Convertido en mujer (parte II)

Segunda parte del relato Convertido en mujer

Convertido en mujer (parte II)

Ni que decir tiene que esa noche tampoco conseguí conciliar el sueño. Entre Marta y mi madre no me habían dado opción y ahí me encontraba en la cama en camisón y con unas braguitas de encaje que mostraban mis glúteos.

Me voy al trabajo hija, te he dejado dinero encima de la mesa para que puedas comprarte todo lo que quieras. Recuerda que a la tarde tenemos la consulta con la doctora Muñiz. Y entonces cerró la puerta y se marchó.

Afortunadamente, a nivel económico nunca hemos pasado estrecheces. Mi madre es Ejecutiva en una empresa internacional y viaja muy a menudo a Madrid por temas laborales. Miré encima de la mesa y me había dejado un sobre con 2.000€, cantidad que muchas personas de mi edad no han visto junta nunca.

Me fui al baño y lo primero que hice fue mirarme al espejo. Ahí estaba yo con mi camisón y unas bragas de encaje. Me quite el camisón, deje caer las bragas al suelo y me metí en la ducha. Estaba secándome cuando sonó el móvil, era Marta.

  • En cinco minutos estoy en la puerta de tu casa, te espero en el coche.

  • Aun ni he desayunado ni me he vestido, Marta.

  • De acuerdo Mónica, en ese caso, subiré y te ayudó a vestirte.

Creo que no habían pasado ni tres minutos cuando sonó el timbre. Con la toalla anudada a la cintura salí a abrir.

  • Buenos días Mónica, dijo Marta pasando al salón.

Acostúmbrate Mónica a ponerte la toalla que cubra tus pechos, no puedes ir así por un vestuario.

Y diciendo esto, agarro la toalla, me la quitó y me la colocó a la altura de los pechos tal como la llevan las mujeres.

  • Poco a poco irás mejorando esos detalles Mónica.

Mientras yo estaba acabándome el café. Marta se fue para mi habitación.

Cuando llegué ya me había preparado la ropa.

Encima de la cama había dejado un culotte de encaje en color rojizo, un sujetador a juego con relleno, las medias color carne que me dijo mi madre la noche anterior pero había elegido la falda con vuelo y la blusa blanca en vez del vestido que dijo mi madre

En ese momento me di cuenta que nuevamente me iba a tener que quedar desnuda (al final ya no sólo era la ropa de mujer sino que en mi cabeza ya pensaba como mujer) delante de Marta.

Me quite la toalla y está vez ya no hice ademán por taparme.

  • Acercate Mónica y ponte estas braguitas culotte, dijo Marta.

Me las puse y Marta sonrió al ver que a pesar de lo evidente, guardaban muy bien mis órganos genitales masculinos.

  • No te preocupes Mónica, veras como la doctora Muñiz soluciona pronto este problema, mientras tanto usaremos prendas que no muestren tu 'defecto'.

Marta me alcanzó el sujetador pero al ver que yo no era capaz de abrocharlo se acercó a mi y ella misma me lo abrochó. Al pasar sus manos por mi espalda, noté una sensación dentro de mi idéntica a la de la noche anterior cuando me masajeo el cuerpo con ese aceite. En ese momento me miré al espejo y gracias al relleno del sujetador parecía que tenía unos pechos hermosos.

Después cogí la blusa blanca y me la puse, cuando fui a abrocharme me di cuenta que los ojales estaban al revés que mis camisas.

  • Te tienes que acostumbrar Mónica, las blusas de las mujeres tienen los ojales al revés que las camisas que usan los hombres, con un poco de práctica enseguida le cogeras el truquillo.

Al principio me costó un poco pero al tercer botón ya los abrochaba fácilmente, la blusa me quedaba bastante ajustada, era de manga larga y al ser blanca se transparentaba algo el color rojizo del sujetador, además no podia abrocharme el último botón de la blusa y me hacía algo de escote.

  • Te queda perfecta Mónica, ahora vamos con los pantys.

Los pantys son una prenda que siempre me habían parecido lo menos sexy que pudiera llevar una mujer pero ahora le tocaba a mi ponerme unos.

-Lleva cuidado con las uñas no les hagas una carrera, dijo Marta.

  • Descuida contesté

Y enseguida comencé a ver lo complicado que era ponerse los pantys, finalmente Marta me ayudó para que fueran rectos.

Ya solo me quedaba ponerme la falda. Era una falda abierta de tablas con la cintura elástica y bastante corta, me quedaría al menos un palmo por encima de la rodilla. L falda era muy primaveral y el estampado era de flores. Me la puse y me quejé de lo corta que quedaba.

  • Por eso llevas panties, no te preocupes. Somos jóvenes y tenemos que enseñar piernas para que los chicos nos miren, exclamó Marta.

Me acercó los zapatos, me los puse y empecé a hacer ejercicios de equilibrio.

  • Muévete un poco en el Salón para que salgas y sepas andar sobre los tacones, son sólo 5 centímetros tendrás q acostumbrarte a llevar tacones más altos.

Marta me estuvo explicando cómo cruzar las piernas según andas para dar un toque más femenino y también a mover las caderas.

  • Bajemos al coche y vámonos a León que la mañana se pasa rápido y tenemos que comprarte mucha ropa.

Cogí el sobre con dinero y en ese momento Marta me dió un bolso para que lo guardara.

-Toma a partir de ahora tendrás que llevar siempre bolso para que guardes tus cosas.

Metí el sobre en el bolso y vi que dentro iba un pintalabios, un pequeño espejo, unos coloretes, un cortauñas y un montón de cosas que Marta me tendría que explicar para que son.

Un vez en el coche, camino de León, Marta comenzó a decirme

  • Tu tranquila Mónica que entre tu madre y yo lo tenemos todo pensado. En el pueblo para que nadie diga nada, hemos dicho que Javier se ha ido a Holanda a trabajar que le ha salido una oportunidad irrepetible pero que como no quería dejar a su madre sola, su prima Mónica que vivía sola en Galicia y andaba sin trabajo, se ha venido a casa de su tía a ver si por esta zona tiene más suerte y así le hace compañia. Mañana quedaremos con toda la pandilla y te presentaré.

No sabía que decirle y contesté: Gracias Marta, nunca voy a olvidar lo que estas haciendo por mi.

Llegamos a León y una vez en el centro comercial, entramos a una tienda a la sección de mujeres, me puse a ver los pantalones pero Marta me dijo:

Primero miremos los vestidos y luego ya miramos algún short para cuando mañana conozcas a mis amigos Mónica.

Después de cerca de dos horas salimos con unas cuantas bolsas de la tienda: dos vestidos, uno muy muy corto y otro de tirantes y largo, 3 camisetas básicas de tirantes, 2 shorts que dejaban ver parte de mi culo, unas sandalias planas con una pequeña tira para sujetarlas y otras sandalias estas con cuña y varias franjas declaró a lado en color fucsia.

Ni que decir tiene que toda esta ropa la eligió Marta.

Después entramos en una tienda de ropa íntima. De ella salimos con todo tipo de bragas, culottes y sujetadores. También varios panties, medias y medias por la rodilla, así como unos pares de tobilleros.

Son casi las doce dijo Marta, a lo que yo pregunté y ¿que ocurre a las doce?, a lo que ella me contestó: tienes cita en el centro de estética para recibir un masaje.

  • Pero... Y antes de que dijera ni una palabra más, Marta dijo:

Tranquila Mónica, en el centro trabaja mi amiga Bea que ya le he puesto al día y no se va a sorprender por nada.

En ese momento me di cuenta que cada vez más gente estaba al corriente de mi caso.

Llegamos al centro de estética y salió una chica a atendernos

Hola soy Bea, hola Marta... Tu entiendo que eres Mónica y me guiño el ojo segun lo decía.

Si soy Mónica contesté con una sonrisa un tanto forzada.

Bien, te acompaño a la sala para que te vayas desnudando y me avisas cuando estés lista.

Me quedé sola en una sala con una camilla, me quité la ropa y la dejé encima de una silla que había en la Sala y pensé.

Otra vez desnuda y esta vez va a verme una desconocida.

Me tumbé en la camilla boca abajo para evitar enseñar mi miembro y con una voz acaramelada dije: ya estoy preparada.

Enseguida entró Bea muy pispireta y me dijo, no te preocupes Mónica, se que esta tarde visitaras a la doctora Muñiz, veras como el próximo dia que vengas a recibir un masaje estaras muy cambiada. Ahora por favor, date la vuelta boca arriba.

Y allí me encontraba con mi miembro solo tapado por una pequeña toalla recibiendo los masajes de Bea.

Cuando acabo el masaje, Bea me dijo que podía vestirme, la verdad que el tener que hacerlo yo sola ya que Marta estaba en la sala de espera me sirvió de máster a la hora de aprender.

Salí de la Sala, Marta pago la cuenta sin dejarme que lo hiciera yo y nos despedimos de Bea dándonos dos besos.

  • ¿Has disfrutado el masaje Mónica? Ya verás como vas a disfrutar de tu nueva vida y nunca vas a echar de menos tu vida anterior.

Nos fuimos a uno de los restaurantes del centro comercial, comimos y rápidamente nos fuimos al coche para ir a la consulta de la doctora Muñiz

Continuará...