Corinna (1)

En uno de mis primeros relatos os hablaba de mi buena amiga Corinna y de cómo la conocí. Pues bien, ahí va, espero que os guste...

CORINNA (I)

Hola a todos de nuevo. Hace ya tiempo que no he escrito ningún relato y os pido disculpas por ello, he estado un poco liada en mi vida diaria. Para los que no me conozcan deciros que soy Natalia, una chica trans de Barcelona alta, morena, pelo largo y un físico bastante cuidado. Trabajo en la oficina de una conocida empresa con sede en la Ciudad Condal, aunque a veces me dedico a otros menesteres más... placenteros.

En uno de mis primeros relatos, concretamente creo que en el primero, os contaba más o menos cómo fue mi evolución hasta ser la mujer que soy hoy en día. Soy natural de un pequeño pueblo del norte de la Castilla más profunda, y desde pequeña me había sentido mujer. No me atraían para nada los típicos juegos masculinos, pero tampoco es que me tirase los días jugando a las casitas o a las cocinitas, sino que sentía dentro de mí el deseo de ser como las niñas que veía, probándome en la soledad de mi cuarto la ropa íntima de mi madre o de mis tías cuando tenía la oportunidad. Uno de los peores días de mi vida (y mejores a la misma vez) fue aquel en que una tarde que mi madre me sorprendió vestida con su ropa cuando tenía 13 años. Me había quedado sola en casa y decidí dar rienda suelta a mi oculta afición. Me dirigí al cuarto de mis padres y abrí el cajón de la cómoda de mi madre y saqué un conjunto de braguita y sujetador negro, con medias y liguero del mismo color y del armario saqué una bata negra semitransparente que me puse sobre la ropa interior. Como tenía el pelo largo me lo cepillé un poco y me maquillé rudimentariamente. Me di cuenta de que me faltaba algo y abrí un joyero, poniéndome un collar de perlas y unos pendientes de clip. Cuando me miré en el espejo casi ni me reconocí. La imagen que me devolvía era la de una impresionante y sexy mujer, y me excité como una loca. Me tumbé en la cama empezando a adoptar poses más o menos sugerentes, terminando por despojarme de la bata. Iba a quitarme el suje y las braguitas para quedarme sólo con el liguero y las medias como había visto a las chicas en alguna revista porno cuando oí abrirse la puerta de la calle. Dios mío! Era mi madre que regresaba. Me escondí como buenamente pude, pero no pude evitar que me descubriese vestida como una auténtica zorra. Todavía me duele recordar las dos bofetadas que me dio y como arrancó de mi cuerpo la ropa haciéndola trizas, lo que me dio muchísima pena porque era un conjunto precioso. Estuvo casi una semana sin hablarme más que lo justo....

Cuando terminé los estudios de Secundaria me fui a Madrid a estudiar a la Universidad, ciudad en la que ya pude empezar a dar rienda suelta a mi instinto femenino. Aparte del piso que me pagaban mis padres me alquilé otro más coqueto con el dinero que ganaba con un trabajo que encontré, y allí era donde guardaba la ropa y complementos que poco a poco fui adquiriendo: conjuntos, tanguitas, pelucas, zapatos... Era mi templo privado, y allí daba rienda suelta a mi personalidad femenina. Todavía no me atrevía a salir vestida a la calle, aunque deseaba poder hacerlo con locura. También sentía cada vez más fuerte el deseo de tener un encuentro sexual con un hombre, así que inicié algunos tímidos contactos que no llegaron a nada, más que nada por mi propio miedo y desconfianza... Conecté internet en mi casa, y me pasaba los ratos muertos mirando webs de travestis, transexuales, etc., así como de relatos de esa temática. También empecé a meterme en chats y foros, y empecé a hacer algunas amistades. Poco a poco me fui desinhibiendo, tal vez amparada por la relativa seguridad que brindaba que no fuesen contactos reales sino a través de la frialdad del ordenador. Alguna que otra vez conectaba mi webcam para que pudiesen verme, cosa que me agradaba ya que por mi afición al deporte me mantenía bastante bien y tenía un físico bastante resultón, haciéndome poco a poco un grupo de amigos y amigas bastante bueno.

Como ya he dicho, mi asignatura pendiente era salir a la calle y poder mostrarme libremente. Comencé a salir por las noches a lugares de mi ambiente con el fin de irme acostumbrando y poder ver cómo se comportaban las chicas, ya fuesen simplemente travestis o transexuales operadas o no, y logré entablar amistad con varias de ellas, aunque no me atrevía a manifestarme abiertamente. Una de aquellas noches en que me encontraba tomando una copa a solas se me acercó una verdadera preciosidad de mujer. Era rubia, con unas curvas que quitaban el hipo, piernas largas y torneadas, pecho más o menos de la talla 100 y un culo firme y redondo que pedía ser acariciado. Me preguntó si podía sentarse a mi lado y, ante mi respuesta afirmativa, se sentó en el taburete que había junto al mío. Se presentó como Corinna, italiana de Roma pero que ahora vivía en Madrid. Me preguntó mi nombre y le respondí. Empezamos a hablar de tonterías pero en un momento dado me dijo que le recordaba a una amiga suya que conocía de internet. Dios! En ese momento la reconocí: Habíamos hablado en alguna ocasión por el "messenger". No sé porqué sentí miedo de decirle que sí, así que le dije que por mi aspecto no era su amiga. Me miró un instante sonriendo y me dijo que no pasaba nada, que ya se había dado cuenta de que no, que simplemente era que mis facciones se la recordaban. Me sentí descubierta, pero intenté disimular lo mejor que pude un tanto nerviosa al principio pero más relajada después. Así estuvimos hablando un rato hasta que le dije que era hora de irme. Me invitó a tomar una última copa que rechacé amablemente amparándome en que era tarde y por la mañana debía levantarme temprano para trabajar, quedando para vernos otro día. Esa noche me quedé dormida vestida solamente con un picardías y un tanguita blancos y jugando lentamente con uno de mis juguetes mientras pensaba en Corinna.

El día siguiente transcurrió sin altibajos, un día normal en mi vida: por la mañana a la Facultad y por la tarde al trabajo, así que no estuve demasiado tiempo en casa. Cuando terminé y llegué a casa estuve sopesando la posibilidad de salir a dar una vuelta y tomarme algo ya que era viernes, pero lo deseché de inmediato y decidí quedarme en casa viendo alguna de las muchas películas que tengo o conectada a internet, cosas ambas que hice en ese orden. Antes de conectarme decidí ponerme una mini vaquera bastante corta, un top que dejaba mi ombligo y cintura al aire (por lo que me puse también un piercing en el ombligo), botas blancas de fino tacón y mi peluca rubia de pelo un poco por debajo de los hombros. A esas alturas ya tenía bastante soltura maquillándome y, ante el espejo, pensé que cada vez me veía mejor. Me senté y encendí el ordenador....

No había más que conectarme cuando me saltó un mensaje privado de alguien llamado "Cor_Tv". No sabía quién podría ser pero le contesté, entablando una conversación bastante agradable, dándome cuenta poco a poco de que era Corinna. La conversación no es que fuese muy interesante, poniendo ambas nuestras cámaras vernos, versando más que nada en qué narices hacíamos las dos solas en casa una noche de jueves con el ambiente que había. Yo andaba desganada y parece que ella tampoco estaba demasiado fina. Charlando se me fue pasando el tiempo sin darme cuenta hasta que le dije que era tarde y me iba a dormir quedando en que nos veríamos más veces por ese medio. Los contactos los fuimos repitiendo durante más noches, quedándonos charlando las dos hasta bastante tarde, e incluso volví a ir al local donde la conocí un par de veces, pero no estaba ella. Habrían pasado dos semanas más o menos cuando, hablando una noche las dos, me propuso vernos esa noche. Era uno de los días en que yo tenía la tarde libre y estaba en casa aburrida, la verdad, pero seguía sin atreverme a salir a la calle vestida por más confianza que ella me inspirase. Me mostré indecisa y fue ella la que me sorprendió de golpe cuando un mensaje suyo apareció en la pantalla....

  • Natalia, sé que eres tú a quien conocí la otra noche en el local. No disimules, cielo, me di cuenta de que eras tú cuando te vi. No tienes que preocuparte de nada. Sólo quiero conocerte como la bella chica que eres....

Me quedé cortada cuando leí aquello. Ella siguió hablando volviendo a proponerme que nos viésemos hasta que, después de dudar mucho, acepté quedando con ella una hora más tarde. Apagué el ordenador y empecé a pensar en qué me iba a poner para ir a la cita, si vestida de chica o con mi aspecto normal. En ese momento vi las llaves de mi coche y una idea se me ocurrió: al tener garaje mi piso podía bajar en el ascensor hasta él y salir a la calle ya vestida completamente. Cómo no se me había ocurrido antes...? Tanto miedo, tanta preocupación, y tenía la solución delante de mí. Así que me dirigí a mi dormitorio y empecé a buscar qué ponerme. Elegí un conjunto de tanga y sujetador negro y medias a juego, zapatos de tacón, algo de bisutería y un vestido azul con la falda a medio muslo. Me maquillé, me puse una peluca castaña y me miré al espejo, convenciéndome yo misma de que ofrecía un buen aspecto. En un pequeño bolso metí algo más de ropa y salí de casa cogiendo el ascensor que me llevaba al garaje.

Circulaba con mi coche por las casi vacías calles de la ciudad a esas horas cuando tuve el primer susto: en una rotonda había un control policial. Con un ligero estado de nerviosismo reduje la velocidad hasta casi detenerme a la altura de un agente, pero pude respirar aliviada cuando tras mirar en mi dirección me permitió continuar. Le mandé a Corinna un mensaje a su móvil y ella me contestó diciéndome dónde me esperaba, lugar al que llegué poco después. Allí me esperaba ella. Estaba realmente guapa aquella noche, vestida con una minifalda, una blusa y su pelo rubio suelto. Como ella no sabía qué coche tenía yo me tuve que parar a su altura y pitarle para que me viese. Se acercó al coche con aspecto de decir "Qué quieres tú ahora?", expresión que automáticamente cambió a un "Realmente eres tú...?" que me hizo sonreír satisfecha. Bajé del coche y la saludé como una buena amiga con dos besos en las mejillas, notando como ella giraba levemente su rostro para recibir mis besos casi en la comisura de sus labios. Cuando nos separamos me hizo dar una vuelta sobre mi misma y me dijo que estaba estupenda y que esa noche íbamos a ser las reinas de la fiesta. Ante mi sorpresa empezó a andar por la acera y cuando le pregunté que dónde iba me respondió que a celebrarlo, que una chica tan guapa no podía estar encerrada y que tenía que lucirme. Ante mi recelo se acercó a mí y acaricio mi cabello para tranquilizarme, dándome otro suave beso en la mejilla y susurrándome al oído, "Tranquila, cielo, esta noche va a ser especial para ti. No tengas miedo de nada. Ya es hora de que el mundo te conozca..."

Eso me hizo sentirme más tranquila y decidí que ya iba siendo hora de dejar un poco de lado mis miedos e indecisiones. Me preguntó si había cenado y ante mi respuesta negativa me propuso ir a un restaurante cercano. Mientras el camarero nos atendía pude notar como le costaba trabajo retirar la vista de nosotras, de nuestras piernas, y cuando terminamos de cenar nos trajo unos chupitos, según él, obsequio de la casa para dos chicas guapas que nos tomamos riendo y agradeciendo su cumplido. Salimos bastante animadas del local y decidimos quemar la noche, por lo que fuimos a una discoteca cercana. Allí nos tomamos un par de copas y bailamos al compás de la música. Podía ver como ella contoneaba su cuerpo ante mí y empecé a bailar de forma parecida, notando como cada vez eran más las miradas que estaban fijas en nosotras. La noche estaba siendo genial y alguna copa más cayó, por lo que nos fuimos desinhibiendo más en nuestro baile mientras nos mirábamos sensualmente a los ojos. Empecé a excitarme ligeramente y sentí que deseaba a aquella chica que bailaba frente a mí.

En un momento se nos acabaron las copas, así que decidí ir a la barra a por otras dos. Corinna bailaba cerca de mí sin quitarme la vista de encima y estaba pidiendo cuando se me acercó un chico con una sonrisa encantadora pero cierto aire de chulito de discoteca. Me miró de arriba abajo, volvió a sonreírme y me habló, preguntándome mi nombre y diciéndome que era muy guapa. Iba a contestarle cuando Corinna se acercó a nosotros y, cogiéndome de la cintura, le dijo: "Perdona, guapo, pero esta preciosidad está conmigo" . El chico nos miró con la boca abierta y se marchó lamentándose de su mala suerte. No pude evitar sonreír de nuevo y le pregunté porqué había hecho aquello y ella, clavando su mirada en la mía, sólo me contestó que yo le gustaba mucho y que no quería compartirme con nadie. Me quedé mirándola de nuevo y en ese momento fue cuando ya todo me dio igual, lanzándome a darle un profundo beso notando como su boca se entreabría y nuestras lenguas jugaban mientras nuestras manos no dejaban de acariciarnos. Cuando nos separamos miré el reloj y vi la hora que era por lo que, sin decir una palabra, la cogí de la mano y salí con ella de la discoteca montándonos en mi coche para dirigirnos a su casa. Mientras conducía ella no paraba de acariciarme las piernas y mi cuello por debajo del pelo, devolviéndole yo la caricia haciendo como que cambiaba de marchas.

Durante el trayecto nuestra calentura no había hecho más que ir aumentando a marchas forzadas. Cuando llegamos a su casa nos montamos en el ascensor sin dejar de besarnos y acariciarnos, costándole trabajo poder abrir la puerta de entrada. Cuando entramos la empujé contra la pared volviendo a besarla como una desesperada. Podía sentir algo muy duro contra mi pierna y, sin dejar de besarla, fui bajando poco a poco acariciándole las piernas hasta que llegué a la altura de su entrepierna. Levanté un poco su falda y besé su duro miembro por encima del tanguita que ella llevaba. Sin decir una palabra aparté su tanguita y un precioso pene de venas marcadas saltó ante mis ojos. La admiré unos instantes y pensé que era más gorda y larga que la mía. Empecé a besarla y lamerla como una posesa jugando con mi lengua en su glande hasta que, de golpe, me la metí en la boca hasta donde pude iniciando una mamada que, por sus gemidos, debía de gustarle y estaría haciendo bien para ser mi primera vez. Mientras acariciaba mi cabeza ella sólo me susurraba "Sigue, putita, sigue... Dios, qué placer me das..." Sus palabras me excitaron y me hicieron mamársela con más ansia todavía mientras acariciaba sus hinchadas bolas y pasaba un dedo por la raja de su culo hasta que lo introduje en su hoyito trasero notando sus espasmos de placer mientras a la vez me desprendía de mi vestido quedándome sólo en lencería ante ella. Al cabo de un instante noté como su polla se hinchaba dentro de mi boca anunciando su inminente corrida por lo que aumenté más todavía el ritmo dispuesta a no desaprovechar una sola gota. Empecé a sentir los trallazos de su leche en mi boca teniendo que tragar para que cayese pero logré aguantar un poco en mi boca sin tragármela para, tras limpiársela bien con mi lengua, levantarme a besarla en un caliente beso blanco y pasándole su corrida que fue yendo viniendo de una boca a otra hasta que me la tragué. Ella se había ido desnudando mientras tanto y pude admirarla en toda su plenitud. Era una verdadera diosa.

En esos momentos yo estaba súper caliente pero todavía no me había corrido. Sin decir una palabra me cogió de la mano y me llevó al dormitorio tendiéndome en la cama. Pude ver que su polla todavía no había perdido su dureza, palpitando ante mí. Me empezó a besar en la boca mientras acariciaba todo mi cuerpo. Sus besos fueron bajando por mi cuello, mordisqueando suavemente mis pezones a través del encaje del sujetador, por mi vientre..., hasta que llegó a mi pene que estaba durísimo de la excitación. Lo lamió un poco y sin avisar se lo metió entero en la boca, apretando la base con sus dedos para que no me corriese tan pronto, mamándomela de una manera que me volvía loca de placer. Me hizo darme la vuelta en la cama y, cogiendo mi polla, siguió con su mamada, alternándola con lamidas en la rajita de mi culo y mi ano, haciéndome un beso negro que me hacía chillar de placer como la zorra cachonda que me sentía en ese momento. Pude notar como sus dedos intentaban entrar, lo que no le costó mucho trabajo ya que yo estaba acostumbrada a usar vibradores y plugo anales, pero al poco rato ya tenía 3 de sus dedos dentro de mi culo. Sentí un leve dolor al principio que se fue transformando en más placer todavía al sentir el roce de sus dedos con mi próstata. Paró su mamada, se incorporó un poco sobre mi espalda y, acercando su boca a mi oreja me susurró: "Quieres que te folle, preciosa...?" Oírla decir eso me hizo dar un respingo de placer y que mi polla se endureciese más todavía, y sólo le contesté que sí, que lo estaba deseando. Ella me respondió que me iba a hacer mujer, que esa noche iba a sentir lo que no había sentido nunca, respondiéndole que lo estaba deseando. Mientras me decía eso podía sentir el roce de su polla en mi culito, apenas intentaba meterme la punta, pero poco a poco fue presionando hacia el interior. Sentí algo de dolor al principio y le pedí que parase pero que no me la sacase para que mi culo se fuese acostumbrando. Al poco rato noté como mi culo estaba más relajado y pudo metérmela entera haciéndome sentir un inmenso placer con sus embestidas. Miré hacia el espejo y pude ver como una rubia impresionante se estaba follando a otra chica castaña, lo que me hizo ponerme aún más cachonda, empezando a decirle obscenidades como que era su puta, que me follase más duro, etc., a lo que ella me respondía con lindezas como "Te gusta, zorra? Te gusta que te folle como a una perra...?" , asintiendo yo entre gemidos y aullidos de placer. Estaba disfrutando como una loca y no me arrepentía de haber accedido a su cita. Me moví un poco hacia delante para sacármela y fui yo misma la que me di la vuelta quedando boca arriba en la cama, bien abierta de piernas y mi culo ofrecido para que me siguiese follando. Mientras me follaba nos besábamos jugando con nuestras lenguas, sintiendo el roce de sus tetas en mi pecho. Pude notar como sus embestidas arreciaban y su pollo crecía, lo que me anunció su inminente orgasmo. Me susurró que dónde la quería y le respondí que me llenase mi culo con su leche. Casi de inmediato sentí los chorros de lefa llenándome y me corrí yo también en un impresionante orgasmo sin haberme tocado siquiera. Quedó encima de mí besándonos hasta que su polla se ablandó y salió sola de mi culito, notando como la leche escurría y caía en las sábanas. Nos quedamos tumbadas acariciándonos hasta el momento que dijimos de darnos una ducha, donde volvimos a acariciarnos. No pude evitar volver a agacharme ante ella bajo el tibio chorro de la ducha para volver a comérsela hasta que me hizo levantarme y, dándome la vuelta aprovechando el jabón que tenía por todo mi cuerpo, me la volvió a meter en mi deseoso culito, follándome hasta que nos volvimos a correr las dos, sin dejar de acariciarnos de nuevo hasta que la sentí salir....

Salimos de la ducha y nos sentamos en el comedor a tomarnos algo, ya que estábamos verdaderamente deshidratadas, vestida ella tan sólo con una bata y yo con un babydoll y un tanguita blancos que ella me dejó. No pude evitar mirar el reloj y me di cuenta de lo tarde que era, preguntándome ella si es que pensaba irme. Me la quedé mirando y ella añadió que porqué no me quedaba, que era fin de semana y así no estaríamos solas ninguna de las dos. Lo sopesé unos instantes y decidí quedarme, ya que no estaba demasiado convencida yo misma de irme. Esa noche no volvimos a hacer el amor, pero lo que pasó ese fin de semana merece otro capítulo...

CONTINUARÁ...