Corazón de tela IV

¡Pequeña Sara, mira lo que te ha hecho el amor!

Era realmente una tontería lo que Raquel planeaba hacer, incluso le dolió solo el hecho de pensar en tener que usar a un chico para “eliminar” o en tal caso, “retardar” lo que crecía en su corazón por Sara. Más no estaba enterada de las consecuencias de sus futuros actos.

- ¡No brillan! – Pensaba Sara - ¡Sus ojos no brillan! – en esto pensaba Sara al notar la mirada de Raquel cuando, el rubio David, segundos después descubrió su nombre, le entregaba el ramo de rosas.

  • Gracias – dijo Raquel, recibiendo aquel extravagante ramo y mostrando un gesto de falsa emoción.

  • El auto nos espera afuera – anunció el rubio.

Sara notaba como David miraba a Raquel y cómo Raquel fingía cierta simpatía – ¿A qué está jugando? – Pensaba.

Al llegar al lujoso restaurant, David tomó de la mano a Raquel.

  • ¡Auch! – exclamó Sara, alertando al papá de Raquel.

  • ¿Qué pasa? – preguntó el señor, ya que Raquel y David se habían adelantado.

  • Me duele el pecho – dijo Sara palpándolo.

El señor sacó del bolsillo de su camisa unos lentes, pues algo le llamó la atención, se los puso y observó.

  • ¿Qué es esto? – Preguntó sacando un alfiler del pecho de Sara.

  • Por Dios – Dijo tomando el alfiler – D-debió estar en la ropa de Raquel – agregó sorprendida.

  • Debes tener cuidado – le dijo el señor, guiándola hacia la mesa dentro del restaurant.

La cena fue la más dolorosa, literalmente, para Sara. Raquel la ignoraba, aunque ella sentía cuando, a veces, la miraba de reojo. También sentía cómo no le prestaba atención a ninguna palabra que le decía un David emocionado.

- Pero que tonta es – pensaba Sara. Y se retorcía en su asiento, pues ya eran cinco alfileres que había sacado de su torso. El papá de Raquel la miraba confundido viendo sacarse los alfileres ¿Es que acaso esta niña es costurera? – Pensaba el señor.

Afortunadamente, Sara supo cómo comer, a pesar de los dolorosos alfileres, ya no pensaba que era la ropa de Raquel, algo estaba pasando con ella y tenía miedo de los pensamientos que se le cruzaban.

Cuando terminaron, el guapo y rubio David se ofreció a llevarlos a todos.

  • ¿Dónde vive tu amiga? – Preguntaba David a Raquel.

Raquel miró a Sara, quien tenía en su rostro quejas de dolor.

  • Ella… - Empezó a decir -  se quedará conmigo esta noche – A pesar de su maravilloso plan para alejar los sentimientos de su corazón por Sara, no podía dejarla en la calle, le importaba demasiado, aunque no lo quisiera admitir.

Al llegar a la casa de Raquel, David se despidió de ella con un beso en la mejilla, logrando un dolor insoportable en todo el cuerpo de Sara, haciendo incomodar al mismo tiempo a Raquel.

  • Buenas noches – Se despidió el papá de Raquel, lanzándole una mirada a su hija, quien entendió perfectamente que significaba. No hacer cosas indebidas con Sara – Como si eso fuese posible – pensó Raquel – Aunque quisiera – Sorprendida por sus pensamientos – Basta – refunfuñó.

Sara subía las escaleras con cierta incomodidad, sus hombros le ardían, su pecho dolía y empezaba a inquietarle el estado de su cuerpo.

  • ¿Estás bien? – preguntaba Raquel preocupada.

  • ¿Ahora si te importo? – Dijo una Sara enojada y adolorida. Empezaba a conocer la ira.

Raquel no dijo nada, sabía muy bien a que se refería, le dolía mucho lo que estaba haciendo, pero era necesario. No podía gustarle una chica, o por lo menos, no podía gustarle más de lo que ya le gustaba.

Sara se sentó en un mueble que daba justo a la ventana de la habitación y se quedó allí. Raquel desesperada por saber qué le pasaba a Sara, quien gemía de dolor e intentaba ocultarlo y juraba haber visto unas cuantas lágrimas salir, se acercó a ella:

  • Sara ¿Qué te pasa? – le preguntó bajando la voz para no alterarla.

  • Nada – le respondió cortante. Ahora empezaba a conocer el orgullo. Sin embargo, no pudo evitar preguntar - ¿Estás buscando ser pareja de ese David? – Sus celos la delataron y agregó – Yo quiero ser tu pareja, no quiero que él te de besos, quiero hacerlo yo – Los sentimientos humanos ya habían inundado a Sara para entonces.

  • Sara tu y yo no podemos ser pareja – le explicaba, contradiciendo totalmente sus pensamientos.

Sara no dijo nada más, sus hombros empezaban a arder nuevamente. Ambas se quedaron dormidas, o por lo menos, Raquel lo hizo. Sara no dejaba de sentirse incómoda y a mitad de la noche se levantó y fue al baño. Se colocó frente al espejo y sacó su camisa, se aterró. Estaba empezando a descoserse. De sus hombros sobresalían las costuras y los hilos a medio hacer, su pecho estaba enrojecido por los alfileres que anteriormente había sacado, debía ir a ver a su creador. Urgentemente.

Salió a hurtadillas de la habitación y de la misma manera, salió de la casa. Llevaba poca ropa e iba descalza y el frío la hacía titiritar. Con miedo caminó rápido hacia la tienda. Sara no recordaba muy bien el camino, pero debía llegar lo más pronto posible.

A medida que pasaban los minutos, sus pasos se volvían cada vez más lentos, sus ojos poco a poco se cerraban y su respiración pausada se hacía más tranquila.

Mientras la razón de tu deseo siga en pie, seguirás siendo un hermoso ser humano.

  • Pequeña Sara, despierta – Una mano raspaba su frente, aquella mano no era para nada delicada, solo podía ser la mano de su creador. Lo había conseguido.

  • Cre-creador – dijo con dificultad Sara.

  • Pequeña ¿Qué te ha pasado? – le preguntó.

  • D-dos chicas n-no pueden amarse –

  • ¿Raquel no correspondió a tus sentimientos? –

  • No lo sé, a veces pienso que sí y otras veces pienso que no –

Sara se quitó su camisa y en el rostro de su creador se denotaba tristeza.

  • Pequeña – resopló tocando los hilos sueltos provenientes de los hombros de Sara.

  • Si vuelvo a convertirme en muñeca, tal vez Raquel pueda… – dijo Sara, empezando a llorar.

  • Pequeña Sara, no volverás a ser muñeca – dijo triste el señor – morirás si no tienes una razón para ser humana –

  • En ese caso, esperaré – dijo segura – si este era mi destino como humana, pues bienvenido sea – mientras se secaba las lágrimas.

  • ¿De qué hablas? – Preguntó el señor – iremos a Kynsob, si esa chica no sabe apreciar el corazón que deseaste para quererla, alguien más lo hará y además – agregó un poco enojado – no dejaré que mueras, eres mi hija – finalizó.

- Raquel, sálvame – pensó.

Pero Sara no tenía salvación, por lo menos no si Raquel no le hacía frente a lo que realmente deseaba, tampoco podía esperar que alguien más la quisiera, ella había deseado ser humana para Raquel, porque ella se lo pidió. Su cuerpo se descosía lenta y dolorosamente, porque Raquel se negaba a aceptar el amor que sentía y por negarlo, Sara iba a morir.

No parecía lo más justo, ni el final más apropiado para una linda muñeca que solo buscaba amar, pues más allá de su deseo de ser humana, se encontraba la verdadera razón, amar o mejor dicho, amar a Raquel.

A metros de distancia de la pequeña tienda, se encontraba Raquel.

Daba vueltas en la cama. Tenía una pesadilla.

  • Es toda tu culpa – decía una voz varonil.

  • Déjala, está confundida – le reprochaba una voz femenina, casi celestial.

  • Raquel, sálvame – escuchó decir a Sara.

Raquel despertó agitada y sudando frío, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad y su respiración se calmaba.

  • ¿Sara? – preguntó, pero nadie le respondió.

Vio el sol asomarse por la ventana, lo que le ayudó a buscar con la mirada por la habitación. Nada. Se levantó y se asomó al baño. Nada. Empezaba a preocuparse y bajó.

  • ¡¿Sara?! – Y como antes, solo el silencio se escuchó.

Estaba segura de que se había ido, eso debía calmarla, su plan funcionaría mejor si Sara no estaba cerca. Sin embargo, la tristeza, que llegaba casi a una depresión leve, fue inevitable ¿Quién podía entender a las mujeres?

  • ¿Qué pasa hija? – Preguntó el papá de Raquel entrando a la cocina, preparado para irse a trabajar.

  • Sara se ha ido – dijo sin poder evitar suspirar.

  • Esa chica… - empezó a decir pero Raquel lo interrumpió.

  • No pasó nada con ella ¿está bien? – Dijo un poco alterada – Iré a ver a Joshua –

Y sin decir nada más, corrió a su habitación, se puso la primera muda de ropa que vio y salió rumbo a la clínica infantil. Si alguien podía aconsejarle bien, ese era Joshua, era un niño de 12 años, pero muy inteligente y hay que admitir que mucho más inteligente que Raquel en esos momentos.

  • Buenos días – saludó sonriente, asomando su cabeza por la puerta.

  • ¡Raquel! – exclamó como siempre lo hacía, elevando los brazos.

La chica se acercó a él y lo abrazó, seguido de un beso en la frente y desplomándose en el sillón cercano.

  • Por tu rostro – dijo Joshua – algo te perturba – adivinó sin más o tal vez analizó, pues ya se conocía las actitudes y gestos de Raquel de memoria.

  • Sí que eres rápido – dijo regalándole una sonrisa cansada.

  • Puedes empezar a contarme o seguir divagando – soltó Joshua en su papel de terapeuta.

  • Está bien está bien – dijo Raquel poniéndose cómoda – Pues verás, tengo una amiga A… -

  • Ajá – dijo Joshua, ya adivinando quien era la “amiga”.

  • … Que ha empezado a sentir cosas por otra amiga B – Joshua asentía imaginándose quienes eran las chicas.

  • El asunto es que… Mi amiga A está muy confundida por lo que ha empezado a sentir, mientras que mi amiga B está muy segura de lo que siente por mi amiga A, aunque dudo que lo entienda del todo – dijo haciendo una pausa – pero sé que estaría dispuesta a hacer todo por mi amiga A –

  • ¿Y tu amiga A está dispuesta a hacer todo por tu amiga B? – preguntó Joshua.

  • Estoy segura de que en otras circunstancias lo haría – respondió avergonzada de lo que decía.

  • ¿A qué te refieres a otras circunstancias? – Preguntó confundido - ¿Lo dices por lo que dirán las demás personas de que las dos chicas estén juntas? –

  • Sí –

  • ¿Acaso tu amiga A estará en una relación con las demás personas? – preguntó incrédulo.

  • No, pero… - intentó explicar Raquel, pero fue interrumpida.

  • Entonces, no tendría que importar, en tal caso, a tu amiga A debería importarle solo tu amiga B – añadió muy inteligentemente - ¿No te parece? – preguntó mirándola.

  • Eso creo – resopló Raquel desde el sillón, cambiando de postura – La cuestión es que mi amiga B se alejó de mi amiga A, ya sabes, por la inseguridad de la chica –

  • Pues que la busque, tu amiga A debe saber dónde buscarla –

  • ¿Crees que mi amiga B perdone a mi amiga A? – preguntó triste.

  • Te perdonará Raquel – le respondió mirándola a los ojos, contacto al que Raquel huyó, viéndose descubierta.

  • ¿No está mal querer a una chica, verdad? – preguntó mirando al suelo.

  • Creo que esa no es la pregunta correcta – respondió buscando su mirada.

  • ¿No está mal amar? – preguntó, más con énfasis a saber si esa era la pregunta correcta.

  • No lo está – le dijo el niño.

  • Han sido tan solo unos pocos días y es increíble lo que me ha hecho sentir – confesó Raquel – me convirtió en una montaña rusa emocional – dijo soltando una sonrisa – es una chica impresionante o… muñeca, no lo sé – agregó – debería buscarla.

  • Deberías estar ya cruzando la calle – le dijo Joshua bromeando.

Salió a toda velocidad gritando un “gracias” a su futuro hijo, a pesar de tener solo 7 años de diferencia. Salió de la clínica mirando la hora 7:30 am, la tienda debería abrir en unos 30 minutos.

Mientras tanto en la tienda, Sara estaba sentada en un sillón viendo a su creador preparando dos maletas para su viaje y simultáneamente hablaba por teléfono con un amigo de la infancia.

  • Dos boletos Fred – le decía – A Rusia ¿Una hora? – Preguntó mirando a Sara – Está bien, gracias por el favor – dijo guardando las últimas prendas – S-sí – esta vez su voz cambió – Adiós – y finalizó la llamada.

  • ¿Qué pasa? – preguntó Sara.

  • Buscaremos a la Diosa – confesó.

Cuatro cuadras más allá, Raquel salía tan apresurada que no vio al chico con el que estampó su cuerpo en su carrera por confesar su amor, pero no se esperaba quien era.

  • ¡Raquel! – exclamaba un David bien vestido, Raquel suponía que iba a trabajar.

  • H-hola – dijo mirándolo y luego mirando hacia donde debía estar caminando en esos momentos.

  • Que sorpresa, justo ahora voy a la oficina de tu papá – dijo emocionado a una Raquel que seguía mirando hacia el otro lado de la calle y movía sus piernas nerviosa.

  • Que gusto, si me disculpas debo irme – dijo tratando de hacerse a un lado, pero no pudo.

  • Espera, tomemos un café – dijo sonriente – no aceptare un no – agregó estirando los brazos para que Raquel no escapara.

Raquel miró su reloj, aun le quedaban 30 minutos antes que la tienda abriera, decidió aceptar el café, tomarlo e irse lo más rápido que fuese posible. Pero al parecer el destino no quería que llegara a la tienda, pues al llegar al pequeño local, su padre se encontraba allí.

  • ¡Que sorpresa! – dijo emocionado el señor mirándolos a ambos con exagerada expresión de simpatía.

  • Buenos días, me encontré a Raquel saliendo de la clínica infantil y quise invitarle un café – David le hizo saber todo al papá de Raquel, mientras le extendía la mano al señor.

  • Que caballero ¿no? – dijo mirando más sonriente y con una expresión más exagerada, llegando casi a asustar a Raquel.

  • Aunque está un poco apurada – comentó David.

  • ¿Se puede saber por qué? – preguntó el señor.

  • Buscaba a Sara – dijo secamente, mirando a su padre fijo, cuya mirada y expresión exagerada se volvieron sombrías.

  • Bueno – carraspeó el señor – tomemos ese café juntos –

Tal vez fue un error comentarle tal cosa, pues ahora, y estaba segura de ello, su padre se esforzaría por hacerle quedar allí tanto como fuese posible. David entró al local, mientras Raquel y su papá se sentaron en una de las mesas al aire libre del lugar.

  • Raquel, de verdad no quiero pensar mal de ti y de esa niña – empezó a decir el señor – además que es una chica muy extraña –

  • Papá – suspiró Raquel – Sara es mi muñeca – confesó.

  • ¡¿Qué?! – los ojos del señor se abrieron como platos.

  • Es la muñeca que compré en la tienda – le dijo lanzándole una mirada de reproche – Se volvió humana, por eso estaba conmigo –

  • ¡Vaya! – Exclamó mirando hacia las plantas que adornaban el sitio, impresionándose no tanto por el hecho mágico que sucedió – Pues entonces lo de anoche tiene sentido – agregó tranquilo.

  • ¿De qué hablas? – preguntó confusa Raquel.

  • Tu amiga pasó toda la noche sacándose alfileres de la ropa – dijo, haciendo que fuese Raquel esta vez quien abriera los ojos sorprendida – Creí que era costurera o algo así – añadió soltando una risa, más de burla que otra cosa.

  • Debo buscarla – Raquel se levantó rápido de la mesa, dispuesta a irse. No quería pensar en lo que le estuviese pasando a Sara, le aterrorizaba el hecho de perderla.

  • ¡No irás a ningún lado! – gritó el señor, levantándose y tomándola fuertemente del brazo.

David ya había salido del local y observaba atónito la escena.

  • Si vas a buscar a esa niña, pensaré que… - pero Raquel no lo dejó terminar.

  • ¿Pensarás qué? – Preguntó encarándolo, furiosa – La quiero – confesó sin pensar – La quiero y no como amiga – los ojos de su padre parecían salirse de sus órbitas.

  • No dejaré que te vayas con una mujer – bufó – siendo tú también una mujer – Aquel hombre tenía el cerebro en la edad media – Además, tienes aquí a un hombre que está dispuesto a comprometerse contigo – agregó enojado - ¡Y lo harás! ¡Esos son mis planes para ti! – finalizó llegando a ponerse rojo de ira.

  • ¿Esos son tus planes para mí? – Preguntó calmada, esbozando una sonrisa de desprecio - ¿Prefieres que sea infeliz al lado de un hombre? – Preguntó mirando a David – Sin ofender – agregó, a lo que David respondió con una mueca que no se preocupara – Voy a buscar a Sara justo ahora – dijo en tono amenazante – Y le confesaré todo lo que siento por ella – Su padre la miró enojado y Raquel no le desvió la mirada, solo pensaba en los segundos valiosos que estaba perdiendo en ese momento.

En el aeropuerto situado afuera de la pequeña ciudad, se hacía el llamado para abordar el vuelo a Rusia, Moscú y una joven con aspecto enfermizo, en sillas de ruedas, era ayudada a subir al avión.

¡Pequeña Sara, mira lo que te ha hecho el amor!

__________________________

@thundervzla

Ah por cierto, descubrí algo muy chevere en mi blog, te puedes suscribir y cuando publique algo te llegara un aviso por correo. Maravilloso. Solo para los que quieran xD

Aquí tienen el link wwww.thundervenezuela.blogspot.com

InfernosSorciere (ID: 1409935) : Pues si, pero solo uno de ellos dos causará problemas como habrás leído ya, no soy tan mala xD Saludos.

*Artwork (ID: 1368763) : Cuídame el secreto por favor xD Espero te haya gustado este capítulo. Saludos.*

**Neizreciv (ID: 1428509) : El chico rubio será un buen apoyo a partir de ahora, ya verás, el padre pues... Tal vez sea capaz de hacer una que otra cosa estúpida, pero nada de que preocuparse. Feliz año nuevo para ti también :D****

*Bubbly (ID: 1311644) : Hola colega :D Me encanta que te encante, espero este capítulo también haya llenado tus expectativas. Saludos.*

*Gaby (ID: 1429777) : ¡Que encanto! Me gusta eso, que bueno que sea útil para tales cosas como olvidarse del stress. Besos desde Venezuela.*

**leti88 (ID: 1340212) : Heeeey, super chevere, espero te haya gustado este tanto como los anteriores :D****

**samx (ID: 1402222) : Oye pues que halago, créeme que lo he pensado, pero requiere de un capital económico que yo obviamente no tengo, además que la temática lésbica aun tiene cierto rechazo. Pero ¡Me encantaría! Ya veremos en un futuro próximo y en tal caso, yo con gusto te obsequio el primero xD Gracias por leer.**

**aurora la diosa (ID: 1363822) : Ni yo misma se muy bien lo que es el afecto, me estrujé el cerebro en esa pobre definición y eso fue lo que salió. Vaya vaya! Una barbie de pequeña es aceptable, tienes razón, por lo menos no eras como yo y las dejaba olvidadas por jugar con los juguetes de mi hermano. Cosas de la vida. Saludos señorita.**

***HombreFX (ID: 853437) : Es reconfortante llenar tus expectativas, espero este sea de igual agrado.***