Consolando a mamá (II)

A la mañana siguiente mi madre seguía necesitándome.

A la mañana siguiente me desperté con el sol dándome en la cara, nunca había dormido mejor. Me giré y vi a mi madre al lado de la ventana dándome la espalda, el sol bañaba su cuerpo desnudo dándole un tono cobrizo.

-Estás preciosa con la primera luz de la mañana- le dije.

Ella se sobresaltó y sin volverse a mirarme me dijo:

-Rolando...lo de anoche...

-Lo de anoche fue el mejor momento de mi vida-la corté sentándome en la cama.

-¡Estuvo mal!¡Soy tu madre!

-Ayer eso no te importó-dije levantándome y caminando hacia ella.

-No sé que me pasó...me dejé llevar...

-Yo sí sé lo que pasó, ayer los dos disfrutamos como nunca el uno del otro, me necesitaste y te lo di todo, no puede haber nada malo en eso.

Llegué a su lado y como todavía estaba de espaldas a mí le puse una mano en el culo.

-¿O acaso vas a negarme que me pediste más? Puedo darte todo lo que quieras.

Deslicé la mano por la cintura hasta su sexo y comencé a acariciarla alrededor del clítoris, con la otra mano le cogí el pecho izquierdo para masajeárselo. Ella se movió un poco para resistirse, pero yo la sujeté con más fuerza y pasé a besarla por el cuello. Poco a poco sus no...no se convirtieron en gemidos y se dejó hacer. Introduje un dedo dentro de su vagina y separé sus labios lo bastante para meter otro. Entonces pasé a realizar un movimiento de vaivén al ritmo de sus caderas.

Mamá giró la cabeza y me besó con fuerza introduciéndome la lengua y casi dejándome sin respiración. Devolviéndole el beso pasé a frotarle el pene entre las nalgas mientras la penetraba con los dedos. Tras unos minutos alcanzó el orgasmo y bañó mi mano con sus fluidos mientras ahogaba sus gemidos en mi boca. Entonces me miró y me dijo:

-Dámelo todo, lo quiero todo.

Cuando terminó de hablar retiré los dedos de su vagina y la penetré de un golpe. Ella gimió levantándose de puntillas por el impulso. Tomando sus pechos con las manos empecé a bombear hacia arriba. Sin embargo la postura era incómoda y no podía coger fuerza, así la obligué a bajar el cuerpo de forma que quedara perpendicular al mío.

Entonces la sujeté por las caderas y la penetré con todo mi miembro. Con cada caderazo ella dejaba escapar un jadeo mientras yo aumentaba cada vez más la velocidad. Cuando miré hacia abajo me fijé en su espléndido culo, que por la posición mostraba toda su belleza mientras con cada penetración rebotaba contra él. No pude resistirme a tenerla también por ahí.

Saliendo de su vagina me coloqué en su ano ayudándome con la mano y empujé hasta penetrar de un solo embite. Mamá lanzó un grito de dolor pero yo no me detuve y seguí empujando. Con cada penetración mamá gritaba, pero a cada grito seguía una orden para que siguiese, mientras se movía hacia mí para que la penetración fuera más profunda. Finalmente eyaculé y me moví hacia atrás hasta caer sentado en la cama.

Mamá se volvió y sin decir nada recogió su camiseta del suelo y pasó a limpiarme el pene con ella. Cuando hubo acabado me miró a los ojos y me dijo:

-Te he dicho que lo quiero todo.

Entonces bajó la cabeza y comenzó a lamerme el pene, que enseguida volvió a entrar en erección. Cuando el tamaño le pareció adecuado se lo introdujo en la boca y pasó a chuparlo. Su boca me recorría el pene desde la base hasta el glande, donde se detenía a jugar con la lengua para luego volver a empezar. Yo bajé las manos hasta su cabeza y me dediqué a acariciar su pelo. El movimiento de su cabeza era hipnótico mientras subía y bajaba, haciéndome estremecer de placer.

Cuando creí que iba a estallar mamá se detuvo y se levantó. Sin decir nada se sentó sobre mí pasando una pierna por cada lado mientras se aseguraba de que mi pene entrase en su vagina. Cuando estuvo sentada la atraje hacia mí y la besé con pasión salvaje mientras le acariciaba todo el cuerpo. Poco después ella me empujó y caí tumbado en la cama, ella permaneció en su posición y comenzó a cabalgarme moviendo el torso hacia adelante y hacia atrás.

La sujeté por las caderas y la ayudé a mecerse con más fuerza. Sus pechos saltaban de forma maravillosa, lanzando gotas de sudor por el esfuerzo. Ella jadeaba de placer y se tensaba cuando tenía un orgasmo que estremecía todo su cuerpo. No puedo recordar cuantas veces la llevé al clímax y noté hundirse sus dedos en mis brazos pidiéndome más.

Finalmente yo también llegué al orgasmo y volví a vaciarme dentro de ella. Cuando terminé se dejó caer sobre mí totalmente exhausta. Respiraba agitadamente y tenía todo el cuerpo bañado en sudor.

-Ha sido maravilloso- le dije aún jadeando- eres lo mejor.

-Sí que lo ha sido, nunca estuve así con tu padre, nunca lo...disfruté tanto. Nunca duró tanto.

-Pues yo aún no he terminado-dije mirando hacia mi pene que ya volvía a estar erecto.

-Me pasaría el día haciéndolo contigo amor- dijo cogiendo mi miembro con la mano.

Volteándola para ponerme encima la penetré y volví a hacerle el amor con pasión animal hasta que los dos nos fundimos en un orgasmo conjunto que nos hizo gritar de placer. Al terminar nos quedamos en la cama abrazados mientras yo le acariciaba los pechos.

Desde entonces mi madre se ha convertido en mi amante, nos abordamos sin tapujos en cualquier lugar de la casa y hacemos el amor hasta quedar rendidos. Puede que en otros relatos les cuente alguno de los muchos encuentros que volvimos a tener.

Espero sus comentarios.