Consolando a Mi Madre (03)
Nuevamente tengo un caliente encuentro con mamá, pero hay muchas dudas en mi mente. Sobre todo porque ella se comporta como una experimentada mujerzuela en la cama, cuando se suponía que era un ama de casa recatada y conservadora.
Consolando a Mi Madre 03
Después de ese día, en que cogimos por primera vez, las cosas nunca volvieron a ser las mismas, como cabría imaginarse. Ya no hicimos nada más luego de levantarnos de la cama, tan solo nos quedamos sobre ella como por una hora, acurrucados uno al lado del otro, desnudos y acariciándonos. Ella apoyaba su cabeza sobre mi hombro al tiempo que me empiernaba y me dejaba manipular a placer sus hermosos senos. Pero tuvo que levantarse cuando regresó Julita, nuestra mucama.
Nos vestimos y salimos, apenas nos dirigimos la palabra el resto de la tarde, no sabíamos que decirnos. Pero la cosa pudo ser mucho más tensa si no hubiese sido por la sonrisa que ella mantuvo en sus labios durante todo ese tiempo, hasta antes de irnos a la cama. Sinceramente esperaba que se me fuera a meter de nuevo a la cama, pero sabía que aquello era más que improbable siendo que mi hermana dormía cerca.
Me costó dormirme, estaba muy excitado, muy avispado, me fue difícil dejar de imaginar su cuerpo desnudo, ese hermosos cuerpo moreno, de senos grandes, redondos, firmes, con unos pezones puntiagudos y oscuros en medio de unas aureolas amplias un poco más oscuras que estos. Me recordaba pasando mis dedos por todo lo largo de su vientre plano hasta perderse en medio de sus piernas, internándose en la densa selva negra que poblaba sus ingles hasta adentrarse en su oscura y húmeda gruta del amor, una deliciosa vulva de labios carnosos y un clítoris mediano, el conducto que me vio nacer.
Huelga decir que tuve un sueño húmedo, y que lo disfruté mucho. Pero lo mejor de todo fue cuando desperté, minutos antes de que el despertador me levantara para arreglarme para el colegio. Sentí un delicioso cosquilleo que me traía de regreso a la realidad poco a poco hasta que abrí los ojos. Frente a mi, de rodillas y sin ropa, mi madre tenía la cabeza metida por debajo de mi pene, lamiéndome los huevos mientras sus manos me masajeaban al primero, ¡vaya forma tan dulce de despertar! Solo veía su silueta desnuda bajo la tenue luz de la madrugada (aun no amanecía) con su cabeza subir y bajar al ritmo del sexo oral que me hacía, pero no hacía falta ver nada más, el placer que me daba era más que suficiente.
Subió su cabeza de nuevo y atrapó mi glande con sus labios, empezando a chuparlo como si fuese un bombón. Lo succionaba y lo acariciaba con su lengua al mismo tiempo que masajeaba vigorosamente todo el tallo de mi verga, era algo delicioso. Aun me chocó un poco que tuviera tanta habilidad para dar mamadas, sobre todo porque me imaginaba a mi padre haciendo que se la mamara, pero el goce era tan grande que rápidamente borré esas ideas de mi mente.
¡¡¡OOOOOHHHH, QUÉ RICOOOOHHHH!!! exclamé en un grito sordo, ahogado en un gemido sin voz que salía de mi pecho para no despertar a nadie - ¡¡¡VOY A ACABAR MAMA, VOY A ACABAAAARRRRGGGHHHH!!!
Pero mi madre hizo oídos sordos a mi aviso y se dedicó a succionar más duro, con más fuerza. Y yo acabé mordiendo la almohada y revolviéndome como un gusano mientras inundaba su boca con los chorros de esperma que salían de mi pene. Vi que ella no pudo retenerlo todo dentro, y una cantidad considerable se le salió de la boca. Pero eso no le importó, ella continuó lamiendo y frotando, montándose sobre mis piernas para poder llevarse mi macana y colocarla ente sus senos, en donde la aprisionó y apretó. Yo no cabía en mi de gozo, la veía pegarme una paja cubana mientras seguía chupando, lo que provocara que mi semen se cayera y embarrara por completo sus generosos pechos y su rostro.
Prendí la luz de mi lámpara y la vi por fin, estaba completamente embarrada en mis fluidos, veía restos blancos en su barbilla, en su nariz, saliendo en largas ligas desde sus labios, sobre sus tetotas que brillaban. ¿Era esa mujer la madre tierna, dedicada y conservadora que conocí, o de repente se convirtió en una mujerzuela sedienta de sexo? Pero bueno, ¿para qué ocuparme de eso ahora?, mejor era reflexionarlo luego.
Buenos días nene me dijo, aun relamiéndose todo mi semen,
Buenos días mami le dije embelezado mirándola.
Ahí te apurás que ya casi es hora de levantarte
¿Ah? pregunté, olvidándome por completo que aquel día era miércoles y que debía ir al colegio.
Sin darme tiempo a nada más se levantó y cruzó por el armario hacia su habitación, dejándome con una nueva y tremenda erección y con una palabra de protesta en la boca. Justo en ese momento mi despertador comenzó a sonar, efectivamente ya era hora de irme al colegio. No había caso seguirla, el despertador de mi hermana sonaba a la misma hora y era arriesgado tratar de hacer algo en ese momento.
A regañadientes me levanté, tomé mi toalla y bata y salí en dirección al baño del pasillo, mientras mi hermana seguramente estaba entrando al de la habitación de mis padres, que es el que siempre utiliza. Me duché deseando que mamá entrara "casualmente" al baño (que no pasó), luego me vestí y bajé a desayunar. Ella estaba vestida tan solo con una bata delgada, la que amarró no muy bien, por lo que la parte de enfrente se habría para dejarme una bonita visión de su escote. Todavía vi que tenía algo entre la boca, que estaba como jugando con el, parecía un chicle. Eso si, me lanzaba calientes y discretas miradas cómplices al mismo tiempo que me sonreía maliciosamente.
Pasé toda la mañana distraído en el colegio, pensando en ya saben qué mientras los maestros daban clases. Pero no estaba del todo contento, aun me molestaba esa fea pregunta, ¿quién era esa mujer, que en el día era la madre más cándida del mundo y por la noche se convertía en una hembra sexual e insaciable?
Me incomodaba especialmente la posibilidad que lo hubiese aprendido con mi padre. Claro, en realidad sabía bien que aquello era un hecho, pero me enojaba mucho, el no era un hombre que mereciera tener una mujer tan buena como ella, tan consentidora, tan dulce, tan bella. Mi relación con el era algo más que distante, el nunca estuvo en ninguno de los momentos felices de mi niñez, y cuando estaba siempre causaba problemas. Más que distanciaron, puedo decir que lo despreciaba. Claro, jamás se lo demostré abiertamente, no era tonto.
Pero bueno, el hecho es que pasé todo el día en el colegio pensando en la fea posibilidad de que mi mamá no fuera la mujer maravillosa que siempre pensé, y que llevara una especie de doble vida. Después de todo había cogido con su propio hijo y por la mañana lo despertó con una mamada digna de una actriz porno.
Así regresé a la casa, aun pensativo, además la resaca moral ya empezaba a pesar un poco más. Encontré todo como siempre, mamá metida en sus quehaceres ayudada por Julita, mi hermana y yo haciendo tareas, etc., las cosas que siempre hacíamos. No había nada extraño, salvo algunas miradas raras de mi madre hacia mí, me veía con picardía. En una de esas, se me acercó y me susurró al oído:
¿Me pregunto si tu hermana va a querer salir a jugar con sus amiguitas esta tarde? inmediatamente mi pene reaccionó, como si esa "cabeza" tuviera un cerebro que detectara los dobles sentidos.
Pasó la tarde, y como a eso de las 5, Majitos pidió permiso para salir a jugar con sus amiguitas, el corazón me comenzó a latir más rápido. Luego, como a las 6, Julita se retiró a la cocina y prendió la pequeña televisión que tenemos allí, su telenovela favorita estaba a punto de empezar. Esa fue como una especie de clave que me alertó, junto a mamá, para poner en marcha nuestros planes, que ambos compartíamos a pesar de que no lo habíamos comentado.
Ricardo, ¿me ayudás con unas cosas allá arriba? me dijo.
Si claro mama le respondí nervioso, y nos fuimos de la cocina, dejando sola a Julita que no nos puso atención.
Llegamos a su habitación, ella cerró con llave y aun hizo una llamada a Majitos para recordarle que regresara temprano, a sabiendas que ella protestaría y trataría de negociar para llegar más tarde "saliéndose con la suya", así que gracias a mi astuta mami teníamos por lo menos una hora para estar solos. Solo se sentó sobre la mesa y se me quedó mirando, como invitándome a asentarme a su lado.
Miren, no me van a creer pero les juro que mi intención hasta ese momento, por muy caliente que pudiera encontrarme, era solo de platicar, habían muchas cosas que debían tratar, muchas dudas que despejar. Además, ella era mi madre, la resaca moral ya me había convencido de que lo que hicimos no estaba bien y que debíamos corregirlo para salvar nuestra relación. Pero ella tenía otros planes
"Mami, tenemos que hablar " le dije sentándome a su lado, pero a ella no le interesaba en lo más mínimo ponerse a platicar, sino que se inclinó hacia mi y me empezó a besar apasionadamente. Yo traté de insistir aun, pero no pude, pues cuando sentí ella ya se estaba montando sobre mis piernas.
Yo aun traía el uniforme de mi colegio, camisa blanda de algodón con botones y de manga corta, y pantalón de casimir gris. Mamá vestía un pantalón pescador naranja, con una blusa blanca larga y holgada que de inmediato se quitó, quedándose tan solo con un top blanco que apenas lograba ocultar sus grandes senos morenos. La mitad de estos se le salían por arriba, y si se los metía, seguramente la mitad se le saldrían por debajo.
Clavándome sus ojos cafés, que brillaban con una mirada de tigresa que nunca le había conocido, me tomó de la nuca y llevó mi cara hacia ellos, empezando yo a lamerlos y mordisquearlos. Apretaba sus pechos contra mí, a veces no me dejaba respirar, pero no me importaba, ya no estaba pensando con la cabeza sobre mis hombros sino que con la otra. Metí mis manos bajo su pescador y me llevé una sorpresa, mi madre llevaba una tanguita.
¿Traés una tanga? le pregunté sorprendido, sacando la cabeza de ese cómodo escondite.
Si, compré todo el conjunto esta mañana para ti nene. ¿Lo querés ver mejor? supongo que mi cara de tonto le dijo que si.
Se bajó de mis piernas y empezó a moverse de formas ondulantes como una serpiente en el agua. Me di cuenta que en realidad no tenía mucha experiencia bailando, lo cual era comprensible, papá jamás la sacaba y supuestamente de joven tampoco salía de fiestas. Aún así consiguió calentarme un poco más, mientras veía como se iba bajando poco a poco el pantalón, de espaldas a mí.
¡Dios mío, jamás pensé ver a mi madre haciendo eso, tampoco enfundada en esas prendas!, aunque más que sensuales eran del tipo deportivo, pero no importaba, se veía fenomenal. Sus grandes nalgas redondas y morenas se veían perfectamente bien, mientras la delgada tirita blanca se le perdía en medio de estas justo por debajo del triangulito que la prenda formaba. Por adelante, las tetas casi se le salían del top, mostrando sus oscuros pezones por encima del borde.
Se terminó de bajar el pantalón y se apoyó con las palmas de las manos contra la pared, dándome una visión perfecta de su tremenda anatomía. Así empezó a menear las caderas, sabiendo que me estaba calentando a más no poder. Sin perder más tiempo me puse de pié y me dirigí hacia ella, la tomé por detrás y me aferré de sus senos, apretándolos al mismo tiempo que le lamía la espalda. Por su parte se puso a restregar el trasero sobre mi cada vez más abultada entrepierna, que pugnaba por ser liberada.
Tocame toda nene manoseame mijo soy tuya, podés usar a tu madre como querrás me parecía mentira que fuera ella la que me estuviera pidiendo aquello en susurros.
La seguí tocando, ya no sabía en donde poner las manos, pues igual estaban sobre sus tetas, amasándolas y pellizcándole los pezones, tirando de ellos o solo rozándolos, como podía estar recorriendo sus larguísimas piernas y entreteniéndome con su gran culo y metiendo mis manos por debajo de su tanga, entre su matorral de vellos negros. Y ella se movía como una serpiente, moviendo todo su cuerpo, buscando acomodarse para recibir mis caricias de mejor manera, entregándoseme como mujer.
Y cuando sentí que nuestras calenturas no podían elevarse más, mamá volvió a sorprenderme con una nueva e inesperada sugerencia:
Podés ser más brusco nene
¿Qué? ¿Cómo?
Que podés ser más brusco conmigo nene, no importa de verdad
Nuevamente me desconcertó, ¿acaso mi propia madre me estaba dando permiso para maltratarla? No sabía qué hacer, solo me quedé parado un minuto hasta que decidí intentar algo, elevé la mano y le pegué una tímida nalgada, sin mucha fuerza, pero ella reaccionó de una forma que no me esperaba. Suspiró profundamente y se revolvió como un gusano, cerrando los ojos y elevando la cara hacia el techo.
¿Le gustó? ¡Le gustó! ¡A mi mamá le gustó que yo, su propio hijo, le pegara una nalgada! Otra vez apareció esa fea duda en mi mente, pero tampoco era oportuno preguntarle (¡por mula lo iba a hacer!), y como esa reacción me afectó también, elevando mi excitación, le volví a dar otra, esta vez un poco más fuerte. Nuevamente se revolvió y pegó un profundo suspiro, que aumento en intensidad cuando le propiné una tercera y una cuarta nalgada, la cual terminó por hacerla abrir la boca y hacerla casi gemir.
Aun le di otros 2 azotes cuando la escuché susurrar algo que me esperaba aun menos de ella:
¡Dominame mijo, someteme! ¡Soy tu esclava nene, tu esclava, dominame! no lo podía creer, aquello era ya demasiado, esa no era mi madre.
Sentí una mezcla entre ira y celos, y eso mezclado con la lujuria hizo que ya no pensara en nada más. Le volví a dar 2 azotes más en el culo, esta vez fuertes, y luego la sujeté violentamente del cabello, jalándole la cabeza hacia atrás y estampándole un beso largo y lleno de saliva y de lengua. Ella gimió con los ojos cerrados y gesto de profunda lascivia, no hizo nada para detenerme o de protestar, es más, parecía que trataba de clavar las uñas en la pared.
Sin delicadeza le bajé la tanga y me abrí la bragueta del pantalón, sacándome la verga la clavé de un solo movimiento, metiendo mis 19 cm. de masculinidad hasta el fondo de su delicada raja que ya se encontraba mojada. Ella pegó un fuerte suspiro y un gemido ahogado, echando las caderas hacia atrás para recibirme mejor y más adentro.
Me aferré a sus caderas y comencé a darle, duro y tupido como dicen, estrellando las caderas contra sus enrojecidas nalgas que se estremecían ante cada nuevo embate. Ella gemía calladamente como ya dije, resoplando y respirando agitadamente, era como una prostituta de lujo entregándose a su cliente de turno.
¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡OOOHHHH!!! ¡¡¡SIIIII, MAAASSSS, MAAASSS!!! ¡¡¡SOY TU PUTA MIJO, TU PUUUUUUTAAAAAAHHHHH!!!
La jalé y sin sacarle la verga la tiré sobre su cama boca abajo, solo de la cintura para arriba, pues las piernas las tenía sobre el piso. Con mi peso la inmovilicé, ella de todas maneras no trató de zafarse, apunté mi enardecido falo y la penetré de nuevo. Ella llevó sus brazos hacia atrás y tomó los míos, yo hice lo mismo que quedamos enganchados así. Jalé un poco y la levanté, quedando con la parte superior del cuerpo colgando mientras seguía dando cuenta de su delicioso sexo.
¡¡¡AGARRAME DEL PELO NENE, JALAME DEL PELO BEBEEEEGGGGHHH!!!
Y como si sus deseos fueran órdenes, la solté y le agarré el cabello a modo de riendas. Ella se apoyó en la cama y se dejó hacer por su hijo, que estaba gozando como un loco. Estábamos sudando copiosamente, jadeando y agitados, con las pieles enrojecidas por el esfuerzo y nuestros corazones latiendo a mil por hora. Ya no podía más, aquello era demasiado, demasiado placer y yo aun era inexperto.
¡¡¡¡MAMÁ, MAMÁ MAAAAMAAAAAAAGGGGGHHHHHH!!!! gemí con fuerza al mismo tiempo que inundaba su vagina con los chorros de mi caliente esperma, tuvimos suerte de que Julita no nos oyera.
¡¡¡DALE MIJO, INUNDÁ A TU MADRE, DEJÁ TU SEMEN EN LA VAGINA QUE TE VIO NACER!!!
Quedé jadeando y con los ojos cerrados, con el pene aun dentro de mamá. Poco a poco se fue achiquitando hasta que se salió de su interior, momento en el que me tiré agotado en el colchón. Ella se puso a mi lado, recostando la cabeza sobre mi hombro. Estábamos empapados y agotados, pero muy satisfechos. Yo todavía tenía mi uniforme escolar, que se pagaba a mi cuerpo por acción del sudor, ella conservaba tan solo el top, que estaba más que transparente por la misma razón, marcando a la perfección sus pezones.
Y como luego de la tormenta viene la calma, también la lucidez para la reflexión. Nuevamente vinieron a mi mente las dudas y las preguntas, ¿quién era realmente esa mujer y dónde había aprendido todas esas artes amatorias? Y aun sabiendo de antemano la respuesta, me decidí preguntar.
¿Te gustó mi vida?
Si mami, mucho sos increíble
¿De verdad?
Si, de verdad increíble
Gracias mi vida. Ya sabés que estoy a tú disposición para lo que querrás
Pero ¿por qué?
¿Cómo por qué?, pues porque te quiero nene.
Si, yo sé, pero ¿por qué?
¿Cómo así mijo?
Si, soy tu hijo, esto no debió pasar nunca pero es lo máximo, lo mejor. Pero bueno
¿Qué mijo, qué?
Bueno mamá, quiero que me respodás 2 cosas: somos madre e hijo, ¿cómo fue a pasar esto, en qué punto dejamos de serlo? Y ¿dónde aprendiste todo lo que sabés hacer en la cama?
Continuará
Ricardo David
(Garganta de Cuero)
Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.