Conyugues cómplices
Ariel cuenta como empezo todo...
CONYUGUES COMPLICES
De vez en cuando por el barrio me cruzaba con la señora Fontana. Una mujer madura de unos sesenta años, ella era muy simpática y conversadora, de cabello rubio, siempre cuidado, las uñas impecables, eso se notaba apenas se ponía a tu lado para hablar de cualquier tema.
Los ojos grises de aquella mujer eran enigmáticos y chispeantes, un cutis cuidado, mostraban apenas, la aparición de las primeras arrugas.
Tenía una figura muy bien conservada para su edad, caderas anchas, pechos generosos, piernas estilizadas, era una mujer coqueta, bien grácil y divertida.
Una mañana cualquiera de verano nos cruzamos en el viejo almacén al que siempre íbamos. Ella era la que hacía las compras en la casa, aunque estaba casada.
__¡Otra vez tu!__ dijo riendo
__¡Como está señora Fontana!
__¡Bien siempre olvido algo!¡La edad viste!__ dijo
__¿Pero que dice? ¡Usted esta muy bien!¡No dejen que la traten de persona mayor!
__¡Ay nene, que gentil eres!!
__¡Digo lo que veo y lo que veo es una señora muy linda!!
__¡Que galán!¡Tu novia debe estar muy contenta!!
__¡No tengo novia!
__¡Pero que desperdicio!__ me miro con algo de fuego en la mirada. En eso entramos al negocio y el dialogo se corto. Saludamos al almacenero y nos mirábamos con distancia. Ella compró y salió primero, pero al salir yo, me di cuenta que estaba esperándome en la esquina, vivíamos muy cerca, a dos o tres casas de distancia.
__¡Oye, estas ocupado!__ exclamo
__¡No!__ conteste
__¡Necesito que alguien corte el césped en mi jardín!¿Puedes? ¡Te pagare bien!
__¡Sí, creo que si!
__¡A la tarde!
__¡Bueno allí estaré señora Fontana!__ nos despedimos airadamente y entre en mi casa. No pensaba nada en particular, pero, me había clavado un aguijón las miradas de aquella madura mujer.
No llegaba a fantasear, tal vez cuando era mas joven, un par de años atrás, alguna vez que la vi, me masturbé pensando en ella, pero no era una obsesión, ni nada por el estilo. Pero en rigor de verdad, la mujer estaba muy bien y podía gustarle a cualquiera.
Después de almorzar el calor arreciaba, así que me tiré en la cama a dormir una siesta. El calor apretaba bastante y no andaría cortando pasto tan temprano. Pensando en muchas cosas me dormí.
Cuando desperté eran cerca de las cinco y media de la tarde. Así que me pegué una ducha, sin saber bien porque, ya que iba a transpirar bastante, me calcé unos lindos shorts una remera blanca, un gorrito y partí a lo de la señora Fontana.
Toqué timbre una vez y allí apareció ella. Ropa liviana, transparente, dejaba ver que debajo tenía un bikini o algo así. Tenía una vaso en la mano, estaba bebiendo, entré, y pasamos por la casa para llegar a la parte de atrás.
Tenían una gran pileta. El marido de la señora Fontana estaba limpiándola y levantó su mano cuando me vio. El esposo, al contrario de la señora Fontana, no era muy conversador, pero parecía un tipo amable. De buen porte, aún se notaba en forma, tenia quizá la misma edad de su esposa.
__¡Sígueme, Ariel, en el galponcito están las cosas!!__ movía su culo con gracia. Nunca la había visto tan de cerca de esa manera sensual.
Me dispuse a empezar mi tarea. Ella se recostó en un largo sillón a tomar el sol. Se quitó el vestido que llevaba y sus formas aparecieron ante mis ojos. Su cola estaba bien levantada aún, conservando la forma que hubo tenido en alguna otra época.
Me estaba calentando ante aquella vista. Ella se movía de vez en cuando y yo miraba de reojo, su esposo, seguía limpiando, ajeno a todo, eso es lo que pensaba yo. De pronto el hombre se quitó su remera y un torso fuerte y ancho apareció ante mi visión. Por lo pronto hice lo mismo y quité mi remera.
__¡Octavio!¿Puedes venir?__ llamo al esposo
__¡Ahí voy querida!__ dijo el y se acercó despacio. Ella giró su cuerpo poniendo su culo hacia arriba. Pude ver lo hermoso que estaba. Mi verga se apuntó lentamente, pero sin pausa. Buscaba levantarse.
El comenzó a pasar una crema por la espalda de la señora Fontana. Había aflojado el corpiño, las manos del hombre llegaban hasta el nacimiento de la montaña. Yo seguí cortando, ya faltaba poco, pero esos dos allí me estaban dando un espectáculo.
Seguía mirando de reojo y mi baba se caía por la comisura de los labios, ya estaba totalmente alzado, mi pija pugnaba por salir. Igual me pareció observar en el esposo un leve montículo en su pantalón corto. Miraba disimulando, pero sí, estaba hasta las manos.
Seguí con mi tarea tratando de pensar en otra cosa. Iba y venía con la máquina de cortar.
__¡Ariel, Ariel!!
__¡Sí señora!
__¿Quieres beber algo?
__¡Un poco de agua estaría bien!!__ dije y ella se levantó y salió ondeando su culo. No pude quitar mis ojos.
__¡Esta quedando muy lindo!!¡Bebe!!__ dijo la señor Fontana apuntándome con sus enormes tetazas.
__¡Ya casi termino, falta juntarlo!!__ dije y fui a continuar con mi tarea. Estaba sudando ya que el calor era bastante, a pesar de que la luz del sol estaba apocándose y ellos habían desaparecido de mi vista.
Llene las bolsas grandes y negras y luego fui sacándolas hasta la vereda para que se las llevara el recolector cuando pasara.
Fui a tocar la puerta trasera para avisar que había concluido mi tarea.
__¡Pasa, pasa Ariel!¡O mejor no, date un chapuzón en la pileta!!
__¿Le parece señora?
__¡Sí claro, luego te pago, anda!!__ así fue que termine dándome un hermoso baño en la piscina azul de aquella gente tan amable.
__¡Aquí tienes un toallón!__ me esperaba la señora Fontana. Me lo coloco en los hombros maternalmente y me paso aquella toalla por el cabello, en la nuca.
__¿Te has refrescado cariño?__ preguntó solicita.
__¡Si mucho, gracias!
__¡Bueno ahora ven a la casa, entra!__ avanzamos hasta la entrada. Ella se detuvo en seco y dijo
__¡Detente, primero quítate el short!!
__¿Qué?__ pregunté medio aturdido
__¡Anda, vamos, no quiero que me mojes el piso alfombrado, Arielito, no seas tímido!!__ mi verga dio un salto emocionado, quería levantarse sin remedio y lo haría.
Ella me miraba y mi cara adolescente se habría transfigurado, tragaba saliva.
__¡Yo te ayudo, quieres!¡Si buen chico!!__ fue como un susurro final y ya estaba con los pantalones bajos y mi verga que se floreaba hacia adelante, tomando temperatura, dura, queriendo sexo, pidiéndolo a gritos.
Ella la miro y se sonrió, aun mas encantadoramente que lo que en lo que había pasado en toda aquella tarde.
__¡Tu amiguito se ha despertado!
__¡Eso parece!
__¡Bueno habrá que ayudarlo!__ dijo la señora Fontana y se quitó el corpiño, las tetazas saltaron hacia adelante, sus pezones duros y erectos, grandes, se coloco de rodillas y abrazo con su boca mi gallardo pene que se balanceaba.
Lo chupo incansable, arrancando de mi gemidos histéricos, yo bufaba muy caliente, me tenía a su merced. Con una mano jugaba con mis huevos, redondos y llenos de líquidos. De vez en cuando quitaba su boca deliciosa de mi poronga y hablaba.
__¡Veo que te gusta Arielito!!¡Humm es que tienes una rica pija!!
__¡Ahhh, me gusta, ohhh, siii!!!__ fue entonces que sentí una respiración a mis espaldas. Claro me había olvidado del esposo de la señora Fontana. Ella no sacaba mi verga rígida de sus fauces. La saliva bañaba por completo mi pedazo. Me acariciaron el cuello y una corriente eléctrica me sacudió y quede al borde de la eyaculación. Unos dedos acariciaron mis nalgas perturbadas y fibrosas. El tacto de aquellas manos me descontrolaron por completo.
__¡No tendrás problemas con Octavio, no, chiquito, hacemos todo juntos!!__ dijo la voz sensual de la señora Fontana
__¡No, no!!__ alcancé a balbucear en mi calentura desquiciada.
__¡Es un caramelito como tu decías amor!!__ se escuchó la voz del esposo desnudo y con su firme poronga rozando mis cachetes.
El hombre me beso en la nuca, mientras la esposa caliente se había puesto de pie y me buscaba la boca, besándome, muy hondo, muy profundo. Las manos del esposo se aferraron a mi pija y la masajeó unos instantes, eternos, emocionantes, álgidos.
__¡Vamos a la cama cariño, quieres!!__ invitó suave la señora de la casa.
__¡Si, vamos!!__ dije muy caliente y desvergonzado.
Una vez en el cuarto amplio y de paredes claras, me colocaron en medio de sus cuerpos a lo largo y ella se metió mis tetillas en su boca, en tanto el esposo fue directo a jugar con mi verga, que ya no daba más, explotaría de un momento a otro.
Aquel hombre se extasiaba con mis bolas, las humedecía suavemente, y luego las deglutía, una a la vez, las comía con su gran bocota, arrancando gemidos de mi que casi parecían gritos de auxilio. Era tanta la calentura, tanto el placer, que hacía esfuerzos descomunales por aguantar aquellas mamadas.
La señora Fontana en un momento alejo a su esposo y se clavó sin mas mi verga hasta el fondo y explotó en un orgasmo infinito y creo que hasta largo jugos, en una explosión de lujuria que yo nunca había conocido hasta aquel día.
Me cabalgó incesante, mientras el esposo miraba y le acariciaba la espalda y le hablaba con todo tipo de improperios.
__¡Puta como te gustan los pendejos, cógelo, cógelo, si hazlo tuyo, perra!!!
__¡Ahhh, si cariño, soy tuya, ahhh, cógeme Arielito!!!__ decía mientras saltaba sobre mi
__¡Oh no aguanto ya, no aguanto!!__ alcancé a decir
__¡Siiii, lléname, déjalo venir, ahh, ahh, ahhhhh!!!__ empecé a vaciarme en aquella concha que me fue ofrecida sin mas, los escupitajos fueron bien profundo, ella los tragó disminuyendo sus cabalgatas. Me beso en la boca, tan hondo que creí arrancaría mi lengua. Quedamos unos instantes abrazados y buscando aire. Enajenados, ella ensartada hasta las bolas, quietos, escuchando el rumor de nuestras agitadas respiraciones.
La señora Fontana salió de encima y cayó a un costado. Enseguida Octavio, su esposo, buscó mi boca y me metió su lengua a fondo. Chupe su lengua, la saboree y debo decir que me gustó su sabor. Luego de unos momentos así el hombre subió y metió su sable en mi boca, para que degustara aquella pija. No era mi primera vez con una verga en la boca, habíamos probado alguna vez con un primo. Pero si, esta era de un hombre maduro, más gorda y grande, muy dura. La mame de forma descomunal. El esposo de la señora Fontana se retorcía de placer.
Así como estaba de espaldas la señora Fontana, me abrió las piernas, las nalgas y empezó a besar mi agujero. Me encendió al instante. Tragaba el sable del marido y ella me hundía su lengua en el orto, estaba a punto del paroxismo total. Baño mi agujero, lo fue abriendo, dilatando, para su esposo. Cuando me pusieron en cuatro, estaba entregado, quería sentir la pija del hombre adentro, apoyó la cabezota en el anillo y empujo, mi pija se tensó, y fue entrando poco a poco, llenándome sin pausa, toda adentro, empezó a cogerme despacio, con suavidad y esmero, haciendo sentir toda su potencia y su experiencia.
La señora Fontana besaba mi espalda. Mordía mis orejas, las chupaba, mi piel se electrizaba por completo. Ella acariciaba mi pija endurecida nuevamente. Era una perversa consumada. Amasaba mis huevos, y volvía a besar mi boca. Sus manos iban y venían por cada rincón de mi volcánica humanidad.
El perno de Octavio me taladraba, bombeaba y bombeaba, farfullando palabras que nadie entendía. Su espada dentro se inflaba, parecía mas y mas grande. Yo gemía atrapado en medio de aquellos dos seres sexuales y salvajes. Me encantaba, quería estar todo el día así.
Las bolas del macho que me poseía golpeaban mis nalgas. Mientras la hembra tragaba mi lengua y se metía debajo de mi cuerpo, atrapando con su boca divina mi pija alzada y rocosa. La mamaba, la chupaba, la besaba cariñosamente, luego apuraba los masajes, y volvía a lamer, la mordisqueaba. Le daba pequeños y cortos besitos a la cabeza, mientras el marido serruchaba y serruchaba mi cola.
__¡Oh que culito divino tienes cariño, me encanta!!
__¡Ay, ay a mi encanta que me cojas, ohhh siii!!!__ gemía yo atravesado por aquella espada. Glotón, enloquecido, experimentando con aquellos vecinos muy sensuales.
De a poco Octavio fue llenando mi culito roto. Su leche fue escupida intensamente y yo llenaba la boca golosa de la señora Fontana que tragó hasta lo último y luego limpió cuidadosamente cada centímetro de mi verga hasta dejarla brillosa, enseguida tomo la pijota de su esposo e hizo la misma rutina, dejando las dos vergas perfectamente limpias y dormidas.
Aquel día por supuesto no volví a casa, nos quedamos toda la noche entregados al placer y la lujuria.
Nos seguimos juntando de vez en cuando para tener nuestra sesión de placer y sexo sin restricciones hasta el día de la fecha. Ya han pasado tres años.-