Convicta 97 (2/3)
La vida es dura para la reclusa 97 obligada a trabajos agotadores en el campo y su intento de fuga le complica muchísimo su permanencia en la prisión.
Convicta 97 (2/3)
Capitulo 2.- Condenada a trabajo de campo y trabajo extra.
Estaba asombrada mirando de un lado a otro todo lo que sucedía a mi alrededor… Mi escrutinio se vio interrumpido por el repentino golpe de látigo en mi culo mordiéndome mi carne… Salté hacia adelante, inclinándome a mi tarea y comencé a tirar del arado a través de la dura tierra… En sólo unos minutos, estaba jadeando por respirar y el sudor brotaba de mi frente… La cadena que colgaba de mi cuello rozaba mis pechos oscilantes, generando una dureza en mis pezones que me sorprendió ver.
Pronto empecé a sentir que mis piernas me pesaban 50 kilos cada una mientras tropezaba, animada frecuentemente por el mordisco del látigo en mi culo.
El sudor cubría ya todo mi cuerpo y me quemaba... Mi cabello estaba enmarañado con sudor y suciedad y me colgaba en la cara, ocultando mi visión… Aún así, seguí trabajando hasta que llegamos al otro extremo del campo… Allí, el granjero me dejo un momento descansar y me dio una jarra de agua para beber… Estaba muerta de sed.
Dimos la vuelta al arado y, de nuevo, un latigazo del granjero me avisaba que volviera a tirar del arado... Mirando al sol, vi que apenas estábamos a media mañana y gemí al pensar que esto continuaría todo el día... Recuerdo que una vez tropecé y caí… Y el látigo me despellejó hasta que pude levantarme y volver a tirar del arado.
Estaba jadeando por respirar cuando finalmente llegamos al punto de partida… Caí de rodillas, jadeando y temblando... No estaba segura de poder seguir.
Pero, golpeada por el látigo, lo hice... Vaya si lo hice… No tenía otra opción… Una y otra vez aramos de un lado a otro mientras mis compañeras nos seguían plantando semillas.
Mientras tiraba con fuerza del arado, sin vergüenza, me oriné y me cagué como un animal cuando tenía ganas y hasta me tiré un pedo algunas veces cuando el látigo fue particularmente cruel y me golpeó en un pecho.
A mediodía, nos dieron un descanso y nos liberaron del arado... Alineadas en fila una vez más, nos dieron un plato de frijoles y dos tortitas… Los frijoles estaban fríos y las tortitas duras, pero las comí como si fuera un plato exquisito.
Cuando terminé, uno de los guardias vino y me empujó hasta que me coloqué arrodillada sobre las manos y las rodillas... Sentí sus manos en mis nalgas, separándolas, y oí el sonido de una cremallera… Mientras gritaba, asustada, sentí la punta de su polla contra mi ano y luego el repentino y agudo dolor cuando su polla entró en mi culo, abriéndome el esfínter anal.
Él me montó con violencia y cada empuje me hacía ir hacia adelante y hacia atrás… Mis tetas se movían libremente debajo de mí… Cada vez que su ingle golpeaba contra mi culo, gruñía como una cerda.
El dolor disminuyó gradualmente cuando mi canal anal se relajó para aceptar al intruso… Sin embargo, mi degradación fue completa cuando comencé a sentir placer y comencé a tocarme mi clítoris… Me corrí justo cuando él gruñó y disparó su semen en lo profundo de mi colon… Sin aliento, me derrumbé al suelo, incapaz de pensar con claridad.
De repente, rodé sobre mi espalda y mis piernas se separaron… Otro guardia, con sus pantalones bajados hasta sus tobillos y su enorme polla tiesa, me estaba sonriendo... Sin dudarlo, me la metió dentro de mi coño mojado y comenzó a bombear hacia arriba y hacia abajo.
Perdida de lujuria, mis piernas se envolvieron alrededor de su cuerpo y tiré mis caderas hacia arriba para recibir bien sus golpes de polla en mi coño... Mi único pensamiento era lograr otro orgasmo mientras lo apretaba en mis brazos… Apreté mi coño tan fuerte como pude y vi la expresión de sorpresa en su rostro… Él sonrió y renovó sus esfuerzos golpeando con su polla, con todas sus fuerzas… Cerré los ojos y sentí que me corría de nuevo, jadeando de agotamiento... Pronto sentí que se le ponía rígida y luego mi coño se llenaba con su carga mientras apretaba la última gota de su polla que se encogía.
Cuando se separó de mí, levanté la vista y vi al resto de mujeres mirándome con desprecio… Obviamente, yo había acogido con satisfacción la violación y eso les sentó a todas muy mal... Me encogí de hombros por ello, justo cuando los guardias nos gritaban que volviéramos a nuestras posiciones frente al arado.
El resto del primer día fue de trabajo duro, con el látigo golpeando mi espalda en cuanto me retrasaba... Estaba en un estado constante de excitación que me desconcertaba… Mis pezones siempre duros como piedras y mi coño empapado, mientras sudaba y jadeaba tirando incesantemente del arado... Me he convertido en una puta.
Al final del día, nos volvieron a cargar en el camión y nuestros tobillos atados al suelo... Todas estábamos cubiertas de sudor y tierra y demasiado cansadas para hablar... Algunas de las mujeres me miraron con evidente disgusto, pero traté de ignorarlas… Cuando llegamos a la prisión, los guardias nos llevaron al baño para quitar la suciedad de nuestros cuerpos.
Estaba absorta en lavarme el pelo cuando sentí un golpe violento en las piernas que me hizo caer de rodillas... Otro golpe en mis costillas me tumbó al suelo… Alguien me agarró de los brazos y me los puso sobre la cabeza y otras me agarraron los tobillos, quedando estirada en el suelo de la ducha... Un puñetazo en mi estómago vació mis pulmones de aire y aunque luché por liberarme, todo fue en vano.
Noté que algo grande presionaba contra mi coño y aunque luché por evitarlo al final sentí que me lo abrían y me lo metieron dentro... Grité cuando sentí la enormidad de esta "cosa" y presentí que me destrozarían el coño… Mientras, otras manos comenzaron a abofetear mis tetas mientras gemía y gritaba de dolor.
Con toallas mojadas empezaron a azotarme y grité aún más… Rogué, supliqué, imploré a mis atacantes que tuvieran piedad pero la paliza que me estaban dando, continuó a pesar de mis gritos.
Me patearon, me pincharon, me dieron puñetazos y me pellizcaron… Y con esa cosa metida en mi coño comenzaron a empujar dentro y fuera como si fuese una polla gigante… Me golpearon mis tetas y pensé que me las iban a reventar… Un fuerte puñetazo en mi estómago vació mis pulmones y vomité sobre mí misma... Un golpe en el costado de mi cabeza me dejó inconsciente.
Recuperé mi consciencia cuando mi cabeza estaba siendo metida en un inodoro… El agua turbia me cubrió la cara y luché por liberarme para respirar, pero no pude contener la respiración tanto tiempo y tragué líquido del contenido repulsivo de la taza del water.
Mi cabeza fue levantada por mi pelo y aproveché para tomar una bocanada de aire antes de ser empujada nuevamente hacia el agua apestosa... Un nuevo sonido que escuche me indico que alguien estaba orinando sobre mí... Peleé y pateé, pero eran demasiadas... Una vez más me desmayé.
Cuando desperté, mis atacantes habían huido y me tendí en el suelo de las duchas… Me dolían todos los huesos y músculos de mi cuerpo cuando intenté sentarme... Entre mis piernas sobresalía un bate de béisbol hasta la mitad de mi vagina... Mis tetas estaban moradas y había grandes moretones en mis costados, mis piernas y mi estómago.
Suavemente, saqué el bate de mi y examiné los labios de mi sexo… No había sangre y, con suerte, no se había hecho daño a largo plazo, pero estaba tan adolorida que no podía soportar tocarme.
Me puse de pie y me quité el pelo de los ojos... En ese momento, uno de los guardias entró a las duchas y se echó a reír cuando me vio.
- "Eh, puta… Parece ser que hubo un poco de desacuerdo, no?
Le fruncí el ceño y agarré una toalla, tanto para secarme como para proteger mi cuerpo de su mirada.
- "¡Ven!... ¡Deberías estar ya en tu celda!"
Me tambaleé detrás de él, preguntándome por qué fui víctima del ataque.
A la mañana siguiente apenas podía levantarme… Estaba muy dolorida... Ir al desagüe fue una experiencia dolorosa y me estremecí cuando me puse en cuclillas sobre él… El plato de pan y frijoles que me tiraron por debajo de la puerta de mi celda no tenía ningún atractivo para mi estómago revuelto, pero lo comí de todos modos.
Inmediatamente sufrí unos calambres increíbles y enseguida vacié mis entrañas, lo que me hizo sentirme débil y temblorosa.
Sin tiempo para recuperarme, la puerta de la celda se abrió y los guardias me indicaron que saliera.
Seguí a las otras mujeres hasta el camión, moviéndome lentamente y sudando por el calor de la mañana... Subirme a la plataforma de la camioneta me costó mucho esfuerzo y necesité ayuda... Cuando mi tobillo estuvo sujeto a la argolla que había en el suelo, la camioneta comenzó a moverse… Una de las mujeres me miró y sonrió con una sonrisa siniestra y me dijo:
- "Bueno, puta, ¿estás lista para follar a todos los guardias hoy?"
Las otras mujeres se rieron y la miré fijamente en silencio.
"¡Todas follamos pero tú eres la única a la que le gusta!... ¡Nos lo pones difícil para el resto de nosotras que no queremos!"
"Lo siento… No fue mi intención", murmure, aunque no estoy segura de lo que siento… El camión se detuvo y en breve comenzaré a trabajar duramente.
Me pusieron de nuevo el arnés y me engancharon al arado... El viejo agricultor mexicano me mira fijamente, pero no muestra ningún interés por mí... Me grita algo y siento el látigo en la parte baja de mi espalda y me muevo hacia adelante, tirando del arado a través de la tierra dura.
El día vuelve a ser una pesadilla de trabajo agotador mientras lucho contra la dura tierra… El granjero me azota más que ayer pero no puedo moverme más rápido… Miro hacia abajo y me sorprende encontrar mis pezones hinchados y duros... Entre mis muslos está la evidencia de mi excitación al notar que mi coño empapado, gotea.
De manera absurda, experimento un pequeño orgasmo cuando el látigo golpea mi trasero y tiro hacia adelante… Llega el descanso del mediodía y, afortunadamente, ningún guardia decide joderme a mí y recupero fuerzas para completar la tarde.
Cubiertas de sudor y suciedad, vuelven a cargarnos en el camión para regresar a la prisión al final del día... Intento resistir a volver a las duchas, pero lo hago de todos modos... Afortunadamente, me dejaron sola para lavarme y luego seguí a las otras mujeres a nuestras respectivas celdas... Me acosté en el montón de paja y quedé dormida en pocos minutos.
Algún tiempo después me despierto con una patada en mi costado… Abro los ojos para encontrar a tres guardias de pie ante mí.
"Puta, queremos ver cómo chupas una polla!"
"¡Iros fuera y déjame en paz!"… Me arrastré alejándome de ellos, pero eso era imposible... En un instante, dos de ellos me sostuvieron de los brazos mientras el tercero se desabrochaba los pantalones... Sacó una gran polla y se la puso en mis labios… Intenté girar la cabeza, pero él me agarró del pelo y tiró con la fuerza suficiente para que gritara... Cuando abrí mi boca, metió su polla en ella, sosteniendo mi cabeza fuertemente en su puño.
"¡Chúpamela, puta!... ¡Y si la muerdes, te arrepentirás!"
No tuve elección… Comencé a lamer y chupar mientras él bombeaba su polla dentro y fuera de mi boca… Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras sufría la humillación más allá de lo que jamás había conocido... Sus manos comenzaron a acariciar mis tetas, pellizcándome los pezones hasta que se endurecieron… Su vientre estaba golpeando mi cara cada vez más rápido mientras trataba de correrse.
Su polla golpeó contra la parte de atrás de mi boca y de repente pasó a mi garganta... Me atraganté un poco, buscando aire mientras sus manos seguían en mis tetas apretando y pellizcando hasta hacer que mis pezones se endurecieran como rocas.
Enterré mi cara en su vello púbico, oliendo el olor a sudor y orina mientras mi lengua acariciaba su rígido tronco... Sus manos estaban ahora a cada lado de mi cabeza, mientras me follaba la garganta.
Empiezo a sudar y siento que mi vagina empieza a responder… Estoy pensando:
'¡ Solo soy un receptáculo para su esperma!... ¡Soy una puta!… Yo soy ‘97 ’.
Su polla explota dentro de mi boca y se llena rápidamente con su semen... Trago tan rápido como puedo, pero algunas gotas caen por mi barbilla y se la limpio totalmente… Estoy cerca de tener un orgasmo pero no puedo tocarme mi excitado clítoris.
Después de un rato, su polla comienza a relajarse y la retira de mi boca… Respirando pesadamente, me vuelvo a sentar… Mi visión esta borrosa.
Otro guardia toma su lugar entre mis rodillas y me ofrece su polla... Sin pensarlo dos veces abro mis labios para recibirlo y comienzo una vez más a lamer y chupar.
Las manos ásperas que sostienen mis brazos los sueltan y agarro las caderas del hombre para acercarlo a mi cara... Mi nariz está enterrada en su barriga mientras lentamente comienza a empujar hacia adentro y hacia afuera, follando mi boca mientras yo gemía.
Siento unas manos que agarran mis caderas y me levantan hasta que quedo sobre mis manos y rodillas… Mientras estoy mamando la polla del guardia, noto otra polla en la entrada de mi vagina y gimo con ganas... Se hunde fácilmente en mi coño mojado e instantáneamente tengo un orgasmo, gritando silenciosamente mientras el tronco de la otra polla alcanza mi garganta.
La noche se convierte en un infierno para mí... No tengo idea de cuántos guardias han entrado en mi celda, pero mi boca y mi vagina se llenan infinitamente.
En un momento dado, tengo tres pollas dentro de mí y estoy gritando con éxtasis… Mi cuerpo está rebotando hacia arriba y hacia abajo y mis tetas volando por todas partes… Intento enfocar mis ojos, pero lo veo todo borroso... Mi cabello empapado de sudor cuelga sobre mi cara y estoy bramando como un animal en celo.
Los orgasmos que tengo son continuos… Recuerdo que me arrastré por la celda con mis manos y rodillas con uno de los guardias en mi espalda, golpeándome el culo mientras empujaba su polla en mi esfínter anal... Con mi desmayo, creo que acabó todo por esa noche.
A medida que los días se convirtieron en semanas y las semanas se convirtieron en meses, nada cambió... Estuve en los campos cada día, tirando del arado mientras el granjero me llevaba con su látigo.
Observé cómo mi cuerpo se transformaba en una forma musculosa, capaz de soportar el castigo... Llegué a que me gustase realizar un trabajo duro, algo que jamás hice... Y, lo más sorprendente, es que mi cuerpo estaba en constante excitación.
Muchas noches, un sinfín de guardias me utilizaron para sus propios placeres y me gustaba… Me había convertido en un animal en busca de placer... Las otras prisioneras eran conscientes de mis depravaciones nocturnas pero, aparte de no seguir atacándome físicamente, rechazaron todos mis intentos de amistad.
A medida que pasaba el tiempo, descubrí que quedaba prácticamente sola durante nuestro descanso del mediodía en los campos… Poco a poco, encontré un lugar con algo de sombra para sentarme mientras comía mi plato de frijoles y tortitas... Al ver mi oportunidad, decidí escapar.
Mientras los guardias estaban ocupados acosando a otras dos prisioneras, eché a correr hacia la jungla, descalza y desnuda... Mire hacia atrás a ver si me seguían... Nadie había notado mi desaparición… Y seguí corriendo jungla adentro… Después de una hora, me detuve a descansar, respirando pesadamente y sudando... Fue entonces cuando oí a los perros… Habían captado mi olor y se estaban acercando cada vez más.
Comencé a correr una vez más, pero no tenía idea de qué dirección iba... Los perros que ladraban seguían acercándose cada vez más mientras yo luchaba por encontrar un camino a través de la densa jungla... Cuando llegué a un pequeño claro, me derrumbé, totalmente agotada… En pocos minutos, los perros estaban en el claro junto con tres de los guardias de la prisión.
"’97’, ¿por qué huyes?... ¿No te gusta nuestra compañía?"… Los guardias se rieron cuando me arrodillé sobre mis manos y rodillas, jadeando sin aliento.
"¡Sargento, los perros han trabajado duro!... ¿No crees que se les debe dar un gusto?"
"¡Si… Si, claro!... ¡Trae a los perros aquí!"
De repente me di cuenta de lo que tenían en mente y comencé a levantarme, pero uno de los guardias me empujó sobre los hombros y me hizo quedarme de rodillas, diciéndome:
- "¡No!... ¡No!... Puta… Debes ser amable con nuestros perros... Han trabajado duro para encontrarte… ¿Lo ves?... Sus lenguas están colgando de todo ese trabajo que han hecho."
Eran tres… Uno por cada uno de los guardias… Los soltaron y uno de ellos vino detrás de mí y comenzó a olfatear mi culo... Intenté apartarme, pero el guardia que me sujetaba los hombros me impedía hacerlo... La lengua del perro comenzó a lamer mi grieta del coño y pronto encontró los labios de mi vagina.
- "¡Oooh, noooo!... ¡Por favor!... ¡No dejes que me haga esto!”, le dije con lágrimas en los ojos.
Mis súplicas quedaron sin respuesta cuando el perro de repente me montó sobre mi espalda y sentí su pequeña polla rozando mi coño… Antes de que hiciera algo por apartarlo, él estaba dentro de mí y podía sentir su bulbo expandirse cuando su polla me penetró al máximo… Sólo me bombeó ocho o diez veces antes de que pudiera sentir el semen caliente saliendo de su polla y llenando mi coño, mientras mordía ligeramente mi cuello.
Con un "pop" audible, la sacó de mí coño y otro perro fue llevado para ocupar su lugar.
- "¡Oh, Dios!", grité, degradándome... El segundo perro entraba y salía de mi vagina húmeda ahora empapada y vergonzosamente sentí el comienzo de un orgasmo.
Nuevamente, el perro terminó rápidamente y fue reemplazado por el tercero… En estos momentos me balanceaba de un lado a otro con mis tetas oscilando obscenamente debajo de mí mientras el perro entraba y salía de mi coño caliente.
Justo cuando pensé que me desmayaría de la lujuria, el perro se puso rígido y me disparó su semen... Me derrumbé en el suelo... Nunca había sufrido tanta humillación y degradación, pero la experiencia me había parecido altamente erótica.
Me puse de pie y me esposaron las manos por detrás… El semen de los perros corrió por mis muslos mientras me sonrojaba avergonzada por lo ocurrido… De vuelta por el bosque, me sorprendió descubrir que apenas había penetrado en la jungla… Cuando llegamos al claro, las otras prisioneras me miraron con lo que yo esperaba que fuera simpatía.
En lugar de volver a colocarme en el arado, me pusieron en la parte trasera de un jeep y me llevaron de vuelta a la prisión.
Fui maltratada en la oficina del director, me patearon las piernas y caí de rodillas frente a su escritorio... La mano de un guardia empujó mi cabeza hacia abajo.
El director se levantó de su escritorio y caminó delante de mí... Miré sus zapatos con la mano del guardia firmemente agarrada a la parte de atrás de mi cabeza.
"’97’, has cometido un gran error... Si hubieses seguido trabajando en el campo, podrías haber terminado tu condena aquí en San Rafael con relativa facilidad… ¿Sabes lo que hacemos con los prisioneros que intentan escapar? "
"No", le susurre.
"¿Qué?"
"No, señor alcaide", volví a decir en voz alta.
"Por lo que has hecho vamos hacer de tu vida un infierno... Guardias, llévala a mi sala de juegos."
Me levantaron de un tiròn y me sacaron rápidamente de la oficina… A una corta distancia por el pasillo había otra puerta por la que pasamos de largo para llegar a un tramo de escaleras que bajaban.
Muy por debajo de la prisión estaba la "sala de juegos" del director… Una habitación que sólo puedo describir como una mazmorra… Allí se podían encontrar todos los dispositivos de tortura imaginables y me estremecí al pensar en los muchos que iban a utilizar conmigo.
Me empujaron a una ‘silla’ que tenía solo dos piezas de madera para un asiento cuya forma era la de una "V" invertida... Mis piernas fueron atadas a las patas delanteras y mis brazos a la parte posterior de la ‘silla’… Colocaron una correa alrededor de mi pecho, justo debajo de mis tetas y la ataron fuertemente a la ‘silla’.
Podría mover mi cabeza pero nada más... Mis piernas estaban separadas, revelando obscenamente mi coño abierto... Para empeorar las cosas, el respaldo de la silla de repente fue inclinado hacia atrás en un ángulo de 45 grados.
El director entró en la habitación y se puso delante de mí, mirándome con una mueca de odio... Se había quitado la chaqueta y se había subido las mangas de su camisa.
- "Eres una mujer hermosa… Será un placer escucharte gritar."
Uno de los guardias arrastró un carrito al lado de la silla y al mirar lo que había, me horroricé... Un par de cables que salían de una gran caja negra terminaban en pequeñas pinzas de dientes de cocodrilo… Otro par de cables que también salían de la misma caja llevaban también pinzas de cocodrilo y un quinto cable terminaba en un cilindro de metal de unos 20 cm de largo y 5 cm. de grosor.
Hice una mueca de dolor cuando me colocaron un par de pinzas en mis pezones… El dolor inicial disminuyó y me sorprendió ver cómo se me endurecían los pezones bajo la presión de las dolorosas pinzas... Distraída, me sorprendió ver que el otro par de pinzas los colocaron en los labios de mi vagina… La indignidad final llegó cuando el cilindro de metal lo aceitaron y me lo metieron por mi culo.
- "Esto nos mantendrá ocupados hasta que tus compañeras de prisión vuelvan de los campos para presenciar tu castigo… Hemos descubierto que si todos ven tu castigo, pensarán que es imposible escapar y encima recibirán un durísimo castigo por haberlo intentado"
Mi cuerpo comenzó a transpirar y yo respiro profundo, pensando en lo duro que iba a ser este tratamiento.
El director cogió la caja y sostuvo un pomo... Sonriendo ligeramente, giró el pomo y una sacudida me golpeó en el pecho como si me hubieran pagado ahí con un bate de béisbol... Mis pulmones se vaciaron y mis ojos se agrandaron mientras sentía como si mi cuerpo explotara… Podía escuchar gritos ensordecedores y me di cuenta de que eran míos... Aunque sólo duró unos segundos, pareció una eternidad… Me hundí en la silla, sin aliento.
- "¡Oooh, por favor!... ¡No hagas esto!... Es muy doloroso."
La siguiente sacudida llegó a mi vagina y sentí como si alguien me hubiera clavado un cuchillo en el coño... Dentro del limitado movimiento que me permitió, me estremecí en un paroxismo de agonía y me mee... Nuevamente mis gritos hicieron eco a través de la habitación.
- "¡Aaaah!... ¡Aaaah!... ¡Aaaah!... ¡Oh, Dios, noooooo!"
Comenzó a alternar la corriente entre mi culo y mis tetas mientras que yo saltaba arriba y abajo como una marioneta, gritando a todo pulmón.
Mi cuerpo estaba empapado de sudor y el control de mi vejiga lo había perdido totalmente y oriné por todo el piso… Incluso mucho después de que la corriente se hubiera detenido, mis músculos continuaron contrayéndose y con espasmos... Luché para recuperar el aliento y enfocar mis ojos.
- "Esta será tu celda por las noches de ahora en adelante, 97… Trabajarás en el molino durante el día y regresarás aquí por la noche... Ya no follaras más con los guardias... Lo consideré un disfrute para mis guardias, pero parece que tú lo estabas disfrutando demasiado... ¡Veremos cuánto disfrutas follando esto!", me dijo.
Y de nuevo la corriente me apuñaló en el coño, las tetas y el culo y grité hasta que mi garganta se secó antes de desmayarme... Me reanimaron con una bocanada de amoníaco y la tortura comenzó de nuevo.
- "Ahora voy a trabajar el clitoris… Veremos si es de tu agrado."
Observé con horror cómo mis labios vaginales estaban separados, mostrando mi clítoris agrandado... La primera punzada de dolor fue cuando me colocó la pinza de cocodrilo en mi clítoris… Y eso no fue nada en comparación con lo que sentí cuando me llegó la primera descarga eléctrica… Nunca pense que el dolor pudiera ser tan insoportable... Mi cuerpo se sacudía incontrolablemente y gritaba tan fuerte que era ensordecedor.
- "Aaaarrggg… Oh Dios… Por favor, cuanto dolor!... ¡Detente!... ¡Me estás matando!... ¡Aaaah!... ¡Aaaah!... ¡Aaaah!... Mi coño."
No tengo idea de cuánto duró la tortura… Un minuto parecía una hora… Una hora era como un dia… Se movieron de mi coño a mis tetas y de ahí, a mi culo... Yo era como un títere en una cuerda, rebotando hacia arriba y hacia abajo… Temblando como un árbol en un huracán… Cada vez que me desmayaba por el dolor, me reanimaban y comenzaban de nuevo.
Justo cuando pensé que mi cerebro explotaría, se detuvieron... Supongo que se cansaron de oírme gritar o que se quedaron sin amoníaco… Continué sacudiéndome y temblando mientras desataban las correas que me sujetaban en la silla... Cada vez que intentaba decir algo, el único sonido que podía hacer era "Aaaagg… Aaaah... Aaaah."
Apenas consciente, dos guardias me sacaron de la habitación y me llevaron al patio de la prisión… Me sorprendió ver que estaba anocheciendo… ¡Había estado en la cámara de tortura quizá más de siete u ocho horas!
Igualmente sorprendente fue la multitud de prisioneros de pie en un gran semicírculo… Había hombres y mujeres… Era primera vez que vi a hombres reclusos en el tiempo que pasé en la prisión.
En el medio del semicírculo había dos postes con grilletes que colgaban de la parte superior… No ofrecí resistencia mientras mis brazos se levantaron y las cadenas se cerraron alrededor de mis muñecas… Quedé frente a la multitud de reclusos encadenada y desnuda esperando una nueva agonía que seguramente me haría mostrarme de una manera tanto obscena como erótica.
Por el rabillo del ojo vi al guardia-verdugo hablando con uno de los guardias de la prisión... El guardia-verdugo asintió y se quitó la camisa, mostrando un cuerpo musculoso con enormes brazos… El director le entregó una manguera de goma antes de girarse hacia mí y decirme:
"97, cuando llegaste, se te advirtió que no se toleraría nada menos que la completa obediencia aquí en San Rafael… Por tu intento de fuga has logrado sumar cinco años más a su condena y ha sufrir un severo castigo… Sus compañeros de prisión han sido reunidos aquí para ver tu castigo como lección de que no aceptamos ninguna falta a nuestras reglas”… Y continuó hablando:
"Tus gritos demostrarán la dureza del castigo que se te va a inflingir... Por tu intento de fuga te condeno a cincuenta golpes de látigo."
‘¡Cincuenta!... La última vez me condenaron a veinte golpes de látigo y casi me dejaron sin vida... Ahora, cincuenta golpes me matarán!’ , pensé horrorizada.
- "La sentencia se llevará a cabo a una velocidad de diez golpes por hora", continuó el director... la convicta permanecerá encadenada hasta el amanecer."
Observé nerviosa cómo el guardia-verdugo se colocaba detrás de mi lado izquierdo… Comencé a temblar un poco, pero estaba decidida a no mostrar ninguna respuesta al dolor frente a mis compañeras de prisión.
El primer golpe con la manguera de goma casi rompió mi determinación... Golpeó mis caderas, mi cuerpo avanzó por la fuerza y mis ojos se agrandaron de sorpresa ante el dolor… Jadeé mientras mi cuerpo temblaba… Mis tetas rebotan alarmantemente… A través de los ojos húmedos, vi a algunos de los prisioneros varones que con sus manos se tocaban sus genitales… Apreté mis dientes para sofocar un grito y tensé mi cuerpo para esperar el siguiente golpe.
Después de una espera interminable durante la cual me pregunté que pasaba que tardaba tanto, recibí el segundo golpe... De nuevo, me adelanté, sacudiéndome impotente contra mis restricciones... Una cegadora agonía llenó mi cuerpo y perdí toda sensación en mis piernas… Sin poder hacer nada, me balanceé por mis brazos… Mi cabeza tembló en negación… Un pequeño gemido escapó de mis labios antes de que una vez más los apretara para sofocar un grito mientras luchaba por respirar.
El tercer golpe siguió rápidamente y toda resistencia a gritar desapareció y chillé angustiada… Mi cuerpo se estremeció y mis tetas volaron en todas direcciones… Humillada, sentí que mi vejiga se liberaba una vez más y un chorro de orina corría por mis muslos mientras clamaba misericordia.
- "¡Por favor!... ¡Ten piedad!", le supliqué.
Miré a la multitud de reclusos observando mi tortura y vi a varias de las mujeres sonreír ante mi castigo... Los hombres, sin embargo, obviamente estaban disfrutando de mi tormento... Unos pocos, que estaban desnudos como yo, exhibían enormes erecciones y sonreían lascivamente mientras observaban como me azotaban.
Cada vez que mi cuerpo se relajaba hasta cierto punto, la manguera de goma golpeaba contra mi carne, enviándome a un paroxismo de insoportable agonía.
Después de una hora de tormento, sólo había recibido diez de los cincuenta golpes a los que había sido condenada.
Mis gritos hicieron eco en el patio de la prisión con cada golpe, salpicado de sollozos y gemidos, mientras mi cuerpo intentaba escapar del último golpe sin poderlo evitar.
Algún tiempo después, me di cuenta de que los prisioneros habían regresado a sus celdas y que estaba sola en el patio de la prisión con mi verdugo para seguir pegándome.
Continuará....