Corazones de cera

Lo que parecía un monótono día de trabajo, terminó siendo una aventura deliciosamente cálida.

CORAZONES DE CERA

El día de trabajo ha sido duro, cansado, pero sobre todo tedioso, con algunos conflictos con la clientela y también alguna que otra llamada de atención a los "niñatos" ladronzuelos que tratan de agenciarse algo sin pagarlo. Por fin llega la hora de cerrar las puertas de la tienda al público y es cuando empieza para mí la vida, fuera problemas, y tonterías, yo hoy me dispongo a preparar una velada sensacional en la que todos los problemas sobran y solo quedan mis sentidos para dárselos a mi pareja, esta noche haré protagonistas a su sentido de la vista y el tacto. Esta noche la ropa, los maniquíes y los espejos serán nuestros únicos testigos, sin gente que nos interrumpa.

Me lanzo rápidamente a la tiendecilla de la esquina a comprar unas velitas, un mechero, unas flores y de vuelta corriendo para colocarlo todo. Las velas aromáticas las pongo en el suelo, algunas son de color verde y otras amarillas, juntas revelan un olor a limón fresco y el calor que desprenden crean el ambiente ideal para contener dentro dos cuerpos llenos de amor, reparto ropa por aquí y por allá con la forma de un enorme corazón en donde reposaremos desatando nuestras mas grandes pasiones; las cortinas blancas que uso para cubrir el escaparate cuando se cambia la ropa de los maniquíes harán la función de manta donde regaré flores por aquí y por allá decorando este enorme corazón, pongo a sonar un disco con una música que es muy, pero que muy sensual, me coloco un vestido de volantes negro con un escote de vértigo que quita el aliento a cualquiera, unos zapatos de tacón plateados son el complemento perfecto para adornar mis pies, ¡claro! todo por cortesía de la tienda, me miro al espejo y éste me dice que le gusto y seguro que a mi novio también le gustaré. Un poco de perfume en mi cuerpo, un poco de ambientador en la tienda y listo, solo falta mi cita quien esta impaciente en la puerta esperando el momento de entrar. Me preparo los últimos detalles y me dirijo a la puerta a abrirle, a cada paso que doy los tacones me gritan lo guapa que estoy, y los volantes que caen sobre mi escote me susurran al oído que hoy luzco como una princesilla muy guapa y a la vez muy mala.

Abro la puerta y lo primero que me dice David es: — estás radiante, te ves preciosa— y deja escapar una sonrisilla muy peculiar que nada mas de verla me pone nerviosa, yo me sonrojo, sus palabras de halago hacia mi persona son como una vitamina de efecto inmediato que recorre mi cuerpo de arriba abajo, — Bien — me digo en voz baja todo empieza muy bien. Entra en la tienda y se encuentra con las velas encendidas y con ese enorme corazón en el centro cubierto de flores, respira ese ambiente afrutado plagado de olores cítricos que le ponen el vello de punta, me mira y me dice: — eres genial — me rodea con sus brazos y me da un tremendo beso que casi me deja sin labios. Empezamos a bailar la canción que suena y poquito a poco lo introduzco en aquel corazón, ahora estamos dentro ardiendo igual que las velas, nos movemos lentamente al son de la música que suena casi susurrándonos al oído, me toca con suavidad y delicadeza el pecho, mientras besa mi cuello y mis hombros con ternura extrema, su otra mano se va deslizando poco a poco a mi cadera y se percata de que estoy dispuesta a todo esa noche. Se arrodilla ante mí y coloca mi pie sobre su pierna, levanta los volantes de mi vestido hasta el muslo y lo besa, va bajando poco a poco hasta llegar a mi pantorrilla, me quita el tacón y lo coloca a un lado, se deleita chupando los dedos de mi pié como si fueran caramelos, cambia de pierna y repite la misma operación, con la diferencia de que ésta vez hace una pausa prolongada en mi entrepierna, — ¡mmm!, eres grandioso — le digo, sus besos me provocan un gran placer, esos labios que él besa ahora no cabe duda que son más, mucho más sensibles que los que ha besado hace un instante, sus dedos los acaricia con suavidad y destreza, sus manos poseen una agilidad que hace que me ponga como una moto, el vello de mi cuerpo se pone de punta al igual que mis pezones, al sentir como un calor intenso recorre mi ser de punta a punta. El vestido sobra y me lo quito lentamente mientras él sigue tocándome ardientemente,

Se incorpora lentamente, ahora soy yo la que le ayuda a desnudarse y entre besos y caricias recorro su pecho dándole unos mordisquillos a sus pezones; deslizo mi lengua por sus hombros, un pequeño mordisco en el ombligo, mientras tanto mis uñas en su espalda se clavan delicadamente haciéndole estremecer, le siento, sé que le gustan esos arañazos y continúo mezclando besos y uñas que se clavan en su alma, son pequeñas heridas de amor que se quedan grabadas en el corazón para siempre. Le quito los zapatos, los calcetines, los pantalones caen rápidamente y estoy frente a su sexo, le acaricio suavemente, le paso la lengua muy despacio, es como si surgiera una conversación muy agradable entre los dos, en el que el lenguaje fueran los besos, los chupetones, los lengüetazos, se deja escuchar un — ¡aaahhh! — Lo cual me indica que lo que hago le gusta, — ¡mmmm! — eso a mi también me pone, ¡joder! cómo me pone. Se agacha hasta donde estoy y me coloca frente a él dándole la espalda, me pone la mano en el hombro y me obliga con delicadeza a apoyarme con las palmas sobre el suelo, me penetra, — uuufff — es una sensación indescriptible la que tengo en ese momento, placer, dolor, excitación, amor, todos se reúnen y bailamos al son de las velas, mi reflejo en el espejo con esa cara de placer le excita y hace que disfrute lo que mismo que yo, un maniquí lo tengo de espaldas a mi — mejor será que no mires — pienso, por que lo que yo estoy viendo le daría la vida a cualquiera.

Todo era tan suave, tan fuerte, tan lleno de todo, que no qería que esa sensación terminara, éstos son los momento con los que quiero llenar mi vida entera.

— ¡Siiiiiiiiiiiiii!, por favor no pares— le digo y él me obedece, no para, sigue y me da una alegría tras otra, una alegría especial que solo puedo poseer de ésta manera, me siento viva, me siento plena, tan llena de todo. De repente entre una canción y otra, llega en David su momento tan esperado y nuevamente en mi al mismo tiempo, mis brazos parecen debilitarse, pero ambos hacemos un esfuerzo y llegamos juntos al infinito — ¡Siiiiiiiiiiiiiiii! —

Caemos al suelo pues es un agotamiento lo que invade ahora nuestros cuerpos, pero aún ahí recostada sobre su pecho y la ropa nos seguimos besando con cariño y satisfacción de sabernos juntos, de gozar los momentos que nos da la vida y de disfrutar lo que somos como pareja. Esto sin duda es estar vivo y lo demás tontería. Ese enorme corazón de velas y ropa ha encerrado en su interior un cúmulo de amor y pasión que ha hecho que éste día de trabajo tan agobiante y trivial, se convirtiera en uno de los más especiales esa semana.

—Aquel día de trabajo, lo adoré ¡¡OH si!! Cómo lo adoré —