Cornudo (26). Fuego en el cuerpo.

Sexta parte del tercer libro de la saga Cornudo.

20

Como echaba de menos los tiempos en que quedábamos con Víctor para que se follara a mi mujer, necesitaba volver a vivir ese tipo de situaciones. Ahora Claudia estaba centrada en el trabajo, llevaba más de tres meses en el nuevo puesto y cada vez parecía que se acordaba menos del instituto.

Se acercaban las fiestas navideñas y la posibilidad de encontrar un nuevo corneador cada vez eran menores. Yo había centrado muchas expectativas en Germán, pero después de un par de reuniones con él, mi mujer no había conseguido ningún avance, aunque por lo menos fantaseábamos con esos encuentros y gracias a Claudia él no dejó el AMPA y siguió como su mano derecha, siendo mi mujer la presidenta de la asociación de padres del colegio.

Otro con el que fantaseábamos de vez en cuando era el jefe de Claudia, Basilio, me recordaba mucho a lo que pasaba con el viejo director del instituto, dependiendo del día que tuviera mi mujer a veces le apetecía hablar de él y otras me decía que no sacara el tema, que eso no la excitaba nada, yo que ya la conocía seguía con mi vieja táctica de esperar a que fuera ella la que le apeteciera fantasear con su jefe. La sola idea de que pudiera tener algo con él me daba mucho morbo, pero el tal Basilio no me gustaba nada, no me acababa de fiar de él. Tenía algo que no me daba buena espina, aunque no sabía explicar lo que era.

Total que solo nos quedaban los encuentros virtuales con Toni, que seguían siendo muy excitantes, Claudia se soltaba del todo haciendo siempre lo que él pedía y yo me aprovechaba de ello, llegando a hacer cosas a mi mujer que jamás me hubiera permitido. De hecho a veces en privado me conectaba con Toni y planeábamos algo sin que lo supiera Claudia, “hoy me apetece correrme en su cara, cuando la veas muy cerda, díselo que me deje hacerlo”, cosas así. A falta de un corneador estos encuentros virtuales hacían que Claudia sacara su vena exhibicionista poniéndose muy cachonda.

Estábamos en época navideñas, cenas familiares, de empresa, salir a comprar regalos, todas esas cosas. Aunque habían pasado algunos meses desde lo de Carlota a mí me seguía dando miedo que un día ella en un ataque de conciencia terminara contando lo que pasó en Salamanca entre nosotros y ahora que era Navidad e íbamos a tener varias reuniones familiares estaba bastante preocupado. En cuanto a Marina seguía con sus proyectos televisivos y cada vez tomaba más fuerza la idea de que pudiera pasar a trabajar en un canal de ámbito nacional, como colaboradora, e incluso la habían propuesto dirigir en verano un programa matinal como sustituta de la presentadora principal.

Cuando me quedaba a solas me seguía pajeando con mis dos cuñadas, había sido un año interesante con ellas, una me había enseñado sus preciosas tetas nuevas y la hermana mayor de mi mujer me había pajeado en el viaje a Salamanca. Me encantaba abrir la carpeta donde guardaba sus fotos y meneármela muy despacio hasta que estaba a punto y ya dejaba de tocarme. Entonces me metía un dedo en el culo y pasaba fotos hasta que mi polla explotaba sola. Cómo me gustaban esas pajas.

Aunque mi mujer estuviera centrada en el trabajo también tenía que oxigenarse de vez en cuando. Un día me dijo que para el fin de semana había quedado para salir con su amiga Mariola, que hacía mucho que no se iban de cena juntas y le apetecía mucho. Yo estaba encantado, siempre aprovechábamos esos encuentros para echar unos buenos polvos cuando volvía, además recordaba que la última vez que salió con ella llegó sin ropa interior y según me dijo, alguien le había comido el coño esa noche, yo me lo tomé como una fantasía, pero tal y como lo contaba Claudia sonaba bastante real. Me encantaba cuando salía de fiesta y me mandaba algún mensaje en medio de la noche despertándome, para decirme que estaba con algún chico o que había ligado, cosas de esas.

Recuerdo bien aquel sábado, se estaba vistiendo bastante guerrera, una minifalda cortísima de cuero negro con una camiseta también negra de manga larga ajustada, unos botines negros con tacón alto que se había comprado nuevos y también unas medias con puntos muy sensuales que la llegaban por encima de la mitad del muslo. De pie casi se la veía la parte final de las medias, pero cuando se sentaba ya era más escandaloso y se veía la parte final más oscura, eran las típicas medías que suelen ir acompañados de unas ligas, aunque Claudia no se las había puesto.

―No sé ―dijo mirándose en el espejo―. Con esta falda se me ven mucho las medias, no crees?

―Joder Claudia, ¿de verdad vas a salir así?, te van a entrar todos los tíos de la ciudad, estás impresionante.

Mi mujer se sentó en la cama y cruzó las piernas mirándose en el espejo, al sentarse evidentemente se la subía la falda y se la veían prácticamente las medias al completo.

―Es demasiado, creo que voy a cambiarme ―dijo ella.

―No, no, ni se te ocurra...

―No voy a ir a gusto con esto puesto, parezco una fulana pidiendo guerra ―dijo poniéndose de pie y levantándose un poco la falda para que viera las mini braguitas transparentes que llevaba.

Se me puso dura al momento, me encantó como mi mujer me acababa de enseñar sutilmente su ropa interior, no era un tanga lo que llevaba, sino braguitas, pero muy estrechas lo que hacía que también se la metieran un poco entre los cachetes del culo.

―Por favor Claudia, sal así esta noche con tu amiga...te lo pido por favor.

―Si salgo así ya puedes dejar el móvil encendido, te voy a estar mandando mensajes toda la noche, ya lo sabes...

―Ufffffffffffff Claudia, me derrito, joder, te lo juro que ya la tengo dura...no me digas esas cosas...

―Mmmmmmmmmmmmmmm, tranquilo cornudito, ni se te ocurra tocarte, quiero que estés disponible cuando llegue, posiblemente tenga ganas de más fiesta ―dijo acariciándome la polla.

―Mándame mensajes por favor Claudia, sabes que me gusta mucho...

―Ya veremos.

Terminó de arreglarse en el dormitorio y después se puso un abrigo que le tapaba el culo, era casi lo único que le iba a dar calor en pleno invierno. Cuando salió de casa ya habíamos acostado a las niñas. Se avecinaba una noche muy interesante, me bajé el portátil al salón y empecé a pajearme, leyendo algún relato, viendo videos de cornudos y con las fotos de mis dos cuñaditas.

A la hora tenía la polla a punto de explotar, pero mi mujer me había prohibido correrme, así que no lo hice. Tuve que ver un rato la tele para poder enfriarme, pero al rato ya estaba otra vez meneándome la polla.

Se me iba a hacer muy larga la noche.

Se miró en el espejo una vez que terminó de maquillarse, le gustaba darse la vuelta para ver cómo se le marcaba el culo con esa falda de cuero tan corta. Esta vez se había pasado con el vestuario, Mariola le había advertido que se pusiera “pibón”, pero tal y como iba era muy exagerado y se había pasado hasta “putón”, sobre todo era llamativo el detalle de las medias que se la veía el dibujo por debajo de la falda simplemente con andar un poco. No iba a poder sentarse en toda la noche.

En un primer momento dudó de si cambiarse las medias, pero enseguida se echó para atrás, se dio cuenta de que se estaba excitando mucho por ir vestida así, como una jodida buscona, incluso estaba decidida a dejarse llevar y hacer caso a su amiga y si surgía terminar con dos tíos en su casa. En caso de no encontrar a nadie no descartaba en absoluto volver a follar con Mariola.

“Vamos a salir a darlo todo, vete preparada a terminar la noche con un buen orgasmo, si no es con una polla va ser conmigo” le había advertido Mariola la última vez que habían hablado. Aquella frase le había excitado terriblemente.

¿Cómo olvidar la otra vez que salieron juntas? Terminaron metiéndose los dedos por el culo, mientras se frotaban los coños y se comían la boca. Tal cual. Y la sola idea de repetirlo hacía que Claudia llevara unos días extremadamente cachonda, además no se había “aliviado” a propósito, para salir más caliente si cabe.

Se miró de nuevo en el espejo, ella sabía que estaba buenísima y que podría terminar la noche con quien quisiera, así que iba a salir sin ninguna idea. Solo pasarlo bien y lo que surgiera.

Cogió un taxi que la llevó hasta el restaurante donde había quedado con su amiga Mariola y quiso comprobar desde el inicio el efecto que iban a provocar sus piernas toda la noche, no se le ocurrió otra cosa que sentarse en el asiento del copiloto junto con el taxista y luego cruzó las piernas. El conductor era un chico joven, negro, muy educado, sobre 27 o 28 años que no pudo reprimir mirar hacia abajo. Claudia se fijó que llevaba frente a él fotos de su mujer con sus dos niños.

―¿Son tus hijos?

―Sí ―dijo él.

―Tienes una familia muy guapa. Enhorabuena.

―Muchas gracias señora.

―Luego por la noche necesitaré un taxi para volver a casa, ya sé que hay que llamar a la emisora y tal, pero si quieres déjame tu teléfono y te llamo personalmente, si te parece bien...me gusta tener el número de alguno de vosotros para poderos llamar...

―Sí, claro...llámeme mejor, no me mande un mensaje de WhatsApp, porque estaré trabajando y puede que no lo vea...

―Vale, pues si me dices tu número te apunto, dijo Claudia sacando el móvil.

―675343...

―Vale y te llamas?

―Modou..

―¿Modou?, nunca había escuchado ese nombre.

―Sí, es típico de mi país.

―¿De dónde eres?

―De Senegal, señora.

―No me llames señora, jajajaja, que no soy tan mayor...

―Disculpe ―dijo Modou volviendo a mirar hacia abajo, pero esta vez con una mirada distinta a la anterior, más libidinosa, más atrevida, fijándose en las piernas que Claudia cruzaba descaradamente para él―. Ya hemos llegado, aquí es el restaurante, son 7,50...

Claudia le dio un billete de diez euros antes de bajarse.

―Quédate el cambio...venga hasta luego...te llamaré...

“Tranquilízate un poco Claudia”, se dijo a sí misma. Ese comportamiento tan descarado no era propio de ella, tenía un carácter serio e introvertido y aunque no había hecho ni pasado nada, le parecía que había estado demasiado “libertina” con el pobre Modou.

También le había parecido muy mono el taxista senegalés, nunca había fantaseado con un negro, pero viendo la foto de familia le había restado mucho las posibilidades de intentar algo con él, aunque esa noche no se iba a cerrar ninguna puerta. Era una opción más y tal y como le había mirado las piernas antes de bajarse del coche no le cabía ninguna duda de que el senegalés estaba dispuesto a pegarla un buen pollazo si llegara a surgir la ocasión.

Entró en el restaurante y Mariola ya la estaba esperando en la barra tomándose una copa de vino, las dos habían llegado un poco antes de la hora acordada. Apenas se habían visto un par de veces en los últimos meses y tenían que ponerse al día de muchas cosas. Claudia enseguida se dio cuenta de que ella no iba a ser la única que llamara la atención durante la noche.

Mariola se había quitado el abrigo y estaba sentada sobre un taburete alto con las piernas cruzadas, llevaba una camisa gris medio abierta y debajo un top negro escotado, el sujetador realzaba y apretaba sus tetas que lucían mucho más grandes de lo que realmente eran, en la parte de abajo se había puesto unos legging de cuero por encima del tobillo junto con unos zapatos de tacón. Le quedaban tan ajustados los legging que apenas le hacían arrugas. Se le marcaba todo el culo a lo bestia, no quedaba nada a la imaginación, era como una segunda piel.

Se dieron dos besos y Claudia se sentó a su lado sin quitarse el abrigo.

―Otro de lo mismo que estés tomando tú ―dijo viendo la copa de vino blanco de su amiga.

―Joder, por fin, qué ganas tenía de esto, parece que me estás evitando tía ―dijo Mariola.

―Sabes que no, pero ahora tengo un poco menos tiempo y no puedo estar saliendo todos los fines de semana, además así es más divertido, si saliéramos todos los fines de semana al final nos aburriríamos...

―Eso puede ser, pero tenemos que ponernos al día, no podemos dejar que pase tanto tiempo, desde la última vez, seguro que tienes novedades...

―Pues poca cosa, la verdad, seguro que tú tienes más cosas que contarme...

―Yo sí, tengo cositas que contar, pero no corramos tanto, que acaba de empezar la noche ―dijo Mariola.

―Pueden pasar cuando quieran, señoras ―les dijo un camarero de mediana edad.

―Muchas gracias.

Pasaron al salón y Mariola dejó el abrigo en una silla que estaba en su mesa, Claudia antes de sentarse se desabrochó el suyo y se lo fue quitando con lentitud. Inmediatamente los ojos de Mariola y de varios comensales se abrieron como platos  y se dirigieron directamente a la rubia y su falda tan corta.

Se sentaron en la mesa y Mariola esbozó una pequeña sonrisa, estuvo a punto de decir algo, pero luego se calló, como si se lo pensara mejor. Afirmó con la cabeza sin decir nada, sonriendo para sus adentros. Parecía que se había quedado sin palabras.

―¿Todo bien? ―dijo Claudia.

―¡Eres una hija de puta!, jajajajaja, ya veo que hoy vas muy en serio, ¿estás necesitada de una buena polla, verdad? ―le soltó de repente.

La pareja que tenían al lado se las quedó mirando y Claudia se puso roja de vergüenza.

―¡Baja la voz!, que nos va a escuchar todo el restaurante.

Mariola se inclinó hacia delante para acercarse a su amiga y hablar más bajito para que solo la escuchara ella.

―Estaba deseando que nos ligáramos a un par de tíos buenorros y nos les lleváramos a mi casa, pero si te soy sincera ahora que te he visto, no me importaría si no ligáramos y nos fuéramos solas como la otra vez, lo único claro que tengo es que tú hoy vas a llegar a casa con tu maridito después de pegarte una buena corrida...

―De momento espero llegar con el estómago lleno ―dijo Claudia cogiendo la carta.

―Zorra, jajajajaja.

―Jajajajajajaja.

Intentaron aparcar el tema del sexo durante la cena, hablando de la familia, las hijas y del trabajo, aunque Mariola siempre acababa con lo mismo.

―Bueno, ¿y qué tal con el Basilio, ese?,¿viajas mucho con él, no?, todavía no te ha tirado los trastos?

―¡¡Noooooooooo!!, qué dices!!!!, ¿¿¿con Basilio???, noooooo,

―¿No te gusta?

―Nooooooo, por favor...no me pone nada...

―Un guaperas no es, está claro, pero no sé, tiene algo...

―¿Tú crees? ―preguntó Claudia.

―Pues claro que sí y tú ya te has dado cuenta, algo seguro que te pone, ¿no follarías con él?, tiene que dar mucho morbo dejar que te folle el jefe...y digo dejar que te folle, ojo que no es lo mismo, tirarte al jefe, que dejar que te folle...

―Algo tiene sí, pero dejarle que me haga algo ―dijo Claudia bebiendo de su copa rápidamente como si la diera vergüenza lo que acababa de decir.

―O sea que ya lo has pensado...

―¡¡¡Noooooooo!!!, me parece un tema que hay que marcar una línea, más o menos como con los alumnos...hay unas líneas rojas que no se deben cruzar...

―Venga no seas aburrida, no empieces con las putas líneas rojas, esta noche no hay líneas rojas joder, no me digas que no te da morbo la idea, viajáis mucho, estáis en hoteles caros, vais de cena, os tomáis una copa, se te ha pasado la idea por la cabeza fijo, que te folle el tal Basilio cuando estáis en el hotel, tener una aventura con él, dejarle que sea  el jefe...lo has pensado seguro y a tu marido le encantaría la idea, no me digas que no...

―¡¡Estás loca tía!!

―Loca y cachonda, jajajajaja, desde que te he visto con esa faldita de zorra universitaria que te has puesto...y tú te has mojado enterita en cuanto te he hablado de tu jefe.

―Mejor dejemos de hablar de él...

―Jajajajaja.

―Aunque parece que de primeras está teniendo éxito la falda, ya he ligado antes...jajajaja.

―¿Antes cuando?

―Con el taxista, me ha traído un negrito muy mono...

―Mmmmmmmmmmmmmmmm...

―Y tengo su teléfono para que me lleve luego a casa...

―Joder, no pierdes el tiempo, ¿estaba bueno?

―¿Hoy no salíamos a ligar?, sí, estaba bien, entre 25 y 30 años, atractivo ―dijo Claudia.

―Ya sabes lo que dicen de esa gente, que calzan bien, jajajaja, no he probado ninguno ―contestó Mariola haciendo el gesto con las dos manos.

―No sé, yo tampoco.

―Pues hoy podría ser.

―Podría ser, pero no sé, está casado, tiene hijos...

―Si quieres acabamos tú y yo con él, hacemos un trío, seguro que tiene polla para las dos, jajajajaja.

―Jajajaja, anda deja de decir tonterías.

―¿Pagamos y vamos a otro lado?

―Sí, claro, antes tengo que ir al baño.

―Espera que te acompaño guapa.

Pidieron la cuenta y una vez que pagaron, antes de salir del restaurante, se metieron juntas en el baño. Entonces Mariola se fijó en la falda de Claudia y las medias que llevaba debajo. Se apoyó en la pared sujetando el bolso de su amiga y observando bien como apenas tenía que levantarse la falda, de lo corta que era, para poder mear. Se quedó mirando las medias que llevaba hasta el final del muslo, solo le faltaba la liga.

―Joder Claudia, pufffff, ¿cómo me vienes así? ―dijo echando la cabeza hacia atrás, poniéndola contra la pared.

―¿Así cómo?

―Venga no te hagas la tonta..sabes de sobra como vas...

―¿Y tú qué?, se te marca todo ―dijo mirando a la entrepierna de su amiga―. ¡¡¡Menudo culo!!!, te lo van a mirar todos esta noche y ¿ese sujetador?, te hace unas tetas increíbles...o sea que no digas que como voy vestida que tú también vas...

―Me da exactamente igual si ligamos hoy o no...casi prefiero que no, te quiero para mí cabrona...

―Tranquila que queda mucha noche ―dijo Claudia poniéndose de pie y empezando a subirse las braguitas.

―Toma sujeta ―dijo Mariola pasando los abrigos y los bolsos a su amiga.

Entonces comenzó a desabrocharse los pantalones y se los bajó con poco esfuerzo a pesar de los ceñidos que los tenía. A diferencia de Claudia que llevaba unas braguitas muy sexys Mariola había optado directamente por un tanguita de hilo negro que se dejó puesto unos segundos. Se dio la vuelta y se apoyó contra la pared sacando su culazo hacia fuera. Luego se apartó el tanguita y se metió la mano entre las piernas.

―¡¡Mira como estoy tía!!, ¡¡¡¡te lo juro que estoy empapada!!!!

―No empieces como el otro día, o vamos a tener que dejar de venir a mear juntas...

―Podría correrme ahora mismo sin ningún esfuerzo ―dijo acariciándose lentamente delante de su amiga.

―¡¡Mariola!!, venga haz pis, que nos vamos...

―Con una condición...que me toques el culo...

―¿Te espero fuera, eh?

―Venga Claudia, solo tócame el culo, no te cuesta nada tía...

―De verdad Mariola, ¡¡qué pesada!! ―dijo Claudia estirando la mano para ponerla sobre uno de los glúteos de su amiga.

―Mmmmmmmmmmmm, me encanta, acaríciamelo, por favor ―gimoteó Mariola tocándose otra vez el coño.

―Vale ya ―dijo Claudia retirando la mano.

―Venga no pares, ábreme las nalgas, ahhhhhhhhhhhhhh ―le respondió Mariola empezando a mover las caderas en círculo y masturbándose suavemente delante de su amiga.

Entonces Claudia abrió el pestillo de la puerta y dejó sola a su amiga, que al estar de espaldas, no se dio cuenta hasta que escuchó cómo se cerraba otra vez la puerta. Cuando se quiso dar cuenta Mariola estaba sola, apoyada contra la pared, con el culo hacia fuera y el tanguita a un lado. Estaba a media paja. Cachonda, sensible y sobre todo mojada.

“Joder, que cerda me pone esta tía”, se dijo para sí misma sentándose en la taza para dejar salir al fin su meada.

Claudia se quedó fuera esperando, apoyada contra la pared en lo que terminaba su amiga. Esta vez había logrado escapar, pero no iba a poder estar toda la noche huyendo de Mariola, tarde o temprano tendría que aceptar que ella también estaba excitada, lujuriosa y cachonda. Había salido dispuesta a follar con el que fuera y aunque los días previos a la cena había fantaseado con un encuentro lésbico, ella prefería un hombre. Sin embargo, cuando Mariola le había ofrecido su culo le había calentado sobremanera, que pedazo de trasero tenía su amiga y allí se lo había estado mostrando mientras se metía una mano entre las piernas.

No solo eso, también se lo había tocado. Le había manoseado el culo comprobando el tacto de aquella retaguardia esculpida a base de horas de gimnasio. Cruzó las piernas y se frotó con ellas recordando el tanga de Mariola hacia un lado, mientras le mostraba el culazo sin ningún pudor.

Notó una pequeña contracción en el coño sin tocarse y cuando se frotó un muslo contra el otro allí de pie sintió que le palpitaba la entrepierna. Demasiadas emociones en tan poco tiempo. Primero lo del senegalés en el taxi y ahora ese pequeño encuentro con su amiga.

No tardó en salir Mariola del baño.

―Venga vamos a un sitio que me han dicho que está muy bien...

―Donde tú me digas ―respondió Claudia pasando el abrigo y el bolso a su amiga.

Fueron andando hasta el local, un bar bastante modernito con música de los 90 de todo tipo, rock, nacional, internacional, pop, dance...el ambiente era interesante, tampoco estaba muy lleno para ser las 00:30 de la noche. Era ideal para seguir hablando de sus cosas.

―Bueno, me tienes muy intrigada toda la noche, que era eso tan interesante que me tenías que contar ―le preguntó Claudia.

―Pues, es que no te había dicho nada,  pero no te enfades eh?

―¡Ay dios mio, qué habrás hecho!...

―No tranquila, nada que no hubiera hecho antes, jajajaja, a ver cómo te lo digo, es que...pues que me estoy viendo desde hace un mes y medio con Mario ―dijo Mariola poniendo cara de niña traviesa.

―¿Mario?, ¿qué Mario?

―El amigo de Lucas.

―¿Mario Fernández?

―Sí, creo que se apellida así.

―¡¡Joder Mariola, pero si también es alumno mío!!

―Ya lo sé...por eso te digo que no te iba a gustar...pero te lo tenía que decir...

―Te digo que no quiero saber nada de esos temas y tú vas y te lías con dos de mis alumnos...¡¡y encima me lo cuentas!!

―Ayy Claudia,  tenía que decírtelo...prefiero que lo sepas, no sé ni como surgió, bueno sí, como un juego entre Lucas y yo, lo empezamos a hablar de coña y al final una cosa llevó a la otra, Lucas nos preparó el encuentro y quedé un día con su amigo...es que me parecía muy mono, taaaan rubito...y taaaan guapo.

―¿Y a Lucas le pareció bien?

―Claro, no dijo nada, de hecho estaba encantado de que me “probara” su colega, ya te digo que fue él el que nos preparó la cita, sabe perfectamente que no somos novios ni nada, dos amigos que quedan para follar de vez en cuando y ahora también lo voy a hacer con su mejor amigo...y a Lucas le parece estupendo...

―Estas cosas no sé como acabaran...que los dos mejores amigos estén con la misma mujer...no suele acabar bien..

―No tiene por qué acabar mal entre ellos, son maduros en ese aspecto, acaban de empezar la universidad y se echaran sus novietas y sus rolletes y yo solo seré....la....ehhhhhhhhh....yo solo seré la guarra pija del banco a la que se follan cuando tienen ganas...jajajaja

―Joder Mariola...me da hasta miedo preguntarte...¿y qué tal con Mario?..bueno, no...no me digas nada...

―¿En la cama?, te mueres de ganas por saberlo, jajajajaja

―Te decía más en general....se le ve tan tímido en clase...no me pega mucho contigo...

―Sí, es muy cortadillo, en todos los aspectos, en la cama es muy distinto a Lucas, es mucho más tierno y le tengo que decir que sea más guarro cuando estoy a tope y ahí le cuesta, pero bueno, va aprendiendo, tiene buena maestra, bueno tiene dos buenas maestras, jajajajajajaja.

―Jajajajaja, gracias por el cumplido.

―De momento se corta un poco, pero pienso hacer de todo con él, me pone muy burra...

―¡¡¡Tía!!!, no seas tan...

―Tan qué...no te me hagas ahora la estrecha, tú te has estado follando a un tío delante de tu marido...así que no me vengas con remilgos, ya te he dicho que esta noche no quiero líneas rojas...joder estoy tan cachonda hoy, jajajajaja.

―Jajajajajaja.

―No me digas que no te gusta ser bien guarra en la cama, a mí me encantan las cosas cuanto más cerdas mejor, de momento con Mario no he hecho esas cositas, ¡¡pero lo haré!!, me encanta que me den por el culo, que se me corran en la cara, masturbarme mientras tengo la leche caliente por la cara y les miro a los ojos...joder, eso me da muchísimo morbo, no me digas que no...

―¡Joder Mariola!

―Hoy estoy dispuesta a todo, te reconozco que verte así vestida también me ha puesto de verdad, podemos hacer lo que quieras, si quieres llamamos al senegalés ese del taxi y hacemos un trío, o buscamos dos chicos y nos les llevamos a mi casa...lo que quieras...como si quieres luego nos los intercambiamos, ¡¡¡que nos follen a las dos!!!, eso me encantaría, ¿te imaginas?, nos vamos con dos chicos a mi casa, primero follamos cada una con uno y luego que se cambien de habitación y que nos folle el otro, eso me encantaría, ¡¡qué nos usen solo para follar!!...

―Buenoooo, buenooo, te veo muy desmadrada...

―Esta noche, estoy dispuesta a todo ―dijo acercándose a Claudia para meter la mano con disimulo bajo su falda y tocarle el culo.

―Para, para...que nos ven...

―Joder, llevas la falda tan corta que no tengo ni que subirla para llegarte al culo, ¡¡qué pasada!!

―Vale, vale, que nos están mirando aquellos dos tíos ―dijo Claudia revolviéndose.

Había dos hombres de mediana edad que estaban mirando hacia ellas. Físicamente estaban pasados de peso los dos, uno era calvito con gafas y el otro moreno llevaba una camisa de cuadros holgada, que no disimulaba su gran barriga.

―¿Quién, esos dos?, jajajaja, déjalos que miren...ya podían ser unos jovencitos, anda que vaya dos...no han estado con unas tías como nosotros en la vida, cómo nos miran, no se cortan un pelo...

―Déjales, no les hagas caso...toma anda, hazme una foto, que se la quiero mandar a mi marido, antes de que se acueste...

―¿Le quieres poner ya cachondo al cornudo?, jajajajaja.

―Sí, más o menos...

―Jajajaja, ¡¡¡qué zorra!!! ponte ahí...

Claudia se quedó en la barra apoyada mientras Mariola le hacía un par de fotos, cuando vieron que habían quedado bien se giraron para pedir otra copa.

―Ya se la puedes mandar a tu maridito...joder esos tíos no dejan de mirarnos...espera vamos con ellos, ven.

―¡¡Mariola, no!!

―Calla y ven...

Cogió a su amiga por el brazo y tiró de ella hasta que llegaron al otro lado de la barra, donde estaban los dos hombres que las miraban.

―Hola, perdona, ¿nos hacéis una foto? ―dijo Mariola pasándoles su móvil.

―Sí, claro...

Se agarró por la cintura a Claudia en una pose provocativa y dejó que el más calvo les hiciera unas fotos, Claudia estaba más cortada, pero Mariola estaba en su salsa, luego se puso de medio lado mostrando su culazo embutido en los pantalones de cuero.

―¡¡Otra por favor!!!... ¿qué tal han salido?

―Yo creo que bien...mirad a ver..

―Sí, sí, estupendas ―dijo Mariola comprobando las fotos―. Muchas gracias...por cierto, ¿cómo os llamáis?, yo soy Mariola y ella es Claudia.

―Yo José y mi amigo Juanjo, encantados ―dijo mientras se daban dos besos.

―Pues nos íbamos a tomar una copa, ¿la podemos tomar aquí con vosotros?...

―Claro ―dijo uno de ellos que levantó la mano para que se acercara el camarero...―. ¿Qué tomáis?

Después de que Mariola les dijera lo que tomaban el hombre les pidió las copas y rápidamente las pagó sin decir nada.

―Muchas gracias por la invitación.

Claudia no estaba nada a gusto con la situación, pero Mariola le echaba mucho morro, se notaba que no era la primera vez que lo hacía. No le gustaba estar con aquellos tíos, de hecho ni se imaginaba poder acabar la noche con alguno de ellos y menos después de ver el culo de su amiga en el baño un rato antes, una imagen que no se había podido sacar de la cabeza. No era muy difícil la elección, prefería meter la lengua en el ojete de Mariola antes de que alguno de esos dos tipos se la follara.

Y no es que no fueran agradables, que lo eran, uno de ellos era camionero y el otro trabajaba en el mantenimiento de una empresa. Estuvieron hablando un rato, al final Claudia se quedó con uno de ellos, el más gordito, Juanjo, mientras Mariola hablaba con el otro.

―Yo te conozco ―le dijo él.

―¿Ah sí? ―se quedó sorprendida Claudia, que pensó que podía ser el padre de cualquiera de sus alumnos años atrás, aunque no se acordaba de él. De repente le subieron los calores muerta de vergüenza, pensando que un conocido la hubiera visto así vestida, como una calientapollas.

―Estuve trabajando para tu padre como transportista hace unos años, de hecho iba a clase con tu hermana Carlota y José también, somos del mismo año, ¿tú eres la pequeña de los Álvarez, no?

―Ehhhhhhhh sí, sí...

―Recuerdo verte por el colegio, eras una niña, tendrás seis o siete años menos que nosotros...conozco a tu hermano Pablo también claro...ya te digo que estuve años trabajando de transportista en una empresa vuestra...y el caso es que me sonabas y cuando has dicho que te llamabas Claudia, he tardado en caer...pero sí, ¡qué casualidad!...¿y qué tal está Carlota?

―Bueno, bien, como siempre, ya sabes, trabajando...

―Sí, fue la que me firmó el contrato...luego me fui a otra empresa que me ofrecía mejores condiciones, pero estuve muy contento trabajando para tu padre...

Luego Juanjo llamó a su amigo y le cogió del brazo.

―Mira José, es la hermana de Carlota Álvarez, la que iba a clase con nosotros...¿te acuerdas?

―Sí claro, estuviste en su empresa, no?

―Sí...

―¡Qué coincidencia!

Cuanto más hablaban más le subían los calores a Claudia y Mariola se tuvo que tapar la boca disimulando la risa, ante la escena que estaba viendo.

―Es que mi amiga es muy famosa...jajajajaja ―dijo abrazándose a Claudia.

―Tomamos otra copa, ¿os pido lo mismo? ―dijo Juanjo.

―No, tenemos que irnos ya, pero lo hemos pasado muy bien ―dijo Mariola―. Hemos quedado con unos amigos.

Se giró hacia el hombre con el que había estado hablando.

―Siento que nos tengamos que ir así, lo estábamos pasando muy bien...te dejo mi teléfono y un día nos tomamos un café, dime tu número y te hago una perdida ―le dijo Mariola a José que se dio por satisfecho con tener el número de aquella morenaza en la agenda.

Se despidieron de ellos y luego entraron en otro bar que estaba al lado. Durante el camino Claudia le fue echando la bronca a su amiga.

―Ya te vale, no me gusta lo que has hecho...si no vamos a hacer nada con ellos no me gusta que se ilusionen...y dejar que nos inviten a copas.

―No seas antigua Claudia, ellos se lo han pasado muy bien y nosotros también, se puede hablar perfectamente con dos chicos sin querer nada sexual con ellos, no?

―Sí, pero te has aprovechado para sacarles un par de copas...

―Hombre, algo tendrán que pagar por deleitarse con dos mujeres como nosotras, no?, jajajajaja, saben perfectamente que estamos fuera de su alcance.

―¡¡Qué cabrona eres!!

―¿Y tú?, le has mandado la foto al cornudito ya?

―No, no me ha dado tiempo, ahora se la mando, anda pásame la que nos han hecho juntas y le mando algunas...

―Ummmmmmmmm, se le va a poner dura...cuando nos vea así...cuidado no se vaya a pajear mirando mi culo en esta foto, jajajajaja.

―¡¡Qué zorra eres!!

―Vamos a entrar en este bar, a ver si hay mejores chicos...

En el siguiente bar que entraron estuvieron una hora donde tomaron otro par de copas, también hablaron con un grupo de chicos que se presentaron, pero se deshicieron rápido de ellos. Siguieron charlando de sus cosas, haciéndose confidencias sexuales, bailando, disfrutando de la música, de la noche. Aquellas dos MILF ya eran el centro de atención en el bar y ellas notaban como las miraban. A las 2:30 estaban sudorosas, calientes y con unas copas de más.

―Bueno, ¡¡¡creo que es el momento de buscar un par de tíos que nos follen bien!!!, vamos a otro sitio donde haya gente algo más joven, de entre 25-30 años, sé el sitio perfecto ―dijo Mariola.

―Vale, vamos donde tú digas...

Eso sí, antes entraron al baño a mear el alcohol que llevaban encima. Claudia sabía que tal y como estaba su amiga le iba a montar otra escenita en el baño de aquel bar. Y solo de pensarlo se empezó a poner nerviosa, mientras esperaban en la fila en la que había dos chicas que iban delante de ellas. Luego pasaron dentro del baño y se cerraron. Mariola, ansiosa, moviendo las caderas de lado a lado consiguió bajarse sus ajustados legging de cuero y se sentó en la taza una vez comprobada que estaba limpia, luego dejó salir un potente chorro de pis acompañado de una exclamación.

―¡¡Ahhhhhhhhhhh, qué gusto!!, pensé que me lo hacía encima ―dijo mirando hacia Claudia.

Se quedó unos segundos con la vista fija en la faldita que su amiga trataba de bajarse continuamente con escaso éxito. Claudia se dio cuenta de que Mariola no quitaba la mirada de su entrepierna e intentaba bajarse la falda más si cabe, pero no decía nada. Solo cuando comenzó a limpiarse sacó el papel húmedo de su coño y Claudia vio como se le pegaba en él un hilo de flujo denso y viscoso, que no era orina precisamente.

―¡¡Joder, estoy empapada!!, mira ―dijo Mariola enseñando el papel a su amiga.

Luego volvió a limpiarse y otra vez un hilo de flujo de unos 20 cms de longitud se quedó colgando entre el papel y el coño. Cuando terminó se pasó una toallita húmeda y se metió la mano en la entrepierna. A los pocos segundos sacó los dedos mojados y se les quedó mirando, frotándose la yema de los dedos.

―¡¡Mira tía, estoy mojadísima!!

―Bueno, vale ya, déjame que no me aguanto ―dijo Claudia.

Entonces Mariola se levantó acorralando a su amiga contra la pared y le pasó uno de los dedos mojados por la mejilla, para posteriormente levantar la barbilla de Claudia y quedarse mirando fijamente a sus ojos, a escasos centímetros de ella.

―Escúchame bien, porque te lo digo en serio ―dijo metiendo las manos bajo su falda.

No le costó llegar hasta sus glúteos y apretárselos suavemente.

―¡¡Mariola!!

―Shhhhhhhhhhh, escucha ―dijo sacando una mano y poniéndosela sobre la boca para que se callara.

―Para, para...

―Esta noche quiero que saques a la zorra que llevas dentro y que yo sé bien que puedes hacerlo, quiero que la saques, quiero verte en acción, ¡¡quiero ver lo puta que eres!!, deja de poner excusas y de líneas rojas, solo dime lo que necesitas esta noche, un viejo, el negro del taxi, unos jóvenes, como si quieres a los dos gordos esos de antes, tengo su teléfono y les puedo llamar si eso es lo que te da morbo, pero hoy tú y yo terminamos la noche follando como locas y piénsalo bien, si no es con otros tíos vamos a follar entre nosotras, lo que prefieras...ahora nos vamos a tomar otra copa, pero sin emborracharnos, lo justo para desinhibirnos por completo, ¿me has escuchado bien? ―dijo Mariola metiéndose el pulgar en la boca y chupándolo como si fuera una polla.

Luego le puso el dedo delante de la boca de Claudia.

―¡¡Abre la boca!!

―Noooooo ―dijo Claudia apartando la cara.

Entonces Mariola bajó la mano que seguía bajo la falda de su amiga y apartándole las braguitas le acarició el coño con mucha delicadeza. Enseguida se dio cuenta de que Claudia estaba tan mojada o más que ella.

―Ahhhhhhhhhh ―gimoteó Claudia.

Aprovechó el gemido de ella para meter el pulgar dentro de su boca sin dejar de masturbarla con la otra mano.

―Chúpame el dedo, eso es despacio...

Claudia levantó la cabeza y se quedaron mirando frente a frente.

―Muy bien, mírame a los ojos, ¿te gusta verdad? ―dijo Mariola moviendo el pulgar dentro de la boca de su amiga.

―¡¡Para, por favor!! ―contestó Claudia girando la cara.

―¿Es qué no te gusta?, pues tu coño no dice lo mismo ―dijo Mariola sacando la mano de debajo de su falda y enseñando a Claudia su propia humedad.

Claudia giró la cabeza otra vez. No quería verlo, se avergonzaba ante su amiga de lo húmeda que estaba. Mariola cogió su cara y se quedaron mirando frente a frente.

―Vamos, dime que te vuelva a meter la mano ahí debajo, lo estás deseando...pídemelo...¡enséñame lo zorra que eres!, quiero que esta noche seas la más puta, que actúes al mismo nivel que la ropa que llevas puesta, ¡¡pero si vas pidiendo polla a gritos!!, ahora vamos a ir a otro sitio que me han recomendado,  hay tíos más jóvenes, eso es lo que queremos esta noche, a no ser que te ponga el gordo de antes, ese que trabajaba para tu familia, pero ¿no creo, no?, ya le hemos alegrado la noche, hoy se va a pajear pensando en ti, en esa faldita que llevas, en ese culo, hoy el gordito se la va a menear pensando en que te lame los pies, ni en sus sueños puede llegar a algo más y tú y yo estamos muy buenas, nos merecemos dos tíos que estén buenorros como nosotras y que nos follen bien...

―Me estoy meando Mariola, no puedo aguantar más...vale, lo que tú digas, pero déjame mear...

―Esta noche follamos, eh?, no me jodas, ahora nos vamos a tomar otra copa, pero tú y yo hoy terminamos follando...

Claudia le pasó el bolso y los abrigos a su amiga y se sentó en la taza soltando al fin un potente chorro que ya no podía retener. Mientras tanto Mariola seguía con los pantalones a medio subir mostrándole el coño a su amiga.

―Joder cabrona, ni me he subido los pantalones, estoy pero que muy cerda...acaríciame un poco...solo un poquito...

―¡¡Estás loca tía!!...

―¡Venga por favor!...

Claudia estiró el dedo índice y en un gesto medio en broma se lo pasó a su amiga rozando sus labios vaginales. Mariola cerró los ojos y gimió.

―Puffffffffffff....podría correrme solo con que me soples ahí abajo.

Entonces al acercar más el coño a la cara de Claudia está le pegó un pequeño soplido.

―Shhhhhhhhhhhhhhhhhh, así?, jajajajajaja...

―Ahhhhhhhhhhhhh, diossssssssssssss, asííííí...

―Jajajajajaja, estás más caliente que nunca...

―Salir contigo me pone así, con ningún tío me he llegado a poner tan cachonda, es solo pensar que nos ligamos a dos tíos y nos los llevamos a mi casa para follárnoslos y me pone mucho la idea...

―Mariola, salimos a pasarlo bien y ya está...

―De eso nada, esta noche no...ya te lo he dicho...ahora nos vamos al Jack's, me han dicho que es buena hora y hay buenos tíos...no está muy lejos...

―¿Vamos andando?

―Habría que coger un taxi, con estos tacones no quiero destrozarme los pies...llama si quieres al senegalés ese de antes, así le conozco...

―No, que tú eres capaz de soltarle cualquier burrada...

―Tía, que me sé comportar...

Claudia se levantó colocándose las braguitas y bajando la minifalda intentando taparse lo poco que daba de sí la tela.

―Espérame fuera que voy a mear otra vez ―dijo Mariola.

―Como quieras, pero ¡¡tú te vas a pajear cabrona!!, jajaja, trae anda y date prisa que habrá cola para entrar, me salgo fuera y voy llamando al taxi ―dijo cogiendo el bolso y los abrigos otra vez de manos de su amiga.

Claudia salió del baño dejando sola a su amiga en el interior. Entonces Mariola se subió los legging y sacó el móvil del bolso. Apoyada en la pared entró en el WhatsApp y buscó el chat de Lucas.

Mariola 2:47

Hoy es el día que estábamos esperando, Claudia está en el punto que queríamos...ya sabes el plan, pasaros por el Jack's dentro de una hora.

21

Me despertó un mensaje de WhatsApp de mi mujer, cuando sale de fiesta suelo dejar el móvil encendido porque me encanta recibir este tipo de mensajes. Cogí el móvil y no ponía nada, solo había mandado una foto donde estaba ella con su amiga en la barra de un bar, Mariola estaba de lado y mostraba su culazo con unos legging de cuero y Claudia se agarraba a ella riéndose. Ni qué decir tiene que se me puso dura al momento, alguien les tenía que haber hecho esa foto, posiblemente un chico.

David 2:29

Mmmmmmmmmmmmmm, que tal va la noche?, habéis ligado?, vais vestidas como dos putas.

No volví a recibir contestación de Claudia. Siempre me hacía lo mismo, me dejaba con la duda hasta que volviera a casa. Me toqué un poco la polla viendo la foto de mi mujer con su amiga, no me quería imaginar lo que estarían haciendo, con lo buenas que estaban las dos, tal y como iban vestidas y las ganas de fiesta que tenían, cualquier cosa podía suceder.

Me bajé hasta la cocina a beber un poco de agua, comprobé que las niñas estaban bien y me volví a acostar. Estaba especialmente nervioso y excitado, tenía un presentimiento que no se me iba de la cabeza.

Esta noche iba a ser especial. Y no me equivoqué.

...

Cuando Mariola salió fuera ya estaba el taxi esperándolas. Claudia de pie le pasó el abrigo y luego se montaron juntas en la parte de atrás.

―Gracias por venir Modou, no has tardado nada.

―Sin problema, cuando usted necesite un taxi me llama...

―Uyyy, que educadito, además que mono es, me llamo Mariola ―dijo estirando la mano para que el chico se la estrechara.

Claudia le dio un pequeño codazo a su amiga para que dejara tranquilo al taxista, pero ella no le hizo ni caso.

―Tenías razón, es muy guapo...¿oye, y a qué hora terminas de trabajar?...

―¡¡Mariola, para ya!!

―Era solo una broma, solo lo preguntaba porque si no terminabas muy tarde te invitábamos a tomar una copa...

―No, no puedo señora...trabajo hasta tarde y luego...

―No me llames señora, que no soy tan mayor...¿luego tienes algo que hacer?

―Sí, volver a casa...

―Vaya, qué aburrido...yo que te estaba proponiendo un plan con nosotras...

―Se lo agradezco...pero no puedo...

―Mariola, para ya ―le dijo Claudia en bajito.

―Vaaaleeeee, déjame un poquito más, solo estamos hablando, ¿no te molesta, verdad que no Modou?

―No, claro que no...

―¿Ves, no le molesta?

―¿Y entonces te parece guapa mi amiga?

―¡¡Mariola!!, vale ya...

―Me ha dicho antes que estabas muy bueno...

―Bueno ya hemos llegado ―dijo Modou.

―Anda sal fuera, que ya pago yo, oye disculpa a mi amiga, está borracha ―le dijo Claudia.

―No se preocupe, no pasa nada, estoy acostumbrado, es mi trabajo...

―Lo siento de verdad, quédate con el cambio otra vez ―dijo Claudia dándole un billete de diez euros.

―Muchas gracias, luego si quiere me llama para que la lleve a casa, estaré trabajando hasta tarde...

―Sí de acuerdo, luego te llamaré, además está empezando a llover y no tiene pinta de que vaya a parar y no me llames de usted...buenas noches.

―Venga vamos, deja de ligar ―dijo Mariola tirando de ella para que terminara de salir del coche, luego fue ella la que se asomó dentro―. Adiós guapo...

Legaron al Jack's, por suerte no había cola para entrar porque llovía un poquito, no mucho, pero mojaba. En cuanto entraron Claudia se dio cuenta de que era un bar de niñatos, con la luz muy oscura, mucho Reggeaton, música alta y abarrotado de gente.

―Aquí seguro que vamos a encontrar lo que buscamos, vamos primero a dejar el abrigo al ropero y luego echamos una ojeada ―dijo Mariola.

Claudia se dejó llevar por su amiga, que parecía que conocía el sitio bastante bien, luego se acercaron como pudieron a pedir otra copa en la barra, tuvieron que estar pasando entre jóvenes que llenaban el local y Claudia pensó que algún chico de esos seguramente hubiera sido su alumno, ahora bailaban sudorosos y ella tenía que rozarse con ellos para poder avanzar y llegar hasta la barra.

―Tenías razón, tenía un polvazo el taxista senegalés, jajajajaja ―dijo Mariola en cuanto llegaron a pedir.

―Ya te lo había dicho...

―¿Te lo follarías esta noche?

―Noooooooooooo, bueno quiero decir que es muy guapo y tal, pero está casado y sabe donde vivo, nooooooo, no lo haría, jajajajajaja...

―Empiezo a ir un poco pedo tía, no pensé que iba tan borracha ―dijo Mariola.

―¿Solo un poco?, te has pasado con Modou, eres una cabrona...

―Uyyyyyyy Modou, ya le llamas por su nombre, tú tienes ganas de que te folle el negrito, jajajajaja...

―Venga para ya...

―Mmmmmmmmmmmmm mira, allí hay dos chicos que nos están mirando, vamos a hablar con ellos, no tienen mala pinta...

―No Mariola, para un poco tranquila, vamos a tomarnos la copa tranquila, relájate...

Siguieron hablando un rato más y luego se pusieron a bailar en el medio del Jack's , estaban muy sexys y los tíos no las quitaban el ojo de encima y entonces aparecieron de repente, Lucas, Mario y su grupo de amigos. Claudia no se fijó en ellos hasta que se lo dijo Mariola.

―¡¡No te lo vas a creer, pero acaban de entrar Mario y Lucas!!, por allí van...

―¡¡Joder no, mierda!!, venga vámonos, antes de que nos vean ―dijo Claudia notando como la subía el calor por el cuerpo.

―No seas así, déjame que les salude...

―Yo paso de esto Mariola, sabes que no puedo...

Cuando se quisieron dar cuenta los chicos las habían rodeado por detrás y aparecieron por el otro lado.

―¡¡Pero qué sorpresa!!, hola chicos!!!, bueno a mi amiga ya la conocéis no?, creo que no hace falta que os la presente, jajajaja ―dijo Mariola dando dos besos a Lucas y a Mario.

―Sí, claro ―dijeron los chicos dando dos besos a su antigua profesora, que se moría de vergüenza.

―¿Soléis venir aquí? ―les preguntó Mariola empezando a hablar con ellos.

Claudia mató a su amiga con la mirada negando con la cabeza, pero ésta hizo como que no la vio. Estaba incomodísima con la situación y Mariola hablaba con Lucas, poniendo la mano sobre su hombro y pegándose a él.

―Sí, alguna vez venimos, tenemos un colega que trabaja de camarero, nos deja las copas bien de precio...vamos que os invitamos a una ―dijo Lucas.

Cuando Claudia se quiso dar cuenta Lucas había agarrado de la mano a Mariola y tiraba de ella como si fueran novios perdiéndose entre la multitud, la última vez que les pudo ver, Lucas ya le iba sobando el culazo a su amiga con total descaro, mientras se acercaban a la barra. Mariola parecía encantada dejándose meter mano delante de los amigos del jovencito, quería demostrarles lo puta que era. Claudia estuvo a punto de darse la vuelta al verse allí sola, entonces se encontró con Mario a su lado.

―Creo que han ido por allí, vamos ―le dijo a su profesora.

Claudia no sabía ni lo que estaba haciendo, siguiéndole el juego a sus alumnos, algo contra lo que siempre había luchado y se había dicho que no iba a pasar jamás. Además le daba mucha vergüenza que los chicos la hubieran visto así vestida, con esa falda tan corta y esas medias de guarra, en nada se parecía a la profesora que estuvo años vistiendo como una mojigata para no provocar a sus alumnos.

En ese momento se sintió mal, confusa, mareada, hacía demasiado calor y la música estaba muy alta, notaba como se rozaba constantemente con los jóvenes que pasaban a su lado y cada vez se iba sintiendo más y más pequeñita entre la gente. A su lado todos parecían que se lo estaban pasando muy bien, menos ella.

Con mucho esfuerzo llegó a la barra decidida a irse para casa, pero los colegas de los chicos estaban preparando una ronda de chupitos, en total siete, dos para ellas y los cinco jóvenes. Claudia abrió los ojos como platos al ver la escenita que estaba protagonizando su amiga, Lucas y Mariola habían comenzado a morrearse delante de los chicos que parecían jalear a su amigo. Le pareció que eso era muy bochornoso, Claudia no iba a quedarse allí a tomar chupitos con los que habían sido sus alumnos, como si fueran amiguitos de fiesta. Aquello era demasiado.

―¡¡Mariola!! ―dijo tocando a su amiga en el hombro mientras se comía la boca con Lucas.

―¿Qué pasa? ―contestó poniéndose a su lado.

―Yo me voy ya...pásatelo bien...

―De eso nada, tú no me dejas sola aquí con estos, un momento chicos, ahora volvemos ―dijo Mariola disculpándose con los jovencitos.

Entonces se llevó a Claudia por el brazo.

―Acompáñame tía, vamos al baño...

―Yo me voy a casa...

―Venga ven conmigo ―dijo tirando de su amiga hasta conseguir que entrara con ella.

―Ni se te ocurra irte cabrona...y dejarme aquí sola ―le dijo Mariola en cuanto cerró la puerta de los servicios.

―¡¡Mariola con ellos no, no estoy cómoda!!, te lo he dicho muchas veces...

―Relájate y disfruta...lo estamos pasando bien, no? ―dijo Mariola agarrando a su amiga por las mejillas y volviéndola a dar tres besos rápidos y sonoros en los labios.

―Para, estate quieta...no quiero...

―Shhhhhhhhhh, ven aquí...estoy cachondísima, ¿no me digas qué no te gusta ninguno de esos?, puedes elegir, no tienen por qué ser Mario o Lucas, tienes a otros para elegir, yo con el calentón que llevó me follaba a cualquiera de los cinco...

Entonces Mariola se lanzó a su boca, dando un pequeño muerdo a su amiga. Ese beso parece que le gustó a Claudia que cerró los ojos y dejó que Mariola volviera a la carga, esta vez con un beso más húmedo, más largo y más guarro. Sintió la lengua de Mariola jugueteando en su boca a la vez que volvía a meter las manos bajo su falda.

―Estoy muy cachonda tía, venga esta noche dijimos que nada de líneas rojas...y tú estás igual que yo, no me lo niegues...

Claudia se acordaba de cómo Lucas le iba sobando el culo a su amiga en medio del bar y luego cómo se habían besado en la barra, los labios de su amiga acababan de estar en contacto con los del chico y a Claudia le excitó la idea de comerle la boca a Mariola después de que lo hubiera hecho Lucas. Esta vez Claudia le correspondió el beso sacando la lengua también para meterla en la boca de su amiga. Estaba demasiado caliente con la noche que llevaba encima.

Cada visita al baño con Mariola no hacía que encenderla más y más.

Ahora los dedos de Mariola se habían colado habilidosos bajo sus braguitas y arañaba los glúteos clavándole los uñas en ellos. Claudia gimoteó y se dejó hacer.

―Solo tenemos que elegir a dos chicos y llevárnoslos a casa, los que tú quieras...

―Noooooooo Mariola...

―¿O prefieres que nos vayamos tú y yo solas? ―dijo metiendo uno de los dedos en el empapado coño de Claudia, a la vez que le daba otros dos besos rápidos en la boca.

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhh...

―Estás mojadísima tía, ¿estás tan caliente por mí o por los chicos?, tengo muchas ganas de estar contigo, hoy voy a hacerte de todo...y tú a mi también...así que tú decides, ¿qué prefieres, los chicos o estar conmigo?

―Mariolaaaaa, por favorrrr......ahhhhhhhhhhhhhhhhhh...

―Quiero comerte entera, sobarte las tetas, chuparte los pezones, lamerte el coño, ¡¡quiero comerte el culo!!, me tienes muy cerda toda la noche con esa faldita de guarra que te has puesto, hasta Lucas me ha dicho que pareces una puta y que se la has puesto dura...

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh...paraaaaaaaaaaa paraaaaaaaaaaaaaa, aquí noooooooooooo...¿Lucas te ha dicho eso?

―Pues claro, ¿qué pasa, te pone cachonda ponérsela dura a tu alumno? ―dijo Mariola subiendo sus manos para tocarle las tetas por encima de la camiseta.

Después volvió a bajar una mano y se detuvo unos segundos en sobarla el culo antes de apartar sus braguitas y pasar el dedo corazón en medio de sus labios vaginales.

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...

―Estás mojada como una puta...igual que yo...¿quieres que te lo coma aquí mismo?

―Noooooooooo, nooooooooooooooo ―dijo Claudia intentando apartar las manos de su amiga y bajarse la falda.

―Vamos no te resistas, estás cachondísima, verdad? ―dijo Mariola volviéndola a arrinconar contra la pared para besar sus labios.

Cogió las manos de Claudia y la obligó a ponerlas sobre su trasero.

―Tócame el culo, sé que te encanta mi culo, ¡¡apriétamelo, vamos!!, hoy quiero que tú también me toques.

Claudia jadeando y volviendo a sentir como el dedo de su amiga jugueteaba a la entrada de su coño cerró las manos sobre los glúteos de Mariola, que gimió y se lanzó a la boca de su amiga. Se enfrascaron en un nuevo beso, más húmedo y guarro que el anterior. Las lenguas de las dos se cruzaban en sus bocas, por los labios e incluso por las mejillas de ambas caras. Luego sudorosas y con la respiración acelerada se quedaron mirando.

―Llama a tu amigo el senegalés, que venga a buscarnos, nos vamos ya para casa...¡¡no puedo aguantarme más!!, me tiemblan hasta las piernas.

Cuando Claudia sacó el móvil Mariola aprovechó para darle la vuelta y ponerla contra la pared, se puso detrás de ella acariciándola el culo con las dos manos.

―Venga llámale...

Claudia sin saber que pretendía su amiga comenzó a llamar a Modou.

―Hola Modou, ¿te puedes pasar por el Jack's para llevarnos a casa?...mmmmmmmmmmm...vale cinco minutos...en la puerta te esperamos...

Mientras hablaba, Mariola se había agachado para apartar las braguitas y meter la cabeza entre sus glúteos. Cuando Claudia se despedía de Modou sintió una lengua caliente jugando en su ano.

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhh Mariola...para, ¿¿qué haces???

―Deja que te lo coma, joderrrrrrrrrr, esto me va a poner más cerda, me encanta este ojete de pija que tienes...

―Ahhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhh ―dijo Claudia sujetando por la cabeza a su amiga para apretarla contra su culo.

―Mmmmmmm, asíííííííí, mmmmmmmmmmmmmmmmm, aplástame la cara contra tu culo, eso es...mmmmmmm...

Mariola le abría los cachetes con las manos para poder meter con más facilidad la lengua en el culo de Claudia. Se lo estaba comiendo en los baños de una discoteca y no las importaba lo que estaba pasando fuera. Luego se puso de pie detrás de ella y le dijo al oído.

―Me encantaría que tuvieras una polla de esas que usas con tu marido para que me follaras...te lo digo en serio...voy a comprar una para la siguiente vez que vayamos a mi casa...

Claudia giró el cuello buscando la boca de su amiga y ofreciéndola el culo volvieron darse otro morreo, mientras Mariola le acariciaba el trasero. Fue el último antes de salir.

Por suerte Modou ya estaba en la puerta esperando con su taxi, estaba lloviendo a mares y en los veinte metros que había desde la salida del bar hasta la carretera las dos se empaparon de agua antes de montarse el coche en la parte de atrás. Mariola le dijo su dirección y después agarró de la mano a Claudia, ésta la miró con cara de deseo antes de cruzar las piernas.

―Gracias por venir tan rápido, con la que está cayendo, uffff nos hemos puesto perdidas ―dijo Claudia.

―Yo también suelo coger taxis, me puedes dar tu número, así ya le tengo? ―le dijo Mariola al taxista.

Modou le dijo su número de teléfono y Mariola le hizo una llamada perdida.

―Ese número que tienes es el mío, tú también me puedes llamar...para lo que quieras...y cuando quieras.

―Vale, luego le guardo.

―Me llamo Mariola...por cierto ahora vamos a mi casa, ¿te apetece subir con nosotras a tomar algo?

―Mariola, vale ya ―dijo Claudia.

―No puedo, tengo que trabajar ―respondió Modou.

―Va a ser un ratito, tómate un pequeño descanso...puedes elegir a la que quieras, ¿no te gustamos ninguna de las dos?, o las dos a la vez si quieres...

―¡¡¡Mariola!!!

―A mi amiga y a mí nos pones mucho, ¿has hecho antes un trío con dos mujeres? ―dijo Mariola jugando con el senegalés, que cada vez estaba más cortado.

―Modou, tú ni caso, que mi amiga está borracha.

El taxista sonrió sin contestar y luego miró hacia atrás cuando se paró en el semáforo. Las dos mujeres que llevaba detrás iban agarradas, con el pelo mojado, acariciándose la mano y se quedó mirando las piernas de Claudia. Era difícil no fijarse en esos muslos y en las medias de calienta pollas que se había puesto. Esta vez no fue una mirada cordial o educada, Claudia lo vio en sus ojos, el lado oscuro de Modou, es difícil explicar esas cosas, pero Claudia vio claramente su lado salvaje. La mirada lasciva del senegalés buscando ver algo más bajo su falda hizo que la rubia se mojara más si cabe y abrió las piernas para volver a cruzarlas en sentido contrario. Nadie hablaba, la tensión sexual se palpaba en el interior del taxi.

―¿Te gustan las piernas de mi amiga, eh? ―dijo Mariola rompiendo ese silencio.

―Vale ya, cállate...

Fueron un par de segundos antes de que Modou se girara sin contestar y volviera a ponerse en marcha, en ese momento sonó el teléfono de Mariola.

―¿Que dónde estamos?, nos hemos ido, lo siento...no hemos podido despedirnos...vamos a mi casa, ¿Claudia?...sí también claro...no, no, ni se te ocurra venir...ya otro día quedamos...venga un beso.

Colgó el teléfono.

―Era Lucas, que dónde estábamos...

―¿Por qué le has dicho que ni se te ocurra venir?

―Por nada, jajajaja, que decía que se quería venir con sus amigos a mi casa...pero tranquila que ya le he dicho que no...bueno ya lo has escuchado...

Abrió el WhatsApp y le mandó un mensaje a Lucas sin que Claudia se diera cuenta.

Mariola 3:34

Pásate por casa y no tardéis.

―Ya hemos llegado ―dijo Modou.

Las dos chicas se bajaron y Claudia le pagó otra vez con diez euros.

―¿Entonces no te animas?, estás a tiempo, ésta y yo nos vamos a montar una fiesta privada, aunque nos gustaría más estar acompañadas ―le dijo Mariola.

―Cállate ya y bájate anda, quédate el cambio, luego te volveré a llamar para que me lleves a casa...

―De acuerdo, gracias.

Echaron a correr hacia el portal bajo la lluvia. Entraron deprisa y en el ascensor ya se iban comiendo la boca, mientras se acariciaban por encima de la ropa sin dejar de besarse, como pudo Mariola abrió la puerta de su casa.

―¿Una copa? ―preguntó Mariola.

―Sí, claro ―dijo Claudia dejándose caer en el sofá de su amiga.

Al poco llegó Mariola con dos copas en la mano, se sentó al lado de Claudia y antes de alcanzarle su bebida le dio un pequeño beso dulce y tierno en los labios, como intentando retrasar la tormenta que estaba a punto de desatarse. Era extraño ese beso y más después de haberse morreado furiosamente un par de minutos antes en el portal y en el ascensor. Cuanto más tiempo dejaban pasar, más iba creciendo la tensión sexual entre ellas, una tensión que se les iba acumulando en los cuerpos.

Las dos estaban excitadas y cachondas y solo eran cuestión de minutos o segundos que empezaran a follar, apenas podían hablar, ya solo se decían tonterías, apoyadas en el sofá, muy cerca la una de la otra, parecían dos novias enamoradas.

―Lo he pasado genial ―dijo Mariola susurrando.

―Yo también.

―Me vuelves loca...

―Lo sé...jajajajaja...

―¡¡Qué zorra!!, ¿yo a ti no te gusto?

―Tú qué crees, si no, no estaría aquí...

―¡Dímelo!, quiero escucharlo de tu boca...lo mojada que te pongo ―dijo Mariola acariciándola los labios con un dedo.

―Sabes que me da vergüenza decir esas cosas ―dijo Claudia acercándose para besar a su amiga que se apartó ligeramente poniendo la mejilla.

―¡¡Dímelo zorra!!, dime que estás cachonda...

―Ya lo sabes ―dijo Claudia intentando besar de nuevo en la boca a su amiga.

Esta vez Mariola sí que la dejó y comenzaron a morrearse después de dejar los vasos sobre la mesa. Ahora se arrepentía de haber quedado con Lucas, le apetecía mucho follar a solas con Claudia, pero llevaban meses planeando que pudiera darse esa pequeña posibilidad de que el chico estuviera con su profesora y no iba a haber una mejor oportunidad que esta noche.

Era un trato que tenían desde hacía tiempo. Mariola podía follarse a Mario, pero tenía que intentar que Lucas también lo hiciera con Claudia.

Pero si tardaban mucho los chicos no iba haber vuelta atrás, Mariola lo estaba retrasando todo y Claudia cada vez estaba más extrañada del comportamiento tan sutil y tranquilo de su amiga, después de que hubiera estado toda la noche metiéndola mano. Ahora de repente se había calmado, haciéndoselo desear.

Mariola pasó una pierna sobre Claudia y se sentó encima de ella, luego se quitó la camiseta quedándose en sujetador y volvieron a besarse, esta vez más intensamente. La respiración de las dos ya estaba muy agitada y las manos de Claudia fueron sobre las tetas de su amiga apretándolas por encima del sujetador, antes de ponérselas sobre el trasero.

Mariola seguía esperando que llegaran los chicos, pero estaba demasiado cachonda y le quitó la parte de arriba  a Claudia, se quedaron mirando unos segundos a los ojos y después echó las manos hacia atrás desabrochando el sujetador de Claudia, que hizo lo mismo con el de Mariola.

Estaban desnudas de cintura para arriba y cuando Mariola se inclinó sobre Claudia para volverla a besar hizo que los pechos de ambas quedaran apretados. Notaron sus tetas calientes rozándose, frotándose, sintiendo como se les endurecían más si cabe los pezones al estar en contacto. Se acariciaban el pelo, los pechos, el culo, todo esto mientras Mariola cabalgaba lentamente a su amiga.

No podían estar más cachondas.

Estaban a punto de empezar a devorarse y entonces sonó el timbre de abajo. Con la respiración agitada Mariola echó la cabeza hacia un lado.

―¡¡Joder!!

―¿Quién será a estas horas? ―preguntó Claudia sorprendida.

Mariola se levantó del regazo de su amiga, estaba desnuda de cintura para arriba y fue a contestar el telefonillo.

―¿Sí?...perooooo...¿qué hacéis aquí?...te dije que no vinierais, vale os abro...

―¿Quién es? ―preguntó Claudia pegando un bote del sofá.

―Mierda, mierda, son los chicos...son Lucas y Mario ―dijo Mariola buscando la ropa desesperadamente por el suelo

―¿¿¿Cómo???...pero qué hacen aquí...por qué les has abierto?

―Y yo que sé...¿qué hago, les digo que no suban? ―dijo Mariola colocándose el sujetador a la vez que Claudia también se ponía el suyo.

Las dos amigas se trataban de vestir rápidamente, Claudia no entendía nada de lo que estaba pasando, solo quería ponerse la camiseta cuando se fijó en Mariola, que se peinaba frente al espejo el alborotado pelo que llevaba y ella debía estar parecida, pensó para sí misma.

―¡¡Te mato, joder, te mato!!, diles que no estoy, y échales rápido ―dijo Claudia intentado huir hacia el baño.

―¿Cómo les voy a decir eso?, no seas así ―le contestó Mariola justo cuando tocaban en la puerta.

Salió a abrir a los dos chicos, que la saludaron con unos besos en la mejilla.

―¡¡Joder la que está cayendo!! ―dijo Lucas empapado en agua,

―Esperad anda, que os traigo una toalla.

Mariola se metió al baño y Claudia estaba en el espejo mirándose y arreglándose el pelo.

―Diles que se vayan...no pienso salir...

―Venga sal, no seas tonta, nos tomamos una copa con ellos y les mandamos para casa...¡que lo mismo te da!, aquí no nos va a ver nadie...

―Eran mis alumnos, no pienso tomarme una copa con ellos...y menos...menos así vestida...

―Si estás muy guapa, venga vamos, ven conmigo...si no sales ahora luego te va a dar más vergüenza...vaaaaaaaamossssssssss ―dijo Mariola tirando de su amiga mientras llevaba un par de toallas en la mano y llevándola hasta el salón donde esperaban los jovencitos de pie.

―Tomad, anda secaros...

―Hola señorita Claudia ―dijo Lucas sorprendido al ver a su antigua profesora.

―Hola...bueno chicos, yo ya me iba.

―De eso nada, tú te quedas, nos tomamos una copa, ven conmigo a prepararlas, ¿qué queréis  tomar chicos? ―preguntó Mariola.

Cogió un par de botellas y se fue con Claudia a la cocina, luego abrió el congelador y se agachó para sacar unos hielos.

―Esto es de locos, no sé qué hago aquí preparando unas copas para mis alumnos, te voy a matar cabrona ―dijo Claudia echando un poco de ron en un vaso de tubo.

―Nos tomamos una copa y ya está, luego seguimos donde lo habíamos dejado ―dijo Mariola incorporándose mientras sobaba el culo de su amiga por encima de la falda.

―¿Por qué han venido?, ¿habías quedado con ellos o qué?

―No, no había quedado, les he dicho que me había venido contigo a casa....y no sé, se han presentado aquí...pero mira, así mejor...ahora tenemos a dos jovencitos para nosotras...¿a cuál de los dos prefieres?, jajajajajajaja...

―Ni de coña, me tomo esa copa, pero luego los echas...y si no me voy yo...no sé ni por qué me quedo...

―Te quedas porque estás muy cachonda, igual que yo y luego quieres follarme, ¿verdad?

―¡Eres una puta!...

―Igual que tú...jajajajajaja.

―Jajajajajaja.

Entraron en el salón con las cuatro copas en la mano, los chicos se habían sentado uno en cada sofá, por lo que no tuvieron más remedio que sentarse cada una con un chico. Mariola estaba con Mario y Claudia estaba en el mismo sofá que Lucas, que pegó un trago a la copa.

―Mmmmmmmmmmmm, está muy buena, ¿quién las ha preparado?

―Entre las dos ―contestó Mariola.

Luego empezaron a hablar, los chicos contaron sus vivencias en la universidad, pero Claudia estaba demasiado cortada, la situación para ella era muy incómoda, estando allí con sus antiguos alumnos, a parte de que no sabía cómo sentarse para intentar evitar las miradas continuas de Lucas a sus piernas. La falda era demasiado corta y se la veía el dibujo de las medias y casi casi las braguitas. Cuando volvió a cruzar las piernas, dejando a la vista del chico todo su muslo, Lucas se quedó mirando sin ningún disimulo.

―Viene usted hoy muy guapa, señorita Claudia.

―Puedes llamarla Claudia y no hace falta que la llames de usted, estamos entre amigos  ―le dijo Mariola apurando su copa―. ¿Nos tomamos otra?

―Yo por mí no, creo que me voy a ir ―dijo Claudia.

―De eso nada, nos tomamos otra copa, ven conmigo Mario, ayúdame a prepararlas ―dijo Mariola cogiendo de la mano al chico.

Cuando Claudia se quedó a solas con Lucas, la situación se hizo todavía más violenta si cabe, Claudia no sabía de qué hablar con él ni como evitar que el chico dejara de mirarla las piernas de esa forma tan descarada.

―Me encantan sus medias...son muy bonitas...está usted increíble ―dijo Lucas.

―Me voy a ir, no debería estar aquí ―dijo Claudia poniéndose de pie.

―Lo siento, no quería...ehhhhhhhhhhhh...molestarla...

Entonces Claudia entró decidida en la cocina para despedirse de su amiga. Le jodía mucho terminar la noche así, estaba borracha, cachonda y con muchas ganas de sexo, especialmente después de haberse comido la boca con Mariola y haber sentido las tetas de ella contra su cuerpo. Esa noche estaba dispuesta a desinhibirse y hacer de todo con su amiga, incluso estaba convencida de que hubiera terminado comiéndose el coño de Mariola e incluso su culo si ella se lo hubiera pedido.

Pero cuando entró en la cocina se llevó una gran sorpresa, Mariola y Mario se estaban enrollando contra la mesa, el chico tenía las manos sobre el culo de su amiga y ésta movía la mano arriba abajo, no podía ver qué pasaba al taparle el cuerpo del chico, pero cuando Mario se giró Claudia pudo ver como Mariola le empuñaba la polla y ¡¡¡le estaba haciendo una paja allí de pies!!!

Se quedó tan sorprendida e impactada que no dijo nada, cogió el abrigo y se dirigió a la puerta con Lucas, que también había visto la escenita, detrás de ella.

―No se vaya, al menos deje que la acompañe, es de noche y está lloviendo mucho...

―No te preocupes, voy a llamar a un taxi ―dijo Claudia sacando el móvil.

―Al menos deje que baje con usted al portal en lo que llega el taxi...

―Como quieras...pero no hace falta.

Lucas bajó con ella en el ascensor mientras Claudia iba llamando a Modou en el móvil.

―Vale, no pasa nada, te espero...

Se quedaron en el descansillo del portal.

―Vete ya, me ha dicho que no iba a tardar mucho ―dijo Claudia.

―Insisto, por favor, deje que la acompañe...no voy a dejarla aquí sola en un portal, de madrugada.

―Vale, eres muy amable ―dijo ella.

En el fondo le gustaba que el chico la hiciera compañía, así se sentía más segura y era un gesto caballeroso. Sin embargo estaba enfadada con su amiga, a las primeras de cambio se había enrollado con Mario y había arruinado la noche de pasión que tenían pendiente. Además ahora no podía olvidarse de la escenita de los dos comiéndose la boca en la cocina mientras Mariola le meneaba la polla. Habían sido demasiadas emociones para una noche y estaba tan caliente que incluso se empezó a plantear si le iba a zorrear a Modou dentro del taxi, para que se la terminara follando en cualquier descampado oscuro bajo la lluvia.

―Puede confiar en mí, sabe?, no dije nada de lo que vi aquel día en su despacho al terminar el curso, nunca se lo he contado a nadie ―dijo Lucas.

―¿¿¿Cómo dices??? ―respondió Claudia extrañada de que el chico le hubiera dicho aquello.

Sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo, cuando Lucas la pilló espatarrada en la mesa de su despacho de Jefa de estudios, haciéndose un dedo, justo en el momento que llegaba al orgasmo. Todavía se acordaba de la cara que puso el chico y la intensidad con la que se corrió. Le pudo haber dicho que no sabía de lo que le estaba hablando o algo similar, pero con la frase que le contestó era como que estuviera admitiendo ante él que sí, que aquel día se estaba masturbando y que no la importaba que él la hubiera visto.

―¿Y por qué no se los has dicho a nadie?...

―Por favor, por quién me toma, ¿cómo voy a contar eso?, es una cosa muy privada de usted...además no se lo creería nadie, ¿quién se va a creer que usted se estaba...bueno que se estaba tocando en su despacho?...

Claudia bajó la cabeza ruborizada, ahora no era la profesora dura y segura de sí misma que amilanaba a sus alumnos, sin decir una palabra acababa de reconocer ante Lucas que aquel día se estaba masturbando.

―No he podido olvidarlo, me acuerdo prácticamente todos los días de aquello, uno no pilla a su profesora favorita así todos los días...

―Vale Lucas...deberíamos dejar esta conversación aquí...

―Me gusta mucho, es usted  súper atractiva ―dijo el chico acercándose a ella―. Me encantó cómo aquel día se estaba acariciando las tetas, con la pierna apoyada en la silla, la cabeza hacia atrás, gimiendo en alto... reconozco que me excité muchísimo...

―¡¡Lucas, para ya!!

―Estamos solos, de lo que pase aquí no se va a enterar nadie ―dijo el chico mirándola fijamente a los ojos y poniendo sus manos sobre la cintura de Claudia.

Ella se apartó inmediatamente y cruzó los brazos sobre su cuerpo en señal de protección. Entonces recordó que hacía unos días había leído un artículo en una revista femenina sobre las cuatro cosas más irresistibles para  una mujer.

―Que la agarren de la cintura.

―Que la miren directamente a los ojos.

―El perfume de un chico.

―Que la besen el cuello.

Claudia acababa de sufrir tres de ellas, el perfume del chico había inundado sus sentidos cuando se pegó a ella, no se atrevía a levantar la mirada para no ver que hacía Lucas. Lo único que sabía es que en aquel portal de madrugada y vestida como una fulana, delante de uno de sus antiguos alumnos estaba excitada como hacía tiempo que no lo estaba. Se giró para darle la espalda.

Aquello era todavía más tabú que lo que pasó con Don Pedro, más fuerte que lo que pasó con Víctor y un poco menos obsceno que lo que pasó con su cuñado Gonzalo, cuando se dejó hacer un dedo en la boda de su prima. Pero era su línea roja, la que no estaba dispuesta a cruzar. Uno de sus alumnos.

―Tranquila, aquí no puede vernos nadie...es de madrugada, nadie va a entrar en el portal...

―No hay nada que tranquilizarse, porque no va a pasar nada...

―No vamos a tener otra oportunidad como esta, yo sé que le gusto...venga estamos solos...por favor señorita Claudia ―dijo Lucas abrazando por detrás a su profesora.

Enseguida Claudia notó la polla dura del chico pegada a su culo. Cerró los ojos y el coño literalmente comenzó a palpitarle. Intentó ahogar el gemido que le salió de su boca y después de un leve forcejeo se separó del chico que inmediatamente volvió a pegarse contra ella abrazándola otra vez.

―Por favor señorita Claudia, ni se imagina como me pone, mmmmmmmm, esto no lo sabrá nadie, de verdad. ―dijo Lucas empujando a su profesora contra la pared y restregándose desde atrás.

―Lucas, nooooooooooo, paraaaaaa, paraaaaaaaaaaa...ahhhhhhhhhhh...

―Estoy excitadísimo y usted está igual no me lo niegue...

―Para, para joder, qué haces...aquí pueden vernos.

―Shhhhhhhhhhhhhh, calle, no se preocupe por eso ―dijo el chico cogiéndola de la mano y tirando de Claudia.

―¿Pero qué haces?, ¿qué estás haciendo?

Mientras Claudia protestaba, Lucas iba subiendo las escaleras hacia arriba tirando de ella, que le seguía el paso.

―No voy a subir al piso de Mariola otra vez y menos contigo...

―Cállese señorita Álvarez...shhhhhhhhhhhhhhhh....

―¿Qué haces?, ¿dónde vamos?...¿dónde me llevas?...

―Aquí ―dijo Lucas deteniéndose.

―¿Qué hacemos aquí?

Se había detenido entre la primera y la segunda planta, justo en el descansillo, debajo de una pequeña ventana por donde entraba algo de claridad, justo en el momento en el que se apagó la luz del portal.

―Aquí estamos solos, usted y yo...si entra alguien al portal no nos ve, si sube en ascensor al primero o al segundo tampoco puede vernos y si bajara alguien de más arriba encendería la luz y nos daría tiempo a...pero ahora es muy tarde, ¿quién va a bajar?

En la soledad del portal estaba todo en silencio, excepto unos gemidos que venían de más arriba, era evidente que Mariola y Mario se acababan de poner a follar. El chico se rió tapándose la boca.

―Esa es Mariola, reconozco perfectamente esos gemidos ―dijo acercándose a Claudia para volver a poner las manos sobre la cintura de ella.

―Nooo, noooooooo, valeee, estate quieto, déjame Lucas...de verdad que no...

El chico desabrochó el abrigo de su profesora y se lo quitó de un tirón rápido.

―Así mucho mejor, viene usted vestida muy, pero que muy sexy...ummmmm...

Lucas parecía muy seguro de sí mismo, al menos esa es la sensación que quería transmitir, pero en el fondo estaba nervioso como un flan y tremendamente excitado, uno no tiene delante todos los días a la profesora con la que llevas años pajeándote. Ni en sus mejores sueños se podía imaginar que una situación así se iba a dar. Y allí tenía a Claudia delante de él, vestida con esa falda tan corta, marcando sus preciosas tetas debajo de la camiseta, maquillada como nunca la había visto, negando lo evidente, pero sin irse de aquel oscuro portal, esperando que el chico siguiera insistiendo para ella poder resistirse un poco más.

No tardó en sentir las manos de Lucas apoyadas de nuevo en su pequeña cintura, el chico se pegó más a ella, no supo que decir, solo tragó saliva, la respiración de los dos cada vez estaba más acelerada y las caras se mantenían a diez centímetros escasos.

―Lucas, noooooooooooooo...

―Yo creo que sí ―dijo el chico bajando suavemente las manos para ponerlas sobre el culo de Claudia.

Estaba palpando aquel trasero con el que había fantaseado tantas y tantas veces, Claudia no pudo aguantarle la mirada, Lucas con una mano cogió el bolso que colgaba del hombro de su antigua profesora y lo dejó caer al suelo encima del abrigo, luego inmediatamente la volvió a bajar para meterla bajo la falda.

Al ser la falda tan corta no tuvo que hacer ningún esfuerzo para poner las manos sobre las braguitas de ella, ahora sí que la estaba sobando el culo, apretándoselo bien. Tan solo la fina tela de su prenda más íntima separaba los dedos del chico de los calientes y duros glúteos de la señorita Álvarez.

Entonces inesperadamente sonó el móvil de ella.

―Para, para, quita ―dijo agachándose para rebuscar su móvil en el bolso―. Sí, Modou, era en la dirección de antes, vale espera que ahora salgo...

Lucas negó con la cabeza mientras apartaba las braguitas de Claudia y tocaba directamente la suave piel de su culazo. Sacó una mano de debajo para tapar el altavoz del móvil.

―Dile que te espere, por favor...vamos Claudia...por favor...no se vaya ahora...

Claudia le dijo que no con la cabeza.

―Por favor...venga estamos solos, nadie sabrá nunca esto...

―Oye Modou...no te vayas, ahora estoy ahí...ehhhhhhhhhhhhhh, espera ―dijo mirando directamente a los ojos de Lucas.

―Por favor Claudia, por favor ―dijo el chico acariciando ya el coñito de su profesora después de pasar la mano por la raja de su culo.

―Modou, espérame ahí, da igual...dame diez minutos, ahora bajo ―dijo Claudia colgando la llamada y dejando caer el móvil sobre el bolso abierto.

―Mmmmmmmmmmmm, diez minutos ―dijo Lucas acercando la boca a los labios de ella.

Mientras se acercaba recordaba una de las muchas conversaciones que había tenido con su amigo Mario. Fantaseaban en la habitación de su casa con Claudia, en cómo iba vestida, en cómo sería en la cama, en lo que les gustaría hacer con ella y Lucas siempre decía lo mismo.

“Lo que más morbo me daría hacer con Claudia es besarla, pero no un beso normal, no, eso no, lo que me gustaría es un beso guarro, con lengua y babas por todos los lados, morrearla a lo bestia”

Y ahora tenía delante de su profesora a punto de cumplir su sueño. Se encontraban pegados, iba poco a poco acercando su cara a la de Claudia, estaba nervioso, tenso y excitado, en el descansillo de la escalera donde retumbaban por todo el portal los gemidos de la zorra de Mariola, que por lo que se ve se lo estaba pasando en grande. Se acercó más si cabe, hasta que se rozaron los labios.

No había sacado la mano de debajo de su faldita y llevaba un rato acariciándola el coño desde atrás, metiendo los dedos por la raja del culo hasta llegar a su empapado agujero.

Claudia abrió ligeramente la boca y la lengua de Lucas se coló en ella entrando con decisión. No tardó en chocar con la de Claudia que le correspondió el beso juntando con fuerza los labios con los del chico. Las lenguas de ambos comenzaron a juguetear húmedas, deseosas e impacientes. Lucas no podía creérselo.

Se estaba morreando con Claudia Álvarez.

Y como siempre había fantaseado estaba siendo un beso lascivo salvaje y guarro. Unos segundos más tarde tuvieron que separarse para poder tomar un poco de aire.

―Ahhhhhhhhhhhhhh ―gimoteó Claudia antes de que el chico volviera a la carga.

Mientras las manos de Lucas seguían bajo la falda de Claudia, con una le sobaba el culo y con la otra el coño sin llegar a meterla ningún dedo. Entonces notó como la polla le palpitó e incluso llegó a asustarse de que se le pudiera escapar involuntariamente la corrida.

Nunca había estado tan excitado y nervioso a la vez, le seguía imponiendo mucho la señorita Álvarez.

Estaba muy acelerado, solo pensaba en que tenía diez minutos y quería hacer muchas cosas en poco tiempo, sacó una de las manos para subirla y meterla bajo la camiseta de Claudia, no podía desperdiciar el momento y también quería manosear las tetas de su profe. Seguramente no iba a volver a estar con ella así en la vida.

Comprobó el tamaño y la dureza de las tetas de Claudia apretándoselas con una mano por encima del sujetador mientras que con la otra le acariciaba el coño.

―Joder que buenísima estássss, joderrrr, joderrrrrr....me vuelves loco...pufffffffffff, que tetassssss...que culooooooo, mmmmmmmmmm...

Entonces puso las dos manos por debajo de su falda, en la cadera de Claudia y tiró de las braguitas bajándoselas poco a poco. Notó como se la quedaban pegadas por la zona del coño debido a la humedad que tenía entre las piernas.

―No, eso no, para, paraaaaaaaaa...protestó Claudia.

Pero el chico ya se había puesto de rodillas y allí agachado había metido la cabeza entre sus piernas.

―Saca la cadera, voy a comérselo ―dijo Lucas poniendo las manos sobre el culo de Claudia.

Ella se inclinó hacia delante y Lucas lanzándose contra su cuerpo comenzó a chuparla el coño. Bueno lo que le hizo no se puede decir que fuera una comida, más bien se lo estaba devorando.

―Ahhhhhhhhhhhhh ―gimió Claudia aplastando la cara del chico en su entrepierna.

Estaba tan cachonda que sabía que en aquel portal oscuro no iba a tardar nada en correrse. Lo que menos podía imaginarse cuando salió de casa es que iba a terminar con la lengua de Lucas metida en su coño, pero el chico no iba a permitir que se corriera tan rápido. Lucas la volteó apoyándola contra la pared y se quedó unos segundos parado.

―Diossssssssss que culo tiene usted, señorita Claudia...es perfecto...

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhh ―dijo Claudia cuando sintió la lengua del chico jugando en su culo.

Ahora el chico le abría los glúteos poniendo una mano en cada nalga y luego empezó a meter la lengua en el ojete de Claudia. Ella no decía nada, a pesar del calentón y el alcohol que llevaba encima le seguía dando vergüenza la situación, pero le dejaba hacer al chico lo que quisiera.

Ni tan siquiera se opuso cuando notó uno de los dedos de Lucas abrirse paso entre las estrechas paredes de su intestino. La estaba metiendo un dedo por el culo.

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, para, ¿qué haces?, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, gimió aliviada cuando volvió a sentir la lengua en su ano.

Lucas iba alternado el dedo con la lengua, era como si se lo estuviera trabajando, entonces Claudia sintió un dolor repentino y más presión en sus entrañas, no sabía que ahora tenía el pulgar y el índice del chico metido en su culo y además el dedo corazón se lo clavó en el coño, en una especie de doble penetración que pareció enloquecer a Claudia.

Se la estaba follando con los dedos, pero Lucas no quería eso. Lo que quería era follársela con la polla.

Se puso de pie y se desabrochó el pantalón, la polla de Lucas saltó como un resorte e impactó contra el cuerpo de Claudia, justo en la zona entre sus dos entradas. Lucas aparentaba tener el control de la situación, pero al acercarse el momento de la verdad cada vez estaba más nervioso y excitado. Se dejó caer apoyando la cara en la espalda de su profesora, intentando tomar aire y tranquilizarse un poco. Pero al mirar hacia abajo todavía se alteró más, Claudia tenía las braguitas enrolladas en un solo pie, tenía su culito para hacer con él lo que quisiera y al ver las medias de guarra que ella llevaba puestas la polla le palpitó.

―¡¡No se mueva señorita, me la voy a follar!!

Entonces Claudia se giró, el corazón le iba a mil y se quedo frente al chico que se sujetaba la polla con la mano. Los gemidos de Mariola retumbaban en el portal y se quedaron mirando frente a frente.

―¡¡Eso no!!

Lucas se volvió a lanzar contra ella morreándosela otra vez a lo bestia, le puso una mano en la cabeza acariciando el pelo de Claudia y apretando para hacer más fuerza contra su boca. Claudia le correspondió el beso, sacando la lengua, en una actitud muy guarra, no podía aguantarse más. Estaba demasiado cachonda.

Tenía las braguitas en un tobillo, la falda a medio subir y el chico había vuelto a bajar las manos sobándola el culo a dos manos. Entonces ella dudó de si hacerlo, no quería dejarse follar por Lucas, pero tenía que darle algo al chico para satisfacerle, bajó la mano derecha y con firmeza le agarró la polla.

Tenía una polla normal, pero increíblemente dura. Le dio mucho morbo cogérsela a un chico que meses atrás había sido su alumno. Cuando Lucas sintió la mano de Claudia rodeándole la verga gimió y miró hacia abajo. No podía creérselo.

―¡¡Vamos córrete!! ―dijo Claudia.

Empezó a menearle la polla, lo hacía despacio, pero muy firme, se lo estaba haciendo perfecto, Lucas no se podía estar quieto, le tocaba el culo, el coño, metía la mano por debajo de la camiseta para acariciarla las tetas, se lanzaba contra su cuello besándoselo. Luego miró hacia abajo, le encantó ver como los dedos de Claudia le rodeaban la polla y cómo ella le pajeaba.

―¡¡Quiero follarla!!, ¡¡quiero follarla señorita Álvarez!!

Se escuchó un tremendo gemido por todo el portal. Mariola se estaba corriendo, ¡¡menudo escándalo!!.

Otra vez volvieron a besarse y Claudia aceleró el ritmo al que le masturbaba al chico. Lucas pasó la mano hacia delante y comenzó a tocar el coño a Claudia rozando su clítoris arriba y abajo. Se quedaron frente a frente, mirándose. Pajeándose a la vez.

Lucas no pudo más y sintió que los huevos le iban a estallar. Intentó avisar a Claudia, pero ésta no se detuvo, más bien al contrario, aceleró todavía más la velocidad de su brazo. Le estaba haciendo una paja perfecta.

―¡¡Voy a correrme, voy a correrme!!

Claudia miró hacia abajo, la polla de Lucas le quedaba a la altura del ombligo al ser más alto que ella, le asomaba el capullo duro, morado y muy hinchado, no tuvo tiempo de reaccionar cuando un primer chorro de semen salió disparado impactando de lleno en su cara. Lucas gimió y ella instintivamente giró el cuello e inclinó la polla de Lucas hacia su propio cuerpo. No dejó de acompasar la mano a la vez que el cuerpo del chico se iba contrayendo cada vez que soltaba un lefazo.

―Ahhhhhhhhhhhhhh, joderrrrrrrr, joderrrrrrrrrr, sigue Claudia, sigueeee, sigue meneándomela, diossssss...

Lucas soltó una corrida abundante, espesa y muy caliente y el primer latigazo estaba en la cara de Claudia, cruzando en diagonal desde la barbilla hasta la frente, pasando por su ojo derecho. Aquello la encendió más. Por suerte Lucas al correrse dejó de masturbar a Claudia, aunque seguía sobando su culo mientras se recuperaba del orgasmo.

―¡¡Joder qué pasada!!, no me lo puedo creer, joder, joder, ¡¡me acaba de hacer una paja, uffff!!

Claudia le apartó las manos, se agachó para colocarse las braguitas y se bajó la falda, solo quería salir de allí cuanto antes, ni se detuvo en sacar un pañuelo del bolso, con la propio mano se quitó como pudo el semen que tenía por la cara, luego cogió el abrigo y se dirigió a la escalera.

―No se vaya así, por favor ―dijo el chico que se había quedado sin saber qué hacer ante lo que acababa de pasar.

―No se lo digas a nadie, esto no ha pasado nunca ―le dijo Claudia.

―Quiero volver a verte ―dijo Lucas todavía con la polla húmeda y semi erecta delante de ella.

―Por favor, es muy importante, a nadie, ni tan siquiera a Mariola...

―No se preocupe, de verdad, nunca le contaré esto a nadie, pero necesito volver a verla...esto tenemos que repetirlo con más calma, ¡¡ha sido la hostia!!

―Tengo que irme, me espera el taxi ―dijo Claudia comenzando a bajar las escaleras sin mirar hacia atrás.

Entonces el chico la llamó desde el descansillo mientras se colocaba el pantalón.

―¡¡¡Claudia!!!...conseguiré su número de teléfono...esto ha sido solo nuestra primera vez...lo sabe usted tan bien como yo...

Recibí una llamada de Claudia y me sorprendió que lo hiciera tan de madrugada. Mi primera reacción fue asustarme por si la había pasado algo, aunque enseguida mi mujer me dijo que estaba bien.

―Ya voy para casa.

―Ah vale, ¿qué tal ha ido la noche?

―Bien, ahora te cuento, vengo de casa de Mariola, hemos estado con unos chicos...

―¿Con unos chicos?, pero ¿habéis hecho algo?

―¿Tú que crees?

―Joder Claudia...¿te has tirado a alguno?

―Ahora hablamos...en unos minutos estoy en casa.

Me quedé con el teléfono de la mano muy nervioso y excitado. Noté que la polla me palpitaba literalmente bajo el pantalón del pijama, que te despierten así es la cosa más maravillosa del mundo. Claudia me había insinuado que se había vuelto a follar a otro, no sé si sería verdad, pero lo iba a comprobar en unos pocos minutos. Me incorporé y me quede sentado en el respaldo de la cama, deje el móvil en el mesilla, no quería moverme ni hacer nada.

Solo esperar a que llegara mi mujer.

Modou volvió a mirar por el espejo retrovisor, aquella rubia tan atractiva parecía que iba hablando con su marido.

―Hemos estado con unos chicos, ¿tú que crees?, ahora hablamos, en unos minutos estoy en casa.

Se cruzaron las miradas y Claudia volvió a sentir la sexualidad de aquel chico. Quizás la llamada a David había sido, a parte de por un tema de seguridad, también por demostrarle a Modou lo zorra que era. Un doble juego muy peligroso. Estaba muy cachonda, no había llegado a correrse con Lucas, el corazón le palpitaba a mil pulsaciones y sentía el semen caliente y pegajoso de Lucas por su cara y por su mano. Sacó una toallita húmeda del bolso y se la pasó por la cara, ni tan siquiera sabía si tenía todavía algún resto de lefa en ella.

Uno de sus alumnos acababa de correrse en su cara en el portal de su amiga. Había cruzado su línea roja, había intentado resistirse y que aquello no pasara nunca, pero ya no había vuelta atrás, al final había sucedido. No había sido capaz de aguantar aquella tentación, no esperaba que la noche fuera a terminar así, estaba muy a gusto en casa de Mariola, enrollándose con ella, dispuesta a hacer de todo con su amiga si los chicos no les hubieran interrumpido, pero de repente aparecieron.

Le había parecido muy rara aquella situación, como si hubiera sido un plan de Mariola y Lucas, seguramente había sido eso y ella había caído en la trampa. ¿Cómo había sido tan estúpida de dejarse engatusar así por un crío de 18 años? Tenía que haberse ido de casa de su amiga en cuanto llegaron, bueno en realidad fue lo que hizo, pero no contaba con que Lucas la iba a acompañar en el portal.

Llevaba demasiadas emociones acumuladas durante la noche, se había desinhibido con el alcohol, Mariola había estado constantemente metiéndola mano, se estaba morreando con ella en su casa mientras se frotaban los pechos, luego la imagen de Mariola rodeada de aquellos jovencitos en la discoteca y sobre todo la paja que le estaba haciendo a Mario en la cocina. Eso unido a la excitación que la provocaba ir vestida como una puta, le había originado tal calentón que no tuvo ninguna voluntad cuando Lucas comenzó a tocarla.

Y no era la primera vez que le pasaba, ya le había pasado con Víctor, con Don Pedro, con Mariola, incluso con Gonzalo, cuando se dejó masturbar en la barra de un bar el día de la boda de su prima. Se encendía tanto que llegaba a un punto de no retorno, donde lo único que quería era llegar al orgasmo.

Pero lo peor es que encima seguía muy cerda, Lucas se había corrido tan rápido que no le había dado tiempo a terminar. Cuando Modou volvió a mirarla por el espejo retrovisor cruzó las piernas y sintió una punzada en su coño, por un momento se le pasó por la cabeza decirle al chico cualquier cosa, para ver si terminaba la noche con la polla del senegalés en la boca.

―Oye siento lo de antes, lo de mi amiga, no le hagas caso, cuando se emborracha dice muchas tonterías...

―No pasa nada señora...

―Bueno lo del teléfono sí que es verdad, la puedes llamar si quieres quedar un día con ella...

―¿Quedar?

―Sí, ya sabes, si te quieres ver con ella...

―No, eso no, yo estoy casado, no puedo...

―Ella lo sabe, no le importa...bueno da igual, no me hagas caso, nada...olvida lo que te he dicho...

―De acuerdo señora...

―Y no me llames señora, que me haces más mayor, me llamo Claudia.

―Claudia, vale.

Mientras hablaba con Modou le sonó el teléfono, era Mariola que la estaba llamando, pero no la contestó, luego volvió a recibir otra llamada perdida de su amiga, ya habría terminado de follar con Mario y seguramente se estaría preguntando donde estaba, pero no la contestó. En el fondo estaba enfadada con ella, todo había sido culpa suya, si no le hubiera abierto la puerta a los chicos ahora estarían follando juntas y no hubiera pasado nada con Lucas.

No tardaron en llegar a su destino, Claudia se quedó unos segundos dudando de qué hacer. Cuando Modou se dio la vuelta ella volvió a cruzar las piernas en un gesto erótico, estaba claro que le quería poner caliente al taxista.

―Ya hemos llegado.

―Sí, un segundo, ahora me bajo ―dijo Claudia tocando el móvil como si estuviera mandándose mensajes con alguien, aunque lo que quería era ganar tiempo.

La excitaba mucho esa duda interna que tenía de si intentar algo o no con Modou.

Durante unos segundos se quedaron mirando, en silencio, la tensión sexual se notaba dentro del coche. Ninguno de los dos decía nada. Modou volvió a mirar las piernas de Claudia y a ésta le entraron unas ganas locas de abrirse de piernas en el asiento de atrás. Finalmente mantuvo la poca cordura que le quedaba esa noche y no lo hizo, estaba en frente de su casa, donde dormían sus hijas, donde podía verla algún vecino, donde tenía su vida familiar. Sacó el dinero para pagar a Modou.

―Te llamaré esta semana, necesitaré hacer un par de viajes, buenas noches.

―Buenas noches y gracias.

Cuando entró Claudia en casa la estaba esperando en el salón. Ella me vio y vino directa hacia mí después de dejar el abrigo sobre una de las sillas, se sentó a mi lado y puso uno de sus muslos sobre mi regazo. Yo estaba muy nervioso y casi me empalmé al instante cuando vi las medias que llevaba.

―¿Qué tal? ―me dijo.

―Buffffffff, muy nervioso, ¿y tú cómo lo has pasado?

Me cogió una mano para hacer que la metiera bajo su falda y acariciara su culo.

―Por dentro de las braguitas ―me susurró.

Entonces introduje los dedos por el elástico de su ropa interior hasta llegar a rozar su firme trasero. Estaba muy caliente, húmedo y me pareció que hasta pegajoso, ella me guió la mano para que la pusiera en su zona más mojada.

―Acabo de hacerle una paja a un chico de 18 años, toma, chupa ―me dijo pasando los dedos por mi boca.

Aunque sus dedos estaban secos me vino esa gusto a salado tan típico de cuando has tenido contacto con una corrida.

―¡Joder Claudia!, ¡¡es semen!!...¿es semen, no?

―Pues claro...qué va a ser...

―¿De quién es?, ¿qué ha pasado?...cuéntamelo todo....diosssssssssss....

―Es de uno de mis alumnos, de los que tuve el último año...le he hecho una paja...

―¿De uno de tus alumnos?....joderrrrr, ¿lo dices en serio?

―Deja de preguntar cornudo...solo escucha....

―¿Le has pajeado a un alumno?

―Sí, cuántas veces te lo tengo que decir ―me dijo en un tono de voz a medias entre que estaba excitada y que llevaba alguna copa de más.

Aquella confidencia me volvió loco, de momento no quise seguir preguntando, tumbé a Claudia en el sofá y le quité las braguitas. Apenas tuve que subirle la falda de lo corta que era. Mi mujer parecía una puta con esa falda y sus medias de fulana.

Me tumbé entre sus piernas y ella misma me sacó la polla.

―¡¡Vamos métemela!!

―Espera Claudia, ya estoy a punto, cuéntame más cosas...cómo ha sido lo de tu alumno...por favor...

―Es una historia muy larga y yo necesito tu polla ahora mismo...

―Un poquito por favor, cuéntame algo...¿dónde ha sido?

―En el portal del piso de Mariola...

―¿De Mariola? Y eso...?

―Ya te he dicho que era una historia muy larga, digamos que este chico lleva meses follando con Mariola...

―¿Tú alumno lleva meses follando con Mariola?...¿pero tú sabías eso?...¿cómo se conocían?

―Es una historia muy larga, mañana te la cuento, pero ahora métemela vamos ―dijo empujando de mi trasero hacia ella.

Mi polla entró fácilmente dentro de Claudia, no sé qué es lo que pretendía, aunque me lo imaginaba, porque no iba a poder aguantar ni veinte segundos. En cuanto sintió que estaba siendo penetrada me dijo.

―¡¡Méteme un dedo en el culo!!

―Pero Claudia, estás segura...?

―¡¡¡Cállate y hazlo!!!

Yo obedecí y con cuidado comencé a introducirle el dedo índice en el recto, mientras me la follaba tímidamente, si es que eso se puede llamar follar. Digamos que la tenía dentro de ella y meneaba las caderas muy despacio.

―¡¡¡Claudia no puedo másssssssssssss, no puedo másssssssssssssssssss!!!....

Ella se revolvió debajo de mí, moviendo sus caderas al ritmo saliendo al encuentro de mis acometidas y cuando noté como su esfinter me apretaba más fuerte el dedo me dejé llevar.

―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, me corrrrrrrrrooooooooooooo, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, síííííí...

―Muy bien cornudo, muy biennnnn...eso es, échamelo todo dentro, y ahora tranquilo, relájate, ya sabes lo que quiero...túmbate rápido y abre la boca...

Apenas me dio tiempo a hacerlo y cuando me puse boca arriba, ella con un rápido movimiento se levantó y se sentó en mi cara, haciendo que mi abundante corrida fuera entrando en mi boca.

―Asíííííííí, mmmmmmm, mmmmmmmmmmm, eso es, todo en la boquita lo quiero...muy bien cornudo...ahora cómeme el culo un poquito antes de correrme, quiero tu lengua en mi culo...vamos hazloooo...

Mientras notaba mi propia corrida resbalar por la garganta, Claudia me puso su ano sudado en la cara para que metiera la lengua en él, estaba fuera de sí, acariciándose las tetas y botando sobre mi cara.

―¡¡Asíííííí asííííííííí, fóllame con la lenguaaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhh!!!

Luego se echó un poquito para atrás para plantar su clítoris en mi boca, se movía furiosa sobre mí, pellizcándose los pezones, pero quería más.

―¡¡¡¡¡Voy a corrermeeeeeeeee, voy a corrermeeeeeeeeeeeeee, ahhhhhhhhhhhh!!!!!!, ¡¡¡méteme un dedo en el culo, méteme un dedo...espera... nooooooooooooooo, nooooooooooo, méteme dos dedos, mejor dossssssssssssssss, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!, ¡¡¡vamos cornudo, méteme dos dedos por el culo!!!!!!!!!!!!, ahhhhhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡me corrooooooooooooooooooooo ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh me corrrooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!

Aquel orgasmo fue impresionante. Creo que solo la había visto correrse así con Víctor.

Al día siguiente me contó la historia de Lucas, Mariola y el otro chico, Mario. Me lo contó con todo detalle y también su salida de fiesta la noche anterior, como se había enrollado en los baños con Mariola, cómo estaban en su casa a punto de follar entre ellas cuando llegaron los chicos. No me dejó nada sin relatar. Cuando terminó, literalmente yo me había corrido en los pantalones.

Pero eso le dio igual a Claudia, después de contarme todo estaba de nuevo encendida, se puso un arnés y me folló el culo. Me lo hizo duro, aunque yo después de correrme no pude ni empalmarme, pero ella siguió reventándome el culo hasta que le dio la gana. Cuando terminó me llevó hasta la cama y sacó la polla más grande que teníamos de nuestros juguetes, me la tiró encima y se tumbó desnuda abierta de piernas.

―Fóllame con eso hasta que te pida la lengua...y ni se te ocurra tocarme con los dedos, puto cornudo...¿me has entendido?

El lunes llegó Claudia a su oficina, cuando recibió otra llamada perdida de Mariola, se había pasado el domingo intentando hablar con ella, pero Claudia no la había cogido el teléfono. Incluso le había mandado un mensaje preguntando si estaba bien, que estaba preocupada porque no tenía noticias de ella desde la noche del sábado.

“Sí, estoy bien, tranquila”, contestó Claudia bastante seca a su mensaje.

Claudia ya no la respondió más el fin de semana, pero sí lo hizo a la tercera llamada que recibió ese lunes por la mañana.

―Ya era hora maja, me tenías preocupada.

―Tranquila estoy bien...

―Me podías haber cogido el teléfono...

―No tenía ganas...

―Me lo suponía, siento lo que pasó el sábado, no sé ni lo que hice...lo siento de verdad ―dijo Mariola.

―Da igual, ya no podemos hacer nada, casi mejor así.

―Lo siento, fui tonta, solo quería que lo pasáramos bien con los chicos, nada más, no pensé que te ibas a ir así, me dijo Lucas que te acompañó abajo hasta que llegó el taxi...

―¿Y qué querías que hiciera?

―Sí, lo siento, de verdad...no tenía que haberte puesto en esa situación y además lo estábamos pasando tan bien...

Al menos parecía que Lucas estaba siendo discreto y de momento no le había contado nada a Mariola de lo que había pasado en el portal entre ellos.

―Pásate esta semana por casa, nos tomamos un café y lo olvidamos, quiero que me perdones, no sé que más decirte...

―Que está bien Mariola, no pasa nada...casi mejor así...olvídalo.

―Me quede con ganas de follar contigo...con muchas ganas...

―No puedo hablar, estoy en mi despacho...

―Y yo también estoy en el mío, pero bueno, ahora estoy sola...venga Claudia vente el miércoles por casa, Alba va a pasar la tarde con su padre...podemos terminar lo del sábado, tenías tantas ganas como yo, no me digas que no...

―No empieces con eso otra vez Mariola...

―¿No quieres seguir donde lo habíamos dejado el sábado?, yo creo que sí, quiero que hagamos de todo.

―Mariola, para...

―Puedes traerte un arnés de esos que tienes por casa y follarme con él y luego te follaré yo a ti...ayer estuve todo el día cachonda pensando en ti...

―Mariola, no seas bruta...

―¿Entonces el miércoles te pasas por casa, vale?...y nos tomamos ese café...

―Valeeeee, pesada, pero un café eh...solo eso...no intentes nada...solo el café...

―Mmmmmmmmm, perfecto. Hasta el miércoles. Un beso guapa.