Corazón puro 4

La historia sigue.

Corazón puro 4

Ver como a Sigrid le volvía el color al rostro hizo que mereciera ese duro combate que tuvimos con Deucalion, me sorprendió la confesión final de Deucalion. Creía que era un monstruo y resulto ser un guerrero muy honorable, mientras estaba pérdida en mis pensamientos una mano agarro la mía.

Era Selene que estaba eufórica al ver que su hermana se estaba curando, el veneno la dejo exhausta y se encontraba muy débil. Decidimos que lo mejor seria llevárnosla a la casa de Selene, allí estaría tranquila y podría descansar. Además las aguas termales le ayudarían en su recuperación.

Ceros cogió en brazos a Sigrid, Entre Sigrid y Ceros se había creado una conexión muy especial, lo notaba no por la forma de mirar de ella, sino la forma de mirarla él. Ceros y Selene estaban uno al lado del otro, yo coloqué las manos en sus espaldas y activando mis llamas nos tele transportamos a la casa de Selene.

Ceros metió a Sigrid en la cama de Selene para que descansara, nosotras esperábamos fuera, admirábamos nuestras armaduras. La de Selene tenía marcas, normal después de semejante combate. La mía estaba destrozada, nuestras armaduras se reparan con sangre, en mi caso tiene que ser regada por mí o por un demonio superior.

En el caso de la de Selene la sangre podía ser la suya o la de un general, entonces me disponía a cortarme la muñeca para verter mi sangre en la armadura para restaurarla. Ceros detuvo mi brazo y me dijo que estuviera quieta.

• ¿Qué haces Ceros?

• No merece la pena verter tu sangre en esta chatarra.

• ¡Que dices!, ¡es mi armadura!

• No lo es, tu padre te mintió.

• ¿Cómo?

• Esta no es la armadura del purgatorio, de haberlo sido, Deucalion no hubiera podido hacerle un rasguño.

Según contó Ceros, la armadura del purgatorio era una armadura majestuosa, era ella quien elegía a la persona digna de poder llevarla. Hasta ahora nadie había podido ser revestida por ella, ni tan siquiera mi padre.

• ¿Dónde está esa armadura Ceros?

• En el volcán Eyjafjallajökull, en Islandia

• ¿Por qué ahí?

• Porque es la puerta al purgatorio.

• ¿Ceros alguien ha sobrevivido al entrar allí?

• No.

Cogí mi espada y la mire con orgullo, entonces Ceros desenvaino la suya, adivine las intenciones y chocamos nuestras espadas. Mi espada terminó hecha pedazos, mire a ceros con desesperación. Mi espada estaba hecha pedazos, como iba a luchar contra mis enemigos.

• La armadura del purgatorio trae su propia espada, una espada majestuosa igual que poderosa, Astartea.

• ¿Por qué mi padre nunca me hablo de esa armadura Ceros?

• Por miedo.

• ¿Miedo a qué?

• Veo que no eres consciente de lo poderosa que eres, tu padre te teme a ti, esta chatarra suprimía tus poderes.

• ¡Porque no me has dicho nada hasta ahora Ceros!

• ¡Pensé que te darías cuenta por ti misma zoquete!

Después de decirme eso me dio un golpecito en la cabeza, tenía que hacerme con esa armadura, sería la primera en ser digna de ser revestida por ella. El problema era que no podíamos dejar sola a Sigrid, entonces Ceros volvió a sonreír otra vez diciendo que él se encargaría de cuidarla.

Selene me miro y me dijo.

• ¡Porque sonríes Astartea?

• Ceros se ha enamorado, jamás pensé que ocurriría.

• ¿Cómo?

• No te preocupes, si Ceros está enamorado de Sigrid, no podría estar en las mejores manos.

• Creo que mi hermana siente algo parecido.

• Vaya par de hermanas enamoradas de dos demonios jajajajaja.

• No te rías cabrona y vosotros que enamorados de dos diosas.

• Lo mejor que me ha pasado en la vida.

Al final Selene me acompañaría y Ceros se quedaría con Sigrid, era lo más lógico Cero era el único experto en venenos y antídotos y lo más parecido a un médico que teníamos en el inframundo. Cuando se lo comentamos a Sigrid parecía encantada, jamás se me olvidara la mirada que le echo su hermana.

Selene colocó su mano en mi hombro, Sigrid se levantó de la cama con la ayuda de Ceros para despedirse de nosotras. Active mis llamas y nos fuimos directas hacia ese volcán de nombre impronunciable, al llegar la visión era desoladora. Roca volcánica por doquier, humo y cenizas y un hedor a muerte.

Selene se tendría que quedar fuera, mi padre tendió un campo de fuerza que disminuía el poder de los dioses. Si Selene se adentraba solo podría usar el diez por ciento de todo su poder, me temía que dentro me esperaban más de una prueba y más de mil peligros.

• Selene ponte la armadura y espérame aquí afuera.

• ¡No!, pienso entrar contigo.

• No puedes.

• ¿Por qué?

• Porque ahí un campo de fuerza que disminuirá tus poderes a un diez por ciento.

• ¡Cómo lo sabes?

• Porque mi padre sabe más por viejo que por diablo.

Le di un beso en los labios y me adentré en esa cueva volcánica oscura, cogí una de las antorchas de la pared y le prendí fuego. La cueva era más espeluznante de lo que me había imaginado, las paredes de lava solidificada hacían unas formas monstruosas a la luz de mi antorcha.

Según fui avanzando empece a ver luz al final de la cueva, cogí uno de mis cuchillos y me dispuse a luchar con quien hiciera falta. Al llegar al final, una especie de esqueleto con capucha me estaba esperando. Me toco en el hombre y noté como si me estuvieran quemando.

Mire y en mi brazo apareció una marca, le mire y le pregunte.

• ¿Qué me has hecho?

• Esta es la marca que acredita que vienes a probar que eres digna de la armadura.

• ¿Qué retos me esperan?

El esqueleto me empezó a contar que tendría que pasar cinco puertas, y que detrás de cada una de ellas. Había un guerrero esperando, cada guerrero sería más poderoso que el anterior. Si por un casual conseguía vencer a todos los guerreros, tendía que demostrar mi poder a la armadura, ella seria quien diera el veredicto final.

• ¿Alguien lo ha conseguido alguna vez?

• No, nadie.

Esa respuesta no me gusto nada, pero necesitaba esa armadura para vencer a los otros cinco generales y después a mi padre. Me coloque delante de la primera puerta, respire profundamente y empuje hasta que esta cedió y se abrió. Detrás de ella había una sala, ni grande ni pequeña.

En el centro de la sala se encontraba mi rival, estaba sentado meditando, pensé que era demasiado confiado para estar meditando teniendo en frente a tu contrincante. Descarte esa idea casi al instante, nadie había conseguido pasar las cinco salas y no sabía hasta que sala habían llegado. Tal vez no pasaron de la primera.

Mire al techo y me di cuenta de que había como unos barrotes de hierro, clavados. Volví a mirar a mi rival y este se levantó, con un gesto de su cabeza me saludo y yo hice lo propio. Sus ojos empezaron a brillar y yo me empecé a hundir en el suelo, este hombre era capaz de utilizar el elemento de la tierra.

Estire mi brazo y me agarre a una de esos barrotes, consiguiendo salir. El hombre volvió a dejar el suelo otra vez solidó. Me acerqué a él rápidamente y empezamos un combate cuerpo a cuerpo, era capaz de parar todos mis golpes y yo parar los suyos, me di cuenta de que me estaba llevando a desde él quería.

Uno de mis golpes fallidos golpeo contra la pared y de ella empezó a brotar un poco de agua, mire al techo y se me ocurrió la manera de vencerlo. Desate mis llamas y empezó a subir la temperatura de esa sala, a él no parecía afectarle, pero a los barrotes de hierro sí, empezaron a fundirse y poco a poco fueron cubriendo el cuerpo del hombre, este no se quejaba, pero intentaba quitarse el metal fundido de encima. Una vez cubierto, golpee la pared y de ella salió un torrente de agua que fue a golpear al hombre. El metal se solidificó y de esa manera aquel hombre quedo inutilizado, la puerta del final de la sala se abrió y yo pude pasar a la siguiente sala.

Cruce la puerta y me encontré con una mujer en la misma postura que el hombre de antes, en la mitad de la sala meditando. Esta era más precavida y tenía una corriente de aire que la cubría rotando alrededor suyo como si fuera un tornado, su elemento era el viento.

No sabía como podría vencer a esta mujer, tenía la esperanza de ser mejor que ella en el cuerpo a cuerpo. Levanto su mano y una tremenda ráfaga de viento me lanzo contra la pared, el golpe fue fuertísimo, pero eso me ayudo a ver lo que tenía alrededor.

La sala tenía unos agujeros, que la mujer utilizaba para alimentar ese viento, tendría que taparlos poco a poco, mi idea era entretenerla luchando con ella y utilizar los cascotes que había por el suelo y mis llamas para fundirlos lo suficiente y cerrar la aberturas.

Esa mujer era una experta luchadora, si no fuera porque tenía prisa me hubiera pasado luchando con ella todo el día. Me consiguió dar un puñetazo que me echo para atrás cayendo al suelo, me apoye en una de mis manos y le lance una patada que la lanzo contra el muro. Aproveche para coger dos cascotes y cerrar dos de las aberturas.

Me quedaban cuatro, la mujer me lanzaba ráfagas de viento que me vacían mucho daño, pero no eran tan fuertes como al principio. Empecé a entender la cadencia de sus movimientos y me empecé a adelantar a sus golpes, con el brazo derecho le pare su puñetazo y con el codo izquierdo su patada. De un cabezazo le rompí la nariz, dejándola medio inconsciente. Utilice esto para tapar todos los agujeros restantes, la mujer se levantó e intento utilizar el viento, pero al no quedar aperturas no podía.

La mujer se volvió a sentar en la mitad de la sala y la puerta del final de la sala se abrió. Al cruzar al siguiente me encontré con una sala llena de llamas, este no estaba sentado, me ataco con una bola de fuego que me impacto en todo el pecho. Eran calientes pero ni punto de comparación a las mías.

El hombre envuelto en llamas evito en todo momento el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, solo me atacaba con sus llamas. En un momento dado todas las llamas que había en la sala empezaron a rodearme, se fueron acercando hasta cubrirme por completo. No solo eran llamas calientes, podían ejercer presión sobre su adversario, yo desplegué mis llamas negras haciendo retroceder a las suyas.

Aquel hombre no podía entender como podía repeler su ataque, lo entendió cuando por primera vez mis llamas se abrieron paso entre las suyas y consiguieron alcanzarle hiriéndolo en un brazo. Se levantó del suelo y mirando su herida se enfureció, empezó a concentrar unas llamas cada vez más calientes, yo hice lo propio y ese sería el modo en que se decidiera el combate.

Decidí que esto ya estaba tardando demasiado y desplegando mi aura de combate mis llamas alcanzaron los seis mil grados consumiendo las suyas y al él en le camino. Cuando el fuego se disipó y el hombre cayo al suelo en forma de cenizas y la puerta se abrió. Al cruzarla me encontré con una sala llena de agua, este era el peor enemigo que me podía tocar, el agua era antagonista natural del fuego, tal vez calentando mis llamas al máximo podría evaporar su agua, pero lo conseguiría antes de agotar todo mi poder.

No veía la manera de vencer a este adversario, él se iba moviendo por toda la sala guardando las distancias, a su vez llenando la estancia de agua. Al principio mis movimientos eran rápido y a punto estuve de alcanzarlo en un par de ocasiones, el agua cada vez se acercaba más a mi cintura entorpeciendo mis movimientos.

Si el agua lograba sobrepasarme y llegar al techo, estaría muerta, me movía para intentar provocarle un fallo y así poder aprovecharlo para golpearle. En uno de esos movimientos noté como el agua se filtraba por en suelo, todavía estaba a tiempo de golpear el suelo y agarrarme a la pared.

Enfunde mi mano con las llamas negras del purgatorio que evaporaron lo suficiente el agua para poder golpear el suelo con la suficiente fuerza, el golpe fue tan fuerte que el suelo se abrió. Me moví lo más rápido que pude y me agarre a la pared, el agua se fue por el agujero que había creado junto al hombre.

Una vez la sala despejada me senté durante un rato a descansar, parecía que no, pero había combatido contra cuatro adversarios sin descansar nada. Me preguntaba cuanto tiempo habría pasado y como se encontraría Selene. Sabía que ella sabía cuidarse muy bien solita, pero eso no significaba que no me preocupara por ella.

La última puerta se abrió y me levanté para cruzarla, al hacerlo me encontré con un cuerpo hecho enteramente por electricidad. No tardo ni un segundo en atacarme, los rayos que lanzaba eran muy fuertes. Cada vez que me alcanzaba percibía heridas, se movía demasiado deprisa. Fue colocando trampas por toda la estancia que me impedían moverme, cada vez que pisaba una de estas trampas me electrocutaba, hecho que él aprovechaba para lanzarme otro rayo.

Parecía que disfrutaba con mi sufrimiento, se reía cada vez que me alcanzaba con sus rayos. Entonces me di cuenta, en esa sala había cuerpos de guerreros muertos y todos portaban armas de metal, el metal atraía los rayos. Me moví lo suficiente pisando a propósito una de sus trampas para clocarme cerca de uno de los cuerpos que tenía una espada en la mano.

Yo clave la espada en el suelo, y su rayo se desvió hacia la espada, de esa forma me libre del ataque y por primera vez pude moverme con cierta libertad. Coloque estratégicamente las demás armas de metal por la sala y de esa manera podría esquivar sus ataques.

Al ver que con sus rayos no podría vencerme, me ataco cuerpo a cuerpo cogiendo una espada, yo cocí otra poniéndonos a combatir. No era malo, pero mi destreza con una espada en la mano era muy superior a la suya. Al ser un cuerpo hecho enteramente de energía no podía matarlo con la espada, pero gracias al combate que estaba librando con él, pude acercarme lo suficiente para propinarle una patada en todo el estómago que lo mando volando. Traspasando la puerta del final de la sala y terminando en la sala donde se encontraba la armadura.

La armadura se iluminó destruyendo el cuerpo eléctrico en un instante, esa misma energía me envolvió a mí, podía escuchar una voz que me decía que quería ver mi poder en todo su esplendor. Así lo hice, desate ese poder monstruoso que dormía dentro de mí y desate las llamas del purgatorio con todo su poder.

Las llamas eran tan potentes que las paredes y el techo se empezaron a fundir, entonces mis llamas y el poder que emanaba la armadura se sincronizaron y esta se desarmo empezando a revestir mi cuerpo. Una vez que la tuve puesta pude notar el poder que emanaba de ella.

Parecía que estuviera hecha para mí, era una armadura negra que me cubría el cuerpo entero, tenía una capa carmesí. El yelmo lo sujetaba con mi mano izquierda y mi nueva espada con la mano derecha. Me di media vuelta y me dispuse a salir de esa cueva para reunirme con Selene, según iba saliendo, todo ser vivo que se cruzaba conmigo se arrodillaba a mi paso, no entendía por qué.

Al llegar donde estaba esqueleto, agacho la cabeza y me llamo su reina. Lo miré y seguí mi camino hasta salir de esa espeluznante cueva, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero estaba realmente agotada, para conseguir la armadura tuve que utilizar todo mi poder.

Cuando por fin vi la luz del día, mire y vi a mi amor esperándome fuera, parecía muy preocupada, cuando me vio se me echo encima y me empezó a besar. Una vez calmados los ánimos me dijo que teníamos que volver.

Según me contó, Sigrid se había puesto en contacto con ella para decirle que Fibrizo se estaba acercando, sabía que si mataba a Sigrid y Ceros eso decantaría la lucha a su favor. Selene coloco su mano sobre su hombro y nos dispusimos a volver a su casa.

Cuando llegamos estaba sitiada por los guerreros de Fibrizo, no había rastro de él. Ceros y Sigrid habían vencido a la mayoría de los guerreros de Fibrizo y ahora se enfrentaban a sus mejores hombres.

El guerrero que podía tele trasportarse intento hacer la misma maniobra con Sigrid, pero esta aprendió de la otra vez y se movió en el último momento, cociéndole del brazo y congelándolo al instante.

Gracias a mi nueva armadura, podía acceder a todos mis poderes y uno de estos me permitía detectar a mi enemigo por muy lejos que estaría y enviarle mis llamas para interceptarlo. Una sonrisa se reflejo en mi rostro cuando detecte el poder de Fibrizo, le envié mis llamas pero no para incinerarlo, sino para traerle ante mí.

Un incrédulo Fibrizo me miraba y se le cambiaba el color de la cara, se recupero enseguida, tomo distancia y me empezó a atacar con su hielo infernal. Ese hielo que le otorgo mi padre también podía neutralizar un poco mis llamas, lo suficiente para no poder dañarle. Solo un frió superior al suyo podía vencerlo y eso lo teníamos.

Fibrizo empezó a congelarlo todo a mi alrededor pensando que todo ese frió me detendría, mi nueva armadura me protegía muy bien de su frió y de esa forma mis movimientos no se veían afectados. Desenvaine mi espada y mientras tenía sus brazos extendidos hacia delante lanzándome ráfagas de hielo y riéndose, saboreando su victoria. Yo me acerque con movimientos rápidos hasta colocarme delante de él, de un movimiento de mi espada cercene sus dos brazos. Fibrizo dejo de reírse para poner una expresión de verdadero terror.

Lo cogí de su cabeza y empecé a apretarla con todas mis fuerzas, Fibrizo pataleaba, me puse a caminar mientas tenía el cuerpo de Fibrizo levantado del suelo y le aplastaba el cráneo, cuando llegue a una gran roca le clave la espada en el pecho dejándole clavado en la roca.

Mire a Sigrid y esta sabia lo que tenía que hacer, uso un hechizo que encerró a Fibrizo en un ataúd de hielo para toda la eternidad, este ataúd tenía una particularidad y era que el hielo estaba vivo. Se alimentaría de Fibrizo por toda la eternidad manteniéndolo con vida entre agónicos sufrimientos.

Sigrid se quedo muy débil después de usar ese hechizo, pero en su rostro se podía ver que estaba satisfecha, Selene la acompaño junto a Ceros dentro de la casa. Yo me quede un rato viendo a Fibrizo como empezaba a sufrir, envaine mi espada y decidí regresar junto a Ceros, Sigrid y Selene.

Los dioses se llevaron a Fibrizo para que siguiera sufriendo por toda la eternidad mientras iba siendo consumido poco a poco por el ataúd.

Ya iban dos generales derrotados, cada vez estaba más cerca de mi padre.

Continuará.