Contigo
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Una de las pocas veces que nos encontramos solos. Hemos quedado en tu casa hace media hora. No me he vestido para la ocasión, pues no durará mucho la ropa entre nosotros, así que he venido con lo puesto, unos vaqueros y una camiseta. Mientras subo en el ascensor me sudan las manos, no se que hacer, sin embargo estoy decidida a cualquier cosa. Me abres la puerta con esa toalla verde solo por prenda, y en ese momento se que no me equivoqué. Me relamo pues va a ser una noche agotadora, pero de lo mas placentera. Nos saludamos con un simple hola y me dejas pasar. No soy quien a retener esa sonrisa tonta que me sale cuando no se que decir. Estas detrás de mi, contra la puerta esperando a que haga algo. Me doy la vuelta y te miro. Ahí apoyado contra la puerta pareces un depredador apunto de saltar sobre su presa, pero esta vez he venido yo a cazar.
Me acerco a ti y con mi dedo recorro tu pecho hasta llegar al fino vello que desaparece dentro de la toalla y me detengo, sonrío, tu respiración se ha agitado. Me encanta llevar el control. Llevo mis manos a tus hombros ascendiendo lentamente, las cruzo en tu nuca y acaricio tu pelo. Pero la excitación me puede y acabo basándote, primero un roce de los labios y después sin poder contenerme hundo mi lengua dentro de tu boca, la cual acoges con fervor. Me coges en brazos presionándome contra ti y noto algo duro en mi barriga, me llevas en cuello hasta tu habitación y caemos los dos sobre la cama. Es amplia así que no habrá problema. Tu boca no se separa de la mía, se donde acabará todo si seguimos con esto, así que te paro y te tumbo de espaldas. Esta vez yo llevaré el control, relájate te digo en voz suave. Un gruñido sale de tu garganta pero no haces nada para impedírmelo. Me siento a horcajadas sobre ti, justo en tu barriga.
Te miro y sonrío, no sabes lo que tengo para ti. Saco un pañuelo de mi bolsillo y te digo que confíes en mí. Al principio pareces no entender pero cuando me estiro encima de ti y te agarro las muñecas tu cara se convierte en una mascara de asombro que enseguida pasa al desafío, algo que yo acepto inmediatamente. Te amarro las muñecas encima de la cabeza, y cuando bajo por tu cuerpo te beso. Pero esto no acaba aquí, de tu boca paso a tu cuello y con mi lengua llego a tu garganta, le doy unos besitos mientras noto como tragas saliva dificultosamente. Me sonrío y sigo con mi camino hasta tu pecho. Beso tus pezones y llego a tu ombligo, que lamo sin piedad. Tu abdomen se pone duro pero sigo el camino de tu vello hasta el principio de la toalla y te la quito. Mi respiración recorre tu polla, te miro y te digo con voz ronca, ¿puedo? Pero no estaba esperando una respuesta, bajo mi cabeza y doy un besito a tu cabecita, para acto seguido pasar mi lengua por ella. Te sale un gemido de entre tus labios, suave y ronco, y eso da paso a mi boca que se abre sobre ella. Mi lengua recorre toda tu longitud para después subir y meterla entera en mi boca. Pero no quiero que esto acabe enseguida así que me levanto y me siento sobre ti. Aún llevo la ropa puesta y tú no puedes quitármela. Me deshago de la camiseta primero y me levanto para poder quitarme los pantalones, estoy de pie entre tus piernas y empiezo a quitarme el sujetador, ahora solo me queda una cosa. Te hago sufrir pasando mis manos por donde tú no puedes en estos momentos. Hasta que llego a la última prenda y muy lentamente va cayendo.
Hasta ahora no nos hemos dicho casi nada, solo breves cosas de mi parte y leves gemidos de la tuya, pero nos entendemos a la perfección.
Me siento otra vez en tu barriga y me estiro encima de ti para llegar a tus labios. Me besas con pasión, quiero que me acaricies, no aguanto mas y te suelto. De un tirón te colocas sobre mí y recorres con tus manos todo mi cuerpo. No puedo respirar, me recorres con tu lengua y llegas al centro de mi deseo. Notas lo mojada que estoy y te colocas sobre mí.
Cada vez que entras en mí suelto un gemido ronco y sonríes, ahora soy yo la que está a tu merced. Te hundes en mí lentamente mirándome a los ojos. No puedo reprimir los gestos de deseo que se muestran en mi cara tan fácilmente. De un solo empujón llegas al final y de mis labios se escapa tu nombre en un pequeño grito. Me besas y empiezas a sacar tu polla de mí para después volver a arremeter suave pero profundamente. Nuestros cuerpos van acompasados. El ritmo suave del principio ha desaparecido. Mis piernas rodean tu cintura y mis uñas se clavan en tus hombros. Te aprieto en mi interior, y noto como vamos llegando juntos a la cima. Estallamos juntos entre gemidos, me besas y caes sobre mí. En un acto tuyo de generosidad te giras a un lado llevándome contigo para no aplastarme y, abrazados caemos en el sueño.