Contactos por la red
Un contacto de intercambio de material fotografico, dio paso a uno real... alucinante!.
El éxito de internet estriba en que nos acerca todo. Nos acerca a la información, al ocio, a los amigos, a lo ajeno... Tanto, que a veces nos acerca demasiado a aspectos que siempre hubieron de quedar ocultos. Esta historia es asombrosa, y quizás por ello más creible que otras. No emplearé ningún tiempo en convencerles de su veracidad o de lo contrario. Solo, la relataré.
Cierto día por disimulado aburrimiento o por morboso interés, escarbé en una de esas páginas de gente liberal a la que accedí. Buceé por todos los enlaces, por todas las galerías. Pueden suponerse que leí decenas de ofertas de contactos de muy diverso tipo, o que miré decenas de fotos amateur que se hacían a sí mismos o a sus parejas los propios contactantes. Es uno de los entretenimientos de más éxito para los visitantes de páginas de corte erótico, o al menos, eso me parece. Supongo que muchos, ven reflejadas muchas de sus fantasías, en lo que otros, más valientes o seguros de sí mismos, son capaces de demandar públicamente. A quién no le atrae leer:
"Pareja de 34 y 33 años, sana y de elevado nivel cultural, busca a profesional de la grabación, para editar videos pornos caseros de nuestras sesiones sexuales. Abstenerse aficionados y personas con interés economico. No intervendrá nunca ni opinará nada, solo grabará. Interesados dirigirse a mizaragl@mixmail.com . Zaragoza."
O tal vez algo como:
"Esclava sexual de 27 años, se ofrece a amo de entre 28 y 42 años, que sepa obligarme a hacer absolutamente todo lo que él diga. Su placer será el mio y el de mi joven marido, que podra asistir como mirón si mi amo así lo quiere. Solo se pide discreción y dominación a tope. No disponemos de sitio adecuado, pero sola o acompañada, según ordenes, nos desplazamos si es Alicante o alrededores. Dime que prefieres a Ali.dominada@terra.es ."
Bueno, son ejemplos de los muchos y excitantes contactos que se proponen. Ya lo conocen. El caso es, que de allí apunte el correo electrónico de varios contactos de gentes de sitios cercanos a mi localidad, que me eran sugerentes. Decidí escribirles a todos a ver que ocurría. Así que me dí de alta una dirección de correo-e en hotmail, y desde allí les envié a todos, más o menos el mismo mail. Les decía de donde era, mi edad, mi nivel de estudios y que tenía pareja. Traté de ser jovial, y expresarles algo interesante, libertino. Aún así solo contestaron dos.
Uno de ellos, era de mi ciudad. Casados, solo proponian chatear, conocernos a mi y a mi pareja un poquito a través de preguntas, y quedar en un sitio de la ciudad, tras si nos caíamos bien, poder proceder a un intercambio de parejas. Quedé con ellos en el chat liberal, fuimos a un privado y estuvimos hablando. No cuajó. En primer lugar porque parecían muy desconfiados, se les notaba con miedo y bastante incrédulos (y tenían motivos toda vez, que por mi parte me reservaba mucha información y mentí en alguna). En segundo lugar, porque aunque yo tenía novieta y ésta era muy caliente, nuestra relación no estaba tan madura como para asumir un intercambio de parejas. Quedamos en contactar de nuevo, pero yo ya no lo hice.
El otro correo contestado, era de una ciudad cercana. Casados sin hijos, eran directos y claros. Proponían intercambio de fotos y material porno casero. Les contesté en el mismo tono franco y conciso que me habían respondido ellos, diciendo que no podría mandarles nada de mi novia. Sí mío, si lo que enviaban ellos era de calidad. La verdad, no tenía ninguna esperanza en mantener ese contacto. Sin embargo, tres días más tarde recibí correo de ellos.
Me expresaban la alegría de mi contestación sincera, y la confianza que tenían, en intercambiar conmigo material de calidad. También la ilusión que tenían en que junto a ellos, pudiéramos meter a mi novia en el mundo de los contactos. Me aleccionaban un poco sobre la discreción de este tipo de contactos y mandaban como anexo, 3 archivos. 3 fotos: supuestamente una del pene erecto de él, otra del sexo abierto de ella, y una tercera de ellos en plena cópula. Digo supuestamente, porque fotos amateurs eran, pero quien sabe si de ellos o de quien. Lo tenía que averiguar.
Así que les escribí muy familiarmente diciéndoles entre otras cosas, que las fotos me habían encantado (eso era verdad), y que en mi primer acercamiento a éste mundo (también verdad), necesitaba antes de mandar mis propias fotos, saber si las de ellos eran verdaderamente de ellos, o no. Para asegurarme les dije que me contaran el tipo de relación, que tenían entre ellos. Las fantasías que creían que en un momento dado podrían llevar a cabo. Y aquellas, que por su naturaleza, vieran difícil poder cumplir. Igualmente les solicitaba fotos pero esta vez en todas ellas, debería de aparecer bien visible un paquete de tabaco marca Sombra. Marca que bien se encuentra en los estancos pero que apenas nadie fuma desde hace años. Esa sería la prueba que necesitaba para asegurarme de su autenticidad. Tras lo cual, les mandaría mis fotos, incluso algunas que ellos me solicitaran. Sobra decir, que seguía siendo escéptico sobre su respuesta.
En un plazo igual al anterior, recibí su mail. Fue increíble. Me dijeron que ambos eran profesionales licenciados superiores (pero no sus profesiones). Que se habían casado hacía 5 años, y que creían que la base de su matrimonio era la diferencia de físicos entre ellos. Ella era unos 20 cm más alta que él y más pesada aunque no era gruesa. Se atrajeron desde que se conocieron por eso, dada la inclinación dominante de ella y de dominado de él. Practicaban juegos eróticos de dominación, de sodomía, y de sadomasoquismo sobre él. Intercambiaban material porno casero desde hacía un año aproximadamente, y la fantasía que creían posible cumplir (y ese era el motivo último de la publicación de su contacto) era la de humillar a su marido viendo como un tercero, se follaba sin piedad a su esposa. El marido llegaría a ser el sirviente de ambos. Que preferían para ello a una pareja, porque creían que el chico sería mas sano y menos peligroso que si fuera un hombre solo, y también porque les agradaba pensar que la chica (en este caso mi chica), podía llegar a integrarse en el grupo, si era como dominada mejor. Mandaron diez fotos (que aun guardo) todas con el paquete de cigarrillos Sombra, bien visible. Ufff, algunas geniales: Ella portando un consolador de esos atados a la cadera y entrepierna, embistiendo a su marido por detrás (una con la punta del consolador dentro del ano de él y otra con más de la mitad dentro). Otra de su pene erecto con marcas de haber sido flagelado pocos segundos antes. Otra de los genitales de él con no menos de 10 pinzas cogidas de su miembro y testículos. Otra de la espalda de él con cicatrices más antiguas. Otra de ella, embutida en escasas prendas de látex, ofreciendo su coño con 4 dedos de una mano de su marido, dentro. Y otra él lamiendo su clítoris, mientras era visiblemente asido fuertemente del cabello por ella. Las restantes eran más normales y sobre todo mostraban el cuerpo de ella por detrás y delante.
Estaba impresionado! Me masturbé dos veces casi sin descanso contemplando esa maravilla. Miles de sensaciones recorrieron mi cuerpo y mi mente, al comprobar que tenía un contacto morboso y fiable con las posibilidades que ello daba de sí. Tuve claro desde el principio que a esa pareja había de proporcionarle mis propias fotos. Me compré una cámara digital y así hice. La relación duró unos 6 meses, pero nunca pasó del ámbito ciber. Me mandaron unas 100 fotos de lo más calientes que podais imaginaros, e incluso, en un momento en que la misma relación necesitaba un impulso, planteamos una cita en su ciudad, pero una urgencia de última hora me impidió ir, tras lo cual la relación se fue enfriando rápidamente. Y es que no se puede eternizar una relación y más de este tipo, por internet. La pareja, buscaba un fín más allá del mero intercambio de fotos, y yo no lo tenía muy claro. Además, había roto con mi pareja dos meses atrás. Y bien fuera por todo esto o porque ellos ya habían contactado con otras personas más atrevidas, lo nuestro acabó. Sinceramente no lo sentí demasiado. Me sentía pagado con creces en mi primer acercamiento al mundo liberal.
Un año después volví a saber de ellos de la forma más casual que os podeis imaginar. Llevaba 8 meses trabajando en la ciudad de ellos, pues mi empresa me propuso un traslado que me convenía. Era la capital de mi Comunidad Autónoma, con más posibilidades de promoción, mejor sueldo, y la oportunidad de salir de una capital de provincias que había llegado a hartarme. En ese tiempo la relación con mis clientes ya era plena. Mi dedicación esforzada a ellos, me había permitido incluso congeniar bastante bien con algunos. Bien, cierta mañana hacia mediodia mantenía al telefono una conversación típica. Determinados informes, tenían que estar ya en el buzón de correo-e de un médico, cliente mio, pero no lo estaban....
-"Joder, Roberto. Te los he enviado por dos veces. La primera vez sobre las 9.30h. La segunda vez hacia las 11h. Las dos veces se me han devuelto diciéndome que tienes lleno el correo, o no se qué..."
-"Pero, como es posible?? Estaba alterado. No era mal cliente, ni siquiera incómodo, pero sí bastante nervioso y algo histérico en la primera impresión-. Si anoche lo dejé vacio! Lo necesito impreso para llevarlo a la firma, y ya estoy frito de hora."
-"Entiendo, pero no puedo más que llamar a un mensajero y hacertelo llegar entrega en mano. Esto deberíamos haberlo tenido previsto desde antes si es que era tan urgente..."
-"Ya, ya, pero ahora necesitamos una solución para ya! Ufff... mandamelo a este correo... Toma nota: Magrosm...@hotmail.com. Estaré pendiente."
Y nos despedimos, pero... al colgar yo ya sabía donde había visto antes esta dirección. Era del hombre (o pareja) con la que tuve un año atrás el contacto porno. Jamás podría olvidar esa dirección. Sabia que era la de las iniciales de ellos y ahora sabía que era la de su mujer Magdalena (a la que no conocía personalmente, pero sí por documentos) y de Roberto, y sabía desde siempre que sm significaba sadomasoquismo. Perdonadme que no ponga el resto del correo por razones de discrecionalidad. Una vez, mandado el correo urgente que esperaba, me pasé muchos minutos pensando en el descubrimiento. De ellos conocía ahora, aparte de su cuerpo y sus tendencias sexuales, su cara, su profesión, su domicilio habitual y el laboral..., todo!!! Y ellos ni sospechaban quien era yo.
Pensaba mucho en eso. Tenía que lograr acercarme a ellos, aprovechar de alguna manera la información de la que disponía, pero pasaban los días, y no sabía como. Decidí emplear mucho de mi tiempo laboral y mi encanto a esa pareja, y simultáneamente, reiniciar los contactos por internet, desde mi identidad anónima. Así que dos días después de mandarles un correo (sin respuesta) donde les preguntaba como estaban y si tenian alguna relación con alguien, estabamos citados los tres en un almuerzo de negocios. El restaurante de calidad y no muy concurrido fue muy del gusto de Roberto y Magdalena. Allí fue donde la conocí. 32 años (dos menos que yo). Facciones angulares con unos vivos y rasgados ojos verdes. Mujerona de 1,80 m ., o algo más, de estatura. No era mucho más baja que yo. Castaña clara con mechones rubios y tez clara. Algo germanoide, contrastaba con su marido, de 37 años, de 1,60 m o poco más, enjuto y delgado, de piel clara también, pero castaño oscuro de pelo y con una barba lampiñita que se dejaba crecer.
El caro almuerzo, al margen de la excusa laboral, fue perfecto. Nos caimos bien, charlamos mucho y bebimos bastante. Roberto más serio, pero Magdalena estaba alegre. Ella decidió corresponderme con una invitación, toda vez que yo pagué el almuerzo, y Roberto nada objetó. Decididamente en esos momentos, Magda ya se imponía sobre su marido. Hablaban de un pub, que yo no conocía, pero que parecían desechar al estar lejos del restaurante. Por supuesto yo ofrecí ir en mi coche. Rehusaron pero... insistí. Nos encaminamos a mi coche que estaba cerca y al montarnos con habilidad insinué que quizás Magda (ya la llamaba así), iría muy estrecha en el asiento de atrás. Roberto enseguida cedió el asiento de delante a ella. Ella subió sin decir palabra y cruzamos parte de la ciudad para ir a ese local tan conocido por ellos. Ambos me dirigieron y en unos 10 minutos, aparcamos muy cerca de la puerta. Muy pocas veces había estado en ese barrio, más alla de la estación de tren. "Triangulo", a las 5 p.m. de la tarde no te tenía mucha clientela. El matrimonio saludo a un señor gordo y medio calvo, que estaba cerca de la puerta, luego nos dirigimos a la barra. Había una pareja sentada en un lateral del local, dos hombres de mediana edad charlando animadamente en la barra, y un grupo de dos chicas y un chico en otra mesa cerca de lo que parecia una zona de baile. El pub era espacioso, con mesas a los lados y una barra acolchada de escay. Era del tipo de pubs poco iluminados aunque no oscuro, antiguos, pero bien decorados. Una chica, mas o menos de nuestra edad atendía la barra. Besó a la pareja a modo de saludo, y hablaron de la compañía, o sea yo. Me presentaron por mi nombre, como amigo. Pedí un whisky con cola.
Hablábamos, reíamos y con la música, bastante buena por cierto, Magda de pie movía levemente su cuerpo, como en un medio baile. Entre bromas, exclamé:
-"Ey, Roberto! Tu mujer tiene ganas de bailar." Y empujándole del brazo, entre risas, lo acerque a ella, en un gesto de que bailaran. Ella aludió a su hombre como "chiquitín" lo abrazó, y se lo pegó al pecho poniendo su cara en sus senos. Lo movía hacia los lados como un monigote, hasta que al poco logró zafarse y siguió moviéndose junto a ella, patéticamente en algo que parecía un pseudo baile. Yo echado de costado en la barra, los miraba con sonrisa maliciosa, imaginando a esa pareja en sus actos sexuales. Me estaba poniendo cachondo. Terminó la canción y volvieron a la barra. Unas risas, un sorbito de copa, y en la siguiente canción, a Magda se le volvían a ir los pies. Esta vez me retiré de la barra yo y bailé junto a ella. Ella se giró y empezó a bailar frente a mi. Nos acercamos y empecemos a bailar tocándonos las manos, girando, acercándonos y alejándonos. Miré a Roberto y le guiñé un ojo. Lo ví sonriendo, mirándonos, con nada que poder decir. Ella ni le prestó atención. Desde ese momento, tomé las riendas de la reunión. Bailé como quise con ella, y creo que para ambos fue como un juego bastante erótico. Ella me echaba los brazos por el cuello, me golpeaba con las caderas, le gustaba bailar de mi mano... Mis manos se acostumbraron a su cintura y caderas, a sus hombros.... Le hablaba al oido rozando mis labios con sus orejas...
Nos tomamos dos copas más, y dos horas después de haber entrado, nos fuimos. O no estaban acostumbrados a beber, o ese día les dio fuerte, porque ambos estaban bastante bebidos, lo que ocurre es que Roberto era más discreto. Magda no. Nada más salir a la acera de la calle... me echó el brazo por la cintura para evitar caerse. Los tres jugamos en la acera, como borrachitos mientras llegamos al coche. Magda había perdido la noción de la compostura. Los tres fuimos a la parte derecha del coche. Meti la llave para abrirlo, abrí la puerta trasera y delantera, y ordené tajante:
-"Roberto, tú atrás".
Roberto entró y acto seguido dejé caer muy suavemente a Magda en el delantero. Creo que la orden la impresionó pues mientras bajaba hacia el asiento, me miró de la forma más sensual que se pueda imaginar. Monté en el coche y le ayudé a ponerse el cinturón de seguridad. Era la excusa para sobarle todo su pecho, cosa que hice a placer, mientras ella consentía disimulando torpeza. De regreso a su casa, hablamos de los sitios de marcha, donde solían ir. Me dijeron varios, pero me citaron como especial, el Triangulo. Me dijeron que era un sitio restringido para clientes y que de noche, no dejaban entrar a hombres solos. No me dijeron por qué, pero me lo imaginé: era un pub de liberales. Les comenté que me encantaría volver a ir, y lógicamente dijeron que si iba acompañado, el portero no me pondría ningún problema, si preguntaba por Julián el dueño.
-"Pero no tengo pareja, y me gustaría tomarme una copa allí. Si estais vosotros, mejor". Magda miró a Roberto, y éste dijo que no sabía cuando irían. Pero que le llamara a casa el sábado al medio día por si tenían pensado ir. En eso quedamos. Llegamos a su casa, y salieron del coche, diciendo lo bien que lo habían pasado, y que sería bueno tomarnos otra copa, si no fuera porque ya habían tomado bastante. Noté que Magda lo decía de verdad. Así que lo dejamos en suspenso, hasta el fin de semana.
Al día siguiente, desde el correo anónimo, le escribí un mail sumamente erótico e insinuante. Al día siguiente recibí respuesta, contestando a mis insinuaciones, y confesando que recientemente habían tenido un contacto muy agradable y de gran potencial, muy del gusto de la esposa. Era lo que necesitaba saber!! Alabé lo calientes que eran, les pedí que me contaran todo y que de ser posible, me mandaran fotos si se producía el encuentro. Como amigo conocido ya, los llamé ese sábado al medio día. Quedamos a las 10 p.m. para tomar tapas y después ir juntos al Triangulo.
Tapeamos en un par de bares, y lo pasamos bien. No apareció el fantasma de una comprensible vergüenza. Al contrario. Estaban muy naturales. Magda me sorprendió, pues no se cortó bebiendo vino, ni dejando entrever sus efectos. Hacia las 12 p.m., llegamos al "Triángulo". Nos dirigimos a una mesa de las verticales algo cercana a la pista de baile. Calculo habría unas 25 personas, en su mayoría parejas, aunque también habia grupitos charlando de 3 o 4. Al rato de estar bebiendo, decidí atajar:
-"Bueno y en realidad, por qué es este sitio tan... selectivo?". Contestaban ambos... sin orden, aunque poco a poco lo iban descubriendo, para concluir:
-"... y más o menos eso. La principal diferencia es que mientras que en otros sitios, la gente que se conoce nueva tiene temas tabús, aquí no. Todo el mundo viene por lo mismo, aunque a nada se está obligado..., pero si alguien te gusta y te cae bien, se puede hablar de cualquier cosa."
-"Bueno, hay otra diferencia." Magda hablaba sin mirar a los ojos, como ruborizada...
-"¿Cuál?" Pregunté, mientras observaba la cara de sorpresa de Roberto. Magda me miro al rato, después a su marido mientras hablaba...
-"Aquí existe una parte que llamamos la Sala Oscura... Ven, es mejor que lo veas." Me tomo de la mano y me guió.
Llegamos junto a la barra, cerca de donde habiamos estado la vez anterior. Alli giramos a la derecha y nos encaminamos hacia una puerta negra sin pomo. Me habia dado cuenta el dia anterior pero, no se me ocurrio preguntar entonces. La empujó, y tras un breve pasillo, nos pusimos al principio de una estancia, no muy grande, como de unos 8 x 6 metros. Estaba oscura, muy poco luminada por varios foquitos blancos y verdes. En 3 de las paredes unos asientos continuados de cogines, y unas pocas mesitas frente a ellos, con un candil pequeñito en cada una. En la esquina de enfrente al pasillo, una mini barra atendida por un joven. La vitrina de las bebidas era lo más iluminado de la estancia. Lo que ví, me sacó de dudas por si me quedaba alguna. Una pareja bailaba en el centro la musica lenta, distinta de la del local iluminado. Ella se dejaba morder el cuello por él, mientras el hombre, bailando, le acariciaba a ella los muslos y las nalgas con toda la falda subida. Mirándoles, hablando y riendo, otra pareja sentada en el sofá en actitud muy cariñosa. Miré un rato las escenas, sin parar de sujetar la mano de Magda, hasta que atiné a decir:
-"Vaya!, este sitio es ideal para pasarlo bien".
-"Te gusta?" Preguntó Magda muy sensualmente.
-"Ya lo creo dije jovialmente-. Tú has venido aquí mucho?"
Por respuesta obtuve algo mejor, pues se situó frente a mi, me rodeó el cuello con sus manos, y acercó su boca a la mía. Me metió toda la lengua y la movió con frenesí, saboreando la mia a su antojo. La abracé, acariciandole la espalda, y al poco, baje mis manos a sus nalgas, abriendoselas, asiendolas con fuerza. Nuestra respiración se agitó con prontitud. Pasados un par de minutos, se separó. Me miró con fuego en sus ojos. Bajó su mano a mi entrepierna y acaricio sobre el pantalón fugazmente mi crecido pene, mientras sonreía maliciosamente, y luego, se encamino al pasillo, tomándome de la mano. Al llegar a la puerta, la frené, oponiendo para salir, mi erección.
-"No importa. Quiero que todos, y sobretodo Roberto, te vean así." Ufff, más me excité!! Roberto se dio cuenta de todo, pero no dijo nada, excepto preguntarme si me había gusta la Sala Oscura, a lo que respondí que sí. Magda se colocó entre los dos, y nos abrazó. Le tocó la entrepierna a su marido con toda la intención de que mirara. También lo hizo conmigo, para que mirara el marido. Me beso mucho mientras, acariciaba al marido, como para no dejarlo fuera. Otras veces yo sentado en el taburete, se sentaba sobre mi pene para besar al marido. O levantaba una pierna apoyándola en mi taburete, dejando muy provocativamente su entrepierna abierta muy cerca. Yo pregunté:
-"Y aquí, no conoceis a nadie?"
Miraron a conciencia por el local, para decirme que de vista a algunas parejas, y de algo más solo una que me indicaron con la cabeza. Se pusieron a recordar para contarme que entraron con ellos en la Sala Oscura, pero que al final no cuajó porque la pareja no les terminó de gustar.
-"Se la meneé al tio, pero, ufff, que pequeña la tenía. Además no se terminó de enderezar (su polla). No será porque no valgo más que su esposa... con la barrigota que tiene la buena señora". Comentaba disgustada Magda, mientras los tres reíamos. Roberto apostilló:
-"Y a mi la mujer, no me terminó de gustar tampoco. Demasiados michelines. Demasiado blandita. No como Magda que parece piedra...., fuerte como está..." Lo interrumpio Magda:
-"Además nene, que si yo no follo, aquí no folla nadie, y como el tio ese no me gustaba...¿si o no?"
-"Desde luego cariño". Asintió dócilmente Roberto. Yo ví mi oportunidad para decirle a Magda, sin esconderme del marido:
-"Bueno, con una persona como yo, no tendrías problemas de... flacidez." Dije riéndome. A lo que ella, maliciosamente y exagerando respondió: "Ya lo he visto. Ya. No veas como la tiene Roberto dijo a su marido-. Me has puesto como una moto, cielo."
Me quedé pensando en que debía seguir tomando las riendas junto a Magda, sabiendo como sabía que Roberto consentía gustosamente. Igualmente, en lo ocurrido con Magda en la Sala Oscura. Así que me arriesgué a decir, antes de que bebiéramos más: -"Son las 2 de la mañana. Si no hubiera cosas más interesantes que hacer a esta hora, me gustaria pasar con vosotros a la Sala Oscura." De hacer algo, no me apetecía mucho exhibirme en público-. "¿Os apetece un sitio más tranquilo y más íntimo?"
-"Podemos ir a casa si Magda quiere". Ofreció Roberto. Y Magda, sintiendo como le acariciaba la nalga asintió. Salimos del pub.
Su piso era espacioso, pero pasamos directamente a su hermoso dormitorio. Nos desnudamos los tres y Magda se puso una fina y transparente bata de seda. Desnudos, nos indicó que nos apoyáramos semitumbados, en el cabecero de la cama, y se aplicó a poner nuestros penes erectos.. masturbando... y en ricas mamadas. Iba de uno a otro, sin descuidar ninguno. Cuando consiguió una buena erección para ambos, se incorporó un poco y dijo:
-"Que dos buenas pollas tengo para mi y dirigiéndose a mi...-, ¿qué te parece la polla de mi maridito?"
-"No soy maricón, pero creo que es una buena polla." Y lo decía en serio. No es que fuera muy grande, pero al lado de su cuerpo ligero, se veía de buen tamaño.
-"Si? Pues verás como se le pone tiesa tiesa a Robertito". Lo giró, lo colocó a cuatro patas, y empezó a meterle dedos por el ano. Ella decía cosas sobre el culo del marido, le daba nalgadas, y metía los dedos frenéticamente, hasta un total de 3, pero sin aparente esfuerzo. De cuando en cuando le tocaba la polla a Roberto, y repetía las frases obscenas.
-"Mira como se le pone a mi putita (se referia a Roberto). ¿Verdad que te gusta, vicioso asqueroso? Te la voy a arrancar!!". Mientras Roberto gemía y asentía con todo lo que le decía su mujer. Magda me miraba, con sonrisa sadica. Como disfrutaba esa puta humillando a su marido en mi presencia!!
Reconozco, que la escena me gustaba más de lo que hubiera creido. Los miraba y me masturbaba, o acariciaba a Magda. Tras un rato sodomizando a Roberto me pidió lo siguiente:
-"Ven, trae tu mano, y mete los dedos junto a los mios. Vamos a reventarle el culo a este mariconazo." Más me sorprendió, el verme con dos dedos más mios, follando junto a dos o tres de Magda, el ano de Roberto.
Después de eso, y con Magda como una moto, ella fue a por cuerdas y ató al marido a los varales de la cama, mientras le golpeaba la cara. Yo ayude a atarle los pies. Con otra cuerda, Magda le ató los testículos y el pene a la altura de la base del glande. Muy fuerte. Dijo que así él, no podría correrse mientras nos veía a nosotros follar. Ella me pidió comerme el pene de nuevo, solo que esta vez, lo hizo sentándose sobre el marido y haciendose lamer el coño por é. Yo creí que lo asfixiaría pues lo hizo sin cuidado ninguno. Engullía mi polla, mientras me sujetaba los testículos, a veces, con bastante fuerza.
-"Cuidado con mis huevos, que yo no soy tu marido". Dije amenazante, medio en broma medio en serio.
-"Mmmm. Y si no tengo cuidado, que me harás?".
-"Te puedo dar de hostias, o correazos"
-"Te gusta castigar, cariño?"
-"Si alguien lo merece... Y mis cojones es un buen motivo".
-"Me gustaria verte castigar". Y dicho esto me apretó los huevos. Lancé un grito. Le pegué una hostia en la cara, con todas mis fuerzas.
-"Uff si que das duro. Pero no más en la cara. Pero te dejaré me des en el culo". Se levantó, abrió el armario y saco una fusta de fino cuero. Volvió a la cama, y me preguntó. "Me merezco 20 latigazos... pero, no me los darás todos. Me darás 10 a mi y los otros 10 a Roberto". Dicho esto, se puso a cuatro patas, y me indicó empezar con su castigo. Empecé suave, pero fui incrementando la fuerza. De los 10 dados, al menos los 5 ultimos, dejaron una marca rojiza en sus nalgas. Ella sintió y se quejó por cada golpe, pero aguantó. Luego me hizo golpear con la fusta, el pecho, costillas, y vientre de su marido. Ella, jaleaba cada golpe. Insultaba al marido, y me acariciaba a mi. Cuando terminé me tumbó en la cama, me puso un condom, se sentó sobre mi, y presa de una lujuria incontenible cabalgo durante muchos minutos. Se frotaba el clítoris con dureza, se pellizcaba los pezones o se tiraba del cabello. Muchas veces, mientras cabalgaba sobre mi miembro, golpeaba al marido que lo tenía al lado. Se corrió en una forma salvaje antes de que lo hiciera yo.
Comprobado que no habia eyaculado, me retiró el condom, y me la comió con verdadera pasión. Pocos minutos después, no pude controlar por más tiempo las sacudidas de mi pene y estallé en su boca. Ella trago mucho, pero no todo. Recogió parte de la leche en su mano, y la puso en el pecho del marido. Tras ello, desató el pene del marido, lo acarició, lo lamió, y cuando lo puso bien erecto, se sentó sobre él, esta vez de espaldas a él. Se meneó con destreza, haciendo gala de su agilidad y sus magnificas piernas musculadas. Creo que ella y Roberto se corrieron a la vez, aunque ella con menos algarabía de la emitida conmigo 10 o 15 minutos antes. Tras ello se retiró, se puso de pie sobre su marido, y a la altura de donde dejo mi semen, apretando su coño, dejo caer el que había recibido de él. Después se agacho junto a él, lo beso, y juntando las dos corridas con su dedos, empezó a llevarle el semen de ambos a su boca. Conforme ella llevaba los dedos llenos de semen, él los limpiaba con su boca. Eso me excitó sobremanera. Así que me pegue a ella por detrás, y de lado, acostados ambos... le introduje mi correoso pene.
Estuvimos hasta el amanecer haciendo el amor, antes de caer rendidos. Os diré que me corrí otra vez más, hasta un total de 3. Igual que Roberto. ¿Ella? Calculo que no menos de 8 veces. Jamás había visto una mujer tan viciosa, tan depravada, tan sorprendente, tal y como me demostró en sucesivos encuentros. Ella fue la que incitó en mi, esa parte que todos llevamos dentro, tan salvaje y libertina, por la que hoy me distingo en mis relaciones. Por eso la odio y la admiro. El otro día la ví en la calle mirando escaparates, como cualquier mujer normal. Nada decía, que esa profesora de inglés, era lo más caliente que podía encontrarse. Seguro que además de su marido, seguía coleccionando amantes. Después de cortar nuestros encuentros, y cambiar de oficina, dejé voluntariamente de tener contacto con ellos. Y pese a que estuve tentado de acercarme por detrás y saludarla, no lo hice. No es bueno abusar del destino, aunque, ante ellos ya me había salido bien una vez....
FIN.