Control de calidad
Comienza un día laboral más en ¡¿El mejor trabajo del mundo?! Pero incluso en un lugar tan loco como este, puede que hoy no sea un día normal.
Inicia un día más para mí. Atravieso con algo de sueño las puertas automáticas de cristal de este edificio en las afueras de la ciudad, saludo al guardia de seguridad y tras pasar mi tarjeta de identificación por un lector de ID, una puerta de metal blindado se abre y me muestra un pasillo que baja hasta el fondo de la tierra.
Transito por ese pasillo hasta que llego una habitación llena de lockers. Me dirijo al que está marcado con mi nombre y frente a este empiezo a quitarme la ropa hasta quedar desnudo, abro el locker y guardo ahí mi ropa, tras lo cual saco una bata blanca de laboratorio y me la pongo. Puede parecer raro lo que estoy haciendo, pero estoy seguro de que más raro te parecerá decir que este es mi uniforme de trabajo.
Una vez “vestido”, salgo del vestidor y desfilo por un par de pasillos hasta que llego a una sala de pruebas, mi lugar de trabajo. Me acerco al escritorio que está en el lugar y tomo una carpeta con los productos que debo probar hoy. Leo la primera hoja y digo:
—Veamos quién es la primera prueba del día… Clara Bot.
Levanto la mirada frente a mí y sin ninguna sorpresa, pues meses de ver lo mismo ya me insensibilizaron, veo a una muchacha desnuda. No es muy alta, es delgada y de piel blanca, con el cabello negro, largo y liso y con varias pecas en la cara. Sus tetas así a ojo de buen cubero podría decir que son talla C, pero sí puedo decir que tiene un culo redondo y firme, denotando que solía subir muchas escaleras.
Sin embargo, hay un par de particularidades en esta muchacha. En primer lugar tiene tatuadas las palabras “Clara Bot” arriba de las nalgas mientras que enfrente, arriba de su recién depilado coño, tiene tatuado un bonito código de barras. Pero eso no es lo más sorprendente de esta muchacha, lo que de verdad sorprende es su posición de firmes, como de muñeca, su boca parcialmente abierta por la que escapa un hilo de baba que ya comienza a humedecer sus tetas y por sobre todas las cosas, esos ojos totalmente blancos que delatan que “no hay nadie en casa”.
Creo que ya es hora de que lo explique: esta compañía para la que trabajo manufactura un producto muy especial. No sé el proceso exacto, y mientras menos sepa mejor, pero lo que sí sé es que tras abducir a algunas mujeres, las someten a alguna especie de lavado de cerebro que las deja reducidas a meros objetos que cumplen todas y cada una de las órdenes que se les dan. Podrías decir que son esclavas, pero yo prefiero más el nombre técnico con el que las venden en la deep web: muñecas sexuales vivientes.
¿Qué no es ético? Quién sabe, lo único que sé y me importa, es que me pagan una cantidad enorme de efectivo solo por asegurarme de que estas mujeres en efecto obedecen todas y cada una de las órdenes que se les dan, y por todas me refiero a todo para lo que terminarán siendo usadas: agujeros follables con patas.
Tomo un bolígrafo de la mesa y con los documentos de Clara Bot me acerco a la muchacha mientras digo:
—Iniciando pruebas de control de calidad para sujeto A5610, denominado Clara Bot.
Y tras decir eso, le doy una bofetada en la cara. La zona donde le di queda roja, pero no hay ninguna reacción por parte de la muchacha.
Continúo haciendo más pruebas para comprobar que el dolor físico no la sacará del acondicionamiento mental: pellizco sus pezones, le doy de nalgadas, la masturbo… en ningún momento esa muñeca viviente hace alguna reacción, excepto tal vez que en cuanto empecé a jugar con su clítoris un torrente de sus fluidos empaparon mi mano; parte del lavado cerebral es implantar en sus estúpidos cerebros una gran híper sensibilidad sexual.
—Fortaleza de condicionamiento mental confirmada —digo mientras seco mi mano de las babas de Clara Bot en mi bata para luego escribir mis notas en la hoja de registro de esta—. Procediendo a probar su capacidad de seguimiento de órdenes.
Ahora viene la mejor parte del trabajo. Me llevo las manos a la cintura y con mi pene erecto apuntando a Clara, ordeno:
—Oral.
Pero nada pasa.
Es extraño; la muñeca nada más escuchar la palabra oral debe de inmediato comenzar a buscar mi verga, metérsela a la boca y darme la mejor mamada que pudiera dar.
—Oral —repito, pero el resultado es el mismo.
Me rasco la cabeza y procedo a darle más ordenes, pero Clara se queda ahí, tiesa y sin moverse.
—Qué raro —digo mientras hojeo su expediente—, ¿la habrán cagado en algo los chicos del proceso de lavado?
Pero tras levantar algunas hojas, me encuentro con un postick con una nota dirigida a mí:
¡Qué tal amigo!
Oye, la becaria que contratamos para que nos ayudara con el lavado de cerebros la cagó con esta chica y no quedó suficiente materia gris para instalarle el set acostumbrado de normas.
La becaria ya recibió su merecido y hemos hecho lo posible para rescatar a esta muñeca poniéndole unas instrucciones muy básicas: Esta unidad puede repetir literalmente cualquier cosa que se le diga mientras se aprieta su nalga derecha, y se le tiene que palmear ahí para que pare. Y puede quedar en posición rígida apretando la nalga izquierda, de nuevo, hasta palmearla.
¡Te lo encargamos!
Frunzo los labios sintiéndome mal por la nueva becaria. La compañía no tolera que “se dañe la mercancía antes de venderla” y no me cabe la menor duda de que no tardaré en tenerla frente a mí como un nuevo producto a probar. Me encojo de hombros, lo que le pasará a esa tipa no es mi problema y yo tengo que limitarme a hacer mi trabajo, así que es hora de probar si las modificaciones que le hicieron los chicos de “la lavandería” funcionan; quizás y hasta eso esté ante nuestro nuevo producto estrella.
Me doy la vuelta hasta quedar tras ella, mirando ese firme trasero redondo y las palabras Clara Bot tatuadas sobre sus nalgas.
—Entonces, hay que activarte con tus nalgas, ¿eh? —digo interesado.
Empiezo a manipular el cuerpo de Clara Bot, hasta ponerla de rodillas y con la boca un poco abierta. Es difícil, ya que ahora que me he dado cuenta de que ella no tiene mucha autonomía debido a la metida de pata de la becaria, su cuerpo parece un montón de espagueti a medio cocer, pero al fin me las arreglo para dejarla en la posición que requiero y al mismo tiempo apretarle su nalga izquierda. El efecto es inmediato: el cuerpo de Clara Bot se pone todo rígido y se queda en la posición que elegí.
—¡Al fin! —digo pasándome la manga de mi bata por la frente—, pensé que estaría aquí todo el día. Bueno, veamos si ya puedo tener mi oral.
Tomo mi polla mientras veo la cara de Clara, sus ojos blancos y sus labios formando una letra O son bastante invitantes. Le restriego mi pene por la cara a la muñeca y entonces lo meto en su boca. No está mal, puedo sentir la suavidad de su lengua y la calidez de su aliento… pero sus labios no se cierran alrededor de mi polla y obviamente no me comienza a succionar.
Un poco decepcionado, saco mi polla de su boca y me retiro un paso de ella. Definitivamente no servía para eso si no tenía al menos algo de inteligencia que le hiciera hacer los movimientos más básicos.
Me pregunto qué podría hacer con ella a continuación y se me ocurre algo. Le doy una nalgada a su glúteo izquierdo y pronto su cuerpo se pone flácido una vez más. Me apresuro a tomarla y entonces comienzo a acomodar su cuerpo en una nueva posición y cuando lo logro, me apresuro a apretarle la nalga izquierda para dejarla rígida en la posición elegida.
Me separo un paso para ver mi obra y sonrió divertido:
—¡Y listo! ¡Tenemos un taburete!
En efecto, Clara se encuentra apoyada sobre sus rodillas y manos, con la espalda recta y el culo levantado.
Toca hacer la prueba: me siento en la espalda de Clara Bot y sorprendentemente puede soportar sin problemas mi peso mientras todo su cuerpo se mantiene, en efecto, rígido.
Me pongo a pensar en las oportunidades de negocio para este modelo. Sé de buena fuente que no son pocos los clientes que tienen un gusto raro por tener a sus muñecas como muebles vivientes en sus casas y tal vez Clara Bot podría gustarles… pero pronto desecho la idea ya que aunque Clara se convirtiera en mueble, no podría ganarle a otros modelos que aparte de muebles pudieran convertirse en una apasionada esclava sexual con sólo una orden.
Sí, parece que Clara Bot no tiene futuro, pero al verla así a cuatro patas, se me ocurre otra forma de aprovecharla.
Me coloco detrás de ella mirando a su culo, viendo como por la posición en la que le he dejado sus piernas están tan abiertas que hay una buena vista de sus dos agujeros.
Ya sabiendo el truco, aprieto la nalga derecha de Clara y le susurro al oído:
—Soy un objeto que sólo sirve para ser usado.
Acto seguido, tal y como me habían dicho los chicos de la lavandería, Clara empieza a repetir con una voz monótona:
—Soy un objeto que sólo sirve para ser usado… Soy un objeto que sólo sirve para ser usado… Soy un objeto que sólo sirve para ser usado…
Tal grado de auto humillación me hace excitarme todavía más. Miro ese ojete tan sugerente y me relamo los labios; originalmente pensaba follarla por la vagina, pero seamos justos: esta chica es un juguete que ya está roto, ¿así que por qué no terminar de romperla? Le voy a romper el culo.
Mientras Clara continua recitando la frase que le había ordenado sin alterar su tono ni un poco, voy al escritorio y tomo un frasco con lubricante, regreso con él tras Clara y empiezo a untarme los dedos con la sustancia grasienta y sin ninguna clase de ceremonia previa, los introduzco dentro de su ano, asegurándome que quedara lo bastante resbaloso para lo que se venía y una vez que considero que mi trabajo está hecho, apunto mi polla hacia el ojete de esa muchacha y empiezo a empujarlo hacia el interior de ella.
Tal como la primera observación me lo había dicho, su orificio rectal estaba muy apretado, claramente nunca se la habían follado por ahí, pero no me rindo, continúo empujando y gracias a la previa lubricación, mis caderas al fin chocan con sus nalgas.
Me quedo ahí un rato, quieto mientras Clara continua con su letanía, mientras me acostumbro a la estreches de su ano y cuando creo que es suficiente, empiezo a meter y a sacar mi polla de ella, primero algo lento pero cuando comienzo a agarrar confianza, inicio con embestidas cada vez más fuertes y rápidas, sintiéndome bien por la cantidad de placer que me provoca mientras esa estúpida muñeca rota continúa repitiendo la frase que le había dado, aunque un poco más torpemente debido al vaivén al que está siendo sometida.
Ignoro por cuánto tiempo estoy así, pero la sensación es tan buena que el orgasmo no tarda en llegar, por lo que tomo a esa muñeca por las caderas y clavando mis uñas en su piel, le doy una embestida final para llegar a lo más profundo de ella y llenar su recto con mi leche.
El orgasmo junto con la sensación de vaciar mi semen en los intestinos de Clara Bot es tan placentero, que por un momento mi mente se queda tan en blanco como el de esa muñeca.
Una vez terminada la faena, retiro mi verga de ese ano y sonrió al verlo tan dilatado e irritado, a la vez que mi semen comienza a escurrir fuera de ahí. Fue un buen polvo, pero hay que regresar al trabajo.
Le doy una nalgada en su glúteo derecho y esta al fin se calla. Luego le doy una nalgada más en la nalga izquierda y con eso su cuerpo se pone flácido, con lo que puedo comenzar a manipularla para dejarla en posición de firmes tras apretar su nalga izquierda.
Veo a la pobre muchacha a esos ojos blancos, sonrió y mientras me limpio el sudor de la frente voy al escritorio y tomo un sello junto con una almohadilla de tinta roja.
—Bueno Clarita, admito que lo que te hicieron esos chicos de la lavandería fue interesante… pero por desgracia no te encuentro ninguna aplicación favorable, así que…
Sin terminar mi frase, lleno el sello con la tinta roja y la pego en la frente de Clara Bot, al retirarlo, se puede leer ahí con letras muy grandes la palabra:
RECHAZADA
Voy a una de las paredes de la habitación y pulso un intercomunicador.
—Terminada la prueba de control de calidad, pueden retirar al sujeto.
Una puerta más se abre y por esta entran dos chicas de exuberante cuerpo, una pelirroja y la otra negra, ambas caminando sobre zapatos de tacones muy altos y llevando un baby doll que simula el uniforme de una enfermera, sin embargo, así como Clara, ambas tienen los ojos en blanco, indicando que también pasaron por el mismo proceso de la compañía, aunque a ellas se les dieron más “funciones” aparte de ser coños con patas.
Con ellas llevan un diablito y un rollo de plástico. Se detienen junto a Clara y con el rollo empiezan a envolverla como regalo de navidad, dejando solo libre la nariz para que pueda seguir respirando, hasta que queda tan apretada como si fuera un jarrón listo para entregarse. Luego la enfermera pelirroja la sube al diablito mientras que la negra se acerca a mí para que le entregue el documento donde escribí mis notas del desempeño de Clara Bot y cuando se lo entrego, se da la media vuelta para salir de la habitación junto con su compañera, no sin que antes yo le dé una sonora nalgada a su trasero oscuro que sé que no me causara ningún reporte con R.H. por “acoso sexual en el trabajo”.
Las dos enfermeras salen de la habitación llevándose a Clara y me quedo esperando a que llegue el siguiente sujeto de prueba. No pasa mucho, dos nuevas enfermeras entran cargando en un diablito al siguiente producto y abro los ojos por la sorpresa: La siguiente muñeca a probar es una mujer alta y delgada, con senos algo grandes, morena clara y de largo cabello oscuro, con un código de barras tatuado sobre su recién depilado coño.
—Hola querida Susan —la llamo por su nombre no porque haya visto el tatuaje de “Susan Bot” arriba de sus nalgas, sino porque la conozco: es la becaria que la jodió con Clara.
Irónico que una chica que entró a trabajar aquí por su hipno fetiche, ahora recibido un lavado de cerebro para convertirla en una muñeca sexual viviente.
Susan es dejada frente a mí, desnuda, en posición de firmes como de muñeca, con los ojos en blanco y la boca parcialmente abierta por donde escapa un hilo de baba que cae sobre sus tetas pequeñas.
Rió por la situación y luego digo:
—Trabajo es trabajo. ¿Lista para las pruebas Susan Bot?
A diferencia del anterior sujeto, Susan sonríe y responde:
—Lista para lo usted mande, amo.
Afterwords:
¡Logré revivir mi cuenta de Patreon! Si quieres recibir contenido exclusivo, tener voz y voto en los próximos relatos a escribir o continuar, recibir una comisión mensual o simplemente apoyarme por mi buen trabajo, ¡date una vuelta por allá! Link en mi bio de autor.