Corazon indomable

Sayo conoce a evelyn una joven espontanea y muy bella, pero su amor sera eterno. porque es puro y sincero

CORAZÓN INDOMABLE

Eugenia

Evelyn era una joven de 22 años, rubia de pelo corto, con unos ojos increíbles que parecían esmeraldas, era de estatura mediana. Trabajaba en una cafetería de buena fama, cuando entró allí rápidamente se hizo amigos de todos, menos de una extraña mujer, no porque ella no quisiera, esa mujer no hablaba con nadie de allí, solamente iba, hacía su trabajo y se iba, todos decían que era muy rara, algunos creían que era muda. Lo cierto es que Evelyn nunca se fijo en aquella mujer, solo llevaba allí un mes y medio trabajando, dicen que aquella mujer entró poco antes que ella. En el poco tiempo que llevaba Evelyn allí se hizo amiga de muchos de los clientes, la mayoría de ellos eran ancianos ya. Susan era una de las chicas que trabajaba allí, se llevaba bastante bien con Evelyn, se lo pasaban bastante bien bromeando y eso. Era lunes, las 8:00 de la mañana, Evelyn entraba a la cafetería con un gorro verde que hacía juego con sus ojos, una bufanda a juego, una cazadora roja y unos guantes del mismo color que el gorro y la bufanda. Todos los ancianos que estaban sentados en la barra la saludaban alegres de verla.

  • Evelyn!, qué tal estas hija?

  • Muy bien Juan, y tu cómo te encuentras?

  • Bien hija bien, igual de viejo que ayer.

Ambos echaron a reír, según pasaba fue saludando a todo aquel que conocía, pasó por detrás de la barra, vio a Susan preparando unos café y se acercó para saludarla.

  • Buenos días Susan (le dio un beso en la mejilla).

  • Buenos días renacuajo (le devolvió el beso).

  • Bueno voy a dentro para cambiarme.

  • Eso! Cámbiate de una vez que yo me tengo que ir.

  • Si si, ya voy, que prisas por irte.

  • No sabes cuanta, jajajajaja.

La rubia se fue a una habitación donde había taquillas, cada uno tenía la suya. Cuando entró a la sala se fijó que no estaba sola, miró a la izquierda y vio que aquella extraña mujer se estaba poniendo una camisa, tenía los brazos metidos, ahora estaba intentando meter la cabeza, estaba con los brazos alzados, debajo solo tenía puesto el sujetador, Evelyn abrió los ojos como platos y se quedó mirando el pecho de la mujer, tenía una gran cicatriz, de arriba abajo, parecía muy profunda, una vez que se colocó la camisa miró a Evelyn que enseguida alzó la mirada para verle la cara, pero ésta enseguida la agachó y se dio la vuelta para ponerse de espaldas a la joven que la estaba mirando. Evelyn se puso a guardar su cazadora en la taquilla, pero de vez en cuando miraba hacia atrás, vio como aquella alta mujer salió de la habitación, Evelyn quedó muy confundida por lo que había visto, hace tiempo la dijeron que aquella mujer tenía algo en el pecho, que era como un monstruo, pero ella solo vio una cicatriz que había causado gran dolor a la persona que la llevaba... a aquella mujer. Quiso saber mas de ella, así que una vez que se cambio fue donde su amiga Susan que llevaba mas tiempo aquí.

  • Susan, qué sabes de aquella chica? (dijo señalando con la mirada).

  • Pues que es una tía muy rara.

  • Por qué?

  • Aun lo preguntas? No habla con nadie, si la hablas solo se te queda mirando como diciendo... a mí qué coño me cuentas tía?, ni siquiera te mira a la cara.

  • Tal vez sea tímida.

  • Venga ya!

  • Cómo se llama?

  • Sayo.

  • Bonito nombre...

  • Si, lástima que se oiga poco por aquí.

  • A qué hora acaba su turno?

  • Al mismo que el tuyo mona, bueno yo me tengo que ir ya.

  • Muy bien Susan, gracias por la información.

  • De nada cariño (le dio un beso en la mejilla y se fue).

El día pasó tranquilo, Evelyn servía café y comida, y Sayo hacía las cosas de cocina, recogía, cocinaba y cosas de esas. Eran las diez de la noche, el turno de ellas no acababa hasta las doce, Evelyn servía café tranquilamente hasta que entraron dos hombres, iban algo borrachos, se sentaron en la barra, Evelyn se acercó para atenderles.

  • Qué les pongo?

  • Una rubita de ojos verdes en la cama por favor, jajajajaja (él y su amigo se empezaron a reír a carcajada limpia).

  • Veo que no quieren tomar nada (dijo mientras se disponía a irse).

  • Oye! Así es cómo tratas a la clientela?

  • Será mejor que se vayan.

  • Ahora nos echas?

  • Si, váyanse por favor.

  • Escucha pequeña, nosotros no nos iremos de aquí.

  • Si no se van llamaré a la policía.

  • Llama a quien quieras rubita.

Evelyn cogió el teléfono, cuando se disponía a marcar fue agarrada fuertemente de la muñeca haciéndola soltar el teléfono.

  • Qué crees que estas haciendo estúpida?

  • Suélteme ahora mismo.

  • De eso nada, sabes... eres muy mona niña (se acercó hasta ella para olerla).

  • He dicho qué me suelte!

Una voz masculina les hizo parar el forcejeo, era el dueño de la cafetería, un hombre mayor, de unos 55 años.

  • Haga el favor de soltar a la señorita si no quiere tener problemas.

  • Está bien, está bien, pero que sepas que no nos a querido atender.

  • Con razón...

  • Esta cafetería es una mierda!

  • Pues ya sabe dónde esta la puerta.

  • Vamos idiota (dijo tirando de su compañero).

Los dos hombres salieron de allí dando un portazo, Fernando que era el dueño se acercó hasta Evelyn.

  • Estás bien?

  • Si, gracias Fernando.

  • Si alguna vez te molestan no dudes en decírmelo.

  • Está bien (le miró con una gran sonrisa).

Fernando se fue y Evelyn seguía atendiendo a la gente, Sayo lo había presenciado todo. Cuando llegaron las doce... Evelyn se despidió de sus compañeros que se quedaron recogiendo, se dio cuenta de que aquella mujer ya se había ido. Evelyn quedó con su hermano pequeño en que iría a recogerla con el coche. Estaba fuera de la cafetería, justo delante de la puerta mirando de un lado a otro a ver si veía aparece el coche de su hermano. La temperatura baja mucho por la noche y más en pleno invierno. Abrazada a sí misma se refugio mas en su cazadora, la bufanda le tapaba hasta la nariz, debajo de ella unos labios se movían refunfuñando. Miró hacia la izquierda y pudo ver que un coche se acercaba, esperando que fuera su hermano bajó de la cera y se puso a un lado de la carretera, cuando el coche llegó a su altura se percató de que no era el coche de su hermano, el coche se paró delante de ella y una ventanilla se bajó, tras ella se asomó una cabeza de un hombre, llevaba un gorro para protegerse del frío, Evelyn retrocedió unos paso al darse cuenta que eran los dos hombres que la habían molestado en la cafetería.

  • Anda! Pero mira a quien tenemos aquí.

  • La grosera que no nos quiso atender.

  • Oye rubita quieres qué te llevemos?

Los dos hombres se reían, Evelyn comenzó a andar a paso ligero, los hombres comenzaron a seguirla con el coche poniéndose a su altura.

  • Venga que hace mucho frío.

  • Si si, nosotros te daremos calor (dijo tras una carcajada limpia).

  • Dejádme en paz.

  • Ya me he cansado niña, ACELERA! (le dijo a su compañero).

Evelyn comenzó a correr, el coche iba detrás de ella haciendo amagos de atropellarla, la pequeña rubia estaba muy asustada, las calles estaba desiertas, pudo sentir que el coche cada vez estaba mas cerca, corriendo con todas sus fuerzas se metió por un jardín donde sabía que ellos no podrían ir con el coche. En su carrera desesperada oyó un frenazo y cómo unas puertas se abrían, siguió corriendo sin mirar atrás, el césped estaba mojado, le costaba correr sin caerse, mientras corría pasaba de todo por su mente, sentía miedo, un miedo que le nublaba la visión, uno de los hombres estaba apunto de cogerla, ella lo sentía y justo antes de que el hombre le cayera encima consiguió gritar con toda su alma.

  • SOCORROOOOOOO!!!!!

El hombre cayó encima del pequeño cuerpo que se revolvía debajo de él desesperadamente, el hombre se sentó encima de las caderas de Evelyn y le agarró las manos poniéndoselas encima de la cabeza, el se agachó para besar el cuello de la chica, pero le resultaba muy difícil por que no dejaba de moverse. Su otro compañero estaba llegando hasta donde se encontraban ellos, tardó algo mas ya que estaba muy borracho, una vez que llegó se quedó mirando la situación parpadeando varias veces.

  • Oye Tom... no crees qué té estas pasando? (preguntó zarandeándose).

  • No estúpido, suelta la botella y ven a ayudarme.

El hombre bebió un trago mas y soltó la botella, se puso delante de su amigo que aun seguía sentado encima de la joven que no paraba de llorar y gritar.

  • Tápale la boca a esta zorra.

El hombre no entendía nada pero hizo lo que le dijo su compañero, antes de que el hombre le tapara la boca Evelyn gritó a pleno pulmón.

  • NO DEJADME! POR FAVOR! SOCORROOOOO.

Y su voz quedó sellada por una mano grande, con la otra mano agarró las muñecas de la chica que antes estaba sujetando su compañero. El hombre que estaba sentado encima de ella ya tenía las manos libres para hacer lo que quisiera. Abrió la cazadora bruscamente, lo mismo hizo con la camisa de botones que salieron volando, el hombre empezó a tocarles los pechos y besarle el cuello. Evelyn estaba desesperada, no podía moverse, tampoco podía gritar, estaba con los ojos cerrados, deseando que acabaran todo aquello, incluso deseaba la muerte antes que ser violada. El hombre que estaba encima de ella seguía tocándola y besándola. De repente sintió como le agarraban desde atrás y lo lanzaban al suelo, Evelyn al notar que el peso del hombre había desaparecido abrió los ojos y miró hacia delante, vio a una persona bastante alta que estaba dando puñetazos a su agresor, el hombre que había sido golpeado agarró un palo de madera que encontró con la intención de golpear a aquella persona, con gran habilidad esquivó al hombre quitándole el palo y estampándoselo en la cara, el hombre cayó inconsciente al suelo, el otro hombre que seguía agarrando a la chica se quedó atontado mirando a la persona que se acercaba a él, lo último que vio fue como la pierna de esa persona se aproximaba a su cara con gran fuerza. De una patada en la cara se deshizo de el otro agresor. Evelyn se quedó tumbada en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas y temblando, vio como la persona que le había quitado aquellos apestosos hombres de encima de acercaba a ella, una vez lo suficientemente cerca intento mirar la cara de la persona que la había salvado pero estaba muy oscuro, lo único que consiguió ver fue una gran melena negra que bajaba por sus hombros, la figura alta la estaba mirando, no se movía, Evelyn estaba con la camisa abierta, se dejaba ver el sujetador, cuando se dio cuenta intentó taparse pero estaba muy débil, sentía como si se fuera a desmayar, lo último que dijo antes de que sus ojos se cerraran fue...

  • Por... favor.

Y se desmayó, la figura alta se la quedó mirando unos instantes, estaba bastante agitada por los esfuerzos, su boca estaba entreabierta para dejar pasar mejor el aire, ya eran altas horas de la noche y hacia mucho frío, empezó a quitarse su abrigo, una vez se lo quitó se agachó hasta donde estaba la joven inconsciente, le echó su abrigo encima tapándola bien y después la cogió en brazos con mucho cuidado.

Eran altas horas de la noche, las calles estaban desiertas, solo se oían unos pasos tranquilos, con la luz de la luna se reflejaba una sombra, bastante alta, en sus brazos cargaba con un pequeño cuerpo, la sombra se paró enfrente de una casa, era blanca, con el tejado azul, tenía muchas ventanas y un bonito porche, al lado de la puerta había un banco de color blanco, las barandillas estaban cubiertas de nieve, al igual que los escalones para entrar en el porche. Con cuidado de no resbalar fue subiendo los escalones, una vez que llegó arriba se acercó hasta el banco y la tumbó en él con suma delicadeza. Se aseguró de que estuviera bien tapada con su chaqueta, una vez que la dejó cómoda y arropada... fue hasta los escalones de la entrada del porche y se sentó allí, con los brazos cruzados intentando darse calor ya que no tenía su abrigo, solo llevaba una camiseta y un jersey blanco de cuello alto, y allí se quedó observando el pequeño cuerpo durante toda la noche.

La mañana llegó y los rayos alumbraban todo a su paso, unos ojitos verdes fueron sorprendidos por la luz, cerrándolos de nuevo y parpadeando varias veces hasta que se acostumbró a luz, desconcertada... miró a su alrededor, una vez que se dio cuenta sus ojos chocaron con unos ojos azules... tan azules que sintió como si se ahogara en las profundidades del mar, eran los ojos mas bonito que había visto en toda su vida, eran unos ojos profundos, tristes y muy tímidos, miró bien a la dueña de esos ojos... era ella... pensó Evelyn, pudo ver que aquella mujer la miraba fijamente, también vio su larga melena de color negro azabache, era preciosa, pensó Evelyn. La mujer morena se fue levantando del escalón poco a poco, estaba de brazos cruzaos intentando refugiarse del frío, Evelyn se incorporó hasta quedar sentada, mientras miraba a la mujer se sumergió en sus pensamientos.

Pero qué ha pasado? Por qué está aquí? Acaso pasó ahí la noche? Dios mío no entiendo nada, no dice nada... por qué me mira así?, tienes unos ojos que... Ho, jamás había visto, me hacen sentir a salvo, me da tanta confianza...

Salió de sus pensamientos cuando vio que la mujer se alejaba poco a poco sin dejar de mirarla, Evelyn se levantó y se arropó mas con el abrigo, vio como la mujer se daba la vuelta y se iba, Evelyn hizo un gesto con la mano como para indicarle que esperara, quería decírselo pero de su boca no salió nada, a medida que la alta mujer se alejaba pudo ver como ella miraba hacia atrás sin dejar de andar, sus miradas se cruzaron una vez mas. Evelyn se quedó allí hasta que vio desaparece a la mujer. Sin dejar de pensar en ella entró en la casa, aun estaban todos dormidos, eran las 7 de la mañana, con la vista en el suelo... fue subiendo a su habitación, una vez llegó cerró la puerta y apoyó su peso en ella. Un olor penetró en sus fosas nasales, era un olor suave, abrió los ojos y vio el abrigo que tenía sobre sus hombros, este abrigo no es mío... pensó Evelyn, se lo acercó mas a la cara para captar mas de esa esencia, pegó su nariz al abrigo y aspiró con fuerza, es su olor... es de ella, y pasó toda la noche ahí?, dios mío ha tenido que estar helada... pensaba Evelyn abrazando el abrigo y con gran angustia. El pequeño cuerpo cayó de rodillas al suelo y comenzó a llorar.

Pasó una semana, Evelyn no había salido de casa en todo el tiempo, llamó al trabajo y dijo que estaba enferma y no podría asistir. Llegó un nuevo lunes, Evelyn decidió salir a comprar el árbol de navidad. Se pusó unos vaqueros ajustados, una camisa blanca de tirantes, un jersey bastante gruesos y su cazadora de color rojo chillón. Salió de casa y se dirigió a unos grandes almacenes. Mientras caminaba miraba a su alrededor, las calles estaban totalmente nevadas, las casas estaban llenas de luces de todos los colores, los niños hacían muñecos de nieve y otros jugaban a lanzarse bolas, por cierto... esos enanos casi me dan.

Evelyn entró en el centro comercial, estaba lleno de gente, todo estaba muy bien adornado con las cosas de navidad. Tenía que subir al piso de arriba que era donde estaba los árboles de navidad. Se puso en las escaleras mecánicas que subían, pegadas estaban las escaleras mecánicas que bajaban. Evelyn tenía una mano apoyada en la barandilla que daba justo a las escaleras de al lado. Iba sumida en sus pensamientos mirando hacia abajo, hasta que en su mano se posó la caricia más increíble que había sentido nunca, rápidamente miró a la derecha y chocó contra unos ojos azules... unos ojos que solo vio una vez pero que le resultó imposible de olvidar. Ese azul... eran tan profundos que te hacian sentir en el mismo cielo, sus ojos verdes se mezclaron con el intenso azul. Evelyn miró su mano, la mano de Sayo estaba sobre la de ella, que piel tan suave... pensó Evelyn, Sayo estaba en las escaleras que bajaban, cuando Evelyn subió la vista para encontrarse con esos ojos... esos ojos que por un instante pensó que le pertenecían, esa mirada tímida, calidad y sobre todo profunda... pensó que solo a ella la mirada así, Sayo apretó la mano de Evelyn con suavidad.

El contacto desapareció cuando ambas se fueron alejando por causa de las escaleras mecánicas, pero aun así no dejaron de mirarse hasta que perdieron de vista la una a la otra, Evelyn estaba bastante confundida, ese contacto... había sido cálido, empezó a sentir gran interés por esa mujer y decidió que el próximo día aprovechando que tenia que darle su cazadora intentaría hablar con ella. Compró un bonito árbol de navidad, y pidió que se lo llevaran a casa ya que ella no podría.

Llegó el día en el que se incorporaría al trabajo, nada mas entrar en la cafetería todos la saludaron y la dijeron cuanto la habían echado de menos, Susana salió de la barra para ir a abrazar a su amiga.

  • Cariño ya estas mejor?

  • Si, ya estoy mucho mejor (dijo con una sonrisa).

  • Me alegro querida, por que esto sin ti era el caos.

  • Jajaja, que exagerada eres.

  • Para nada!, anda ve a cambiarte ya.

  • Enseguida.

Evelyn entró en la cocina y lo primero que vio fue a la alta mujer poniéndose la chaqueta propia del cocinero, se acercó a ella por detrás con su cazadora en la mano.

  • Perdona...

Dijo la rubia con timidez, la morena se giró para encontrarse con esos ojos verdes que tanto la gustaban.

  • Creo que... esto es tuyo (extendió la mano con la cazadora).

  • Gracias...

Tenía una voz preciosa, pensó la morena, creo que era la primera vez que la oía y con una sola palabra la había dejado sin habla.

  • Esto... quería... darte las gracias por salvarme aquella noche...

  • No... fue nada.

  • Claro que si...

La rubia dio un paso y agarró del brazo a la morena que de inmediato bajo la vista hasta su agarre.

  • Perdona...

  • No pasa nada (la morena se giró).

  • Oye... cómo sabías que tenía problemas?

La morena se tardó en contestar, se giró para mirarla durante unos instantes y apartando la vista de los ojos verdes dijo con timidez.

  • Te... te sigo todas las noches hasta tu casa...

La rubia sorprendida por lo que la acababa de decir le pregunta.

  • Por qué me sigues?

  • Para asegurarme de que... de que llegas bien.

  • Pero... cómo?, nunca te he visto.

  • Salgo por la puerta de atrás y voy algo mas atrás que ti.

  • Vaya, nunca me había dado cuenta (sonrió tímida).

  • Lo siento, no... no quería asustarte.

  • Y... me sigues todos los días?

  • Si (dijo bajando la mirada).

  • La noche que... que me atacaron, estuviste toda la noche hay fuera, sentada mirándome?

  • Si, no me atrevía a llamar a tu casa y... no iba a dejarte sola ahí afuera.

  • Para apenas conocernos... cuidas mucho de mi, gracias de verdad.

  • De nada (la morena bajó la mirada).

  • Oye, si quieres... puedes acompañarme esta noche a casa, no hace falta que vayas mas atrás de mi.

  • Vale...

Ambas chicas se quedaron mirando largo rato, hasta que la rubia habló.

  • Bueno... será mejor que me ponga a trabajar.

  • Si, yo también.

Con una sonrisa se despidieron, cada una a hacer sus labores.

La noche llegó y con ella la hora de cerrar, Sayo esperaba a Evelyn en la puerta, salieron las dos juntas y comenzaron a caminar.

  • Vaya, si que hace frío (dijo la rubia con los brazos cruzados).

  • Si, hace bastante frío.

  • Irás estas navidades a casa de algún familiar para celebrarlas?

  • No, siempre las paso sola.

  • Por qué?

  • No tengo familia, soy huérfana.

  • OH... vaya, lo siento.

  • No pasa nada.

  • Debe ser muy triste pasar las navidades sola.

  • No lo se, nunca las he pasado acompañada, supongo que una persona que este acostumbrada a estar con la familia, el día que no sea así se sentirá triste.

  • Si que lo es...

Hubo un largo rato en silencio, Evelyn se sentía afortunada por tener una familia tan numerosa, pero sentía tristeza por Sayo.

  • Te... te gustaría pasar estas navidades en mi casa?

  • Te lo agradezco, pero las navidades son para pasarlas en familia, yo solo sería una extraña.

  • Serías mi amiga...

  • Gracias...

Sayo se paró de repente delante de un edificio.

  • Yo vivo aquí, te gustaría pasar?

  • Claro!

Las dos entraron en la casa, nada mas entrar un perro las dio la bienvenida, el perro se acercó hasta Evelyn moviendo la colita, ella empezó a acariciarlo.

  • Vaya!, tienes un perro, cómo se llama?

  • No lo se, no me lo ha dicho.

Evelyn se la quedó mirando, no sabía si la estaba tomando el pelo o se lo decía en serio, aun que por su tono diría que era muy en serio, Sayo fue hasta el frigorífico y sacó unas tarrina de helado.

  • Quieres?

  • No, gracias, no se como puedes comerlo con el frío que hace.

  • Siempre lo como.

  • Eres un poco rara, no te lo han dicho nunca?

  • Alguna vez.

Tras sonreírse las dos se quedaron en completo silencio, tras unos momentos sus miradas se cruzaron y Evelyn habló.

  • Bueno será mejor que me vaya ya.

  • Vale, te acompaño.

  • No hace falta tranquila, por lo que veo vivimos cerca, quédate aquí y descansa.

La morena se la quedó mirando unos instantes y después la respondió.

  • Vale.

  • Bueno, mañana libras verdad?

  • Si.

  • Ya que es noche buena... pues me pasaré a verte.

  • Aquí estaré.

  • Hasta mañana...

  • Hasta mañana.

Evelyn salió de la casa y a los pocos paso miró hacia atrás. Sayo esperó un poco y después cogió al perro y salió con la intención de seguir a Evelyn. Tras ver como Evelyn entraba en su casa, Sayo se fue a la suya.

A la mañana siguiente, en la casa de Evelyn estaban todos decorando el árbol que lo acababan de traer, era enorme, Evelyn estaba haciendo unas galletas para llevárselas a Sayo, cuando ya estuvieron echas, la rubia cogió su abrigo, su gorro y se fue a la casa de Sayo. Cuando ya estuvo allí llamó a la puerta y como la vez anterior el perro salió a recibirla.

  • Pasa.

  • Gracias, ten te he hecho unas galletas por si te apetecía comer otra cosa que no fuera helado (dijo riéndose).

  • Aahh, gracias.

Sayo abrió la caja y olió una galleta, cuando Evelyn estaba de espaldas y no miraba le dio una galleta al perro, después las tapó y las dejó en la mesa.

Evely se movía por la casa observándola, era simple pero acogedora, pasó por delante de un espejo y pudo ver que en el marco del espejo había una foto puesta, era una foto de ella... de Evelyn, la cogió y la estiró, pudo ver que era una foto que se hicieron todos los de la cafetería, y Sayo la había doblado para que solo se viera ella.

  • Esta foto es de hace poco...

  • Si.

Sayo la cogió y la volvió a poner donde estaba, la morena tenía muy claro que amaba a aquella pequeña rubia, pero no era capaz de decírselo.

  • Tienes una casa muy bonita.

  • Gracias, quieres tomar algo?

  • No, gracias, será mejor que me vaya ya, aun tengo cosas que hacer.

  • Ah claro, bueno pues nos vemos mañana.

  • Yo mañana no iré a trabar, estoy en un cursillo de peluquería y mañana iré a ver que tal lo hago.

  • Seguro que te saldrá genial.

  • Eso espero.

Tras una larga mirada y una gran sonrisa Evelyn se dirigió hacia la puerta, Evelyn se giró para despedirse.

  • bueno, pues hasta mañana.

  • Hasta mañana.

Sayo se agachó y depositó un beso en su mejilla, Evelyn sonrojada sonrió y salió de la casa de Sayo, el día paso con normalidad, Evelyn en su casa con toda su familia y Sayo con la única compañía de su perro fiel.

Al día siguiente Evelyn se fue al cursillo de peluquería, iban a ir un gripo de ancianos para que el pelo, a Evelyn le tocó una señora de lo mas pesada:

  • Jovencita, seguro qué sabes hacer bien?

  • Yo creo que, además estoy aquí para aprender.

  • No me cortes demasiado eehh.

  • Tranquila.

  • Y ten cuidado que yo aprecio mucho mi cabello.

  • (pero si está calva, pensó la rubia), si señora.

  • Pero de verdad que sabes lo qué haces?

Evelyn ya estaba que explotaba, aparte de la señora, no hacia mas que pensar en Sayo, no sabía por qué pero se sentía muy atraída hacia a ella, la echaba de menos, la vieja volvió a interrumpir sus pensamientos.

  • Si sigues así me raparás al cero!

  • Sabe qué le digo señora?, qué me tiene arta!, raparla es lo que habría que hacer por que no tiene ni un puñetero pelo de la cabeza bien!

Con eso dicho, Evelyn se quitó la bata y salió de allí, iba directa al trabajo, sabia que la persona que la apetecía ver estaba allí. Cuando por fin llegó a la cafetería lo primero que hizo fue saludar a todos los clientes que la conocían y a sus compañeros que estaban en la barra.

  • Ay cariño, no te tomabas el día libre? (dijo Susana).

  • Si, pero he tenido problemas con una viejecita insoportable.

  • Jajaja, no será para tanto.

  • Si yo te contara...

  • Bueno nena, ya que estas aquí, te dejo, que yo me voy a descansar.

  • Muy bien guapa, cuídate, mañana nos vemos.

  • Claro, feliz navidad!

  • Igualmente!

Susana se fue y Evelyn iba a entrar en la cocina, estaba deseando verla, se asomó por la puerta y la vio de espaldas, estaba friendo algo, se acercó despacio por detrás, se paró justo detrás de ella y estiró uno de sus brazos para tocarla la cintura y llamar su atención, en ese momento la morena hace un movimiento brusco dando a la sartén y hace que el aceite le salte en la mano.

  • Auuoooch!

  • Perdona!, estas bien?, lo siento mucho, no quería asustarte.

Evelyn cogió su manos y la posó entre las suyas viendo de cerca el grado de las quemaduras.

  • No es nada, estoy bien, tranquila.

Dijo Sayo con una sonrisa.

  • Te has asustado por mi culpa, lo siento de verdad.

  • No ha sido nada grave, con una pomada se me quitará.

Evelyn acariciaba su mano sin darse cuenta, ambas se miraron directamente a los ojos y permanecieron así hasta que la voz de un cliente las saco de su trance.

  • Será mejor... que salga a atender.

  • Si... yo seguiré friendo.

  • Bien.

Se sonrieron y cada una se fue hacer sus tareas, el día pasó tranquilo, siempre que se cruzaban se sonreían la una a la otra. Ya era de noche e iban a cerrar, Evelyn ya estaba fuera y se disponía a irse cuando escucho una voz.

  • Te acompaño?

  • Ah!, Sayo, claro, vamos.

Las dos comenzaron a caminar y a hablar.

  • Qué tal el curso de peluquería?

  • Pues un desastre, y no por que no sepa cortar el pelo, pero es que una señora me puso de los nervios.

  • Jajaja.

  • Tengo que practicar pero con gente así es imposible.

  • Mañana es tu día libre no?

  • Si, por?

  • Bueno... es que también es el mío y necesito que me corten las puntas que las tengo muy mal ya, y ya que tu necesitas practicar y yo que me lo corten pensé que... bueno, que podíamos quedar y...

  • Claro!, seria estupendo.

  • Bien, pues entonces te vienes a mi casa?

  • Mejor vente tu a la mía, no habrá nadie, y tengo todos los utensilios allí.

  • Vale (se sonrieron).

Pasaron por delante de un puesto de chocolate.

  • Quieres un chocolate? (preguntó la morena).

  • Claro, estoy muerta de frío.

Cada una se cogió un chocolate, entre risas y bromas se fueron acabando el chocolate, Evelyn tenía un poco de chocolate en la comisura de la boca y Sayo lo vio, pero no se atrevía a tocarla.

  • Tienes... chocolate aquí (se señaló en su propia boca).

  • Ah!, gracias, aquí?

Al ver que no lo conseguía quitar del todo Sayo la ayudó.

  • Deja...

Con uno de sus dedos le quitó el resto de chocolate, Evelyn muy sonrojada, agachó la cabeza.

  • Gracias...

  • Bueno, ya llegamos.

  • Si.

  • Entonces... mañana por la mañana me paso por tu casa.

  • Te estaré esperando.

  • Hasta mañana...

  • Hasta mañana.

La rubia se inclinó y le dio un beso en la mejilla, después la sonrió y salió corriendo hasta la puerta de su casa, Sayo no la dejó de mirar hasta que entró en casa, después ella se fue a la suya, a encontrarse con su peludo amigo.

Llamaron a la puerta, y Evelyn salió corriendo abrir, sabía quien era, y estaba deseando verla.

  • Buenos días!

  • Hola (dijo la morena con una sonrisa).

  • Pasa, no te quedes ahí.

  • Gracias.

  • Bueno, qué te parece si te lavo primero la cabeza?

  • Me parece bien.

  • Siéntate hay.

Evelyn puso una silla al lado de la pila, para lavarle la cabeza, le gustaba el pelo de la morena, era muy suave y ahora lo podía tocar todo lo que quisiera con el disimulo de lavarle la cabeza.

Le dio el último aclarado y al incorporarse Sayo sintió un pequeño escalofrío.

  • Estás bien?

  • Si, solo que la camisa esta un poco mojada.

  • OH, vaya, ven a mi cuarto, te dejaré alguna mía.

  • No hace falta de verdad yo...

  • Vamooosss.

Cogió la mano de la morena y subieron las escaleras hasta llegar a su cuarto.

  • Siéntate mientras busco una.

Sayo se sentó en la cama de Evelyn y con atención miraba todo su cuarto.

  • Tienes una habitación muy bonita.

  • Gracias, quítate esa camisa y ponte esta.

Sayo dudó un poco, no porque tuviera vergüenza, si no porque sabía lo que había en su pecho, pero aun así se la quitó. La cicatriz quedó al descubierto con total libertad, Evelyn ya la había visto una vez, pero no tan bien como ahora, pero pudo ver que en esa cicatriz había mucho sufrimiento, poco a poco se fue acercando a ella, quedando entre sus piernas, acaricio con la yema de los dedos la cicatriz.

  • Como... te la has hecho?

  • Me han operado varias veces del corazón.

  • Estas... enferma?

  • Si... desde que nací.

  • OH... Dios, lo siento.

  • No pasa nada.

  • Y... es muy grave?

  • Si te digo que no veo un futuro... responde eso a tu respuesta?

  • No digas eso! (los ojos verdes se humedecieron).

  • Lo siento...

Sayo estaba en sujetador y con el pelo mojado, Evelyn fue agachando la cabeza hasta quedar a la altura de los labios de Sayo, primero fue un suave roce, luego lo profundizó un poco mas, pero al ver que Sayo parecía confundida, como que no sabía que hacer, se separó de ella y la preguntó.

  • Nunca te han besado?

  • N... no.

  • Tranquila...

Evelyn volvió a juntar sus labios con los de ella y esta vez si pareció corresponder al beso, fue corto, pero dulce, Evelyn se quitó su camisa quedando en sujetador al igual que su amiga, Sayo elevó una de sus manos temblorosas y tocó en el centro del pecho, donde ella tenía la cicatriz, parecía sorprendida, Evelyn la miraba tiernamente, de repente de los ojos azules comenzaron a salir lagrimas, Evelyn no pudo evitarlo y pasó sus brazos por el cuello de la morena abrazándola, Sayo apoyó su cabeza en los pechos de la rubia y con sus fuertes brazos le rodeo la cintura mientras lloraba silenciosamente.

Sayo salía de la casa seguida por Evelyn, el pelo de la morena brillaba y tenía las puntas bien cortadas, Sayo se giró para mirar a la rubia, ambas sonreían tímidamente.

  • Bueno pues... nos vemos en el trabajo - dijo la rubia.

  • Si...

Se miraron y poco a poco se fueron acercando, ambas dudaban, sus rostros se acercaban tímidamente, sus labios por fin se juntaron en un tierno y tímido beso, se separaron y se miraron sonrientes.

  • Hasta mañana - dijo la morena.

  • Hasta mañana.

La morena se fue alejando de la casa, miraba hacia atrás para ver a Evelyn, la rubia también la miraba, una vez que se alejó lo suficiente como para no poder verse Evelyn entró en la casa, el corazón la latía con fuerza, era de felicidad, por primera vez sentía amor de verdad.

A la mañana siguiente Evelyn se disponía a ir al trabajo, ahora mas que nunca le gustaba ir, porque Sayo estaría allí, cogió el coche y condujo hasta el trabajo, una vez que llegó saludó a todos como hacia siempre, pero hoy iba a buscar a alguien que sabía que encontraría en la cocina, y asi fue, allí estaba ella, pero pudo notar un cambio en ella, estaba cocinando, pero sonriendo, su sonrisa le hacía perder el sentido. Despacio se acercó a ella.

  • Hola - dijo la rubia con una gran sonrisa.

Sayo se giró y dió de lleno en esos ojos verdes.

  • Hola - ella sonrió del mismo modo.

  • Qué... tal?

  • Bien, y tu?

  • Bien también.

Se quedaron en silencio, solo mirándose tímidamente.

  • Quieres... que a la hora de descanso vayamos juntas a comer fuera? - preguntó la morena.

  • Me encantaría.

  • Estupendo.

Los ojos azules brillaban como nunca antes lo habían hecho, al igual que los verdes, solo brillaban cuando se veían la una a la otra.

  • Entonces... hasta luego - dijo la rubia.

  • Hasta luego...

Evelyn se acercó y le depositó un beso en la mejilla, tras una sonrisa se dió vuelta para irse, pero Sayo agarró su mano delicadamente, la rubia se giró para ver su gesto recompensado con una enorme sonrisa, Evelyn se la devolvió y despacio se fueron soltando del agarre.

Llegó la hora de comer, Sayo estaba esperando a Evelyn fuera, de repente sintió como una bola de nieve le daba en la espalda, se giró y vió a unos niños pequeños mirándola.

  • Oye, quieres jugar con nosotros? - preguntó el niño.

Sayo no contestó, simplemente hizo una bola de nieve y se la enseñó al chico para advertirle que era la hora de correr, los niños se empezaron a reír y a correr, Sayo los seguía y se tiraban bolas de nieves unos a otros. Evelyn salía del la cafetería cuando vió a una morena juguetona con unos pequeños granujas, cada uno estaba oculto detrás de un árbol, Sayo tenía dos bolas en la mano, los pequeños al no verla decidieron salir para buscarla, se acercaban al árbol donde estaba ella, cuando estaban lo suficientemente cerca... Sayo salió tirándoles las bolas, les dió de lleno, los niños salieron corriendo para refugiarse, Evelyn se acercó un poco.

  • Ds contra una?, no os parece un poco injusto? - dijo cogiendo una bola de nieve.

Sayo la sonrió ampliamente, todos salieron al descubierto y empezaron una auténtica guerra, Evelyn y Sayo se protegían mutuamente, cada vez que una bola iba a darle a una la otra se ponía delante, todos reían y parecían felices, Evelyn resbaló con la nieve y cayó al suelo, los niños querían aprovechar ahora que estaba indefensa, se acercaron con un montón de bolas para tirárselas, las lanzaron con toda la intención de darle, pero Sayo se tiró encima de Evelyn y las bolas la dieron a ella, la rubia sintió el peso del cuerpo de Sayo sobre el suyo, y eso le gustó, Evelyn le rodeo la cintura con sus brazos apretándola mas contra si, Sayo la miró tiernamente, se perdieron en los ojos de la otra, Sayo desvió su miraba hasta los labios de Evelyn, que pedían ser besados, después la miró a los ojos como pidiendo permiso, le fue concedido con una tierna sonrisa, se fue acercando poco a poco, hasta que sus labios y los de Evelyn se hicieron uno, sus labios se acariciaban con una lentitud increíble, Evelyn pidió permiso con su lengua para encontrarse con la de la morena, sus lenguas se unieron en húmedas caricias, tras estar asi una pequeña eternidad, poco a poco se fueron separando, se rozaban los labios una y otra vez, no querían perdrr el contacto, fueron abriendo los ojos para perderse en los ojos de la otra.

  • Hunca... había sentido nada igual - dijo la morena jadeando.

  • Yo tampoco...

Sayo apoyó su frente en la de la rubia, ambas sonreían.

Salían de un restaurante, caminaban sin decir nada, Evelyn estaba dudando en cogerle la mano, miraba el perfil de la morena, era realmente bella, tras pensarlo un rato decide cogerla la mano, al contacto Sayo la miró con una gran sonrisa y entrelazó sus dedos con los de la rubia, ésta le sonrió de igual modo y asi entraron en la cafetería donde trabajaban, todos se las quedaron mirando, especialmente Susan, Sayo le dio un beso en la mejilla y se dirigió para la cocina, Evelyn fue donde estaba Susan.

  • Hola Susan.

  • Ho... la.

  • Qué pasa?

  • Como es que... o sea... tu... ella.

Evelyn se puso roja y sonrió tímidamente.

  • Si... Sayo y yo nos hemos enamorado y... estamos juntas ahora.

  • Tu estas loca, si, loca total, sabes?, haré como si no he oído nada, y te diré otra cosa, no volveré a fumar en lo que me queda de vida, fumar me hace oír cosas inimaginables.

La rubia no podía parar de reírse, la actitud de su amiga le parecía de lo mas gracioso.

  • Me estas tomando el pelo no? - preguntó Susan.

  • No, esto es muy en serio, quiero a Sayo.

  • Pero si es una tía rara - dijo susurrando.

  • No, lo que pasa es que no la conoces, pero eso tiene solución, SAYO!

La morena asomó la cabeza desde la cocina.

  • Si?

  • Puedes venir?

  • Claro.

  • No, no, no, por favor, no me hagas esto - dijo Susan.

La morena llegó hasta donde estaban ellas.

  • Dime - dijo sonriente.

  • Sayo, tu conoces a Susan verdad?

  • Si.

  • Es que Susan como nunca ha hablado contigo pues no te conoce, y le gustaría c onocerte.

  • Bueno yo... es que verás... Evelyn se ha empeñado en que...

Sayo y Evelyn empezaron a reírse, Susan no pudo seguir hablando, la risa fue contagiosa y las tres empezaron a reírse, entre risas, Evelyn se acercó hasta Sayo y le rodeó la cintura con el brazo, Sayo la abrazó encantada por encima del hombro, las dos se miraron sonrientes y después miraron a Susan.

  • Muchas felicidades chicas - dijo sonriente también.

  • Gracias - dijeron las dos.

Los días fueron pasando, Evelyn y Sayo cada vez estaban mas unidas, salían juntas a todos lados, se quedaban todos los del trabajo y jugaban a las cartas, Evelyn siempre se sentaba encima de la morena para jugar juntas, iban a patinar sobre hielo, sacaban al perro juntas, lo hacían todo juntas, llegó el día de noche vieja, Evelyn había invitado a Sayo a cenar, en casa de Evelyn estaba toda su familia, eran mas de veinte, Sayo aun no había venido y la gente ya se estaba felicitando el año nuevo, Evelyn se asomó por la ventana y la vió en su porche, estaba sentada en el banco acariciando un gato, extrañada decidió salir a encontrarse con ella, una que vez salió Evelyn se paró delante de ella, Sayo levantó sus ojos azules para mezclarlos con los verdes, ambos brillaban de amor, Evelyn se acercó y se sentó a su lado.

  • Por qué no has entrado?

  • No quería interrumpir.

  • Sayo... eres mi invitada.

  • Lo se.

Sayo la cogió de la mano y la miró tiernamente.

  • Feliz año... cariño.

Sayo sacó una pequeña cajita del bolsillo y se la ofreció a Evelyn, la rubia sorprendida la cogió y con cuidado la fue abriendo, en un interior había una anillo, era precioso, unas lágrimas recorrieron las mejillas de Evelyn, levantó la vista para mirarla con todo el amor que podía, Evelyn se puso el anillo en uno de sus dedos, tras ponérselo se tiró a los brazos de la morena quien la recibió con los brazos abiertos, se abrazaron durante largo rato.

Aun abrazadas la rubia habló:

  • Muchas gracias Sayo... es precioso.

  • Me alegro que te guste - dijo apretándola mas.

Evelyn levantó la cabeza del pecho de Sayo y mirándola a los ojos la dijo:

  • Te quiero Sayo.

  • Yo también te quiero Evelyn - dijo con los ojo húmedos - puedo... besarte?

Evelyn solo rió y muy despacio se fue acercando a ella, Sayo también se acercaban, las dos se dieron un profundo beso, lleno de pasión y lleno de amor.

Esa misma noche Evelyn la pasó en casa de Sayo, las dos estaban en el sofá escuchando uno de los disco favoritos de Sayo, abrazadas disfrutando de ese momento, Evelyn tenía la cabeza apoyada en el pecho de Sayo.

  • Me encanta el latido de tu corazón - dijo la rubia.

  • Mi corazón... cuando era niña me dijeron que tenía corazón de mandril.

  • Por qué?

  • Tal vez porque el mandril es muy luchador... no lo se.

Evelyn acarició por encima de la ropa la parte en la que Sayo tenía la cicatriz, Sayo posó su mano sobre la de Evelyn, las dos se miraron y poco a poco se fueron acercando, hasta que sus labios se unieron y comenzaron a acariciarse sus lenguas, Evelyn empezó a besarla el cuello con infinita lentitud, fue bajando hasta subirle lo justo de la camisa para besarle el ombligo, Sayo le acariciaba la cabeza con mucha ternura, la rubia fue subiendo la camisa de Sayo hasta quitársela, dejándola en sujetador, Evelyn estaba sentada en las caderas de Sayo, esta se incorporó lo que pudo y le quitó la camisa a la pequeña rubia, tras besarse nuevamente Sayo empezó a dejar un camino de besos húmedos desde la boca hasta el pecho, Evelyn gimió al sentir el aliento de la morena en su pecho, Sayo acarició la espalda de Evelyn hasta llegar al sujetador, con dedos ágiles lo desabrochó y dejó al descubierto los hermosos pechos de Evelyn, su lengua rozó uno de los pezones de Evelyn, la piel de la rubia se erizó, Evelyn le desabrochó el sujetador también, le daba pequeños besos en los hombros, entre besos y caricias Sayo se puso encima de Evelyn, besaba todo su cuerpo, ambas ya estaban desnudas por completo, sus cuerpos ahora eran uno, sentir la piel de la otra era algo mágico, algo que las hacia perder el sentido por completo, Sayo ahora jugaba con su lengua en el ombligo de Evelyn que reía y acariciaba a la morena.

  • Sayo... eres lo mejor que me a pasado nunca, eres maravillosa...

Sayo subió hasta quedar a la altura de los labios de Evelyn.

  • Jamás hasta ahora había conocido el amor Evelyn, estar contigo ha sido como un mundo nuevo para mi, un mundo que temía no llegar a conocer...

  • Te quiero Sayo... has hecho que en este tiempo te ame con toda mi alma, te desee, te ansíe, has hecho de mi un ser inmortal, un ser que solo morirá si no tiene tu amor... - dijo besándola.

  • Entonces serás inmortal el resto de tu vida, mi amor es lo único que no te faltara en esta vida...

Se besaron con pasión, sus cuerpos se movían uno contra el otro en busca de mas contacto, Sayo acarició la entrepierna de Evelyn haciendo que se abriera mas, la morena se metió entre sus piernas y por primera vez ese contacto las hizo estallar, pequeñas envestidas de Sayo hacía que Evelyn enarqueara su espalda y gimiera de placer, Sayo devoraba su cuello mientras las envestidas aumentaban a la vez que el orgasmos se acercaba, Sayo acalló los gemidos de la rubia con su propia boca, Sayo pasó de devorarle el cuello a devorar uno de sus pechos, jugaba con su pezón, cada vez estaba mas duro, pequeñas succiones hacían que Evelyn empezara a perder el sentido, las embestidas continuaban con el mismo ritmo pero eran mucho mas intensas y prolongadas, Evelyn enredó sus dedos en la oscura cabellera y la apretó contra su cuerpo, Sayo entendió el mensaje devoró con ansia el pecho de Evelyn, tras la última embestida que fue la mas fuerte, intensa, y explosiva ambas quedaron rendidas, Sayo hizo girarse para ponerse debajo y dejar que Evelyn descansara encima de ella mientras la abrazaba.

  • Ahora... no pretendas que viva sin ti - dijo jadeante Evelyn.

Sayo sonrió amargamente y la abrazó con mucha mas fuerza, susurrándole al oído.

  • Te amo... con todo este corazón, que solo late por ti.

  • Te amo Sayo.

Tras un tierno beso ambas se quedaron dormidas abrazadas a ese cuerpo que tras solo una noche de pasión se había vuelto imprescindible para la otra.

Al día siguiente ambas llegaron al trabajo como cada mañana, cada una se fue hacer sus labores, Susan se acercó hasta Evelyn para hablar con ella.

  • Qué tal va eso nena?

  • Estupendamente - dijo con una gran sonrisa.

  • Ya veo, se te nota en la cara.

  • Jajaja, si, es que soy muy feliz.

  • Me alegro de que asi sea, te lo mereces - la guiñó un ojo.

  • Gracias Susan.

  • Oye necesito que me hagas un favor.

  • Dime.

  • Es que hoy he quedado con un bombón, lo que pasa es que viene con un amigo y necesita pareja.

  • Ah no!, a mi no me mires, ya sabes que yo estoy con Sayo.

  • Lo se, lo se, pero no te estoy pidiendo que te enrolles con él ni nada, solo quiero que nos acompañes aunque sea para hablar, asi no se sentirá tan solo.

  • Esta bien, pero nada de meterme en líos eh!, tengo que estar aquí antes de que salga Sayo, siempre nos vamos juntas.

  • No hay problema nena, entonces prepárate que esta tarde a las cinco vienen.

  • Esta bien.

Susan la dio un beso en la mejilla y se fue, Evelyn se fue a la cocina a comunicárselo a Sayo.

  • Sayo.

  • Dime - dijo cariñosamente.

  • hoy Susan va a salir con un amigo, y quiere que yo la acompañe porque él trae a un amigo, y para que no este solo me a pedido que si puedo ir con ella, te importa... si voy?

  • No, no, tranquila, puedes ir, no pasa nada...

Dijo sonriéndole, pero a Evelyn no se le escapaba ninguna, vio la cara de preocupación de su amor, y decidió acercarse a ella y besarla tiernamente.

  • Me iré a las cinco, pero antes de que salgas ya estaré aquí.

Sayo la abrazó por la cintura y apoyó su frente en la de ella.

  • Te voy a echar de menos...

  • Y yo también te echaré de menos cariño.

  • Estaré pensando en ti toda la tarde - dijo la morena.

  • Entonces tal vez nos encontremos en nuestros pensamientos, porque yo no pensaré en nadie que no seas tu.

Tras sonreírse mutuamente se besaron, y abrazaron. Ya eran las cinco y Evelyn estaba lista para irse, Susan ya estaba con su amigo, y estaba saludando al acompañante.

  • Bueno, pues podemos irnos ya - dijo Susan.

  • Si - dijeron los dos.

Evelyn estaba buscando algo, o mejor a alguien.

  • Evelyn quë buscas?

Evelyn no dijo nada, solo sonreía, de repente salió una morena de la cocina se acercó hasta ella y la besó apasionadamente, Susan estaba roja, y sus amigos miraban sin perder detalle.

  • Nos vemos luego - dijo la morena.

  • Claro - le dió un beso corto - te quiero!

  • Te quiero!

Sonriéndose la una a la otra, Evelyn se fue, la tarde para Sayo se la estaba haciendo mas larga de lo normal, echaba mucho de menos a Evelyn, solo quedaba una hora para que volviera, se puso a trabajar con ganas, tal vez asi se le hiciera mas corta la hora.

Por otro lado Evelyn, Susan y los amigos de ella fueron a patinar sobre hielo, Evelyn estaba mas que aburrida, solo pensaba en Sayo y en las ganas que tenía de verla.

Por fin llegó la hora de volver, iban todos juntos, tenían pensado tomar algo en la cafetería, nada mas entrar Evelyn buscó con la mirada a su morena, pero no logró verla.

  • Sentaros, yo iré por las cosas - dijo Susan.

Evelyn y los demás se sentaron en una mesa, la rubia hablaba con ellos de cualquier cosa para pasar el rato hasta que pudiera irse.

Sayo había salido por la parte de atrás con los cubos de basura para vaciarlos, ya era de noche y hacia bastante frío, ella llevaba la típica chaqueta blanca de cocinero, estaba vaciando los cubos cuando de repente sintió un fuerte golpe en la pierna dejándola tirada en el suelo, las voces de unos hombres llegaron hasta sus oídos.

  • Vaya, vaya, mira quién está aquí, la zorra que nos pegó cuando intentamos divertirnos con su amiguita.

  • Si, la puta que me rompió la nariz.

Uno de ellos tenía un bate y otro un cuchillo.

  • Ahora pagarás por ello.

El hombre del bate empezó a golpearla, en la espalda, en el estómago, en la cara, Sayo estaba sangrando de la boca, del labio, de la nariz y de una ceja.

  • Bien ahora me toca a mi.

Sayo se levantó como pudo para tratar de defenderse, pero no pudo, el hombre la dio varios puñetazos en la cara y después le clavo el cuchillo en el estómago, dejándoselo clavado los dos hombres se fueron. La nieve blanca ahora era roja, Sayo se levantó agarrando el mango del cuchillo, con paso torpe se dirigió para la cafetería, consiguió llegar y apoyándose por las paredes iba a salir hasta donde estaban todos para pedir ayuda, Evelyn miró hacia el marco de la puerta de la cocina y de repente vio aparecer a la morena, llena de sangre, lo que Evelyn vio fue como ver a la misma muerte con la guadaña delante de ella, el pánico, el dolor, la angustia y la desesperación se apoderó de ella cuando la morena se acercaba, cayendo finalmente al suelo a pocos metros de la rubia.

Evelyn corrió a su lado poniendo a Sayo en sus piernas, no podía dejar de llorar, puso sus mano sobre la herida para evitar que perdiera mas sangre.

  • UNA AMBULANCIA!, POR FAVOR!, SAYO, SAYO, NO ME DEJES, - decía muy nerviosa sin dejar de llorar - SUSAN DATE PRISA!

Susan pidió una ambulancia, la gente rodeaba a Sayo y Evelyn, una vez que llegó la ambulancia se llevaron a Sayo, Evelyn fue con ella y estuvo toda la noche esperando a que la dijeran algo.

Eran las ocho de la mañana, Evelyn y Susan estaban en la sala de espera, habían pasado toda la noche allí, una de las enfermeras se presentó en la sala de espera.

  • Familiares de Sayo?

  • Yo! - la rubia se levantó corriendo.

  • Por favor, pase a aquella sala, enseguida irá el doctor.

  • Gracias.

Evelyn esperó en la sala que le dijo la enfermera, estaba nerviosa, quería saber como estaba Sayo, el doctor entró en la habitación.

  • Buenos días señorita.

  • Buenos días doctor, cómo está Sayo?

  • Afortunadamente el cuchillo no dió en ninguna arteria principal, se recuperará pronto, pero hay algo mas que me preocupa...

  • El qué doctor?

  • Su corazón, no es normal...

  • Por qué?, qué tiene?

  • Tiene el corazón de un niño pequeño, tanto en tamaño como en función, he podido ver que ya la han operado varias veces y...

  • Se puede hacer algo?

  • Lo siento... pero tras tantas operaciones si no lo volvieron ha hacer es porque no tenía solución.

  • No... - lágrimas empezaron a caer por su mejillas - doctor se tiene que poder hacer algo!

  • De momento no se puede hacer nada señorita, si Sayo es lo suficientemente fuerte y consigue aguantar tal vez con el tiempo la ciencia vaya avanzando, yo por mi pare le prometo que estudiaré este caso y haré todo lo posible por encontrar una solución.

  • Gracias... - Evelyn se tapó la cara con las manos para ahogar su llanto.

  • Tranquilícese señorita, si quiere puede pasar a verla.

  • Muchas gracias por todo doctor.

Evelyn salió de la habitación y fue a avisar a Susan.

  • Evelyn, que te han dicho?

  • Se recuperará...

  • Eso es fantástico - dijo frotándole la espalda a su amiga.

  • Si...

  • Cariño qué pasa?

  • Ella... esta mal del corazón y...

  • Oh... lo siento nena - Susan la abrazó para consolarla.

  • Susan voy a pasar a verla, tu puedes irte ya.

  • Estas segura?

  • Claro, ve y descansa, gracias por haberte quedado.

  • No hay de que nena, si quieres algo llámame.

  • Vale, hasta luego.

  • Hasta luego nena.

Susan se fue y Evelyn fue a la habitación de Sayo, cuando entró se puso al lado de la cama, Sayo tenía la cara golpeada, tenía muchas maquinas a su alrededor, Evelyn la cogió de la mano y la besó.

  • Sayo... hecho de menos oír tu voz, ver tus ojos, que me abraces, que me beses... Sayo por favor, no me dejes, no se que haría sin ti, te amo con toda mi alma, si pudiera darte mi corazón lo haría sin pensar - Evelyn entrelazó sus dedos con los de Sayo y se agachó para darle un beso en la comisura de la boca.

  • No hay mejor alivio que tus besos... - dijo la morena en un susurro.

  • Sayo!, Dios mío, qué tal estas? - preguntó la rubia mientras lloraba y sonreía a la vez.

  • Sabiendo que estas conmigo, estoy perfecta - la morena la sonrió débilmente.

  • Descansa cariño, tienes que recuperarte.

  • Descansaría mejor con un beso.

Evelyn se rió y se agachó para besarla, sus labios se quemaron por el ansiado contacto.

  • Mmm, ahora me siento mucho mejor - dijo la morena con una gran sonrisa.

  • Yo también - la sonrió del mismo modo - sabes que te quiero?

  • Lo se, yo también te quiero, gracias por darle sentido a mi vida, eres lo único por lo que quiero vivir.

Evelyn no pudo evitar ponerse a llorar, Sayo limpió sus lágrimas con los dedos y le acarició la cara.

  • Por qué lloras? - dijo tiernamente.

  • Porque eres lo mejor que me ha pasado nunca, y no quiero perderte - el llanto se hizo mas fuerte.

  • Ssshhh, ssshhh, ven aquí cariño - Sayo la abrazó como pudo - no me perderás entiendes?, siempre estaré contigo, porque te amo y porque me niego a estar sin ti, tanto en la vida... como en la muerte.

  • Te amo tanto Sayo... que me duele - Evelyn puso su mano en el corazón de Sayo - tu corazón...

  • Mi corazón es tuyo, sin tu amor no tiene razón para latir - Sayo puso su mano encima de la de Evelyn - si mi corazón fuera normal... no podría amarte como lo hago ahora...

Evelyn se la quedó mirando, solo pensar de que podía perderla la rompía el alma, amaba a esa mujer con todas sus fuerzas, Evelyn pegó su frente con la de la morena, las dos tenían los ojos cerrados. Evelyn pegó sus labios con los de Sayo, y le dio un beso llenos de amor, Sayo le respondió con el mismo amor, estuvieron largo rato besándose.

Los días fueron pasando, a Sayo le dijeron que tendría que permanecer allí una semana, aun la faltaban tres días, a Evelyn la dijeron que no fuera durante estos tres días, tenían que hacerle muchas pruebas y seguramente estaría muy cansada, Evelyn ya llevaba dos días sin verla y ya la echaba mucho de menos, estaba sentada en las escaleras de fuera de su casa, de brazos cruzados viendo como caía la nieve, llevaba un jersey azul, del mismo color que los ojos de su amor, era de lana y bastante gordo, sonreía cada vez que pensaba en Sayo, como le gustaría estar entre sus brazos ahora, parece que alguien escuchó sus pensamientos, unos brazos fuertes la rodearon por detrás, unas piernas largas aparecieron cada una por un lado y una voz dulce y delicada entró por sus oídos.

  • Te he echado de menos... - dijo la morena.

  • Pero qué???, Sayo!, qué haces aquí?, te han dado ya el alta?

  • ... no - dijo tímidamente.

  • Entonces? - decía la rubia preocupada.

  • Ya me encuentro mejor, además... quería verte.

  • Sayo tienes que vol - sus labios fueron sellados por los de la morena - mmm, sabes que no me puedo resistir con tus besos.

  • Lo se - dijo una sonriente morena a la vez que ponía una rosa roja delante de la rubia.

  • Sayo... es preciosa - Evelyn la cogió y la dio una beso profundo y prolongado - te amo.

  • Yo también te amo.

Volvieron a besarse, Evelyn sintió como alguien las miraba, poco a poco se fueron separando y miraron hacia delante, los padres de Evelyn estaban frente a ellas, con la boca abierta, parecía que no se creían lo que veían, Sayo y Evelyn se miraron muy sonrojadas y comenzaron a reírse.

Ya había pasado una semana, ambas chicas tenían vacaciones asi que decidieron hacer un viaje, las dos ya estaban en el coche de camino a la que sería su nuevo hogar por unos días, habían decidido ir a una casa rural, Evelyn conducía, Sayo iba a su lado dormida, a Evelyn la encantaba observarla mientras dormía. Una que vez llegaron Evelyn iba a despertar a Sayo, pero quería hacerlo de una manera especial, se acercó mas a ella y acarició el cuello de Sayo con sus labios, lo hacía muy lentamente, poco a poco Sayo fue despertando con una gran sonrisa, aunque no se quiso mover, pero con una de sus manos acarició la cabecita rubia que estaba hundida en su cuello, Evelyn subió por su mandíbula hasta que sus ojos se encontraron, tras una sonrisa, Sayo se acercó mas para besarla, sus labios rozaron los de Evelyn y pronto se convirtió en un beso apasionado, despacio se separaron.

  • Por lo que veo ya estas despierta - dijo sonriendo.

  • Muy despierta - sonreía de igual modo.

  • Ya hemos llegado, vamos!

  • Si!

Ambas salieron del coche cogiendo el equipaje, era un sitio muy agradable, era una cabaña enorme, la recepcionista era muy amable, tenían muchas habitaciones, también había una sala de juegos. Sayo y Evelyn ya estaban en su habitación, era de lo mas acogedora, tenía una chimenea, una cama bastante amplia y una cuarto de baño.

  • Esto es precioso - dijo Evelyn entusiasmada.

  • Si que lo es - la morena la abrazo por detrás.

  • Me encantaría estar asi, entre tus brazos, delante de la chimenea.

  • Y asi estaremos... te lo prometo.

De repente Sayo sintió unas punzadas en el pecho que la hizo caer de rodillas, colocándose una mano en el pecho.

  • Sayo, qué te pasa!? - dijo tirándose al suelo para ayudarla.

  • No es nada... es solo que me duele un poco el pecho.

  • Dios mío!, Sayo vamos al hospital - la rubia la tenía en sus brazos.

  • No, no, tranquila, ya se me esta pasando, fue solo una punzada.

  • Sayo...

  • Estoy bien - dijo tiernamente a la vez que la acariciaba la cara.

  • Al menos vamos a la cama, el viaje ha sido largo, seguro que estas cansada.

  • Si, estoy un poco cansada.

Las dos se tumbaron en la cama, Evelyn apoyó su cabeza en el pecho de la morena y ésta la abrazó.

  • Descansa cariño - levantó la cabeza para darle un beso en los labios.

  • Te quiero Evelyn.

  • Y yo a ti Sayo.

Tras besarse nuevamente ambas se quedaron dormidas, no se movieron ni un centímetro, estaban en la postura perfecta.

La hora de cenar se acercaba, el aroma de Sayo entró de lleno por la nariz de Evelyn cuando aspiró con fuerza.

  • Mmm, que bien hueles.

  • Jajaja, gracias - dijo la morena sonriendo.

  • Ya te encuentras mejor?

  • Mucho mejor.

Sayo acarició la nariz de Evelyn con la suya propia, ambas se reían, Evelyn sacó su lengua y acarició el labio inferior de Sayo, esta atrapó su lengua con sus labios, Sayo le sonrió juguetonamente antes de meter su lengua en la boca de Evelyn. Tras besarse un rato ambas decidieron bajar a comer, en el trascurso de la cena Sayo fue al baño, Evelyn se extrañó un poco porque tardaba mucho, pero se calmó al verla aparecer.

  • Me tenías preocupada.

  • Perdona, es que me he entretenido un poco en el espejo.

  • Tratabas de ponerte mas guapa eh - dijo bromeando.

  • Jajaja, yo podría, ya soy demasiado guapa - dijo sacándole la lengua.

  • Serás presumida!

  • Jajaja.

  • Mira, hay una sala de juego, quieres que vayamos?

  • Claro!, vamos.

Las dos mujeres se fueron a la sala, tenían varias máquinas de recreativos, una mesa de billar, y una pista de baile, ahora sonaba una música tranquila.

  • Quieres bailar? - preguntó la rubia.

  • Bueno... no se que tal se me dará - sorió tímidamente.

  • vamos

Entraron en la pista de baile, Evelyn la abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en su pecho, Sayo la abrazó, ambas bailaban muy despacio, sentían el cuerpo de la otra pegado al suyo.

  • Me encanta estar asi... sentirte - dijo la rubia muy feliz.

  • A mi también, me siento... especial cuando estoy contigo.

  • Eres especial...

Tras una corta mirada ambas se besaron, sin dejar de bailar, sus lenguas iban al compás de sus cuerpos, casi sin aliento Sayo se separó de ella.

  • Subamos a la habitación... quiero enseñarte algo.

  • Qué es? - preguntó entusiasmada.

  • Ahora lo verás.

Sayo la cogió de la mano y entró con ella a la habitación, pero antes le tapó los ojos, la guió hasta ponerse enfrente de la chimenea, le destapó los ojos, Evelyn se quedó maravillada con lo que vio, la chimenea estaba puesta, los troncos ardían en el fuego, desprendía un calor muy acogedor, frente a ella a los pies había una piel de oso blanco, era muy suave, Evelyn se giró para mirarla a los ojos, pero en ese momento Sayo la atrajo hacia a ella y la besó con ansia, pero muy cariñosamente, cuando aun rozaban sus labios Evelyn la dijo:

  • Ésto es maravilloso Sayo... gracias.

  • Quiero darte una noche inolvidable.

  • Todas las noches contigo son inolvidables.

  • Te quiero...

  • Te quiero.

Volvieron a besarse, poco a poco se fueron despojando de la ropa, una vez que estaban completamente desnudas, Sayo la tumbó con mucho cuidado encima de la piel, Evelyn sintió la suavidad en su espalda, Sayo estaba encima de ella, aun se estaban besando, Evelyn acariciaba la espalda, sus manos subían y bajaban, Sayo fue bajando hasta llegar al cuello, lo besó con tranquilidad, poco a poco fue bajando hasta llegar a los pechos de Evelyn, su lengua húmeda acariciaba el pezón de Evelyn, la otra mano de Sayo acariciaba sutilmente la entrepierna de Evelyn, la rubia no podía parar de gemir.

  • Sayo... eres... maravillosa...

  • Tu si que eres maravillosa...

Sayo devoró con su boca el pecho de Evelyn, tras torturarlo un poco con su lengua Sayo fue bajando hasta su ombligo, la mano que acariciaba la entrepierna ahora juega libremente en el centro de Evelyn, que a cada movimiento arquea su espalda.

  • Sayo... AAAAAHHHH!

La morena introdujo dos de sus dedos en el interior a Evelyn, lo hizo muy despacio pero muy profundamente, sus besos fueron bajando hasta el mismo centro de la rubia, Sayo acariciaba el clítoris de Evelyn con su lengua, lo lamía, lo chupaba y lo succionaba, las acometidas cada vez eras mas rápidas y fuertes, a Evelyn se le caían las lágrimas del placer que Sayo la estaba dando, casi estaba perdiendo el sentido, sus caderas se movían con ansia, Sayo entendió el mensaje y tanto las acometidas como las succiones se volvieron movimientos frenéticos, Evelyn gritaba el nombre de Sayo cada vez mas alto, hasta que su cuerpo no dió mas y llegó al clímax, Sayo subió hasta sus labios pero fue besando todo su cuerpo mientras subía, el fuego hacía ver mejor su sudor, sus cuerpos estaban totalmente húmedos y pegados, cuando Sayo llegó hasta quedar frente a ella, tras mirarla unos instantes la besó cono todo el amor que podía darle.

  • Te amo Sayo... si supieras lo que me has hecho sentir... - dijo jadeando.

  • Me alegro de que te haya gustado - dijo con una amplia sonrisa.

  • Gustado?, me ha encantado, ha sido la mejor noche de mi vida - la besó profundamente.

  • La mía también.

  • Ah no, la tuya acaba de empezar...

La rubia giró para acabar encima de la morena, mirándose profundamente Evelyn se acercó hasta su oreja.

  • Te amo como jamás había amado a nadie Sayo...

La rubia tiró con sus dientes del lóbulo de la oreja de Sayo, haciéndola soltar un gemido, Evelyn le hizo un pequeño chupentón en el cuello, la morena sonreía cuando lo notó, y la abrazó pegando mas a la rubia a su cuerpo, Evelyn metió una de sus piernas entre las de la morena y presionó en su centro, la morena habrió la boca para gritar pero la boca de Evelyn fue mas rápida y el grito fue ahogado en la garganta de la rubia, con una de sus manos la rubia masajeaba un pecho de Sayo, la presión con su rodillas aumentaba, Sayo movía sus caderas, necesitaba mas, necesitaba sentirla dentro de ella, Evelyn metió una de sus manos entre las piernas de Sayo hasta acariciar el centro de la morena, Sayo se abrió mas de piernas para dejar que se moviera mejor.

  • También quiero que esta noche sea inolvidable para ti... - dijo la rubia.

Sin pensarlo dos veces, dos de sus dedos entraron en Sayo, con mucha suavidad fue entrando y saliendo, la morena no podía articular palabra, sus respiraciones eran muy agitadas, Evelyn entraba y salía cada vez mas rápido, sabía que Sayo ya estaba a punto de llegar, en cada acometida movía los dedos en el interior de la morena, haciéndola gritar a pleno pulmón, cuando por fin iba a llegar Evelyn añadió un tercer dedo, en la envestida final Sayo se agarró a Evelyn y gritó su nombre. Ambas estaban exhaustas, Evelyn se tumbó encima de Sayo y ésta la abrazó con las pocas fuerzas que tenía.

  • Ha sido maravilloso Evelyn... gracias - y la dio un beso en la cabeza.

  • Gracias a ti por esta noche inolvidable.

  • Inolvidable... asi serán todas nuestras noches.

  • Inolvidables...

Se miraron y tras besarse Evelyn quedó dormida encima de ella, abrazándose la una a la otra, las llamas de la chimenea las acunó y les dió calor durante toda la noche.

El despertar fue de lo mas agradable, en una suave piel, con el ruido de los troncos quemándose en las llamas, con el calor del cuerpo de la persona que amaba, y entre los brazos de la persona mas maravillosa del mundo.

Evelyn restregó su cara por el pecho desnudo de Sayo, era tan suave... y olía tan bien, unas manos grades la acariciaban la espalda. Evelyn sonreía disfrutando del contacto, oía el latido del corazón de Sayo, le encantaba escucharlo, con sus latidos empezó a quedarse dormida otra vez, pero de repente una pesadilla la hizo despertar muy asustada, soñó que el latido de Sayo dejaba de oírse, y que al mirarla los ojos cerrados Sayo la hizo saber la cruda realidad. Sayo ya estaba despierta y al verla despertar asi se preocupó por ella.

  • Evelyn, estas bien?

  • Si, si, es que... he tenido una pesadilla, nada mas.

La rubia volvió a acomodarse en el pecho de Sayo.

  • Y qué has soñado?

  • Soñé que... tu corazón se paraba y... - Sayo no pudo evitar derramar unas lágrimas.

  • Sshh, tranquila, no pasa nada cariño, no llores.

Sayo la apretó mas contra ella y la acunó en sus brazos para calmarla a la vez que le susurraba palabras de amor en el oído.

  • Cariño te quiero tanto... es que... la idea de perderte me está matando.

  • Nunca me vas a perder, mi pequeño corazón se ha hecho cada vez mas grande con tu amor - dijo mientras le acariciaba la cara.

  • Sayo... ámame otra vez, necesito sentirte, necesito amarte hasta quedar sin aliento...

Sayo la besó tan profundamente que las palabras de Evelyn fueron interrumpidas, y asi se volvieron a amar, tal y como dijo Evelyn... hasta quedar sin aliento.

Los días fueron pasando, y no hubo uno de ellos en los que no se amaran cada noche, fueron unos días realmente llenos de amor. Llegó el día en el que tenían que volver a casa, ambas ya estaban en el coche de camino.

  • Estás bien? - preguntó la rubia que conducía.

  • Si, estoy bien - sus ojos y una sonrisa le agradecieron su preocupación.

  • Bien - Evelyn apartó un momento la vista de la carretera para mirarla.

  • Estos días contigo han sido maravilloso, gracias Evelyn, por todo, por darme tanta felicidad, por el amor que me demuestras cada día, por hacer que mi vida tenga sentido y valga la pena vivirla... te amo.

Evelyn sonrío todo lo que su boca dio de si, con una de sus manos acarició la cara de Sayo, quien se apoyó en su caricia y le dió un beso en la palma de la mano.

  • Yo también te amo Sayo, mas que a nada en esta vida, gracias por entrar en mi vida, por darme todo lo que me das, gracias por existir Sayo.

El semáforo se puso en rojo justo en ese momento, Sayo aprovechó para inclinarse donde Evelyn y besarla intensamente, a pocos centímetros de sus labios ambas se miraron y sonrieron. El viaje fue tranquilo, algo cansado, una vez llegaron Evelyn dejó a Sayo en la puerta de su casa.

  • Seguro que no quieres que te acompañe? - preguntó la morena.

  • No, tu ve a descansar ya, además es de noche y no quiero que vengas sola.

  • Lo se, pero no estaré tranquila si no te acompaño, asi que solo queda una solución.

  • Cuál?

  • Quédate a dormir hoy en casa.

La morena la miraba tímidamente, a Evelyn le encantaba cuando Sayo ponía esa cara, era de lo mas tierna y dulce, cogiéndola de la cara con sus dos manos se acercó lo suficiente para sentir la respiración de Sayo.

  • Claro que me quedo - dijo sonriente.

Evelyn la dió un tierno beso en los labios y después entraron en la casa, Sayo dejó las maletas a un lado y fue al frigorífico a preparar algo para cenar.

  • Qué te apetece cenar?

  • Me da igual, cualquier cosa que tengas - dijo la rubia desde el sofá.

  • Tengo lasaña, te apetece?

  • Vale!

Sayo puso la lasaña en el horno, fue a sentarse junto a Evelyn, la rodeo con sus brazos y se acurrucaron una junto a la otra.

  • Mañana tengo que ir a por el perro - dijo Sayo.

  • Es verdad, que se lo dejaste a Susan - dijo riendo.

  • Si, aun nos queda una semana de vacaciones.

  • Cierto, a que no sabes con quién quiero pasarla?

  • Mmm, pues no se, a ver que piense.

  • Oye!

  • Jajajaja, yo también las quiero pasar contigo - Sayo la besó tiernamente.

  • Tengo una sorpresa para ti.

  • A si?

  • Si, pero aun no te diré lo que es.

  • Ooohhh, sabes que me vas a quitar el sueño?

  • Y quién quiere dormir? - dijo mientras introducía su mano por debajo de la camisa de Sayo.

  • Nadie, nadie - dijo riéndose.

  • Lo sabia - río con ella.

El timbre del horno les dio a saber que la lasaña ya estaba, tras un beso rápido la morena se levantó a por la cena. Ambas cenaron tranquilas mientras veían la tele, después de cenar volvieron a acurrucarse las dos en el sofá, estuvieron besándose largo rato.

  • Quieres que nos demos un baño?

  • Claro, eso nos vendrá bien.

El agua estaba perfecta, Sayo estaba apoyada en Evelyn, la rubia acariciaba su cuerpo con una esponja.

  • Esto es muy relajante - dijo Evelyn.

  • Si que lo es, y mas si estas apoyada en el amor de tu vida y te esta lavando con una esponja.

  • Ya decía yo que estaba muy callada, jajaja.

  • Jajaja, es que quería disfrutar el momento.

  • Mmm, te quiero, lo sabes verdad?

  • Lo se.

Sayo se giró y la besó, después de un rato salieron y se fueron a dormir... a dormir?, no lo creo, una noche sin amor no era noche.

Unos ojitos verdes se fueron abriendo, su mano lo primero que buscó fue el cuerpo de la otra mujer, pero al ver que no lo encontraba se asustó y se incorporó en la cama, pudo ver que en su lugar había una nota y una rosa.

"He ido a por el desayuno, vendré enseguida, te quiero."

Evelyn se quedó mas tranquila al leer la nota, cogió la rosa y la olió, le encantaba el olor que desprendía, con una sonrisa se levantó de la cama y se empezó a vestir, cuando ya estaba lista se miró en el espejo de la habitación, al lado había una estantería, en ella había libros, eso le llamó la atención a Evelyn, quiso mirar que tipo de lectura le gustaba a Sayo, pudo ver que muchos de ellos eran novelas de amor, en uno de ellos había una foto que sobresalía, al sacar el libro una hoja cayo de él, se agachó para cogerla y comenzó a leer.

"El corazón en la parte imprescindible del cuerpo, al menos eso dicen, tal vez yo sea la excepción, por que lo único imprescindible para mi eres tu. Necesito tu sonrisa para hacer que la mía salga, necesito tu mirada para perderme en ti, necesito tu cercanía para poder vivir un día mas. Cada día mi corazón late con mas fuerza solo por ti, y a pesar de que es pequeño su latido es fuerte, y en cada latido siento su reproche, el reproche de porque no tiene tu amor. Por qué soy tan cobarde?, quiero acercarme a ti, pero no se cómo hacerlo, te sigo cada noche para asegurarme de que llegas bien a casa, eso es lo mas que me he acercado a ti, no voy a tu lado, pero me conformo con ir detrás, solo tengo que imaginar, imaginar que voy a tu lado, sin decir una palabra, solo una mirada. Si un día tengo el suficiente valor para decirte lo que siento, espero que ese día la muerte se aleje de mi pensamiento, porque cada día pasea por mi mente, y me recuerda lo cobarde que soy y que ya no paseara mas por mi mente, por que pronto caminaré a su lado, pero aun que este corazón deje de latir, yo no dejaré de vivir, porque tu eres lo único imprescindible en mi vida Evelyn."

La rubia no pudo contener las lágrimas, y cayendo de rodillas se abrazó al papel con todas sus fuerzas, no quería que Sayo la viera llorar, además tampoco sabía si a Sayo le hubiera gustado que lo leyera, volvió a guardar la hoja y lo colocó todo tal y como estaba, fue a lavarse la cara para quitarse todas las lágrimas...

La puerta de la casa se abrió dando paso a Sayo, traía una bolsa, lo primero que hizo fue dejarla en la cocina e ir a la habitación a ver si Evelyn seguía durmiendo, cuando llegó y no la vio la llamó.

  • Evelyn!

Una voz que salía del baño la contestó.

  • Estoy aquí!, enseguida salgo!

  • Vale!

Sayo se fue a preparar el desayuno mientras Evelyn salía, la rubia ya estaba bastante mejor, ya no se le notaba que había estado llorando, salió del baño y se fue directa a la cocina, vió que Sayo estaba sacando unas tazas del armario, asi que se acercó en silencio y la rodeó con sus brazos por la cintura.

  • Buenos días dormilona - dijo Sayo girándose y besándola.

  • Mmm, buenos días, muchas gracias por la rosa, es preciosa - dijo mientras la volvía a besar.

  • Me alegro de que te guste - dijo sonriente Sayo.

  • Que has comprado?

  • He comprado, tostadas, mermelada de fresa y... batido de chocolate.

  • Ooohhh, ya te sabes mi desayuno favorito.

  • Lo se desde mucho antes - dijo guiñándole un ojo.

En ese momento a Evelyn le vino a la mente lo que había leído hace un rato, y las lágrimas amenazaban con aparecer, pero Evelyn no quería, asi que se abalanzó sobre Sayo hundiendo su cara en el cuello de la morena, la abrazó con todas sus fuerzas.

  • Hey, estás bien cariño? - dijo Sayo preocupada.

  • Mejor que nunca... te amo Sayo.

  • Yo también te amo Evelyn... no sabes cuánto.

Sayo la abrazó con fuerza y se quedaron asi hasta que ambas aliviaran su deseo, ese día fue muy especial, no desayunaron como solían hacerlo, Evelyn se sentó entre sus piernas y se fueron dando de desayunar la una a la otra, entre besos y caricias.

Sayo acompañó hasta casa a Evelyn, ya estaban en la puerta despidiéndose, Evelyn estaba subida a una de las escaleras, eso la hacia estar a la misma estatura que Sayo, sus brazos rodeaban el cuello de la morena, Sayo la abrazaba por la cintura.

  • Entonces nos vemos mañana - dijo Evelyn.

  • Si, yo ahora iré a buscar al perro y a hacer unos recados.

  • De acuerdo, ten cuidado, te llamaré esta noche.

Evelyn se acercó mas a ella y la besó muy tiernamente, cuando se separaron Evelyn apoyó su frente en la de Sayo.

  • Ahora que estoy acostumbrada a tenerte a mi lado no se que voy hacer tantas horas sin ti.

  • A mi me pasa lo mismo, ya te estoy hechando de menos.

Evelyn la sonrío y la volvió a besar, después de besarse varias veces se abrazaron en un estrecho abrazo.

  • Hasta esta noche.

  • Hasta esta noche Sayo.

Tras mirarse a distancia cada una tomó su camino, Evelyn entró en la casa, donde estaban sus padres.

  • Ya estoy en casa!

  • Ya era hora! - dijo el padre en tono enfadado.

  • Pasa algo?

  • Desapareces una semana para irte con la mujer esa.

  • Con Sayo papá, se llama Sayo!

  • Me da igual como se llame!, no me gusta.

  • Me importa muy poco si te gusta como si no, la que sale con ella soy yo, no tu!

  • Ten cuidado con lo que dices, no quiero que vuelva por aquí, y tampoco quiero que sigas con ella.

  • Lo que tu quieras no es asunto mío, es mi vida y yo decido con quien compartirla.

  • Desde que estas con esa mujer te has vuelto una respondona y una rebelde, mírate!

  • No se trata de rebeldía papa, se trata de defender aquello que amo, de luchar por lo que creo y por la persona que quiero.

  • A si?, y qué harás cuando esa persona que quieres te deje?, tu misma lo dijiste!, esta enferma, no vale la pena tirarlo todo por la ventana por una persona que te dejará en cualquier momento.

  • Cállate! - Evelyn empezó a llorar con rabia - no vuelvas a decir eso me oyes?!!, y claro que vale la pena!, acaso a ti te gustaría estar muriéndote y ver como la gente te ignora, como te niegan su amor, su amistad, su comprensión, su ayuda?, eso te gustaría?

Sin decir mas Evelyn subió corriendo a su habitación, lo que su padre había dicho le dolió mucho, cómo podía pensar asi?, ella tenía claro que no iba a dejar a Sayo por nada, Evelyn estaba muy mal, necesitaba ver a Sayo, necesitaba estar entre sus brazos, pero recordó lo que Sayo la dijo, asi que no estaría en casa, entre lágrimas se tumbó en la cama y pensando en los maravillosos días que había pasado junto a Sayo se quedó dormida.

Ya eran las once de la noche, y Sayo aun esperaba la llamada de Evelyn, estaba preocupada, asi que decidió llamarla a ella. El teléfono de su habitación comenzó a sonar, Evelyn levantó la cabeza y miró la hora, las once!, se había quedado dormida, asustada cogió el teléfono.

  • Si????

  • Evelyn, soy yo.

  • Sayo... dios.

  • Cariño estás bien?, me tenías preocupada.

  • Si, si, lo siento mucho, es que he peleado con mi padre y me he quedado dormida en mi cama, lo siento cariño, tu estas bien?

  • Si, estoy bien, quiero verte, te apetece que vayamos a dar una vuelta?

  • Claro!

  • En diez minutos estoy allí - dijo cariñosamente.

  • Entonces aquí te espero.

  • Hasta hora.

  • Hasta hora...

Evelyn colgó el teléfono y fue a arreglarse un poco.

Tal y como dijo Sayo en diez minutos estaba allí, Evelyn salió de la casa y lo primero que vió fueron esos ojos azules, la rubia se acercó a ella y se abrazó a la morena con mucha fuerza.

  • Te he echado de menos - dijo Sayo.

  • Y yo a ti!, necesitaba tanto verte, abrazarte... sentirte.

  • Mi amor...

Sayo la besó apasionadamente, Evelyn la besaba con la misma pasión, sus lenguas se acariciaban la una en la otra, era un tacto tan mágico... a pesar de las pocas horas que habían estado separadas, el tacto de sus lenguas fue tan deseado, tan ansiado que parecía que habían estado siglos sin verse, poco a poco se fueron separando.

  • Tengo algo para ti - dijo Sayo.

  • El qué? - preguntó curiosa.

  • Bueno yo... había pensado que...

Sayo estaba algo sonrojada, Evelyn se extrañó, pero le encantaba, entrelazó su mano con la de Sayo.

  • Qué habías pensado? - dijo tiernamente.

Sayo la miró directamente a los ojos, y sacando un pequeño objeto de su bolsillo, extendió su mano y en su palma había un anillo de oro, con una piedra en el centro, la mitad era azul y la otra mitad era verde.

  • Te gustaría venir a vivir conmigo?

En su voz se pudo notar la timidez, Evelyn no tenía palabras, cogió el anillo y lo miró detenidamente, unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, dejándolas correr miró a Sayo y una sonrisa apareció en sus labios.

  • Me encantaría vivir contigo Sayo.

Los ojos azules se humedecieron y unas lágrimas no tardaron en salir de ellos, con voz temblorosa consiguió decir.

  • De... verdad?

  • De verdad.

Evelyn iba a ponerse el anillo cuando vió que había algo escrito en su interior.

"Mi corazón es tuyo"

Evelyn levantó la vista para mirar a Sayo que también lloraba, la morena se acercó mas a ella, cogió el anillo y se lo puso a Evelyn, ambas no pudieron mas y se aferraron la una a la otra con desesperación.

  • Te amo Sayo, te amo como jamás he amado a nadie.

  • Yo también te amo, jamás podrías imaginarte cómo.

Siguieron abrazadas durante largo rato, nos les importaba nada, solo estar la una con la otra, asi, tal y como estaban ahora...

Pasaron dos días, era por la tarde cuando Evelyn salió a comprar un regalo a Sayo, mañana era su cumpleaños, ya le tenía una sorpresa, pero quería regalarle algo especial, se paró frente a una joyería, y vio un colgante que le llamó la atención, era un corazón de oro que se partía por la mitad, cada mitad tenía su cadena, sin pensarlo mas entró y lo compró, satisfecha por la compra se dirigió al trabajo a ver a Susan.

  • Hola Susan!

  • Oh!, hola cariño!, que de tiempo, donde te habías metido?

  • Ya sabes, con Sayo y eso.

  • Qué tal vais?

  • De maravilla - dijo con una gran sonrisa.

  • No sabes cuánto me alegro nena.

  • Mañana es su cumpleaños y voy a darle una sorpresa.

  • Seguro que se la das, conociéndote como te conozco... jajaja.

  • Jajaja, ya te contaré, bueno, tengo que irme, he quedado con Sayo.

  • Muy bien nena, recuerda que dentro de poco volvéis a trabajar eh!

  • No me lo recuerdes por favor! - dijo mientras se iba.

  • Jajaja, chao nena!

  • Adiós Susan!

Evelyn fue al parque donde había quedado con Sayo, vió a la morena sentada en un banco, ella se acercó por detrás y la tapó los ojos.

  • Quién soy?

  • Mmm, esa voz... de que me sonara a mi?

  • Que mala - dijo divertida.

  • A si!, ya la recuerdo, es la voz del amor de mi vida.

  • Eso está mejor.

Dijo Evelyn mientras se sentaba en las rodillas de Sayo y la besaba.

  • Hace mucho que esperas?

  • Que va, acabo de llegar - dijo sonriente.

  • Asi que mañana mi niña cumple un año mas - dijo a la vez que acariciaba su nariz con la de ella.

  • Sip, eso parece, jajaja.

  • Haré que el día de mañana no lo olvides jamás.

  • Cualquier día a tu lado es inolvidable.

Se miraron a los ojos antes de abrazarse y besarse, solo la luna y las estrellas eran testigos de tanto amor.

Y el gran día llegó, Evelyn madrugó aquella mañana para ir a casa de Sayo, estaba nerviosa, no sabía si le gustaría el regalo y su sorpresa. Llena de alegría y entusiasmo se fue a casa de Sayo.

El timbre sonó, Sayo ya estaba levantada asi que no tardo en abrir la puerta, nada mas hacerlo una sonrisa apareció en su cara al ver a una rubia de ojitos verdes sujetando varias cuerdas con globos de colores.

  • Feliz cumpleaños cariño!

Evelyn se lanzó a su cuello y la besó con ternura, la morena la abrazó por la cintura y la levantó apretándola mas contra si.

  • Muchas gracias mi amor.

  • Ten!

Evelyn le ofreció los globos algo sonrojada.

  • Se que es infantil pero...

  • me encantan - dijo Sayo antes de volver a besarla.

  • Mmm, eso no es todo, mira.

La morena la miró atentamente, vió como Evelyn sacaba una caja cuadrada, y la abría ante los ojos de la morena. Sayo quedó maravillada con el contenido de la caja, con una de sus manos acarició los corazones como si no se creyera lo que estaba viendo.

  • Evelyn... esto... estos es precioso - dijo muy emocionada.

  • Uno es para ti, y el otro para mi, escoge el que quieras - dijo tiernamente.

La morena cogió el del lado derecho, pero no para ella, sino para Evelyn, se acercó a ella y empezó a ponerle el collar, pegó su mejilla a la de la rubia mientras se lo colocaba, cuando se lo abrochó rozó sus labios con los de Evelyn, la rubia cogió la otra mitad del corazón y se lo colocó a la morena, le costó algo mas ya que era mas alta, pero una vez lo abrochó se quedó abrazada a Sayo y le susurró...

  • Feliz cumpleaños mi vida.

  • Gracias Evelyn... gracias.

La morena se abrazó a ella y lloró en silencio, tras estar asi un rato la voz de Evelyn sonó.

  • Venga, tenemos que irnos ya.

  • Irnos?, a dónde?

  • Eso es una sorpresa, tu solo ven conmigo.

Evelyn la cogió de la mano, entrelazó sus dedos con los de Sayo y salieron de la casa.

Había mucho ruido, y desde luego mucha gente también, Sayo no veía nada, tenía los ojos vendados, Evelyn la tenía cogida del brazo y la iba guiando, anduvieron bastante, pero parecía que ya habían llegado ya que la rubia se había parado.

  • Bien, pues ya estamos.

  • Me puedo quitar la venda ya?

  • Espera, yo te la quito.

Evelyn se puso detrás de ella y despacio deshizo el lazo de la cinta dejando que los ojos azules se llenaran de todo aquello, Sayo parpadeó un par de veces hasta aclararse la vista y ver dónde estaba.

Estaban en un estadio de jockey!, Sayo miraba a todos lados, era la primera vez que veía algo asi, todo estaba lleno de luces, había puestos en los que vendían banderas, camisetas y gorras de los equipos, la mayoría de la gente allí llevaba algo de su equipo, le encantaba todo aquello, eran tan nuevo para ella..., lo único que pudo hacer fue girarse para mirar a Evelyn, dejar que las lágrimas cayeran por sus mejillas y abrazarse a ella con todas sus fuerzas.

El partido ya estaba apunto de terminar, y estaba en lo mas emocionante, iban empatados, a Sayo le daba igual quien ganara, se sentía muy feliz por poder ver un partido desde las gradas, con la persona que amaba, en una de las jugadas uno de los jugadores golpeó la pastilla haciéndola salir del campo por encima de los cristales, la gente de las gradas se levantaban con la intención de cogerla, pero una mano grande consiguió coger la pastilla al vuelo, Sayo la había cogido, Evelyn también estaba de pie, con la boca abierta, estaba tan sorprendida como Sayo, cuando por fin reaccionaron pudieron ver como la gente de su alrededor la aplaudía, llenas de felicidad Sayo y Evelyn se abrazaron y se besaron llenas de felicidad. El resto del partido fue muy animado, ambas gritaban para animar a los jugadores, y celebraban cada gol y hacían la ola con el resto de los espectadores, se lo pasaron realmente bien.

Estaban en el coche de camino a casa, cuando por su lado paso otro coche pitando, por las ventanillas salían hinchas del equipo ganador gritando la victoria, Evelyn les respondió con un pitido y Sayo les saludaba por la ventanilla, ambas se reían.

  • Me lo he pasado estupendamente Evelyn, muchas gracias por todo, como bien dijiste, hoy iba a ser un día inolvidable.

  • Me alegro de que te haya gustado, yo también me lo he pasado muy bien - dijo sonriente - lo de la pastilla ha sido increíble!

  • Si!, he tenido mucha suerte.

  • Que vas hacer con ella?

  • Pues... dársela a la persona que tanto amo, y ahora que vamos a vivir juntas, guardarla bien, será el recuerdo de cuando fuimos a ver nuestro primer partido juntas.

  • Te amo Sayo!

  • Y yo a ti Evelyn!

La rubia paró el coche en el semáforo, aprovechó para acercarse a Sayo y besarla, a pocos centímetros de sus labios la dijo.

  • Descansa cariño, seguro que estas agotada, y esta tarde tenemos que hacer la mudanza.

  • Si!, estoy deseando que te vengas ya, quiero pasar todos los días abrazada a ti, todas las noches amándote...

  • Yo también lo estoy deseando, hoy no solo será nuestro primer partido juntas, también será nuestro primer día viviendo juntas...

Evelyn la besó una vez mas

  • Ahora duerme un poco, hasta que lleguemos a casa.

Sin decir nada Sayo se acurrucó en el asiento con una sonrisa, antes de cerrar los ojos miró a Evelyn, la rubia la acarició la mejilla, y con el tacto de la mano de Evelyn, Sayo cerró los ojos, sonriente Evelyn siguió conduciendo de camino a casa, siempre que tenía la oportunidad miraba a Sayo, la encantaba verla dormir.

Tras estar una hora conduciendo por fin llegaron a casa, Evelyn aparcó el coche enfrente de la casa de Sayo, la morena aun dormía, Evelyn la llamó para despertarla.

  • Sayo cariño, ya hemos llegado - dijo mientras se quitaba el cinturón - ey, despierta dormilona.

Evelyn al ver que no se despertaba abrió la puerta del coche y la cerró algo mas fuerte haciendo ruido, Sayo seguía sin despertar.

  • Vaya... si que tienes el sueño pesado.

Evelyn se acercó a ella y puso su mano en la mejilla de Sayo, estaba fría... mas fría de lo normal.

  • Sayo?

La rubia se estaba empezando a asustar, la llamó mas fuerte pero no contestaba, puso una de sus manos en el cuello de Sayo para buscarle el pulso, pero no lo encontró, el pánico se apoderó de ella y las lágrimas empezaron a salir sin parar, apoyó la cabeza en el pecho de Sayo con la intención de escuchar su latido, pero no se oía nada...

  • Sayo... no, no me dejes ahora!, por favor, Sayo... dios mío...

Evelyn se abrazó al cuerpo sin vida de Sayo, no podría expresaron el dolor que sentía en esos momentos, pero paraos a pensar, alguna vez habéis perdido a esa persona con la que lo compartes todo?, la que te da todo su amor y tu a ella?, la que hace que pierdas el sentido con solo mirarla?, la que cuando te abraza te hace sentir mil cosas diferentes?... espero que no. Es tanto el dolor que se siente en esos momentos que no se puede narrar. Evelyn seguía con la cabeza en el pecho de Sayo con la esperanza de volver a oír ese latido, pero ese latido no se oyó mas...

Sayo estaba delante de la lápida de Sayo, dejando una rosa roja, como las que le regalaba a ella, el aspecto de su cara era cansado, con ojeras, y la expresión mas triste que te puedas imaginar, a su lado estaba el perro de Sayo y al otro lado estaba Susan, Evelyn parecía que se había quedado sin lágrimas, ya no podía llorar mas. Se dirigió hacia su amiga.

  • Gracias por estar conmigo Susan.

  • Oh cariño, no me des las gracias, será mejor que vayas a casa a descansar, hoy ha sido un día duro.

  • No creo que pueda...

  • Claro que lo harás, ella te dijo que siempre estaría contigo, solo tienes que cerrar los ojos y desearlo con todas tus fuerzas.

Evelyn abrazó a su amiga, agradeciéndola su apoyo y su ánimo.

  • Gracias...

Evelyn estaba en el piso de Sayo, paseaba por toda la casa recordando todo el tiempo que habían estado juntas, imágenes aparecían en su mente, como si las estuviera viviendo ahora, llegó a la habitación donde tantas veces se habían amado y se tumbó en la cama, las lágrimas volvieron a ella y abrazándose a si misma pensó con todas sus fuerzas en Sayo, una calidez recorrió todo su cuerpo, se sentía igual que cuando Sayo la abrazaba por la espalda, era la misma sensación, entre tantas lágrimas una sonrisa apareció en sus labios.

  • Quédate conmigo... hasta que me duerma.

Evelyn susurró a la vez que se dejaba vencer por el cansancio, y sintiéndose igual de protegida que cuando Sayo la abrazaba.

Evelyn despertó confundida, pensó que todo había sido un sueño, pero al no encontrar a Sayo a su lado se dio cuenta de que no era asi, se levantó de la cama, pero cuando apoyó su pie en el suelo notó que pisó algo, al levantarlo se sorprendió al ver la cadena que le regaló a Sayo con el corazón, sacó la mitad del corazón y lo metió en su cadena, al unir las dos partes vio que detrás tenía algo escrito.

"Tu Corazón y el mío son ahora uno"

Evelyn sonrío a la vez que lloraba, cerró su puño con el corazón dentro de el, Evelyn sabía que Sayo no la había abandonado, aunque no pudiera verla sabía que estaba allí, no podía verla... solo sentirla.

  • Ahora y siempre mi vida...

Fin