Coqueteando con el lado oscuro I

De como un largo periodo de abstinencia me hizo probar nuevas experiencias...

Hola, ¿qué tal? Antes de empezar, me presento. Soy un muchacho del norte, aunque la mayor parte del año vivo fuera de Galicia. No soy demasiado alto, mido un poquito más de 1’70, tengo los ojos marrones y el pelo largo y castaño. Tengo barba, y de cara me han dicho que soy guapete. De cuerpo tengo un poco de barriga y estoy fornido, con piernas fuertes. Tengo mi público, aunque creo que mi punto fuerte a la hora de ligar es la personalidad.

Este es mi primer relato, y sucedió este agosto de 2021. Estaba en casa por vacaciones, y llevaba sin follar o tener cualquier tipo de contacto sexual desde febrero de 2020, justo antes de la pandemia. El encierro, sumado a varios fracasos amorosos cuando nos dejaron salir, fueron la causa. Masturbarse está bien, pero después de un tiempo uno empieza a sentir la necesidad de contacto físico con otro cuerpo. Estaba en medio de la sequía más grande de mi vida, y ya empezaba a estar lo que se dice bastante desesperado. Cualquiera que haya experimentado un periodo de abstinencia largo sabe que llegado un punto el cuerpo ya empieza a exigir algo más que las propias manos. Por desgracia en casa no tenía a ninguna amiga que pudiera darme mimos, el Tinder no estaba dando resultado y jamás me tiraría a una prostituta, así que mi mente empezó a buscar otras opciones. Mi círculo de amigos es en gran parte LGTBI, y algunos de ellos ya me habían iniciado en ese mundo de fantasía que es el Grindr. Y, entre otras cosas, me había quedado claro que follar era fácil. Sin duda tendrá su lado negativo, pero envidio esa libertad de poder escribirle a un desconocido, intercambiar un par de fotos y en 15 minutos estar follando. De hecho, ya había tenido una experiencia en la app anteriormente que narraré en otro momento.

El caso es que un día de madrugada estaba tirado en mi cama cachondo perdido y recordando esa experiencia y dije: “Qué cojones,” y me lo bajé. Tenía un perfil falso de Facebook que usaba para Tinder y demás apps de citas, así que lo usé para crearme el perfil. Después de pensarlo un poco me puse como nick: “Hetero da de mamar” y en mi perfil expliqué que quería a alguien ducho en el noble arte de la felación para un encuentro sin compromiso. Para mi sorpresa, en los siguientes 20 minutos recibí cerca de 30 de mensajes. Pensé que mi nick provocaría más rechazo, pero se ve que más bien tuvo el efecto contrario. Un amigo que hice en la app me explicaría más adelante que a muchos les pone la posibilidad de convertir a un hetero. Pero en ese momento eso me daba igual, solo me alegré de tener dónde elegir.

Tengo que explicar que, aunque ya había follado con Grindr una vez no fue con un hombre, así que no sabía muy bien si iba a ser capaz de llegar hasta el final. No me describiría como 100% heterosexual pero tampoco diría que me atraen los hombres en general, así que pasé un rato eligiendo a alguien que no me produjese rechazo. Por fortuna, podía permitirme ser selectivo. Los hombres con facciones demasiado masculinas no me atraían, así que me decanté por un muchacho de cara redondeada y sin barba, algo más joven que yo. Respondí a su original “Hola, ¿qué tal?” con una foto de mi cuerpo y de mi polla. No tengo una polla especialmente grande, me mide 16 cms, pero la tengo gorda y creo que es bastante agradable a la vista (y al tacto, por lo que me han contado). Desde luego al muchacho debió parecerle apetecible, ya que me preguntó si tenía sitio. Mi casa no era una opción, ya que me estaba quedando con mi familia, así que le pregunté si él tenía. Me dijo que si me valía su portal era discreto. Confieso que el sexo en lugares públicos y con posibilidad de ser descubierto me excita, así que le dije que sí. Acordamos que en media hora estaría allí.

Me vestí y me dispuse a salir de casa discretamente. No es que con mi edad necesite dar explicaciones para salir de casa, pero no quería verme en la posición de tener que inventar algo si me preguntaban. Por fortuna dadas las horas todos estaban en sus habitaciones, así que me resultó fácil. Mientras estaba de camino se me pasaron por la cabeza pensamientos de si realmente me gustaba la idea de que me la chupara un hombre, pero mi polla rápidamente me convenció de que una boca es una boca y de que si no me gustaba siempre podía decir que no y ya. Así que allá fui. El portal estaba en una calle discreta, cosa que agradecí. Escribí al muchacho y este me dijo que enseguida bajaba. Aguardé en la calle, excitado por la anticipación.

A los poco minutos se abrió el portal. Al otro lado de la puerta apareció el chico de Grindr, que era ligeramente más alto que yo y más o menos de mi misma complexión. Llevaba una sudadera gris y unos pantalones que claramente eran de pijama. Desprendía un ligero olor a marihuana. Sin duda, esta era una noche ociosa.

  • Hola – me dijo.

  • Hola.

  • Bueno, pasa y ponte cómodo – dijo mientras se apartaba y me dejaba pasar.

Entré en el portal. Estaba a oscuras, pero al menos tenía el espacio suficiente para estar cómodos. Me apoyé en una pared y él se arrodilló delante de mí. Una mirada pícara bastó para que me bajara los pantalones y liberara mi polla, que a estas alturas estaba morcillona y deseando que jugara con ella alguien que no fuera yo.

El chico la cogió sin dudarlo con una mano y acto seguido se la metió en la boca. La sensación de una boca cálida y húmeda fue recibida con agrado después de tanto tiempo sin meterla en caliente. Después de un par de minutos de sentir su lengua recorriéndome todo el rabo, ya estaba completamente empalmado. Le saqué la polla de la boca y la levanté con la mano, presentando mis huevos. Él entendió y comenzó a comérmelos. Me encanta que me hagan una buena comida de huevos, es una de mis cosas favoritas del sexo oral. Mientras él se centraba en lo suyo me pajee un poco, perdido en el momento. Cuando tuve suficiente de mi mano me aparté ligeramente y le metí la polla en la boca.

Me han hecho mamadas mejores, pero no con tantas ganas. Por lo menos en mi experiencia cuando una mujer me ha hecho una mamada no he sentido esas ganas, el querer devorar mi polla por completo y tragarse todo lo que saliera de ella. Se me empezaron a escapar unos gemidos del gusto de tener a alguien trabajándome la polla, por fin. Y menudo trabajo. Al ver su ímpetu, le agarré de la nuca y comencé a follarle la boca. Era la primera vez que me follaba una, y el muchacho aguantó como un campeón mis embestidas, soltando algún ligero gemidito cuando mis huevos se golpeaban contra su barbilla. Y no fueron pocas veces. Después de tanto tiempo de abstinencia, mi cuerpo buscaba liberar la tensión acumulada, sin preocuparle ser suave. Se había apoderado de mí el instinto animal. Pero no había perdido del todo el raciocinio, así que cuando pensé que a lo mejor necesitaba un poco de aire lo solté, momento en el que aprovechó para coger aire y volver a la carga. Así estuvimos un buen rato. Si bien la calle era discreta de vez en cuando se oían unos pasos y se veía una figura pasar. Que solo me separara de ellas un portal traslúcido me calentaba mucho, momento en el que aprovechaba para volver a cogerle de la nuca y meterle la polla lo más dentro posible, aunque con un poco menos de intensidad que la primera vez.

He de decir que a pesar de no ser mi vuelta ideal al sexo me lo estaba pasando bastante bien. Por desgracia no es oro todo lo que reluce, y el lado oscuro me dijo que hasta aquí habíamos llegado. Al cabo de un rato alternando entre mi follada de boca y la mamada que el muchacho me estaba haciendo por sus propios méritos, se sacó mi polla de la boca y me miró. Hubo unos segundos de silencio antes de que me dijera:

  • Bueno… es tarde… creo que me voy a ir a acostar.

Yo me quedé atónito. Miré el reloj y solo llevábamos 15 minutos. Tengo buen aguante (siempre me ha costado correrme), pero no me parecía que llevásemos tanto tiempo como para que se hubiera cansado. Pero una mirada a su cara me bastó para entender que hasta ahí había llegado la cosa. Supongo que la moraleja es que no hay que fumar antes de hacer una mamada.

  • Está bien - le respondí, decepcionado.

  • Si eso podemos repetir otro día.

  • Tal vez.

Sabía perfectamente que no iba a volver a contactar con él. Puedo perdonar un mal polvo o una mala mamada, pero no que me dejen a medias. No es bueno para la salud. Derrotado, me guardé la polla en los pantalones y me despedí mientras volvía a casa. Justo al salir del portal me encontré a una chica paseando a su perro. Por su mirada me dio la sensación de que sabía lo que había estado haciendo, pero me frustraba mucho más mi polla aún dura como para importarme. Entré en casa discretamente, fui a mi habitación, me pajeé para calmarme y me fui a dormir mientras reflexionaba sobre lo acontecido.

Hasta aquí mi primera experiencia con un hombre, aunque no sería la última. ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Cualquier comentario o crítica que tengáis será bien recibida, así que no dudéis en poneros en contacto conmigo si es el caso. Un saludo.