Continuación de mi infidelidad con Ricardo
La primera vez que fui infiel fue de forma rápida, pero la segunda fue fabulosa.
Les había dicho que había sido infiel con Ricardo y les conté como fue la primera vez. Quiero decirles que para que Ricardo me volviera a coger pasaron algunos meses, sobre todo porque, además de ser casado, tenía una amante y eso no me gustaba, aunque el me había dicho que ya la había dejado y quise cerciorarme.
Pero también yo tenia miedo de que me embarazara pues no usaba ningún método anticonceptivo, pues mi esposo quería que tuviera otro bebe y la verdad si tenía ganas de que me metiera la verga Ricardo, aunque sin preservativo, y para ello le propuse a Ricardo se hiciera estudios porque no quería infectarme.
Desde el lunes siguiente el me acoso tratando de besarme, pero no podía arriesgarme, a pesar de que cada vez que se me acercaba me excitaba mucho. Así que determine investigar si ya no tenia a su amante y le dije que se realizara estudios, mientras unos días sólo éramos simples novios, lo que afortunadamente cumplió.
Pasaron los días me cerciore que ya no veía a su amante, me entregó sus estudios sin ninguna infección y le dije que me llevara con un Ginecólogo. Recuerdo que fuimos, me llevó con el médico y me presento como su esposa, me pusieron el dispositivo y saliendo tenía cumplir mi promesa.
Ese día no fuimos a trabajar, a medio día me invito a comer mariscos, tomamos unas cervezas, éramos realmente una pareja de novios, hasta que nuevamente comenzó debajo de la mesa a acariciarme las piernas, mientras me besaba en la boca. Sólo teníamos hasta las siete de la noche, hora en que mi esposo pasaría al centro de la ciudad por mí, pues sabia que estaría trabajando.
Eran las tres de la tarde cuando entre besos y caricias Ricardo me llevó a un Motel, antes de subir a la habitación, me beso apasionadamente y sin más preámbulo me bajo el cierre de mi minivestido negro y me lo quito, todavía teniéndome en su auto ya sin mi minivestido busco con sus manos y su boca mis enormes senos, luego, acaricio mis piernas y parte de mis nalgas. Yo respondí, buscando su pene, sacándolo del pantalón y quitandole su cinturón, ya ahí baje a mordisquearle su enorme verga, primero de lado y después su hermosa cabeza, luego pase mi lengua y mi boca en sus bolas. Ricardo mientras tanto, acariciaba mi espalda, mi cabello y mis muslos. Al fin, subimos las escaleras y me recosté en la cama, dejando ver en todo su esplendor mis torneadas piernas, mis muslos, y mi cuerpo. Sólo tenía mis medias colores naturales, mi tanga y mi bra negros de encaje y mis zapatillas color blanco de tacón de 10 cm.
Ricardo ya se había desnudado y pude ver como colgaba su instrumento, que estaba superparado haciendo un Angulo que casi quedaba paralelo a su cuerpo y pude observar que era grande de 19 cm, me diría Ricardo después. Eso me éxito muchísimo y lo llame, papi, que me vas ha hacer con eso.
Ricardo me dijo, te lo voy a meter toda mi reina, muñeca preciosa, estás hermosa, me gustas mucho princesa, tienes unas piernas divinas, estas buenota llamándome por mi nombre.
Ricardo parecía un adolescente contemplándome y por fin se recostó para acariciar mis piernas que tanto le gustaban y que estaban cubiertas con mis medias, color natural, sus manos jugaban con mi ligero blanco y subían un poco para jalar mi tanga. Poso su boca en mis pantorrillas y luego su lengua recorría toda la textura de mis medias, hasta tocar mis zapatillas.
Ricardo me dijo: mamacita, que buena estas, tienes unas superpiernas y como envidio a tu marido, mientras mordía mis pantorrillas. Yo estaba excitada y le pedí, manito, que me quieres hacer, papito lindo, mi guerito rico. Ho, me vas a dar todo eso, me da miedo tu pene, esta grande y grueso y es guerito tu palo. Me vas a convertir en tu amante, en tu puta, verdad Ricardo.
Recordé que muchas veces critique a mis compañeras que andaban con hombres casados o estando casadas engañaban a sus maridos, y las juzgaba de putas, ahora yo estaba en un motel con Ricardo y desde la primera vez me había convertido en su puta.
Por fin, ya sin temor, le comencé a decir a Ricardo, no papito, me excitas acariciando mis piernas. Lo llame para que me besara lo que hizo con pasión, y comenzó el fuego. Me besaba y acariciaba mi corta cabellera, me veía a los ojos, metía la lengua en mi boca y tomó mi rostro, jugo con los hoyitos de mis pómulos, su cuerpo estaba encima del mío y rozaba a cada momento mi página todavía cubierta con mi diminuta tanga. Sabes, me dijo Ricardo,¿ te puedo romper la tanga?, después te compró muchas más. Si le respondí, hazlo con cuidado, rompe el hilo y quédate con ella, es tu premio mi rey.
Te quiero coger amor mío, así sólo con tus medias, tu ligero y tus zapatillas, y nuevamente se fue encima de mi para besarme en la boca y pasar su pene en mi vagina ahora descubierta. Yo no aguantaba más y levantaba las nalgas para alcanzar su verga. Ya Ricardo no rehagas sufrir, ya papi meteme tu guerito.
Si culito delicioso, pero ahora quiero jugar con tu trasero, recuéstate de lado me dijo Ricardo. Si, le respondí, y a través del espejo del techo pude ver como se colocaba atrás de mí y acercaba su pito, yo me encogi pensando en que me lo iba a clavar, pero con astucia, sólo recorrió las hendiduras de mi cola, puso la punta de la verga en mi ano, como queriéndolo meter ahí, mientras sus manos quitaban mi bra y se posesioaban de mis pechos.
No Ricardo, no me haga sufrir ya metemela ya por favor, pero Ricardo sólo pasaba su verga por mis nalgas y ponía la punta en mi vagina, mientras yo me encogia y mis nalgas las movía tratando de ensartarme. Era una locura, pero ya no me importaba nada y le gritaba Ricardo, yyyyaaaa, por favor, cojéeme, quiero ser tuya, dámela vergota papacito.
Así estuvo jugando un rato, de repente se levanto y me llamo, yo corrí presurosa y parados nos comenzamos a besar, pero más me excitaba estar frente a frente y con el garrote rozándome mi abdomen y mi vagina. Se lo tomé y lo estruje y le dije, pinche Ricardo, si ni me cojees me voy.
Pero Ricardo no me hacía caso, luego me puso de espaldas y más sufrimiento para mí porque otra vez su pájaro rozaba mis nalgas, es más lo atoro en mi culo, pero sólo la cabeza, jugaba en mi ano. Me gustaba mucho eso porque me daba la oportunidad de levantar las nalgas y buscar la penetración por mi vagina. Sus manos apretaban mis pechos y tomaban mis muslos. Yo le exigia a Ricardo que me penetrara ya que no aguantaba, hasta que me llevo a la cama, me puse boca arriba, el encima de mi y me beso, metiendo la lengua en mi boca y diciéndome, así te lo voy a clavar, mamacita. Pude sentir su pene acercarse a mi cuerpo, lo paso por mis piernas y fue subiendo, yo me fui abriendo, encogí las piernas, el las tomo de las manos las subió en sus hombros y poco a poco me fue penetrando, pero cada vez que se iba metiendo el pene me estremecía. Sentí la cabeza y como el glande descubría esa enorme cabeza y como el resto del tronco se posesionaba. Estaba gozando como nunca, ni siquiera como esa primera vez, había valido la pena, todo mi cuerpo se estremeció, mientras el me bombeaba, una y otra vez, yo grite de placer y tuve un orgasmo fantástico. Mis piernas colgaban de sus hombros, estaba completamente doblada, mis mulos tocaban sus brazos y su lengua d eRicardo imitaba la entrada de su verga en mi vagina.
Pero la función no terminaba y Ricardo me recostó boca abajo y se fue encima de mi, abrio nuevamente mis piernas, yo podia ver en el espejo de lado como su pene se acercaba a mis nalgas y parado y duro buscaba mi vagina, ensartaba su verga y como se perdia en ella, no aguante más y tuve otro orgasmo, pero Ricardo, grito muchisismo, su semen me lo estaba depositando en mi vagina, yo lo quice retener todavía un buen tiempo, así nos quedamos un rato.
Era tarde, habíamos estado tres horas, tenía que regresar al trabajo, me vestí, pero ya no llevaba la tanga, era el Trofeo de Ricardo, bajamos a la cochera, pero antes de irnos, nuevamente Ricardo, levanto mi minivestido, me puso atrás de su auto, y otra vez tuve una embestida más con su tremendo palo y tuve un orgasmo más y Ricardo otra vez me embarraba de su semen, estábamos terminando cuando se abrió la cortina y sólo escuchamos un disculpen del encargado del Motel y se fue.
Salimos del Motel, mi esposo ya me esperaba en el centro de la ciudad, como me vio arreglada, llegando a la casa, me espero otra buena cogida. Casí dos años dure con Ricardo y tuve el privilegio de tener dos vergas, aunque unos meses llegue a tener tres, pues un amigo de mi esposo en una circunstancia muy chistosa me metió su pene, esto fue en un sanitario de una escuela.