Corazón de tela

Nueva historia :D

No sé qué es la vida, no sé qué es vivir. He estado quieta durante 20 años, viendo “vivir” a los que me rodean, pero yo no sé cómo se siente. Mi creador dice que soy especial, que soy diferente a los demás.

El lienzo con el que formaron mi cuerpo lo encontraron en una ciudad oculta, eso me dijo mi creador, se decía que era una enorme túnica que vestía una diosa ¿Cómo llegó a las manos de mi creador? No lo sé, nunca me lo dijo.

- Pequeña Sara, puedes desear lo que quieras, cuando lo quieras y la Diosa te lo concederá, solo desea –

Eso me dijo, pero ¿Qué significaba? ¿Qué podía desear una muñeca?

Durante la noche o cuando había poca luz solar, podía ver mi reflejo en la vitrina, veía los pequeñas y delicadas ondas oscuras caer por mis hombros adornados de finas costuras del mismo color de la tela que cubría mis brazos y todo mi cuerpo, dos ojos de un color azabache plástico y un pequeño hilo negro, medio torcido por los años, que hacía de mi boca. Y con el mismo vestido floral, de tela oscura y un poco desgastado. Había escuchado decir que no podían arreglarme porque entonces perdía el valor, se suponía que la tienda era de antigüedades y no tenía sentido que usara telas que fabricaban en las industrias.

Todas las tardes, una chica venía a la tienda y se quedaba mirándome durante bastante tiempo.

  • Papá, cómpramela – Le decía halándole el saco al señor a su lado.

  • ¿Para qué quieres una muñeca desgastada? – le preguntaba el hombre.

  • Es muy bonita – le respondía mientras me miraba a través del cristal.

  • Otro día, Raquel –

Pero nunca me compraron y a pesar de que la chica se veía agradable, yo estaba cómoda en mi estante.

Un día, la chica no fue a verme y desde entonces, sentí algo extraño. Mi creador me dijo que podía ser tristeza, que podía faltarme algo y yo no lo entendía.

  • Extrañar es una forma de necesitar – Me decía.

- Entonces sí, la extraño – Pensaba.

  • ¿Qué extrañas de ella? – Me preguntaba curioso.

- Podría ser lo bonito que se iluminaban sus ojos marrones cuando me veía, o tal vez, la bonita sonrisa que se le formaba al llegar y ver que aun nadie me había comprado –

Un mes entero sin verla, no me acostumbro. Nadie me mira como ella lo hacía, nadie sonríe como ella y entre mis pensamientos estaba cuando escuché la campanilla de la puerta sonar y mi corazón, si acaso tenía alguno, se sintió cálido por primera vez. Mi creador me miró alegre y atendió a la chica, a Mi Raquel.

  • Quisiera comprar esa linda muñeca de allá – escuché decir. Mi creador asintió sonriendo y se dirigió a donde yo estaba, sacó una vieja llave oxidada de su bolsillo y me sacó.

  • He estado trabajando para poder comprarla – decía sonriente la chica.

  • ¿En serio? – Preguntó sonriendo mi creador – Aquí tienes, cuídala bien.

Y con una sonrisa y un saludo con la mano, mi creador se despidió de mí.

- Suerte, pequeña Sara –

Por primera vez salía de la tienda. Raquel puso la muñeca con mucho cuidado dentro de su morral, el cual se colocó hacia delante y lo abrazó con ambas manos, mientras caminaba animadamente por las calles frías.

  • Espero te guste tu nuevo hogar – decía – Pero primero, iremos a conocer a alguien.

Llegaron a lo que parecía ser un centro clínico infantil.

  • ¡Raquel! – exclamó un niño desde una cama situada en el centro de la habitación, con ojos verdosos brillantes y piel tan blanca como la nieve.

  • Hola Joshua – se acercó cariñosamente y besó la frente del niño.

  • Hasta que por fin te compraste tu bendita muñeca – le dijo el niño cuando vio la muñeca.

  • Ni te imaginas el alivio que sentí cuando entré y la vi aun en el estante –

  • Deberías buscar amigos de carne y hueso Raquel – le decía divertido.

Raquel sonrió mirando su muñeca y pues, no lo veía necesario, además que socializar no era lo suyo, aquella muñeca era algo que deseaba desde pequeña y creía que era un milagro que nadie la comprara, porque a pesar de estar un poco desgastada, era muy bonita.

Y allí estaba ella, sonriendo tal cual como le gustaba a Sara, quien deseaba algo que no sabía aun que era.

Raquel se despidió del niño con otro beso y salieron ambas a la calle. Caminó durante largo rato hasta que llegaron a una casa pequeña de dos pisos.

  • Hola lindura – un chico con un estilo gótico la esperaba con los brazos cruzados, recostado cerca de la entrada.

  • ¿Qué haces aquí? – preguntó Raquel confusa.

  • Soy tu novio ¿me recuerdas? – preguntó de manera sarcástica.

  • Te dije que terminamos hace mucho, no te hagas el tonto – dijo intentando entrar a su casa, acto que fue imposible.

  • ¿Podemos hablar? – preguntó.

  • ¡No! – Exclamó – ya te he dado la oportunidad y lo único que haces es gritarme, tu sabes cómo detesto que me griten – dijo fulminándolo con la mirada – ahora, con permiso – le dio un empujón y pasó a su casa, cerrando con llave desesperada.

  • Que idiota – dijo su papá, que se encontraba en la cocina.

  • Ni me lo digas – le dijo Raquel - ¿tenía rato esperando? – preguntó.

  • Sí – respondió riéndose – le dije que se fuera, pero no hizo caso – dijo mirando el bolso de su hija - ¿Te la compraste? –

  • Sí – respondió alegre – le buscaré un espacio – dicho esto, subió a su habitación.

Entró y detalló cada espacio. La cama estaba a su derecha, un estante a su izquierda lleno de libros y al frente el armario. Caminó por todo el espacio, pensando donde ponerla.

  • Creo que por hoy dormirás conmigo pequeña – observó curiosa un pequeño papel que sobresalía de su vestido - ¿Sara? – Leyó confusa - ¿Tu nombre es Sara? – Y rio al darse cuenta del silencio oportuno al esperar una respuesta de la muñeca.

Pero qué bonita sonrisa.

La tarde transcurrió y Raquel iba y venía de aquí para allá, provocando pensamientos en Sara.

¿Qué tanto hará? ¿Se acordará de que estoy aquí? Hey, escúchame, préstame un poco de atención ¿Cómo era que se decía? ¿Te extraño? Sí, te extraño Raquel.

Sara la vio salir por la puerta y entonces se sintió inmensamente triste y recordó.

- Pequeña Sara, hoy me han roto el corazón, una hermosa mujer me ha ilusionado de la peor manera ¡qué gran suerte tienes pequeña! No tienes un corazón que sufra, como quisiera yo no tener uno justo ahora –

- ¿Qué se siente que te rompan el corazón? –

- Es la peor de las sensaciones existentes, te sientes vacío de felicidad, lleno de tristeza y sientes que ni llorar ni gritar será suficiente para calmar el dolor latente –

Sara estaba empezando a tener un corazón.

El estruendo de la puerta la alertó, Raquel había llegado.

  • ¡Que idiota! – exclamaba furiosa.

- Mi Raquel ¿Por qué estás tan molesta? –

Raquel se acostó en la cama boca arriba y tapó su cara con ambas manos.

- Mi Raquel, mírame, estoy aquí para ti, si tan solo tuviera un alma para poder mover mi cuerpo y abrazarte –

Sin saber el momento exacto, Raquel se había dormido.

  • Ojalá… fueses real – balbuceaba Raquel medio dormida, medio consciente.

Y así, con una oración, Sara supo lo que debía desear y es que no hacía falta nada más que pedirlo, por un amor que comenzaba a nacer de parte de una pequeña que comenzaba a vivir.

- Deseo ser humana -

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Está un poco corta, pero me hacía mucha ilusión, es mi regalo de navidad para mi novia, espero les guste.

@thundervzla