Consiguiendo los tres fluidos
Mi pervertida aventura para conseguir los tres fluidos con los que rellenar mis botas de agua fetiche
Hoy, un domingo de Abril cualquiera me levanté de la cama y lo primero que hice fue ir directa al baño y me desnudé para posteriormente calzarme mis botas hunter y darme placer a mi misma durante un buen rato, al fin y al cabo vivo sola y puedo permitirme masturbarme en la ducha el tiempo que sea necesario. Tengo 32 años y, en este tiempo he tenido demasiadas experiencias sexuales, por lo que el sexo y la masturbación para mi dejaron de ser un tabú hace mucho.
Comencé acariciando lentamente mi sexo durante un rato enfrente del espejo, tras casi un minuto, paré y empecé a acariciar mis piernas, mis pechos (lametones de pezones incluidos) y mis perfectos gluteos, sentía que me estaba poniendo más y más cachonda por momentos, me descalcé de mi katiuskas y las puse bajo mi coño para que mis botas obtuvieran mi preciado fluido del placer, ya que estaba empezando a gotear, y seguí tocándome, segundos después, cuando no me faltaba demasiado para correrme, decidi calzarme de nuevo mi bota y ponerme de pie para intentar tener un squirt, que, según leí en un foro de Internet, para realizarlo correctamente tenía que relajar la uretra antes de llegar al orgasmo. Seguí haciendome un dedo y el placer fue cada vez mayor, hasta que empecé a gemir, relajé la uretra y empecé a gemir en voz alta de placer, me corrí (squirting incluido), pero algo pasó y acabé meándome y parte del pis acabó dentro de mis botas, pero acabé muy relajada, ahora me tocaba ducharme.
Tras la ducha estuve pensando en lo que acababa de hacer, y es que calzarme mis katiuskas aumentaba mi confianza, e introducir mi orín y mi corrida en ellas aumentaba mi perversión de forma moderada, aunque le faltaba un ingrediente mágico: la corrida de un hombre.
Me dispuse a salir a la calle ataviada con unos pantalones de cuero negros, una camiseta escotada a juego con ellos y unas katiuskas hunter color rojo intenso que previamente habian sido mancilladas y combinaban con el color de mis labios, aunque, de hecho, durante ese mes de abril no llovía demasiado, pero me resultaba indiferente porque esta vestimenta acentuaba mis curvas y me hacía sentirme más sexy, deseada y más pervertida que nunca.
Entré al supermercado y al cabo de varios segundos pude observar que dos chicos me miraron con cierto descaro, los ignoré, seguí comprando y ví al primero de ellos en el pasillo de los detergentes, cruzamos miradas y me desvió la suya instantaneamente, no voy a llevar en mis botas el semen de alguien que no es capaz de mantenerme la mirada, seguí comprando, esta vez fuí al pasillo de los preservativos, es importante que mis sucios y fugaces compañeros de cama estén bien protegidos, al llegar, me crucé con el otro de los chicos que ví al entrar al supermercado, pero este me mantuvo la mirada y sonrió de forma muy pícara, sonreí ligeramente, pero eso no era suficiente para que yo me interesara por él, ya que puedo tener a casi cualquier hombre, asi que se lo tendría que currar más, fuí a coger un paquete de 8 unidades de preservativos, los cuales estaban bajo el nivel de la cintura, tuve que agacharme y, antes de coger el paquete miré hacia los lados y observé al chico mirandome, seguramente estaría mirandome las tetas, mis ajustados pantalones o mis botas de agua, no estaba segura, pero este fue el gesto que me llenó de determinación para ir a hablar con él, un hombre no te mira dos veces si no le interesas.
Al hablar con él iniciamos una conversación parecida a la siguiente:
Yo: Perdona chico, ¿puedes decirme qué preservativos son más comodos? Los normales o los ultrafinos?
Él: Diría que los ultrafinos. Por cierto, no he visto demasiadas veces a una chica comprar condones masculinos, debes de tener una vida sexual plena.
Yo: Jajaja, que va.
Él: Entonces tienes novio?
Yo: A veces sí.
Él: A veces?
Yo: (de forma lasciva) Pero ahora no.
Él: (Levantó el entrecejo)
Yo: (Al oído) Sabes? Vivo aquí al lado.
Él: (Rojo como un tomate) !Ah! !Que bien!
Yo: Te veo un poco tímido, mira, según salgas del supermercado, ve a la derecha al primer portal, te espero allí en 10 minutos.
Él: (No dijo nada)
Fuí a caja a pagar, ver a este chico me hizo recordar mi adolescencia cuando yo era tan tímida con los hombres, antes ellos elegían que querían tener sexo conmigo, ahora yo elijo quien me penetra y cuando.
Llegué al portal y ya estaba el chico del supermercado esperandome, debe de estar sediento de sexo.
Llegamos a mi piso, se quedó esperando en el salón mientras yo me cambiaba y me ponía mi traje de látex rojo a juego con las katiuskas que llevaba puestas, volví al salón y me lo encontré tumbado en el sofá completamente desnudo y haciendose una paja, al verme, comenzó a acelerar el movimiento.
Estaba yo de pie frente al sofá y, sin yo decirselo, se puso a cuatro patas y empezó a tocar y lamer mis botas, le permití regocijarse en ellas un rato, hasta que me cansé y ambos nos tiramos en el sofá, yo me puse encima de él evitando la penetración (todavía le tocaba sufrir un rato más) y rozando con mi coño su polla para ponersela más y más dura, hasta que se corrió y me manchó el coño por fuera, le obligué a lavarmelo en la ducha y también a oler el interior de una de mis botas con orín durante un rato, creo que la situación hizo que se pusiera más cachondo y eso le dejó listo para una segunda sesión.
Durante la segunda sesión fuimos a la ducha, tuvimos los condones a mano, nos metimos en la bañera y comenzamos a embadurnarnos con jabón, él, embadurnó mi cuerpo con jabón para dejar brillante mi traje rojo de latex, puso especial énfasis en mis perfectos pechos, yo le acaricié un poco los pectorales y después me centré en su polla, una vez limpia, la enjuagué con agua y comencé a jugar con ella en mi boca mientras acariciaba su pezón, empece a escuchar sus gemidos, que lentamente iban a más, era la hora de sacar un condón, introduje su polla en el interior del condón y él no tardo en empezar a follarme hasta que nos corrimos, mi orgasmo fue tan grande que salpiqué al chico, y de hecho, creo que parte mi corrida acabó en mis botas.
Ahora mismo tenía tres ingredientes que aumentaban mi confianza:
-Mis botas de agua hunter
-Mi orín dentro de ellas
-Mi corrida
Me faltaba el cuarto, que es el semen de un hombre, y tenía disponible en el condón, le dije al chico que ya habiamos acabado, se vistió y salió por la puerta apenado, es normal, sabe que dificilmente volvera a tener otra experiencia como la que le acabo de proporcionar.
Volví al baño con unas tijeras, cogí el condón, lo introduje en mis botas y lo corté a la altura del semen para que goteara dentro de ellas.
Había conseguido el cuarto ingrediente.