Contrapoema
Presunta tentativa de contra-poesía.
No me gusta la poesía.
No me basta,
no me contiene,
no contiene lo que me arde,
como el sol el calor,
o el cielo lo eterno
o las lágrimas el amor.
Odio las rimas.
Esquivas y forzadas,
burlonas en su huida de mis dedos.
Sonantes y asonantes,
delatoras y chivatas de mi talento.
Abomino de la métrica.
De su rigidez arrogante y estirada,
del modo altivo en que las sílabas
se multiplican desobedientes.
De la tiranía que me dice
en cuántos versos tengo que albergar
mi tristeza, mi extrañeza, mi amor.
Me repugnan los grandes poetas.
Porque llevan siglos escribiendo
y ninguno ha podido resumir todavía
cuánto echo de menos tu presencia,
tu mirada anticipando la caricia,
tu mirada acariciando.
Me asquean la lírica y la sinalefa.
Ninguna me enjuga las lágrimas
cuando hablo contigo y quiero estar donde tú estás,
pero estoy donde yo estoy.
La poesía no me cura ni me abraza.
No entiende mi rebelión ni mi rabia.
No entiende lo que te quiero.
Amaría la poesía si fuera libre,
si lo fuéramos todos.
Amaría la poesía si me ayudara a verte feliz,
si lo fuéramos todos.
Amaría la poesía si me llevara en volandas a tu lado.
No me gusta la poesía.
Pero poesía es lo único que tengo.