Continuación de mi segundo encuentro con Amparo
Segunda parte y final de mi segundo encuentro con Amparo y que me hizo descubrir como era de fogosa y caliente.
Mientras Amparo me comía la polla, no podía quitarme de la cabeza que esta mujer llevaba diez años sin follar, no me lo podía creer.
Amparo: ¿cómo puede ser que lleves diez años sin follar? Calla, déjame comértela, me gusta mucho, no puedo resistirme.
Siguió comiéndola, la lamia y la metía en su boca, la hacia rozar con el interior de sus mejillas y me hacía gozar muchísimo, la engullía a veces hasta tocar su garganta. Me metió un dedo en el culo y me sorprendió. Me dolió un poco y se lo dije, pero siguió con el dentro, sin parar de chuparme la polla. Dioosss, como lo hacía. Me estaba volviendo loco.
Amparo, me voy a correr, no voy a aguantar más, le dije. Córrete, lléname la boca de leche, la quiero toda dentro de mi boca. Joder, que gusto estaba dándome, pero me resistía a correrme, porque quería follarme el culo delicioso y respingón de Amparo.
Intenté retirarla y me metió más profundamente el dedo en el culo y atrayéndome hacia ella con lo que no puede evitar correrme. Le llené la boca de leche, soltándole cuatro latigazos que le llenaron la boca y su garganta. Se lo tragó todo y lo poco que le quedó en los labios, lo tomó con el dedo pulgar y me lo acercó a la boca, lo lamí y fui a buscar su boca para compartir mi propio semen con ella. Nos besamos con pasión durante unos minutos pasando poco a poco a relajarnos. Me gustaba guarrear con ella.
No entiendo como has podido estar sin follar diez años, eres muy ardiente y no me lo puedo creer. De verdad José, nunca he estado con nadie desde entonces. Tenía ganas, claro que si, pero nunca me he decidido y los pretendientes que he tenido salvo uno no me convencían, me dijo.
¿Quién era la excepción?, le pregunté. Un primo mío con el que tontee cuando éramos jóvenes, pero estaba casado y su mujer también era amiga mía. ¿Toni?, le pregunté. Si, Toni, me dijo. Vaya, nunca lo hubiera imaginado, si parece muy tímido. Si lo es, me dijo, pero Pepi, es muy mojigata. Es amiga mía y se lo dije cuando empezaron a salir, pero nunca me hizo caso. Cuando llevaban dos años de casados, me volvió a buscar. Yo nunca tuve nada serio con él salvo, cuando teníamos diecisiete años, algunos roces y besos, pero entonces yo no me atreví por no echar por tierra mi matrimonio y tampoco necesitaba nada más.
¿Y estos años que hacías para relajarte? Me masturbaba y me compre un consolador, como ya te he dicho y una o dos veces al día, me satisfacía yo misma. Algunas veces pensaba en ti y me hubiera gustado que me follaras.
¿Te acuerdas de la boda de Rosa (hija de unos amigos comunes), cuando bailamos juntos y después coincidimos en los baños cuando yo salía?
Si, claro que me acuerdo. Pues ese día, me puse muy caliente contigo cuando bailamos y me tuve que ir a masturbar al baño. Cuando salía y te vi., estuve a punto de llevarte dentro y follarte. A pesar de haberme masturbado, seguía caliente y me calenté aún más al verte en los baños.
Mientras hablábamos, yo seguía acariciándola sin parar y dándole besos en el cuello, cara, pelo, boca, haciendo que me fuera calentando de nuevo.
Yo quería aún más y había algo que quería descubrir. Me mojé un dedo con sus juegos y lo llevé despacio hacía su culo, haciendo una estela húmeda hasta su esfínter. Lo volví a hacer una y otra vez hasta que decidí tocar su esfínter haciendo círculos con el mismo y lo introduje un poco, lo saqué y volví a introducir un poco más. Así poco a poco hasta que tenía todo mi dedo medio dentro de su culo. Su calor era delicioso y aunque al principio le molestó un poco, luego le fue gustando y sentí como iba jadeado.
No lo he hecho nunca por ahí, José, me dijo. ¿Quieres hacerlo?, le pregunté. No se, siempre he fantaseado que se sentiría y la verdad es que alguna vez me he metido un dedo y no me he atrevido a más, pero me gusta mucho lo que me estás haciendo. Que gusto José, me gusta mucho.
Ya no le pregunté nada más, decidí intentar el asalto a ese maravilloso culo y yendo al cuarto de baño, cogí el bote de gel de manos y volví a la cama. Poniéndola a cuatro con el culo bien levantado y apoyada en los antebrazos le eché gel y se lo fui introduciendo con el dedo poco a poco. Le metí dos dedos y haciendo círculos con ellos, se lo iba dilatando y así lo notaba yo porque cada vez entraban con más facilidad y seguía suspirando más cada vez. ¿Te gusta verdad? Siii, mucho, sigue, por favor.
Si es que en el fondo eres una guarra salida Amparo, no se como has podido aguantar. Si, soy lo que quieras, cabrón pero no pares de meterme los dedos, fóllame con ellos y dame azotes en el culo. Fóllame fuerte, me gusta mucho. Vaya, vaya con Amparo, no lo hubiera imaginado nunca, siempre me pareciste un poco paradita, pero por lo que veo, esa apariencia tapaba a toda una guarrilla viciosa del sexo, ¿verdad? Shi, soy una guarra, una puta, tu puta, me encanta el sexo, me gusta follar y que me folles cabrón. Tampoco sabía yo lo cabrón y guarro que podías ser, aunque tu no me engañabas y lo intuía. No me he equivocado, eres un guarro lujurioso. Un cabronazo, un hijo de puta, pero me gusta como me follas. Sigue joder, no pares.
Ya había metido mi tercer dedo y había echado más gel en su culo, cuando me pidió: Méteme la polla ya, cabrón de mierda, métemela toda y desvírgame el culo. Joder que gusto siento, me quema el culo, pero me gusta. Méteme tu polla, joder.
Saqué los dedos y eché un poco más de gel en su culo y en mi polla. Me limpié los dedos y la mano con un pañuelo de papel y me dispuse a follar ese culo que me llevaba loco. Era un culo duro y sin nada de celulitis a pesar de sus 53 años. Me encantaba azotárselo y eso es lo que hice mientras puse la punta de mi polla en su esfínter. Apreté un poco y entró la punta, pero no sin que Amparo diera un pequeño grito de dolor: ahhh, joder, me duele, más despacio, me dijo.
Calla le dije yo mientras golpeaba de nuevo sus nalgas. Eres una guarra y como eso te voy a tratar, ¿vale?
Siii, cabronazo, pero me estas desesperando, me duele pero quiero sentirla toda dentro. Apretando poco a poco, la sacaba y volvía a meterla, despacio pero sin parar, dándole azotes, hasta que cuando quedaba solo un poco fuera, di un empujón y se la terminé de meter toda. Pegó un grito y me pidió que se la sacara que le quemaba y le dolía mucho. No le hice caso y esperé un poco a que se adaptara mientras acariciaba sus pechos y su coño. Cuando ya noté que dejaba de quejarse, sentí como ella misma se iba moviendo un poco, entonces empecé yo a moverme y para encabronarla le dije que se la iba a sacar, que notaba que le dolía mucho y mejor esperar a otro día.
Si la sacas no me vuelves a follar en tu puta vida, cabrón. Dame ya fuerte joder, no seas nenaza, me dijo. ¿Nenaza?, eso fue el detonante, empecé a darle fuerte, metiéndole la polla a tope y golpeando su culo con mi vientre y sus nalgas con una de mis manos mientra la otra la agarraba de la cadera. Toma polla, hija de puta, toma, te vas a enterar. Que culo más divino tienes, que estrechito y ¿es mío verdad puta? Siii todo tuyo pero joder no pares o no me follas más. Me cago en todo lo que se menea, serás hija de puta, te vas a enterar.
Tras aquella provocación, empecé a follarla con una velocidad que me parecía increíble y sin dejar de darle nalgadas. Tócate tu coño y clítoris puta, tócate y gira la cara para que vea tu cara de viciosa. Siii, así José, si, que bueno. No sabía que esto podía ser tan rico No dejes de darme así de fuerte, siii, cabrón que bueno, me voy correr, estoy a punto. Yo también guarra, siii.
Ya, ya, joder que bueno José, me gusta, me gusta. Joder, siento que me meo. Por Diossss, me meoooo todaaa. Ahhh, ahhh, ufff, ufff, Sentir que se corría y como llenaba mi mano de su corrida, hizo que me corriera yo también mientras le daba a limpiar mi mano, que devoró con glotonería. Que guarra eres, como te comes tu propia corrida. Ummm, que bueno, me voy, ahhh, ahhh, que gusto me das pedazo de puta.
Cuando se tumbó en la cama, me quedé mirando su cara, toda roja y solo ver esa carita de vicio y de satisfacción me hizo sentirme mejor que cuando me había corrido.
Sabes José, me dijo: no quiero que pasen más de dos días sin que me folles, se que todos los días será difícil, pero quiero que me partas el culo cuantas veces quieras. No he sentido nunca tanto gusto como hoy.
Amparo, eres una puta cabrona, pero me gusta follarte y no voy a dejar de hacerlo. Nos abrazamos y nos echamos a reír dando vueltas en la cama.
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