Consulta con mi doctor de confianza
Me recargo ofreciéndole mis nalgas, que comienza a acariciar de manera deliciosa. Siento cómo su pene se abre camino a través de mi. Siento sus manos que me toman con fuerza por mis caderas, mientras me penetra acelerando su ritmo como a quien se le va la vida en esto.
Tenía una cita con mi doctor por lo que asistí al consultorio acompañada de mi esposo. Llevamos ya algunos años de casados; nos consideramos una pareja liberal, con algunas experiencias sexuales de infidelidad consentida en nuestro haber.
Después de esperar unos minutos en recepción, el doctor nos recibió en su consultorio, saludándonos de manera cordial, ya que después de tantos años de consultar con él, ya ha nacido una amistad entre nosotros.
Inició la consulta con las preguntas médicas de rutina, indagando acerca de mi salud. Me indica que es necesario auscultarme, y me dirijo a la camilla que se encuentra en otra sección del consultorio. Me siento sobre la camilla y el doctor se me acerca para tomar mi presión. Al sentir su cercanía, me pongo algo inquieta, me llena su aroma, se nublan mis sentidos y comienzo a sentir cómo sube un calor por mi cuerpo. Me percato que mi cuerpo está reaccionando: mi corazón late con más fuerza, mi respiración se ha acelerado, incluso comienzo a sentirme húmeda. Levanto la mirada y me encuentro con la mirada del doctor, que descubre en la mía el deseo, acerca sus labios a los míos, siento su aliento y estoy ansiosa por sentir sus labios. Nos damos un beso candente, lleno de pasión; mientras nuestras lenguas danzan al compás de nuestro deseo, siento el toque suave de sus manos liberando mis pechos, los cuales chupa con desesperación y delicadeza a la vez haciéndome estremecer mientras sus manos estrujan mis caderas.
A estas alturas mi cuerpo quiere más, mi piel vibra como nunca. Es como si todo lo que existiera para mí en este momento es esta deliciosa sensación que siento en todo el cuerpo.
El doctor continúa besando mi cuerpo, y desciende por mi abdomen recorriéndome con su boca de manera deliciosa, haciéndome estremecer con sus manos que acarician mis muslos encendiendo todavía más mi pasión. Estoy ansiosa por sentirlo en mi interior.
Retira mi tanga haciéndola a un lado, y se lanza a comerme con gran audacia arrancando de mi garganta unos gemidos que ahogo muy a mi pesar, no queremos que los pacientes que están en recepción nos escuchen y mucho menos la asistente del doctor. La lengua experta del doctor continúa explorando con avidez mi vagina, juega con mi clítoris, le aprisiono la cabeza entre mis piernas y empiezo a sentir cómo mi cuerpo es poseído por una oleada de placer que me hace estremecer, se nubla mi ser entero y mi cuerpo tiembla sin control alguno.
Cuando recupero el control de mi cuerpo, comienzo a acariciarle y besar su cuello, siento como se eriza su piel al sentir mi calor y mis labios húmedos. Busco sus labios con ansiedad mientras le acaricio le desabotono la camisa y le acaricio su pecho. Me bajo de la camilla y me hinco, acaricio sobre el pantalón su abultado pene que está ansioso por salir. Le desabotono el pantalón mientras le veo a los ojos rojos de lujuria, le bajo los pantalones y sus boxers, liberando su pene erecto, grueso y venoso; lo tomo entre mis manos, lo acaricio y siento cómo su cuerpo se estremece al sentir mis uñas en sus testículos al tiempo que le beso esa hermosa cabeza hinchada de su pene, volteo a verle a los ojos, mientras lo introduzco lentamente en mi boca, saboreándolo, disfrutando su firmeza. Lo tomo y lo recorro con mi lengua de la base a la cabeza, lo vuelvo a meter en mi boca, lo chupo con ansias y permito que mis dientes rocen levemente la base de su cabeza. Siento su estremecimiento, indicando que le ha gustado. Toma mi cabeza con sus manos y me empuja para que continúe chupando su deliciosa verga, lo que con gusto continué disfrutando.
En eso me levanta, me toma por la cintura y me planta un beso lleno de pasión jugando nuestras lenguas con gran afán. Me sienta en la camilla, y arranca mi tanga con desesperación. Abro mis piernas, ansiosa de recibirlo en mi interior, y sin más miramientos me penetra con decisión hasta que llega al fondo, obligándome a morderme los labios para no dejar escapar un gemido del placer de sentir cómo me llenó totalmente. Comienza a bombear con fuerza, yo lo abraso con fuerza con ansias de sentirlo lo más adentro posible. Mi cuerpo sudoroso comienza a generar explosiones de placer en mi interior que me nublan totalmente la razón, obligándome a besarlo para ahogar mis gemidos.
El recordar que estamos en riesgo de ser descubiertos, hace que mi excitación se dispare todavía más.
Le clavo las uñas en la espalda indicándole que quiero que bombeé más fuerte, acelerando su ritmo. Siento que me desvanezco de placer, y siento que él se empieza a tensionar, indicando que se acerca el momento en que ha de llenarme con su esperma.
Sin embargo, yo no deseo que termine aun este delicioso placer. Le obligo a detenerse, mientras le beso en la boca y le acaricio el cuello. Me bajo de la camilla, me hinco y meto esa deliciosa verga, ahora enrojecida, en mi boca saboreando la mixtura de nuestros sabores.
Me levanto, y le doy la espalda al doctor. Me recargo en la camilla ofreciéndole mis nalgas, que comienza a acariciar de manera deliciosa. Siento cómo su pene se abre camino a través de mi vagina, haciéndome sentir que mis piernas se aflojan de tanto placer que me está dando. Siento sus manos que me toman con fuerza por mis caderas, mientras me penetra acelerando su ritmo como a quien se le va la vida en esto.
Mi cuerpo entero está a disposición total del doctor, en estos momentos soy suya totalmente. Todo mi cuerpo se estremece, siento cómo su pene se hincha todavía más. Ambos estamos llegando al clímax, me contraigo al sentir el inminente orgasmo que inunda mi ser al mismo tiempo que siento cómo su esperma me llena hasta lo más hondo. Es una explosión que me llena y me transporta al más grande de los placeres como nunca antes la había sentido.
Siento su aliento en mi nuca, cuando se recarga en mi espalda, totalmente agitado. Me besa, y me agradece por este momento maravilloso. Ninguno de los dos queremos separarnos, no queremos que termine este mágico momento. Siento cómo su pene va disminuyendo de tamaño, y el esperma comienza a escurrirse por mis piernas.
En eso levanto la cabeza, y me parece ver que hay alguien que nos observa. Volteo y me doy cuenta que es mi esposo, que ha estado viéndonos desde el inicio. Fue tanta mi excitación que me olvidé por completo de él.
Se acerca, me da un beso lleno de pasión en mi boca. Abre mis piernas, se agacha y comienza limpiarme con su lengua de todo el esperma que ha escapado de mi interior, para llegar luego a mi vagina y limpiarla con gran detalle y pasión, arrancándome otro orgasmo.
Entre ambos me ayudan a vestirme. Nos despedimos el doctor y yo, le beso en los labios agradeciéndole por tan rico momento, y con la promesa de volvernos a encontrar.
Salí del consultorio junto con mi esposo, receta en mano, con una gran sonrisa. Pasamos por recepción y nos alejamos tomados de la mano, divertidos al imaginar que las personas en la sala de recepción no tienen idea de la deliciosa consulta médica que acabo de recibir, la mejor de mi vida.