Contacto íntimo del primer tipo...

Mi experiencia de un contacto íntimo extraterrestre del primer tipo.

Soy Betty, un chica de unos 25 años, rubia, delgada y bastante guapa, según el comentario de los chicos.

Una noche de hace cuatro años atrás que estaba de vacaciones sola y aburrida en casa, decidí dar un paseo en auto. Había hecho unos cuantos kilómetros por la autopista cuando noté que estaba sola. No podía divisar ningún auto más. De pronto mi coche se detiene por completo y se apagan todas las luces. Fue en ese momento que vi venir hacia mí una especie de reflejo muy potente. De ahí en más no recuerdo nada hasta que desperté totalmente desnuda atada boca arriba en una camilla dentro de una habitación de paredes totalmente blancas. A pesar que las paredes parecían no tener aperturas una puerta se abrió y de ella surgió un ser calvo que en un momento me pareció que tenía tres piernas pero cuando se acercó me di cuenta que lo que parecía ser su tercera pierna en realidad era un tremendo pene.

Lentamente me empezó a tocar con sus sedosas manos todo el cuerpo, especialmente mis partes más erógenas, de una forma muy sensual. A pesar del miedo que tenía mis pezones se endurecieron y mi vagina se lubricó de manera abundante debido a la descomunal excitación que estaba experimentando. Luego de un rato de este masaje que me volvía loca de placer, ya cuando estaba a punto de tener un orgasmo, se detuvo y subiéndose a la camilla me penetró con su miembro viril totalmente erecto y comenzó a moverlo de adentro hacia fuera. Supongo que no lo habrá introducido totalmente pues de lo contrario me hubiese matado debido a su exagerada longitud. Con sus movimientos mi excitación fue subiendo hasta que no aguanté más y me corrí con su cipote penetrándome. Al poco rato noté que él también alcanzaba su orgasmo pues sentí dentro de mí la tibieza de su secreción, en ese momento mi excitación fue tan magnánima que tuve mi segundo orgasmo y me desvanecí.

Cuando me desperté estaba nuevamente en mi auto a un costado de la autopista. Era de día y pasaba gran cantidad de autos a mi lado. Pensé que todo eso había sido un sueño y me dirigí a mi hogar.

Al pasar tres o cuatro meses, comencé a sentirme rara, y consulté a un médico que me dijo que estaba en la dulce espera. Esta noticia era totalmente inesperada para mí ya que hacía más de diez meses que no tenía relaciones a excepción del suceso que acabo de contar. Por suerte mi familia vive en otra ciudad y yo siempre fui muy independiente así que no tuve que dar demasiadas explicaciones.

A pesar de todo decidí seguir con mi embarazo, previa realización de todos los estudios los cuales concordaban en que tanto el embarazo como el bebé eran normales. Al cabo de nueve meses de mi experiencia parí un hermoso bebe. Era rubio, de unos hermosos ojos turquesas. El niño era normal en todos sus aspectos excepto en que su pene era colosal, casi le llegaba a la rodilla, fue entonces cuando recordé la silueta de aquel ser calvo que me había dado tanto placer y comprendí que él era su padre.

Una noche mientras dormía, cuando el niño ya tenía cumplido un año, me desperté sobresaltada y cuando fui a ver al niño éste ya no estaba. En su lugar encontré una nota, en la que me daban las gracias por engendrar y criar al niño durante ese tiempo y un par de piedras transparentes.

Es hasta el día de hoy que no se nada del niño, y las piedras resultaron ser diamantes de gran pureza que me posibilitarán vivir sin problemas económicos el resto de mi vida.