Corazón de tela V
Mi muñeca, resiste.
- ¡No vas a ir a ningún lado! – exclamó el papá de Raquel, aunque ya no tan convencido como antes, a causa de la mirada enfurecida de su hija. Y antes de que el señor pudiera alzar la mano si quiera para cometer una locura, el guapo David se interpuso entre ellos. Con una lucha de miradas por parte de los tres individuos, Raquel cayó en cuenta de que habían pasado más 30 minutos – Ya la tienda debe estar abierta – pensó.
Se deshizo del fuerte agarre de su papá, quien intentó detenerla pero David no lo dejó. Raquel corrió y corrió hacia la tienda. Sentía desvanecerse en cada respiro que daba.
Qué tonta eres Raquel, sólo a ti se te ocurre semejante locura, la chica te quiere. Deseó ser humana para estar contigo, se hizo heridas por darte una rosa, solo para ver cómo te alegrabas. Está dispuesta a dar todo por ti y tú simplemente la alejaste, ahora no sabes si se encuentra bien. Mi muñeca, resiste.
A kilómetros de altura, unos cuantos hilos cobraban vida y se enlazaban entre sí, a causa del resiste de la única persona que podía salvarla, mientras la chica dormía en uno de los asientos del avión.
¡No, no, no! – Gritaba Raquel furiosa al llegar, casi sin aliento, a la entrada de la tienda - ¡¿Hay alguien ahí?! – Llamaba desesperada.
¡Niña, romperás la puerta! – Le regañaba una señora que barría la acera, regordeta y con un delantal sucio.
¿A dónde se fue el dueño de la tienda? ¿Por qué no ha abierto? – Preguntó.
No lo sé, pero salió hace rato con unas maletas y con una muchacha que parecía enferma.
Sara – Susurró.
¿No sabe a dónde iban? – Preguntó una vez más.
Eso no pude escucharlo, aunque intenté – Confesó sin pena.
Raquel se dio la vuelta mirando a todos lados, tenía una leve sospecha de a dónde podían haber ido. Para su suerte, llegó un auto lujoso y se detuvo frente a ella.
¿No la has encontrado? – Preguntó David.
¿Puedes llevarme al aeropuerto? – dijo un poco nerviosa.
Sube – anunció.
Raquel se subió rápidamente al auto y arrancaron al único aeropuerto de la ciudad.
Gracias por lo de hace rato – dijo Raquel con la mirada fija en la carretera, como si quisiera hacer que el camino se acortara y llegara más rápido.
No te preocupes – dijo David regalándole una sonrisa de consuelo, que Raquel no vio porque seguía con la mirada fija en el asfalto.
Ojalá no sea tarde – mientras apretaba sus manos y movía sus dedos nerviosa.
Al llegar al estacionamiento, Raquel no esperó que David aparcara, se bajó de inmediato y entró al aeropuerto. Buscó con la mirada al azar, a pesar de no haber mucha gente esa mañana, no la veía. Asustada, buscó el anuncio de vuelos que acababan de salir y ahí estaba, no menos de 20 minutos, un avión a Rusia había salido.
D-disculpe – llamó la atención de una muchacha que por el uniforme reconoció que trabajaba allí - ¿Cuándo sale el próximo vuelo a Rusia? –
Al mediodía sale un vuelo – le dijo, no contenta con la respuesta, solo le sonrió forzadamente a la chica y se alejó hacia donde estaba David, que venía entrando en ese momento.
¿No está aquí? – Preguntó no muy inteligentemente, pues de haber estado ya estuviese con ella.
Se fue – dijo con un nudo en la garganta – El próximo vuelo sale a las 12 – Dijo tocándose sus bolsillos – Compraré un boleto, gracias por la ayuda – dijo dándose vuelta y caminando a dónde vendían los boletos.
Espera – le dijo David – Te acompañaré – agregó seguro.
¿En serio? – Preguntó incrédula – Iremos a Rusia –
¿Sara se fue a Rusia? – Preguntó confundido.
Sí, ella… Proviene de allá – comentó.
Pues a Rusia será –
Raquel no quería decirle la verdadera razón de todo aquello y David tampoco indagó, lo que fue un alivio. Compraron los boletos y luego fueron a comprar un poco de ropa, ya que Raquel no quería regresar a su casa, por miedo a no poder salir otra vez de allí.
La espera no la tranquilizaba, Sara podría estar pasándola realmente mal y todo era su culpa. Resiste.
Comieron un poco. Raquel realizó algunas llamadas para comunicarle la situación a Joshua, quien le deseó toda la suerte del mundo y cito “No me importa si el mundo se queda sin suerte, tú realmente la necesitas” logrando sacarle una sonrisa a Raquel.
Cuando anunciaron el abordaje, Raquel se encontraba en la puerta esperando para pasar. Movía su pierna derecha repetitivamente y mordía sus labios, rompiéndolos, sin notar el dolor. No podía sentir más en aquel momento.
Sentada en el avión, esperando para salir, recordó algo muy importante. No sabía dónde quedaba Kynsob, la ciudad oculta.
Suspiró ante aquello y cerró sus ojos.
- Raquel, despierta – se escuchaba suavemente decir a David – Ya llegamos a Rusia –
Cuando salieron del aeropuerto ruso, Raquel quedó estática en la acera, no sabía a dónde ir.
Muy bien ¿A dónde vamos ahora? – Preguntó ansioso David - ¿No sabes a donde, cierto? – Preguntó esta vez resoplando, al no escuchar respuesta.
Kynsob – Dijo Raquel – Es una ciudad oculta –
Eso no lo hace más fácil – Dijo de manera sarcástica, logrando una mirada de reproche en Raquel – Tal vez sea algo de la cultura, no lo sé – agregó – Podríamos preguntarle a alguien.
¿Sabes hablar ruso? – Preguntó curiosa.
No es necesario – Dijo sonriendo.
David se acercó a unos taxistas que se encontraban afuera del aeropuerto y dijo - ¿Kynsob? – Los taxistas se lo quedaron mirando extrañado y dijeron unas cuantas cosas en ruso, que ninguno de los dos turistas entendieron.
- Que gran idea – Esta vez la sarcástica era Raquel – Caminemos – Dijo.
Sin embargo, era la única posibilidad que tenían de obtener alguna respuesta positiva. Caminaron por las calles abarrotadas de personas, haciendo la misma pregunta ¿Kynsob?
- Sigamos – dijo Raquel al ver que David empezaba a darse por vencido, claro, no era su chica la que estaba en peligro. Ella debía seguir.
Curiosamente al borde de un callejón, detuvieron a una pareja para preguntarle - ¿Kynsob? – La joven pareja se miró extrañada y les sonrió amablemente, negando con la cabeza.
¿Kynsob? – Escucharon decir a una voz rasposa proveniente del callejón.
¿Eh? Sí – Dijo Raquel emocionada de que por fin alguien entendiera – Kynsob –
Kynsob – Volvió a repetir aquella voz - ¡Kynsob! – gritó –
Los chicos dieron unos pasos atrás asustados, viendo salir a un anciano con harapos sucios y cabello canoso crespo y abundante.
- ¿Kynsob? – Dijo otra vez pero más calmado. Raquel y David asintieron y el viejo les sonrió. Levantó uno de sus brazos lentamente y apuntó hacia una montaña que se veía entre la multitud, en las afueras. Luego empezó a decir muchas cosas en ruso, les indicó con su mano el número tres y luego señaló la frente de Raquel y de David, seguido del mismo gesto pero esta vez hacia el pecho de ambos chicos.
Confundidos, vieron como el anciano se devolvía al callejón y se perdía en la oscuridad del mismo.
Ambos se miraron y caminaron hacia las afueras, en busca de Kynsob. Sin saber si el anciano les dijo lo que realmente necesitaban o no, era eso o nada y cualquier cosa era mejor que “nada” en esos momentos.
Y allí se encontraba Raquel, lanzándose a una aventura en la que ni siquiera se hubiese imaginado y ¡Por una chica! Sí que era una locura todo aquello. Si alguien se le hubiese aparecido una semana antes diciéndole que arriesgaría su vida por una chica y que aparte esta chica le robaría el corazón, probablemente se hubiese reído en su cara. Aunque pensándolo bien, luego de que se enterara de que su ex novio solo la quería para llevársela a la cama lo hubiese dudado un poco.
Aquella enorme montaña parecía alejarse cada vez más.
Siento que quiero llorar – dijo David al salir de la ciudad.
Oye. Debo decirte algo – Y le contó exactamente lo que había pasado con Sara.
Era necesario. Si algún evento mágico sucedía en el trayecto David podía volverse loco o algo así. No tenía claro cómo funcionaba la magia.
- ¿Qué es eso? – Preguntó Raquel a un David sorprendido aun por lo antes contado – Parece un pueblo, vamos – Raquel lo haló del brazo para que caminara a su paso.
Siguieron el humo que salía de una fogata, probablemente. De vez en cuando miraban hacia atrás y la ciudad ya era casi un espejismo. No recordaban cuanto tiempo ya llevaban caminando.
Llegaron al pequeño pueblo observando a quien podían preguntarle sobre Kynsob.
¿Kynsob? – Preguntaron a un pequeño grupo de señores mayores, que se encontraban sentados bajo un árbol, al borde de una casa hecha completamente de madera. Asintieron. Los chicos sintieron una fugaz alegría. Los señores se miraron entre sí, gritaron en ruso hacia alguien que estaba dentro de la casa. El piso comenzó a gruñir y la puerta rechinó al abrirse, dejándose ver a una anciana encorvada, de cabello gris recogido. Vestía varios trapos, uno sobre otro que la hacía verse más redonda.
¿Kynsob? – Anunció la señora al salir, seguido de un montón de palabras en ruso.
No entendemos – Dijo Raquel un poco triste y negando con la cabeza.
Tu hablar español – Dijo la señora en un español terrible pero entendible – Yo poco – Logrando que los chicos sonrieran emocionados. No hablaba perfectamente, pero era suficiente para entender.
Estamos buscando la ciudad oculta, Kynsob – Dijo Raquel emocionada.
Sí, Kynsob no existe – Dijo la anciana.
Lo que faltaba, viajar tanto para que una anciana arrugada les dijera que Kynsob no existía. Sin embargo, antes de poder decepcionarse, la anciana dijo – Pasar tres pruebas y encontrar ciudad – Raquel supuso que habían que pasar tres pruebas para encontrar la ciudad.
¿Qué clase de pruebas? – Preguntó curiosa.
Necesarias para aligerar corazón – Les respondió – Y mente –
¿Y a dónde hay que ir? – Preguntó Raquel impaciente.
Esperar luz de noche – Anunció la anciana y se fue – ¡Aurora! – Gritó antes de desaparecer.
Eso era otra razón para impacientar a Raquel, había que esperar la noche. Y a una tal Aurora.
¡Esto no puede estar pasando! – Exclamó Raquel tomando a David del cuello de la camisa - ¡Necesito encontrarla ya! – dijo agitando a un pobre David que no tenía la culpa.
Esperemos a la noche Raquel – dijo intentando calmarla – No tenemos más que hacer por ahora –
Y era cierto, debían esperar, aunque por el color del cielo, la noche no debía tardar en llegar. Eran pocos habitantes y amablemente les ofrecieron una habitación para quedarse, pero esa noche no molestarían mucho tiempo.
Estando dentro de la habitación, vieron ráfagas de luces verdosas mezcladas con un color blanco que se movían como serpientes en el cielo.
¡Raquel! – Le dijo David - ¿Qué tal si Aurora no es alguien si no algo? – Preguntó mirando por la ventana.
Auroras boreales – susurró Raquel – Vamos –
Salieron de inmediato afuera, descalzos de la emoción, la aurora se movía y ellos caminaban cegados mirando al cielo. Se sentían cada vez cerca más e hipnotizados caminaban hacia ella. Los habitantes curiosos que miraban por las ventanas, las cerraron de un golpe, casi todos al mismo tiempo. Los ojos de los chicos ya no eran oscuros, ahora eran verdes centelleantes.
Y mientras la espesa neblina verdosa viviente se acercaba, Raquel susurraba palabras – Sara, resiste – Y la aurora se los tragó.
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@thundervzla
Gaby (ID: 1429777) : Hey calma calma, todo va a estar bien xD Espero te haya gustado este capítulo.
*Neizreciv (ID: 1428509) : Espero seguir manteniendote enamorada, ya sabes, con los relatos xD Saludos.*
**Artwork (ID: 1368763) : Voy bien entonces. Siempre he tenido algunas dudas porque como la página es de "Relatos eróticos" entonces me siento como fuera de base, pero mientras haya lectores que les guste lo que yo ofrezco me mantendré aquí. Gracias por leer, cada comentario me anima a seguir.****
*leti88 (ID: 1340212) : Pues a mi me hipermegarecontra encanta que a ti te recontramega encante xD*
*samx (ID: 1402222) : Gracias por esas buenas vibras y pues yo aprendí a escribir leyendo Harry Potter, aunque eso es una historia muy larga de contar por aquí xDD*
**HombreFX (ID: 853437) : Gracias :D****
**aurora la diosa (ID: 1363822) : Muchas gracias, espero este capítulo haya sido de tu agrado también. Y oye, amor por los videojuegos por siempre, aunque esté ancianita xD****Me he imaginado anciana y jugando videojuegos, rayos. Abuelita cool Jajaja, ya me fui por las ramas, saludos.**