Consigo ver follar a mi mujer con otro

Por fin consigo lo que había imaginado durante tiempo, ver como otro hombre se folla a mi mujer conmigo delante

Hace un tiempo escribí sobre como un extraño se folló a mi mujer estando borracha (mi mujer follada en vacaciones), desde entonces tengo en mi mente poder volver a ver algo parecido, pero esta vez no estando en estado de embriaguez.

Es fácil imaginarlo, pero aunque lo deseo, me ha costado decidirme a intentarlo y como poder ejecutarlo, sobretodo, porque si algo sale mal nuestro matrimonio se rompería, estoy totalmente seguro.

Aprovechamos el puente del pilar, cuatro días de vacaciones, Mónica y yo nos íbamos a visitar otra ciudad, como hacemos otras veces.

Llegamos el jueves, tras instalarnos y pasear durante la tarde, llegó la noche, nos fuimos a cenar, mi mujer llevaba unos pantalones vaqueros ajustados, una camisa también ajustada,  unas sandalias y una chaqueta de punto, nada llamativo, guapa, pero informal, como un día cualquiera, me hubiera gustado que se hubiera puesto un vestido corto o una minifalda, pero bueno.

Intenté hacer lo mismo que aquella vez, la llevé a cenar y a tomar unas copas, pero esta vez mis consumiciones prácticamente no llevaban apenas alcohol para no emborracharme, acabamos en la zona de fiesta de la ciudad, cuando por fin Mónica iba ya que no se aguantaba casi de pie, hablé con tres personas diferentes y sorprendentemente ninguno de los tres aceptó, no me lo podía creer.

Estaba fastidiado, mi mujer se mantenía a duras penas y lo único que me faltaba era una persona, me entraron dudas, quería intentarlo de nuevo, pero no sabía qué hacer en ese instante.

Observé que a unos metros había un grupo de cinco chavales bastante jóvenes, rondarían los 20 años o así, sinceramente me dio la sensación a simple vista de que eran un poco novatos, vaya que no eran de los que alegran las fiestas, en definitiva, me decidí a intentarlo una vez más, pero no sabía cómo hacerlo visto que diciéndolo directamente no me había salido bien.

Así que decidí intentarlo por todo lo contrario, sutilmente, caminé hacia ellos sin soltar a mi mujer, que apenas acertaba a caminar, directamente les interrumpí.

-          ¿Podéis hacerme un favor y sujetar a mi amiga para poder llamar a un taxi?- pregunté

-          Vale- contestaron prácticamente cuando ya les había dejado casi encima de dos de ellos a mi mujer.

-          Solo un momento- les volví a decir mientras me miraban con cara de incrédulos

Me alejé un par de metros, mientras llamaba por teléfono, no dejaba de mirarles de reojo, me confirmaron que eran unos pardillos, tenían a una hembra entre sus brazos y ni siquiera habían movido ni un dedo para intentar meterle mano, no me lo podía creer.

Dudé si intentarlo o no, porque tenía la sensación que había escogido a los más pringados de la calle.

Volví hacia ellos

-          No me cogen los del taxi- les dije

-          ¿Sabéis si hay alguna parada por aquí cerca?- les pregunté

-          La más cercana está a cinco calles más hacia allí- me respondió uno señalando la calle hacia abajo

-          Joder, con lo que me pesa la pava esta, me va a costar un mundo llegar- comenté en tono alegre

-          Lo que tiene que hacer uno para llevarse a una chica a la cama- volví a decir entre risas a la vez que conseguí sacar unas carcajadas de los chavales.

-          Bueno, voy a empezar a caminar a ver si antes de que amanezca consigo llegar a la paradas- seguí con tono sarcástico

-          Si alguno me quiere echar una mano, por mi encantado- seguía con mi charla

-          A llevarla a la parada o a la cama- comentó uno, dejándome con cara de sorpresa

-          A estas horas a lo que quieras- le dije tras un pequeño silencio

Tras las lógicas risas, me despedí de ellos, comencé a andar con el brazo de Mónica en mi hombro y agarrándola por la cintura, según caminaba me iba arrepintiendo más de no haberles dicho en serio que uno de ellos me acompañara, pero ya no había vuelta atrás.

Otra vez sentía la sensación de frustración, lo había intentado pero no conseguido, pensé que mi última oportunidad podía ser el taxista, pero bueno.

Volví a llamar a los taxis tres veces más mientras caminábamos, a la cuarta por fin logré contactar y que nos enviaran un taxi.

Senté a Mónica en el suelo con la espalda apoyada en la pared, al poco tiempo vi como uno de los chavales se acercaba, me dijo que venía a echarme una mano, mi cara cambió por completo.

-          Muchas gracias, he conseguido taxi, pero si te animas y me echas una mano a llevarla al hotel sería fantástico- le dije sonriente

-          Bien, vale – respondió el un poco avergonzado

-          ¿Cómo te llamas?- pregunté

-          Antonio

-          Yo soy Armando y ella es Mónica

Por fin llegó el taxi, metimos a Mónica, le dije a Antonio que se sentara a su lado y yo me puse en el asiento de delante.

No miré para atrás ni una sola vez, quería que Antonio no se sintiera observado, no sé si se atrevió a tocar a Mónica, pero me da la sensación de que ni lo intentó.

Llegamos al destino, bajamos a Mónica del taxi, Antonio sujetaba a mi mujer mientras yo pagaba al taxista, me miraba con cara de no saber qué hacer, cogí a Mónica por el otro brazo y simplemente le dije vamos a llevarla a la habitación.

El momento más intenso para mí fue cuando entramos en el ascensor, solo subimos hasta la tercera planta pero se mi hizo un mundo, que iba a hacer ahora, como podía plantear la situación, estaba Mónica lo suficientemente borracha como para no enterarse, miles de preguntas rondaban mi cabeza.

Nos metimos a la habitación, tumbamos a Mónica en la cama, la cara de Antonio era todo un poema, y la mía también.

-          Estoy destrozado, ¿te importaría quitarle la ropa?- pregunté

Sus ojos se abrieron como platos, sus manos temblaban, yo cogí la silla que había en el escritorio, la llevé a un lado de la cama y me senté mirando hacia Mónica, que estaba tirada con los ojos cerrados y sin mover ni una pestaña.

Por fin Antonio se decidió, se fue al otro lado de la cama, con cuidado desabrochó el cinturón de mi mujer, uno a uno fue abriendo los botones del pantalón, se podía ver el color blanco de su ropa interior, Mónica seguía impávida, Antonio me miró, simplemente un gesto afirmativo con la cabeza le indicó que podía continuar y así lo hizo.

Con cuidado y bastante esfuerzo consiguió bajarle los apretados vaqueros hasta las rodillas, se movió hasta los pies de la cama, le quitó las sandalias y los calcetines para proseguir con los pantalones hasta dejarlos caer al suelo.

Mi mujer estaba en la cama con el tanga blanco a la vista de un extraño, mi cuerpo se excitaba, pero el nerviosismo estaba aún muy presente, yo no dejaba de mirar la cara de Mónica por si abría los ojos.

Antonio siguió lentamente desnudando a Mónica, chaqueta fuera, era un momento complicado, había que quitarle la camiseta, yo solamente deseaba que no se despertara,  por fin lo consiguió, mi mujer seguía como una estatua, eso me tranquilizó un poco.

Comencé a disfrutar del momento cuando vi que ella ni se movía, estaba en ropa interior, encima de la cama con un extraño delante, mi pene empezaba a reaccionar después de tanto estrés.

Las manos de Antonio se dirigieron hacia el sujetador, le costó trabajo, pero lo soltó, con mucho cuidado se lo sacó por los brazos y lo lanzó al suelo, los pechos desnudos de mi mujer estaban a la vista, sus pezones se veían deliciosos, Antonio no dejaba de mirarlos, con su mano derecha los rozó suavemente, mi excitación crecía por momentos.

Tras un buen manoseo de las tetas de Mónica, bajó a su tanga, con mucha delicadeza se lo fue deslizando hasta quedarse con él en las manos, increíble la imagen de la que estaba disfrutando.

Me levanté hacia la maleta, Antonio se asustó un poco, saque una caja de condones y la eché encima de la cama.

-          La única condición es que te lo pongas para poder follártela- le dije

Antonio asintió con la cabeza, se empezó a desvestir hasta que se quedó totalmente desnudo, tenía la polla tiesa ya, era normal, un poco más grande y gruesa que la mía, pero prácticamente iguales, aunque casi hubiera deseado que la hubiera tenido como un negro para ver si el coño de mi mujer aceptaba una cosa tan grande, abrió la caja de condones y cogió uno.

Yo había vuelto a mi asiento de privilegio, miraba como Antonio se ponía el preservativo, el momento estaba a punto de culminar, tenía ansia de ver cómo le metía la polla y llegó el momento.

Antonio separó un poco las piernas de Mónica, se puso de rodillas delante de su vagina, con la mano derecha se agarraba su miembro, mi corazón latía muy intensamente, veía como arrimaba la punta del pene al agujero de Mónica y lentamente le metió la punta, poco a poco iba introduciendo su miembro hasta que se lo metió entero deteniéndose unos segundos.

Yo estaba como loco, miraba la cara de mi mujer que ni se inmutó, de momento todo iba bien, Antonio ya estaba metiendo y sacando lentamente su polla, mientras que con sus manos separaba un poco más los muslos de mi mujer.

Morbo, así defino el momento, mi mujer siendo follada delante mío, las manos de Antonio se volvieron a posar en los pechos de Mónica, mientras yo le decía suave, suave.

Yo no aguantaba más, me desabroché el pantalón y saque mi polla, erecta y dura, comencé a tocarme, Antonio estaba a lo suyo, penetrando y sobando a la estatua de mi mujer.

El ritmo aumentaba, las penetraciones eran cada vez con más entusiasmo, yo no perdía detalle y mi mano subía y bajaba la piel de mi pene.

Al cabo del rato, Antonio levantó las piernas de Mónica, empezó a embestirla con fiereza, yo estaba tan excitado en ese momento que ni se me pasó por la cabeza que Mónica podía abrir los ojos, el chico le estaba dando fuerte, por no decir violentamente, me dio la sensación de que se iba a correr en breve, así que le dije que parara.

Me puse de pie, me desnudé, me arrimé a la cama y puse la punta de mi pene junto a los labios de ella, con suavidad le rozaba, Antonio quieto con su polla dentro del  cuerpo de mi mujer me miraba, el placer era inconmensurable, como sentía el roce en mi polla.

-          Cuando te vayas a correr hazlo sobre su cuerpo, porque quiero grabarlo- le dije mientras seguía rozando mi polla

-          Después si quieres te la follas otra vez y te corres donde quieras- seguí diciendo

Antonio simplemente asintió con la cabeza, yo me separé y fui a coger el móvil del bolsillo de mi pantalón y lo dejé encima de la cama.

Me puse de rodillas en la cama, Antonio comenzó de nuevo a follarse a Mónica lentamente, mientras yo le chupaba los pezones a mi querida mujer, mi lengua pasaba de un pezón a otro, sus tetas eran como un flan en mi boca, cuando empezó a aumentar el ritmo, me aparté, me puse de pie en el suelo y miré con atención mientras me masturbaba.

Antonio abrió las piernas de Mónica, se las sujetaba por las rodillas, se acercó lo más que pudo a su coño y empezó a penetrarla duramente, le daba con fuerza, el cuerpo de Mónica se movía como si de una marioneta se tratara, pero ni un gesto ni un grito, seguía sin inmutarse.

El chaval empezó a gemir, solté mi polla, cogí el móvil, puse la cámara y empezó a grabar, en un instante, Antonio soltó las piernas de Mónica, sacó su pene, se quitó el condón, se empezó a masturbar sobre el cuerpo de mi mujer, mientras yo le decía que apuntara a las tetas, sus gemidos eran una señal inequívoca, no tardó nada en correrse, unos chorros de semen cayeron sobre el pezón y la teta izquierda, los siguientes sobre el estómago,  el seguía pajeándose soltando hasta las últimas gotas, vaya excitación me produjo ver esa escena.

Dejé el móvil de nuevo, volví a coger mi polla, me puse apuntando a los pechos de Mónica y me masturbé hasta correrme, que sensación, no sé si alguna vez había salido tanta leche de mi chorra, deje sus tetas totalmente manchadas de semen, estaba súper cachondo.

Cogí el móvil, le pedí a Antonio que pusiera su polla sobre el pezón de monica, yo puse la mía en su otro pezón e hice una foto.

Tras un par de minutos de reposo, Antonio se fue al baño a limpiarse y vestirse, cuando acabó yo hice lo mismo.

Antes de marcharse me dio su número de móvil por si quería volver a repetir, según cerré la puerta volví a la habitación, mi mujer seguía tumbada en la cama con toda la tripa y los pechos llenos de semen, se lo limpie todo con papel.

Me senté de nuevo en la silla, menuda experiencia, había merecido la pena tantos días de darle vueltas en mi mente, cogí el móvil y volví a ver la foto y el video, ver como se corría sobre Mónica me puso otra vez como una moto, mi polla empezó a incorporarse.

Me puse de pie al final de la cama, mi mujer desnuda y con las piernas abiertas parecía que pedía más sexo, con mucho cuidado le di la vuelta, gire su cabeza hacia un lado, la arrastré hasta que su cintura quedó al borde de la cama y sus piernas colgando.

Tenía su precioso culo junto a mi polla, pensé en follármelo, pero decidí metérsela por el coño, me coloque un condón y puse mi pene en su agujero y sin ningún problema se la metí hasta dentro de una sola vez, estaba húmeda, mi polla resbaló con suma facilidad.

Puse mis manos en su cintura, mi polla entraba una y otra vez con cierta tranquilidad, poco a poco mi cuerpo me pedía más, comencé a follármela con intensidad, su cuerpo seguía sin moverse ni lo más mínimo, así que mis embestidas pasaron a ser salvajes, me la estaba cepillando con rabia, casi deseaba que se despertara en ese momento.

Mis manos le apretaban fuertemente, movía su cuerpo con cada una de mis embestidas, no dejaba de recordar el video en mi cabeza, eso me ponía más cachondo si cabe, me la estaba follando a muerte, el sonido del choque de mis caderas contra su cuerpo era alto, sentía hasta dolor, pero no paré hasta que me corrí.

Caí tendido sobre el cuerpo de Mónica, fue una pasada de noche.

Cada vez que miro el video y la foto me pongo súper cachondo, estoy seguro que lo volveré a repetir, incluso estoy pensando en intentar que participen los amigos de Antonio, aunque no sé si estarán interesados.

Si lo logro os aseguro que lo contaré, sin duda alguna.

armandobseg@hotmail.com