Corazón puro 2

La historia sigue.

Corazón puro 2

Un enorme rayo cayo sobre los cuatro demonios fulminándolos al instante, mire hacia la entrada de la casa y allí estaba Selene, con el pelo alborotado, los ojos en blanco, era hermosa y amenazante a la vez, no pude evitar ponerme cachonda.

De los cuatro demonios solo uno sobrevivió, tumbado en el suelo y jadeando por el dolor, estaba en las últimas.

• ¿Con qué una diosa débil he?

• Es igual hemos sitiado el ejército donde se encuentra su hermana, si no entrega los poderes todos morirán, jajajajaja.

Le clave mi espada para que dejara de reírse, mire a una preocupadísima Selene. Le puse la mano en el hombro y le dije.

• ¿Tienes armadura?

• Sí.

• Bien, ¡cógela que nos vamos!

• ¡No llegaremos a tiempo!

Selene activo su poder y al instante fue revestida por una preciosa armadura en tono plateado, yo grité ¡AMÓN! Y también fui revestida por la mía. Las llamas del purgatorio además de para atacar también me permiten tele trasportarme al instante donde yo quiera.

Mis llamas nos cubrieron a las dos y en un instante estábamos sobre una ladera, bajo ella estaba el ejército de la hermana de Selene y el ejército comandado por Fibrizo, les había rodeado completamente.

• Selene concentra el rayo más potente que puedas y lánzalo contra el ejército demoniaco.

• ¿Tú que vas a hacer?

• Creare un muro de fuego alrededor del ejército de tu hermana.

Mientras Selene concentraba su poder, un grandísimo poder todo hay que decirlo, yo salte y termine en la mitad del ejército donde estaba la hermana de Selene, coloque la mano sobre el suelo y broto una pared de llamas negras que al intentar penetrarlas, los demonios se iban incinerando, entonces se escuchó un estruendo y un enorme rayo cayo sobre el ejército demoníaco.

La hermana de Selene coloco el filo de su espada sobre mi cuello, la miré y en su mirada no vi vacilación alguna. Un movimiento en falso y me hubiera decapitado, entonces Selene llamo su atención.

• Hermana déjala esta conmigo.

• ¿Pero sabes quien es Selene?, ¡Es Astartea, la hija del rey del inframundo!

• Lo sé y también es la que me salvo la vida.

La hermana de Selene se llamaba Sigrid, era más bajita que su hermana mayor, pero también era muy guapa, la diferencia entre las dos era que Sigrid no sonreía nunca. Fibrizo se me quedo mirando con una mirada de odio sin igual, entonces una voz de ultratumba emergió de la nada, era mi padre.

• Astartea esta traición no se te será perdonada, por muy hija mía que seas.

• ¡No quiero tu perdón!, ¡los seis generales y tú pagaréis por la muerte de mi madre!

• Tu madre era irrelevante, la utilicé para concebirte, no lo entiendes.

• ¡El que no lo entiende eres tú!, ¡me quitaste lo único que me importaba en esta vida y pagaras!

Fibrizo se estaba impacientando y amago con atacar, mi padre le detuvo, dos guerreras habían mermado su ejército, le dijo que se replegara y volviera al inframundo. Fibrizo entonces dijo.

• Disfrute matando a tu madre y disfrutaré matándote a ti.

• Eso lo veremos, tal vez tengas que tragarte tus palabras.

El ejército demoníaco desapareció y yo me quede mirando a la nada y apretando con fuerza la empuñadura de la espada, Selene me abrazo por atrás y me dijo que estuviera tranquila.

Todo el ejército de los dioses me miraba con recelo, no les culpaba. Era un demonio de rango superior, muchos de mi rango los habían asesinado sin compasión. Con el único propósito de crear una guerra para mi padre.

Entonces el comandante de lo que quedaba de ejército hizo acto de presencia ante mí, sujetaba la empuñadura de su espada con mucha fuerza. Yo cogí la mía y se la entregué, su rostro reflejaba sorpresa. Yo sonreí y le dije que estaba para ayudar.

• No lo comprendo, ¿por qué ayudarnos?

• Ya lo he dicho quiero vengarme de los seis generales y de mi padre, Creo que así ganaremos una tregua.

• No te entiendo.

• Es fácil, si mi padre es derrotado, yo seré la que gobierne el inframundo.

• ¿Entonces es lo que deseas?

• En absoluto, lo dejaría en manos de alguien lo suficiente poderoso como para gobernarlo y de confianza.

• ¿Y tú?

• Yo tengo otros planes – mirando a Selene.

• Que planes.

Le expliqué que una vez la guerra hubiera terminado, los dos ejércitos nos mantendríamos al margen y dejaríamos el planeta en manos de los mortales. No intervendríamos a no ser que la amenaza les superara a ellos.

Una luz cegadora empezó a descender y se posó delante de mí, era uno de los generales del ejército de los dioses, era un hombre imponente y muy serio.

• ¿Lo que has dicho va en serio?

• Totalmente.

• Derrotar a tu padre no será fácil.

• Lo sé, pero hay una manera.

Les dije que yo era la única que había nacido con estos poderes, los seis generales al nacer no eran tan poderosos, mi padre fue el que compartió parte de su poder con ellos.

Si conseguíamos derrotar a los generales ese poder no volvería a mi padre y su poder disminuiría bastante.

• También podríamos atacarle ahora – dijo Sigrid.

• No, ahora mi padre es escoltado por los generales, su poder esta al máximo.

Les hablé de los generales, el primero seria Fibrizo, con ese acababan de combatir. Su poder ofensivo era usar el hielo del inframundo. Ese hielo podía congelar al instante todo lo que tocaba, también le permitía crear armas con él.

El hielo que creaba era tan duro como el acero y lo peor era que si te clavaba una espada creada con ese hielo te congelabas de dentro hacia fuera.

• ¿Existe alguna forma de combatir ese hielo? – preguntó el general.

• Si mis llamas y el cero absoluto.

Todos sonrieron, yo me quede mirando sorprendida, pocos tenían la capacidad para utilizar con éxito el cero absoluto. De hecho Fibrizo era el ser que más se había acercado a él. Selene se me acerco y me comento que Sigrid era una de esas personabas que dominaban el cero absoluto.

• ¿Tú puedes dominarlo Sigrid?

• Si, pero me agoto enseguida, todavía no tengo un control absoluto.

• Y los demás generales – pregunto Selene.

El siguiente general de la lista se llamaba Garve, este era un antiguo dragón que para obtener más poder se convirtió en demonio, adquirió forma humana, pero la bondad que tenía se corrompió. Su poder estaba basado en el fuego.

El fuego de dragón estaba considerado uno de los más poderosos que existía y tenía el mismo rango que el mío, si me preguntaran no sabría decir cuál de los dos es más poderoso, jamás había combatido contra él para comprobarlo. Era muy resistente cuerpo a cuerpo, su piel había adquirido las propiedades de las escamas de dragón, sus debilidades eran el frió y el agua.

El tercer general era Deucalion, era un hombre lobo gigantesco, era ciego, pero eso no debía llevarnos a un error. Sus demás sentidos eran tan agudos que suplían su falta de visión a la perfección.

Tenía una fuerza física gigantesca y su velocidad era asombrosa, mi padre le otorgo la capacidad de ser inmune a la magia. No se conocían debilidades, tendríamos que descubrirlas según fuéramos combatiendo.

El cuarto general era Dentalion, su poder se basaba en el control molecular, podía convertir su cuerpo en intangible o hacerlo prácticamente indestructible, combatir con el era muy difícil. Se dejaba golpear haciéndose intangible, de esa manera cualquier ataque le traspasaba. Acto seguido él volvía su cuerpo a la normalidad asestándole un golpe mortal.

Dentalion tenía una fuerza física casi tan grande como Deucalion y era el demonio más antiguo entre los generales, su destreza en combate era sobresaliente y nunca había conocido la derrota, su único punto débil era cuando pasaba de fase.

Cuando pasaba de la fase intangible a la sólida, había una milésima de segundo que si le atacabas al corazón podía ser derrotado, muchos dijeron que en el ejército de los dioses había guerreros muy rápidos.

• La única que llego a acercarse lo suficiente para lograrlo fui yo y me lleve este recuerdo.

Tenía una cicatriz que pasaba de lado a lado por mi espalda, lo más peligroso de Dentalion no eran sus poderes sino su inteligencia, su sobresaliente estrategia y su destreza.

El quinto general era Azazel, era el peor de los generales en combate cuerpo a cuerpo, su poder radicaba en poder entrar en tu corazón y encontrar la persona que más amabas. De esta forma adquiría su forma y no eras capaz de atacarle.

Para muchos pareció un poder ridículo, pero todos los adversarios que había aniquilado utilizando este poder no estarían de acuerdo con esa afirmación. Para suplir su falta de destreza tenía a dos guerreros que le acompañaban a todos lados.

Estos guerreros habían sido entrenados por Ceros en el pasado y se podía decir que eran de los mejores guerreros cuerpo a cuerpo en el inframundo, la única manera de vencerlo era derrotar a esos dos guerreros y después ser capaz de matar a tu ser querido.

• Alguien ha conseguido vencerlo? - pregunto Sigrid.

• Si, una vez, fue Ceros.

• Como le venció - pregunto Selene.

• Ocultando la persona que más amaba en el fondo de su corazón.

• ¿Los demonios amáis? – pregunto uno de los guerreros.

• Yo voy a matar a mi padre, por haber matado a mi madre, ¿crees que los demonios podemos amar?

El último de los generales era Asmodeus, este tenía poder sobre la gravedad, su poder era tan monstruoso que le había visto vencer a un ejército el solito. Incluso mi padre le tenía cierto temor a Asmodeus.

Mi padre le obligo a llevar una muñequera que limitaba sus poderes en el inframundo, por temor de que un día hiciera un levantamiento en contra de él, su único punto débil era su soberbia. Se creía invencible y por ahí se le podía atacar.

Derrotarlo no sería fácil, usaba una lanza que podía imbuir con sus poderes y que siempre conseguía mantener a distancia a sus rivales, ese combate no sería nada fácil.

• Bueno esto es a lo que nos enfrentamos.

• ¡En que has pensado Astartea? – pregunto Selene.

Mi plan era sencillo, venceríamos a los seis generales y después iríamos a por mi padre. El primero seria Fibrizo, ahora mismo se sentía humillado y eso lo hacía más descuidado. Sería fácil de provocar y descuidaría sus defensa.

Fibrizo era el general más débil, eso él jamás lo reconocería, pero era el que tenía el carácter más infantil y el que más rápido perdía los estribos, acompañamos al ejército de los dioses a su centro de operaciones. Este era un castillo enorme que se situaba en la cima de una montaña.

Cuando llegamos, el general me asigno una habitación con baño propio y me dio toallas y ropa cómoda para andar por el castillo. Eso fue lo primero que hice, pegarme una ducha. Estuve mucho tiempo debajo del chorro de agua y no podía quitarme de la mente la voz de mi padre.

Salí de la ducha con una toalla enrollada en el cuerpo y otra más pequeña en la cabeza. Después me vestí con la ropa que me habían dejado y salir a investigar el sitio, no dejaba de ser un demonio en la guarida de los dioses, no desconfiaba, pero tampoco terminaba de fiarme del todo.

El sitio era enorme y que diferencia con el inframundo, allí todo era oscuro y medieval, aquí eran salas grandes con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol. Su calidez sobre la piel era algo de lo que no me podría cansar en la vida, me dispuse a buscar a Selene.

Cuando por fin la encontré, estaba en la sala de entrenamiento. Se estaba enfrentando a su hermana Sigrid, las dos eran muy buenas. Creo que seria Selene quien cuidaría de mí en vez de yo de ella, en ese momento unos cuantos se acercaron a pedirme que luchara con ellos.

Acepte, pero enseguida note cierta hostilidad hacia mí, con el primer ataque lo tuve claro. Los cinco me atacaron sin cuartel, en los entrenamientos usaban armas sin filo para no hacerse daño. A mí me atacaron con sus propias armas, conseguí esquivar un par de los ataques, pero eran muy buenos.

En ese momento agradecí el adiestramiento de Ceros y la gran dureza con el que me lo impartió, sabía que no podía desplegar mi poder en ese castillo. Algunos querían utilizar esto para seguir con la guerra, era evidente que había imbéciles en los dos ejércitos.

Uno de ellos ataco con su espada de arriba abajo, pare su hoja parándola con las palmas de las manos y de una patada le arrebate la espada, me fije que no era de doble filo. Me quede en el centro y los demás me rodearon, Selene y Sigrid se dieron cuenta y se dispusieron a detenerlos.

Un general que no conocía de nada las detuvo, según dijo que mi reputación me precedía y quería comprobar si estaba a la altura. Fui deteniendo los ataques y golpeándoles con la parte de la hoja que no tenía filo, les hacía daño, pero así no conseguía nada. Solté la espada y me lance a por el primero, cogí su muñeca antes de que hiciera cualquier movimiento y se la estruje. Se arrodilló por el dolor y terminé noqueándolo con un rodillazo en la cara.

Cuando los demás se disponían a atacar, llego otro general que parecía más anciano que el otro y detuvo la pelea, se me acerco y se disculpó ante las protestas de los guerreros que me habían atacado. Después se acercó al general y le dijo que le acompañara.

Sigrid puso el filo de su espada en el cuello de uno de los guerreros que se reía.

• ¡Os habéis vuelto locos o que! - dijo Sigrid.

• ¡Es un demonio y nosotros aniquilamos demonios!

• Nos ha salvado la vida antes, ¿o no lo recuerdas? - dijo Sigrid.

• ¡Me da igual!

Mire a Selene y decidí ir a mi cuarto, recogí mis cosas y decidí salir de ese castillo, esta vez me había controlado, pero la siguiente igual no lo conseguía y no quería romper esta delgada alianza que se había creado. Cuando llegue a la salida, Selene, Sigrid y el anciano general me esperaban.

• Espero que este suceso no cambie tu forma de pensar sobre esta guerra – dijo el general.

• No lo hace tranquilo.

Selene se vino conmigo, Sigrid dijo que se quedaría para mantenernos al corriente para cuando llegara las batallas de verdad. Selene estaba muy avergonzada por todo lo que había pasado, yo le quite hierro al asunto. A medio camino para llegar a su casa en la ladera de la montaña, había un lago y decidimos bañarnos, volver a ver su cuerpo desnudo despertó todos los instintos de mi cuerpo.

No pude contenerme y me lance a besarle, instintivamente Selene abrió sus piernas para dejarle paso libre a mi mano. Nos desnudamos la una a la otra, nos tumbamos en el suelo e hicimos un 69. Yo nunca había hecho uno y la verdad que me pareció de lo más excitante.

La lengua de Selene me estaba proporcionando tanto placer que se me erizo la piel de todo el cuerpo, eso me espoleaba e intentaba recompensarla con el mismo placer. Al final conseguimos corrernos las dos juntas.

Después que recuperáramos el aliento nos metimos en el agua y seguimos dándonos cariño y caricias la una ala otra hasta que nos volvimos a correr con sendos dedos metidos en el coño de las dos.

Totalmente relajadas salimos del agua y decidimos comer algo.

• ¿Están bien Selene?, te veo preocupada

• No me quito de la cabeza el comportamiento de esos.

• Tranquila en todos los sitios hay imbéciles, as pasado en esa casita, demasiado tiempo sola.

• Tal vez.

• No le des más vueltas, ahora estamos solas las dos y tenemos el apoyo de tu hermana y de Ceros, a mí me vale.

Selene pareció tranquilizarse y volvió a sonreír, con esa sonrisa que alegraría el día a la persona más desgraciada. Cuando llegamos a la cabaña, enterramos los cuerpos de los demonios que Selene había vencido, no quería tener más visitas desagradables inducidas por el poder residual que emanaban los cuerpos.

Cenamos algo ligero y decidimos meternos en la cama para descansar, Selene y yo hicimos la cucharita y se durmió con una sonrisa en el rostro. A mí me costó dormirme más, no veía la hora en que combatiría contra Fibrizo, uno de los generales que mato a mi madre.

Continuará.