Convirtiendo a mi mujer en una puta 1ª parte

De como fui convirtiendo poco a poco a mi mujer en una puta hasta conseguir una profesional y dinero extra.

Soy un tipo casado de 50 años, mi mujer tiene 11 años menos que yo. Ella, cuando la conocí, era muy conservadora, su familia la había llevado siempre a colegios religiosos y sus comportamientos, cuando haciamos el amor al principio, no pasaban de hacerlo en posición misionero y poco más. Yo en cambio tenía una mentalidad mucho más abierta y ese choque de personalidades hacía de nuestra relación algo explosivo. A ella porque, hasta que llegué yo, no conocía la infinidad de posturas que le obligaba a hacer y a mi porque esa mentalidad tan conservadora suponía un aliciente extra que me daba mucho morbo.

Cuando le hacía el amor, poco a poco, iba innovando, ella al principio se negaba, pero lo que no conseguía con su voluntad lo conseguía por la fuerza, bien maniatándola con cuerdas a la cama o simplemente forzándola. El rol de ella siempre era el mismo, no consentía cosas nuevas, su mentalidad religiosa y su educación, durante muchos años, conservadora estaban marcadas a fuego y costaba mucho conseguir de ella nuevas experiencias. Pero esa negación a realizar mis fantasías depravadas era lo que más me excitaba del mundo y en el fondo sabía que latía la personalidad de una puta a la que no habían dejado salir.

Después de varios años de dura enseñanza ya había conseguido que se dejara que le comiera su coño, que me la chupara, que cabalgara encima de mí y finalmente, que fue el que más costó, que se dejara encular. Pero esos logros fueron conseguidos a base de violaciones y dejarle el culo colorado dándole cachetes (descubrí que le ponían mucho).

Mi siguiente objetivo era mucho más ambicioso quería meterle cosas por su coño y culo y alternativamente follármela con mi polla. Sería el preámbulo a mi fin último que no era otro que hacer un trio con otro tipo y si finalmente, como creía, le gustaba, convertirla en una puta profesional y además que trajera a casa dinerito extra.

Ella es una persona con unas curvas explosivas, tiene una cintura muy estrecha y unas caderas muy anchas, con un culo que me recuerda a las mujeres de raza negra por su voluptuosidad, su coño está rasurado ( le obligo a afeitárselo todas las semanas), sus tetas son del tamaño perfecto para atraparlas en mis manos con unos pezones muy pequeños de color rosa...en definitiva es una persona que incita a realizar con ella lo más porno que mi imaginación quiera.

Una noche, le obligué a que se pusierá medias de rejilla, ella protestaba porque decía que no le gustaba (bueno eso era lo que decía ella pero yo sabía que le encantaba vestirse como una puta) se puso unos ligueros de encaje. Medias y ligueros negros en un cuerpo blanco como la leche, era superexcitante. Nos tumbamos en la cama con el pretexto de ver una película aunque yo ya sabía que acabaría haciendo lo que me viniera en gana. Queriendo o sin querer, yo siempre. aunque me costara mucho. acababa haciendo lo que yo quería y a ella no le quedaba otra opción que colaborar o ser violada.

Empece a deslizar mis manos por su cuerpo, ella respiraba más rápido, estaba excitada, le empecé a magrear las tetas por encima del sujetador y noté como sus pezones se endurecían, fui deslizando hasta bajarle el tirante del sujetador y aproveché para liberar una de sus tetas, rapidamente me la comí toda como un lobo hambriento. Ella respiraba mucho más rápido y empecé mi labor con su coño, se lo tocaba por encima de su tanga diminuto hasta que lo asalté metiendo mis manos bajo su braguita. Estaba calada, sus flujos lo empapaban todo. En un momento dado le quite el sostén y le arranqué su bonito tango, despojándola de sus defensas. Ella estaba ya entregada, nos pusimos de lado, mirándonos a la cara y le coloqué su pierna encima de mi cuerpo. De esta manera estaba abierta y sometida a mi. La acerqué hasta que su coño choco contra mi polla, que estaba endurecida al máximo, y en un movimiento de cadera se la clave entera. Ella suspiró pero no me costó clavársela porque sus flujos habían hecho su trabajo y estaba abierta como una puta esperando la penetración. Esta vez no hubo protestas, solo colaboración, empecé a mover mis caderas, ella jadeaba, gritaba, seguramente la estaría escuchando todo el vecindario. Movía sus caderas buscando desesperadamente mi polla, sudábamos los dos. Yo la agarre de su culo impresionante y valiéndome de sus flujos empecé a meter mi dedo en su culo, era la primera vez que lo hacía y, sorprendemente, no dijo nada por lo que yo entendí que daba su aprobación a mi nuevo juguete. Continuaba follándomela y yo avanzaba sin obstaculos hasta que mi dedo corazón alcanzó el final. Lo tenía todo dentro y ella estaba desatada gemía como una puta y movía su culo buscando la penetración en mi dedo. Como el culo aún resultaba estrecho, empecé a jugar con otro dedo y poco a poco lo fui metiendo también, su esfínter se dilató para acomodar el segundo dedo y ella gritó pero se dejo hacer. Ahora tenía dos dedos en su culo y mi polla en su coño. Ella gemía, jadeaba estaba disfrutando como la golfa que sabía que era. Así estuvimos por espacio de un cuarto de hora. Yo ya tenía preparado el regalo que le iba a introducir. Había dejado entre las sábanas una zanahoria, bien gorda, la más ancha que pude encontrar en la fruteria. La había lavado bien y la tenía esperando por si llegaba el momento. La verdad es que pensé que me iba a costar más convencerla de estos inicios de doble penetración pero ella se había mostrado mucho más sumisa de lo que esperaba.

Acerté a atrapar la zanahoria mientras seguía follando ambos agujeros y coloqué la zanahoria (a la que previamente había preparado con aceite para que se deslizara bien) en la entrada de su culo, retiré poco a poco mis dedos y fui introduciendo la zanahoria en su culo. Ella no se había dado cuenta de la diferencia porque la zanahoria era más estrecha arriba y siguió clavándose mi polla y la zanahoria con sus movimientos desesperados, Poco a poco iba metiendo más la zanahoria en su abierto culo y ella empezaba a volverse loca de placer, sus movimientos eran más enérgicos y jadeaba, babeaba, sudaba...nunca le había visto así. Me susurró al oído que qué tenía en su culo y le dije: "te he metido una zanahoria bien gorda y te está encantando, no lo puedes negar". Ella sonrió con unos ojos de niña picara y solo dijo: "¿a qué esperas? continúa". Esas palabras pusieron mi polla a cien y le metí todo lo que daba la zanahoria, que era mucho en su maltrecho culo. Gritó de dolor pero me pidió que no parara, estaba desatada, su cuerpo no encontraba salida, estaba sitiado, por un lado se la clavaba yo con mi polla y si se salía encontraba una enorme zanahoria en su culo. Empezó a temblar, en realidad ambos estábamos al borde del orgamo, y finalmente nos corrimos como locos  a la vez. Se relajo y con cara de niña mala, que sabía que había hecho algo muy díficil de comprender en alguien tan conservador, me dijo que era su mejor orgasmo desde que había follado por pirmera vez.

Yo estaba exultante porque había dado una gran paso hacia mis dos objetivos finales, follarla con otro y convertirla en puta profesional.

Continuará...