Contabilizando sentimientos.

Cuenta la historia de como empezó mi interés por las clases de contabilidad.

Hola, como estáis? Antes de empezar el relato me gustaría daros las gracias por empezar a leer este relato. Es la primera vez que escribo aquí después de leer mucho.

Esta historia es totalmente real pero habrá datos cambiados por privacidad.


Empezaba un nuevo curso, yo acababa de finalizar mis estudios obligatorios y comenzaba un ciclo formativo de administración de empresas. No tenía nada de ganas porque nunca me ha gustado estudiar, pero por cuestiones familiares tenía que seguir estudiando. Ya sabéis, las madres nunca se conforman con una hija sin estudios.

Siempre he sido poco sociable, me ha costado mucho entablar conversaciones con personas desconocidas y mucho más llegar a conseguir confianza con alguien, así que este inicio me hacia estar nerviosa.

Desde el primer día llegaba a clase y me dedicaba a sentarme en primera fila, ya que tenía que estudiar, decidí hacerlo bien, aprovechando el tiempo. Pasaban las semanas y todo el mundo hacia nuevas amistades, yo seguía en mi sitio de siempre y sin necesidad de hablar con nadie.

Recuerdo que tod@s l@s profesor@s eran buenos y siempre te ayudaban, pero había una profesora de la que todos nos quejábamos.

Era ya una señora mayor, su asignatura era Contabilidad y a lo único a lo que le daba tiempo en la hora entera de clase era a leer los nombres de la lista para ver quien faltaba. A las pocas semanas dejo de venir y aquí empezó mi interés por esa asignatura...

Una mañana llegó una nueva profesora, muy joven, de hecho, hacia muy poco que había terminado su carrera.

Recuerdo cuando la vi por primera vez, se notaba que estaba muy nerviosa porque era su primer trabajo como profesora. Ella se llamaba Marina, era bastante alta, algo así como 1,80, tenía el pelo largo y marrón y unos ojos grandes marrones y con un cuerpo delgado y esbelto.

Llegaba de otra ciudad y tenía un acento que la hacía más atractiva aún, ella se mostraba muy estricta, quería hacerse respetar para que los alumnos no la tomasen por tonta, y lo consiguió. De hecho consiguió que todos prestáramos atención a sus clases.

Pasaron semanas y unos días se veía accesible pero otros sin embargo daba miedo hablar con ella, eso despertaba aún más mi curiosidad. Yo empecé a ser bastante buena en su asignatura, y ella pareció mostrar interés por mi, siempre me preguntaba por mis tareas y cuando explicaba parecía que me miraba exclusivamente a mi.

Pasaba el tiempo y fuimos hablando un poco más, congeniábamos bastante bien. Yo no tenía interés emocional en ella porque no sabía a que se debía que ella me llamase la atención.

Un viernes llegó a clase y nos leyó un poco de poesía porque a ella le gustaba y una tarde a la semana se celebraban lecturas de poesía en un salón, invitándonos a ir sí nos interesaba. Aquí fue donde yo vi mi oportunidad... Aún sin saber que quería de ella o con ella... Me alié con una amiga de clase para ir (para ese entonces ya había hecho alguna amiga), aunque ella no sabía que yo sólo la estaba usando como excusa.

  • Marina, Luisa y yo hemos pensado en ir a una de esas lecturas de poesía - le dije sin pensármelo dos veces.

  • Ah sí? - dijo Marina bastante sorprendida - eso está bastante bien, sí queréis yo os puedo decir la fecha y la hora y podemos vernos allí.

  • Seria perfecto - dije, tratando de ocultar un poco de felicidad.

  • Pues sí quieres me puedes dar tu teléfono y te aviso ahí - noté algo de duda en su propuesta pero aún así lo dijo.

  • Claro que sí, te lo apunto - dije mientras sacaba cualquier papel y bolígrafo de mi mochila.

Nos despedimos y no volvimos a hablar en todo el día, por la noche me llego un mensaje: "Me he enterado de que la próxima lectura es mañana a las 6, os viene bien? Marina."

Sin pensarlo y sin ni siquiera preguntarle a mi amiga que me iba a acompañar le contesté: "Sí! Es perfecto, pásame la dirección y allí estaremos".

Claro, no había pensado que al día siguiente era sábado, y mi amiga vive fuera de la ciudad los fines de la semana. Pero lo tuve claro, no iba a desperdiciar esta oportunidad y decidí ir yo sola.

El momento está a punto de llegar...


Hasta aquí os dejo el capítulo de hoy, espero vuestras opiniones y comentarios para saber que os parece y sí os gustaría que siguiese con el. Os aseguro que la historia no tiene desperdicio.

Gracias por leer.