Corazón puro 3

La historia sigue.

Corazón puro 3

Cuando me desperté tenía a Selene abrazada a mí, verla dormir era una delicia. La observé durante un rato y decidí levantarme, al levantarme tuve mucho cuidado para no despertarla. Cogí mi espada y salí a fuera a entrenar con ella.

Seguí al pie de la letra el entrenamiento que Ceros me enseño, también recordé lo que me dijo una vez, el exceso de confianza en tu destreza con la espada te llevara a la ruina. Siempre habrá alguien mejor que tú blandiéndola.

Selene se despertó, pero yo estaba tan absorta en mi entrenamiento que no me di cuenta de que estaba en la puerta mirando todos mis movimientos, volvió a entrar y salió con una lanza. Se puso delante de mí y me reto.

• Dicen que eres una de las mejores con una espada en la mano.

• ¿Eso dicen?

• Si y me gustaría comprobarlo.

Selene se puso en guardia, su guardia no tenía puntos débiles, le proporcionaba una buena defensa y de esa forma atacar con el mínimo riesgo. Sus movimientos eran muy fluidos y bien aprovechados.

Era una guerrera formidable, mi espada y su lanza desprendían chispas al chocar. En el rostro de Selene había una gran sonrisa, en la mía también. No me la veía, pero la emoción que me embargaba, lo decía todo.

Fue un buen entrenamiento, las dos estábamos agotadas y decidimos darnos un baño antes de desayunar. Selene me llevo a un nuevo lugar, las montañas eran volcánicas. No estaban activas, pero tenían unas aguas termales increíbles, nos pusimos una en frente de la otra.

• Estoy un poco preocupada con lo de ese general.

• Bueno, si luchamos juntas, no habrá problemas.

• Dijiste que era el más débil, ¿verdad?

• Si, pero no te confíes, tiene mucho poder.

Me acerque a ella y la bese, después me senté a su lado. Pasándole el brazo por la espalda la atraje hasta mí y así estuvimos por un rato. Salimos de las aguas y después de volver a su casa. Nos dimos una ducha rápida y nos pusimos a desayunar.

Tenía un habré de lobos, estaba famélica, Selene preparo un copioso desayuno y no quedo absolutamente nada. Casi no tuve que fregar los platos de lo limpios que quedaron.

Después salimos con la intención de visitar a la loba que protegimos y salvamos días atrás. Cuando llegamos no conoció enseguida, los cachorros salieron y empezaron a brincar a nuestro alrededor muy juguetones.

MIENTRAS TANTO EN EL CASTILLO DE LOS DIOSES

Sigrid había salido a hacer sus ejercicios matutinos, su entrenamiento era riguroso y no fallaba ningún día, quería controlar su poder lo antes posible. Los demonios atacarían y su hermana y Astartea la necesitaban.

Controlar debidamente el cero absoluto requería muchísima energía pero también una serenidad impasible. Ahí radicaba el problema de Sigrid, no era capaz de mantener la concentración debida y no conseguí llegar al frió absoluto.

Tan absorta estaba que no vio que alguien se le acercaba, era un demonio con la capacidad de tele transportarse. Apareció al lado de Sigrid y le hizo un corte con un cuchillo en el brazo.

Sigrid intento contraatacar, pero le fue imposible, para cuando cogió la espada. Este ya se había desvanecido, se acercó a un riachuelo para limpiarse la herida cuando empezó a encontrarse mal y predio el conocimiento.

Selene y Sigrid tenían una conexión muy estrecha y fuerte, mientras Selene jugaba con los cachorritos, noto un golpe síquico que la dejo turbada.

• Astartea, algo pasa con mi hermana.

• Muy bien, ¿puedes saber donde esta?

Selene se concentró aunque el golpe síquico le había aturdido, tuvo una visión de su hermana tumbada al lado de un riachuelo.

• He conseguido esta visión, mi hermana está muy débil, no he conseguido conectarme telepáticamente con ella, ¿será suficiente?

• Sí.

Coloque mi mano sobre su cabeza, la energía residual de su conexión era débil, pero suficiente para poder tele transportarnos allí. Cuando llegamos Sigrid tenía una fiebre muy alta, le costaba respirar y le salían unas venas negras de la herida que le habían causado.

Conocía esos efectos, veneno de magia negra, le di un poco de mi sangre, eso ralentizo un poco su deterioro, pero como temía, este veneno estaba hecho con otra sangre que no era de mi linaje, cogimos a Sigrid en brazos y nos dirigimos corriendo al castillo. Abrieron la puerta cuando nos vieron entrar.

Lo primero que hicimos es poner a Sigrid debajo del agua fría de la ducha, había que bajar esa fiebre. Después mandé un aviso síquico a Ceros, si alguien podía ayudarnos era él. Selene estaba destrozada, veía como su hermana se estaba consumiendo. Yo la sujetaba fuerte contra mí para que viera que no estaba sola.

Ceros hizo acto de presencia delante del portón del castillo, con su aura de combate activada. Todo a su alrededor temblaba gracias a la intensidad de su aura, los guerreros de los dioses se colocaron dispuestos a rechazar al enemigo y apuntaron en dirección donde estaba Ceros.

Salí corriendo y me puse delante de él, les hice ver que Ceros había venido para ayudar a Sigrid.

• Tú también podías cortarte un poco, ¿no?

• Que quieres, estoy en territorio enemigo.

• ¡No son nuestros enemigos!, demasiados años combatiendo.

• Es la costumbre.

Abrieron el portón y dos guardias nos escoltaron durante todo el camino hasta la habitación de Sigrid, allí esperaba el anciano general, que se quedó mirando a Ceros, este no se cortó y tuvieron una pequeña guerra de miradas.

Pensé que se pondrían a combatir en ese mismo instante, pero no fue así. El anciano alargó la mano en forma de agradecimiento y Ceros se la estrecho con una sonrisa. Me sorprendió, desde que le asignaron ser mi adiestrador no le había visto sonreír nunca.

Ceros la examino minuciosamente y extrajo parte del veneno de la herida y usando un hechizo supo con la sangre de quien estaba hecho ese veneno.

• Este veneno está hecho con la sangre de Deucalion, no os la dará amablemente, tendréis que luchar.

• Lo sé Ceros, estoy segura de que esto es cosa de Fibrizo.

• ¿Podremos vencerlo? – pregunto Selene entre lágrimas.

• Deucalion es un adversario temible, recuerda usa la cabeza – dijo Ceros.

• Lo sé Ceros, es el demonio con la mayor fuerza física del inframundo.

• Dijiste que era fuerte, ¿es para tanto?

• Si Selene, no le llaman lobo infernal por casualidad.

Selene se sentó en una butaca que Sigrid tenía en su habitación, Ceros se me acerco y me dijo que teníamos que traer las hiervas que utilice para curar la herida de la loba. Cogí de la mano a Selene y me la llevé a recoger esas hiervas.

• No toda está perdido Selene.

• ¡Pero según decís ese demonio es invencible!

• No hay nadie invencible en este mundo.

• ¿Ni tan siquiera tú?

• Ni yo tampoco, lo venceremos y utilizaremos su sangre para curar a tu hermana.

Tardamos un buen rato en encontrar las plantas, hicimos una pomada con ellas para facilitarle el trabajo a Ceros y nos dispusimos a volver al castillo. Una vez allí, Ceros mezclo la pomada con su sangre y la mía.

• ¿Ceros, no será demasiado?

• No queda otra Astartea, tenemos que ganar tiempo.

• ¡Venceré a Deucalion!

• Lo aremos juntas – dijo Selene.

• Luchad juntas y cuidad la una a la otra, recordad, más vale maña que fuerza.

De repente empezamos a escuchar una voz desagradable, ea la de Fibrizo.

• Como esta esa guerrera, espero que se ponga bien jajajaja.

• Eres un cobarde Fibrizo, por algo eres el más débil de los generales y el más cobarde.

• Tú sigue insultando Astartea, el tiempo corre y Deucalion espera.

• Tiene gracia, estoy segura de que Deucalion dará la cara, no como tú ¡cobarde!

• Me estás cansando Astartea, la protección de tu padre no será eterna.

• Crees que necesito la protección de mi padre, ven aquí y verás quien de los dos necesitara protección.

No pude evitarlo, mi aura de combate se desató por la ira, las llamas del purgatorio rodearon mi cuerpo y todo empezó a temblar, fue Selene la que arriesgando su vida se abrazó a mí para conseguir que me calmara. Apreté a una llorosa Selene contra mí y miré al cielo.

• Fibrizo, a todos nos llegará la hora, la tuya está próxima.

El aura de Fibrizo desapareció entre una gran carcajada, ese general me sacaba que quicio. Nunca llegaría a entender por qué mi padre le nombro general habiendo demonios mucho más poderosos que ese. Ceros salió a decirnos que Sigrid había despertado, la pomada había empezado a hacer efecto, pero este seria durante un tiempo.

Selene corrió hasta llegar as la habitación y abrazo fuertemente a su hermana, esta agachaba la cabeza avergonzada. Sentía que nos había fallado a todos.

• No te castigues así Sigrid.

• ¡Os he fallado Astartea es un hecho!

• No lo es, el que te ha atacado es un hombre de Fibrirzo.

• Debí verlo venir.

• No, ataca a traición y sabe elegir bien en que momento hacerlo, siempre elige el momento más vulnerable para atacar.

Deje a Selene que halara con su hermana, parecía más contenta y más tranquila una vez esta había despertado. Yo salí de la habitación y fuera había unos cuanto guerreros que me esperaban, me puse un poco tensa. Entonces Ceros me aviso telepáticamente diciéndome que los acompañara.

Me custodiaron hasta un salón muy grande donde estaban El anciano y Ceros, tomando una copa y hablando de viejos tiempos. Ceros le estaba diciendo que lo mejor que podían hacer era mandarnos a Selene y a mí, el general pensaba que no podríamos hacer frente al ejército de ese general nosotras solas.

Ceros le contó que aunque Deucalion fuera un demonio y un salvaje, tenía un código de honor. Si íbamos las dos, se enfrentaría a nosotras y no permitiría que ninguno de sus guerreros nos tocara ni un pelo.

• ¿Estás seguro de eso? – pregunto el anciano.

• Si, Deucalion fue uno de mis subordinados.

• As dicho que es inmune a la magia.

• Si, pero el fuego de Astartea no es mágico, ese fuego tiene vida y elige a sus dueños, Selene por lo que he podido comprobar controla el clima.

• Así es – dijo el anciano.

• El viento, fuego, agua y tierra no son solo magia, puede crear hielo juntando agua y viento.

• ¿A dónde quieres llegar?

• A que las dos son las únicas guerreras que tienen alguna oportunidad para vencerlo.

Mi padre siempre me dijo que era más fuerte individualmente que todos los generales, sabía que eso no era así. Mi poder era superior al de Deucalion, pero su fuerza me superaba, tendríamos que esforzarnos a tope para poder traer el antídoto a Sigrid.

Entre en el salón y salude a los dos, ellos me devolvieron el saludo entonces me puse en frente de Ceros y le pregunte.

• ¿De cuánto tiempo disponemos?

• Como mucho hasta mañana al mediodía, no creo que su cuerpo aguante más - dijo Ceros.

• Dime tu opinión y se sincera, ¿podréis con él? – dijo el anciano.

• Sí, podremos con él.

• ¿Cómo estás tan segura? – dijo el anciano.

• Porque no tenemos más opción.

Deje a los dos rememorando batallitas y me dirigí a la habitación de Sigrid, esta estaba dormida y Selene la tenía cogida de la mano, cuando me vio entrar se abrazó a mí y no pudo resistir el besarme. La cogí del brazo y me la llevé a su habitación.

Lo necesitábamos las dos, toda la tensión acumulada de ver a Sigrid como se degradaba y ver como afectaba a Selene. Me dolía sobremanera no poder ayudar más a Sigrid a soportar el dolor que ese veneno le estaría provocando.

Entramos en la habitación y nos desnudamos la una a la otra, Selene se puso de espaldas, yo me acerque por su espalda y al notar mi aliento en su nuca, todo su cuerpo se estremeció, cogió una de mis manos y la llevo hasta su coño. Estaba húmedo y aproveché para meterle uno de los dedos dentro.

Lo empecé a mover mientras con el dedo le estimulaba el clítoris, Selene empezó a jadear, echaba hacia atrás su cabeza buscando el contacto de sus labios con los míos, tenía los ojos brillantes y me miraba con un deseo incontrolable.

Mientras tenía uno de mis dedos metido en el coño de Selene, metí otro de los dedos de mi otra mano en la boca, lo ensalive bien y empecé a metérselo en el culo. Selene dio un respingo, pero enseguida empezó a pedir más. Su voz se entrecortaba gracias a las oleadas que le provocaba el sentirse doblemente penetrada.

Mientras yo le daba placer en el culo y en el coño, Selene se dedicaba a darse placer con sus pechos, tenía unos pezones grandes y rosaditos. Chuparlos, lamerlos me volvía loca, Selene no tardo en correrse entre alaridos.

Cuando se corrió y volvió a recuperar el aliento, se dio la vuelta y me beso de tal forma que no hacia falta decir lo mucho que nos amábamos. Mi coño parecía un rió, cuando Selene poso su mano sobre él una corriente eléctrica recorrió toda mi espalda hasta llegar a mi cabeza. Me tuve que apoyar en Selene para no caerme, no me había pasado nunca, me había corrido solo por notar el contacto con la mano de la mujer que amaba.

Selene se agachó y metió su cabeza entre mis piernas, yo las separé lo más que pude para facilitarle el acceso, su lengua empezó a hacer un trabajo estupendo, no podía sentir más que las oleadas de placer que salían de mi coño. Eran como olas que chocaban contra mi cerebro.

Yo no podía casi ni hablar, solo salía que quería más de mi boca, no tarde en correrme, nos terminamos tumbando en la cama un rato y después nos duchamos juntas.

Tuvimos sexo por dos razones, una porque lo necesitábamos ambas y segundo porque teníamos que ir lo más relajadas posibles a este combate, una indecisión y el lobo infernal nos partiría por la mitad.

Selene fue revestida por su armadura y yo por la mía, ya estábamos preparadas para ir a enfrentar a Deucalion. Selene cogió mi mano y mis llamas nos llevaron al castillo donde vivía ese monstruo. Cuando llegamos un reducido número de hombres nos esperaba, yo no me anduve con medias tintas, desenvaine mi espada y colocándosela en el cuello le dije que llamara a su general.

Un aullido infernal se escuchó y de un salto apareció ante nosotras el demonio más grande y amenazante de todos, sus ojos eran de un rojo intenso, media más de dos metros y medio y su espada parecía no tener fin. Sus garras eran capaces de despedazar cualquier cosa y sus colmillos podrían hacer trizas nuestras armaduras.

Deucalion no se hizo esperar, fue a atacar a Selene desde arriba, yo me interpuse y pare sus dos brazos con los míos. El golpe fue tan fuerte que el suelo se empezó a hundir bajo mis pies y la onda expansiva de golpe lanzo hacia atrás a Selene y a sus propios hombres.

Deucalion me miro, en su rostro no había burla, había encontrado adversarias dignas y quería disfrutar el combate, Selene invoco unos vientos huracanados que lo mando volar lo suficiente para conseguir que me recuperara.

Mis brazos temblaban por la intensidad del golpe, había conseguido detenerlo, pero cuantos golpes así podríamos soportar. Deucalion sonrió y de un rápido movimiento, agarro nuestras cabezas y las estampo contra una gran roca, el dolor fue insoportable.

Mientras él seguía apretándonos contra la roca, cocí un pequeño cuchillo que tenía a mi espalda y se lo clave en un costado a Deucalion, una vez que nos soltó, le propine un puñetazo que lo mando hacia atrás y eso le dio tiempo a Selene para invocar un rayo tan potente que por primera vez Deucalion grito de dolor.

Ahí estaba el punto débil, era inmune a la magia, pero no a los elementos, Selene invoco un tornado que levanto del suelo a Deucalion, después invoco granizo mezclando agua y viento frío. Estos granizos eran filosos, al entrar en el tornado empezaron a girar a una velocidad asombrosa despedazando el cuerpo de Deucalion poco a poco. Deucalion tenía un factor de regeneración asombroso y según recibía heridas las iba cerrando. A mí se me ocurrió una idea, el viento reforzaría mis llamas haciéndolas tan fuertes que Deucalion no podría regenerarse.

Desate todas mis llamas negras, Selene desato sus vientos y cuando los dos elementos se fusionaron, crearon una tormenta de llamas que rodearon a Deucalion haciende hincar la rodilla mientras era incinerado.

Deshicimos las llamas y el viento, Deucalion cayo al suelo derrotado, casi todo su cuerpo estaba calcinado, Selene empezó a llorar. Tal vez su sangre ya no valdría de nada, entonces se nos acercó uno de los guerreros y dándonos un vial nos dijo.

• El general dio órdenes que de perder, os entregáramos este vial con su sangre.

Yo mire a Deucalion que con su mano me indico que me acercara, me agache y cogiendo su cabeza la puse sobre mi cuerpo, no le quedaba mucho y quería decir sus últimas palabras.

• Astartea quería pedirte perdón por lo que le hicimos a tu madre, quiero que sepas que yo no estaba de acuerdo, cumplía órdenes, aunque eso no es una excusa, ¿me perdonaras algún día?

• Te perdono Deucalion.

• También quería pedirte perdón a ti guerrera de los dioses, la jugada de Fibrizo fue muy sucia, con mi sangre podréis curarla.

A Selene no le dio tiempo de contestar pues Deucalion murió con una sonrisa llena de paz en su rostro, nosotras volvimos al castillo de los dioses donde Ceros preparo el antídoto que finalmente curo el veneno del cuerpo de Sigrid.

Uno de los generales había caído, el siguiente seria Fibrizo.

Continuará.