muy bien, la noche de Madrid es muy sorprendente.

―Sí, vale, podría estar bien ―dije yo.

―Seguro que algo pensamos para que la noche termine bien para todos...

―¡¡Mariola, vale ya!!, te estás pasando ―dijo mi mujer.

―Solo estábamos hablando...¿no te molesta David, no?

―No, no claro que no...

―Un día vamos a cenar a Madrid y que se venga tu marido con nosotras, puede estar bien, así ve que no somos tan peligrosas cuando salimos...bueno, un poco sí, pero no mucho, alguna vez ligamos algo, pero poco, jajajaja,¿David, te gustaría salir un día de fiesta con nosotras?

Yo le miré a Claudia que esperaba mi respuesta, la verdad es que la proposición de Mariola me pilló bastante sorprendido, no sabía ni qué contestar, me estaba pidiendo que fuera un día de fiesta con ellas por Madrid, no sé qué intenciones tenía en mente, pero por la cara de vergüenza que tenía Claudia y la sonrisa morbosa que se le escapaba a Mariola, no presagiaba nada bueno.

Fue mi mujer, que estaba más incómoda con esa situación la que al final dio por zanjada la conversación cambiando de tema, sin embargo Mariola ya había puesto la semillita de que lo podía ser nuestra futura relación con ella.

Aquella mujer era muy atractiva, no era tan pudorosa como Claudia y desprendía un aura sexual que hacía que me diera mucho morbo. El tener esa conversación allí, incluso delante de las niñas hizo que me excitara y se me escapó una pequeña erección bajo los pantalones.

Cuando llegamos a casa acostamos rápidamente a las niñas y le dije a Claudia que tenía ganas de sexo.

―Perdona por lo de Mariola, se ha pasado un poco.

―Está bien, no te preocupes, creo que me está tanteando, a ver como reacciono.

―Sí, pero...

―No hay peros Claudia, tu amiga sabe perfectamente lo que me gusta, o lo que nos gusta a los dos, y empiezo a pensar que podría ser una buena sustituta de Víctor.

―¿Mariola?, anda, no digas tonterías...¿estás pensando eso?, vaya dos ―dijo medio riéndose.

―¿De qué te ríes?, ¿cómo que vaya dos?

―Ella me ha dicho lo mismo que me estás diciendo tú ahora, cuando estábamos en los probadores, donde por cierto, me ha metido mano.

―¿Que te ha metido mano en los probadores?

―Sí, cuando nos hemos quedado en braguitas, me ha besado y luego se ha acercado a sobarme el culo...me ha dicho que tiene muchas ganas de follar conmigo...

―Joder Claudia...

―¿Qué pasa?, ¿te excita que me diga eso?

―Uffffff, sí, mucho, estoy muy cachondo, tu amiga cada vez me pone más...

―¿Mariola te pone?, ¿pero en qué sentido?, que te gustaría follar con ella o que te da morbo que estemos juntas...

―De todas las maneras...

Claudia se quitó la ropa y se acercó a mí vestida tan solo con unas braguitas y el sujetador, luego se sentó sobre mi paquete pasando las manos por detrás de mi cabeza.

―¿Sabes qué ella me ha dicho que tú también le pareces muy guapo?

―¿Ha dicho eso?

―Sí, incluso me ha sugerido que si alguna vez te dejaría follar con otras, creo que a Mariola no le importaría follar contigo...

―Mmmmmmm, joder...

―Shhhhhhhhhh, no te emociones, no pienso dejarte hacer nada con ella, tendrás que conformarte con que te cuente con detalle como follamos entre nosotras ―dijo Claudia moviéndose sobre mí.

―¿Tienes muchas ganas de volver a hacerlo con ella?

―Sinceramente, sí.

―¿Y eso que te ha dicho de Basilio, que si teníais un rollo y tal?, ¿a qué ha venido?

―No lo sé, creo que lo ha dicho por ti, para ver cómo reaccionabas, sabe perfectamente lo cornudo que eres y ha querido jugar un poco contigo, ¿qué pasa?, ¿te gustaría que tuviera una aventura con mi jefe?

―Con Basilio, nooooooo, bueno no sé, no te imagino haciendo nada con ese tío...

―¿Y por qué no?

―No te pega nada, ¿qué pasa, te gustaría follar con él?

―Pues tampoco lo sé, como dices tú, no me gusta nada, pero reconozco que la última vez que estuve con él, en su habitación, no sé...me sentí extraña, estaba excitada, creo que le hubiera dejado si hubiera intentado algo...

―Joder Claudia...

―¿Qué te pone más, que folle con Basilio o con Mariola?

―Son cosas distintas, además lo de tu jefe es solo una fantasía, con tu amiga ya has tenido algo...¿estarías dispuesta a hacer algo con Basilio?

―¿Te gustaría?

―No lo sé Claudia, ese tío sabes que no me cae nada bien...

―¿Seguro cornudo?...¿y por qué la tienes tan dura?

―Mmmmmm Claudia...

―Estoy pensando en levantarte hoy el castigo, hace mucho que no follamos, desde lo de Barcelona...

Claudia seguía encima de mí, con su ropa interior frotándose contra mi polla, que no iba a poder aguantar mucho más tiempo. Y ahora me estaba hablando de follar.

Se puso de pie y se quitó las braguitas, pero se dejó el sujetador puesto. Me quedé mirando su coño, perfectamente depilado, se notaba que estaba húmedo y desde arriba me ordenó.

―¡Vamos, sácate la polla!, ¡hoy quiero que me folles!

―Claudia estoy muy excitado...

―Ya lo sé, no vas a durar nada y te vas a correr en cuanto me la metas, ¿te crees que no lo noto cómo estás?, pero luego ya sabes lo que te toca, me voy a sentar en tu puta cara de cornudo y me voy a frotar contra tu lengua mientras te tragas tu propia corrida.

―Mmmmm, Claudia.

―Eso es, sácate la polla...

Claudia se dejó caer sobre ella sentándose encima de mí. El calor y la humedad de su coño eran maravillosos y como sabíamos los dos, mi eyaculación era cuestión de segundos. Hacía meses que no la penetraba y me volvió loco volver a estar dentro de ella.

―No puedo prometerte que no vaya a hacer nada con Basilio ―dijo con un par de golpes de cadera que me hicieron temblar.

―Claudia, ohhhhhhh...¿te pone cachonda ese cerdo?

―¡¡Cállate cornudo y córrete!!, ¿con cuántos tíos vas a dejarme follar o es que no tienes límite?

―Ahhh Claudia, con todos los que quieras, ya lo sabes...puedes hacer lo que quieras...con quien quieras...no puedo más...

―Lo sé, vamos,  deja a tu pollita que saque lo que lleva dentro, mmmmmm, muy biennn, córrete cornudito, vamos, muy biennnn...

―Ohhhh ohhhhhh, ohhhhhhh ―gruñí descargando inmediatamente dentro de Claudia, mientras acompasaba sus movimientos, poniendo las manos sobre su culo.

28

El Secretario General Nacional del partido iba en cabeza de la comitiva junto con el Presidente de la Comunidad Autónoma, llevaba varios asesores con él y un par de guardaespaldas. Iban a hacer ese congreso como pistoletazo de salida a las elecciones municipales y se habían reunido el fin de semana en aquel Parador.

Claudia iba detrás, con el Consejero de Educación y Basilio, había otros altos cargos autonómicos también presentes y el director del Parador les estaba dando una vuelta, enseñándoles las instalaciones.

―Es muy bonito este patio...bueno y el Parador en general. Está todo impecable ―dijo el Secretario General.

―Me alegro que le guste, espero que las habitaciones y la comida también sea de su agrado.

―Seguro que sí.

Por la tarde hicieron una especie de miting en el patio que había en la parte de atrás. Primero salió a hablar el Secretario General y luego fueron saliendo el Presidente Autonómico y el alcalde del municipio donde estaba el Parador. Mientras hablaba el alcalde, el Secretario General se fijó en Claudia, estaba sentada al lado de Basilio y del Consejero de Educación de la CCAA.

No conocía a aquella rubia tan atractiva, que tenía una presencia inmejorable, se quedó observándola un rato y de momento no dijo nada. Antes de la cena, mientras daban un pequeño paseo por los jardines y degustaban un pequeño entrante, el Secretario General se acercó a ellos y saludó al Consejero de Educación y a Basilio.

―¿Qué tal?, cuanto tiempo, hola Basilio me alegro de verte...

―Igualmente, es un placer que haya venido al congreso, es muy importante para nosotros que esté aquí este fin de semana...

―La verdad es que el sitio es estupendo, es un Parador precioso y se come de maravilla, está todo exquisito, tenía la idea de irme después de cenar, pero tengo muchas ganas de probar las habitaciones...así que me quedaré hasta mañana por la mañana, bueno a usted no la conozco ―dijo dirigiéndose a Claudia.

―Es Claudia Álvarez ―dijo Basilio.

―Encantada ―dijo ella estrechando la mano muy cordialmente al Secretario General del partido.

―Lleva con nosotros unos meses y está haciendo un trabajo fenomenal.

―Seguro que sí.

―¿Puedo hablar con usted un momento? ―le dijo el Secretario a Claudia.

―Sí, por supuesto, pero deje de llamarme de usted.

―Solo si tú también lo haces.

―De acuerdo.

Claudia y el Secretario General comenzaron a dar una pequeña vuelta por el Parador, ella le puso al corriente de la tarea que tenía encomendada en la Consejería, de su anterior trabajo, no le quiso decir que era la sobrina de Gregorio para que no pensara que había sido enchufada. Fue una pequeña charla informal, apenas diez minutos.

―La verdad es que el sitio es perfecto, para el Congreso, no sé quién lo habrá elegido, pero ha acertado de pleno ―dijo él.

―Es un edificio del siglo XVII si no recuerdo mal, de estilo herreriano, sobre todo las torres, se ve bien en las columnas que rodean el patio...

―Sí, nos lo había comentado el director...bueno Claudia pues nada más, me alegro de haber hablado contigo, me gusta conoceros un poco a todos, sobre todo a las cara nuevas, veo que contigo  han acertado.

Durante la cena el Secretario se quedó mirando a Claudia, le había causado una gran impresión en la charla informal que habían tenido. Guapa, elegante, seria, culta, educada, hablaba idiomas y no podía tener una mejor presencia.

Llevaba una blusa blanca, junto con una falda de tela de seda negra, estilo oriental, que la quedaba perfecto. Aquella mujer era un activo muy valioso en el partido, tenía que informarse bien de quién era. Se acercó al asesor que iba con él.

―¿Ves la rubia que está allí sentada con Basilio?

―Sí, claro.

―Quiero un informe detallado de ella. Lo quiero saber todo, cuántos años tiene, qué hace en el partido, dónde ha trabajado antes, qué estudios tiene, familia, hobbies...

―En un par de días lo tiene, señor.

―Gracias.

Cuando terminó la cena la gente se fue retirando a las habitaciones, Basilio y Claudia no tenían reserva en el Parador, apenas habían podido reservar habitaciones para el Secretario General, el Presidente Autonómico y algún alto cargo más. Basilio y Claudia fueron andando por el pueblo hasta que llegaron al hotel donde se hospedaban.

―Es un poco pronto todavía...¿te apetece tomar algo en el hotel? ―le preguntó Basilio.

―La verdad es que estoy un poco cansada, casi mejor lo dejamos para otro día...me duelen los pies.

―Venga Claudia, algo rápido, quería comentarte una cosa.

―Está bien Basilio, me quedo, pero un poquito, además no sé si estará abierta la cafetería del hotel a estas horas.

―Vamos a otro sitio, seguro que en el pueblo hay algún bar abierto...

Echaron a andar entre las calles del pueblo y no tardaron en encontrar un par de bares abiertos, aunque dentro había bastante gente joven. Llamaban mucho la atención un señor trajeado como Basilio y una rubia tan guapa vestida elegantemente. Claudia se quitó el abrigo y al darse la vuelta para dejarlo sobre la percha a Basilio se le fueron inconscientemente los ojos a su culo.

Había intentado evitar tener cualquier pensamiento sexual sobre Claudia, pero cada vez se sentía más atraído por ella. No quería volver a pasar por lo mismo que había pasado con la anterior chica que ocupaba el cargo similar a Claudia y que le acompañaba a todos los sitios.

―¿Qué quieres tomar?

―Pues no sé, un vino tinto estaría bien...

―Dos vinos tintos, por favor, el mejor que tengas ―le dijo al camarero.

Ya con las copas en la mano, Basilio hizo un pequeño brindis con Claudia.

―Esto era para darte la enhorabuena.

―¿La enhorabuena por qué? ―preguntó Claudia.

―Me consta que le has causado una gran impresión al Secretario General, él mismo me lo ha dicho en persona, que eras una gran incorporación al partido, no sé de qué habéis hablado, pero se ha llevado una buena imagen de ti.

―Vaya, pues gracias, ¡qué vergüenza!

―¿Vergüenza por qué?

―Por lo que me has dicho.

―De eso nada, te lo digo siempre, haces un trabajo fenomenal y la gente sabe reconocerlo. ¿Puedo saber de qué habéis hablado?

―Pues realmente de nada, un poco de mi vida, del Parador, del partido, poca cosa...hemos dado un paseo y tampoco hay mucho más que contar, hemos hablado de cosas cotidianas...

―Pues otro brindis por nosotros, es un gran punto para nosotros...

―¿Un punto?

―Sí, para después de las elecciones municipales...

―¿Para después?, no te entiendo...

―Sí Claudia, pensé que lo tenías claro, eres una mujer lista, después de las municipales posiblemente no sigan contando con el Consejero de Educación y estos detalles me posicionan muy bien para el cargo, es lo que llevo tanto tiempo esperando...

―Vaya no lo sabía...de verdad que no había pensado en eso.

―Eso es lo que me gusta de ti, eres una gran trabajadora, pero políticamente todavía estás muy verde...me encanta ese contraste, no estás maleada todavía, no tienes miras...en política un día estás arriba y otro estás abajo, y puede pasar muy rápidamente.

―No me interesa la política, ya lo sabes Basilio, solo en que hagamos bien nuestro trabajo.

―Lo sé, por eso quiero seguir contando contigo, espero que esta unión dure muchos años, eso sería muy buena señal.

Claudia no supo ni qué contestar, no se imaginaba estar trabajando muchos años con un personaje como Basilio, un politicucho con aires de grandeza que solo quería subir a base de servilismo y otra serie de actividades de dudosa legalidad.

―La semana que viene tenemos reunión en Madrid con “éstos”, siento abusar tanto de ti, pero ahora estamos en un buen momento...

―¿Preparo algún informe?

―Estaría bien tratar lo que dejamos pendiente la anterior vez y que no nos dio tiempo.

Era una forma elegante de decir que en el anterior viaje tan solo se habían dedicado a comer, beber y salir de fiesta, sin haber tratado ningún tema oficial y ni tan siquiera haberse reunido.

―Entonces el jueves, reserva en el hotel de siempre y en el restaurante, bueno ya sabes...

―Sí, claro...bueno es un poco tarde, ya va a ser mejor que nos volvamos al hotel ―dijo Claudia apurando la copa.

Basilio, como todo un caballero le acompañó hasta la puerta de la habitación del hotel, antes de despedirse se acercó a Claudia y le dio un par de besos en la mejilla. Lo hizo muy despacito y posando bien los labios en las mejillas de su acompañante, mientras ponía una mano en su cintura.

―Buenas noches Claudia.

―Buenas noches.

Claudia se quedó un poco sorprendida del acercamiento que había tenido Basilio, era la primera vez que había percibido en él algo sexual, y eso que solo habían sido dos besos de despedida, ni tan siquiera cuando estuvo la otra vez en su habitación a altas horas de la madrugada se había sentido así. Fue una sensación extraña, pero tampoco fuera de lo normal, Basilio siempre se había comportado con ella de manera educada y no podía hacerle ningún reproche en ese aspecto y tampoco le había dicho nunca una palabra fuera de lugar.

Basilio entró en la habitación y se sentó en la cama.

―No, otra vez no, con Claudia no ―dijo tapándose la cara.

Estaba enfadado consigo mismo y se quitó la ropa, desnudo se metió en el baño y abrió el grifo del agua fría de la ducha. Se metió debajo y al momento se le bajó la erección.

“Con Claudia no, con Claudia no, no quiero volver a pasar por eso”

Unos días más tarde el Secretario General del partido tenía en su mesa el informe de Claudia Álvarez. No podía ser más detallado. Nombre, edad, altura, peso, estado civil, edad y nombre de sus hijas, dónde trabajaba su marido, qué había estudiado, expediente académico, idiomas que hablaba, las oposiciones que había hecho, dónde había trabajado, desde cuándo llevaba en la Consejería con Basilio, hasta los Hobbies que tenía.

“Vaya, así que es la sobrina de Gregorio Álvarez”

Luego descolgó el teléfono y le llamó al Presidente de la CCAA. Estuvo hablando un rato con él agradeciéndole el fin de semana que habían pasado en el Parador y luego como el que no quiere la cosa le mencionó el nombre de Claudia Álvarez.

―Nos hace falta gente así en el partido, hay que renovarse...

―Desde luego.

―Si las elecciones transcurren como pensamos y seguimos gobernando me gustaría que pienses en Claudia...tiene que empezar a ser una figura pública y visible, da muy buena imagen...

―¿Había pensado en algún cargo?

―Eso te lo dejo a ti, antes si quieres lo comentamos y pensamos cual sería el puesto idóneo para ella...

―Por supuesto...

―Pues nada más, que tengas buena mañana. Buenos días.

―Igualmente, hasta luego...

29

El sábado por la noche estaba en el salón, viendo una película con las niñas, mientras terminaban de cenar. Claudia se estaba arreglando en nuestra habitación, había quedado para cenar con Mariola. Llevábamos toda la semana hablando de ello y había llegado el momento, los dos sabíamos lo que iba a pasar en casa de su amiga.

Me sentía cuando menos confuso con el tema de Mariola y Claudia creo que estaba igual que yo. Jamás me imaginé que mi mujer iba a tener de amante a otra mujer, ya se habían enrollado varias veces, y estaba surgiendo una atracción sexual entre ellas que cada vez iba a más. Pero ese sábado no iban a salir de fiesta, ni a cenar a un restaurante. Habían quedado en casa de Mariola y no tenían ninguna intención de salir.

Habían quedado directamente para follar.

Durante la semana, su amiga le había enviado varios mensajes a Claudia insinuándole que tenía muchas ganas de que se vieran. En los mensajes no ponía nada explícito, pero leyendo entre líneas se podía intuir que Mariola estaba coqueteando claramente con mi mujer.

Y como digo, estaba confuso con este tema, es verdad que me encantaba que Claudia follara con otra gente, pero con una mujer se me hacía muy raro, no tenía nada que ver con lo que hacíamos con Víctor, esto con Mariola era más cercano, era su mejor amiga, otra mujer. Estaban mezclando la relación de amistad con la sexual. Y Mariola estaba empezando a ocupar el sitio de Víctor como mi principal corneadora.

Me imaginé en un futuro quedando los tres, acompañándolas hasta la habitación de un hotel y viendo cómo Mariola hacía disfrutar a mi mujer. La idea también me excitaba mucho, quizás no tenía ese punto de humillación que me gustaba a mí de sentirme como un cornudo, cuando Claudia follaba con otro que me superaba en hombría, pero que se viera con Mariola tenía otros aspectos también muy interesantes.

Cuando las niñas terminaron de cenar las dejé un poco en el salón viendo una película y me subí a la habitación, Claudia se estaba vistiendo, no es que se hubiera puesto muy elegante, pero iba muy atractiva con unos vaqueros azul oscuros bastante ajustados, botines y en la parte de arriba una camisa blanca metida por dentro del vaquero.

―¿Ya han terminado de cenar las niñas?

―Sí, las he dejado un poco, ahora cuando te vayas las acuesto...

―¿Y tú que vas a hacer?

―Nada, esperarte a que vuelvas y me cuentes lo que has hecho ―dije poniéndome detrás de ella.

―Lo mismo vuelvo muy tarde.

―Me imagino.

―¿Hoy estás dispuesta a todo, verdad?

―No lo sé, solo voy a cenar con ella y lo que surja...

―Mmmmm, sabes de sobra que vais a terminar follando...y yo como un buen cornudo te voy a esperar en casa.

Claudia echó la mano hacia atrás y me acarició la polla por encima del pantalón.

―Me encanta que me esperes en casa...

―¡Llámame cornudo! ―le dije mirándola a los ojos a través del espejo.

―Eres mi cornudo, ya lo sabes ―contestó Claudia retorciéndome la polla entre los dedos.

―Uffff...¿estás caliente, verdad?

―No sé si caliente, pero un poco nerviosa sí, no sé por qué estoy así, es una cena informal en su casa, hemos quedado mil veces...

―Pues porque hoy no es una noche normal, otras veces nunca has salido con la idea de acostarte con Mariola, pero hoy sí...os tenéis muchas ganas...sobre todo Mariola a ti. Me encantaría que me mandaras algún mensaje durante la noche y me contaras qué estáis haciendo.

―No sé, no te prometo nada...bueno ya estoy lista.

―Pues no te digo nada más, vuelve cuando quieras.

Claudia se dio la vuelta y me dio un pequeño beso en los labios.

―Buenas noches cornudo, voy a despedirme de las niñas...

Cuando se fue Claudia, estuve cenando un poco mientras terminaba la película de las peques y luego las acosté. Al quedarme solo en el salón abrí el portátil y busqué algún video porno de dos mujeres follando. Empecé por los típicos videos de chicas besándose, luego estuve viendo otro de cómo se comían los coños y por último busqué algún video donde una mujer se pusiera un arnés con una buena polla para follarse a otra.

Estuve casi una hora pajeándome, pero no me quise correr. Cuando regresara Claudia a casa quería estar bien caliente. Luego me puse una serie, me tapé con la manta y me quedé dormido en el sofá. Me desperté a las 2:45, miré el móvil y no tenía ningún mensaje de mi mujer, así que mientras subía por la escalera hacia la habitación le mandé yo uno.

David 2:46

¿Qué tal va la noche?, que no dices nada...

Estuve esperando un poco, pero Claudia no vio mi mensaje, así que sin obtener respuesta me metí en la cama y me quedé dormido.

A pesar de que habían quedado en su casa Mariola también se había arreglado, llevaba unos vaqueros blancos, zapatos de tacón y un suéter de punto de color rojo. Abrió la puerta a Claudia y le dio un pico en los labios que fue correspondido por su amiga. Era buena señal pensó, ella no le había retirado la cara y enseguida notó que Claudia venía dispuesta a todo.

―Estás muy guapa, podías haberte puesto más cómoda, estás en tu casa ―le dijo Claudia.

―Tú también has venido tremenda...pero ya lo sabía que ibas venir así, ¿no te pensarías que te iba a dejar a ti bien vestida y yo iba a estar con unos vaqueros viejos de andar por casa?, antes muerta que sencilla, aunque estos tacones me están matando...

―Jajaja, después de cenar nos quitamos los zapatos...

―Mmmmm, los zapatos y lo que sea...

―De momento los zapatos...

―Vamos a la cocina que ya tengo la cena preparada, te he hecho un buen pescado al horno y tengo preparadas un par de botellas de vino blanco que nos tenemos que beber y luego te he preparado uno de mis postres...

―Ufffff, están de muerte esos postres que haces, pero engordan...

―Hay que darse caprichitos de vez en cuando.

Se fueron a la cocina y Claudia le ayudó a su amiga a llevar la cena hasta el comedor. No hizo falta que le ayudara a poner la mesa, pues Mariola ya lo había dejado todo preparado perfectamente, con una cubertería elegante, un bonito mantel e incluso unas velas en la mesa.

―Bueno, bueno, ¡qué bonito!...

―No te quejarás de que no te trato bien...

―No, desde luego que no tengo ninguna queja...

Antes de salir por última vez de la cocina, Mariola se acercó a Claudia y la rodeó por la cintura, bajó sutilmente la mano para acariciarle el trasero por encima del vaquero y le dio un pequeño beso en los labios. Claudia volvió a corresponderle el beso, pero no fue solo uno, fueron tres o cuatro picos cortos y ruidosos en la boca.

―Estás espectacular, llevo pensando en ti todo el día, bueno toda la semana mejor dicho ―le dijo Mariola.

Luego volvieron al salón y empezaron a cenar. Claudia hizo los honores y abrió una botella de vino mientras degustaban unos entrantes que había preparado su amiga.

―Bueno cuéntame, ¿qué tal te va en el trabajo?, yo no te cuento nada, que lo que pasa en el banco es muy aburrido...

―Pues lo de siempre y ahora con las elecciones parece que se han puesto muy nerviosos, empezando por mi jefe, que me tiene harta...con lo bien que estaba yo en el instituto.

―Sí, ya, me vas a comparar estar dando clases a adolescentes revolucionados con estar ahí en la Consejería cobrando un sueldazo por cuatro reuniones y un par de viajes de Madrid...

―Tampoco te creas que cobro tanto y yo prefiero dar clases que estos rollos políticos...

―¿Qué tal el jefecillo ese tuyo?, ¿Basilio era, no?

―Sí, pues como siempre, mira este jueves teníamos que haber viajado a Madrid, menos mal que al final no pudimos ir, dos de los que suelen venir normalmente ya tenían planes, así que lo hemos pospuesto para la semana que viene.

―¿Y qué tal con él?

―Pues como siempre, es un tío muy raro...eso sí, se mueve en estos ambientes como pez en el agua, le encanta que salga todo como tenía planeado y si no se enfada como un niño pequeño.

―¿No te tira los trastos?, tanto viajecito juntos y tanto hotel...

―Pues no, es un poco raro en ese aspecto también...

―¿Raro, en qué sentido?

―Pues en el sentido, yo no es que quiera nada con él ni nada de eso, es un tío muy educado y tal, pero cuando hablas con otros hombres, percibes cosas, no sé cómo explicarlo, yo creo que muchos hombres se sienten atraídos por mí, sexualmente hablando, otros no claro, pero la sexualidad como que se percibe y Basilio es un tío raro, es como que nunca pensara en ese aspecto...no transmite nada, sexualmente hablando...no sé si me explico.

―Sí vamos, que no te hace ni caso, jajaja.

―Más o menos, aunque tampoco es que me importe mucho, casi mejor.

―¿No te pone ni aunque sea un poco?, es tu jefe, los jefes siempre dan morbo...

―Tú le has visto Mariola, ¿tú crees que me podría dar morbo ese tío?

―Pues no sé, tiene su cosa, ¿seguro que no te pone nada?

Claudia le dio un trago a la copa de vino un poco ruborizada.

―¡Serás zorra, a ti te pone ese tío! ―gritó Mariola.

―Que nooooo, ahhhggggg...claro que no...

―Pues tendría su morbo que follaras con él, ya sabes la típica aventura del jefe con su secretaria, seguro que a tu marido le encantaría...

―Puede ser que le gustara a David, aunque Basilio no le cae nada bien, pero yo no soy su secretaria eh...

―No sé qué me da a mí que tú terminas follando con ese tío, por cierto, hablando de tu marido, ¿qué te ha dicho David de lo de esta noche?

―Pues poca cosa...

―¿Le ha gustado la idea de que vengas a cenar a mi casa?, supongo que sabrá que esta noche aquí pueden pasar cositas entre nosotras...

―Se lo imagina...

―Mmmmmm, me encanta, seguro que le excita, ¡menudo cornudo tienes en casa!, yo si te digo la verdad, llevo todo el día pensando en ti y estoy bastante cachonda y ahora con el vino... ―dijo Mariola apurando su copa de vino.

―Están buenísimos estos entrantes ―dijo Claudia cambiando de tema.

―Venga anda, vamos a la cocina a por la merluza guisada con gambas y guisantes que he hecho, te vas a chupar los dedos...

Se acercaron a la cocina con la copa de vino en la mano, Mariola había preparado el pescado en una cazuela y lo puso a calentar a fuego bajo. Mientras iba cogiendo temperatura se acercó a Claudia y le apartó el pelo de la cara pasándoselo por detrás de la oreja, luego se puso delante y le dio un pequeño beso en los labios.

―Podríamos llevar follando un buen rato, pero quiero ir poco a poco...quiero que te pongas igual de cachonda que yo, no sé ni cómo me estoy conteniendo.

Entonces Claudia abrió la boca y esta vez fue ella la que besó a Mariola, lo hizo con suavidad, pero sacando la lengua, que metió en la boca de su amiga, una vez que había acariciado los labios con ella. Se estuvieron besando unos treinta segundos, hasta que la cazuela empezó a burbujear, señal de que ya estaba preparado el segundo plato.

―Buffff, no sé si vamos a llegar a los postres...

―Seguro que sí ―dijo Claudia levantando las dos cejas y limpiándose un poco la humedad de sus labios.

Mariola sirvió la merluza en unas cazuelitas de barro, no le faltaba detalle a la cena que había preparado, cuando volvieron a sentarse le sirvió otra copa de vino a su amiga, ya era la tercera que se tomaba.

―Baja un poco el ritmo que no quiero emborracharme...bueno cuéntame tú algo.

―Si todavía no me has contado nada ―protestó Mariola

―¿Y qué quieres saber?

―Pues qué estáis haciendo ahora, ya que nos os veis con Víctor, me supongo que seguiréis jugando con el de la cam, además no sé qué quieres que te cuente, yo no estoy quedando con nadie, solo con Lucas y como no quieres saber nada de eso...

―Sí, nos seguimos conectando con él de vez en cuando, una vez a la semana o así...

―Es muy excitante, no me importaría que alguna vez nos conectáramos tú y yo con ese de la cam, ¿tú crees que le gustaría ver cómo nos lo montamos?

―No lo había pensado nunca, pero sí, seguramente le gustaría, mmmmmmmm, está deliciosa esta merluza.

―Lo sé, tengo muy buena mano para la cocina...y para todo, jajajaja.

―Jajajajaja.

―Le llevo dando vueltas a lo que hemos estado hablando últimamente, ya sabes, esto de que estemos juntas y tal...

―¡Uyyy qué miedo me das! ¿y qué has estado pensando?

―Pues muchas cosas, sobre todo lo que más morbo me da es que alguna vez pudiéramos follar delante de tu marido, que él nos viera como lo hacemos...eso me encantaría...

―¿Quieres ser tú una especie de corneadora o qué?, jajajaja.

―Sí, más o menos, no lo digo de bromas, me gustaría hacer un poco lo que me contabas que hacíais con Víctor, salir a cenar los tres, luego que David nos mire mientras estamos solas en una discoteca, que nos vea ligar con otros tíos, que nos vea follar entre nosotras o incluso lo que hemos hablado antes de conectarnos con el de la cam, esas cosas...

―Vas muy deprisa Mariola, de momento vamos a terminar de cenar que está todo buenísimo...bueno cuéntame tú algo...

―¿Y qué quieres que te cuente?, si ahora solo me estoy viendo con Lucas...

―¿Y Mario?

―Llevo un mes que no sé nada de él, por lo que me ha dicho Lucas se ha echado novia en la universidad.

―¿Y con Lucas te sigues viendo?

―¿Pero no decías que no querías saber nada de eso?

―Es que si no, solo hablamos de mis cosas...

―Quedamos lo que podemos, con Alba en casa hay semanas que no podemos ni quedar, este fin de semana hubiera sido bueno, pero hoy ya tenía planes contigo y ayer no quise llamarle...

―¿Y eso?

―Si te soy sincera, es porque hoy quería estar más cachonda, si hubiera estado ayer toda la noche follando con Lucas hoy estaría reventada, es inagotable el chico, me puede echar cuatro o cinco polvos en una noche, me deja sin ganas de sexo una buena temporada...

―Joder...

Claudia no pudo evitar acordarse del encuentro que había tenido con Lucas en el portal de su amiga. Se había dejado llevar y había terminado enrollándose con su antiguo alumno en el descansillo de las escaleras entre dos plantas, se había comido la boca con el chico y había dejado que la metiera un dedo en el culo y que luego la masturbara, se puso tan caliente que le terminó sacando la polla y haciéndole una paja hasta que se corrió salpicando su cara. Por suerte, parecía que Lucas no le había contado nada a Mariola, si no su amiga se lo hubiera insinuado con total seguridad.

Acordarse de lo que había pasado con Lucas hizo que Claudia se calentara más, entre que cada vez que iban a la cocina se terminaban besando, que ya se habían terminado una botella de vino, que llevaban toda la noche hablando de sexo y que después de la cena sabía lo que iba a pasar, en el ambiente ya flotaba una tensión sexual que se empezaba a hacer irrespirable.

―Deliciosa la merluza ―dijo Claudia pasando un poco de pan por el plato para degustar la salsa.

―Tengo muchos videos con él...

―¿Con quién?

―Con Lucas, a veces nos gusta grabarnos mientras follamos, ya te enseñé algunos, pero tengo muchos más, en la cama, follándome a cuatro patas, haciendo de todo...si quieres les podemos poner para romper el hielo...la otra vez te gustaron mucho...

―No, da igual...

―Hay tiempo, si nos seguimos viendo, sé que en un futuro me pedirás verlos, sé que te gusta verme follar con uno de tus alumnos...

―Bueno...¿vamos a por el postre?

―Sí, mejor, ¿abrimos otra botella de vino, no?

―Casi mejor que no, ya estoy un poco...

Se fueron de nuevo a la cocina y Mariola tenía preparada una deliciosa tarta de chocolate que puso en unos platitos especiales de postre. Antes de volver de nuevo al salón se acercó a su amiga y le quitó la copa de vino que sostenía en la mano para dejarla en la encimera. Muy despacio le acarició los labios con un dedo y se quedaron mirando fijamente antes de volver a besarse.

Esta vez ya no fue un beso como los anteriores, ahora literalmente se comieron la boca, entrelazando sus lenguas y las dos pusieron sus manos en el culo de la otra para apretarse con más fuerza los cuerpos entre sí.

Cuando se separaron, se quedaron mirando con la respiración acelerada, se miraban con deseo, con lujuria, con morbo. Se tenían muchas ganas. Mariola partió un trozo de la tarta con la mano y se lo metió en la boca de su amiga, que degustó con placer, luego hizo lo propio con los dedos, que Claudia lamió dejándoselos bien limpios.

―Mmmmmm, deliciosa.

Luego fue Claudia la que cogió un trozo con los dedos y se los metió en la boca a Mariola, que hizo lo mismo que su amiga. La siguiente porción que partió Mariola era más grande y al metérselo en la boca a su amiga le manchó de chocolate la comisura de los labios, luego le restregó la mano por la cara y Claudia sacó la lengua buscando ansiosa los dedos de su amiga.

Mariola se acercó a ella y le limpió los restos de chocolate con la lengua, hasta dejarle la cara reluciente, luego volvieron a besarse, pero esta vez desenfrenadamente. Empezó a desabrocharle los botones de la camisa a Claudia y ésta le quitó la camiseta dejándola en sujetador.

Se fueron comiendo la boca hasta el dormitorio y se dejaron caer en la cama mientras no paraban de desvestirse, hasta que se quedaron completamente desnudas. Luego se abrazaron sintiendo la piel caliente de la una contra la otra. La primera que bajó la mano fue Mariola buscando las tetas de Claudia, que acarició suavemente, luego le cogió la mano a su amiga para ponerla sobre sus pechos.

―Tú también...tócame...vamos

Estaban de lado, desnudas, mirándose una a la otra, tocándose y acariciándose los pechos y el culo. Mariola le arañó con las uñas en los glúteos y Claudia gritó de placer.

―¡Voy a hacer que te corras zorra, abre las piernas!

Mariola impaciente se puso encima de ella y poco a poco fue bajando sin perder tiempo, se detuvo unos segundos jugando con sus pezones que mordisqueó suavemente y luego siguió bajando, soplando su abdomen, el ombligo y así hasta que llegó a su coño. Claudia abrió las piernas sin ningún pudor mostrándole a su amiga lo mojada que estaba. No tardó en notar un primer lametazo en medio de su coño que la hizo temblar de excitación.

―¡Mmmmm, qué cachonda estás!, date la vuelta...

―¡Mariola!

―¡¡Que te des la vuelta!!, ¡antes de hacer que te corras quiero verte de espaldas!

Claudia se dio media vuelta y se quedó tumbada boca abajo, entonces Mariola le pegó un sonoro beso en uno de sus glúteos, antes de abrirle los cachetes del culo con la mano.

―¡¡Dios qué rico!!, ¡¡qué ganas tengo de comerte el ojete!!

Aquella palabra tan vulgar le excitó enormemente a Claudia que levantó un poco las caderas, en cuanto sintió la lengua de su amiga juguetear en su ano. Luego echó la mano hacia atrás y le sujetó a Mariola por el pelo pegando la cara de su amiga contra su culo. La lengua de Mariola se movía en círculos por su rosado agujerito y hacía presión intentando entrar dentro de ella.

Claudia se estaba volviendo loca con esa comida de culo.

Mariola consiguió sacar unos segundos la cara de los glúteos de su amiga para poder respirar.

―Mmmmmmmmm, que rico, ¡¡podría estar horas aquí!!

Metió la nariz entre sus piernas y aspiró con fuerza.

―¡Hueles de maravilla!

Pero Claudia la seguía sujetando por el pelo y levantaba las caderas para que Mariola continuara jugando con su lengua.

―¿Te gusta esto, eh?

Otra vez metió la cara en el culo de su amiga y le lamió con ganas durante más de cinco minutos dejando a Claudia al borde del orgasmo. Cuando se volvió a dar la vuelta abrió las piernas y se fijó en Mariola que tenía los labios morados de la presión que había hecho sobre su culo, pero ya no estaba dispuesta a parar, tiró con los dedos hacia fuera y le abrió el coño de par en par.

―¡¡Eres perfecta joder!!, ¡¡hasta el coño tienes bonito y te huele bien!!, es que hasta el ojete te huele a pija...

En cuanto empezó a comerle el coño subió una mano para acariciarla las tetas y Claudia puso una mano sobre ella y terminaron entrelazando los dedos. Con la otra le abría el coño y cuando su amiga estaba a punto buscó su hinchado clítoris para metérselo en la boca.

―Ahgggg, ahhhhgggggg ―gimió Claudia moviendo las caderas contra la boca de Mariola.

Así consiguió correrse por primera vez en la noche.

Mariola se quedó de rodillas mirando el cuerpo desnudo de su amiga, le dejó unos segundos que disfrutara tranquilamente del orgasmo que acababa de tener y luego se tumbó sobre ella buscando sus labios y terminaron fundiendo sus cuerpos, sus bocas y sus lenguas.

―Me ha encantado ―le dijo Claudia tiernamente a Mariola.

Luego volvieron a darse muchos besos en los labios, eran picos cortos y esta vez no usaban las lenguas, eran solo pequeños besitos mientras se acariciaban su suave piel.

―Me toca a mí ―dijo Claudia empezando a besar el cuello de su amiga.

―Estoy muy cachonda ―ronroneó Mariola.

―Lo sé, noto como tiemblas...déjame a mí.

Como había hecho su amiga esta vez fue Claudia la que fue bajando poco a poco, puso sus pechos sobre los de Mariola y se los frotaron durante unos segundos, luego con suavidad se los metió en la boca y le chupó los pezones sin dejar de acariciárselos con las manos. A pesar de que se había corrido Claudia seguía muy caliente.

Era la primera vez que le iba a comer el coño a su amiga. Realmente era la primera vez que se iba a comer un coño.

Nunca había visto uno tan de cerca, lo tenía a escasos centímetros y no podía dejar de mirarlo, Mariola no se había depilado el pubis por completo como había hecho ella, se había dejado un pequeño hilito que le quedaba muy bien, pasó la lengua por sus pelitos y luego rodeó la vagina, besando la cara interna de sus muslos. Con los brazos intentó girar levemente a su amiga.

―¿Qué haces Claudia?

―Ponte de medio lado...

Mariola hizo lo que le pedía y se quedó de medio lado ofreciéndole el culo a Claudia. No podía creerse que fuera a hacer aquello. No le pegaba a Claudia para nada, pero en cuanto sintió su lengua caliente jugando con su ano se volvió loca.

Claudia también le estaba comiendo el culo.

―¡¡Joder Claudia, joder, sííí!! ―dijo Mariola abriéndose ella misma las nalgas con las manos.

La lengua de Claudia presionaba con fuerza en el ano de Mariola e incluso logró entrar un centímetro en ella. Parecía una experta comiendo culos y era la primera vez que lo hacía. Mariola pareció enloquecer y también le agarró con rabia el pelo a Claudia y la apretó contra ella.

―¡¡Síííííí, ahhhhh, cómeme el ojete zorra!!

Esas palabras no hicieron más que animar a Claudia a seguir lamiendo y luego se dio cuenta de que Mariola se había metido la mano entre las piernas y ella misma se estaba masturbando.

―¡¡Ahhhhh, voy a correrme, ahhhhh!!

Claudia se sintió decepcionada, pues tenía muchas ganas de comerle el coño a Mariola, pero notó que su amiga estaba tan a gusto en ese postura que no se detuvo y siguió lamiéndola el culo hasta que finalmente Mariola comenzó a correrse, aplastando literalmente su cara contra los glúteos.

―Ahhhhhhh, diossssss joder qué bueno...que puta manera de correrme joder, ¡¡me ha encantado lo que has hecho Claudia!!

Pero Claudia no estaba dispuesta a parar, apenas le dio unos segundos de descanso a su amiga, Mariola se quedó tumbada boca arriba y Claudia empezó a besar la cara interna de sus muslos, luego le soltó un lametazo desde el ano hasta el coño y Mariola tembló.

―Ahggggg Claudia ¿qué haces?, está muy sensible ahora...

Pero su amiga no se detuvo, le metió tres dedos dentro del coño y comenzó a follarla con ellos. Le resultaba tremendamente fácil hacerlo, de lo mojada que estaba Mariola.

―¡¡Joder Claudia, ahhhhhh!!

Sin parar de follarla con los dedos fue subiendo hacia arriba, besando su abdomen, sus pechos, su cuello, así hasta que llegó a su boca para darse un morreo con Mariola.

―¡Quiero comértelo!, ¿me dejas? ―le susurró Claudia en el oído.

―Ahggggg sííííí, hazlo, ¡¡hazlo!!, ¡¡cómeme el coño, cómeme el coño!!

Esta vez Claudia no se detuvo y bajó directamente para imitar lo que había hecho antes Mariola con ella, le abrió los labios vaginales con la mano y directamente le acarició el interior con su lengua. También le supo delicioso, era la primera vez que lo hacía, pero la dio tanto morbo que al instante supo que no iba a ser la última.

Se lo estuvo chupando un buen rato, luego se metió el clítoris de Mariola en la boca, pero no dejó que se corriera, cuando estaba a punto de hacerlo, Claudia se tumbó también boca arriba pero con la cabeza en dirección contraria a su amiga y entrelazaron las piernas haciendo una especie de tijera.

Se dieron las manos mezclando los dedos y comenzaron a moverse frotándose los coños, follándose mutuamente. Se volvieron locas las dos, lanzando el cuerpo de una contra la otra, gimiendo en alto, haciendo que la cama temblara. No importaba nada en ese momento. La primera que se corrió fue Mariola e inmediatamente después lo hizo Claudia casi a la vez.

Terminaron exhaustas, jadeantes, desnudas, sudorosas, abiertas de piernas, tumbadas en la cama, cada uno hacia un lado.

―¡¡Joder, eres la hostia Claudia!!

―Tú también...

―Recupérate que quiero más, eh...

―¿Más?, ¿qué quieres cabrona que mañana no pueda ni moverme?

―¡¡Joder qué bueno!!

Mariola se levantó desnuda y abrió el armario, entre la ropa tenía escondida una cajita y la sacó, poniéndola encima de la cama.

―Mira lo que he comprado esta semana, sabiendo que venías hoy ―dijo sacando un arnés con polla como los que usaba Claudia con su marido.

―¿En serio?, ¿lo has comprado para nosotras?

―Claro...¿te apetece que lo usemos?

―Guárdalo para otro día...hoy prefiero tú y yo solas...

―Vale, pero otro día te lo pones eh...¡¡quiero que me folles con esto!!, me pone muy cachonda imaginármelo y yo también voy a follarte, no te pienses que vas a ser tú sola...

―Deja eso, ven aquí anda.

Mariola se tumbó en la cama con Claudia y volvieron a follar otra vez, usaron los dedos, las lenguas, lamiéndose enteras y terminaron esta vez haciendo un 69, con Claudia encima de Mariola. Cuando terminaron se quedaron dormidas juntas, desnudas y abrazadas.

Despertaron en la misma postura en cuanto entraron los primeros rayos de sol por la ventana.