Convertido en esclavo - 1ª Parte: Mi última noche

Mi querido sumiso JJOM se ha decidido escribir la primera parte de este relato que aqui os dejo.

Comenzaba la noche de un día cualquiera en la ciudad.

Como mandaba esa tradición de quienes nos gusta la noche, más aún si al día siguiente no se tiene que trabajar, acudí a una lujosa y conocida discoteca que solía frecuentar regularmente. Cuando llegué, el sitio estaba ya bastante animado, si bien no encontré a nadie conocido. Por lo tanto, me senté en la barra y pedí una copa.

Pese a la animación creciente que había en la sala, el aburrimiento comenzó a aflorar en mi ánimo, pues estaba solo, observando a la gente, sin más; justo cuando ya empezaba a plantearme el irme a otro lugar, inesperadamente, una mujer se me acercó.

Era joven y atractiva, y empezó a hablar conmigo. Me percaté de que era muy simpática, de edad algo mayor que yo, y cuyo nombre era Alana. Estuvimos un buen rato hablando, de cosas triviales al principio, intimando poco a poco, hasta que ella me insinuó:

  • ¿Qué tal si nos vamos a tomar una copa en mi casa?, allí estaremos mas... tranquilos.

Acepté, como no pudo ser de otra manera, aquella invitación encantado, aquella parecía ser sin duda mi noche de suerte.

¡¡Qué equivocación!!

Fuimos en mi coche, indicándome ella donde vivía, no precisamente cerca, en una urbanización a las afueras de la ciudad. Al cabo de un rato, llegamos a una casa. Era grande, con un bonito jardín y una preciosa entrada. Nada más abrir ella la puerta y entrar adentro, nos dirigimos al salón y alli empezamos a tomar unas copas, estuvimos otro rato charlando agradablemente, hasta que empezaron a suceder los acontecimientos.

Cuando Alana asió mi copa, con intención de echar algo más de hielo en ella, pensé en ello como un gesto muy amable de su parte, pero era todo lo contrario. Una vez hecho, continuamos charlando y pronto me bebi aquella copa.

Al cabo de unos minutos comencé a encontrarme algo mareado, con síntomas que lentamente fueron a mayores, empezaba a sentirme fuera de mí, la cabeza me daba vueltas, perdí las fuerzas y veía todo como borroso. Alana percibió que algo me ocurría, aunque conociese perfectamente lo que era: Ella habia mezclado algo en mi copa y éstos eran sus efectos. Así pues, al poco tiempo me quedé como adormilado, cansado y sin fuerzas, ni sabía que había tomado, ni que pretendia aquella mujer...

Alana hizo una llamada desde su móvil, se sentó y se quedó esperando. Yo permanecía a su lado, inmóvil, y ella tampoco me dirigió palabra alguna, era, simplemente, como si yo no estuviese allí, su simpatía se habia esfumado totalmente.

Tras varios largos minutos, alguien entró en la casa y se dirigió directamente hacia nosotros. Se trataba de otra mujer, de una edad similar que Alana.

Ella debía tener algo menos de 40 años, era de complexión robusta, con caderas anchas, alta, con el cabello negro largo y liso, y rostro serio. Llevaba unas botas de tacon alto que le llegaban hasta justo debajo de la rodilla y que sonaban en la habitacion, vestía provocativamente, con una falda corta y negras medias que le llegaban hasta la mitad del muslo. Se acercó hasta donde nos encontrábamos y pude notar cómo me miraba de arriba a abajo, tras lo cual, se dirigió hacia Alana, se saludaron cariñosamente y escuché lo que decían:

  • Espero que te guste lo que te he conseguido, mi vida- dijo Alana.

  • Si, tiene buena pinta, amor – contestó la otra mujer.

  • Disfrútalo todo lo que puedas- la deseó Alana.

  • ¡Ni lo dudes! – Le respondió, al tiempo que le entregó a Alana un visible fajo de billetes.

¡¡No me lo podia creer!!, ¡¡estaba pagando por mi, como si de un simple objeto se tratase. La mujer alta habia contratado a Alana para que me entregase a ella!!

  • ¡Ayúdame con él antes de irte, por favor!- le pidió a Alana

Entre ambas me levantaron y me ayudaron a andar, apoyándome en ellas hasta que llegamos hasta el final del pasillo, allí había una puerta que abrieron y que daba a unas escaleras hacia abajo. Al final de la escalinata, había otra puerta que la mujer alta abrió con una llave, por lo que deduje que aquello era un sótano.

Aquel sótano no era muy grande, allí había una cama, un armario, una silla y varios trastos por los suelos alrededor. Dentro hacía frío y estaba algo sucio, no se veía que hubiese ventanas. Ambas me introdujeron en él y me depositaron en el suelo. Aunque salieron nada mas dejarme allí, aún pude notar cómo Alana y la otra mujer se despedían muy cariñosamente, dejándome a solas con aquella mujer alta y fuerte, y sin siquiera saber lo que pretendía aquélla.

Tras haberse ido Alana, aquella mujer entró de nuevo en el sótano y se dirigió hacia mí, y, sin decir nada, comenzó a desnudarme. No pareció suponerle mucho esfuerzo el moverme, pese a que soy una persona de complexion también robusta, o, al menos eso me parecía, dentro del sopor en el que me encontraba sumido.

Tras desnudarme completamente, ella fue al armario y de allí sacó varios tramos de cuerdas. Con una de ellas, me ató las manos a mi espalda con fuerza, haciendo varias vueltas con la cuerda sobre mis muñecas, tensando la cuerda y sintiendo como ésta se aferraba a mi piel. Después utilizó otra cuerda para atar mis pies a la altura de los tobillos. Atado ya de pies y manos, yo aún permanecía medio dormido y no pude resistirme de ningún modo. Cuando terminó de atarme, se volvió a marchar, sin decir ni media palabra, dejandome encerrado, a oscuras, y atado de pies y de manos.

Transcurrieron algunas horas antes de que el efecto de la droga que me debieron poner pasase. Según iba recuperando fuerzas, traté inútilmente de liberarme, pero aquella mujer robusta sabía muy bien lo que hacía a la hora de atarme. Al verme impotente, grite, pidiendo auxilio, pensando en que quizás alguien pudiera oírme y socorrerme...

No obstante, sólo la mujer que me tenía retenido me oyó, y lo supe cuando escuché el repiqueteo de sus tacones cuando ella bajaba la escalera...

Ella abrió la puerta y entró, dirigiendose directamente a mi lado:

  • Veo que te has despertado por fin. Bien, ahora voy a presentarme, me llamo Maika y a partir de ahora soy tu Ama y Dueña, a partir de hoy me perteneces y yo te enseñaré como habrás de comportarte- me dijo  con un tono Autoritario.

Yo no podia decir nada, pese a haberme despertado...

  • ¿Has entendido perrito? – me espetó.

Yo me encontraba realmente asustado y mi único objetivo en ese momento era salir de allí, por lo que continué pidiendo ayuda a grito pelado, algo que, a juzgar por su reacción, la debió enfadar bastante.

  • ¡¡¡Cállate!!! ¡¡no vas a salir de aquí!! ¡¡Obedéceme, o será mucho peor..!!- Dijo en un tono bastante más fuerte, pero yo aún quería escapar de allí y gritar era lo único que podia hacer...

  • ¡¡¡Que te calles, perrito!!! ¡¡Vuelve a abrir tu sucia boca y será la última vez que la abras!!- Esta vez me lo dijo acompañado de un fuerte bofetón.

Ante aquella bofetada, empecé a insultarla con odio:

  • ¡¡Suéltame zorra, déjame salir de aqui, puta!!- lo que hizo que me propinase otro par de fuertes bofetadas.

  • ¡Te lo adverti, no vuelvas a abrir tu puta boca!- Respondió.

Fue al armario y y se hizo con un rollo de cinta americana, tras lo cual me colocó boca abajo en el suelo. Manteniéndome a la fuerza en esta postura, se subió su falda y se quitó sus negras bragas, las comprimió con su mano y, tras agarrarme con la otra mano por el pelo alzando mi cabeza, acercó sus bragas a mi boca. Sentía yo ese fuerte olor que sus bragas despedían, y traté de no abrir la boca. No obstante, Ella insistio con fuerza y empezó a introducirme en mi boca sus bragas poco a poco, forzándolas hasta que entraron por completo, llenándome totalmente la boca. Luego, utilizando la cinta americana, dio varias vueltas con ella sobre mi cabeza y boca, asegurándose de que quedase bien pegada a la misma.

Ahora estaba totalmente amordazado, no podia hacer ni el más mínimo ruido con aquella mordaza... ahora estaba bajo su completo control.

  • !!Calladito estas mas guapo, perrito!!- Exclamó, tras amordazarme.

  • Yo te enseñaré a obedecerme, perrito, y jamás pensarás en desobedecerme- tras lo cual, ella comenzó a reírse, se levantó y nuevamente se fue del sótano.

Ahora, además de encerrado, a oscuras e inmovilizado, estaba amordazado y sin posibilidad de gritar, por lo que terminé aceptando mi situación.

Pasó otro largo rato hasta que de nuevo percibí sus tacones bajando las escaleras. Ella abrió la puerta, entró en el sótano y cerró la puerta con llave, se acerco a mí y me puso una bota en mi cara, pisándomela, mientras me hablaba de forma autoritaria:

  • Ahora eres Mío, de Mi propiedad, y haré contigo cuanto me plazca, pero antes creo que voy tener que enseñarte a obedecerme-

Maika decía esto mientras presionaba mi cara con su tacón. Tras esto, levantó su pierna de mi cabeza y se dirigio hacia el armario, haciéndose con unos guantes de cuero negro. Tan asustado estaba yo al no conocer cuáles eran sus intenciones, que intenté arrastrarme hacia la puerta. Fue en vano, yo me encontraba atado y la puerta del sótano estaba cerrada, por lo que Maika se rio:

  • ¡No podras salir de aqui, perrito, ahora eres Mío y no te permitiré escapar, y será mejor que te portes bien y no me hagas enfadar!- me decía mientras se ajustaba los guantes a sus dedos.

Cuando terminó, cogió una paleta de cuero del armario y se volvió hacia mi:

  • ¡Ahora vas a aprender quién manda aquí, perrito!- dijo serena y fríamente, con tintes perversos...

Maika se hizo con una silla que había en el sótano y la colocó más o menos en el centro de la estancia. Después se quitó la falda, dejando al descubierto sus medias negras, hasta los muslos, y unas bragas nuevas que se había puesto, igualmente negras. Se sentó en la silla y luego me agarró del pelo y, obligándome a moverme, me atrajo hacia sí, colocándome bocabajo sobre su regazo, quedando mi pubis apoyado sobre sus rodillas, y apartando mis manos atadas, dejando mi desnudo culo al descubierto y a su merced:

  • ¡Ahora te vas a estar quietecito y sin hacerme enfadar- algo realmente absurdo, pues ni podia moverme ni oponer resistencia alguna.

Maika con una mano sujetó mi cintura fuertemente, y de ese modo me propinó un primer fuerte azote en el culo. Cuando quise darme cuenta, otro azote vino despues, y así otro azote, y otro más sucesivamente. Sus azotes eran fuertes, sentía un escozor progresivo en mi culo tras cada azote que me propinaba, hasta que se hicieron rítmicos y constantes, el ruido de su mano contra mi culo hacía eco en las paredes del sótano, mientras que únicamente un leve gemido podía escucharse a través de mi mordaza.

De vez en cuando, me regañaba, haciendo sílabas intercaladas entre azote y azote.

  • ¿Vesperritoloquetevaaocurrircadavezquemedesobedezcas?-

Así permaneció durante unos cinco minutos, tras los cuales paró. Un gemido de alivio se me escapó, aunque Maika tenía otra cosa en mente:

  • ¡No, perrito, esto aún no ha acabado, sólo estoy descansando el brazo!- Dijo, mientras asía la paleta de cuero negro que previamente había sacado del armario.

Tras la pausa, Maika continuó con sus azotes en mi culo una y otra vez, esta vez usando la paleta de cuero. Yo sentía cómo mi culo escocía cada vez más y más intensamente con cada azote dado con la paleta. La azotaina que Maika me estaba propinando se estaba convirtiendo en un tormento, cada azote dolia más y más, mi culo literalmente ardía y ella, sin piedad, continuaba azotandolo, al tiempo que me recordaba lo que me esperaba en todo momento:

  • ¡Novasaolvidartanfácilmenteestaazotainadehoyperrito,primero,por serla primera,segundoporque no serála última, tercero,porquete azotarécada vezque me apetezca,cuartoporque tambiénte daréuna buena azotainacada vezque me falles!-

La azotaina se me hacía interminable, después de unos quince minutos, una lágrima salio de mis ojos al tiempo que Maika seguía dándome azotes en el culo con la paleta de cuero y sujetando firmemente mi cintura para que no pudiese moverme ni lo mas mínimo.

  • ¡Notemuevasniintentesescaparal castigo,o estarédándoteazotesen el culohasta queme aburray esopuede llevarmucho tiempo!-

Entonces me resigné y esperé como pude a que aquello acabase, si bien mi culo estaba ya completamente dolorido, escocido y enrojecido a no poder más. Al final Maika detuvo la azotaina, liberándome de su agarre y arrojándome al suelo. Después me ordenó que me colocase arrodillado ante Ella, llevó su mano hasta debajo de mi mentón, y, levantando mi barbilla hacia ella:

  • ¡No vuelvas nunca a desobedecerme, perrito, o te daré todas las azotainas que sean necesarias hasta que comprendas quien es aquí y ahora tu Ama y Dueña!- me dijo mientras me acariciaba suavemente la cara con sus manos enguantadas.

– ¡Ahora eres mi perrito y harás todo cuanto te ordene!-

Me decía todo eso mientras seguía acariando mi cara, suavemente, como si tratara de hacerme ver que ella no deseaba castigarme, pero que no le quedaría más remedio si era necesario.

  • ¡Ahora, pórtate como un buen perrito, y complace a tu Ama!- me dijo mientras continuaba acariciandome como a su perrito.

Maika hizo que me acercase más a Ella, caminando de rodillas como estaba.

  • Voy a quitarte la mordaza, pero una sola palabra y te azotaré de nuevo- amenazó Maika.

El escozor de mi culo me recordó las consecuencias de sus azotes, por lo cual permití que me desamordazase sin decir "esta boca es mía". Retiró la cinta americana que rodeaba mi cabeza a la altura de mi boca, así como las bragas negras que me había embutido en mi boca antes.

Al fin, pude respirar por la boca aliviadamente.

  • ¡¡Lame Mis botas, perrito, las quiero relucientes!!- ordenó Maika.

La obedecí al instante y me incliné hacia sus botas, besándolas primero, y comenzando a pasar mi lengua por toda la superficie de la suela que comenzaba desde el tacón hasta el talón, continuando por su empeine para llegar a la punta, y de ahí seguir hacia arriba por la caña, tanto por la parte frontal como por la posterior, en un sentido ascendentemente espiral. Así estuve por un buen rato, hasta que me ordenó no descuidar la otra bota, continuando por otro largo rato repitiendo las mismas operaciones de abrillantado con lengua que hice para con su otra bota.

Tras ello, Maika se quitó una de sus botas y acercó su pie enfundado en sus medias negras a mi boca, introduciéndomelo en la misma. No necesité que me ordenase nada, al instante lamí su pie dentro de mi boca, humedeciendo sus medias, repasando con mi lengua sus dedos y entre los mismos, pese a la resistencia que ofrecían sus medias. Pasados unos minutos, apartó ese pie y me introdujo su otro pie, repitiendo mis lamidas, sintiendo su esencia en sus sudorosos pies, al tiempo que ella me acariciaba como a su perrito.

Tras otros tantos minutos dedicados a su otro pie, cogió una de sus botas y me introdujo el tacón en la boca, lo lamí con pasión, metiendomelo y sacándomelo una y otra vez, como si de chupar un polo se tratase. Repetí la misma operación en el de su otra bota, durante otro buen rato.

  • ¡Tumbate boca arriba en el suelo, perrito! – me ordenó Maika.

Obedecí, tras lo cual ella se puso de pie, a mi altura, y se inclinó y sentó en mi pecho:

  • ¡¡Haz que tu Ama disfrute, perrito!!-

Tras decirme eso, se inclinó hasta mi cara, sentándose en cuclillas sobre la misma. Su voluminoso culo se posó sobre mi cara, apoyando todo su peso. En ese momento sentí en mi nariz el aroma de su culo, fuerte y que denotaba que al menos ese día no se había duchado, traté, pues, de apartar mi cara, pero la presión de su culo asistido por sus bragas me lo impedía. Aún y todo, Maika debió notar mis intenciones, se levantó y me espetó enfadada:

  • ¡¡¡No vuelvas a apartar tu cara o lo lamentarás!!! ¡Te he ordenado que me hagas disfrutar y me da igual si eso te desagrada!- amenazó muy autoritariamente.

Maika se sentó de nuevo sobre mi cara, y, resignado, comencé a respirar otra vez el olor de Su culo. Casi no podía respirar otra cosa, y, cuando estaba exhausto, se levantaba de mi cara, permitiéndome respirar, para volver a sentarse en mi, repitiendo esto una y otra vez. Yo suplicaba a Maika que me soltara, pero ella ignoró mis súplicas.

En vez de ello, Maika se levantó y se quitó las bragas que llevaba puestas y me las embutió en mi boca, sentándose de nuevo en mi cara. Ahora solo podia respirar por la nariz, y lo único que respiraba era el olor aún mas fuerte de Su culo desnudo. Acercó su ojete a mi nariz y lo mantuvo pegado a ella, asfixiandome de ese modo durante un largo tiempo, permitiéndome respirar de cuando en cuando apartando ligeramente su culo de mi nariz.

Percibía que Ella disfrutaba muchísimo en esta situación de Dominio absoluto sobre mí.

  • ¡Ahora, perrito, vas a lamerme el culo a conciencia, límpiamelo bien con tu lengua de perrito y no me hagas enfadar!-

Maika extrajo sus bragas de mi boca y otra vez se sentó en mi cara:

  • ¡¡Vamos perrito, quiero tu lengua bien dentro de mi culo!!- me ordenó.

La verdad es que no sentía el menor deseo de pasar mi lengua por Su culo, tuve reparos y no obedecí lo que me ordenó. Inmediatamete se levantó de nuevo, me obligó a levantarme y me arrastró agarrándome de mis genitales, obligándome a seguirla, hasta un potro al cual me ató como un perrito, como a cuatro patas, dejando mi culo y espalda a su merced.

  • ¡¡Parece ser que voy a tener que recordarte quien es la que manda aquí, perrito!!-

Volvió al armario, de donde sacó un látigo de varias colas, de unos 70 cm de longitud, y regresó al potro donde me había atado:

  • ¿Querías ponerme a prueba, verdad perrito? ¡¡Veamos a ver si pones igualmente a prueba este "gatito"!!- dijo, refiriéndose al látigo multitiras que acababa de coger.

Comenzó a azotarme con él, atado al potro donde me encontraba, esta vez, además, sus azotes iban dirigidos a la zona superior de mi espalda, además de hacia mi aún escocido culo, tras la azotaina anterior. Durante otros cinco minutos estuvo azotándome con el látigo, suplicandola que parase, que haría todo cuanto Ella desease, sin poner el más minimo reparo. A la quinta súplica en ese sentido, Maika, tras un último latigazo en el culo que me dejó marca permanente, cesó de azotarme, me soltó del potro y me llevó al mismo sitio donde, nuevamente, me hizo tumbar boca arriba.

  • ¡¡Y esta vez no quiero remilgos, perrito, lámeme el culo a conciencia y límpialo bien, quiero sentir tu lengua bien dentro!!-

Se volvió a sentar encima de mí, esta vez pegando su ojete a mi boca, así que saqué mi lengua y empece a lamer Su culo, al principio de abajo hacia arriba, rodeando su ojete por un lado al subir, y por el otro al bajar, tras lo cual, mi lengua comenzó a describir círculos alrededor del mismo, presionando cada vez más con mi lengua, hasta que esos circulos se iban haciendo mas estrechos concéntricamente a su ojete, hasta que mi lengua se dedicó ya en exclusiva a presionar, con la lengua extendida en anchura, por toda esa zona, de un lado a otro, de arriba hacia abajo, en círculos, en la zona central.

  • ¡¡MMmmmmmmm, así perrito, así, quiero sentir tu lengua dentro de mi culo, fóllamelo con ella!!-

A Maika se la veía disfrutar de lo lindo mientras yo me hallaba totalmente humillado ante ella y su culo. Continué esmerándome con mi lengua, pues no quería recibir más azotes. Penetré con mi lengua su ojete, en movimientos rítmicos de penetración y retracción, una y otra vez, así durante otro buen rato.

  • ¡¡MMMM muy bien perrito lameculos!!, ¡¡ahora quiero que con tu lengua me lamas Mi Cueva, y que me hagas subir al séptimo cielo!!-

De ese modo, empecé a repasar mi lengua por Su divino clítoris, rodeándolo, deteniéndome en ese punto duro en el que mi lengua comenzó a golpearlo suave pero muy rápidamente, una y otra vez, así durante un buen rato en el que repetí la operación de rodearlo con mi lengua, así varias veces, notando cómo aquella zona se humedecía cada vez más... y más.

  • ¡¡Muy bien perrito, continúa!!- ordenó, entre gemidos de placer.

Después mi lengua se concentró en Su divina vagina, penetrándola y retrayendo mi lengua repetidas veces durante otro largo rato, absorbiendo cuanto flujo cayese en ella, al tiempo que de nuevo mi lengua se concentró en Su clítoris, alternando de este modo todo el tiempo, una y otra vez, cada vez más intensamente...

  • ¡¡Asi, perrito, asi... oooOOOHH SIIIIIIIiiiii!!- gimió.

Maika gimió y toda una riada de flujos cayeron sobre mi cara, la mayoría absorbidos por mi lengua. Por fin pareció haber quedado satisfecha:

  • ¡Te has portado muy bien perrito!- me felicito Maika.

Se levantó y otra vez se dirigió al armario, ví que cogía un tubo parecido a los de los dentríficos y una especide de arnés con algo terminado en punta, que se colocó, momento en el cual regresó donde yo me encontraba. me ordenó levantarme y me arrastró de nuevo al potro donde antes me había azotado, me ató al mismo a cuatro patas, al tiempo que me decía:

  • ¡Ahora, perrito, voy a darte placer a ti! -

Maika cogió lo que pensé que era un tubo de dentrífico, resultando ser vaselina, con la cual se embadurno el pene que sobresalía del arnés que se había colocado, un strapon en toda regla. Asimismo, utilizó algo de vaselina para embadurnar mi ojete, por loq ue me supuse cuales eran sus intenciones:

  • ¡Vamos a ver que bien folla mi perrita!-

Maika se colocó detrás de mí, y con el strapon comenzó a penetrar mi culo. Aquello me dolió, era la primera vez que me sucedía algo asi e intente resistirme y quejarme, mas lo unico que logré fue que Maika me volviese a amordazar y a amenazarme con otra azotaina:

  • ¡¡¡Vuelvete a mover y te juro que te daré tantos azotes como te quepan en tu cuerpo de perrita!!!-

Así pues, mordiendo nuevamente esas bragas a las que ya empezaba a acostumbrarme a saborear, Maika fue penetrandome con su strapon, suave al principio, hasta que lo introdujo por completo, sacándolo parcialmente, para volverlo a introducir, cada vez de modo menos suave, así una y otra vez. De vez en cuando, para recordarme quien era yo, me daba un sonoro azote en el culo, aprovechando una embestida:

  • ¡¡Vaaamosss, perrita,muévete mas rapido, zorra!!-

Aquello realmente dolía, pero Ella siguió follándome el culo con Su strapon, una y otra vez, notando su espolón en mi interior y su cuerpo pegados a mi. Durante un largo tiempo estuvo forzando mi culo una y otra, y otra vez, sus muslos golpeaban en mi culo en cada embestida, durante alguna que otra me propinaba otro sonoro azote en el culo, cuando de repente, casi sin darme cuenta, notaba que ya no estaba siendo nada suave, me penetraba rápida y salvajemente.

Y, sin embargo, empecé a notar que mi miembro estaba casi a reventar, durante todo este tiempo que estuvo azotándome y humillándome, mi miembro había adquirido una proporciones que hasta a mi me asustaron, no habiendo sido siquiera consciente hasta ese momento. De repente un deseo de correrme se apoderó de mí. Maika debió notarlo, no debía ser yo el primero que pasó por aquel sótano:

  • ¡Vaya perrito! ¿con ganas de correrte ya?- preguntó.

Gimiendo y asintiendo con la cabeza, a falta de otro medio para expresarme, Maika se inclinó lo suficiente como para agarrar mi miembro, sacudiéndolo y permitiendo que mis fluidos surgiesen como si de una erupción volcánica violenta se tratase.

-¡MMMMMMMMMMMMMmmmmmmMMMMMMMMMMMMMMMMmmmmmmm........!- gemí, una vez me corrí.

Maika me extrajo la mordaza, al tiempo que me preguntaba:

  • ¿Que se dice a tu Ama ahora, perrito?-

  • ¡¡Gracias Ama Maika, gracias!!- contesté una vez además, el dolor había cesado.

  • ¡Así me gusta perrito, que agradezcas a tu Ama los favores que te hace!-

Maika me liberó del potro, y me arrastró a la silla que colocó antes, se sentó en ella y me obligo a permanecer arrodillado y postrado ante Ella. Yo estaba muy cansado ya de tanto castigo y humillación recibidos a lo largo de tan larga noche, me sentía derrotado y permanecía cabizbajo, cuando la escuché decir:

  • ¡Voy a permitir que sigas disfrutando todo lo que quieras de tu juguete, perrito!- se burló Maika, al tiempo que se levantaba y extraía el espolón de su strapon, y me lo introducía de nuevo en mi ano, asegurándolo después con cinta americana.

  • ¡¡Por ahora ya he disfrutado de ti, más tarde seguiré enseñandote quien es tu Ama-, me dijo mientras empezaba a vestirse.

Tras vestirse, se acercó a mi y me sentenció:

  • Ahora pórtate bien y no hagas enfadarme- me recriminó.

Maika se acercó a mi, cogió de nuevo Sus bragas que habían usadas como mordaza, se las restregó varias veces por su culo y su sexo, y las volvió a embutir en mi boca, pego una tira de cinta americana, acariciándome mientras se reia:

  • ¡Creo, mi perrito, que lo voy a pasar muy bien contigo- me dijo y, al tiempo que se burlaba y reía de mi, me estampó un último azote en el culo, marchándose segidamente del sótano.

Pude escuchar como cerraba la puerta con llave y como se alejaba, gracias al repiqueteo de Sus botas, quedándome yo allí atado, amordazado y con un espolón bien dentro de mi.