Consolando a Mi Madre (02)
Todo se ha consumado, mi madre y yo hemos dejado de ser madre e hijo, y ahora somos hombre y mujer.
Consolando a Mi Madre 02
A la mañana siguiente me sentí de lo peor, como la basura más asquerosa del mundo y el ser más vil que hay. ¡¿Cómo pude masturbarme calentado por la imagen de mi madre siendo poseída por mi padre?! ¡No lo podía entender! Aun desde mi cama logré escuchar, pocos minutos después, los bramidos de placer de mi padre eyaculando todo su furor dentro de ella siendo lo primero que pensé fue "¡Qué gozada se acaba de dar el viejo!".
Y lo peor era la vergüenza que sentía por haberme dejado ver por mamá. Esa mañana me levanté temprano y me fui directo a la calle, simplemente a caminar porque no tenía casi amigos en mi colonia. No me detuve hasta que estuve bastante alejado de mi casa, el corazón me latía a mil por hora, estaba muy nervioso y no sabía qué hacer para arreglar las cosas. Pobre mamá, no me podía ni imaginar la terrible vergüenza que debió sentir al darse cuenta que la estaba mirando.
Se me pasó el tiempo sentado en una banca, no quería regresar para no verla a los ojos, pero al final tuve que volver. Llegué ya en la tarde, luego del almuerzo. Mi papá me regañó por no haber llamado o avisado y mi mamá ni siquiera me vio a los ojos. Y yo me sentí aun peor.
Las cosas cambiaron desde ese día, cada vez que me encontraba con mamá no podía dejar de verle los senos y el trasero, cada vez que la veía mi pene se crecía. Y por mi padre comencé a sentir un gran sentimiento de envidia y antipatía, y la verdad es que no sabía porqué.
Cada noche que mi padre estuvo con nosotros, casi por inercia, me paraba de la cama, entraba al walk in closet y me ponía a espiar lo que estaban haciendo. Y ella siempre se daba cuenta, y sin embargo nunca hizo nada. Jamás me regaño por ello ni me llamó la atención, solamente me dejaba ver. Por supuesto la resaca moral del siguiente día era horrible. Ya no podía verle la cara después de haber tenido una gran relación y una gran confianza madre e hijo.
Así los vi por 3 días, vi a mi padre hacer lo que se le vino en gana con mi madre. La puso en posiciones diversas, algunas de las cuales me parecían verdaderamente desagradables. Lo escuché mugir, gritar y maldecir de la excitación y del deseo. Y vi a mi madre dejarse utilizar como un juguete, sin protestar nunca, aunque me también pude notar como, despacio, ella se mostraba más receptiva con mi padre, a pesar que sabía que los estaba viendo.
Solo fueron 3 días porque los demás mi padre los pasó de farra o con sus amantes. Pero a pesar del corto tiempo me di cuenta de que deseaba a mi madre como un loco y ella me deseaba a mí también, aunque ni ella ni yo no lo sabíamos.
Papá regresó a sus labores como si nada, su despedida de mamá fue una de sus sesiones de "masturbación acompañado" que tanto le encantaba practicar con ella y de mí su clásico "te portás bien cabrón". Fue una gran decepción para mamá, parecía haber perdido la fe en él, en ella misma y en su matrimonio. Cayó en una profunda depresión y yo no podía hacer nada. No me atrevía a abordarla y preguntarle lo que le pasaba, me daba una gran vergüenza, no me atrevía luego de que ella solía ser mi mejor amiga. Y mis sentimientos hacia ella también habían cambiado. Ahora sentía una gran atracción sexual, siendo la tensión entre los dos muy grande.
Así pasó como un mes, cada día más triste y cansada, la veía consumirse poco a poco. Despacio nos íbamos alejando cada vez más, aquellos abrazos y caricias que me daba ya no existían al parecer. Sin embargo, cierto día yo me encontraba en mi cuarto, estaba leyendo una revista y me tomó por sorpresa y me asustó su súbita llegada. Estaba hecha un mar de lágrimas y con un puchero en la boca me dijo en vos suplicante:
¡Nene!, no me abandones tú también.
Me levanté y nos fundimos en un abrazo, ella estaba tristísima, sentía que nunca había sido más que un juguete para mi padre, que su vida no servía de nada, que su matrimonio estaba acabado, que ella no había sido suficiente mujer para él. Sollozaba como una chiquilla sobre mi hombro empapándome la playera, se aferraba a mi cuello y hundía la cara sobre mi pecho. Yo le acariciaba la espalda tratando de consolarla. Necesitaba tanto del abrazo de un hombre... y yo fui ese hombre.
Nuestro abrazo poco a poco dejó de ser fraternal y se fue convirtiendo en un intercambio de afecto y de caricias. Para cuando nos dimos cuenta, ella estaba sentada sobre mis rodillas y yo sobre la cama. Llevaba puesto un viejo pantalón de tela café, que ahora le quedaba grande; también traía una blusa deportiva blanca bastante ceñida, de las que usa para ejercitarse, que también le queda grande desde que bajó de peso. Precisamente por esto, además de que ella es de senos grandes, se formaba un escote bárbaro que, desde mi posición, me brindaba una panorámica muy buena.
Sus ojos se clavaron en los míos y aquella tensión comenzaba convertirse en una súbita subida de la temperatura del cuarto. Sus ojos jamás me habían parecido tan bellos como ahora, ni ella me había parecido tan mujer antes. No pude resistirme por más tiempo y le estampé un sonoro beso en los labios. Rápidamente separé la cabeza avergonzado de mi acción y ella bajó la mirada por un instante, pero luego la volvió a subir. Aquella mirada triste había dado paso a una que nunca había visto en mi madre, una mirada que más adelante comprendí que aparece en ese punto de donde no hay retorno, en donde el sexo es el único camino a seguir... su mirada era de deseo.
Ella acercó sus labios a los míos y los unimos suavemente, en un largo, tímido y tierno beso. Aquella era la primera vez que besaba a una mujer, y debuté con una mujer de verdad, mucho más que el montón de chiquillas con las que estudiaba en el colegio.
Poco a poco ese tierno beso fue evolucionando en algo un poco más apasionado. La velocidad aumentó lenta pero constantemente. Primero, tímidamente traté de introducir mi lengua dentro de su boca, pues no sabía si ella quería. Ella me correspondió y recibió mi lengua con la suya, a la que acaricié lenta y suavemente. La sensación es indescriptible, ella poseía un par de labios y una lengua muy cariñosos, que aparentemente jamás habían sido besados con ternura antes. La ternura era una virtud bastante lejana a mi padre. Y el había sido el único hombre en la vida de mi madre.
La temperatura continuaba subiendo mientras pasaba el tiempo, y con ella, el deseo y la excitación se hacían mayores también. Y, naturalmente, nuestros cuerpos reaccionaron a ellos. Los besos eran entonces fuertes, largos y profundos. Ella pegaba su pecho al mío y restregaba sus senos contra mí, sus ojos cerrados se entreabrían a veces dejando ver sus ojos en blanco por la excitación Y yo la besaba con furia y con pasión, decidiendo desde ese momento que nunca más iba a permitir que mi padre la utilizara como a un objeto, como a un animal.
Mordía suavemente sus labios y acariciaba su paladar con la lengua, a lo que ella respondía con temblorosos suspiros. Pero ya no bastaba, aquello ya no era suficiente, necesitábamos más cercanía, más calor. Sin separarse de mi boca se bajó de mis rodillas y se volvió a sentar en ellas, pero esta vez de frente, con las piernas abiertas de manera que nuestros genitales se sintieron de frente por primera vez. Pude ver una mancha oscura en su entrepierna, estaba tan excitada que ya se había mojado. Mamá se restregaba una y otra vez contra mi pantalón. Estoy seguro de que ella podía sentir el bulto bajo mi pantalón, así como yo podía sentir su vagina dilatada. Su respiración se había acelerado bastante, era entrecortada e irregular.
La presencia inquietante de sus grandes senos me indujo a acariciarlos. Los rozaba suavemente con las yemas de los dedos, se los masajeaba con delicadeza y ternura. Ella respondió separándose de mi boca, en una clara indicación de que quería que me los tragara. La complací, llevé mi boca hasta sus pezones para besarlos por sobre la blusa, estaban firmes y rígidos, totalmente erectos. Sus senos eran espectaculares, tan duros y suaves a la vez.
Entonces los tomé con las dos manos y los apreté contra mi boca, al tiempo que ella me sujetaba la cabeza para pegarla aun más. Bajé una mano y la introduje entre su pantalón, quería sobarle las nalgas, eran grandes, suaves, duras y firmes. Entonces la tomé del trasero, la cargué, di la vuelta y me tiré con ella cobre la cama, quedando por encima de ella. Ya no podía más, estaba dispuesto a consumar de una vez todo mi deseo y ardor...
Pero un súbito ruido nos asusto, eran mi hermana y Julita, nuestra niñera, hablando. Quedé sobre ella con las manos sobre su trasero y ella abajo de mí con sus manos rodeándome el cuello. Ninguno se atrevía a moverse, tan solo escuchamos a las 2 platicando sobre nosotros.
Creo que tu mami está arriba, con tu hermano
Mmmm entonces los voy a ir a buscar.
Inmediatamente salté de encima de mamá y ella salió corriendo hacía su cuarto a través del armario. Yo me arreglé la camisa y traté de peinarme. Pero había una obvia mancha oscura sobre mi pantalón, en el área de los genitales, eran las secreciones de mi madre. Tuve que quitarme el pantalón a 100 por hora y lo lancé en el armario, al tiempo en que buscaba con desesperación otro. Justo en ese momento entró mi hermana María José al cuarto.
Ricardo, mirá ¿qué te pasa?
¡¿A mí...?! nada, nada.
Es que ¿qué estabas haciendo?
¡¿Yo?! ¡Nada, nada! mejor decime qué querés. le dije fastidiado.
Que me ayudés con este deber no sé cómo se hace
Llamá a alguna compañerita para que te diga, no jodás. le volví a decir fastidiado y molesto por ser tan inoportuna.
¡Le voy a decir a mamá que te estabas echando la paja entonces, ¿oíste?!
¡Yo no me estaba echando la paja!
¡¿Y por qué estás así entonces?!
¡¿Así cómo?!
Rojo y agitado como si hubieras estado haciendo ejercicio además ese no era el pantalón que traías. así era mi hermanita, siempre lista para joderme supongo que como cualquier hermana normal.
¡Pues no me estaba echando la paja! ¡Y dame esa mierda y te enseño cómo se hace!
¡Mamá, Ricardo dijo "mierda"! además de peleonera y berrinchuda, era quejona y chismosa.
Agarré su cuaderno y le expliqué, era una operación de aritmética. Luego se pasó al cuarto de mi madre y no sé qué hablaron, porque el teléfono sonó y era para mí, por lo que tuve que contestar sin poder escuchar nada. 15 minutos después la vi bajando las gradas y dirigirse a la calle, a jugar con sus amiguitas. Luego vi bajar a Julita también, que se dirigía a la tienda y, de paso, a platicar con las demás muchachas que trabajaban en las casas vecinas.
Qué conveniente, mi hermanita no regresaría sino hasta la noche y cuando Julita salía así se tardaba como una hora. Pero yo, lejos de sentirme Richard Gere teniendo sola a mi madre, me quedé estático en la sala con mil cosas pasando por mi mente. No sabía como estaría mamá, si enojada o triste, si querría continuar, o mejor detenerlo todo. Tenía mucho miedo y estaba muy confundido, lo único que tenía claro era la enorme calentura debajo de mi pantalón.
Tomé una decisión, después de tomar valor y aire, empecé a subir las gradas y me dirigí rápidamente hacía su habitación. Entré buscando su calor, pero no estaba allí, eso me desanimó muchísimo. Me di la vuelta y me dirigí a mi cuarto cabizbajo, abrí la puerta y fue como si la luz volviera a mis ojos. Allí estaba ella, vestida únicamente con su camisón morado, acostada en mi cama y viéndome con ojos lascivos. Sin pensarlo dos veces, y sin mediar palabras, me fui directamente hacia ella, la abracé y la besé profundamente. Nuestras lenguas se encontraron nuevamente y volvimos a compartir nuestras salivas. Le sobé las nalgas y los senos y le saqué el camisón. La visión de ese cuerpo hermoso me puso los pelos y la paloma de punta. Esta me medía como 20 cm. de la excitación.
Lo siguiente que supe de mi fue que estaba sentado al borde de la cama y mamá arrodillada frente a mi. Mi pene se hallaba en su boca, me lo chupaba tan rico, con tanto cariño y tanta pasión. Debo reconocer que no me esperaba eso de ella, pero fue una grata sorpresa. Yo le acariciaba la espalda desnuda, el cabello y los senos. Le pellizcaba los pezones, cosa que la volvía loca.
Obviamente yo le devolví el favor, y ella acostada boca arriba en la cama con las piernas abiertas, me ofrecía acceso directo a su intimidad, que yo me comí con placer. Reconozco que no sabía bien lo que estaba haciendo, pero me esforzaba por darle todo el placer posible. Le lamía los labios por todo lo largo, metiendo mi lengua hasta donde llegaba dentro de su vagina, y chupando y tragando sus jugos, que la verdad no me supieron mal. Supongo que lo hice bien, pues logré darle un orgasmo, uno de los primeros que tuvo en su vida. Sus suaves y finos gemidos se convirtieron en gritos de placer, en los que me imploraba que la penetrara y la convirtiera de mi madre a mi mujer.
Recuerdo perfectamente el calor de su vagina cuando entré en ella. Era un órgano tan suave, tan flexible y elástico. Nunca imaginé sentir aquella sensación, era increíble para mí. Me rodeó con las piernas mientras me la cogía despacito para que acelerara el ritmo. Así que le metí el acelerador y apliqué un ritmo de a 100 por hora. La cama se estremecía a cada una de mis embestidas y mi mamá me pedía más. Gemía como una gata en celo. Sus senos se estremecían al ritmo de la cama, eran como un aliciente para mí de continuar.
Finalmente, cuando yo ya estaba a punto de venirme, ella me quitó de encima y, tomándome de las caderas, me jaló hasta su cara, donde derramé mis chorros de semen. Le manché toda la cara y le inundé la boca. Después quedó acostada a la par mía, dormimos por una media hora hasta que nos despertamos, aunque ya no como madre e hijo, sino como hombre y mujer.
Continuará
Ricardo David.
(Garganta de Cuero).
Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.
Nota: He leído muchos comentarios sobre el primer capítulo de esta serie, en que dicen que el relato no es mío, que lo han leído hacía bastante tiempo publicado en esta misma página. Solo para aclarar, llevo más de 5 años escribiendo relatos eróticos en internet, es como una especie de pasatiempo para mi. Originalmente esta serie era un solo relato titulado "Mi Madre", que publiqué hace bastante tiempo en todorelatos, pero que pedí borrar junto con los primeros que publiqué. Ahora decidí convertirlo en una serie y cambiarle el titulo, pues hace ya algunas semanas otro autor (muy bueno, por cierto) viene publicando una serie que lleva el misma título. Escribo esta nota aclaratoria únicamente para que no hayan malos entendidos.