Consigo lo que quiero: sexo con mi profesor

Mi profe de la facu es un tipo común y corriente pero me atría mucho. Nunca pensé que se iba a resistir a un bomboncito como yo... y no me defraudó.

Esta es la primera vez que escribo un relato de esta índole, así que les pido que me tengan paciencia ya que me da un poquito de pudor contar cosas tan personales, y por qué no decirlo, me da mucho morbo hacerlo.

Voy a adoptar acá el nombre Sarah, ya que soy conciente que tal vez pueda leer esto una persona que conozco y no quiero que lo tome a mal. Les cuento que vivo en Buenos Aires, tengo 19 años y soy, modestia aparte, realmente muy linda. Mido aproximadamente 1,65 m, soy flaca, bronceada, y con un cuerpo bien torneado gracias al gimnasio, tengo 90 de pechos y una cola bien durita y parada. Mi pelo es castaño ondulado hasta la mitad de la espalda, mis ojos cafés con unas largas pestañas y estoy siempre usando pantalones ajustados y de tiro bajo para que se me vea el tatuaje (bastante grande) que tengo en el final de la columna. Si muchos hombres se dan vuelta para mirarme vestida así nomás, ni se imaginan como son mis noches de sábado con las mini diminutas y un buen escote.

El año pasado empecé a ir a la UBA (Universidad de Buenos Aires) para empezar la carrera, sin embargo, y como sabrán si viven en Argentina, primero hay que cursar el CBC –lo que sería un año desperdiciado-. Entre las materias que tenía, había una realmente aburrida que da un profesor de unos 40 años. El tipo no tiene nada extraordinario, de hecho se está quedando pelado, tiene una pancita incipiente y usa anteojos. Pero la forma de hablar y la seguridad que tiene hizo que me empezara a fijar de a poco en él. Luego de unas clases mi calor empezó a aumentar y decidí que tenía que tenerlo sí o sí. Fantaseaba sobre él cada noche antes de irme a dormir, y mientras que con una mano me pellizcaba suavemente los pezones y con la otra buscaba frenéticamente mi clítoris trataba de acordarme cada detalle de su clase. Quién iría a pensar que llegaría a un orgasmo con ese jueguito morboso de profesor y alumna. Quién iría a pensar que me imaginaba sobre el escritorio con la cola bien parada, las piernas abiertas y el detrás de mí levantándome en vilo con cada embiste de su pene. Cuando acabé y me deleité con el sabor de mis propios jugos me hice la idea de un plan para que me cogiera si o si.

La próxima clase fui vestida como para matar, como era marzo y todavía hacía calor, me puse un strapless rojo que hacía que mis tetas se vieran divinas y una pollerita color negro. Tuve que llegar rápido al aula porque los babosos me estaban comiendo con los ojos y yo era el platillo del profesor solamente. Me senté en la primera fila y ni bien llegó me crucé de piernas, levanté la pollerita un poco más y traté de hacerle bastantes preguntas para que se fijara en mí. Me miraba con cara de animal en celo, y aunque se paseaba por el aula tratando de parecer tranquilo no me quitaba los ojos de las piernas y de las tetas. Quise no parecer muy obvia y no atacarlo directamente adentro de la facultad, asi que lo esperé afuera y ni bien salió, lo seguí de cerca por la vereda de en frente. Cuando él estaba a pocos metros de la esquina, apuré el paso, crucé haciéndome la distraida y me choqué con él.

  • ¡Ay! ¡Discúlpeme!- le dije

  • No es nada, ¿estás bien?

-Si, si, usted es el profesor de _____, ¿no?- no es cuestión de comprometerlo

-Si, ¿vos vas a mi clase?- dijo con cara de sorpresa, me dieron ganas de decirle "no te hagas el boludo, si no te acordás de mi cara te acordarás de mis tetas que las miraste toda la hora"

  • Si, me encanta su clase- le dije con mis voz más de gatita y me mordí los labios. El tipo me miró la boca y esa fue la señal para actuar. Me acerqué un poco y le pasé un dedo por el pecho. Él se tiró para atrás.

  • No te desubiques, estoy casado y tengo un hijo, y no quiero problemas-

  • No veo ni a tu mujer ni a tu hijo, y yo tampoco quiero problemas, solamente quiero esto…- estire rápido la mano y lo empecé a tocar por arriba del pantalón. Me di cuenta que sí quería problemas, porque ya la tenía bastante dura – hay un telo acá cerca, ¿no tenés ganas de ir?- mi pregunta lo sorprendió y lo excitó todavía más; una corriente lo atravesó, cambió toalmente la cara y dijo "esperame adentro, yo voy en dos minutos".

Nunca creí que ser así de directa iba a funcionar, pero me equivoqué. A los dos minutos apareció, pagó por la habitación y subimos. Ni bien cerró la puerta detrás de él me bajó el strapless hasta la cintura me tiró sobre la cama y sin dilación se abalanzó sobre mis pezones. Los chupaba y mordía, los estiraba en su labios, me sobaba los pechos y yo gemía sin parar. Tenía los pezones duros y rojos, y mi vagina ya había empezado a destilar sus jugos como nunca antes. Sentía su pija totalmente erecta e inquita sobre mi vientre, y por más que intentaba llegar a ella con mis manos, su peso sobre mi cuerpo me lo impedía. No podía aguantar más, tenía ganas de entrar en acción. "Sacate los pantalones, quiero chupártela" más que solícito, sus pantalones volaron. Hice que se acostara cerca del borde de la cama y yo me arrodillé sobre el piso. Empecé a chuparle los huevos muy despacio, metiéndomelos alternadamente en la boca y recorriéndolos con la lengua. Mi profe no se lo podía creer y jadeaba enloquecido "metetelo en la boca, puta, dale que no puedo más, chupámelo". Le agarré el mástil por la base y me lo metí entero en la boca, presionandolo fuertemente con los labios y moviendo la lengua bien rápido sobre su cabeza (esta técnica ha vuelto loco a más de uno). Lo ensalivé bien y mientras lo recorría de abajo para arriba le tocaba sus "gemelos". Sabía que no iba a aguantar mucho si seguía a este ritmo, después de todo mi imagino que su mujer estaría flácida y llena de estrías y tal vez hacía mucho que no se comía un bomboncito como yo.

Le dí un buen lenguetazo en el glande y me paré en seco, él me miraba con ojos desorbitados y con cara de ido. "no te preocupes, no voy a terminar tan rápido la fiestita" le dije mientras con cara seductora me chupaba los dedos, y como las más puta hacía una linea en medio de mis pechos. Su miembro brillaba a causa de mi saliva y su líquido preseminal. "Ponete arriba mío, te quiero pajear con mis tetas". Atrapé su divino tronco entre mis pechos y ví como se estremecía con el calor de la aterciopelada piel que se le ofrecía. Empezó a moverse de atrás para adelante, con movimientos frenéticos, tocando con su cabeza la punta de mi lengua cada vez que me embestía. "ay si puta, que buenas tetas que tenés, quiero acabarte en la cara…", "ni se te ocurra dejarme así de caliente a mí, profe".

Se liberó de la presión de mis senos y lentamente fue bajando por mi pancita, llenandola de besos y acariciando esas dos almendras que tengo por pezones. Me abrió gentilmente los labios vaginales y empezó a pasar su lengua, era muy hábil, me hacía desearlo, me lamía despacio los labios y se hundía dentro de mi cavidad, se acercaba a mi clítoris haciendole cosquillas con la barba y yo solo podía gemir, al borde del paroxismo. Cuando finalmente empezó a chuparlo sentí que el calor se extendía desde mi sexo hacia todo mi cuerpo, la cabeza se me nublaba con cada pasada que hacía con su lengua. Sentía que toda la sangue iba a mi cabeza, que el mundo me daba vueltas, que el cuerpo no me aguantaba y mientras me salía de mí misma gritaba sin cesar, bañándolo con mi flujos. El orgasmo es fabuloso y me deja sin aliento.

En cuanto pensaba en descansar un segundo siento una leve presión en las puertas de mi vagina, su verga se abre paso dentro mía, la punta está caliente y entra sin problemas. Siento como se amolda cada centímetro, cada vena, como toda la dimensión de ese trozo de carne se incrusta dentro mío. Yo respondo con un quejido continuo, elevo las piernas y hago que las pase sobre sus hombros. El tiene el control de mi cuerpo, tan marcado como lo tiene de su clase. Es imperturbable y avanza suave pero firme. Pero yo no quiero eso, no quiero suavidad, quiero ser una puta, una reventada, quiero tragarme cada gota de su semen, quiero que me clave como si fuese la ultima vez que cogiera en su vida.

Me pongo arriba, lo miro a los ojos mientras me siento, empiezo a aumentar la velocidad, subo y bajo más rápido, me contoneo de atrás para adelante y haciendo círculos con mis caderas. Las paredes se contraen, siento que me estoy viniendo, presiono y me convulsiono, grito mientras me vengo, pero nunca paro. Cambio de posición, mirando hacia sus pies y los las manos me abro las nalgas para que me pueda ver bien el culo y para que vea como se pierde su palo dentro mío. "Ay que culo que tenés, como quisiera metértela por atrás", "hoy no, la próxima, te prometo que la próxima me vas a llenar de leche" "ay, no puedo aguantar más, voy a explotar". La saqué de adentro y lo empecé a chupar, hice que me cogiera la garganta sin piedad y al cabo de unos empujes todos sus músculos se tensaron y con un chorro de semen me lleno la boquita. Tenía un sabor salado y era realmente espeso, dejé que se escurriera por mi cuerpo y me acosté a su lado.

"Mirá no creas que yo hago esto… yo estoy casado y…" "y no querés problemas, todo bien, siempre y cuando me prometas que por lo menos va a haber una vez más para que disfrutes 100 % de mi colita" se río y se quedó pensativo "Cuál es su nombre alumna?" "Sarah" "bueno Sarah, dalo por hecho".

Si tienen alguna consulta, comentario, sugerencia, o algún asunto de otra índole ;) no duden en mandarme un mail. Tal vez me incentiven a contar alguna de mis otras aventuritas.