Cornudo (25). Fuego en el cuerpo.
Quinta parte del tercer libro de la saga Cornudo.
16
Habían quedado para comer las dos amigas. Claudia se había apartado un poco de Mariola desde la noche en que se enrollaron, pero quería normalizar de nuevo la relación con su amiga y después de salir de trabajar se fueron a un pequeño restaurante que había cerca de la Consejería donde trabajaba Claudia. Estuvieron más de una hora hablando, poniéndose al día.
―Como no me vuelvas a coger el teléfono te vas a acordar de mí ―dijo en bromas Mariola.
―Lo siento mucho de verdad...no sé qué me...
―Que sí, deja de disculparte ya, oyes por cierto, el jefe ese tuyo, el tal Basilio es todo un personaje, cuando llegué el otro día a tu despacho estaba él por allí y fue al que le pregunté por ti y luego me acompañó hasta tu oficina.
―Sí, es peculiar, un político de los de toda la vida...
―Ya, jajaja, se le ve, se le ve...
―Mañana tengo viaje a Madrid con él, vamos en el AVE, a ver que tal...una reunión que todavía no sé ni de qué es, ni para qué es, me tiene todo el día que si sácame el billete, que si búscame una habitación de hotel, que si un restaurante, parezco su secretaria...
―Pues ten cuidado, que ese es de los que parece que te pone la mano encima enseguida...
―Vamos, que ni se le ocurra...
―Cuando me dijo que me acompañaba a tu despacho me tocó por la espalda, un gesto sutil, que parecía hasta educado, pero sé lo que me digo, cuidadito con él...no sé, no me da buena espina...
―David me dice lo mismo...pero bueno, no hemos quedado para hablar de Basilio, no?...aunque no me puedo quedar mucho la verdad, quiero ir pronto a casa a preparar la maleta para estar un rato con las niñas...
―Quédate un poco más, venga vamos a otro sitio y nos tomamos un cafecito...
―Vale, aquí cerca hay una cafetería que está muy bien...
Cuando terminaron de comer entraron en otro sitio a tomar el café, se pusieron en una mesa pequeñita más cerca la una de la otra. Era la hora de las confidencias.
―No te he podido contar nada ―dijo Mariola―. ¿Sabes que llamé al chico que nos encontramos cuando salimos de fiesta aquella noche?
―¿Ah sí?, y qué tal?, era mono...
―¿Sólo mono?, jajajaja, hacía tiempo que no estaba con uno tan mayor...
―Pero si no tendría más de 30 años, jajajaja.
―32...le llamé esa misma semana, los dos sabíamos a lo que íbamos, estuvimos media hora tomando una cerveza y luego le llevé a mi casa...
―No pierdes el tiempo.
―No, ¿para qué?
―¿Y qué tal con él?
―Muy bien...la primera vez me folló nada más entrar por la puerta, ni nos dio tiempo a llegar al salón, me lo hizo de espaldas contra la puerta de casa...uffff, me tenía ganas.
―Jajajajajaj...qué prisas...
―Sí, luego estuvimos un rato en la cama, aprovechamos que esa tarde no tenía a Alba...
―Así que te gustó...
―Sí, hemos vuelto a quedar un par de veces más...ahora me veo con él y con Lucas...ha habido temporadas que he tenido cuatro o cinco tíos para follar más o menos cuando quería...ahora solo estoy con estos dos...
―Solo con dos y lo dices como que nada.
―Bueno ¿y tú qué tal?
―Pues yo ahora...nada de nada, mi marido y vale ―dijo Claudia poniendo cara triste como una niña pequeña.
―Joder Claudia, tú necesitas un buen polvazo...menudo desperdicio, mira, lo que pasó entre nosotras...bueno ya sabes... fue por tu culpa, nos podíamos haber llevado a los dos chicos a mi casa y haber follado con ellos...y al final nos fuimos solas con todo el calentón...
―Es que...Mariola, lo dices como si nada...yo no valgo para eso, para conocer a dos tíos y directos a la cama con ellos.
―¡Venga por favor!, si te has estado follando a un tío delante de tu marido y le enseñas el coño a otro por internet...
―Eso es distinto...
―No, es lo mismo, ¿qué problema tienes?, que sean de la misma ciudad, no pasa nada, yo me encuentro con alguno que me he tirado y nos decimos hola y ya está...
―Tú es que lo ves muy sencillo...pero yo estoy casada, tengo una familia...un apellido...
―Y tú lo ves muy difícil...ahora te veo triste, has perdido ese...no sé, ese brillo que tenías en la cara, tienes que buscar urgentemente un tío que te folle como te mereces...
―Bueno, de momento David...
―Tu marido no me vale, lo sabes perfectamente...es más, si quieres hasta me ofrezco voluntaria, no he podido olvidar lo que hicimos aquella noche ―dijo Mariola poniendo una mano sobre la de Claudia que apartó fugazmente, como si la hubiera dado un calambrazo.
―¡¡Mariola por favor, no empieces!!
―Vamos, no me digas que no lo pasaste bien, yo no soy lesbiana ni nada de eso, pero disfruté un montón contigo y estoy deseando volver a repetirlo...
―Mariola sabes que lo pasé muy mal después, no seas cabrona ahora con esto...
―Venga Claudia reconócelo, ¿no te gustó o qué?...sabes que otro día que salgamos de fiesta y nos tomemos otras dos copas posiblemente volvamos a terminar follando en mi casa.
―No voy a volver a ir a tu casa...
―Bueno tú misma, puedes negarlo si quieres, pero sabes que va a volver a pasar y cuando antes lo aceptes mejor...me pones mucho y voy a ponerme muy pesada hasta que vuelvas a caer, jajajaja.
―¡¡Qué cabrona eres!!
―Y tú que cachonda estás, que no se puede ir así por la vida, jajajajaja, se te ve a kilómetros que vas con las braguitas mojadas...y necesitas un buen polvo.
―Te voy a matar...
―Si quieres nos metemos en el baño de aquí y lo arreglamos ahora mismo...
―¡¡¡Mariola!!!
―¿No te apetece que te coma el coño otra vez? ―dijo Mariola con voz melosa acercándose al oído de su amiga.
Claudia se le quedó mirando fijamente para ver si su amiga estaba hablando en serio. Por un momento tuvo hasta dudas, hasta que sintió la mano de Mariola sobre su muslo.
―Venga vamos, lo estás deseando ―dijo sin dudarlo Mariola.
―Quita, quita, que menuda lianta estás hecha, vámonos para casa ―dijo Claudia poniéndose de pie.
―¿Has dudado si hacerlo o no, eh?, vas más caliente de lo que pensaba, cuidado mañana con el jefecillo ese que tienes que todavía te acaba follando...
―Tan mal no voy, ehhh?, jajajaja.
―Jajajajaja, ya me lo dirás...estás a tiempo todavía conmigo, ¿vamos o no al baño?, si quieres solo te meto los dedos y hago que te corras ―dijo Mariola de pie junto a su amiga poniéndose la cazadora.
―¡¡¡Mariola para ya, por favor!!!
―La semana que viene nos vemos, me encanta hacerte rabiar...
Luego se dieron dos besos y se despidieron.
Por la noche, después de acostar a las niñas Claudia estuvo un rato preparando la maleta para el viaje de trabajo del día siguiente, mientras su marido veía la tele. Todavía estaba asimilando lo que había pasado por la tarde. Para Mariola solo era un juego y se lo pasaba muy bien con ella, pero no tenía ninguna duda de que si hubiera aceptado su propuesta habría terminado en el baño de la cafetería con las braguitas por las rodillas. Y lo peor es que parecía que Mariola iba a insistir con el tema. Para Claudia era un poco violento ese tipo de situaciones, estar con su mejor amiga y que ella se la estuviera insinuando todo el tiempo, pero también es verdad que había disfrutado muchísimo sexualmente cuando se acostó con Mariola y conociendo a su amiga, sabía que ella no se iba a dar por vencida hasta que volvieran a repetir.
Y además Mariola tenía razón, desde que no se veía con Víctor cada vez estaba más caliente, le hubiera gustado olvidarse de lo que pasó, que esos encuentros con el médico no hubieran sido más que un punto y aparte en su vida, pero la habían producido el efecto contrario. Se había abierto la caja de pandora y Claudia cada vez sentía más la necesidad de satisfacerse a través del sexo. Se seguía masturbando a diario, no hacía más que pensar en tener otra polla dentro, la de Víctor o la de Lucas, esos videos donde se follaba a Mariola o le daba golpes con la el rabo en la cara también la habían trastocado mucho y por supuesto también se había pajeado recordando como se corrió cuando Mariola le comió el coño o cuando luego se frotaron hasta llegar al orgasmo casi a la vez.
No sabía qué ropa elegir para el viaje con Basilio, iban a desplazarse en AVE, al llegar tenían una comida de trabajo, por la tarde una reunión y por la noche una cena con otros políticos, aunque ésta ya más informal. Se acordó de las palabras de Mariola sobre Basilio, su nuevo jefe, “ten cuidado mañana con el jefecillo ese que tienes, que con lo caliente que vas todavía te acaba follando”.
No es que Basilio le gustara físicamente, cerca de los 50 años, casado, con tres hijos, calvo, con pelo rizado por los laterales y gafas de pasta, muy bajito, hablaba sin parar y parecía que con su labia podía convencer a todo el mundo de lo que fuera. Era buen político, de eso no cabía duda, había vivido toda su vida sin dar palo al agua. Como dijo Mariola, es de esas personas que les gusta tocar físicamente a la otra mientras hablan con ella y Claudia también se había dado cuenta de lo que le dijo su amiga, pues a ella ya se lo había hecho alguna vez lo de poner la mano sobre la espalda educadamente en varias situaciones, como ceder el paso o acompañarla hasta el despacho. Tampoco es que hubiera dado importancia a esas cosas, porque lo hacía normalmente y lo entendía como un gesto de educación, aunque hoy en día esa clase de gestos ya no se llevaran.
Estaba tranquila en ese aspecto, no la excitaba para nada en el plano sexual, aunque lo que la preocupaba es que Don Pedro tampoco lo hacía y terminó en su despacho mamándole la polla y porque el viejo no pudo, pero si no se habría dejado follar por él. Cuando estaba cachonda perdía la voluntad por completo y Basilio tenía pinta de ser de los que huelen las oportunidades a kilómetros y ahora Claudia no era más que una zorra que estaba cachonda a todas horas.
Por la mañana su marido la llevó hasta la estación de AVE, ya les estaba esperando Basilio, que saludó a David estrechándole la mano.
―Buenos días pareja...
―Buenos días, yo me tengo que ir, que tengáis buen viaje, no trabajéis mucho...y tú cuando llegues me llamas ―dijo David.
―No te preocupes, ciao cariño ―dijo Claudia dándole un beso a su marido.
Al poco llegó el tren y Basilio, como buen caballero, se ofreció a subir la maleta de ella, aunque era pequeña y también él llevaba la suya.
―No se preocupe, que no pesa nada...
―Qué no me llames de usted, te lo he dicho muchas veces Claudia...
Todavía no tenía confianza con él y eso que tomaban café todas las mañanas los dos solos, hablaban bastante de sus vidas cotidianas, pero Basilio le seguía imponiendo respeto. En más de un mes que llevaba en el trabajo se conocían bastante, habían hablado de sus familias, de sus Hobbies, pero de vez en cuando Claudia le seguía tratando de usted.
Para el viaje Claudia no se había arreglado del todo, al llegar iban a poder pasarse por el hotel para cambiarse de ropa y después ya tenían la comida y la reunión de trabajo por la tarde. Tampoco quería ir demasiado informal, porque viajaba con Basilio que siempre llevaba traje y corbata, así que se puso unos pantalones chinos de vestir y un jersey fino junto con unas zapatillas blancas y cazadora vaquera.
El viaje no era muy largo y estuvieron charlando unos minutos de cosas del trabajo, pero nada importante. Al llegar a la estación, Basilio pidió un taxi que les llevó hasta el hotel. Se desenvolvía perfectamente, Claudia no tuvo que hacer nada, solo recoger la llave de la habitación. Después de pegarse una ducha se quedó pensando qué se iba a poner para la comida, supuestamente de trabajo, no quería llevar el típico traje de chaqueta y pantalón, tampoco quería ir en vaqueros, al final decidió ponerse una falda oscura a medio muslo, junto con unos zapatos de tacón clásicos y un jersey verde fino. Iba muy elegante y discreta.
Cuando bajó, Basilio ya la estaba esperando en el hall y tenían un taxi preparado en la puerta para llevarles hasta el restaurante. Habían quedado con otros cinco políticos de otras Comunidades Autónomas. Al entrar ya les estaban esperando en una mesa al fondo de un pasillo en L, la mesa estaba apartada del resto y parecía preparada exclusivamente para ellos.
―Como siempre, Basilio el último ―le dijo uno de ellos estrechándole la mano.
―Aunque le perdonamos, porque viene en buena compañía ―dijo otro en un comentario que aunque quiso ser un halago, sonó bastante machista.
Basilio hizo las presentaciones, Claudia les fue estrechando la mano uno a uno y después empezó la comida. Estuvieron poniéndose un poco al día, hablaron de cosas normales, nada que ver con el trabajo. Después de los postres se pusieron a tomar copas y chupitos, Claudia ya se dio cuenta de que en esa comida a cargo de los fondos públicos no se iba a tocar ningún tema relacionado con el trabajo. Fue la primera vez que se sintió como una mujer florero, parecía que Basilio la había llevado solo para presumir de una cara bonita. Se pidió un café para soportar un par de horas al resto de comensales, mientras bebían copas y toda clase de chupitos en una reunión distendida.
―Con permiso, voy a salir un poco ―dijo Claudia levantándose cuando vio que se empezaba a cargar un poco el ambiente, en el que no estaba nada cómoda.
No había doblado la esquina y ya le pudo escuchar a uno de los políticos.
―Vaya vaya, así que ésta es la famosa sobrina de Goyito, la Álvarez pequeña...
Claudia se quedó parada apoyando la espalda contra la pared, aquel comentario la dejó sorprendida, quería saber qué más iban a decir de ella.
―Cada vez te las buscas más jóvenes y guapas ―le dijo otro a Basilio.
―Estoy muy contento con ella, Claudia no solo es guapa, es muy trabajadora y va a hacer un buen trabajo en la Consejería...
―Seguro que va a hacer un buen trabajo, no nos cabe duda, aunque ésta tiene pinta de ser un hueso, jajajajaja.
―Jajajajajaja ―rio el resto.
Le parecía increíble que estuvieran hablando así de ella. No pudo seguir escuchando más y salió fuera con el corazón latiendo a mil pulsaciones. Estuvo a punto de cogerse un taxi y volverse a casa. Dejar la Consejería y regresar a su puesto de profesora de instituto. No iba a poder aguantar muchas comidas “de trabajo” como esa.
Apenas faltaba una hora para la reunión de trabajo que habían fijado y al volver a entrar al restaurante los camareros iban con otra ronda de copas a su mesa. Entonces se dio cuenta de que no iba a ver ninguna reunión por la tarde. Se sentó un momento en la mesa y le dijo a Basilio con discreción si podía hablar un momento con él.
―Sí, claro.
Se levantaron y salieron andando hasta la barra del restaurante.
―¿Qué pasa Claudia?
―¿Vamos a tener reunión?, es que falta una hora y no sé...veo que no dejáis de beber...
―Sí, sí tranquila, esto lo tienes que considerar como trabajo también, en estas comidas se suelen cerrar buenos acuerdos y se hablan muchas cosas que son importantes...la reunión que teníamos programada la hemos cancelado.
―Ya, es que llevamos más de dos horas y no veo que se hable de nada...
―Tómate algo y relájate...estas cosas son normales, ya te irás acostumbrando...
―He tenido que preparar mucho trabajo e informes para la reunión de hoy, he estado muchas horas trabajando.
―Considera esto como la reunión...venga entra y tómate algo.
―Da igual Basilio, no pasa nada, ¿te importa si me vuelvo al hotel?
―Claudia, ¿estás bien, te pasa algo?, te acompaño si quieres...
―No da igual, voy sola, tú sigue con “la reunión”...
―Está bien, como quieras...pero esta noche tienes que venir a la cena, viene el presidente de la Comunidad con su mujer y otros altos cargos...
―No te preocupes, me sé la agenda perfectamente, allí estaré...
―Ahora entra al comedor, por lo menos para despedirte...y esta noche te espero a las 20,30 en el hall del hotel...
Claudia tuvo que hacer un último esfuerzo y entró con Basilio al restaurante, de pie se despidió del resto de acompañantes.
―Yo me retiro al hotel, esta noche nos vemos...
―Ohhhhh tan pronto?, tómate algo con nosotros...
―Ya se lo he dicho yo ―dijo Basilio―. Pero prefiere descansar un poco antes de la cena...
―Pues nada, esta noche nos vemos...
―Adiós...
En un rato llegó al hotel y se sentó en la cama, estaba confundida, no sabía qué hacer, eran las 17:00 de la tarde y solo tenía ganas de estar con su marido y sus hijas. Hacía tiempo que no se sentía tan mal, no entendía por qué estaba en ese hotel y para qué había ido con Basilio. Lo que empezó como una comida de trabajó terminó con unos amigotes bebiendo copas y hablando de ella. Eso era lo que más le había molestado, escuchar cómo se habían referido a ella.
“La sobrina de Goyito”, su tío Gregorio, lo había dicho con un tono como si la hubieran enchufado en el cargo, en un puesto que aunque era de libre designación Claudia pensaba que se lo merecía con creces. Pero lo peor fue cuando le dijeron a Basilio “cada vez te las buscas más guapas” “seguro que te hace un buen trabajo, aunque ésta tiene pinta de ser un hueso” y luego escuchar cómo se reían todos.
¿La habían tomado por una fulana o qué?, y tal y como lo decían estaba claro que no era la primera mujer acompañante de Basilio y ellos debían saber algo más, habían insinuado claramente que él ya había tenido relaciones con otras mujeres que iban con él.
Cuanto más lo pensaba, más se enfadaba, iba a llamar a David para contárselo, pero hasta le daba vergüenza, ¿cómo iba a contarle eso a su marido?. Tenía que hacer de tripas corazón y guardárselo para ella sola. Necesitaba urgentemente darse una ducha, se sentía sucia y mal consigo misma, luego se puso unos vaqueros y se fue a dar una vuelta por la calle. Prefería olvidarse de todo hasta la hora de la cena.
El paseo le vino muy bien, a las 19:30 regresó al hotel para prepararse. Se puso una falda corta, junto unas medias de dibujos y en la parte de arriba un suéter blanco fino, con el cuello algo abierto y para rematar unos zapatos con mucho tacón. Cuando terminó de maquillarse se dio cuenta de que se había pasado diez minutos de la hora a la que había quedado con Basilio, pero no tuvo prisa en darse los últimos retoques. Que se esperara. Cogió la chaqueta y comprobó que llevaba todo lo necesario en su bolso.
Bajó al hall del hotel y Basilio impaciente no dejaba de mirar el reloj. No hizo ningún comentario sobre lo guapa que estaba ni nada parecido, ni tampoco que llegaba tarde.
―Nos está esperando un taxi.
Les llevó hasta el restaurante donde habían quedado con otros políticos, entre ellos un Presidente de otra Comunidad Autónoma y su mujer. Antes de cenar pasaron a una pequeña sala donde les habían preparado unos entrantes, Basilio fue presentando a Claudia uno a uno a el resto de invitados. Por lo menos debía haber 25 comensales.
El comportamiento de Claudia durante la cena fue ejemplar, se sentó al lado de la mujer del Presidente de la Comunidad y estuvo relajada, disfrutando de la comida e incluso llegó a hacer buenas migas con la mujer del político.
―No sé cómo puedes aguantar estas cenas, yo vengo de vez en cuando...y me aburren soberanamente.
―Soy nueva y si te digo la verdad a mí tampoco es que me gusten mucho, pero parece ser que son importantes estas reuniones ―respondió Claudia.
―Uyyyyyyy les encantan...ya te irás dando cuenta, hoy por lo menos me lo estoy pasando muy bien contigo...luego vamos a tomar una copa y te cuento cositas de gente de la mesa...
―Ahhhhhhhhh pues eso estará muy bien.
―Hecho.
Cuando terminaron de cenar, fueron a una sala de fiestas, donde también tenían una zona reservada para ellos. Como le prometió la mujer del Presidente, le puso al día a Claudia de varios cotilleos personales, de los políticos con los que había estado en la cena y se lo pasaron muy bien. Poco a poco según avanzaba la noche se fueron despidiendo los comensales.
―Bueno Claudia ya nos vamos, por favor otra vez que vengas avísame que me lo he pasado muy bien esta noche ―le dijo su nueva amiga.
Luego se despidió del Presidente de la Comunidad con un saludo de manos y al final quedaron en el reservado de la sala vip Claudia y seis o siete invitados más, prácticamente los que habían estado en la comida. No tardó Basilio en acercarse a hablar con ella.
―¿Qué tomas Claudia?
―Yo creo que ya por hoy está bien, me voy a ir yo también.
Basilio llamó a una camarera sin aceptar el no de Claudia.
―Traiga lo mismo que estaba tomando ella y a mí también.
―Sí, claro, por supuesto.
―Tenemos que tomar una copa, has estado fenomenal con Patricia, ha quedado encantada, esa es la Claudia que quiero.
―Bueno, a mí también me ha caído muy bien.
―En nuestro trabajo las relaciones son muy importantes, no solo hay que cuidar la parte del trabajo, yo sabía que Patricia venía a la cena esta noche, por eso quería que tú también vinieras, que ella estuviera cómoda con nosotros, hay que cuidar esos detalles, has estado excepcional, tenía por seguro que no me equivocaba contigo.
―Bueno, tampoco es que haya hecho nada.
―Más de lo que tú te piensas...es verdad que en la comida bueno...no ha estado bien que te hayas ido, tenemos que cuidar más esas cositas...tenemos que ser un equipo y que desde fuera lo vean, ya sé que alguno de estos cuando bebe se pasa de la raya o dice lo que no debe, pero nosotros tenemos que estar por encima de eso...
―Sí bueno...no estaba cómoda del todo, además cuando me levanté al servicio escuché un par de comentarios que se hicieron sobre mí...
―Nada, tú ni caso...perdona si han dicho algo que te ha molestado, para otra vez me lo dices y ya está...tú y yo tenemos que estar muy unidos....tenemos que ser un equipo, va a haber muchas reuniones como estas ―dijo cogiendo un poco a Claudia por la cintura intentando mostrar un gesto cariñoso y paternalista con ella.
―Intentaré estar a la altura para futuras veces...
―Para ser tu primera vez has estado de 9,5, hazme caso Claudia. Muy bien.
Claudia se giró hacia los otros políticos que se habían sentado en unos sillones de la discoteca y miraban hacia ellos con unas sonrisas socarronas y haciendo comentarios que Claudia no podía escuchar, pero que se imaginaba. La mano de Basilio ya llevaba un minuto en su cintura, pero no quería hacer ningún gesto brusco para apartarle que le hiciera quedar mal delante de los otros.
Además quería quitarse el mal sabor de boca que le había dejado la comida, donde se había sentido intimidada por aquellos políticos con sus caros trajes, quería volver a sentirse la mujer fuerte y segura que había sido siempre. Cuando les vio ahora con las copas en la mano y las corbatas a medio desabrochar pensó que era el momento. Ahora les veía como cinco catetos que no la llegaban a la suela del zapato y más después de las confidencias que le había hecho Patricia sobre ellos, divorcios, líos con secretarias, problemas económicos de otro. Había sido una informante muy buena.
Y a Claudia no le gustaban los 9,5. Siempre había sido una mujer de 10. De repente se sintió la mujer segura, guapa y elegante que era.
―¿Qué tal si vamos con ellos? ―le dijo a Basilio mirando hacia los sillones.
―Sí, por supuesto.
Acompañó a Claudia hasta los sofás sin soltarla de la cintura, le gustaba que sus amigos vieran como la agarraba, solo la soltó cuando se apartó para ponerse a un lado. Claudia se sentó en un sofá grande en medio de ellos y cruzó las piernas.
―Bueno, ¿qué tal habéis terminado antes la comida?, siento haberme ido, estaba un poco cansada del viaje...
―Pues se ha alargado un poco más de la cuenta, lo voy a pagar el resto de la semana ―dijo el que estaba a su lado mirando sus piernas.
Claudia les mostró el vaso que estaba vacío.
―¿Alguno me trae una copa?
Tres hicieron el amago de levantarse, pero uno de ellos estuvo más rápido.
―Por supuesto, ahora mismo vengo.
―Gracias.
Luego empezó a charlar con el resto, coqueteando, tonteando con ellos, pasándose el pelo por detrás de la oreja y cruzando las piernas cada poco. Basilio asistía a la escena con una mirada de satisfacción, como si Claudia hubiera entendido perfectamente lo que pretendía de ella. No le costó mucho ganarse a aquellos políticos, que no dejaban de observarla con deseo, incluso le pareció que uno de ellos, el que menos hablaba, estaba empalmado. No le quitaba ojo de encima.
Estuvieron casi una hora hablando, de todo, de la vida, de los hijos, de política, hasta de fútbol.
―Deberíamos irnos ya a descansar, es muy tarde ―dijo Claudia poniéndose de pie.
―Buena idea ―respondió Basilio.
―Yo me quedo a tomar una más ―dijo uno de ellos.
―Yo creo que también.
―Bueno, pues entonces nos despedimos ya ―dijo Basilio.
Les fue estrechando la mano uno a uno, mientras Claudia también les iba dando dos besos a todos.
―Lo he pasado genial.
―Habrá más reuniones de trabajo, como ésta ―le dijo uno de ellos.
―Seguro que sí.
Luego se fue con Basilio, que volvió a rodear la cintura de Claudia con su brazo.
―Por favor ―dijo con la otra mano mostrándola el camino.
En un par de minutos ya tenían un taxi en la puerta que les llevó hasta el hotel. Tenían la habitación pegada la una a la otra. Fueron andando tranquilamente, hablando de trabajo y organizando el resto de la semana.
―Pues ya hemos llegado ―dijo Basilio cuando estaban delante de la puerta de Claudia.
Por un momento ella pensó que él iba a intentar algo más, pero Basilio le dio dos besos y luego se fue a su puerta sacando rápidamente la llave. Cuando Claudia iba a entrar en la habitación escuchó el clic de la puerta de él al pasar la tarjeta.
―¡¡Claudia!! ―dijo él.
Ella asomó la cabeza mientras Basilio abría el pomo de la puerta mirando hacia delante.
―¿Sí?
―Sabía que eras perfecta para el puesto, buenas noches ―dijo entrando en la habitación y dejándola allí plantada.
Claudia entró en su habitación y se sentó en la cama, estaba más que contenta, diría que eufórica, se había manejado muy bien entre aquella gente para ser la primera vez, sabía que Basilio la había llevado para que hiciera de relaciones públicas con la mujer del Presidente de la Comunidad y hacerle quedar bien delante de sus colegas. Cogió el móvil y le mandó un mensaje a su marido.
Claudia 2:10
Acabo de estar en una sala de fiestas con seis hombres, qué te parece?
Enseguida vio que le había llegado el mensaje a David. Siempre dejaba el móvil encendido cuando ella no estaba en casa. Le encantaban aquellos mensajes que alguna vez le mandaba su mujer, aunque le despertaran.
David 2:11
Mmmmmmmmmmmm, joder Claudia, no me lo esperaba, estaba tu jefe?
Claudia 2:11
Si, claro que estaba Basilio, quién te crees que me ha acompañado hasta la habitación del hotel?
David 2:11
Te ha acompañado él?, ten cuidado, no me fío nada de ese tío.
Claudia 2:11
No te gusta que haya venido conmigo hasta aquí?
David 2.11
Sí me gusta, bueno...me gusta la situación, pero ese tal Basilio, no sé.
Claudia 2:12
Ya la tienes dura, verdad cornudo?
David 2:12
Si.
Claudia 2:12
Tranquilo, no voy a hacer nada con él, solo quería decirte que he estado bebiendo un poco, que me ha agarrado por la cintura varias veces y ha venido conmigo hasta la puerta de la habitación. Nada más.
David 2:12
Joder Claudia, pufffffff, te pone este tío?
Claudia 2:13
Ya te he dicho que no, pero tampoco me gustaba Don Pedro y le dejé que me metiera mano.
David 2:13
Quieres que ese cerdo te meta mano?
Claudia 2:13
Si quisiera ya lo estaría haciendo, solo tendría que coger dos copas del minibar e ir a su habitación con una botella de champán para celebrar lo bien que han ido las reuniones, qué crees que pensaría si abre la puerta y me ve con la falda, dos copas y una botella en la mano?
David 2:14
Joder Claudia, pensaría que eres una zorra y que te va a follar bien follada.
Claudia se levantó de la cama y se quitó la parte de arriba quedándose en sujetador y con la minifalda negra. Había visto dos copas al lado de la nevera y una pequeña botella de champán, las cogió y se puso frente al espejo con los brazos doblados mostrando las copas y se hizo una auto-foto que aunque quedó algo borrosa se la mandó a su marido, al doblar los brazos las tetas se le apretaron hacia arriba, como si llevara un sujetador que las realzara. Parecía una puta pidiendo guerra.
Le mandó la foto a su marido con un pie de foto.
Claudia 2:15
Qué tal si voy así a la habitación de Basilio?
30 segundos más tarde contestó David.
David 2:16
Acabo de correrme en los pantalones...
Claudia 2:16
Jajaja, no esperaba menos de mi cornudito. Ahora que has terminado que hago yo?, estoy caliente, voy o no voy a su habitación?. Me lo voy a pensar. Mañana te cuento si lo hago.
Claudia volvió a dejar las copas en su sitio y después se puso el pijama. No tenía ninguna intención de ir donde Basilio, pero le encantaba hacerle esas cosas a su marido, provocarle, jugar con él. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer o decir, podía hacer que se corriera en segundos cuando le diera la gana.
Tumbada en la cama empezó a pensar en lo que había pasado durante el día, mientras lo hacía se metió la mano por el elástico del pijama, no solo había mandado el mensaje a su marido para excitarlo a él, a ella también le apetecía jugar un poco. Estaba bastante mojada y se puso sobre la colcha abriéndose bien de piernas y quitándose el pantalón y las braguitas. Por un momento le dio morbo pensar que Basilio estaba en la habitación de al lado, claro que él no podía verla, pero era mucho más guarro pajearse así, que hacerlo debajo de las sábanas. Miró hacia la puerta de la habitación y se imaginó que entraba Basilio y se la encontraba en esa postura. Se metió los dedos con fuerza en el coño, intentando no gemir, pero se escuchaba mucho era el chapoteo de los dedos entrando y saliendo de su empapado agujerito. Con la otra mano se tapó la boca, mientras el “chof chof chof” cada vez era más alto y con un golpe de caderas y mordiéndose el puño se corrió sin darse cuenta de que hacía unos segundos de que con el vaivén de su cuerpo la cama había comenzado a chirriar y un gemido grave y ahogado se le había escapado de su boca. Luego se dejó caer y se quedó inerte un par de minutos.
Volvió a ponerse el pijama y se durmió plácidamente hasta el día siguiente.
17
Nos juntamos más de 40 personas para una comida familiar, todos los Álvarez con sus parejas e hijos. Salió un día muy bueno y en lo que los mayores terminaban de preparar la comida los niños salieron a jugar a la calle. Yo estaba sentado en la puerta de la bodega, cuando llegó mi cuñada Carlota.
Apenas la había visto desde lo de Salamanca, era la primera vez que íbamos a estar juntos. Estaba bastante acojonado de como iba a reaccionar, se bajó del coche con unas enormes gafas de sol, venía vestida informal con unos vaqueros, botas planas y un jersey ancho, enseguida se vio rodeada de los niños que fueron a saludarla y darle besos, luego vino andando hasta mí, me levanté y nos dimos dos besos sin hablar nada, se metió en la bodega y bajó las escaleras. Al poco vinieron Pablo, Marina y sus cuatro peques. Estos fueron algo más efusivos en su saludo, Pablo muy cordial como siempre y Marina ya pendiente de los niños que estaban deseosos de jugar con el resto de primos por el campo.
Pablo también se metió en la bodega y Marina se quedó en la puerta conmigo.
―¿Te apetece una cerveza? ―pregunté.
―Sí, con limón por favor.
Tenían un pequeño arcón con bebidas a la entrada y saqué una lata para ella. Todavía me acordaba de lo que había pasado en la última casa rural cuando ella y yo nos quedamos solos de madrugada en la piscina, allí completamente desinhibida me enseñó las tetas hasta que me terminó provocando una erección. A pesar de vestir sport con unos vaqueros y unas tenis blancas, estaba guapísima como siempre.
―Ayer te estuvimos viendo en la tele, nos gusta mucho el programa que haces...
―Ah gracias, sí, la verdad es que el de ayer quedó muy bien.
Estuvimos hablando un rato hasta que nos llamaron de abajo que la comida estaba lista. Al bajar me encontré a Claudia hablando con su tío Gregorio, al que todos llamaban Goyito, comentaban algo del trabajo y él la estaba poniendo al día sobre ciertos políticos que mi mujer había conocido, o con los que en un futuro iban a tener reuniones.
Por desgracia nos tocó en frente nuestro a Carlota, que cuando se dio cuenta intentó cambiarse de sitio, pero ya era tarde, así que tuvo que quedarse allí. Yo intentaba estar lo más normal posible y actuar como si nada, pero Carlota estaba más borde si cabe. Cruzamos la mirada un par de veces, seguro que ella se acordaba perfectamente de lo que pasó en Salamanca, cuando me agarró la polla y me la estuvo meneando unos segundos, junto a un árbol, en los jardines del hotel.
Terminamos en su habitación, donde ella se me volvió a insinuar y donde la vi en ropa interior y la sobé las tetas. Allí la volví a rechazar por segunda vez. Si hubiera querido, aquella noche me la hubiera follado. Tuve que conformarme con hacerme una paja mientras la recordaba tumbada en la cama en braguitas y en sujetador.
A mí, pensar esas cosas me excitaban mucho, pero por otro lado iba a estar toda la vida con la duda de que Carlota un día decidiera contar lo que había pasado, aunque ya me lo dejó claro al día siguiente en el hotel de Salamanca.
“Estábamos muy borrachos y no nos acordamos de nada”
Mientras estábamos comiendo hice una pequeña broma, tampoco fue nada ofensivo y menos contra ella, pero me echó una mirada que casi me mata y Claudia se dio cuenta, tampoco es que fuera a sospechar nada, porque sabe que Carlota y yo nunca nos hemos llevado muy allá.
Después de comer estuvimos un rato por la bodega, los niños salieron al campo a jugar y yo estuve dando un paseo por allí junto con Marina. Era una agradable tarde otoñal con las hojas por el suelo, llegamos a una pequeña fuente que había.
―Está muy bonita esta zona ahora ―dijo ella.
―La verdad es que sí ―dije haciendo un par de fotos con el móvil a la fuente y los árboles―. ¿Te apetece que te haga una foto para el Instagram?
―Ahh pues sí, que cuando me las haces tú siempre quedan muy bien, toma mi móvil.
―No, da igual, las hago con el mío que le controlo mejor y te puedo hacer algún efecto y luego te la paso por correo o por bluetooth para que no pierda calidad.
Eso solo era una excusa, lo que yo quería era tener fotos de ella para luego poder pajearme, si las hacía con su móvil no iba a poder tenerlas. Se puso en la fuente apoyando un pie en ella y quitándose las gafas de sol, le hice varias fotos, con gafas, sentada al lado de la fuente, otra de espaldas a contra luz, ocho o diez fotos. Luego nos sentamos y estuvimos mirándolas con detenimiento. Habían quedado bastante bien todas.
―Te voy a hacer mi fotógrafo oficial para el Instagram y te lo digo en serio.
―Yo encantado, ya lo sabes...aunque es difícil que no salgan bien con una modelo como tú.
Estuve editando casi todas las fotos y luego se las mandé a Marina por bluetooth.
―Bueno deberíamos volver ―dije yo poniéndome de pie y dando la mano a Marina para ayudar a levantarse.
Estuve haciendo fotos de la comida, de los niños jugando, un poco todo en general. No quería que cuando Claudia viera las fotos solo estuvieran las de Marina. Al poco se me acercó mi cuñada, había subido dos fotos de las que yo había hecho a su Instagram. A mí me encantaba saber que las fotos que subía eran las mías. Me daba mucho morbo.
Tampoco dio para mucho más el día, después de merendar nos fuimos para casa. Yo estaba deseando llegar para hacerme una buena paja. Quería descargar la tensión que me había provocado volverme a encontrar con Carlota, aunque en el fondo también me había calentado mucho verla y recordar lo que pasó. Un doble sentimiento difícil de explicar. Por otra parte estaba Marina, cada foto que la hacía era una punzada en mis testículos y notaba como a ella le gustaba que las tuviera yo en mi móvil, jamás me hizo una insinuación de que luego las borrara o algo así, ni tan siquiera las que salían mal.
―Veo que te sigues llevando genial con mi hermana ―dijo Claudia irónicamente sacándome de mis pensamientos.
―Ehhhhhh...sí...bueno, ¿por qué lo dices? ―pregunté yo en alerta.
―Creí que con el viaje a Salamanca os ibais a llevar luego mejor, pero ni por esas...
―Ya sabes que nunca he sido muy santo de la devoción por parte de tu hermana y eso no va a cambiar, me supongo que Gonzalo tendría mucho que ver, para él no era más que un enchufado y un mantenido, más o menos como él, pero eso no lo veía...
―Puede ser...en fin, ¡qué ganas tengo de llegar a casa!...
Es verdad que después de pasar el día en el campo estábamos cansados, las niñas ya estaban dormidas en el asiento de atrás del coche y Claudia iba medio adormilada. Cuando llegamos a casa y en lo que mi mujer se lavaba la cara y los dientes yo me metí en la cama con el portátil para pasar las fotos. Iba a esperar a que se durmiera Claudia, para luego hacerme una buena paja con la carpeta donde guardaba las fotos de mis cuñadas. En esto que se me ocurrió abrir el Skype y casualmente estaba conectado Toni, hacía casi un mes que no chateábamos con él.
―Está conectado Toni ―dije a mi mujer.
―Hoy no habíamos quedado con él, llevamos tiempo sin hablar.
―¿Le decimos algo?
―Buffff, estoy cansada, la verdad es que sí me apetece...pero no sé...
―Hola, cuanto tiempo, donde os metéis? , escribió Toni.
―Me ha escrito, que hago, ¿le contesto?
―Bueno, ponle algo ―dijo mi mujer.
―Hola, que tal todo?, si la verdad es que me hemos estado liados , escribí yo.
―Digo, estos ya no quieren nada conmigo, está Claudia por ahí?
―Sí, está en el baño, me da recuerdos para ti.
―Mmmmmmmmmmm, tengo ganas de verla, como va vestida?
―Pues hoy no muy sexy, está con el pijama puesto, acabamos de llegar de pasar un día familiar, jajajajaja.
―Así también me gusta, ya sabes que tu mujer me gusta de todas las maneras.
―Espera que viene ahora y hablas un poco con ella.
Al poco vino Claudia y se metió en la cama conmigo.
―¿De qué habláis?
―Nada, nos estamos saludando, quieres hablar con él?
―No mucho, estoy cansada y como empecemos ya sabes cómo vamos a terminar ―me advirtió Claudia.
―No me importa, me apetece verte ―dije yo.
―Ah sí?
―Toma el portátil, habla con él...
Claudia se quedó recostada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y empezó a chatear con Toni, yo a su lado leía la conversación, estuvieron más de media hora hablando del trabajo, mi mujer le estuvo contando lo de su nuevo puesto, lo de Basilio.
―¿Así que tienes nuevo jefe, eh? , escribió Toni.
―Sí, le gusta mucho agarrarme por la cintura, tiene la mano demasiado suelta.
―Ummmmmmmmmm, me encanta, al cornudo le gusta que tu jefe te ponga la mano encima?
―Claro que le gusta, aunque Basilio no le cae muy bien, no se fía de él.
―¿Y a ti te gusta?
―No, es un tío mayor, no es nada atractivo...
―Entonces no hay posibilidades de que pase nada con él...
―Pocas, no es que sea atractivo, pero tiene otras “virtudes”
―¿Ah sí?, por ej?
―No sé, se desenvuelve perfectamente en todos los sitios, parece que siempre tiene controlada la situación, le gusta mandar y que se haga lo que él dice...es como que lo tiene todo planificado y le gustan que se hagan las cosas como él quiere...
―Lo que dicen de la erótica del poder...
―Sí, más o menos...
―Mmmmmmmmmmmmmm, entonces me da a mí que vas a acabar con la polla de Basilio dentro de tu culo...
En cuanto leía aquello el pito me palpitó debajo del pijama.
―Joder Claudia, ¿de verdad te gusta ese tío? ―dije yo tocándola los pechos.
―Yo no he dicho eso.
―Pero te estás poniendo caliente de pensarlo, te ha pasado como a mí, en cuanto has leído esa frase de Toni, ¿verdad?
―¿Ya la tienes dura, cornudo? ―dijo Claudia tocándome el paquete.
―Vamos a poner la cam, quiero desnudarte para Toni, que se haga una buena paja mientras te desnudo para él.
―Estoy en pijama.
―Da igual, estás muy sexy también...
―Eres un puto cornudo ―me dijo mi mujer mientras me metía un dedo en la boca para que se lo chupara.
― Chicos, estáis ahí?
Estuvimos un par de minutos sin contestarle, estábamos preparando todo para conectar la cam. Pusimos una mesita en frente de la cama y el portátil encima y nos sentamos en un lateral, yo detrás de Claudia, como hacíamos siempre. Luego hicimos una video llamada.
―Hola ―dijo Toni al contestar.
Nosotros saludamos con la mano, yo desde atrás estaba manoseando las tetazas de Claudia por encima del pijama, para que él lo viera.
―Mmmmmmmm, me encanta, ya estás cachonda Claudia?
―Un poco.
―Es decirte que tu jefe te va a follar como una buena zorra y te empapas en un segundo ―dijo Toni.
Yo apreté más fuerte las tetas de Claudia que gimió en bajito echando la cabeza hacia atrás, algo que no pudo escuchar Toni desde el otro lado.
―Vamos cornudo, quítale la parte de arriba del pijama, enséñame las tetas de tu mujercita...
Le obedecí inmediatamente, dejando a Claudia tan solo en sujetador.
―¡¡Dios qué tetas, sóbaselas bien fuerte joder, haz que gima esa zorra!!
Aunque Toni no lo apreciara, mi mujer hacía ya un par de minutos que respiraba más fuerte, yo le besaba el cuello y Claudia suspiró más alto para que Toni escuchara sus gemiditos.
―Mmmmmmmmmmm, muy bien cornudo, sigue así...venga, haz que se ponga más cachonda.
Claudia echó la mano hacia atrás y me agarró el paquete, moviendo su mano de arriba a abajo para pajearme por encima del pantalón.
―¡¡Para, para o me corro!!
―Vamos cornudo, eso es, ahora quiero que Claudia se quite el sujetador para mí, ¡¡vamos zorra enséñame las tetas!!
Mi mujer se echó las manos hacia atrás y ella sola se soltó el broche. Se sacó el sujetador por los brazos y lució orgullosa sus dos preciosas tetas delante de la cam. Toni se puso de pie y de un tirón se abrió el pantalón vaquero, luego se sacó la enorme polla para golpearse con ella la mano como si fuera una porra.
―¡¡Qué tetas más ricas!!, me encantaría meterte la polla entre ellas...¿te gustaría verlo cornudo?
―Sííííí ―dije yo.
―Pues hazlo tú, enséñame como lo haces, quiero ver como tu mujercita te hace una cubana...
―Claudia, ¿te parece bien? ―pregunté en bajito.
―¡Está bien, hazlo!
Bajamos la cam apuntando un poco más hacia abajo, para que no se le viera la cara y Claudia se puso de rodillas. Yo estaba de pie y me era difícil meter la polla entre sus tetas ya que me quedaba muy bajo, tuve que flexionar las piernas y la posición no me era nada cómoda, pero pude acomodar mi miembro entre sus pechos. Entonces sentí el calor de las tetas de Claudia abrazando mi pene. Otra cosa nueva para mí.
―Ohhhhhhhh que pollita, jajajaja, me encanta...eso es, venga, fóllate las tetas de tu mujercita...
Los pechos de Claudia estaban súper duros y calientes, ella se los apretaba hacia dentro para aprisionarme la polla y los movía de arriba a abajo, yo acompasaba los movimientos de ella con mis caderas. Estaba follándome sus tetas y Claudia gemía excitadísima.
―Eso es cornudo, me encanta sigueeeeeeee ―dijo Toni pajeándose delante de la cam.
―¡¡No puedo más, no puedo más!! ―grité yo.
―No pasa nada cornudo, jajajajaja, córrete en sus tetas y ya está...verdad Claudia qué quieres que se te corra encima?, pídeselo, dile que se corra encima de ti...
―¡¡¡Córrete encima de mi cornudo, córrete encima vamos!!!! ―dijo Claudia apretando sus tetas para hacer más presión contra mi polla.
No tardé en empezar a escupir semen mientras Claudia gemía al ser bañada por mi leche caliente, incluso bajó la cabeza sacando la lengua en un gesto obsceno, como si quisiera que la alcanzara en la boca, pero yo no tenía la potencia suficiente para ello. Entonces me incorporé un poco y me atreví a poner la polla delante de su boca. Claudia no solo no se apartó, si no que me la chupó con fuerza haciéndome descargar los últimos restos de mi corrida.
―¡¡¡Eso es cornudo, córrete, córrete, córrete en su boca!!! ―nos animaba Toni.
Yo tenía a mi mujer sujeta de la cabeza, sin dejarla respirar, sintiendo la lengua de ella jugando con mi capullo, hasta que la sensación dejó de ser placentera. Me acababa de correr.
―Para, para ―dije apartándome y cayendo sentado en la cama.
Entonces Claudia me miró, estaba de rodillas, desnuda de cintura para arriba, tenía las tetas cubiertas de semen y por la comisura de los labios se le escapaba algún rastro de mi corrida, dejó caer lo poco que tenía en la boca hacia sus tetas, un espeso pegote mezcla de semen y saliva que se le quedó pegado entre la barbilla y el pecho.
La imagen era muy impactante.
No nos habíamos dado cuenta, pero Claudia se había agachado un pelín más de la cuenta. Lo justo para que Toni pudiera ver la escena, la imagen se cortaba por arriba, a la altura de la nariz de mi mujer. Toni podía verla media cara.
―¡¡La madre que me parió!!, ¡¡¡qué puta!!!, ahhhhhhhhhhhhhhhhh ―chilló Toni acelerando su paja para comenzar a correrse también contra su cam.
Una potente e interminable lefada, que no tenía nada que ver con la mía y que salía disparada acribillando sin piedad la cam y que dejó la pantalla de nuestro portátil cubierta de blanco. Claudia se puso de pie cachonda y jadeante. No se había limpiado todavía. Tampoco se había corrido. Se fue al armario y sacó la caja de nuestros juguetes, entonces cogió el último que le había regalado hacía unos meses.
Una enorme polla transparente de silicona de más de 25 cms de longitud y de 5,5 de grosor, era tan grande que solo la habíamos utilizado una vez y no fue muy del agrado de Claudia, pero ahora en el estado en el que se encontraba estaba claro que buscaba sensaciones muy extremas. Me lo lanzó a la cama.
―¡¡Quiero que me folles con esto!!
Se sentó en el borde de la cama, frente a la cam, no podíamos ver a Toni, pero en el recuadrito de abajo donde se nos veía a nosotros Claudia se abrió de piernas mostrándole el coño. No tardamos en escuchar a Toni al otro lado, mientras limpiaba su cam.
―¡¡Joder!!, ¿qué cojones es eso?
―¡¡Vamos métemela, métemela!! ―me ordenaba Claudia con su barbilla y los pechos cubiertos todavía de semen.
Me arrodillé frente a ella con el juguete en la mano. Al otro lado de la pantalla Toni seguía hablando.
―Eso es cornudo, tu mujer necesita una buena polla no como la tuya...jajajaja, ¿puedes follarla con eso o tampoco?
Claudia se abrió más de piernas y se acarició el coño metiéndose un dedo.
―¡¡Vamos, vamos, métemela!!
―¡¡¡Golpéala el coño con esa polla antes de metérsela!!!, hazme caso, ya verás cómo se pone de cachonda ―dijo Toni.
Yo le hice caso y solté un golpecito en su vagina, que estaba completamente abierta. Claudia gimió a lo bestia echando la cabeza hacia atrás.
―¡¡Más fuerte cornudo, golpea más fuerte!!, ¿no ves como la gusta?
El siguiente golpe fue más duro, PLOP, casi como un latigazo con la polla de goma contra su coño, que puso el cuerpo de Claudia en tensión elevando las caderas. Parecía que Toni me estaba enseñando a satisfacer a mi mujer.
―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh ―bramó Claudia.
―Eso es cornudo, otra vez, golpéala otra vez...¡¡fuerte!!
PLOP, PLOP, PLOP, castigué varias veces a mi mujer con el juguete, con un ruido que me encantaba como sonaba al estrellarse la polla de goma contra su coño tan húmedo. Claudia solo gemía deseando que continuara con mi castigo. Comenzó a acariciarse las tetas y recogió el pegote de semen que tenía entre su cuello y el pecho y se lo metió en la boca, chupándose los dedos como una puta.
―¡¡¡Sigue, sigueeeee, me voy a correr!!! ―dijo abriéndose el coño para mostrarme donde tenía que darla.
Yo continué golpeando y Claudia cada vez más tensa, gemía muy alto. Estaba a punto de correrse, entonces se me ocurrió acercarme para chuparle el clítoris y hacerla llegar al orgasmo, pero cuando mi mujer sintió mi boca en su entrepierna me apartó.
―Quita, eso noooooo joder, dame con la polla, ¡¡¡sigue dándome fuerte con la polla!!!
PLOP
―Asííííííí, ahhhhhhhhhhhhhhh, asííííííí...mássssssssssssssssssssss ―chilló Claudia.
―Muy bien cornudo, sigue, ya la tienes ―dijo Toni que se estaba volviendo a menear la polla delante de la cam.
PLOP, PLOP, PLOP, PLOP...
―Mássssssssssss, másssssssssssssss, mássssssssssssssssss
PLOP PLOP PLOP, PLOOOOOP.
―Ahhhhhhhhhhhhhhhhh, métela ahora, métela ahora...¡¡¡métemela!!!
Agarré firme la polla y con esfuerzo logré meter un poco la cabecita, era enorme comparado con el pequeño coñito de mi mujer, poco a poco fui metiendo el juguete hasta llegar casi a la mitad, Claudia pegó un golpe de cadera tan fuerte que la polla de goma se me soltó de las manos, el cuerpo de mi mujer se movía arriba y abajo con media verga de silícona colgando por su coño.
Claudia lo agarró ella misma y se pegó varias embestidas follándose con el juguete hasta que comenzó a chillar alcanzando el orgasmo.
―Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, diossssssssssssssssssssss, diosssssssssssssssssss, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh....
Luego se dejó caer y se sacó el juguete de golpe como si la molestara, lanzándolo al suelo.
―¡¡Joder qué bueno!!!, ¡¡vaya pedazo de corrida!!
Ni nos habíamos dado cuenta que al otro lado Toni estaba volviendo a pajearse, Claudia tumbada en la cama parecía que no la importara que se la pudiera ver. Toni tenía ahora un primer plano del coño abierto de mi mujer.
―Joder, vaya posición que se ha quedado, vamos cornudo, aprovecha y fóllatela ―me dijo Toni.
Yo que estaba de nuevo empalmado, con la escena que había protagonizado mi mujer, le hice caso y me puse sobre ella. Claudia no protestó cuando mi pequeña polla entró en el enorme agujero que se le había quedado al tener dentro el pollón de 25 cms.
Puedo asegurar, que es una gozada metérsela a tu mujer después de que otra polla haya dado de sí su coño. Es una puta gozada. A los cornudos nos vuelve loco hacer eso.
Apenas notas nada y ella ya ni os cuento, Claudia ni se inmutó mientras me la follaba, pero fue tan morboso y humillante que prácticamente me corrí al momento. Lo hice casi a la vez que Toni, que volvió a descargar contra su cam mientras decía.
―Eso es, córrete dentro de tu mujercita cornudo, córrete cornudo...
Aquella sesión de sexo fue fantástica. Claudia prácticamente ya no le decía que no a nada y se excitaba con una rapidez que a mí me sorprendía. Era solo cuestión de tiempo que en ese estado en el que se encontraba volviera a follar con otro.
La pregunta era, ¿quién sería el afortunado que iba a volver a hacerme un cornudo?
18
Salió de la ducha y se afeitó la poca barba que tenía, había quedado con Mariola a las 19:00 de la tarde en su casa y luego con los colegas a las 23:00 para salir de fiesta. Todavía no podía creerse que fuera a hacerlo. Al principio se lo había tomado como una broma de su amigo Lucas, pero había insistido tanto con el tema, diciéndole que era en serio, que al final terminó aceptando.
Aun así seguía desconfiando, pensaba que era un juego que habían orquestado entre Lucas y Mariola y que le habían metido en medio a él y que seguramente no iba a pasar nada. Al fin y al cabo Mariola era “la chica” de su amigo, la que se estaba follando desde hacía meses, se le hacía muy rara la situación y que a Lucas le diera igual que él también se acostara con ella, pero es que se lo había puesto tan fácil. El propio Lucas había cerrado la cita el jueves por la noche y le mandó un WhatsApp para recordárselo.
Lucas 22:34
Me ha dicho que si te viene bien el sábado quedar en su casa a las 19:00.
Y es que como Mario no se decidía, Lucas preparó un partido de pádel con Mariola y otra chica el jueves por la tarde.
―El jueves echamos un partido, juegas con ella y así la ves un poco y rompéis el hielo.
Efectivamente así lo hicieron, jugaron un partido y Mario hizo pareja con Mariola. Estaba muy nervioso con la posibilidad de follarse a aquella MILF. La “novia” de Lucas estaba muy buena para tener cerca de 40 años, guapa, pija, unas piernas bonitas, un cuerpo firme y un culazo de impresión, que marcaba descaradamente, con unas mallitas puestas para lucirlo bien frente al chico. Era una mujer de las que dan mucho morbo.
Cuando terminaron de jugar Mario y Mariola se despidieron tímidamente y Lucas le dijo en el vestuario a su amigo.
―¿Qué te ha parecido, está buena, eh?
―Mmmmmmmmmmmmm, sí, está muy buena.
Lucas le enseñó el móvil a su amigo.
―Mira qué mensaje me acaba de mandar.
Mariola 20:35
Me encanta tu amigo, ¿estaría dispuesto a quedar el sábado?
―Joder, no me creo que te haya mandado ese mensaje, venga vale, lo que tú digas, dime una hora y quedo con ella ―dijo Mario.
―Muy bien, ese es mi colega ―dijo Lucas dándole una palmada en la espalda―. Luego concreto la hora con ella y te mando un mensaje, prepárate a follar con una mujer de verdad...
La hora y el día habían llegado, Mario se vistió y fue andando hasta la dirección que le había dado Lucas. En la cazadora llevaba una caja de preservativos que había comprado en la farmacia por la mañana. Llegó puntual al portal y llamó al timbre. Hasta última hora esperaba que fuera una broma de Lucas, entonces escuchó la voz de Mariola por el interfono.
―Sube.
Cuando llegó tenía la puerta abierta y ella le esperaba allí.
―Hola ¿qué tal?, pasa ―le dijo dulcemente dándole dos besos.
Ella le guió hasta el salón y Mario estaba muy cortado, no sabía muy bien que tenía que hacer o decir. Nunca había tenido una cita así.
―¿Me dejas la cazadora?
―Sí, claro.
Al poco volvió Mariola, llevaba unos pantalones vaqueros súper ajustados por encima de los tobillos y en los pies unos calcetines tobilleros, en la parte de arriba llevaba como un jersey algo amplio de color negro y tal y como se le marcaban los pechos parecía que no llevaba nada debajo.
―¿Qué quieres de beber?
―Una Coca cola zero, por favor.
―Siéntate que ahora vengo.
Al poco apareció Mariola con una bandeja donde llevaba un par de bebidas y unos cuencos con patatas y algún fruto seco para picar. Le había preparado la Coca cola en un vaso ancho con una rodaja de limón.
―Gracias.
Luego ella se sentó a su lado.
―Bueno, estuvo genial el partido del otro día, juegas una pasada, ya me ha dicho Lucas que eres casi profesional.
―Tanto no diría, pero sí, juego torneos en primera y alguna pre previa del World Pádel Tour, pero ser profesional y poder vivir de ello hay que entrenar mucho y no es fácil llegar arriba, yo quiero centrarme en los estudios...
―Me parece muy bien que tengas las ideas tan claras...
―Gracias.
―Guapo, buen estudiante, deportista y encima educado, tu madre estará contenta contigo.
―Sí, no se queja, jajajajaja.
Mario se puso rojo de vergüenza al momento, Mariola iba directa al grano, le quitó el vaso de Coca cola de la mano y se acercó a él.
―Eres muy mono ―dijo dándole un pequeño beso en la boca.
Comenzaron a enrollarse en el sofá, Mario metió la mano por debajo del jersey y efectivamente ella no llevaba nada debajo, se encontró desnudas las tetas de Mariola que acarició muy suave. Luego ella le desabrochó el pantalón y le agarró la polla por encima del calzón. No quería perder el tiempo.
―Tengo condones ―dijo él muy nervioso.
―Tranquilo, ya habrá tiempo para eso ―dijo Mariola pajeándole por encima de la ropa interior apretando y soltándole el paquete.
Seguían morreándose y Mario también le desabrochó los botones del pantalón para intentar meter la mano en su entrepierna, pero los llevaba muy ajustados y no podía, además Mariola le estaba masturbando tan bien que le era difícil concentrarse en otra cosa. Se la había agarrado por el sitio exacto y con la presión necesaria. No le había sacado la polla del calzoncillo y ya estaba a punto de correrse.
―Mmmmmmmmmmmmmmm me gustas mucho ―jadeó Mariola mientras le comía el cuello y el lóbulo de la oreja.
El chico no pudo más, intentó agarrar a Mariola por el brazo para que se detuviera, pero ella siguió como si nada masturbándole sobre el calzón.
―Para, me corro, me corro...―dijo Mario intentando evitarlo.
Pero ya era tarde, estaba empapando el calzón con la primera corrida de la tarde. Mariola no dejó de mover la mano en ningún momento, mientras Mario se corría dentro de los calzones. Apenas había durado tres minutos.
―Lo siento ―dijo avergonzado.
―No pasa nada, es muy normal, tranquilo tenemos toda la tarde, vete a limpiarte si quieres.
Mario se metió en el baño, había quedado hecho un asco, menos mal que se había depilado y le fue más fácil limpiarse. No pensó que se iba a correr tan rápido. No llevaba ni diez minutos en el piso de la MILF y ya le había hecho correrse en los calzones. Cuando salió del baño Mariola seguía en el sofá esperándole como si nada, se puso de pie y fue a por él, dándole un beso en la boca.
―¿Todo bien?
―Sí, bien.
―Vamos al dormitorio si quieres, estaremos más cómodos ―le dijo ella llevándose al chico de la mano.
Poco a poco se fueron desnudando mientras no dejaban de besarse, Mariola tenía intención de chupársela para ponérsela dura de nuevo, pero se dio cuenta de que no hacía falta, Mario ya estaba empalmado tan solo con los besos y el hecho de ir desnudándola. Aun así lo hizo, el chico se tumbó en la cama de Mariola y ella poniéndose a cuatro patas comenzó a mamársela muy despacio. No quería que se volviera a correr.
Cuando Mario ya estaba muy excitado le hizo ponerse un condón y que se la follara en un misionero bastante normalito hasta que se corrió dentro de ella. Mariola se dio cuenta de que Mario era muy dulce follando, todo lo contrario a Lucas. Esperó a que se le volviera a poner dura para ponerse sobre él y cabalgarle despacio, en un polvo lento, pero muy rico.
Que fuera tan dulce a Mariola le gustaba, pero después de montarle un rato necesitaba algo más duro para poderse correr, quería que el chico la insultara, o le pegara algún azote. Mario no dejaba de acariciarla el culo, así que ella le llevó la mano hasta su pequeño agujerito a la vez que incrementaba el ritmo de la cabalgada.
―Ahhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhh, méteme un dedo por el culo, méteme un dedo por el culo, ahhhhhhhhhhhhhh....
El chico cumplió lo que le pedían y justo Mariola comenzó a correrse, lo que hizo que Mario también llegara al orgasmo, mientras Mariola le cabalgaba furiosa con un dedo dentro de su culo.
Menuda tarde de sexo llevaban. Mario estaba impresionado, nunca había conocido a una mujer como Mariola.
―¿Te quedas a dormir? ―le dijo ella.
―No puedo, había quedado con los amigos dentro de un rato para salir, aunque sí me gustaría pegarme una ducha.
―Sin problemas, te doy una toalla limpia y al menos te preparo algo para cenar antes de que te vayas...
―Muchas gracias.
Estuvieron cenando juntos y cuando terminaron, antes de que el chico se fuera con sus colegas de fiesta Mariola se puso de rodillas y le hizo una mamada en la cocina para que echara en la boca las últimas reservas que le quedaban. Se despidieron con un beso.
―¿Volveré a verte? ―le preguntó Mariola.
―Claro, cuando quieras, si a Lucas no le importa...tienes mi teléfono...
―Venga pásalo bien, anda, vete que te estarán esperando tus amigos...
Mientras bajaba en el ascensor Mario iba como en una nube. Mariola era tremenda en la cama, no se imaginó que había mujeres así y eso que Lucas ya le había puesto en aviso de lo guarra que se ponía mientras follaban. Se había corrido en su boca, le había metido un dedo por el culo y eso solo el primer día que habían quedado. No le apetecía nada salir de fiesta, estaba agotado después de correrse cuatro veces y solo quería llegar a casa y meterse en la cama a descansar, le temblaban hasta las piernas y a pesar de todo, solo acordarse de Mariola hizo que se le volviera a poner dura.
Cuando llegó abajo se quedó pensando unos segundos si volver a subir de nuevo, ella le había invitado a pasar la noche y tenía ganas de volvérsela a follar. Así que cogió el ascensor y volvió a subir. Llamó al timbre y Mariola se sorprendió al verle.
―¿Pasa algo Mario?
El chico se lanzó sobre ella dándole un muerdo en la boca.
―Me apetece quedarme otro rato...
―Mmmmmmmmmmmmm, me encantáis a estas edades, no se os pasa el calentón ni aunque os corráis 15 veces ―dijo Mariola empujándole para dentro mientras le sobaba la polla por encima del pantalón.
19
Aquel sábado nos levantamos tarde, no teníamos trabajo, ni las niñas tenían que madrugar para ir al colegio, era una mañana fría, pero soleada y Claudia me dijo que le apetecía que desayunáramos todos juntos en el jardín. Cuando terminamos nos pusimos a hacer un poco de limpieza general por la casa y al rato escuché a Claudia que me llamaba desde la habitación de nuestra hija pequeña.
―¿Qué pasa Claudia?
―Anda mira esto, se está levantando la madera ―dijo enseñándome el cabecero de la cama de Blanca..
―Pues es verdad, vaya mierda...
―Nos va a tocar llamar a la tienda, joder, pues no eran precisamente baratos los muebles y encima tener que tratar otra vez con la tía esa, encárgate tú de esto, porque no quiero tener ningún contacto con ella después de lo de Gonzalo y lo que pasó contigo, bueno, prefiero ni pensarlo...haz una foto y mándasela al correo de la tienda, a ver qué te dice...
―Vale, pues luego se la mando.
Solo con pensar en Cristina ya me puse nervioso, ni tan siquiera había tenido que hablar con ella, es que era solo acordarme de mi ex y me entraba un temblor y una excitación en el cuerpo que no sabía explicar. Como me pidió Claudia, le hice una foto al desperfecto y le mandé un correo a la dirección electrónica que tenía en la página web. Un rato más tarde me contestaron de la tienda.
Sentimos las molestias ocasionadas, desgraciadamente no ha sido un problema aislado con este proveedor y le pedimos disculpas. En el plazo más breve posible nos pondremos en contacto con ustedes para darle solución a su problema.
Atentamente Cristina.
Le enseñé el correo a Claudia y ahí quedó la cosa, no le dimos más importancia. Unos días más tarde a primera hora de la mañana estaba trabajando en la fábrica y recibí una llamada de un móvil del que no tenía el número guardado.
―Hola David.
Enseguida conocí la voz de mi ex, me había llamado desde un número distinto al suyo personal.
―Hola.
―Sí, te llamaba porque hace unos días me mandasteis un correo que habíais tenido unos problemas con el dormitorio que os pusimos.
―Sí, ya viste la foto, se ha levantado un poco la madera del cabecero.
―¿Habéis mirado bien el resto de los muebles?, este proveedor que era nuevo nos ha salido mal y estamos teniendo un montón de reclamaciones.
―Pues no hemos mirado la verdad.
―No tiene por qué haber más desperfectos, pero estaría bien si le echáis un vistazo o si quieres te mando a alguien de la tienda para que lo mire bien.
―Vale, pues sí, que venga alguien de la tienda y lo mire todo, porque nosotros no entendemos sipuede haber más desperfectos.
―Esta tarde si estáis en casa os mando a uno de los montadores que lo revise todo bien.
―Vale, de acuerdo.
―A las 17:00 por ejemplo?
―Está bien, estaremos en casa a esa hora.
―Si quieres pásate por la tienda y lo comentamos, estaría bien que vinieras para ver una posible solución, el montador en principio me dirá, por lo general se puede arreglar bien, pero no quiero que esté dando problemas cada poco...
―En principio si lo arregláis está bien, si más adelante surgen otros problemas, entonces ya tendríamos que ver que solución nos dais...
―Por eso te decía que te pasaras por la tienda, estas cosas es mejor hablarlas aquí, no por teléfono...
―De momento que se pase el montador por casa.
―De acuerdo y tú cuando quieras te vienes por la tienda y lo hablamos, ¿te parece, David?, mañana te llamo a ver qué me dice el montador.
―Vale, venga hasta luego.
Tuve que colgar rápido, porque solo con que dijera mi nombre ya me había provocado algo en mi interior que solo ella podía conseguir. Además Cristina lo sabía perfectamente, por eso había dicho mi nombre y me había tentado con que me pasara por la tienda. Yo no quería hacerlo, pero ya tenía una excusa para pasarme por allí.
El resto de la mañana me quedé intranquilo, solo hacía que darle vueltas a la proposición de Cristina, a saber lo que se la ocurría una vez que entrara en su oficina. La última vez que fui a verla terminé en un almacén que tienen al lado de la tienda, comiendo su coño y dejando que me embistiera desde atrás, como si me follara, hasta que me agarró la polla e hizo que me corriera sobre la mesa.
Estaba harto, enfadado conmigo mismo, me sentía un pelele en manos de todas las mujeres y aquella mañana esa sensación se había apoderado de mí. Siempre acababa rendido a las exigencias de ellas, me utilizaban a su antojo y sentía que no me tenían ningún respeto, empezando por mi mujer que había que hacer siempre lo que ella dijera, luego estaba Carlota, Marina, Cristina. Cada una a su manera, pero todas habían jugado conmigo o se habían aprovechado de mi carácter amable alguna vez.
Era una buena oportunidad para empezar a cambiar eso, ahora estaba más seguro de sí mismo, había ganado confianza en los últimos meses, desde el último encuentro con Víctor en el hotel, llevaba yendo una temporada al gimnasio y estaba otra vez en forma, me sentía guapo, atractivo, como en la época universitaria en la que no me costaba ligar con ninguna chica. Como decía, llevaba unos meses en los que había vuelto a ganar confianza, aquella victoria sobre Víctor me había subido el ego. Me acordaba todos los días como me había follado por el culo a mi mujer delante de sus narices y como Víctor gimoteaba como un niño pequeño mientras lo hacía, parecía incluso que estaba a punto de llorar y yo cogí por la cintura a Claudia y la embestí desde atrás haciendo que se corriera como hacía años que no se corría con mi polla dentro.
Con mi polla dentro de su culo, mejor dicho.
Luego estaba lo de Carlota, mi cuñada a la que supuestamente siempre le había caído mal, y de repente en la jornada de empresarios de Salamanca había querido tener sexo conmigo, primero me había sobado la polla por encima del pantalón, luego metió la mano dentro para agarrarme la polla y me había dejado que sobara sus tetas y su culo. Evidentemente tuve que rechazarla, pero cuando se me volvió a insinuar en su habitación, de haber querido me la hubiera follado esa noche. Y qué decir de Marina, la preciosa mujer de Pablo que cada vez estaba más guapa, sobre todo desde que salía en la tele, con ella también había tenido mi pequeña aventura el verano en la casa rural, una noche me levanté a darme un baño en la piscina por el calor que hacía y allí estaba ella, atractiva, mojada, tremendamente sexy, salió del agua en topless y me enseñó sus nuevas tetas operadas sin ningún pudor, haciendo que me empalmara irremediablemente, después de eso me había convertido en su fotógrafo oficial en las RRSS y ella parecía estar encantada dejándose fotografiar por mí.
Por la tarde, como nos había dicho Cristina, vino a casa uno de los montadores de muebles de su tienda, a ver los desperfectos de la habitación de Blanca.
―Bueno, pues parece que se ha levantado un poco la madera, he estado mirando el resto de muebles y está todo bien, se lo diré a Cristina y en unos días me paso a arreglarlo ―me dijo el chico.
Así quedó el tema, sin embargo una semana más tarde todavía no habían dado señales de vida desde la tienda, así que Claudia me pidió que me volviera a poner en contacto con ellos, para ver qué pasaba. Otra vez les mandé un correo electrónico y me quedé a la espera de que me contestaran o me llamaran.
Al día siguiente seguían sin haberme contestado al correo, a media mañana, estaba trabajando en la fábrica y le dije a Sebas que iba a salir. Era el momento de volver a tener frente a frente a Cristina. Quería que conociera al nuevo David, no quería dejar pasar este incidente con los muebles y me iba a pasar por la tienda para que nos solucionaran el problema.
En cuanto llegué a la tienda de muebles vi el coche de Cristina en el parking, por lo que sabía con seguridad que estaba dentro. Pasé decidido y una chica salió a preguntarme qué es lo que quería.
―Me gustaría hablar con Cristina, hemos tenido pequeño problema con los muebles de una habitación infantil que pusimos y he estado hablando por teléfono con ella.
―Sí, vale, espera que te acompaño a su despacho.
Llegamos a la puerta y la chica tocó con la mano.
―Cristina, hay un señor preguntando por ti...
―Sí, que pase...
En cuanto entré en su despacho a Cristina se le cambió la cara, se le dibujó una extraña sonrisa que me desarmó por completo. El David seguro de sí mismo que se había levantado por la mañana desapareció en un segundo. En cuanto ella se puso de pie.
―Vaya, vaya, menuda sorpresa ―dijo levantándose.
―Buenos días Cristina.
―Pero siéntate por favor ―me dijo señalando la silla que estaba frente a ella.
Lo que quería Cristina es que viera su cuerpo antes de empezar a hablar. Llevaba unos legging negros, acompañado de una camiseta blanca y chaqueta larga también negra que llevaba abierta y le tapaba el culo.
―No esperaba verte por aquí...
―Estamos esperando a ver qué solución nos vais a dar al problema.
―Sí, me dijo Chuchi que no era mucho, la verdad es que estamos teniendo muchas incidencias con el proveedor este, lo siento de verdad, no nos había pasado nunca, lo que pasa es que ahora tenemos mucho trabajo, hemos tenido varios pedidos y no he sacado un hueco para lo vuestro, pero en dos o tres días ya lo tenéis arreglado, lo tenía aquí pendiente, tenemos otras tres habitaciones también para arreglar, aunque a ti te tenía prioritario...
―Entonces, ¿me llamas y me dices?, quiero que quede solucionado cuanto antes mejor...
―Sí, no te preocupes, mañana mismo te llamo y ya concertamos una cita...
―Bien, entonces espero tu llamada ―dije poniéndome de pie para irme.
―¿Pero ya te vas?, qué poquito tiempo, quédate un poco ya que estás aquí, para eso no hacía falta que hubieras venido, me podías haber llamado por teléfono...
―Estas cosas se solucionan mejor en persona, que luego empezáis a dar largas y más largas...
―Yo no hago eso, a mí me gusta que estas incidencias se arreglen cuanto antes, quiero que el cliente esté satisfecho...pero siéntate por favor...me gustaría hablar un rato contigo...
―No puedo Cristina, estoy trabajando, tengo que volver a la fábrica...
―Porque tardes cinco minutos más no creo que pase nada en la fábrica, ¿no?
―A ver, ¿qué quieres? ―dije sentándome en la silla.
Cristina volvió a sonreír y se echó hacia atrás apoyando toda la espalda en el respaldo de la silla.
―¿Te gusta venir a verme, verdad?
―¿Cómo dices?
―Que te gusta venir aquí, esto que hemos hecho lo podíamos haber arreglado tranquilamente por teléfono y lo sabes de sobra, pero tú has preferido venir...lo pasamos muy bien la otra vez en el almacén...
Intenté estar tranquilo y no caer en sus provocaciones, podría haberme levantado y haberme marchado en ese momento, pero quería probarme a mí mismo, demostrarle a esa zorra que no podía jugar conmigo cuando ella quisiera. Quería que viera al nuevo David.
―No es que me haga mucha ilusión venir a verte, no es que te tengamos mucho cariño en la familia precisamente, después de lo de Gonzalo...
―Bueno, ya somos todos mayorcitos, no creo que Gonzalo se divorciara de tu cuñada por mi culpa, ese matrimonio ya estaba roto desde hacía mucho tiempo...¿ahora me vas a atacar con eso?
―No te estoy atacando con nada, solo te estoy diciendo que verte es lo último que me apetecía...me pareces, ehhhh...patética...ahí sentada con esa pose.
―¿Te parezco patética?, jajaja, ¿y me puedes decir por qué?
―Sigues igual que hace quince años, no has cambiado nada, ni has madurado, ni mejorado como persona, eres mala gente, haces las cosas sin importarte las consecuencias...
―¿Eso piensas de mí?, soy como soy, pero en gran parte tú tienes la culpa...
―¿Yo?, venga, lo que me faltaba por escuchar...
―Me puedes reprochar muchas cosas, pero no creo que sea mala persona...solo...que me gusta el sexo, y ¿por eso soy mala?
―Lo que hiciste con Gonzalo...has jodido su matrimonio y creo que solo lo hiciste por fastidiarme a mí o a mi familia...
―No lo hice por eso, te puedo reconocer que sí, que iba a ver a Gonzalo por verte o estar cerca de ti, pero no quería fastidiar ningún matrimonio...
―Pues lo hiciste.
―No creo que ese matrimonio se haya terminado por mi culpa, pero bueno si tú lo piensas me pareces bien, creí que me conocías mejor.
―Te conozco bien y actuaste muy mal, has hecho sufrir mucho a una persona.
―Yo no quería que sufriera nadie.
―Pero pasó, tendrías que haber pensado las consecuencias antes de acostarte con Gonzalo.
―Yo solo quería estar con Gonzalo para poder estar cerca de tu trabajo, el que me interesaba realmente eras tú, pero eso ya lo sabes...
―¿Yo?
―Vamos no te hagas ahora el sorprendido, me sigues gustando, si te digo la verdad me acuerdo muchas veces de ti, me arrepiento de haberte dejado, no creo que hubiera podido tener un cornudo mejor que tú y eso que quiero mucho a mi marido y esas cosas...pero no llega a tu nivel.
En cuanto dijo la palabra “Cornudo” algo se despertó dentro de mí. Malas noticias, tenía que salir corriendo de allí cuanto antes.
―Bueno Cristina, creo que esta conversación no da más de sí...no voy a escuchar tus gilipolleces...
―Hubiéramos sido muy felices tú y yo juntos, hubiera hecho todo lo que me hubieras pedido, ni te imaginas lo que está disfrutando mi marido, la de veces que me ha visto follar con otros tíos, la de veces que le he contado como he quedado con alguno y los detalles de lo que hemos hecho, he llegado a casa con la corrida de otro entre las piernas y se lo he hecho lamer como un buen cornudo, hemos ido a clubs de intercambio, hemos participado en orgías, me ha visto follar con tres tíos a la vez...ha visto cosas que a él no le dejado hacer nunca y todo eso lo podías haber vivido tú si hubiéramos seguido juntos ―dijo Cristina levantándose de la silla.
―Estoy muy contento con la vida que tengo, no la cambiaría por nada en el mundo.
Vino andando hasta donde estaba yo y se puso delante, luego apoyó el culo en la mesa y miró hacia abajo.
―Lo sé, pero no me digas que no te acuerdas de lo que hacíamos ―dijo tirando de sus legging hacia arriba.
Desde mi posición me quedaba su coño casi a la altura de la cara, me fue inevitable fijarme en su entrepierna, los labios vaginales se le marcaban de manera escandalosa a través de la tela de los legging. Esta vez el que sonreí fui yo, intentaba aparentar tranquilidad y controlar la situación, no quería verme sobrepasado, como otras veces que estaba con ella.
―¿Te crees que me voy a asustar porque me pongas el coño delante de la cara?
―¿Te gusta?, no me digas que no te gustaría comérmelo, puedes hacerlo si quieres, pasa la lengua por encima de la tela.
Acercó la mano hasta mi cara y me pasó el dedo pulgar por la boca.
―Estás deseando comerme el coño, ¿verdad cornudo?, ¿si fuera tu mujer que es lo que más te gustaría que hiciéramos juntos?
―No me vas a provocar con esas cosas, no me levanto y me voy porque me encanta ver como haces el ridículo...
Cristina puso la mano en la mesa para impulsarse y se acercó a la puerta de su oficina para cerrarla con llave. Yo no me giré para ver cómo lo hacía, pero escuché perfectamente el ruido del cerrojo cuando lo puso, luego volvió a la misma posición, apoyando ligeramente el culo sobre la mesa y quedando de pie. Abrió las piernas delante de mi cara y se acarició el coño, pasando suavemente el dedo entre sus labios vaginales.
―Mmmmmmmmm, es que es verte y ya me pongo muy cachonda...
Yo intentaba seguir tranquilo, ver hasta donde era capaz de llegar Cristina y hasta donde era capaz de aguantar yo.
―Es una pena, porque en 20 minutos tengo una cita y tengo que salir, pero me encantaría volver al almacén donde nos vimos la otra vez, te dejaría que me comieras el coño, ¿te gusta mi sabor, verdad? ―me dijo sin dejar de acariciarse.
―No pienso volver a ese almacén contigo...
―Pues es una pena porque tenía pensado hacer muchas cositas, por cierto David, ¿ya la tienes dura cornudo? ―dijo con voz sensual.
Asentí con la cabeza en un gesto de que no significaba que quisiera decir que sí, si no que me lo estaba pasando muy bien con todo aquello. Aunque ella tenía razón, que se la marcara el coño de esa manera había hecho que me empalmara. De hecho en cuanto entré en su oficia ya me empezó a palpitar la polla.
―No contestes, me da igual, ¿no quieres tocarme?, pues hazte una paja mirándome el coño, eso te encantaba, si quieres te la hago yo ―dijo acercando su pie a mi entrepierna.
―No me toques.
―Está bien, haz lo que quieras, pero yo no voy a parar, me apetece tocarme y correrme delante de tu cara, por favor mírame.
Cristina abrió las piernas y tiró del legging otra vez hacia arriba para que se la marcara más, si cabe, el coño a través de la tela, luego con el dedo corazón hizo presión hacia dentro y se frotó un poco más fuerte subiendo y bajando el dedo entre sus labios vaginales.
―Ummmmm, joder que cachonda me pones...sácate la polla, ¿o prefieres verme el culo?
Yo seguía sentado en silencio, mirando directamente su entrepierna, viendo como mi ex se masturbaba delante de mí por encima del legging. Me faltaba poco para conseguir mi objetivo, a pesar de lo dura que tenía la polla, estaba a punto de salir de su despacho con el orgullo intacto.
―Mmmmm, joder...venga cornudo, tócame, mira mi coño, ¿de verdad no quieres tocarlo? ―dijo abriéndoselo ante mí.
―No pienso tocarte...
―Mmmmm mírame, estoy a punto de correrme, estoy a punto ―dijo incrementando el ritmo con el que se frotaba.
―¡Hazlo!, venga córrete y deja de hacer el ridículo...
―¡Hijo de puta cornudo!, te puse los cuernos tantas veces que hasta perdí la cuenta, hasta con un amigo tuyo te los puse una noche, sí, ya me acuerdo, el rubio ese que jugaba al baloncesto...no te lo quería haber dicho, pero te veo hoy muy chulo y he pensado que te gustaría saberlo.
―¿Con Willy?, jajajaja, no te creo...
―¿Sigues teniendo contacto con él?, pregúntaselo si quieres y luego me dices si me crees o no, ya sabes que no me gusta inventarme estas cosas.
Willy era un amigo de la universidad que jugaba al basket, medía 1,95, hacía tiempo que no tenía contacto con él, aunque en aquella época nos llevábamos muy bien, era muy buen tío y no le veía capaz de enrollarse con la que por entonces era mi novia.
―Era muy alto y bastante tímido, me le encontré una noche de fiesta, le conocía y sabía que era amigo tuyo, eso me dio más morbo para tontear con él...al día siguiente te conté cómo me había follado un tío en su coche, lo que no te dije es que era uno de tus colegas de la facultad...
―¡Mentirosa!
―Mmmmmmmm, le chupé la polla, ya lo creo que se la chupé...ahhhhh es verdad, jajajaja, no me acordaba, en cuanto empecé a mamársela se me corrió en la boca, a ese tío no se la habían comido en la vida...no se pudo aguantar...tu amigo se corrió en mi boca...mmmmm...pero seguía empalmado mientras me lo tragaba todo y se la seguí comiendo otro rato más...luego le entraron los remordimientos, me decía, no no puedo, eres la novia de David, no puedo hacer esto...¡se corre en mi boca y luego le entran los remordimientos!, jajajaja, y cuando se le pasaron me folló a cuatro patas en su coche, recuerdo que tenía una furgoneta roja o algo así, ¿verdad?
Cristina movía las caderas al ritmo que se masturbaba con el dedo, yo no podía dejar de mirar su coño y aquella historia que me relataba me pilló de sorpresa. Me tapé la boca con la mano y suspiré.
―¡Joder!
―Eso es lo que te quería decir, no tengo ningún problema en acostarme con quien me pidas, te hubiera puesto los cuernos con cualquiera ―dijo poniéndose de pie.
Abrió las piernas y lentamente fue bajando hasta que se sentó sobre mí, como si me estuviera cabalgando. Esta vez no dije nada. Me dejé hacer.
Cristina incrustó mi polla entre esos labios vaginales que llevaba minutos mirando y que me había resistido a tocar y lamer y comenzó a restregarse contra mí.
―Mmmmm, ¡que dura la tienes, cornudo!
―¡¡Cris!!
―¿Te gustaría follarme?
―Ohhhh...
―Venga cornudo, tócame, agárrame el culo, lo estás deseando, voy a hacer que te corras en los pantalones...
Me rodeó con sus kilométricas piernas y yo metí la cara en su cuello, aspirando su perfume, mientras Cristina se seguía moviendo lentamente, frotando nuestros cuerpos.
―¿Te ha gustado la historia de tu amigo, eh?, tengo muchas como esas, podríamos disfrutar mucho tú y yo juntos.
Bajé las manos para apretar su culo a la vez que ella me cabalgaba, mi polla se había amoldado perfectamente a su coño, hacían una conjunción perfecta, aquello me gustaba casi más que follar, Cristina iba aumentando el ritmo de sus movimientos y me metió el dedo en la boca.
―Mmmmmm, podíamos haber sido tan felices, mmmmmm...¿te gusta mi coño?, vamosss, dime que te gusta...
―Ogghhhh, Cristina, Cristina...
―Dime que te gusta mi coño, ¡dime que vas a venir otro día a comérmelo, dímelo cornudo!
―Oghhhh, joder, joder...
En ese instante alguien llamó en la puerta de su despacho, pero Cristina no estaba dispuesta a detenerse.
―¡Sí, un momento! ―gritó Cristina aumentando el ritmo y la fuerza de sus movimientos.
Yo ya no pude más y me dejé ir, con mis manos aferradas a su culo sentía como se le contraían los glúteos a cada vaivén y me empecé a correr dentro de los pantalones mientras el coño de mi ex me seguía envolviendo la polla.
―¡Eso es, muy bien cornudo!
Pero en cuanto ella notó que yo había llegado al orgasmo y ya no había vuelta atrás, me sacó el dedo de la boca, dejándome huérfano de él, se levantó y se fue a abrir la puerta. La sensación fue muy extraña y a la vez morbosa, había conseguido su objetivo y luego me había dejado a medias.
Mientras Cristina abría la puerta y hablaba con una de sus empleadas yo estaba de espaldas a ellas, agarrándome a la silla, gimiendo y empapando mis calzoncillos con una abundante corrida. Luego las escuché a hablar.
―Sí, ahora mismo nos vamos, dame un minuto, ya casi he terminado...
Cerró la puerta y volvió andando hasta mi posición, yo no me había movido del sitio y ahora me cubría la entrepierna con las manos, ocultando una posible mancha de humedad que me dejaría en ridículo delante de Cristina.
―Mmmm, me ha encantado, hacer que te corras...¿te ha gustado?.
―Tengo que irme, espero que no tardéis en arreglar lo de la habitación ―dije poniéndome de pie, para salir de su despacho rápidamente.
―Es una pena que me tenga que ir ahora, vuelve otro día con más tiempo, he arreglado el almacén que tenemos a la vuelta, ahora podríamos estar más cómodos allí...haremos lo que quieras, te chuparé la polla, te meteré un vibrador por el culo, lo que quieras, ¡si te gusta te puedo hasta mear en la boca!...piénsalo...adiós David.
Como se suele decir salí con el rabo entre las piernas sin mirar atrás, podía adivinar perfectamente la sonrisa triunfal de Cristina mientras abandonaba su despacho con una corrida en los pantalones. Unos días más tarde vino el montador de la tienda a casa y arregló el desperfecto en el cabecero de la cama. Quizás lo de Cristina no había salido todo lo bien que había pensado, pero ya tendría la oportunidad de tomarme la revancha con ella.
La puerta de su despacho siempre iba a estar abierta para cuando quisiera volver.
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