Convertido en mujer en una noche de boliche

La historia de como un amigo mío terminó travestido

Un amigo mio, al leer mi historia anterior, me contó algo que le sucedió y me animó a compartirlo con ustedes. Cambiaré los nombres y algunos datos para resguardar su identidad... Relataré en primera persona, como si el mismo les contara lo que le pasó...

Mi nombre es Martín, soy soltero, estudio en la universidad y tengo un trabajo que me permite vivir en un pequeño departamento céntrico y solventar mis propios gastos. Un buen día me sentía solo y aburrido y decidí salir a algún boliche cercano solo por unas horas. Hacía mucho no salía a divertirme solo y de noche. El boliche más cercano a mi domicilio es un boliche gay. Aunque no lo conocía, fui con la esperanza de encontrar alguna linda chica y pasar un buen rato. Antes de asistir al boliche, ya había tomado un par de vasos de fernet con cola. Así es que cuando llegué, entré bastante animado.

Al poco tiempo que entré, vi bailando, conversando y sonriendo a una hermosa chica. Noté que ella también se fijaba en mí. Estaba vestida completamente de cuero negro (onda dark o gatubela), con un pantalón engomado, bastante ajustado, unas botas bastante largas de cuero con taco alto, una musculosa negra de cuello alto, un corset también de cuero negro, con cordones en la espalda que le formaba una hermosa cintura y unos grandes y redondos pechos. Llevaba en su brazo una campera, también de cuero negro.

Fui a la barra por un trago para agarrar coraje y encararla. Cuando al voltear vi que estaba detrás mío.

–Me invitas? Preguntó.

  • Claro! Respondí sin pensar y compré otro trago de su elección.

Era realmente hermosa, tenía una carita aniñada, de muñeca, las cejas bien delineadas, ojos marrones claros, cabello largo lacio y unos labios rojos bastante gruesos. Era completamente delgada. Debió medir 1,60, pero con las botas, se veía mucho más alta que yo. Tenía una cintura de avispa, como dije antes, seguramente acentuada por el corsé y la ropa ajustada que llevaba. Sus pechos se veían prominentes. Tenía dientes perfectamente blancos y alineados que le daban una sonrisa perfecta.

-Me llamo Laura

–Yo Martin.

Enseguida empezamos a conversar, reír, bailar y cuando me di cuenta, nos estábamos besando como locos. Estaba realmente encantado con esta chica, era muy hermosa y nunca me habían besado tan rico. Estaba a estas alturas, ya bastante excitado. De pronto, comencé a notarla preocupada. Ya era casi hora de salir del boliche y no dejaba de ver su celular. Preferí no preguntar. Quizás era algún novio o ex novio. No quería arruinar el momento. Perdí la cuenta cuantos tragos habíamos tomado, pero sin duda, el alcohol me había afectado mucho más que a ella.Me propuso ir a un lugar más privado. La invité a mi casa, pero no quiso.

–¡No, aquí nomas, no puedo salir, vayamos al baño de mujeres!

–Pero yo no puedo entrar ahí!

–Este es un boliche gay, aquí no hay problema. Y vas conmigo, no te preocupes, además conozco a los guardias.

Y así fue, pudimos entrar sin problema, casi sin que nadie lo notara, y adentro afortunadamente no había nadie, seguramente ya todos estaban saliendo del boliche porque ya era casi hora de cerrar. Seguimos acariciándonos, besándonos y nos metimos a uno de los inodoros.

–Sácate toda la ropa (me dijo), vamos a hacerlo. Yo normalmente no haría caso a un pedido semejante en un lugar así, pero, quizás por tanto alcohol que había tomado, me encontraba bastante desinhibido.

Me insistió que me saque hasta la última prenda, mientras ella se desnudaba tras la puerta. Para asegurarse que yo me desvestía, me pedía que le vaya pasando cada prenda. Cuando estuve completamente desnudo, me sentía cada vez más mareado con todo lo que había tomado. Ella estaba tardando más de la cuenta en desvestirse. Pero fui paciente, porque entendí que toda su  ropa ajustada no sería tan fácil de quitar. Pasado un instante, ya empezaba a impacientarme. Hubo unos minutos de silencio y de pronto comencé a escuchar voces de chicas. El miedo se apoderó de mí. Laura no respondía, pero, por debajo de la puerta del sanitario, podía ver toda su ropa en el suelo. Me preocupé que puedan descubrirla desnuda, así es que rápidamente abrí la puerta para hacerla pasar antes de que la vieran. Pero al abrir, me encontré con que ella ya no estaba allí, pero si estaban otras chicas, que me veían fijamente y sorprendidas, mientras yo trataba de cubrir mi desnudez.

-Se puede saber qué haces? Reclamó una de las chicas ¿desnudo en el baño de mujeres? ¿Te estás queriendo pasar de listo con las chicas del boliche? ¡Voy a hacer que los patovicas te den una lección y te hagan llevar detenido! En ese instante, una chica que presenciaba todo, quizás, al verme aterrado, y en compasión, salió en mi defensa:

–¡Es mi amiga! Y es travesti, no la traten así.

–Yo veo un hombre desnudo respondió otra de las chicas.

–Solo cometió una locura, porque tomó unos tragos de más. ¿No ve su ropa en el suelo? ¡Es de mujer! Ella es transgenero. Ahora mismo la ayudo a vestirse y nos vamos.

–Dense prisa!

Nos dejaron solos un momento en el baño para vestirme. ¡Pero mi ropa ya no estaba! Le explique lo que sucedió a la chica que me ayudaba. Me dijo que su nombre era Mariana y que me vio en la pista. Que la chica con la que había estado, no era mujer, era un travesti y me había engañado. Había puesto unas pastillas en mis tragos, por eso había estado yo tan mareado.

-Y por qué se fue? ¿Por qué me drogó? Y me dejó desnudo? ¿Con que objeto?

–Yo la conozco. Éramos amigas. Lo que pasó fue que su papá descubrió que había vuelto a venir al boliche y se lo tiene prohibido porque sabe que vendrá transformada en chica. No la acepta como mujer. Le dijo que iba a estar afuera del boliche esperándola y que, si llegaba a salir con ropa de mujer la iba a desfigurar de una paliza y no volvería jamás a su casa. Así que no tuvo mejor idea que ponerse tu ropa. Su papá acaba de buscarla y se la llevó a su casa, vestido de varón, sin sospechar que estuvo de chica toda la noche.

-Apúrense! (Gritaba la guardia)

–Y ahora que voy a hacer? ¡No tengo mi ropa!

-Vas a tener que ponerte toda la ropa la suya, no podés salir desnudo ni de varón o irás preso! ¡Y con más razón si sospechan que sin ser travesti te desnudaste en el baño de mujeres! ¡Rápido, tienes que ponerte todo! Me dijo, mientras en sus ojos, parecía disfrutarlo. El pánico se apoderó de mí, así es que no tuve más remedio que obedecer y ponerme todo lo que “Laura” había dejado tirado allí. Unas prótesis de silicón, un corpiño, una tanga, el pantalón engomado negro que a mí me quedaba más ajustado que a ella a simple vista, las botas largas de cuero con taco alto, la musculosa negra de cuello alto, el corsé de cuero negro que Mariana me ayudó a atar con fuerza con los cordones, por detrás y la campera, también de cuero negro. Me pinto los labios de rojo y me puso una peluca, que resultó ser lo que yo pensaba era el cabello natural de “Laura”.

  • ¡Hay que convencerlos de que eres travesti, porque si se dan cuenta que eres hombre y te detienen así vestido, te van a llevar a una celda de varones y los guardias te van a violar, y dentro del calabozo, los presos también! Pero si los convencemos, iras a prisión de mujeres o quizás te dejen libre. Antes de que Mariana termine de hablar y de arreglarme, dos guardias nos sacaron con fuera del brazo a la calle, mientras a mí, continuaban recriminándome por haber estado como varón, desnudo en el baño. Mariana intentaba defenderme, diciéndoles que era mi pareja lesbiana. Pero eso no impidió que me detengan. Me esposaron a la espalda y me subieron a un patruyero rumbo a una comisaría...