Contrato de placer

Una chica joven es contratada como niñera por un matrimonio maduro. La mujer seducirá a la chica para su total entrega como sumisa a su marido.

Soy una chica de 24 años.Morena, pelo lacio hasta media espalda, ojos oscuros, 170 de estatura, 59 kilos, bien proporcionada y bastante emputecida. Oposito al Estado mientras busco trabajos que me permitan ganar un dinerillo y tener tiempo para preparar la plaza. Hice algo como azafata de congresos, últimamente de cajera de un hipermercado cubriendo temporadas altas de venta. Pero no me llaman desde Semana Santa. Ahora estoy en Madrid, a unos casi 500 Km. de mi ciudad natal. Hace dos meses leí un anuncio en el periódico demandando niñera interna y pensé que sería una buena manera de ahorrarme el alquiler del piso y sacar tiempo para el estudio mientras los niños estuvieran en el colegio. Llamé inmediatamente y contestó una voz femenina, bastante agradable.

  • ¿Si?

  • Hola, buenas tardes

  • Buenas tardes

  • Hola… me llamo Inma, llamo por el anuncio en el periódico. Estaría interesada en conseguir el trabajo.

  • Sí, el anuncio. Vaya que bien, lo puse ayer no esperaba una respuesta tan pronto

Estuvimos unos veinte minutos al teléfono. Le di mis datos, me estuvo preguntando que de donde era, mi edad, si tenía hijos, novio, formación, experiencia, recordándome que era para trabajar como interna, con tres niños, a las afueras de Madrid

  • Bueno, pues muy bien Inma, si quieres podemos quedar para mañana por la tarde. Esta noche se lo comento a mi marido, me gustaría pedirle que te viera, Él seguramente me dirá que si me parece bien es más que suficiente, pero me gustaría que hablásemos los tres para más seguridad.

  • Claro, sin problemas

  • OK, mañana a las siete y media, ¿te parece bien?

  • Me parece perfecto. Espere un minuto, apunto la dirección.

Llegué al lugar. Era una casa de dos pisos y jardín en una urbanización bastante pijita. Me hice una idea de mis posibles jefes y de mis posibles compañeros de juegos. Una idea bastante equivocada. Me recibió ella con una sonrisa. Unos 45 años, rubia, ojos claros, vestidito suelto y chupándose el azúcar del dedo corazón en un gesto gracioso invitándome a pasar. Dos besos.

Inma, que tal, yo soy…. Pasa por favor. Rubén esta en el despacho. Le dije que estabas a punto de llegar pero no puede ser con este hombre…esta bajando películas a los niños y lleva todo el día peleándose con la conexión.

Rubén cariño baja, ya llegó Inma.

Que olor a café. En la mesita del salón unos dulces, el azucarero, la cafetera… y yo sentada en un sillón con las piernecitas muy juntas. Ella entraba y salía de la cocina. Yo me ofrecí:

¿Le ayudo en algo?

No, no te preocupes- dijo subiendo las escaleras hacia el segundo piso.

Al minuto bajaba con Él de la mano. Se limpiaba la camiseta azul. Me levanté. Me presenté.

Estuvimos hablando un buen rato. Un matrimonio joven, Él un año menor que ella. Veinte más que yo. Hablamos de los niños, de sus horarios, el colegio, si tenía carnet de conducir, las actividades extraescolares, el sueldo. Yo asentía a todo lo que, por el momento, me parecía perfecto… Ella era la que preguntaba, Él me miraba, más bien me desnudaba, mientras sorbía café y a veces sonreía. Me analizaba. Pensé que era parte de la entrevista, que prefería escuchar para más tarde decidir junto con su mujer si contratar mis servicios o no. Al final de la tarde llegamos a un acuerdo, empezaría el miércoles siguiente.

..

Pasaban los meses. Los niños, sobre todo los dos mayores, eran un poco revoltosos. La niña era un cielo, además parecía un querubín. Seis añitos. Se me pasaban las mañanas de julio volando, muy rápidas. Suspendí el examen y me tomé un tiempo hasta septiembre con la oposición aparcada. Exclusivamente con los niños. El padre se pasaba las tardes en casa, trabajando en el despacho y nosotros bajábamos a la piscina.

La verdad que era el protagonista de mis pajas nocturnas. Sobre todo cuando acostada les oía follar, los golpes y los gemidos me ponían el coño ardiendo y acababa dedeándome con furia y quedándome dormida con el chocho abierto. Una de esas tardes en las que subía por la merienda de los niños trasteaba por la cocina, hablando y mirándome el culo.

-A Paula no le eches mahonesa, no le gusta.

(…)

Estas muy morena ya

¿Si? Creo que es el primer año que el sol se me pega tan rápido.

Quien fuera bikini

Jajaja

A ver, tienes mahonesa en la boquita

Se acerco a mí y paso el dedo índice por la comisura del labio. Yo bajaba la mirada y el clavaba la suya en mi boca y mis ojos.

Así, niñita

Metió el dedo el mi boca, y yo, sorprendentemente, lo recibí cual chupete entre mi lengua, paladar… labios. Presionando, degustando la deliciosa mahonesa.

¿Te gusta?

Mmmmm ahamm. Asentí mirándole a los ojos.

Ya tenía la raja inflamada. Deseaba que me jodiese contra la encimera, mientras yo preparaba los bocadillos, embistiéndome con las tetas botando y al final tomar mi merienda en una rebanada de pan… DULCE DE LECHE.

  • ¡¡¡Inma!!! ¡Miraaaa no me deja la tabla!

  • Los niños, he de bajar... -Dije intentando que la situación recobrase la normalidad.

  • Espera- Dijo agarrándome de un brazo- Pide permiso.

-¿Que?

  • Que pidas permiso para bajar.

No daba crédito a lo que estaba escuchando. Su tono era tranquilo, la voz segura. Nunca imaginé una situación parecida, pero de haberlo hecho, jamás hubiera descrito la reacción que tuve tal y como sucedió. Actuaba con completa consciencia dejándome llevar, no sabiendo el porqué dejaba que ocurriese todo. Era su voz, la entonación, su mirada, su tacto, su olor…no lo sabía muy bien.

-¿Puedo bajar? Los niños me necesitan.

Me acarició el rostro y acomodó un mechón de pelo detrás de mi oreja. Yo estaba ruborizada, con la mirada baja y la vista clavada en su pecho.

-Si, puedes bajar.

.

Pase la noche pensando en lo que había ocurrido. Sobre todo en mi reacción. En la cena todo sucedió sin novedad alguna. No conseguía dormir. La idea de que "el accidente" quisiera llegar a más me tenía nerviosa. Debería decir que no. Por mi trabajo, porque se deben respetar unas distancias… dentro de lo que cabe no estoy en mi casa, debo respetar una intimidad y una pareja… sobre todo era eso… debía respetar una familia, sobre todo a ella. No podía consentir que se repitiera una escena así con los niños cerca, también los traicionaba a ellos… y con este cacao en la cabeza tras dos largas horas de debate mental conseguí dormirme.

Me levante con treinta años más, me dolía la cabeza y ella removía el café con leche con bastante energía.

  • Buenos días, dormilona

  • Buenos días, ¿qué hora es?

  • Las once.

  • ¿Las once? Dios mío, ¿porque no me has despertado?

  • ¡Tranquila! No te preocupes, es sábado mujer.

  • ¿Y los niños?

  • Su padre los ha llevado al partido

  • ¡Ah! es verdad.

  • Esta noche tenemos cena. Vienen unos compañeros de Rubén y dos matrimonios más.

  • ¿Si? Bueno… yo tenía pensado llamar a una amiga y...

  • Pues no lo hagas, tu estas invitada.

  • No… de verdad que no hace falta yo

  • Shhh no hay más que hablar. Piensa en estar guapa. Me traen la cena a eso de las ocho.

  • Pero si es que no tengo nada… de verdad. Si quieres me subo a los niños a la planta de arriba, alquilo unas pelis y...

  • ¡Que no! que no es porque no hayamos pensado en ti mujer, llevas aquí un tiempo y yo al menos te tengo cariño y Rubén esta loco por

  • Eh eh eh jajajaa ¿no será una encerrona? A mi las citas sorpresa no me gustan nada, eso es de desesperados.

  • Jajajaja… pues si y no… encerrona… encerrona… ni te lo imaginas… jajaja

  • Pero que mala eres

No tenía nada que ponerme y aprovechando que estábamos solas hicimos examen de armario.

  • Este es muy bonito.

  • ¿No es muy corto?

  • Que va. Es muy posible que después de la cena haya baño en la piscina, además, ¿qué tiene de malo que enseñes las piernas?

  • Pues… nada

  • Espera, voy a tener que coserte un puntito en este lado… a ver deja

Enhebró una aguja con hilo rosa y metió la mano a un lado del escote, en mi pecho izquierdo por el interior del vestido para evitar pincharme. Yo no le di importancia.

  • ¿Te hago daño?- Soltaba la mano dentro del vestido moviendo los dedos como intentando palpar… la costura.

  • No, para nada.

  • Además de las piernas, tienes un pecho muy bonito

  • Gracias

  • A mí y a Rubén nos gusta mucho

Yo callaba intentando disimular una sordera momentánea, como si mi mente flotara por algún sitio de la habitación, ajena a sus palabras. Acercaba la cara a mi cuello. Daba pequeños soplidos.

  • Calor, ¿verdad?

  • Un poco.

  • A ver… parece que esto esta ya.

Al Anudar la costura dio un pequeño tirón del hilo con el que si sentí los alfileres del hilván clavarse en mi piel, un latigazo en el pezón y gemí.

  • Uy a ver… al final te hice daño.

  • No, no espera si es que

  • A ver mujer, déjame que te vea.

Yo desabroché la cremallera lateral del vestido y lo baje a la cintura dejando al descubierto mis ubres blancas marcadas por la señal de sol del bikini. Yo sujetaba el cabello en la nuca a modo de moño, para contrarrestar el calor y la poca visibilidad que le producía el pelo suelto sobre mis hombros.

  • Pero que bruta soy, lo siento- pasaba un dedo por la rojez- pobrecita. ¿Te duele?- Soplaba- Espera, te echo una crema.

Al minuto empezó a restregar el bálsamo por la rojez con suavidad y una dulzura en caricias nunca antes experimentada por mí. La zona de aplicación iba creciendo poco a poco, a su gusto, hasta que paró. Yo observaba. Acercó la boca a mi pezón que con sorpresa se mostró erecto en un segundo. Desde arriba y con las manos sujetando mi pelo yo miraba la escena con deleite dejándome hacer. Mis piernas se abrieron y cerré los ojos al pasar, la mamadora, al otro pezón. Chupeteaba con auténtica pasión entornando también los ojos con gemiditos de perra gozadora. Agarrando mis dos tetas con sus manos las estrujaba y unía los pezones en su boca dándole auténticos chupetones de biberón. Estaban a reventar. Con los cántaros en las manos subió a mi boca y hubo un jugueteo de lenguas divertido. Las dos reímos. Oímos las llaves y al macho llegar a casa. Me acomodé el vestido y con las tetas escondidas y ensalivadas salimos a recibirlo.

La fiesta tomó un rumbo inesperado para mí. La costumbre de no beber dio pie al orujo y mis travesuras al final de la cena. El liderazgo de Rubén en la reunión era evidente, el papel de anfitrión no era para Él un rol impuesto. Respondía a una seguridad natural, abierta y espontánea. Eso me acercaba más a Él, me ponía cachonda y me hacía sentir objeto de deseo del macho Alfa de la manada. Sentados en las hamacas de la piscina propuso un juego. Verdad o reto.

Yo, aún ebria, reconocía mis capacidades físicas y mentales un tanto mermadas y no en el mejor momento de responder con sinceridad ante las preguntas de los comensales. Hice el gesto de levantarme pero me agarró por la muñeca y me sentó en sus rodillas con toda naturalidad. Ella permanecía sentada a sus pies.

  • ¿Dónde vas? Prometo ser bueno, quédate aquí.

Tras unas risas y preguntas morbosas me tocó a mí.

  • Inma, ¿has tenido alguna experiencia lésbica? ¿Podrías contárnosla?- acariciaba el interior de mis muslos y me miraba a los ojos. Yo negué tímidamente con la cabeza- Esta bien. Si no quieres responder, Reto entonces… Ven perra-- Llamó así a su mujer, que se levantó a su lado. Bajó el palabra de honor delante de todos y dejó al descubierto las tetas de su esposa. Unos senos en punta, algo pequeños pero graciosos, con el pezón rosado y arrugado por la humedad de la noche o tal vez por el placer que se le anunciaba—Ahora chúpale las tetas o responde.

La respuesta y cumplir mi reto conducían a la misma confesión delante de todos. Ella permanecía inmóvil, con una expresión neutral en el rostro, ofreciendo las tetas sin más. En mi nebulosa de alcohol, decidí que era mejor cometer la travesura traída por la dinámica del juego que confesar una infidelidad lésbica por parte de la esposa del anfitrión. Procedí a cumplir con la prueba. Empecé rodeando con la punta de la lengua las aureolas. La piel tomaba turgencia al paso de mi lengua. Yo empezaba a sentir la rajita inflamada y la polla de Rubén, en la parte central de mis braguitas, que peleaba por clavarse en cualquier lado posible por debajo de mi ombligo.

-Así mi putita, así. Muy bien… eso es.- Sus palabras me hicieron tomar ímpetu en la tarea. No eran sus tetas, ni siquiera la circunstancia de tener un público terriblemente excitado. Era sentirme su puta, darle el placer visual que Él quería, obedecer su deseo, sentirme sujeto u objeto, según se mire, de sus palabras. Ella empezó a gemir y a abrir las piernas. Rubén le bajo las bragas y acercó un dedo que apenas le rozaba el conejo. Ella encorvada de placer, abría más las piernas y yo mamaba con más decisión sus botones. Dos hombres de los que allí estaban sacaron sus miembros y empezaron a pajearse ante tal espectáculo.

-Córrete de una vez perra. Saca la lengua.- Ordenó Él.

Al instante dio un respingo y se corrió en dos contracciones restregando el chocho en los dedos de su Amo, con la lengua fuera y jadeando. Acompañando, las pollas Voyeur vomitaron leche blanca y espesa que sus acompañantes femeninas relamieron con total sumisión a los pies de sus Señores.

Escuchaba las despedidas desde el sofá en forma de murmullo entrecortado, en postura fetal y con los ojos cerrados dándome todo vueltas. Boca y lengua anestesiadas. De pronto me toman en el aire. Huele a Él.

  • Mmm... te quiero- balbuceo soltando una risita.
  • Shhhh

Mi cuerpo reposa sobre su cama. Noto como se hunde a mis pies. Abro los ojos. Ahí esta con las rodillas clavadas en el colchón Me sube el vestido, abre mis piernas. Lo contemplo tranquila. Acerca su mano derecha a la raja y acaricia por encima de las braguitas, recorre el borde, mete un lado dentro, el otro. Se entretiene mirando la tela metida entre los labios vaginales.

  • ¿Que haces?- digo riéndome y cerrando las piernas hacia un lado, mientras tapo mi cara con el antebrazo.

  • ¿Quieres ser mi putita?- me pregunta en un tono cariñoso

Me quedo callada. ¿Dónde estará ella? Me importa pero realmente no me preocupa. Provocadora respondo en silencio a su pregunta… volviendo a abrir las piernas. Bajo la parte superior del vestido rosa hasta la cintura dejando las tetas al aire. Estiro los brazos agarrando el cabezal de la cama, los pezones se empitonan. Humedezco mi boca y empiezo a mover las caderas en círculos, ofreciéndole el chocho.

  • Mmm...… ¿de verdad quieres ser mi perrita joven? ¿Mi cachorrita?

Adelantando el cuerpo paralelo al mío mete la mano dentro de mis bragas. Doy un respingo y exhalo de placer. Mete la lengua toda entera en mi boca hasta la campanilla. Permanezco abierta de patas sintiendo como me soba la almeja como le da la gana, con descaro. Clava sus ojos verdes en los míos e instintivamente empiezo a lamerle la cara cual perrita con mis brazos alrededor de su cuello.

  • Mmmmm pero que buena zorra vas a ser.

Agarra las bragas retorciéndolas en la mano y las arranca de un tirón fuerte y seco. Doy un grito. El dolor, su fuerza, me excitan. Pasa el trozo de tela por mi coño, pubis, abdomen y rellena mi boca con el.

  • Así, tapadito.

Vuelve a colocar mis brazos en el cabezal de la cama, y baja a mis pezones. Primero el izquierdo. Lo mete entero en la boca, casi toda la teta. Absorbe y los mama. Los muerde con los labios, y estira. Suelta de un golpe. Doy un gemido ahogado por mi boca taponada. Repite el proceso con el derecho. Ahora aprieta ambas tetas con las manos. Las junta. Aprieta los pezones. El presionar hace que encoja, abra y alce las piernas.

  • ¿Que quieres so guarra? Que baje al potorro… so puta…dime… ¿quien te las come mejor? ¿mi mujer o yo? ¿Se ha portado bien cosiéndote las tetitas?
  • Tu
  • Si, yo.
  • Tu
  • La zorra de mi mujer le ha comido las tetas a la puta de mi niñera por orden de tu macho.

Hago un gesto de soltar las manos de la madera, quiero acariciarlo, limpiar el sudor de su sien con mi mejilla apoyada en la suya mientras me jode, quiero que me folle de una vez, quiero sentir ese nabo inhiesto, rosado, gordo en toda mi almeja babosa, pero me chista en un tono de orden y obedezco. No se cuanto tiempo podré aguantar, el coño me pide correrlo, aunque sea tocándome yo misma. Me ata las muñecas al cabezal con la corbata que encuentra en el cajón de la mesita de noche.

Pone su cara a la altura de mi sexo. Con los dedos índice y pulgar abre los labios vaginales y suelta un gran escupitajo, dos, tres, y remueve con la palma de su mano. Me siento una guarra con el coño lleno de babas. Abre de nuevo el conejo y empieza a trabajar el clítoris. Lo marea un poquito haciendo círculos con la punta de la lengua, recorre los labios internos con suavidad. Me encanta mirarme así. Hecha una puta, una zorra a merced del macho, con las piernas abiertas y la boca taponada, babeando. Me concentro en la corrida que llega, esta muy cerca. Me abro mucho más. Sudo a mares. Emito sonidos de animal, casi berreando, y empiezo a contraer los músculos de la tripa llamando al orgasmo. El lo percibe.

-¡¡¡¡SHHH aún no!!!¡¡¡ Para perra¡¡¡¡

Presiona por encima de mis labios mayores el clítoris y para mi sorpresa noto que el gesto relaja la masa viscosa de carne y saliva y me corta el orgasmo. Yo me retuerzo de impotencia, estoy cabreada, cierro las piernas. Intento escupir la tela para cagarme en su puta raza mientras muevo las piernas e intento desatarme.

  • Te vas a correr. Pero cuando yo quiera. Para eso eres la puta. ¿Entendido?

Sigo quejándome e intento desatarme. Pero veo que es inútil y mirándolo con mala leche me relajo. En el fondo me encanta. Me encanta Él y lo que me hace. Lo siento como un juego y le dejo jugar también. A regañadientes, abro las piernas de nuevo y empieza a reanimarlo. Deja dos dedos tiesos a un milímetro del coño como momentos antes lo hizo a su mujer. Ya se que hacer. Empiezo a restregarme, a mover las caderas. Aleja los dedos, le sigo tirando de la corbata que ata mis muñecas. Parezco una gata en celo. Finalmente los posa encima de la raja. Intuyo que va a dejar que me desahogue. Muevo mi culo como una condenada. Voy a correrme. Mi cuerpo emite las mismas señales que hace unos minutos. Voy a abrirme de placer. Entonces con autentica brusquedad mete esos dos dedos juntos en el agujero del coñazo, de un golpe, dejando el pulgar encima del clítoris masajeándolo fuertemente. Levanto las caderas al aire contrayendo el culo, como si quisiera darle la vuelta al coño como un guante, lo ofrezco. Libera mi boca, suelto un grito y acto seguido me corro jadeando con la lengua fuera como una auténtica perra.

-Así mi niña, eso es, eso es, eso es…- repite como queriendo calmarme.

Estoy hecha un cuadro. Las piernas de par en par, con el coño lleno de flujo y babas, atada a la cama con el pelo pegado a la sien, sudando como una cerda.

  • ¿Ya? ¿Estás mejor?
  • Mmmm… si
  • Ven-

Me desata las muñecas de la madera dejando la corbata a modo de esposas. Se aparta a un lado de la cama. Vuelve a llamarme.

  • Chúpasela a tu Señor

Ese "tu señor" me encanta. Me siento como una gatita mimada. Le miro el rabo traviesa. Un tronco rosado, precioso, grueso, muy grueso, marcado por una hermosa vena desde mitad del pollón hasta el prepucio morado. Empiezo lamiendo tímidamente la polla empinada. Desde los huevos hasta su ombligo. Le miro desde abajo. Esta cada vez más excitado, le desespero. A posta. Me agarra del pelo y mete la polla de una vez en mi boca. Me marca un ritmo suave de dentro afuera. Yo no dejo de mirarle con mi boca llena que traga hasta la mitad del nabo gordo. Resopla y acelera el ritmo aumentando la profundidad de la mamada. A veces siento que vomitare cuando noto la embestida en la campanilla. Saca la polla, y mi boca parece una fuente de babas blancas, me mancho la barbilla, cuello y pecho. Me limpio con la sabana y me riñe. Me gusta.

  • Ponte a cuatro patas quiero examinarte zorrita. Mmmm… buena yegua, ¿nunca te han abierto el culito?
  • No por favor, me da miedo… nunca dejo que
  • Shhh – Me calla acariciándome la grupa, sube de nuevo y revolviéndome el cabello con mimo desde la nuca, baja mi cabeza hasta que apoyo la mejilla en la sabana- tranquila voy a hacerlo con cariño.

Está sudando como un perro, la cara enrojecida, la polla a explotar y sus ojos verdes mirándome con vicio. Le deseo, le quiero dentro. Restriega la punta del capullo por toda la raja del culo, agarra las crines con dulzura para acercarme. Las suelta y pasa el dedo índice por la espalda dibujando mi columna. Ensaliva el dedo pulgar de su mano derecha y acaricia el ano.

  • Que cerradita estás cariño.
  • Por favor no…- dijo

  • Que dulzura de niña ¿Serás buena?

Tengo miedo al dolor. Su tranca es demasiado gruesa para mi ano. Me lo va a romper. Masajea mis glúteos. Besa un lado, luego el otro. Prueba a meter la punta del dedo con dificultad. Recoge flujo de mi coño y prueba otra vez. Estoy nerviosa. Me habla con cariño. Se agacha mientras sigue tocándose el rabo y empieza a lamerme el agujero del culo. Empiezo a excitarme de nuevo. Tanto que me relajo y apoyo la carita de nuevo en el colchón. Gimo de manera subyugada.

-Mmmmm mi niña obediente.

Tiene ya dos dedos saliendo y entrando de mi ojete. Se arrodilla en la cama y acaricia con la punta del nabo en el arete. Mete media punta. Empiezo a quejarme. Me tranquiliza y me avisa de que si me pongo nerviosa se cerrara de nuevo. Apoyando una mano en la zona lumbar mete poco a poco el rabo en el culo. Parando y metiendo, para y mete un poco más. Una vez dentro, lo saca y lo mete. Creo que se me raja el culo. Empiezo a gritar. Pasa un ratito así, gozando mi culo mientras yo estoy rendida en la cama. El dolor empieza a mezclarse con un raro placer. Me incorporo con las palmas de las manos apoyadas en la cama.

  • ¿Te empieza a gustar zorrita?
  • Ahhh ahhh ahmmmmmmmfff- me quejo mordiendo el labio. Dolor y placer.
  • Di que quieres que te llene el deposito ¿quieres? Dilo.

Embiste con fuerza. Ya no siento el ano, lo noto abierto. Me toco el chocho con energía. Soy todo placer. Los labios de mi almeja se abren como una rosa, los siento adormilados del gusto. Siento ganas de cagar, vergüenza, placer y miedo de que la saque y me duela y me manche y me corra llena de mierda hasta los ojos.

Estoy llenando la almohada de babas, las sienes en sudor, la cara enrojecida, el culo ofrecido, usado, la mano en el coño, mi clítoris es una campana y yo pienso que soy una guarra con el ojete hasta los topes. Grito que me corro como pidiendo permiso. ¿Seré puta?

El orgasmo me viene, parece como si tuviera el corazón en el coño, y mi orgasmo se anunciara con un sístole y diástole. La pipitilla se me vuelve loca. Estallo en un berrido, parezco una cerda, una yegua, cualquier hembra montada por el macho. Contraigo las paredes de mi culo, absorben hacia dentro. El placer es supremo. Placer y dolor. Placer sexual, placer de cagar.

-Guarraaaaaa que me secas

Siente que exprimen su rabo, su simiente. Mi culo quiere tragarse la verga. Se queda pegado como un perro a mi trasero y descarga toda su lefa en mi hoyo, derengado encima de mí. Me aplasta sobre la cama. Se corre como un animal, gritando, jadeando en mi oído. Se relaja. La saca llena de mierda. Se aparta a mi lado con un brazo por encima de mi espalda, todavía, como mandándome el mensaje: Te uso pero sigo aquí, no te dejo.

Mi culo dolorido expulsa leche sucia, algo ensangrentado. Sigo perdida en mi universo. Cuatro, cinco minutos y me tapa con la sabana. Coge el filo de la tela y lo mete con cuidado en mi trasero. Me limpia. Se acurruca, tapado conmigo. Aun no he abierto los ojos. Aparta los mechones húmedos de mi frente. La besa. Me acaricia. Me siento observada y querida. No se porque querida, pero de una manera única me siento así. Lo sabía. Me desea pero también me quiere. Y como ella, para ÉL.