Continuidad (Reencuentro II)

La vida siempre es, al final, una sucesión de acontecimientos y decisiones. Éstas marcan no sólo nuestra vida sino la de los que nos rodean y pueden llegar a cambiarnos la vida... o no? ¿Qué hubiera pasado si Paco hubiera contado en su día a su amigo sobre su verdadero yo?

La vida siempre es, al final, una sucesión de acontecimientos y decisiones. Éstas marcan no sólo nuestra vida sino la de los que nos rodean y pueden llegar a cambiarnos la vida... o no?

Me refiero a un relato que publiqué hace un tiempo: El reencuentro (https://www.todorelatos.com/relato/163271/), el cual os aconsejo que leáis, en el que al final los protagonistas se preguntan qué hubiera pasado si Paco hubiera contado en su día a su amigo sobre su verdadero yo. Pues bien, esto es lo que hubiera pasado.


Paco no podía soportar más su secreto. Desde hacía años tenía la certeza de que bajo ese cuerpo de chico mas bien regordete se escondía una chica adolescente. Le atenazaba la incertidumbre de cómo lo tomarían sus seres más queridos. En su casa todo fue más fácil, por decirlo de algún modo. Su madre, con la que vivían solos desde que su padre los dejó, le sorprendió un día, al llegar a casa, mirándose a un espejo con sus ropas. No hubo el más mínimo rechazo y le dio toda la comprensión y ayuda que fue capaz.

Otra de las personas que en su vida eran más importantes era Luís, su amigo, su único amigo de verdad. Tanto Luis como Paco habían sido los "raritos" del colegio. Ambos tenían sobrepeso y ni les gustaba ni se les daba bien el fútbol, que en aquella época era el centro de la vida del grupo de amigos. Esto hizo que los dos se unieran hasta el punto de pasar interminables tardes en casa del otro haciendo las cosas más diversas.

Si Paco era más introvertido, Luis era lo contrario. Hablaba con todos los amigos aunque no compartieran horas de futbol con el resto. Para Paco era el nexo de unión con el resto de la pandilla y a veces, cuando la situación se ponía tensa, su mejor defensa. Más de una vez Luis se partió la cara con algún chico que por el motivo que fuera se había metido con Paco.

El sueño de Paco era ser una chiquilla jovencita y guapa que tuviera por novio a Luis. Sí. A veces tenía que reconocer que estaba enamorado de su amigo. Esto era algo que había que silenciar y esconder. Incluso no se podía permitir esos sentimientos. Tenía muy claro que a Luis le gustaban la chicas. De hecho, en las típicas conversaciones sobre chicas que ambos tenían, Luis hablaba de su físico y Paco de lo guapas que iban con tal o cual vestido. Luis jamás sospechó que lo que decía Paco fuera su anhelo de estar en la piel de una de esas chicas.

Tras mucho pensarlo, la madre de Paco, Ascen, creyó que lo mejor para su hijo/hija era adecuar su físico a lo que de verdad sentía. Llevaba un tiempo viendo como se estaba hundiendo cada vez más y, el chico que un día fue la alegría de la casa se tornaba taciturno y tendente a la depresión. Si ya de por sí Paco había tenido algunos problemas en el colegio por no ser el típico machito, en lo que comenzase un tratamiento sería el hazmerreír entre los chicos del barrio. No estaba dispuesta a que su hijo pasase por eso y decidió que se mudarían a vivir a otra zona de la ciudad y empezar allí la transformación de Paula, nombre que Paco le había confesado que le gustaba.

Para esto era necesario romper todo lazo que les ligase a su pasado y así se lo hizo saber a su hijo. Se mudarían y durante un año lo dedicaría por completo a ser lo que quería ser. Una vez fuera una chica iría a la universidad. Pasada la emoción inicial de saber que podría por fin aspirar a ser lo que siempre había querido, Paco/Paula comenzó a sentir la angustia de dejar para siempre a Luis sin previo aviso. Estaban muy unidos y aunque como amigos, Luis sentiría dolor por la marcha de su amigo sin una explicación. No quería nada malo para él y esto iba a serlo.

Llegado el último día antes de mudarse Paco y Luis habían quedado para ir a una tienda de cómics. Luis era bastante aficionado y Paco le seguía en su afición mas que por sí mismo por sentirse más unido a su amigo.

  • Luis, te tengo que contar una cosa -le dijo Paco cuando salían de la tienda con un cómic bajo el brazo cada uno.

  • Dime, qué es? Estás preocupado?

  • Un poco... júrame que no vas a decir a nadie lo que te cuente.

  • Joder, para tanto es?

  • Si, juramelo.

  • Vaaaale, Paco, te lo juro... ahora dime qué es!

  • Mañana me mudo de barrio.

  • Me habías asustado! Pero eso por qué?

  • No te lo puedo decir, pero no se lo digas a nadie.

  • Bueno vale, pero podremos quedar para vernos, no? esta muy lejos?

  • Un poco, casi a un hora de metro.

  • Bueno, pues quedamos los fines de semana, tío.

  • Ok, ya te llamaré, pero recuerda ni decírselo a tus padres ni a nadie, por favor -dijo Paco mientras llegaba al portal de su casa.

  • Si, tranquilo... pero como hago para quedar contigo?

  • Ya te llamo a tu casa, vale?

Así quedó la cosa. Luis estuvo varios días intrigado. Se tuvo que morder la lengua cuando alguno de los amigos le preguntó por Paco. No podía decir nada ya que por nada del mundo le fallaría a su amigo.

Un viernes posterior recibió una llamada en el teléfono de casa de alguien que preguntaba por él. Al ponerse al teléfono reconoció la voz de su amigo Paco. Hablaba muy bajo, como para que nadie le escuchara. Le contó que todo estaba yendo bien y que en lo que pudiera salir (la excusa era que no conocía su nuevo barrio) le llamaría para quedar. Dos semanas más tarde de nuevo le telefoneó. Luis consiguió sacarle por dónde vivía y quedar el sábado por la tarde para verse y dar una vuelta.

Luis fue el que se acercó al barrio de Paco. Cuando se vieron se dieron un abrazo. Notó, eso sí, que su voz era ligeramente más fina. Lo achacó a la perdida de peso que era evidente en Paco.

  • Hala tío, estas haciendo deporte? -preguntó Luis.

  • No, por qué?

  • Has perdido mucho peso. A este paso me vas a quitar las chicas. Yo sigo estando pasado de peso.

  • Es que mi madre me ha puesto a dieta.

  • Pero por qué os habéis tenido que mudar? -preguntó Luis-. ¿Es algo de tu padre?

  • No es eso... -respondió Paco dudando si continuar hablando.

  • Es que, te tengo que pedir que me guardes otro secreto... lo vas a hacer? -preguntó Paco.

  • Joder con los secretitos, Paco! Venga sí, seré una tumba. Dime

  • Espero que no te enfades conmigo por esto que te voy a contar...

Luis se estaba quedando con la cara desencajada conforme su amigo Paco le iba contando que desde hacía tiempo se sentía mujer y que ahora iba a ser Paula. Nunca Paco había sido muy de querer ligar con las chicas, pero una cosa era ser tímido y otra eso. Jamás lo hubiera imaginado. Paco seguía dado detalles de cual serían sus siguientes pasos a dar. Después de esto, dieron una vuelta y Luis decidió marcharse a casa. Paco entendió que Luis se sintiese mal, quizás traicionado y él, a su vez, se puso muy triste.

Pasó mas de un mes. Luis se debatía en la incredulidad por lo que le contó su amigo y una sensación extraña de dudar si su amigo era gay o qué le pasaba realmente y no tuvo forma de saberlo ya que no tenía el teléfono de Paco, que durante este tiempo no llamó.

Una tarde, recién llegado de la universidad en la que Luis estaba solo en casa sonó el teléfono y en el otro lado oyó la voz de su amigo Paco, pero con timbre de voz ligeramente distinto. Paco estaba casi llorando y pidió a Luis verse. Quedaron una hora más tarde en el mismo lugar que se vieron la última vez. Luis apenas comió y se dirigió a donde vivía su amigo. Cuando le vio aparecer le llamó la atención los cambios que veía. Bastante más esbelto, con el cabello ligeramente mas largo y con ropas que no recordaba y que le daban un aspecto mas andrógino. Paco le abrazó al verle y Luis pudo notar como el pecho de su amigo tenía unos pequeños bultos.

  • Que te pasaba? me has preocupado -preguntó Luis.

  • Dime la verdad -respondió Paco con la voz mas fina de lo que era habitual en él-, has contado algo de mí a alguien?

  • No, nada. Te lo prometo, Paco -respondió Luis muy serio.

Paco/Paula quedó un rato en silencio mirando a los ojos de su amigo.

  • Me podrías llamar Paula, porfa?

  • Paula? Así te llamas ahora? -preguntó Luis ya que no recordaba el nombre elegido por su amigo, o amiga.

  • Si. Te gusta mi nombre?

  • Bueno, pues sí, Paula, pero que sepas que no he contado nada a nadie.

  • Mi madre me ha echado una bronca por hablar contigo. Me prohibió que se lo dijese a nadie y no sé cómo se ha enterado de que seguimos hablando.

  • Pues no sé como se habrá enterado, tío ... perdón, tía. Igual te ha pillado llamándome.

Paula esbozó una sonrisa al ver el apuro de Luis al corregir. Luis aprovechó para preguntarla por cómo estaba cambiando. Aún tenía un ligero desconcierto y no le cabía en la cabeza que su amigo quisiera ser una chica. Quizás era falta de tacto, pero una amistad de tantos años dio el valor, o la falta de pudor, para que Luis preguntase un montón de cosas. Aunque a regañadientes, aceptaba que su amigo quisiera ser una chica. Estuvieron un rato hablando de viejos tiempos, poniéndole al día de la pandilla de amigos y demás. Quedaron en verse otro día.

Paula seguía sin dar su numero de teléfono a Luis. Esto le tenía un poco molesto. ¿No confiaba en él? La semana siguiente volvieron a hablar un rato por teléfono y Luis le recriminó que no tuviera forma de contacto. Por fin obtuvo el número de su amigo/a con la promesa de llamar en las horas que la madre de Paula estaba en el trabajo.

Siguieron hablando de vez en cuando pero no se vieron ya que las tareas de la universidad absorbían buena parte del tiempo de Luis. Ambos eligieron el mismo regalo de cara a la navidad... un teléfono móvil. El tener ambos su teléfono hizo que la comunicación entre ellos fuera mas frecuente, bien con llamadas o con SMS. En aquella época eso era todo un avance.

Por fin pudieron quedar para verse. El día que habían quedado era muy invernal. Luis llegó al lugar donde solían quedar y tuvo que esperar, casi tiritando de frío a que llegara Paula. A lo lejos vio una figura que no supo distinguir si era de una chica o de un chico. Unos vaqueros ajustados, un plumas blanco y un pelo largo.

  • Buenas -saludó Paula.

  • Vayaaa, que cambiado, ay! cambiada, perdóname.

La cara era como la de su amigo pero las facciones eran mas suaves. El corte de pelo daba un toque más femenino al conjunto. Realmente lo que Luis tenía enfrente era más Paula que Paco, pero aún había rasgos que lo delataban. Paula se abrió el plumas y el jersey que llevaba estaba bastante ajustado. Ahora sí que se notaban dos bultos, no muy grandes, bajo su ropa.

  • Te gusta como estoy? -pregunto Paula.

  • Si, vaya, que no sé, pareces más un chica -contestó Luis siendo totalmente sincero.

  • Eso es lo que pretendo -dijo sonriendo Paula.

Le pareció apreciar en su rostro un maquillaje muy ligero y bajo su pelo un par de pendientes. Paula aún no pasaba por una chica en las distancias cortas, pensó Luis, pero quizás es que él le seguía recordando como a un chico. Se metieron en una cafetería huyendo del frío. Luis confirmaba su suposición al ver las miradas que el camarero o algunos de los clientes echaban a Paula. Se sorprendió a sí mismo al molestarse por el desprecio de esa gente a su amiga.

Paula por su parte estaba muerta de miedo. Sólo una vez antes había salido a la calle con un toque femenino, y fue con su madre. Hasta entonces había procurado masculinizar sus ropas para pasar desapercibida. Pero el estar con Luis la reconfortaba y también ella percibió esas miradas, pero sabía que ni eran las primeras ni serían las últimas y era un precio que tenía asumido que había que pagar.

La charla con Luis fue maravillosa. Seguía siendo el buen amigo que siempre fue, tan atento con ella y a veces se sorprendía a sí misma iniciando un coqueteo con él. Permanecieron más tiempo esa tarde ya que Luis iba a comenzar la época de exámenes. Durante mas de un mes no tendría tiempo más que para sus estudios. Paula consiguió que la prometiera que al menos hablarían por teléfono.

Y como lo prometido es deuda, cada pocos días, tras la hora de la cena hablaban un rato. Como las prácticas de Luis se demoraban y sería imposible verse en otras tres semanas más, las llamadas pasaron a ser casi diarias.

Las conversaciones que inicialmente, tiempo atrás, eran de intereses comunes, como dos amigos cualesquiera, ahora tenían temática distinta. Se contaban su día a día, cómo sería su próxima visita a la clínica o los problemas para finalizar una práctica.

Cuando por fin pudieron verse Paula invitó a Luis a su casa. Le había costado una conversación seria con su madre pero ésta había aceptado por fin que Luis visitase a su hija. El día indicado Luis acudió a casa de Paula. Su madre abrió la puerta.

  • Hola Luis -dijo Ascen al tiempo que daba dos besos a Luis.

  • Buenas, Ascen. Había quedado con... -Luis no supo como llamar a Paula delante de su madre, y no le salió Paco de puro milagro.

  • A Paula, verdad? Por que no creo que sea a mi -dijo riendo la madre de Paula.

  • Jaja, si a Paula -dijo Luis al tiempo que vería como Paula asomaba al pasillo.

Estaba vestida con una faldita corta por encima de la rodilla, con un top que le marcaba sus incipientes pechos y el pelo lo llevaba en una coleta que dejaba ver su rostro maquillado que la hacía una cara que a Luis le gustó.

  • Anda, hija -dijo Ascen-, saluda a Luis, no?

Paula se le acercó y dio dos besos a Luis. Olía de maravilla como recién perfumada. Su madre les hizo pasar y ya en el salón estuvieron un rato hablando. Al igual que hubiera hecho Paula tiempo atrás, Ascen le contó los motivos de su fuga y se interesó por qué se decía de ellos en el barrio. Luis dijo no haber oído nada pero lo cierto es que se rumoreó que su ex-marido les hubiera amenazado y por eso huyeron.

Sacó a su hija y a Luis unos refrescos y se fue a cambiarse, ya que, según dijo, tenía que salir.

Luis se quedó mirando a Paula. No sabía qué decir, aparte que con su madre allí cerca estaba un poco cortado. Lo cierto es que quedaba poco del chico que conocía. Dio un vistazo a sus piernas que podrían pasar por las de cualquier chica. Su voz estaba mas afinada y su piel mas lisa. Seguía con la dieta ya que la figura era mas fina aún. Luis también había comenzado a hacer deporte y su aspecto era ligeramente mejor. Un poco de sobrepeso, pero ya no era el chico gordito.

  • Estas muy bien -dijo Paula-, has perdido peso, verdad?

  • Ahh, jaja, si.. es que salgo a correr algunos días. ¿Se me nota?

  • Sííí, tienes mejor aspecto, créeme.

  • Pues a ti, vaya, que ya pareces más una chica

  • Gracias -dijo Paula pensando que su amigo, como siempre, tan poco delicado.

  • Si, en serio, si no te conociera pensaría que eres una chica -repitió Luis.

  • Y como me conoces... ¿Piensas que no lo soy? -preguntó Paula desafiante.

  • Nooo, a ver, sí, eres una chica, pero tú entiéndeme -dijo Luis tratando de salir del aprieto.

Su madre pasó a despedirse de Luis con dos besos por que salía. Afortunadamente eso destensó la conversación entre ambos.

  • Cuidamela -dijo Ascen al salir por la puerta.

Estuvieron los dos hablando cada uno de sus cosas y Paula comentó a Luis que en breve se operaría. Luis estaba un poco perdido y no supo de qué se iba a operar.

  • Pero... de eso? -pregunto señalando la entrepierna de Paula.

  • Ah, no, jaja, de momento eso no. Me voy a poner pecho y algún retoque en la cara.

  • Pero eso costará una pasta! -fue lo único que atinó a decir Luis.

  • Mi madre lleva años ahorrando para esto. Por fin tendré aún más aspecto de mujer.

  • Pero si ya tienes aspecto de mujer... -dijo Luis.

Paula se sorprendió de los que dijo su amigo. Lo conocía perfectamente como para saber que lo estaba diciendo de corazón. Supuso para ella un espaldarazo de autoestima y de la alegría se acercó y dio un piquito a Luis, que quedó paralizado.

  • Ay! perdona -dijo Paula-, es que ha sido tan bonito lo que me has dicho...

  • Te he dicho lo que he visto, ya sabes que no me ando con pelos en la lengua -contestó Luis repuesto de la sorpresa.

  • Te ha molestado que te bese? -pregunto Paula mirando a Luis fijamente a los ojos

  • No me ha molestado, pero me he sorprendido.

  • Por qué?

  • Pues ya sabes, ahora eres una chica guapa... pero hace meses eras mi amigo, no me lo esperaba.

Paula se quedó con lo de "chica guapa" que había dicho Luis.

  • Ahora sin sorpresa, me dejas que te bese? -preguntó Paula-.

  • Si -contestó Luis muy tranquilo.

Paula dio otro piquito a Luis y se separó rápidamente. Seguramente ella quisiera haber pasado a mayores pero no quiso tentar a la suerte y prefirió asegurar que Luis estuviera a gusto con ella.

  • Y? -pregunto mirándole.

  • Bien

  • Como el de una chica? -preguntó Paula.

  • No sé... sabes que nunca he estado con ninguna chica -contesto Luis a sabiendas de que su antiguo amigo conocía perfectamente ese detalle.

Realmente Luis había disfrutado ese segundo beso. Era lo mas parecido que había tenido a un primer beso. Si acaso se debatía por dentro si ese beso era correcto ya que conocía el pasado de Paula, pero no le cabía duda de que le había gustado.

Ambos se recostaron en sendos sillones dejando mas espacio entre ellos, pero Luis no podía dejar de mirar de reojo las piernas de Paula. El silencio que había entre ellos llegaba a ser incómodo. Luis decidió romperlo diciendo a Paula que saliesen a dar un paseo y ésta aceptó. Dejaron a medias las bebidas que tenían y salieron hacia la calle. Aún era de día y la temperatura era cálida así que no era necesario abrigarse.

Pasearon por unas cuantas calles manteniendo una conversación intrascendente y Luis pudo percibir que las miradas de los hombres hacia Paula eran diferentes de las de la última vez. En un paso de cebra un coche parecía no parar y ante el peligro de atropello, Luis cogió de la cintura a Paula para sujetarla y tiro de ella hacia sí. Paula se giró y le besó. Luis ni lo pensó y respondió al beso. Cuando terminaron ambos se quedaron en silencio mirándose a los ojos, pero el silencio se alargó y ninguno de los dos dijo nada.

  • Seguimos andando? -preguntó Luis para destensar el momento.

  • Si, claro - contestó Paula al tiempo que se lanzaba a hablar de lo descuidados que son algunos conductores para quitar importancia a lo que acababa de pasar.

Llegadas las 9 se despidieron. Quedaron en verse algún día antes de la operación de Paula ya que pasaría un tiempo que no la apetecería que la vieran por las cicatrices. Al llegar Luis a casa le escribió un SMS para decirla que había llegado y desearla buenas noches. Veía que esa chica que antes fue su amigo poco a poco le iba gustando y guardaba en su memoria el que había sido su primer beso. Paula por su parte quería contenerse. Estaba enamorada de Luis, eso lo tenía claro, pero temía forzar la situación y perderlo.

Tras dos semanas hasta que Luis acabó todos los exámenes quedaron de nuevo para verse. Luis pasó a buscarla a sus casa y se encontró a una chica bonita con unos pantalones vaqueros muy ajustados, que le hacían una figura muy bonita. Una camiseta sin mangas y el pelo suelto. El maquillaje era más marcado y le hacía una cara preciosa -pensó Luis. Salieron para pasear y después tomarían algo. Durante el paseo, por espacios de tiempo muy cortos, sus manos se rozaban y tendían a unirse, pero ambos, conscientemente las separaban al tiempo que se echaban miradas ñoñas. Al sentarse en una terraza Paula cogió la mano de Luis.

  • Luis, te tengo que decir una cosa.

  • Dime -contestó Luis un poco azorado al sentir la mano de Paula sobre la suya.

  • La semana que viene me operan, ya te conté...

  • Sí -asintió Luis

  • Pues eso -continuó Paula-, que al menos durante un mes, o hasta que no se se vayan las cicatrices y no tenga vendajes prefiero que no nos veamos.

  • Vale, como quieras -dijo Luis un poco decepcionado.

  • Entiéndeme -le pidió Paula-, no me gusta que me vean convertida en la "mujer elefante".

  • Anda! no será para tanto -dijo Luis sonriendo.

  • Venga -insistía Paula-, prométeme que esperarás a que te llame y no me pedirás venir a verme.

Realmente lo que le estaba pidiendo era que esperase por ella. Comenzaba el verano y temía que Luis conociera otras chicas. Consiguió que Luis la prometiera que se verían en cuanto todo estuviera bien.

Luis aprovecho, no obstante, el primer mes para ir de vacaciones con sus amigos. De hecho tuvo algunas oportunidades de enrollarse con chicas pero le pareció que sería ser infiel a Paula, a la que, de un modo u otro, se sentía unido. De todos modos durante este tiempo hablaban por SMS y en alguna ocasión se habían llamado por teléfono.

La cura se demoró más de lo previsto y no fue hasta mediados de Agosto que Paula llamó a Luis para quedar. Antes de llegar a su casa estaba expectante. ¿Qué sería lo que se habría hecho? ¿Qué aspecto tendría? Nada mas abrir la puerta del ascensor salió de dudas.

En la puerta estaba una chica con unas facciones increíblemente femeninas y un tipazo que marcaba no solo su cintura -mas fina, pensó Luis- sino un par de tetas que sin ser llamativas sí que se marcaban. Paula estaba vestida con unas mallas y una camiseta deportiva muy ajustada. El pelo lo llevaba recogido por lo que se podía contemplar su nuevo aspecto.

  • Paula? -preguntó Luis incrédulo.

  • La misma -contestó esbozando una sonrisa.

Incluso sus dientes relucían y tenía una sonrisa espectacular. Luis comenzó a notar como una parte de su cuerpo comenzaba a tomar algo de rigidez ante esa mujer que tenía enfrente.

  • Anda, pasa -dijo Paula sacándolo del comienzo de un sueño erótico.

  • Guau! Paula, estás impresionante -dijo Luis entrando en su casa.

  • Ha merecido la pena la espera? -preguntó.

  • Ufff, y tanto!

Se sentaron y durante un rato estuvieron charlando y contándose cosas sobre este tiempo. Luis contó parte de sus vacaciones (se dejó en el tintero lo de las chicas) y Paula le estuvo dando detalles de como había transcurrido todo desde la operación. Luis no paraba de pensar lo afortunado que era de estar cara a cara con esa chica y por más que miraba, de su amigo Paco no veía casi nada.

Poco a poco sus caras iban acercándose hasta que llegó el inevitable momento del beso. Y no fue un inocente piquito. Las lenguas jugaban al tiempo que sus cuerpos se iban juntando y ambos se abrazaban. Paula pudo por fin tocar el cuerpo de su amigo de toda la vida que a causa del deporte había perdido la grasa que lo rodeaba y marcaba musculatura. Luis comprobaba como lo que en su día era un chico regordete ahora era una estupenda mujer con unas curvas exquisitas y un culo firme. Miró a Paula justo antes de que sus manos se apoderasen de los pechos recién estrenados de ésta. Bastó con un gesto de asentimiento para que Luis se lanzara a acariciarlos. Su erección era ya más que evidente bajo el pantalón de tela fina que vestía y Paula, por primera vez en su vida, pudo tocar un pene de hombre (aparte del suyo) y para suerte -pensó-, el de su querido Luis.

También para Luis era la primera vez que una chica se hacía con su pene. Las sensaciones le parecieron maravillosas y, sin soltar los pechos de Paula, se abandonó a las sensaciones echándose atrás y dejándola hacer. Paula desabrochó el pantalón y se lo bajó un poco, igual que hizo con el slip. Ahora tenía ante sus ojos la polla de Luis en su máxima expresión. Alguna vez, tiempo atrás, la había visto, pero nunca como ahora. Le pareció deseable y comenzó a masturbarle muy lentamente. Luis resoplaba y no hacía mas que decir "sí" a cada meneo de Paula, que iba acercando su cara hasta estar a escasos centímetros. Sin darse cuenta su lengua comenzaba a saborear el líquido preseminal que daba brillo al capullo de Luis, y la gustó, tanto que poco a poco la mitad de la polla estaba en su boca y lo saboreaba con placer.

Luis abrió los ojos casi incrédulo de lo que estaba pasando. Veía como parte de la hermosa cara de Paula se acercaba a su polla y se alejaba, notaba sensaciones que eran completamente nuevas para él y por fin comprobaba el placer que una boca puede dar a una polla. No le importaba en absoluto la inexperiencia de Paula, de hecho, y debido a la suya propia, era algo que no llegaba a distinguir. Su excitación crecía y comprendió que podría llegar a correrse de un momento a otro.

  • Paula, para, que me voy a correr -dijo.

Por un momento, Paula saco de su boca la polla de Luis. Lo miró con deseo, con mucho deseo y volvió a comerle la polla del modo mas intenso que pudo. Succionaba con todas sus fuerzas y tragaba hasta donde podía sin atragantarse. Luis comprendió que Paula quería su semen y no la iba a hacer esperar demasiado.

  • Me voy a correr, Dios!! -dijo Luis.

Soltó en la boca de Paula no menos de siete trallazos de semen al tiempo que daba estertores. Paula, como pudo, logró saborear y tragarse la leche que su amigo le regalaba. Justo en ese momento comprendió que iba a ser adicta al semen de Luis. Aún dentro de la boca de Paula, la polla de Luis estaba ya completamente limpia de semen pero seguía chupándosela a pesar de que al rato comenzaba a perder vigor. Cuando sacó la polla de su boca miró a Luis que estaba con la cabeza echada atrás y con los ojos cerrados, aunque al notarlo la miró. Ambos quedaron con la mirada congelada en el otro por un instante, durante el cual Paula sintió que amaba profundamente a Luis y éste tenía claro que esa chica era "su" chica. Sin embargo los dos creían que en el otro había una pizca de arrepentimiento por lo ocurrido.

  • Yo... no he podido evitarlo -dijo Paula rompiendo el silencio.

Luis echo una carcajada y la acercó hacia sí. La besó con intensidad, con lengua. Paula le abrazó y deseó que ese abrazo y ese beso durase una eternidad. Pero el deseo de ambos, dos cuerpos jóvenes, seguía ahí y el abrazo poco a poco era un sobeteo mutuo. Luis, inconscientemente llevó su mano a la entrepierna de Paula y se sobresaltó al notar su pene erecto. Sí, sabía que estaba ahí pero parecía haberlo olvidado. Paula notó el momento de sorpresa de Luis y quedó a la expectativa, temiéndose incluso un rechazo. Sus dudas quedaron resueltas al notar que la mano de Luis acariciaba su polla sobre sus mallas.

Desde el comienzo de su transformación Paula había sentido bastante rechazo a su propio pene pero en este momento estaba excitándose bastante al notar las caricias de Luis y se dejó llevar por esas sensaciones que, también para ella, eran completamente nuevas. Luis la miró a los ojos haciéndola ver que por su parte no existía el más mínimo rechazo a esa parte de su anatomía. De nuevo se besaron sin que Luis dejara de acariciar la polla de Paula que ya estaba en erección. Se miraron de nuevo a los ojos y al unísono se levantaron y Paula cogió de la mano a Luis para guiarle hacia su dormitorio.

Sin dejar de mirarse a los ojos, con mirada de deseo, se fueron quitando prendas hasta quedar los dos completamente desnudos y ahora las miradas escrutaban el cuerpo del otro. Paula era hermosa -pensó Luis-, y estaba muy buena e incluso el pene aún enhiesto la hacía más atractiva. Por su parte, Paula veía los cambios que durante este tiempo se habían producido en el cuerpo de Luis. No quedaba ni rastro de la grasa que hace años escondía su musculatura.

Se abrazaron para besarse y sus penes chocaron. Sintieron como una descarga eléctrica. Ahora sí sus manos recorrían los cuerpos que con el paso del tiempo habían mejorado sensiblemente. La mano de Luis volvió a la polla de Paula que respondió empalmándose de nuevo. Su polla también recibió las atenciones de Paula y ambos comenzaron una masturbación mutua.

  • Sabes que nunca... -dijo Paula muy pausadamente.

  • Nunca que?

  • Que nunca me han penetrado ? -prosiguió Paula tras un silencio.

  • Yo lo estoy deseando, quiero hacerte mía -respondió Luis.

La intensidad de los besos creció al ser ambos conscientes de que estaba ante su primer polvo. Y lo estaban deseando. Una mano de Luis se dirigió al ano de Paula y al posar un dedo sobre su esfinter ésta dio un respingo. Luis no quitó el dedo e incluso comenzó a presionar suavemente aunque notaba cierta resistencia.

  • Schhh, Paula, relájate. No te voy a dañar -la dijo.

Paula se soltó de los brazos de Luis y fue a por un bote de lubricante que había comprado recientemente ya que sí que se masturbaba con un consolador que tenía. Pero esta vez era distinto: no sería ella la que controlaría la penetración.

Luis se embadurnó la mano con el lubricante y volvió al esfínter de Paula. Esta vez cedió con más facilidad. Se tumbaron en la cama haciendo una especie de 69. Mientras Paula saboreaba de nuevo la polla de Luis, éste iba dilatando el ano de ella metiendo sucesivamente uno, dos y tres dedos. Los gemidos de ambos se confundían hasta que comprendieron que de seguir así se podrían correr sin haber follado. Paula le hizo parar y se puso a cuatro patas sobre la cama.

  • No me hagas daño, por favor -fue lo único que le dijo al ofrecerle su culo.

Luis se colocó detrás. La imagen era excitante, muy excitante, y temía que esta excitación le hiciera precipitarse y dañarla. Apuntó su polla sobre el ano y notó la tensión en Paula. La dijo que se relajara y empujó escasamente unos milímetros. El ano y la polla estaban completamente embadurnados de lubricante y por eso su culo se abrió. Esperó la reacción de Paula y al ver que no había empujó un poco mas, hasta ver como la punta de su capullo estaba dentro. Al comprobar que Paula seguía bien empujó un poco más metiendo el capullo entero. Ahora sí que Paula se puso algo más tensa, pero no retrocedió. Al notar que se relajaba introdujo un poco más.

Muy poco a poco y a veces con punzadas de dolor de Paula fueron acoplándose hasta que media polla de Luis estaba dentro de ella. Luis retrocedió un centímetro y volvió a meter un poco. El jadeo de Paula ya parecía más de placer que de dolor por lo que Luis continuó empalándola. Un poco rato después su polla estaba prácticamente dentro de Paula y después de una ligera pausa comenzó un lento mete-saca hasta notar que ambos estaban disfrutando. Luis, que estaba lleno de deseo comenzó a acelerar y los gemidos de Paula aumentaron de intensidad y volumen. Luis se agachó para coger las tetas de Paula al tiempo que la besaba el cuello y la susurraba lo que le gustaba follarla.

  • Vamos a cambiar de posición -dijo Paula-, quiero verte mientras me follas.

Se tumbó sobre la cama con un cojín bajo sus riñones e invitó a Luis a que entrase en ella. Éste de nuevo comenzó a meter con cuidado pero vio que ahora su polla entraba en el deseoso culo de Paula sin problemas. Sus bocas se unieron al tiempo que Luis embestía el culo de Paula que se deleitaba notando como el pene que la estaba haciendo mujer entraba y salía. Ella apretaba su esfinter para notar más la penetración y dar más placer a Luis, que ahora gemía como un bestia.

El roce de Luis sobre la polla de Paula la estaba volviendo loca y en pocos minutos le avisó de que se iba a correr.

  • Hay Dios! Luis, me estas matando de placer, me voy a correr -le dijo.

  • Si, preciosa, córrete. Yo estoy... uff... me tienes a punto -respondió éste.

Casi simultáneamente se corrieron los dos. Luis notó como el semen de Paula le empapaba su vientre y pecho, pero ella disfrutaba, y casi se excitaba más aún, al notar en su interior como brotaba con fuerza la leche calentita de Luis, que la follaba intensamente.

Tras correrse ambos siguieron follando hasta que la polla de Luis comenzó a perder dureza. Se salió de Paula y se tumbó a su lado. La cogió con sus manos la cara y la miró.

  • Me gustas mucho, Paula, pero mucho.

  • Tú a mí también, Luis, desde siempre, creo.

Se hizo el silencio entre ambos aunque seguían mirándose a los ojos. Paula se echó a llorar de repente. Luis no supo adivinar si las lágrimas eran de pena o de felicidad.

  • Por qué lloras?

  • Soy feliz, Luis -respondió Paula-, pero todo esto me lo estaría perdiendo si no te hubiera dicho nada. Estuve a punto de arruinar mi vida.

  • No te preocupes, estamos juntos -dijo Luis para tranquilizarla.

  • Además -continuó Luis tras un silencio-, quién sabe si pasados los años no nos hubiéramos reencontrado?

Efectivamente, si Paco no hubiera contado nada a su amigo, al separarse hubieran seguido caminos distintos. Igual Paula hubiera terminado trabajando en un concesionario de coches y quién sabe si al fallar el viejo auto de Luis y tener que comprarse uno nuevo se hubieran encontrado. Pero eso lo podéis leer en el relato El Reencuentro (https://www.todorelatos.com/relato/163271/).