Coqueteando con el lado oscuro II
Después de una instisfactoría primera experiencia, vuelvo a acudir a las apps de citas para intentar aliviarme.
¡Muy buenas! Perdonad la tardanza a la hora de escribir este relato, la vida a veces se pone en medio. Hoy os voy a narrar otra de mis experiencias, también de este verano. Seguía sin tener demasiada suerte en el plano erótico-festivo, y aún por encima me habían dejado a medias. Así que pasados unos días decidí volver a acudir a Grindr a ver si alguien me ayudaba con el picorcillo. La verdad es que Grindr es un mundo maravilloso, te echas unas risas y a veces hasta conoces a alguien guay. Pero vamos a lo que vamos. Vi un perfil con el poco sutil nombre “Mamo” y en la descripción un escueto: “Tengo sitio”. Directo y al grano, ojalá siempre así.
Le escribí al muchacho, le mandé un par de fotos de rabo y me dio su dirección. Para evitar que ocurriera lo de la última vez, le pregunté si le molestaba que viera porno mientras me la comía, petición a la que accedió enseguida. No iba a dejar que esas tonterías arruinaran una posible bonita relación entre mi polla y su boca. Acordamos una hora y me dirigí hacia allí. Esta vez, habiendo probado ya una vez, lo único que esperaba es que no me dejaran a medias otra vez. Llegué al portal y subí. Me abrió un chico un poco más bajito que yo y con pinta de kinki, sin barba. Nos dijimos hola y me llevó a su habitación. Pensé que estábamos solos en casa, pero al entrar salió corriendo de debajo de la cama un gato negro, que poco quería saber de lo que allí iba a pasar. Él se lo pierde. El muchacho cerró la puerta y me dijo: “Bueno, ponte cómodo.” Empezó a desvestirse hasta quedarse en calzoncillos. Estaba bastante petado, con unos brazos y unos abdominales definidos. Estético. Como ya he dicho, a mí los hombres en general no me atraen demasiado, pero igual a alguno os interesa el dato.
Me tumbé en la cama, cogí el móvil, me bajé los pantalones y le dije: “Toda tuya”, mientras empezaba a buscar algunos de mis videos recurrentes, de esos que no fallan. Él se tumbó entre mis piernas, cogió mi polla con sus manos y empezó a trabajar en el tema. Al contrario que mi otra experiencia empezó con calma, lamiendo el glande hasta que el asunto ya empezó a parecerse a lo que había visto en las fotos. Ahí ya se puso a trabajar, moviendo su cabeza de arriba abajo y alternando a veces con sus manos. Una mamada meticulosa.
Yo por mi parte estaba bastante a gusto. Este encuentro no tenía el ímpetu de lo anterior, pero está muy bien el estar tumbado mientras te ensalivan el rabo. Así estuvimos un rato, él mamando y yo viendo porno, hasta que llegó un punto en que se la sacó él también y empezó a hacerse una paja. A mí no me interesaba nada de eso, pero entiendo que no iba a ser yo el único que se lo pasara bien ahí. Volví a centrarme en el móvil y vi que tenía una notificación en Grindr. Parece que había otro mozo interesado en ofrecer su boca. Me puse a chatear con él.
Pues justo me pillas que me la están comiendo jajaja”
¡Joder! ¿Y no os interesará un tercero?”
Me temo que no jajaja. Pero gracias.
¿Y qué tal lo hace?
Bueno, no lo hace mal.
Cuéntame.
Así que empecé a contarle cómo se iba desarrollando la mamada, con pelos y señales. Cada movimiento de lengua, cada subida y bajada de cabeza, la comida de huevos que tocó en medio… Toda esta situación, estar contándole a un extraño como me la comían sin que lo supiera el que me la estaba chupando me estaba poniendo bastante cachondo, así que me aventuré a cogerle la cabeza a mi felador y se la metí entera de una embestida. Le aguanté la cabeza un poquito. Mucho no le debió molestar, porque cuando le solté empezó a hacerlo por voluntad propia. Da gusto meterle a alguien la polla hasta la garganta y que lo reciba bien.
Ahora se la está metiendo entera… ufff…
Joder cabrón, que caliente me estás poniendo…
Te gustaría ser tú, ¿eh?
Ya ves.
Llegados este punto llevábamos un buen rato, y sabía que por mucho que se esforzara el chico no iba a conseguir sacarme la leche solo, así que me cogí la polla y empecé a pajearme mientras la punta seguía en su boca. Empecé a notar como algo quería salir de mí, así que dije: “Voy” y empecé a descargar en su boca. Y más a gusto que un santo, oye. Nada como un trabajo bien hecho. Menos mal que hay gente que termina lo que empieza.
El chico, después de tragárselo todo, me dijo que ya le estaba costando, a lo que le respondí que lo había hecho muy bien, pero es que yo soy de durar. Nos reímos un poco, me vestí y nos despedimos. Una tarde agradable.
Y hasta aquí el relato de hoy. ¿Qué os ha parecido? Podéis escribirme para darme vuestras impresiones. Y quién sabe, a lo mejor el chico con el que empecé a mandarme mensajes aparece otra vez… ¡Nos vemos!