Convenciendo a mi vecina Eva ... (2)
Continuo intentando acostarnos con mi vecinita....
Relato imaginario... o no...
Cada mañana antes de salir a trabajar miraba por la ventana por si veía el dichoso trapo rojo en el balcón...¡Maldito sea el día que se me ocurrió semejante gilipollez! Pero el caso es que no aparecía. Por otro lado, el trío con Juan y mi mujer me había dejado un mal sabor de boca... El muy cabrón nos folló bien follados a los dos, pero su culo salió vivo del encuentro... Claro que la culpa no fue suya, fue de la calentorra de mi mujer, que se volvió loca con la situación y nos mangoneó como quiso a su antojo.
Los siguientes dias a la realización del trio fueron, cuanto menos... extraños. Estábamos los dos salidos como perros, pero mi mujer me repetía que tenía el coño en carne viva, y que no podía follar conmigo. Eso sí, me hacía unas mamadas de escándalo. En el momento menos inesperado, en la situación más normal, me echaba mano al paquete y me metía la lengua hasta la campanilla, morreándonos como quinceañeros. Después, se ponía en cuclillas y se dedicaba a lamerme desde los huevos a la punta, dándome pequeños mordiscos por todo el tronco, llevándome al cielo de gusto. Se introducía el capullo en la boca, apretando con los labios y moviendo sin parar la lengua sobre él, y poco a poco seguía metiéndose más polla en su boca, hasta que le daban arcadas al tocar su garganta. Y vuelta a empezar de nuevo, llevándome a alcanzar orgasmos extraordinarios, llenándole la boca con mi semen.
Hablábamos sin parar del tema, y ella se reía cuando le contaba mis sensaciones.
Qué tonto eres... Te he dicho miles de veces que tu culito es mío y sólamente mío. ¿De verdad creías que iba a dejarte la iniciativa a tí, tontín?- decía melosa
Joder, no me tomes más el pelo... Entonces, ¿cuando consiga mi trío qué va a pasar?
¿Pero de verdad crees que vas a conseguirlo? Jajajaja ¿De verdad...? Jajajaja- El caso es que en el fondo yo sabía que era así... Es ella la que manda en el sexo, y yo tengo la suerte de ser su juguete.
Entonces saldrás ganando tú como siempre, ¿no?
No te enfades, tontín... Mira, si te contesta tu amiguita del pañuelo rojo, te la tiras tú solito, yo no quiero saber nada...
¿De verdad?
Jajajaja.... Si, hombre, si... Como si fuera a contestar.... Ayyy que te quiero, tontito mío....
Días después, tumbados en la cama por la noche, me preguntó cómo iban mis planes.
Oye, ¿cómo va tu novieta?
¿Ein? ¿Novieta?... ¿Qué novieta?
La tal Eva, la vecinita... ¿Le mandaste el mensaje?
Sí, hace una semana ya... y nada, se ve que no le interesa.
Pues estos últimos días va vestida más provocativa todavía... Al pobre jardinero se le va a partír el cuello mirándola... Y Pedro, el del segundo, ¿sabes quién te digo?
Si, si, Pedro... el amorfo, el jorobado de Notre-Dame, claro. ¿Qué pasa con él?
Ese se pasa los dias en la ventana esperando a verla. Creo que se mata a pajas pensando en ella... jajajaja
Pobre... Si es que con esa pinta, ¿quién lo va a querer?
Anoche volvió con un putón verbenero de esos de treinta euros... Me levanté a beber agua y lo ví por el balcón...
...¿Y?
Pues que le echó un polvo de escándalo el Quasimodo de los cojones... Qué aguante tiene el jodío... Ya podía cerrar las ventanas...
Jajajajaja.... ¿Qué pasa... que te puso caliente?...
Nooooo... no me puso caliente, no... jajajaja... Lo que me calentó fué la situación... ufffff
¡Coño!, ¿por qué no me despertaste?- le pregunté. Me miró fijamente, y acercándose me besó en la boca, mientras me echaba mano al paquete.
Mmmmmm.... porque estabas roncando como un cerdo y me apagaste de golpe....- me susurró dándome pequeños besos por el cuello y golpecitos con la lengua por la oreja, mordiéndome el lóbulo y tirando de él suavemente.
¡Vaya! ¿Quieres guerra, eh?
Mmmmmm.... Dámelo todo amorcito... Imagínate que soy tu vecinita... mmmmm....
Me la quité de encima de golpe, sujetándola por las muñecas y tumbándome sobre ella. Nos besamos iniciando una lucha de lenguas, enroscándonos y mordiéndonos mutuamente, mientras me envolvía con sus piernas. Yo presionaba con mi pene erecto sobre su vulva (ambos dormimos desnudos), notando cómo estaba ya encharcada de flujos. Perdí por goleada la lucha de lenguas, cuando ella me introdujo la suya hasta la campanilla, así que opté por una retirada discreta, mordisqueando sus labios y bajando por su barbilla y mandíbula hasta el cuello, recorriéndolo con la lengua y llenándome de su perfume de hembra en celo. Al mismo tiempo, junté sus muñecas agarrándolas con una sola mano, y empecé a recorrer con la yema de mis dedos desde su muñeca a su axila, subiendo al hombro y al trapecio para llegar hasta su cuello y continuando hasta su barbilla, sujentándola con pasión mientras volvía a besarla con ternura. Deshice el camino con las yemas de mis dedos por el cuello y hombro, bajando por su pecho hasta encontrar su seno, que bordeé sin apresurarme, esperando a que su pezón reaccionara.
Observé como primero se erizaba su areola, y su pezón se iba endureciendo perezosamente, ereccionándose y apuntando al cielo. Bajé recorriendo su cuello y su pecho con la lengua realizando dibujos en forma de ocho mientras sus suspiros iban en aumento. Llegué al fin a mi destino, y recorrí toda su areola con la lengua, dandole golpecitos en el pezón, convirtiendo sus suspiros en gemidos de placer. Solté sus muñecas, y me coloqué a horcajadas sobre ella, descansando mi pene en su barriga. Realicé el mismo recorrido con la mano izquierda hacia su pecho, sin dejar de torturar su otro pezón, al que daba pequeños mordisquitos y succionaba con los labios, alternando fuertes chupetones con pequeños lametones. Me encontré el otro pecho, utilizando el argot militar, en posición de "presenten armas", así que fuí intercambiando mi boca de un pezón a otro, mientras sus gemidos iban elevando su tono.
Bajé mis manos recorriendo cada uno de los valles que forman sus costillas llegando a su cintura, rozando apenas con los dedos su piel, que se iba erizando a mi paso, mientras inicié un lento descenso por el centro de su pecho con mi boca hacia su ombligo, entreabriendo los labios y humedeciendo su piel con mi lengua. El olor de su sexo cercano inundó mis fosas nasales, y como un resorte mi pene comenzó a botar sobre sus muslos, donde se encontraba apoyado en ese momento, notando cómo mi líquido preseminal comenzaba a mancharlos. No pude ni quise esperar más, y separando sus piernas, terminé el camino que me quedaba hasta su sexo con un solo lametón desde su ombligo hasta dar con su vello púbico, en el que enterré mi nariz mientras mi lengua golpeaba, juguetona y educadamente, las puertas de su sexo, pidiendo paso.
Abrió aún más si cabe sus piernas, sujetándoselas con las manos, dándome vía libre. Decidí retrasarlo un poco más, y me entretuve en lamer el exterior de sus labios mayores, soplando levemente sobre sus labios menores, que br¡llaban del flujo que salía de su vagina, apreciando cómo empezaba a mancharse con ellos el perineo hacia su ano. Inicié un lento asceso por sus muslos con mi lengua y mis dedos, realizando circulos y zig-zag's, viendo cómo brillaba mi saliva en su piel, totalmente erizada.
Agarrándola de los tobillos, los junté echando sus muslos sobre su pecho, y comencé a dibujar de nuevo con mi lengua caminos sinuosos por sus empeines, mordisqueando suavemente los dedos de sus pies. Con sus manos se acariciaba los pezones, tironeando y girándolos suavemente entre sus dedos pulgares e índices, arrancándose suspiros y gemidos al sentir mis dientes sobre los dedos de sus pies.
Separé de nuevo sus piernas, buscando zonas de su piel por las que no hubiera pasado antes, aproximándome cada vez más a su ingle. Su sexo rebosaba de flujo, y caía directamente sobre su esfínter anal. Recogí todo aquel néctar, lamiendo desde su ano hasta la entrada de su vagina, provocando los primeros estremecimientos en su cuerpo mientras sentía cómo contenía la respiración cada vez que ascendía hasta las puertas de su vagina. Continué lamiendo sus labios mayores, que iban hinchándose a medida que la sangre acudía a la zona por la intensa excitación que sentía. Empecé a lamerlos por dentro, bordeando sus labios menores, recogiendo con mi lengua todos los flujos que encharcaban la zona. Me incorporé, dejando que mi glande apoyara sobre su vulva, rozando sus labios, al tiempo que le daba a probar su néctar, besándola y dejando que succionara mi lengua para obtener todo su sabor.
Su respiración ya era completamente agitada, y sabía que dentro de poco me iba a exigir que la penetrara, así que volví a bajar e nuevo a su sexo, y me introduje totalmente sus labios menores en la boca, sorbiendo con fuerza. Separé ambos con la lengua, y comencé a golpear la entrada de su vagina con ella, mientras con la nariz acariciaba lentamente su clítoris, hinchado y todavía cubierto de piel.
- Ahhhhh..... sigue.... sigue así cabrón- jadeaba...
Endureciendo la lengua, procedí a penetrarla con ella, entrando y saliendo de su cueva de manera rápida y salvaje. Tenía toda la cara embadurnada con sus flujos, y sus gemidos se acompasaban con los movientos de mi lengua en su vagina. Continué hasta que me dolía la lengua, de sacarla lo máximo posible de la boca para profundizar en su vagina. Gemía ya sin control, sin parar...
- Dios....no pares, sigue... sigue....
Abandonando su entrada vaginal, me centré en su clítoris, que ya asomaba erecto entre los pliegues de la piel. Lo besé con pasión, golpeándolo suavemente con la punta de la lengua, intentando retirar totalmente su cubierta, dejándolo al fín al descubierto. En ese momento, y observando los movimientos agitados de su cuerpo, sabiendo cerca el orgasmo, empecé a succionarlo y lamerlo con fuerza, agarrado a sus caderas, que se alzaban y caían cada vez con más fuerza, arqueando su espalda, con sus piernas a ambos lados de mi cabeza. Me apretaba con sus muslos cada vez más fuerte, ya no oía prácticamente nada, así que continué lamiendo con fuerza su clítoris, consiguiendo que explotara en un orgasmo largo y continuado, en el que su cuerpo vibraba y temblaba espasmódicamente, totalmente arqueado.
Son más de veinte años follando juntos, sé lo que le gusta, cuándo y cómo... Cuando su cuerpo se derrumbó sobre la cama, respirando agitadamente, me incorporé librándome de sus muslos y con los brazos estirados apoyados en la cama, le introduje de golpe mi pene hasta el fondo, empezando una cabalgada brutal y salvaje, al mismo tiempo que procedí a masturbar fieramente su clítoris, buscando alargar lo máximo posible el orgasmo.
Su cuerpo volvió a tensarse, mientras su orgasmo se prolongaba durante segundos, eternizándose y alargando su placer, enlazándose con un nuevo orgasmo que recibió con un gemido gutural, largo, profundo, mientras me clavaba las uñas en mis glúteos, a los que se habia agarrado con fuerza, y girando de un lado a otro la cabeza, hasta que su cuerpo se aflojó finalmente sobre la cama, soltándome y dejando caer los brazos abiertos sobre la misma. Yo cesé en ese momento mi cabalgada, y reposé mi cabeza de lado sobre su pecho, entre sus tetas. Me encanta escuchar el ritmo de su corazón en esos momentos, y sentir cómo mi cabeza sube y baja al compás de su respiración agitada. Es un placer inmenso escuchar cómo el galopar de sus latidos van perdiendo velocidad poco a poco, al mismo tiempo que siento cómo los restos de placer de su orgasmo se van diluyendo en su cuerpo sudoroso, con breves temblores espasmódicos, notando cómo su vagina abraza con fuerza mi pene, enterrado en lo más profundo de su sexo, mientras sus piernas tiemblan incontroladas.
Esos momentos son mágicos, no se pueden describir bien. No hay dos orgasmos iguales, y aquél fué de los buenos, eso lo sabía seguro... Eso hace que mi mujer se vuelva sumamente complaciente, dispuesta a recompensarme hasta el fin. Yo seguía en su interior, enterrado mi pene en su húmeda vagina. A medida que su respiración se fue normalizando y sus latidos fueron perdiendo intensidad, comencé a entrar y salir lentamente de su interior, sintiendo como sus labios abrazaban el cuerpo de mi pene en un abrazo glorioso. La besaba despacio, de manera suave, sorbiendo levemente su lengua y sus labios, y volví a recorrer su angulosa mandíbula con mi boca hasta llegar a su oreja, que mordía con pasión mientras incrementaba el ritmo de mis penetraciones.
Notaba cómo su vagina se encharcaba por momentos, a medida que mis caricias despertaban de nuevo sus sentidos. El ruido que hacía mi pelvis al golpear contra su vulva chorreante nos volvía locos a los dos. Se revolvió con energía, librándose de mi abrazo y de mi pene, obligándome a tumbarme de espaldas. Se colocó con las rodillas abiertas a ambos lados de mi cintura, y cogiendo mi polla, se recorrió lentamente sus labios con mi glande, esparciendo mi líquido preseminal por toda su raja. No duró mucho, apenas recorrió alante y atras en un par o tres de ocasiones su sexo, y al notar que lo dejaba quieto en la entrada de su vagina, mientras respiraba agitada, elevé mis caderas de golpe, introduciéndome de nuevo en su interior.
- Shhhhh.... despacio.....- me decía.
Me quedé quieto y dejé que ella llevara el ritmo. Apoyada totalmente sobre mi, con todo mi sexo en su interior, comenzó a bambolear las caderas alante y atrás realizando círculos, al tiempo que comenzaba a apretar y relajar sus músculos vaginales, buscando un nuevo éxtasis. Con sus manos apoyadas en mi pecho, me pellizcaba los pezones ligeramente, tirando con suavidad de ellos, sincronizando sus acciones con sus masajes vaginales y movimientos pélvicos.
Siempre he imaginado esta situación como en los dibujos animados. Me veo tumbado, con ella encima masturbándome con su vagina, y mi cara desaparece conviertiéndose en un termómetro, en el que cada vez sube y sube más deprisa la barra de mercurio. Ella ralentizó sus movimientos y comenzó a masturbarse con delicadeza el clítoris. Cada pocos segundos, subía su mano y me metía el dedo en la boca para que apreciara su sabor y se lo humedeciera con la saliva, y proseguir con su masturbación. Me conoce como si me hubiera parido, igual que yo a ella, y sabe en qué punto me encuentro en cada momento, como si viera ella también mi termómetro imaginario. Me mantuvo muy arriba, muy cerquita del orgasmo, mientras aceleraba en búsqueda del suyo propio. Notando cómo empezaba a dejarse caer hacia atrás, levanté mis rodillas, apoyándose sobre ellas al tiempo que comenzaba a girar descontroladamente sus caderas y apretar con fuerza su vagina alrededor de mi pene.
En pocos segundos explotamos ambos en un orgasmo, explosivo y rápido en mi caso y suave y largo en el suyo, mientras jadeábamos con fuerza. Se dejó caer sobre mi pecho, descansando su cabeza al lado de la mía, mientras sentía cómo mi semen salía de su interior y se derramaba sobre mi escroto, acompasando su respiración a la mía. Permanecimos en la misma posición varios minutos, acariciándole su espalda y arañandole el cuero cabelludo con mis dedos, suavemente, para relajarla. En ocasiones nos hemos quedado así dormidos, despertándose sólo por la incomodidad de la postura. Nos gusta estar en silencio en esos momentos, disfrutando de las sensaciones que van recorriendo nuestros cuerpos. En esto rompió a reir.
¿De qué te ríes?
Mira por la ventana anda...- ella tenía su cabeza girada hacia la ventana, pero yo no podía mirar.
¿Qué pasa?
Veo un trapo roooojooooo- canturreó divertida. El corazón comenzó a latirme de forma alocada
A ver, quita...- miré, y efectivamente, alli enfrente, atado a la barandilla del balcón de Eva, estaba un trapo rojo, iluminado por la luz encendida. No supe qué decir.- Hostia, hostia, hostia...
Cállate, tontín... No me lo esperaba.... esa tía es una guarra...
Jajajaja... Cómo sois las mujeres... ¿Ahora es una guarra...? Jjajajaja Por fin..! Por fín me toca mi trío..!
Mierda, mierda y mierda...
¿Qué pasa? -pregunté escamado. Ella permanecía callada, mirando por la ventana...
Que no, que no te veo comiéndole el chichi a otra... -sollozó finalmente
Claro, tú si puedes meterte la polla de Juan hasta el gaznate delante mía, pero yo no puedo comerle el coñito a ella, ¿verdad...?
Joder, Jose... - se le rompió la voz. Notaba su angustia ante la situación. No quise putearla más...
Mira chochete, lo dejamos... Me jode, pero no me importa... -mentí- ...pero que sepas que me voy a vengar... -Me miró fijamente durante unos segundos sin decir nada...
¿Te refieres a...? -mientras se palmeaba el culo
Por supuesto
... Ni muerta!!! Sabes que no me gusta nada, que me duele horrores... -permanecimos callados durante varios minutos, cada uno rumiando para sí sus pensamientos...
Te dije que te la podías tirar... y yo cumplo mi palabra... sólo te pido una cosa... -dijo al fin
Dime...
Fóllatela como a una puta, como a una guarra, nada de tratarla como me tratas a mí, ¿vale?
Mmmmmm... Te quiero, eres la mujer más maravillosa del mundo... Te prometo que le voy a dejar el coño en carne viva...- rompiendo ambos a reir.
Esa noche no nos tocarmos más, dormimos placenteramente abrazados a pesar de mis ronquidos...
Al día siguiente, después de desayunar, me senté delante de mi equipo de navegación anónima. Es un equipo que tengo preparado desde hace mucho tiempo, con el que buceo por la Deep Web cuando necesito determinadas cosas para mi trabajo. Es uno de los cinco pc's que tengo en casa, ya os he dicho que soy consultor informático, y mi rincón de trabajo es lo más parecido a una consola de control del centro espacial Kennedy... Arranqué mi distribución Linux segura, me conecté a la red del vecino (a ver si ponéis claves más seguras), e inicié sesión en la red Tor, realizando una búsqueda inversa desde mi portátil para ver dónde me ubicaba... Una vez que ví que navegaba desde los países Escandinavos, procedí a buscar una página de envío gratuito de sms y le envié un mensaje indicándole que leyera la segunda parte (que estoy escribiendo ahora) y que esperaba su respuesta en mi correo o en mi skype.
Y aquí estoy, esperando a ver si Eva contesta o no... que ya no es para un trío y cualquiera sabe con las mujeres...
Vuestras dudas en mi correo ico90@outlook.com o por skype, ico90jj