Consolando a Mi Madre (04)

Las cosas con mi mamá siguen y, aparentemente, ella es una caja de sorpresas. Jamás imaginé a mi propia mamá pidiéndome que la maltratara.

Consolando a Mi Madre 04

Bueno… mamá, quiero que me respodás 2 cosas: somos madre e hijo, ¿cómo fue a pasar esto, en qué punto dejamos de serlo? Y… ¿dónde aprendiste todo lo que sabés hacer en la cama?

Mamá se me quedó mirando, sus ojos dibujaron desconcierto y vergüenza, los bajó y evadió los míos. Se quedó en silencio, un silencio muy tenso, pensé que había metido la pata pero ya no era hora para arrepentirse, de todas maneras aquel era un tema que tarde o temprano íbamos a tocar, mejor de una vez.

Amor… yo… es que… no sé, no sé… no sé qué decirte

¿Sobre cuál de las 2 preguntas?

No tengo respuesta para la primera… y la segunda me da muchísima vergüenza.

¿Por qué te da vergüenza?

-… – mamá bajó más la mirada, no quería hablar.

¿Mama? ¿Qué has hecho? – ella subió entonces la cara, sus ojos estaban rojos y mojados, y su gesto me hablaba de dolor y sufrimiento.

Ay mijo, no quiero que pensés nada malo de mi… todo lo que sé me lo enseñó tu papá.

¿Y entonces por qué te da tanta vergüenza? – mi pregunta era bien fundada, se suponía que las cosas que uno hace con su pareja, no debían causar vergüenza… o por lo menos eso pensaba en esos días.

Es que… es que

¿Es que qué?

-… – mamá suspiró profundamente – te cuento lo que querrás nene, lo que querrás. Solo te pido una cosa, no vayás a juzgarme ni a pensar nada malo de mi. Te juro que me muero si eso llega a pasar, mi vida es muy sola, solo los tengo a ustedes 2 – a mi hermana y a mi – Los 2 son todo para mi. Preguntame y te prometo que voy a tratar de contestarte con toda la sinceridad del mundo. Pero me da mucha vergüenza, así que te lo cuento poco a poco.

Bueno, acababa de tocar un punto delicado y doloroso, pero como dije, ya no me podía echar para atrás. Quería saberlo todo sobre esa mujer que creí conocer, pero que aparentemente tenía muchos secretos que ocultar. Sin embargo, y como suele suceder cuando uno tiene muchas dudas y una gran sed de verdad, no sabía por donde empezar.

¿En dónde aprendiste a chuparla así mami?

Pues… con tu papi, ¿con quién más?

¿El te enseñó?

Si… así como todo lo que he hecho contigo. – mamá notó mi gesto de celos y enojo, por lo que se apresuró a continuar – ¿Querés saber de eso, de mi vida sexual, de mi experiencia? – asentí con la cabeza – Bueno, entonces te tengo que contar desde el principio… aunque, mejor vamos poco a poco. Aprendí a realizar felaciones porque a tu padre le encanta que se lo haga. Desde la primera vez que tuvimos relaciones me dijo que quería que se lo hiciera y, pues, como casi siempre le doy gusto en todo, aprendí a base de hacerlo a diario.

¿A diario? - pregunté algo sorprendido.

Si, el me lo pedía a diario.

Pero entonces le encontraste el gusto.

Pues… más o menos. – me dijo ruborizándose.

¿Cómo de que más o menos?

Mirá, a base de costumbre una aprende a disfrutar de las cosas.

Pero cuando te vi haciéndolo con papá no parecía que te gustara.

Pues… es qué… – el semblante de mamá se tiñó de pena y vergüenza – tu papá siempre me ha usado a su antojo, y, pues… es que me da mucha vergüenza decir esto.

¿Qué cosa mami?… dijiste que me lo ibas a contar todo

Bueno… – mamá tomó una honda bocanada de aire – como ya te dije, a base de costumbre una aprende a disfrutar de las cosas, buenas o malas. Jamás me gustó que tu papá me usara a su antojo, sobre todo porque yo siempre espero algo más de el. Pero te mentiría si te dijera que, al final, no aprendí a gozar de… eso

¿Qué eso?

De su dominio… de su machismo

¡¿Que qué?!

¡Es que ni yo misma me lo explico! Me di cuenta hace mucho tiempo, pero hasta ahora lo he aceptado. Supongo que fue por la educación que recibí, cómo bien sabrás, en mi familia nunca hubo unidad. Mi padre, tu abuelo, – a quien apenas conocí mientras vivió, pues la familia de mi madre estaba muy distanciada de nosotros – era un hombre muy machista y dominante, nos mantuvo a tus tías y a mi en un sistema muy rígido. Nunca nos dejaba hacer nada, nunca nos dejaba salir, llevar una vida social normal, mucho menos tener novios. Por ello todas nos casamos muy rápido, principalmente para salirnos de la casa, ya no aguantábamos.

¿Tan malo era?

No era cuestión de ser malo o bueno, simplemente era un hombre normal educado de esa forma, con un montón de defectos encima que llegaban a opacar todas las cosas buenas que tenía. Y como era muy machista, para el las mujeres solo servían para estar en la casa y servirle al hombre. Primero fue Lucía la que se casó, gracias a Dios con Arturo. Luego me casé yo con tu papá, luego tu tía Laura con Kike y finalmente tu tía Verónica con Raúl. Todas nos lanzamos a la vida de esposas y amas de casa por no poder aspirar a más, pues nuestro padre no nos iba a dar educación.

¿Y la abuela no hizo nada?

Tu abuelita siempre fue una mujer muy débil, en la casa no tenía ni voz ni voto. No la culpo, así la educaron… así como me educaron a mí, yo salí muy parecida a ella.

¿A tí?

Si mijo, a mi… me imagino que tengo muy metido adentro esa forma de vida, que ser maltratada y usada como un objeto pues, ha llegado a parecerme normal. Y pues… le encontré el gusto aunque me cueste y duela admitirlo.

Parece mentira todo eso… supongo que todos tenemos algo dentro que no conocemos. Hasta me cuesta creerlo.

Si… así es… – me dijo, mientras volvía a agarrar mi pene, que descansaba flácido sobre mi vientre – ¿Querés ver que tan en serio estoy hablando? – me preguntó muy roja, yo solo asentí con la cabeza – Bueno, sentante en la orilla de la cama entonces

Hice lo que me pidió, me senté a la orilla de la cama, ella se puso de pié y se despojó del top, quedando ahora si completamente desnuda. "Tenemos como 40 minutos para esto nene, hay que aprovechar el tiempo" me dijo, colocándose tendida, boca abajo, sobre mis rodillas, dejando su tórax y trasero colgando como una niña a punto de recibir una tunda de nalgadas propinadas por su padre… y eso era lo que buscaba

Ahora empezá a nalguearme

¡¿Qué, cómo?!

Que empecés a nalguearme, y duro, para que veas lo que te estaba diciendo.

¡¿Querés que te pegue y te maltrate?!

¡Si mijo, dale, no hay problema!… y mientras lo hacés, chequéame el aceite con los dedos para que te des cuenta de todo. – ¿"chequéame el aceite"?, esa era una de las expresiones más vulgares que había escuchado de ella hasta entonces y que no pensé que siquiera conociera.

Bueno, sin saber bien qué esperar, comencé a nalguear a mi madre, al principio no muy duro, pero a medida que iba tomando más confianza también aumentaban de fuerza mis azotes. En una de esas hice lo que me indicó, que le "tomara el aceite", y me llevé una gran sorpresa, ¡mi mamá estaba mojadísima!

¡Mamá, estás empapada!

¡Siiiiii, muy mojada!

¡No lo puedo creer, te calentás con esto!

¡Si mijo, es el morbo de ser azotada por tu propio hijo!… ¡Dale mi amor, hacé de tu madre tu puta!

Aquello era demasiado, demasiado bizarro para mi, mucho más allá de la cosa más degenerada que jamás me imaginé. A cada nuevo azote su excitación creía, empezaba a moverse como un gusano, a parar las nalgas para recibir mejor mi maltrato. Y yo me calentaba también, sentía mi pene explotar bajo el peso de su cuerpo. En una de esas, por puro impulso animal, la tomé del pelo y se lo jalé fuerte, mamá solo gimió con fuerza.

¡¡¡OOOOOOUUUUHHHHHHH!!! – su gesto era de placer supremo, de un fuerte y profundo goce.

¡¡GOZALO PERRA!! – le dije inmediatamente, sorprendiéndome yo mismo de mis palabras.

Había insultado a mi propia madre, y no solo me sentía más excitado, sino con más ganas de seguir. Ella se mostraba igual, aparentemente le gustó que la llamara perra. Jalándola más duro del cabello enterré 3 dedos de mi mano dentro de la vulva de ella, encontrándola más mojada y caliente. Empecé a meterlos y a sacarlos con fuerza, velozmente. Ella gemía más duro y profundo cada vez, lo estaba gozando como una loca, como una auténtica degenerada, hasta que estalló en un fuerte orgasmo, que si Julita no lo escuchó era porque estaba embelezada con su telenovela y el mundo se acaba para ella en esos momentos.

¡¡¡AAHH, AAHH, AAHH!!! ¡¡¡RICARDO, RICARDO MIJOOOOHHHH!!! ¡¡¡AAHH, AAHH, AAHH!!! ¡¡¡YA, YA NO AGUANTO NENEEEE, AAHH, AAHH!!!… ¡¡¡¡VOY A ACAAAAAAHHH… AAAAAAAGGGGGHHHHHHH!!!! – mamá gritó como un mujer torturada y comenzó con violentos estertores que casi la tiran de encima de mis piernas.

Mis manos quedaron totalmente empapadas en sus flujos, además de mi propio semen, que había depositado dentro de ella minutos antes. Mi progenitora estaba sudando copiosamente, jadeando, con su morena piel enrojecida y los ojos cerrados, con la lengua de fuera.

Y yo ardía, mi pene ya no soportaba, así que me levanté con brusquedad, teniendo la mala pata de no poderla sostener, por lo que mamá cayó al suelo. Eso, lejos de molestarla, pareció excitarla más, ya que desde el piso me abrió las piernas de par en par, mostrándome su empapada raja abierta, con los labios dilatados bajo su denso matorral de pelo negro. Podía ver mi semen asomarse a través de ella, como invitándome a depositar más adentro.

Sin pensarlo 2 veces, me saqué la camisa como un rayo y el pantalón, para luego echarme sobre ella y penetrarla sin pensar en nada más. Se la metí hasta el fondo, ella me recibió con un profundo y fuerte gemido que se vino acompañado de un concierto de jadeos, gruñidos, grititos ahogados y más gemidos. Me la cogí como quise, duro y largo, como ya había acabado pudo aguantar más. Se la dejaba ir con todo, luego se la sacaba casi por completo y se la volvía a meter de golpe, todo a un ritmo vertiginoso.

Sentía sus grandes senos morenos mecerse debajo de mi, pegados a mi pecho por el sudor que cubría nuestros cuerpos. Sentía su respiración en mis orejas, así como el sonido de su voz celebrando todo el placer recibido. Sus manos se aferraban de mi espalda con firmeza, a veces clavándome las uñas, y yo besaba y lamía su cuello, mordiéndoselo y chupándole cuanto podía. El placer era demasiado y ya no pude contenerme más.

¡¡¡¡MAMÁ, MAMÁ, MAMAAAAAAGGGGHHHHHHH!!!!

¡¡¡DALE MIJO, ACABEMO TODO ADENTRO, QUIERO SENTIR TUS CHORROS CALIENTES DENTRO DE MI!!!

¡¡¡¡OOOOOOUUUUUURRRGGGGGHHHHHH!!!!

Terminé dentro de ella como un cerdo, clavándola más adentro mientras me vaciaba en su interior. ¡Qué sensación, que delicia! Al final quedé encima de ella, jadeando, sudado por completo (también ella). Mamá se quedó acariciándome el cuello y la espalda un poco, creo que hasta me dormí. Solo la escuché decir: "soy tu puta, tu puta, solo tuya…", supongo que por el calor de la lujuria.

Y mientras seguía sin poder creer que todo aquello fuera verdad, que ella realmente se hubiese excitado con mis malos tratos. Y pensaba en lo que el futuro me depararía, pues aparentemente esto no estaba sino que empezando. ¿Hasta dónde sería capaz mi madre de llegar? Eso, solo el tiempo me lo respondería

Continuará

Ricardo David

(Garganta de Cuero)

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.