Contacto en el autobus
Un extraño se encuentra con una joven en el autobus, desde ese día es su obsesión.
Este es un relato que hice como curiosidad de lo que sería sentirse un hombre, la parte digamos "activa" en una relación tan directa. Espero que os guste.
Estábamos de acuerdo en dar un paso más, nuestras miradas se habían encontrado por primera vez hace ya tiempo en este mismo autobús, fue un primer contacto casual, yo intentaba mantenerme despierto perdido entre las páginas de un libro cuando un viraje brusco hizo que levantase la cabeza y me encontrara con sus ojos, un instante, no fue más el momento en que estuvimos conectados por un escalofrío en la espalda, baje la mirada a un libro que había perdido todo su interés para mí mientras luchaba entre volver a mirar o seguir con la cabeza baja enrojecido por momentos.
No creía conocer a aquella mujer, todos los días cogía ese mismo autobús y con el tiempo uno iba perdiendo el hábito de fijarse en sus compañeros de viaje. Una mínima inclinación de cabeza a los que como yo eran asiduos pasajeros, un breve saludo al conductor y uno se cerraba en la seguridad de un libro que te aislaba de conversaciones fatuas sobre el tiempo o de conocer los problemas de otros.
Aun así uno no se olvida de una mujer como aquella, era joven, unos 25 años, el pelo de color castaño claro lo llevaba recogido dejando ver un rostro sin retocar por el maquillaje, piel blanca, casi pálida a pesar de estar ya en primavera, y unos labios finos que acompañaban la sonrisa que se desprendía de esos ojos negros. Su nariz aguileña recordaba las imágenes de mujeres en estatuas clásicas y su serenidad lo acentuaba.
Me animé y volvía a mirar, ahí seguía, esperándome sin haber variado en nada su postura. Sentada, las manos apoyadas en la carpeta que descansaba entre sus piernas cruzadas, llevaba una falda larga con una abertura lateral por donde se veía una de sus piernas acariciada por unas medias de rejilla ancha.
Estuvimos varias paradas sin dejar de mirarnos, ella sentada y yo de pie dudando entre dejarme llevar por los vaivenes del autobús que me atraían hacia esos ojos o seguir notando como mi boca se secaba, mis manos sudaban y mi erección seguía creciendo.
Una vez más el autobús se paró pero esta vez ella se levantó, caminó hacia la salida, se paró en el rellano y bajó no sin antes mirarme de nuevo.
Para cuando reaccioné ya se habían cerrado las puertas y yo me pasé el día sin dejar de pensar en ella.
A la mañana siguiente no estaba y paso la semana sin que se volviesen a encontrar de nuevo nuestras miradas.
El Lunes subí al autobús, era una hora en la que estaba lleno de gente, poco a poco llegue al centro y me acomodé agarrado a la barra. Fue una sensación extraña en el estomago lo que hizo que me girase y allí estaba ella, esta vez de pie, apoyada en una barra a escasos centímetros de mí. Poco a poco me fui acercándome hasta que en cámara lenta llegue a tocar con mi zapato su bota y lentamente mi cuerpo fue invadiendo el suyo.
El autobús seguía moviéndose y yo notaba punzadas de placer con cada roce de mi cuerpo en el suyo.
Ella entonces se giró dándome un poco la espalda pero acercándose un poco más a mí, ahora el contacto era total, no había espacios y los roces se convertían en presiones. Esta vez era mi entrepierna la que tenía contacto directo con sus nalgas y su pelo rozaba mi cara.
Fue entonces cuando miré la ventana y vi reflejada en ella sus ojos que me miraban con la misma expresión del pasado día. Un frenazo, mi entrepierna se hundió aun más entre sus nalgas y mientras sentía el escalofrío cerrando los ojos ella se fue acercando poco a poco hasta llegar a la puerta y bajar dejándome una vez más sin saber que hacer.
De nuevo la semana pasó sin suerte para mí, me pasaba las horas en la parada donde ella había bajado, daba paseos por la zona pero no la vi. Y llegó el Lunes.
Cuando subí al ascensor me notaba cargado de electricidad, había pasado la noche en vela y estaba decidido a llegar a conocerla esta vez.
Al llegar al centro del autobús no la vi, fue al mirar hacia la parte de atrás cuando la vi sentada, a su lado había un sitio libre, me dirigí hacia ella y retiro el bolso del asiento para que pudiese sentarme a su lado. Todo esto lo hizo sin dejar de mirarme pero en un silencio que freno mi primera intención de presentarme.
Estábamos uno junto al otro, los dos mirando al frente, de vez en cuando miraba de reojo pero ella no se giraba, vi como se movía en el asiento cruzando lentamente las piernas y de nuevo aparecía esa pierna que destacaba su palidez entre la abertura de la falda.
Lentamente acerco su mano a la mía y poco a poco la dejo sobre su blanca piel. Era un tacto frío, una descarga me recorrió el cuerpo mientras mis dedos rozaban su muslo.
Solo en esos momentos vi que ella cerraba los ojos sin dejar de sonreír mientas guiaba mi mano hacia zonas más cálidas.
Yo deseaba ir más allá pero no estábamos solos, aunque la gente no parecía vernos su presencia hacía que frenase pero también me excitaba aun más.
Ella de pronto se levantó, mi mano pareció seguir su muslo, tocó el timbre para bajarse en la siguiente parada y yo me levanté aturdido siguiéndola hacia la puerta.
Me cogió la mano y bajó del autobús, fuimos andando atravesando una zona ajardinada hasta llegar a un portal.
Entonces me soltó la mano y sacando unas llaves mi invito a pasar. Mientras bajaba el ascensor me acerque a ella y nos quedamos mirándonos cada vez más cerca hasta casi besarnos.
El ascensor al llegar me hizo abrir los ojos, abrió la puerta y agarrándome del jersey me introdujo en el ascensor tras ella. Se quedó apoyada en el espejo y siguió acercándome a ella hasta que sus labios rozaron primero los mios durante un instante, más tarde fueron engullidos por una boca húmeda que apremiante me iba besando. Fuimos subiendo a la vez que sus manos iban explorando mi espalda, bajando poco a poco hasta mi culo donde se agarraron con tanta fuerza que sentí sus uñas a través de los vaqueros.
Yo empecé a tocar todo su cuerpo, la verdad es que no sabía donde poner las manos, y mi polla parecía que iba a reventar de la excitación.
Ella se separó de mí y dándole al botón paró el ascensor.
Intenté echarme sobre ella pero me mantenía alejado con su brazo, sonriendo miró hacia abajo y acercándose a mí me empezó a desabrochar la camisa mientras con sus labios iba mordiendo mi cuello primero y bajando lentamente hacia mis pezones.
Se apoderó de uno de ellos mientras me desabrochaba el cinturón, sentí un espasmo cuando su lengua recorrió la aureola de mi pezón y su mano bajó acariciándose mi polla aún encerrada en mis pantalones.
Soltó un murmullo de placer mientras apretaba mi polla y entonces liberó mi pezón de su boca y bajó aun más. Noté como me bajaba un poco los pantalones, mi polla botó cuando se vió fuera del calzoncillo, oí un gemido que no se si salió de mi boca cuando su mano agarró mi polla, notaba como palpitaba y entonces fue cuando su lengua rozó la punta de mi miembro lentamente, luego fue poco a poco introduciéndolo en su boca con un suave ronroneo, suavemente iba moviendo la cabeza mientras con la mano acariciaba mi polla y mis huevos.
Saco mi polla de su boca y con la mano recorrió el miembro, mirándolo con avidez, abrió la boca y se lo tragó lentamente hasta que noté como tocaba el final de su garganta, mientras salía iba recorriendo el entorno del pene con la lengua.
Yo ya no podía más y le avisé de que se apartara porque iba a correrme, ella sonrió y volvió a metérselo en la boca, noté un espasmo y me corrí en su boca, cada latido era una descarga de placer. Ella ronroneaba mientras yo seguía corriéndome dentro de ella. Cuando ya paré ella se separó y vació el contenido de su boca en un clinex sin dejar de agarrar mi polla que seguía palpitando.
Levantándose sonriendo me dijo -Llámame Elena, ahora que estás más tranquilo vamos a disfrutar- y volvió a poner el ascensor en marcha.
Y aquí estamos en su dormitorio, los dos desnudos de pié, la luz de las velas dibujo nuestros cuerpos encima de un colchón que hemos bajado al suelo porque ha dicho que hace ruido.
Aun sigo empalmado cuando me acerco a ella, nos besamos con más calma, los labios, el cuello, los lóbulos de las orejas. La giro poco a poco y voy besando su nuca, noto como su piel reacciona con un escalofrío. Le digo que se tumbe en la cama boca abajo y me pongo encima con las rodillas a cada lado mientras recorro con mis manos sus hombros masajeándoselos, poco a poco voy bajando mis manos por su espalda hasta sus nalgas redondeadas pero no las toco y vuelvo a subir acariciando con mis dedos su columna, así una y otra vez hasta que me dejo escurrir un poco más abajo, rozando con mi polla el canal de sus nalgas, me pongo a sus pies y continuo con el masaje por sus piernas. Mis manos suben lentamente hasta casi rozar con mis dedos su entrepierna que la noto cálida mientras ella ronronea cada vez que los siente.
Vuelvo a incorporarme encima de sus piernas, con sus nalgas entre mis manos tocándolas suavemente al principio y cada vez más vigorosamente, a través de ellas veo como brillan las gotas que mojan su almeja y tengo que contenerme para no hundir mi lengua y saborearla.
Termino el masaje golpeando suavemente con mi pene sus nalgas y dejando este sobre ellas me tumbo cubriéndole con mi cuerpo.
Elena contraía sus nalgas masajeando mi polla, vuelvo a incorporarme y girándole lentamente nos encontramos de nuevo cara a cara. Beso sus boca mientras me voy tumbando poco a poco con cuidado de que nuestros sexos húmedos no se rozasen.
Con mi dedo rozo su pecho, lo llevo a sus labios y me lo chupa con deleite, con el dedo mojado vuelvo a rozar sus pezones y se frota contra mi pierna. Llevo mi boca hasta sus pechos, con la lengua dibujo el contorno de su pezón, lo introduzco en mi boca y con los dientes lo atrapo mientras sigo jugueteando con mi lengua.
Lo libero y sigo pasando mi lengua por su cuerpo, su ombligo, sus caderas... Abro sus piernas que se me resisten sensualmente, me detengo un momento para observar con placer el espectáculo que ante mis ojos se muestra. Lentamente bajo la cabeza besando la parte interna de sus muslos hasta que mi mejilla roza su pubis, hasta mi llega un delicioso aroma tibio y salado que hace que mi lengua gotee de placer.
Rozo con ella sus labios y noto como contrae las piernas levemente. Me dejo llevar y sigo con mis caricias mientras que con mis manos abro un poco más su almeja para llegar más fácilmente al clítoris, noto como su mano acaricia mi pelo y me guía hacia su fuente de placer.
Hundo mi cara en ella deteniéndome levemente para respirar, deseo seguir así hasta que se corra pero después de un rato noto como agarra mi pelo y tira hacia ella mientras se va incorporando con una expresión de sexo salvaje en su cara.
Me besa con furia, agarra mi pene y empieza a masturbarme con rapidez, se agacha y atrapa de nuevo mi pene con su boca.
Intento darle placer también y busco con mi mano su coño, cuando lo encuentro empiezo a masturbarle introduciéndole un dedo con la misma velocidad con la que ella me está masturbando, con la otra mano le acaricio el culo. Se separa y me pide que le folle ahora mismo.. Se vuelve dándome la espalda y saca una caja, mientras intenta abrirla con una llave yo le beso el culo y le acaricio los pechos. Saca un preservativo y me lo da, cuando voy a abrirlo ella se vuelve a apoderar de mi polla, le tengo que apartar diciendo que si sigue así acabaré de nuevo en su boca.
Me pongo el preservativo y mientras recorre mi pene siento que no voy a durar mucho.
Me tumba en la cama boca arriba y se pone encima, la atraigo hacia mí para metérselo pero ella lo coge con la mano y empieza a juguetear con el golpeándose el clítoris mientras acerca su pecho a mi boca.
Yo lo chupo con ganas y noto como se tensa de placer. Deja de masturbarse con él y se incorpora un poco, veo como se lo va metiendo poco a poco, miro su cara, sus ojos cerrados y su boca húmeda que me pide que la folle y subo un poco mis caderas hasta que está dentro completamente.
Es un momento el que estamos sin movernos, completamente unidos, para luego empezar a cabalgar, se incorpora un poco y yo voy levantando mis caderas con continuas embestidas que golpean su pelvis.
Elena me pide que vaya más rápido y yo agarro su culo para penetrarle con más fuerza. Quiero que se corra pero si seguimos a este ritmo no voy a aguantar mucho más.
Se echa sobre mí y sus pechos golpean mi cara al subir y bajar, yo estoy alucinando y la embisto con más fuerza, ella abre la boca y noto como sus piernas se tensan cuando llegan al orgasmo.
Bajo el ritmo acariciándole la espalda, ella se incorpora sin sacarse mi polla y sigo moviéndome lentamente. Elena se contonea encima de mi polla, parece que no se ha saciado, se acaricia los pechos, se lleva con lujuria los dedos a su boca y después de mojárselos se acaricia su clítoris echando la cabeza hacia atrás.
Me incorporo un poco y nos besamos, le chupo los pechos y la separo lentamente de mí hasta que saco mi polla.
Le digo que se de la vuelta, sigue de rodillas y se apoya en la cama ofreciéndome su trasero. Yo me pongo a su espalda y guiando mi polla la vuelvo a introducir en su coño acompañándolo con un gemido.
Sigo moviéndome pero ahora también acaricio su clítoris con mis dedos, con la otra mano acaricio su culo y sus pechos.
Estoy en un estado de placer continuo pero sin esa sensación de inminente orgasmo con lo que me recreo en dándole placer.
Las embestidas no son tan fuertes pero nos sentimos conectados, follando lentamente, sin las prisas por llegas al final y recreándonos en el acto.
Seguimos un rato así, nuestros cuerpos están empapados en sudor y brillan con la luz de las velas, introduzco un dedo en su boca y ella me lo chupa recordándome el orgasmo del ascensor.
Algo se despierta en mi que noto que no voy a durar más, se lo digo y empieza a mover el culo más rápido, yo acompaño sus movimientos cada vez con más furia hasta que acabamos los dos gritando y temblando con sendos orgasmos que nos hacen caer en el colchón.
Estamos resollando y sin tocarnos, sonriendo, las piernas temblando y el placer satisfecho..., por el momento.