Convivencia (2)

Aunque esta es la continuacion de mi anterior escrito, y probablemente su conclusion. Se puede leer de forma independiente, aunque sería recomendable leer previamente el anterior para un mayor disfrute y comprension del cuadro mostrado.

Estoy cansada, ha sido un día duro. Toda la jornada de pie, andando de un lado para otro.

Por otro lado nada fuera de lo normal ya que mi posición de jefa de planta de unos conocidos grandes almacenes así lo requiere.

El problema son los malditos zapatos de tacón, unos tacones que dan vértigo solo de mirarlos, y que me están martirizando los pies.

Los tengo al rojo vivo, al igual que otras partes que ya se pueden imaginar.

La mayoría del personal usa calzado plano de estilo deportivo, ya que la política de los almacenes, aunque férrea con la vestimenta de los empleados, hace la vista gorda en cuanto al calzado, comprensiva con la cantidad de horas que permanecemos en pie.

De hecho más de un compañero me ha sugerido con mayor o menor empeño que use otro tipo de suela.

Si ellos supieran la verdadera razón del porque los uso a diario, probablemente se escandalizarían, aunque no se, seguro que mas de uno se haría un homenaje a mi salud en forma de paja.

A decir verdad, más de una vez he sorprendido a alguno de ellos mirándome fijamente con una expresión extraña en su rostro, mezcla de lujuria y deseo mal contenido.

Supongo que a mis 38 años no estoy nada mal. El uniforme, compuesto de chaquetilla y minifalda, me sienta como un guante, y mis tetas, bastante generosas, al no llevar sujetador por deseo expreso de mi Señor, rebotan y vibran al menor movimiento brusco que hago.

Imagino que también contribuye a acrecentar mi leyenda el que a menudo tengo una expresión algo acalorada, viciosa en mis ojos, debido al dildo y al plug anal que siempre llevo bien metidos en sus respectivos agujeros y que hacen que mas de una vez al día llegue al orgasmo en los momentos mas insospechados.

Pero en fin, todo forma parte del juego, un juego que yo he elegido voluntariamente y que para ser justa, me esta dando mas satisfacciones que sinsabores.

Que lejanos me parecen aquellos días en que me entregue por primera vez a quien aun es, y espero que por mucho tiempo, mi Amo y Señor. Y sin embargo, tan solo han pasado unos meses.

¡Oh! ya he llegado a mi parada. Ya estoy más cerca de casa. Un par de kilómetros de paseo y listos.

Ahora compartimos un coquetón chalet en las afueras de la ciudad, y pese a que la parada del metro como digo queda bastante lejos. Mi Amo ve con malos ojos que use mi utilitario.

Dice que le agrada imaginarme de pie en medio del vagón asida con una mano de la barra del techo, tensando y levantando mis tetas, rodeada de trabajadores y excitando al personal.

Es un cabrón retorcido, pero adorable. Si ustedes supieran como ha cambiado la calidad de mi vida sexual, no dudarían de mis palabras.

La verdad es que hoy no tengo muchas ganas de jueguecitos, solo me apetece llegar a casa quitarme los malditos zapatos y darme un baño relajante de agua caliente bien espumosa y perfumada.

Pero se cierto que no va a poder ser, tendré que cumplir con mi rutina cotidiana.

Cruzo apresuradamente el pequeño pero bien cuidado jardín que rodea nuestra casita y al introducir la llave en la cerradura ya puedo escuchar la sueve melodía de un concierto de Mozart, el compositor preferido de mi Señor, flotando por el salón.

Como casi siempre, mi Amo ha llegado a casa antes que yo, de hecho su jornada laboral, si es que puede llamársele así es bastante flexible, casi inexistente.

Y más de una vez me ha confesado que trabajaría gratis, tanto como disfruta con su profesión.

Aunque la realidad es que gana muchísimo mas dinero que yo, la vida a veces es muy injusta.

Es diseñador de videojuegos y por lo que se un genio en su campo.

Y eso, pese a su juventud, ya que tiene 15 años menos que yo. De hecho a veces le gusta bromear presentándome a sus conocidos como su madre, cosa que a mi no me hace maldita la gracia. Pero no me queda mas remedio que aguantarme y sonreir.

En realidad no lo aparento en absoluto, como mucho una hermana mayor o una tía.

Lo primero que hago nada mas entrar al recibidor es quitarme todo rastro de ropa, zapatos inclusive, y depositarla cuidadosamente en el armario previamente colocado en un rincón para ese uso, toda mi ropa esta allí.

Y la sustituyo por mi confortable y costoso, aunque vulgar collar de esclava, más semejante a uno de perro, que a otra cosa.

Eso si, fue hecho a medida y por encargo, y no le falta detalle, sus anillitas para fijaciones varias, su cómodo forro de piel, y la chapita con mi identificación, grupo sanguíneo y fecha de vacunación.

Afortunadamente, el termostato de la casa funciona perfectamente, manteniendo una temperatura estable muy agradable todo el año.

Como casi siempre, mi Amo me ha oído llegar y me llama cariñosamente:

¡ Vamos Puppy, ven aquí… corre ¡

De inmediato, me pongo cuatro patas, mi habitual posición dentro de nuestros dominios privados, y gateo lo mas rápido posible hacia el dormitorio que habitualmente solemos compartir, aunque no siempre.

Agarro sus zapatillas de estar por casa con la boca, y vuelvo a postrarme a sus pies, donde procedo a quitarle con todo cuidado sus botas de tacón cubano, los calcetines, para acto seguido hacerle unos masajes en los pies, primero con las manos, y luego con la lengua.

Cuando consigo relajar a mi dueño, lo noto enseguida por la forma en que se recuesta en el sillón, procedo a calzarle de nuevo y acto seguido, continuo con el ritual.

Le bajo la cremallera del pantalón y empiezo a lamerle su bien dotado miembro, nada fuera de lo común, pero mas que suficiente para mi, puedo jurarlo donde sea.

Es un acto que tiene más de entrega y amor que de sexo, ya que no suelo meterme su polla en la boca, tan solo paso mi lengua suavemente de arriba abajo y le doy cortos besitos.

A veces me ordena comérmela toda y hacer que derrame toda su leche dentro de mi boca, pero no es habitual.

Hoy mismo, ha notado enseguida que estoy mas fatigada de lo habitual, mi Amo nota enseguida mis estados de animo, quizás por eso lo venero tanto.

Tal vez las suaves ojeras me delatan, o simplemente mi lenguaje corporal. El caso es que me ordena parar, acariciándome suavemente la corta melenita castaña al tiempo que me dice:

Te veo algo fatigada hoy, cariño. ¿un mal día en la oficina?

Su tono es completamente cínico y algo malvado, pero yo se que todo es una pose y que realmente se preocupa por mi.

Yo respondo como casi siempre, mirándole fíjamente, con la boca abierta, jadeando ligeramente y una expresión de felicidad en el rostro.

No suelo hablar a menos que sea estrictamente necesario, a mi Señor no le agrada, valora el silencio y la tranquilidad por encima de todo.

¿ Por que no te das un buen y largo baño relajante, de esos que tanto te gustan, con sales y perfume ?. Yo mientras prepararé la cena. ¿Que te parecen Spaghetti a la Napolitana, ensalada de pollo, y un buen vino ?

¡ Guau ! – Doy un corto ladrido de alegría, asentimiento, y agradecimiento, todo en uno, mientras ya gateo a toda marcha hacia el baño. Mi Amo sabe que los Spaghetti y la ensalada son mi comida favorita de siempre, recuerdo de los dos años que pase en Italia haciendo un master, y otras cosas que ahora no vienen a cuento.

Pero no todo es y ha sido siempre así, como el magnifico Amo que considero es, mi Señor sabe mostrarse firme y severo, incluso implacable, si la situación lo requiere.

Recuerdo a los pocos días de entrar a su servicio y cuando aun estaba habituándome a cumplir sus mas mínimos deseos, que con frecuencia me rebelaba y le faltaba al respecto, cosa natural, no es fácil hacer la transición de persona "normal" a perra de la casa.

Y mi Amo no tenía ningún reparo en aplicarme los correctivos necesarios.

Aun siento en mi trasero los dolorosos azotes que me procuraba con los mas variados objetos.

Y mas de una vez he tenido que dormir en el jardín, en pleno invierno y completamente desnuda, acurrucada y compartiendo calor y caseta con el verdadero perro de la familia, el autentico "Puppy, un pastor alemán de lo mas manso y cariñoso.

Mi amo con su habitual sentido común, me ha bautizado igual que él, y así si un ocasional vecino le oye llamarme o gritarme, sin duda no sospecha de la verdadera naturaleza de nuestra atípica relación.

A decir verdad, Puppy me quiere con locura, pero no me tiene el mas mínimo respeto, jamás obedece una orden mía, sin duda esta algo desconcertado, y en su pensamiento, sea cual sea el que tengan los perros, no sabe muy bien cual es mi papel en la casa.

Por un lado sabe que soy una humana, como su adorado dueño, pero me comporto como él. Y eso lo nota perfectamente, ya saben lo fuerte y desarrollado que tienen el instinto estos nobles animales de los que me enorgullece formar parte de alguna manera.

Sin embargo a mi Señor, le obedece al instante en todo momento, y estoy segura que daría su vida por él, al igual que yo.

Confieso que lo que mas me ha costado y aun me cuesta, es cuando mi propietario decide invitar a algunos amigos y amigas intimas a cenar, o da alguna fiesta.

No me acostumbro a exhibirme y mostrar mi condición en publico, pese a que me consta que todo el que entra en casa es de la mas absoluta confianza.

Tener que servir la mesa completamente desnuda, o comer a cuatro patas de mi comedero en el suelo, con el culo en pompa, sin usar las manos y delante de todo el mundo, mientras hacen comentarios jocosos y procaces a mi costa, es algo que todavía me sobrepasa.

Yo trato de evadirme y pensar en otras cosas, pero se me hace muy difícil hacerlo.

Aunque incomprensiblemente, inevitablemente siempre estoy húmeda de fulo vaginal, y es entonces cuando mas profundos tengo los orgasmos.

Como ya dije anteriormente, soy una verdadera cerda, lo he asumido desde hace tiempo, y…estoy muy orgullosa de serlo.

Como ya dije en mi anterior escrito, este no es el típico relato al uso, con argumento y desenlace.

Tan solo son pensamientos, retazos de la vida, y reflexiones de una autentica sumisa, expresados de forma mas o menos desordenada, como suelen serlo en estos casos.